domingo, 31 de agosto de 2014

DOMINGO 31 DE AGOSTO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTÍA.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 31 DE AGOSTO DE 2014
XXII DOMINGO ORDINARIO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 85, 3. 5)
Dios mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco: Tú eres bueno y clemente, y rico en misericordia con quien te invoca.

ORACIÓN COLECTA
Dios de toda virtud, de quien procede todo lo que es bueno, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, y concede que, haciendo más religiosa nuestra vida, hagas crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves con solicitud amorosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Soy objeto de burla por anunciar la palabra del Señor.

DEL LIBRO DEL PROFETA JEREMÍAS: 20, 7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste. He sido el hazmerreír de todos; día tras día se burlan de mí. Desde que comencé a hablar, he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción. Por anunciar la palabra del Señor, me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el día. He llegado a decirme: "Ya no me acordaré del Señor ni hablaré más en su nombre". Pero había en mí como un fuego ardiente, encerrado en mis huesos; yo me esforzaba por contenerlo y no podía.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 62
R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora, como el suelo reseco añora el agua. R/.

Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. R/.

Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios. R/.

Porque fuiste mi auxilio y a tu sombra, Señor, canto con gozo. A ti se adhiere mi alma y tu diestra me da seguro apoyo. R/.


Ofrézcanse ustedes mismos como una ofrenda viva.

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS: 12, 1-2

Hermanos: Por la misericordia que Dios les ha manifestado, los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, porque en esto consiste el verdadero culto. No se dejen transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Cfr. Ef 1, 17-18)
R/. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.



El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 16, 21-27

En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!".
Luego Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Guiados por el Espíritu de Jesús, presentemos al Padre nuestras peticiones.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por la Iglesia, por todos los que, en el mundo entero, queremos seguir el camino de Jesús con fidelidad. Oremos.
Por los gobernantes y los políticos, por los responsables de la economía, por los trabajadores de la administración pública, especialmente por el Presidente de la República. Oremos.
Por los pobres y los enfermos, por los humillados y los perseguidos, por todos los que comparten más de cerca el dolor de la pasión y la cruz. Oremos.
Por nosotros, por nuestras familias, por nuestros amigos, por nuestros compañeros de trabajo o de estudio. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración, y concédenos seguir a tu Hijo Jesucristo en su pasión, para alcanzar también su resurrección. Él, que vive y reina por los siglos...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que esta ofrenda sagrada, Señor, nos traiga siempre tu bendición salvadora, para que dé fruto en nosotros lo que realiza el misterio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 30, 20)
Qué grande es tu bondad, Señor, que tienes reservada para tus fieles.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados con el pan de esta mesa celestial, te suplicamos, Señor, que este alimento de caridad fortalezca nuestros corazones, para que nos animemos a servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

LA IGLESIA, COMUNIDAD DE FE Y AMOR
SAN JUAN PABLO II.
Audiencia general, 10 de agosto 1983.

“Dios, Padre todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y reaviva nuestra fe”.

El programa para la vida de Fe nos lo traza San Pablo: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rm 12:1-2).

La fe cristiana es ante todo ofrenda de sí mismo como sacrificio viviente: porque Dios, antes que nada pide nuestro corazón. Nos espera a nosotros, nuestro trabajo, nuestros sufrimientos. Así se ejercita el sacerdocio real, a lo que el Concilio Vaticano II ha invitado a todos, incluido los laicos. Y efectivamente, hablando de la función de los laicos en la Iglesia, ha puesto de relieve que “todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas... el trabajo cotidiano, el descanso del cuerpo y del alma, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo” (Lumen Gentium 34).

De este modo, nuestra vida, aunque oculta, monótona, insignificante a los ojos de los hombres, se hace extraordinariamente preciosa ante Dios: se hace adhesión a Él, a su palabra de verdad y a su mensaje evangélico; convencida adhesión a la Santa Iglesia y a su Magisterio; sacrificio continuo en unión con el de Jesús: firme repulsa de errores y concepciones que van contra la Palabra de Dios, oponiéndose con los valores eternos a los pseudo-valores que “la mentalidad de este mundo” quisiera contraponer a la indefectiblemente Revelación, en contra de la santidad de las costumbres, del respeto a la vida humana en todas sus formas, ya desde la concepción, en contra de la indisolubilidad y sacralidad del matrimonio, etc.

“No os ajustéis...sino transformaos”, nos exhorta San Pablo: y así la fe se traduce en práctica afectiva, coherente, decisiva, al “discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”.

De la fe nace el amor: he aquí este segundo polo insustituible de la “comunidad de amor”.

Las lecturas de la Misa de este domingo nos ofrecen una enseñanza fortísima sobre la totalidad del amor que Dios nos pide. El profeta Jeremías, en el pasaje recién leído al que se ha denominado sus “confesiones”, reconoce en términos dramáticos la fuerza del amor de Dios, que lo ha llamado a profetizar para la conversión de su pueblo: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir... Era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía” (Jer 20,7,9). El profeta respondió plenamente a la llamada de Dios, que también lo hacía signo de contradicción, se dejó “aferrar” por Dios, a quien se adhirió con todas sus fuerzas.

---Entrega de uno mismo

Lo mismo nos pide Jesucristo, Hijo del Padre: “El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará...¿Qué podrá dar el hombre para recobrar su vida?” (Mt 16,24 ss.).

Debemos seguir a Cristo con la fuerza del amor. Debemos dar amor por amor. Porque Él nos amó primero: por amor nuestro se encaminó por la senda de la cruz, previendo con anticipación todos los detalles dolorosos, y oponiéndose resueltamente a las interpretaciones seductoras y a los consejos de prudencia humana que incluso Pedro intentaba darle. ¿Quién ha sido más privilegiado por Cristo que Pedro? Y sin embargo, lo llama hasta “satanás”, cuando intenta desviar al Maestro del camino real de la cruz. He aquí cuánto nos ha amado Jesucristo: a precio de su misma sangre, con la obediencia ofrecida al Padre, sin pedir nada para sí.

También a cada uno pide Jesús la totalidad del don de sí mismo: nos pide seguirle por nuestro “Via Crucis” cotidiano, no negarle las conquistas, conseguidas a veces a precios de heroísmos ocultos, que Él exige a quien quiere permanecer fiel siempre y a cualquier costa; nos pide llevar la cruz de nuestra vida cotidiana, sin retroceder, agarrándonos a Él para no caer por desconfianza o cansancio; y, desde luego, sin traicionarle jamás, en la perspectiva del juicio final: “Porque el Hijo del hombre -así termina el Evangelio de hoy- vendrá con la gloria de su Padre... y entonces pagará a cada uno según su conducta” (Mt 16,27). Y como se ha dicho seremos juzgados de amor.

---Adhesión a la Palabra de Dios. De la fe nace el amor

Amor de Dios “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente” (cfr. Mt 22,37): el amor al hermano como a nosotros mismos (ib., 22,39), “Por lo cual el amor de Dios y del prójimo es el primero y el mayor mandamiento -ha vuelto a afirmar el Vaticano II-... Más aún, el Señor Jesús, cuando ruega al Padre que 'todos sean uno, como nosotros somos uno' (Jn 17,21),sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás” (Gaudium et Spes 24).

“Dios, Padre todopoderoso, infunde en nuestros corazones el amor y reaviva nuestra fe”.

SAN JUAN PABLO II. Audiencia general, 10 de agosto 1983.



Homilía
Fr. Nelson Medina F., O.P

Temas de las lecturas: La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí * Presentad  vuestros cuerpos como hostia viva * El que quiera venirse conmigo, que se niegue  a sí mismo 

1. La Gran Paradoja 
1.1 Las lecturas de hoy están llenas de paradojas. Jeremías dice que ha sido  seducido, como se seduce a fuerza de amor, pero su suerte está marcada no por  las alegrías de ser amado sino por la tribulación de ser rechazado. Jesús en el  evangelio predica: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo." 
1.2 Debajo de esas palabras y realidades enigmáticas se deja ver además una  palabra que es el resumen de todas las paradojas cristianas, la Cruz. Es de tal  naturaleza nuestra fe que no podemos anunciar el triunfo de Cristo sin contar que  fue humillado y en cierto modo derrotado. Es el tema de este domingo. 

2. Cuando Dios no es bienvenido 
2.1 Jeremías tiene fama de quejumbroso. Pero no es manía suya ni puro llamar la  atención. Su drama es que tiene una palabra que decir, y esta palabra viene de  Dios, y sucede que a veces Dios no es bienvenido. 
2.2 Dios sí es bienvenido cuando queremos que nos arregle un problema, nos quite  una enfermedad, nos ahorre una tristeza o nos dé poder para controlar nosotros  nuestra vida. Pero cuando se trata de que él dirija, o cuando su palabra implica que  dejemos ídolos que tenemos bien abrazados, tal vez ya no es tan fácil aceptar a  quien nos habla de parte del Altísimo.  2.3 Jeremías trató de desprenderse de ese Dios que le traía tantos inconvenientes.  Afortunadamente no pudo. Con Dios el profeta puede ser un mártir, y eso duele,  pero sin Dios el profeta será sólo un bufón. En Jeremías pudo más el amor que  dañaba su presente que la comodidad que hubiera arruinado su futuro. 

3. ¿Quién manda en tu vida?
3.1 En la segunda lectura san Pablo nos da una luz muy grande: "No se dejen  transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de  pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad  de Dios."  3.2 Toda la vida de la fe radica en eso: una mente nueva, un corazón nuevo. Hay  muchas propuestas que nos llegan todos los días. Si tenemos una mente renovada  en Cristo sabremos encontrar el paso de Dios en muchas cosas, así como también  entenderemos que hay mucho daño que se esconde bajo apariencia de cosa buena.  3.3 Renunciar a lo que Pablo llama "los criterios de este mundo" puede ser  doloroso. Lo fue para Jeremías, como hemos visto, y lo será para el cristiano, como  lo muestra sin ambages Jesucristo en el evangelio de hoy. Pero evitar ese dolor es  simplemente entregar el control de la propia vida al poder de quienes quieran  comprarla. No faltan lamentablemente quienes siguen ese camino, quizá sin  reflexionar mucho en cuál puede ser su desenlace. 

4. El Rostro del Mesías 
4.1 En el evangelio de la semana pasada escuchamos que Pedro respondió  acertadamente a Cristo: "Tú eres el Mesías." Pero ni él ni sus compañeros sabían  cabalmente qué quería decir eso de ser el Mesías; por ello Jesús se esfuerza en  enseñarles "con toda claridad" de qué se trata su mesianismo. 
4.2 Esa claridad sobre el camino del dolor como vía de redención ofusca los ojos de  Pedro el entusiasta, quien, como si se tratara de hacer un acto de caridad, reprende  a Jesús a solas. Jesús corrige en público a Pedro seguramente porque entendía que,  aunque Pedro hubiera tomado la iniciativa, sus ideas no eran sólo suyas sino que  las compartían un poco todos. 
4.3 Pedro tuvo aquí pensamientos "como los hombres." Es propio del ser humano  huir del dolor y sin embargo buscar la salvación. Por ello necesitábamos un  Redentor que entendiera que necesitamos la salvación aunque somos cobardes  ante el sufrimiento. Y este es Jesucristo, hombre como nosotros, pero con el  pensamiento de Dios. 
4.4 Aunque es posible que lo que más les hubiera fastidiado no hubiera sido lo del  dolor sino lo del rechazo. Es condición del Mesías ser rechazado, y esto implica la  amargura de quedarse sin ese sustento que todos buscamos en la propia familia,  los amigos o los paisanos. Es como si Jesús hubiera enseñado: "el Mesías no tendrá  apoyo de nadie," y esto, si bien lo pensamos, es razonable: el salvador de los  hombres no podía esperar de los mismos hombres su amparo. El Mesías debía  tener como solo apoyo a Dios.



REFLEXIÓN
EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ
Jr 30,7-9; Rm 12,1-2; Mt 16,21-27
La promesa que hace Jeremías no es algo trivial: vivir sin esclavitudes ni yugos interiores o exteriores no es cuestión sencilla. Dios nos está interpelando de diferentes maneras para redescubrir nuestra vocación a la libertad. Los israelitas del tiempo de Jeremías habían endiosado la ayuda militar egipcia, el culto a los dioses de la fertilidad de los cananeos y el culto ritual sin ningún compromiso ético. Todas esas conductas terminaban por esclavizar al hombre. El futuro descrito por el profeta, estaría libre de todas esas esclavitudes. Ese cambio no puede ser impuesto a la fuerza. Cada persona tiene que irlo asumiendo de forma libre, aunque implique renuncias dolorosas. El Evangelio nos dice que el apego más difícil de superar es a la propia vida. Por esa razón Pedro intentó disuadir a Jesús de entregar su vida. El Señor lo reprendió y animó a sus discípulos a desprenderse de la vida para recuperarla plena de manos del Padre. (www misa com mx)


Santos
Ramón Nonato, cardenal;
Mártires de Almería. Beato Pedro Tarrés Claret, presbítero.

(Verde)


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