viernes, 30 de agosto de 2013

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO 1º DE SEPTIEMBRE


LECTURAS  DE LA EUCARISTÍA
DEL DOMINGO 1° DE SEPTIEMBRE DE 2013
DOMINGO XXII DURANTE EL AÑO

Debes ser humilde para obtener el favor del Señor.

LECTURA DEL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO 3, 17-18. 20. 28-29

Hijo mío, realiza tus obras con modestia
      y serás amado por los que agradan a Dios.
Cuanto más grande seas, más humilde debes ser,
      y así obtendrás el favor del Señor,
porque el poder del Señor es grande
      y Él es glorificado por los humildes.

No hay remedio para el mal del orgulloso,
      porque una planta maligna ha echado raíces en él.
El corazón inteligente medita los proverbios
      y el sabio desea tener un oído atento.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL  67, 4-5a. c. 6- 7b. 10-11

R.    ¡Señor, Tú eres bueno con los pobres!

Los justos se regocijan,
gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría.
¡Canten al Señor, entonen un himno a su Nombre!
Su Nombre es «el Señor».  R.

El Señor en su santa Morada
es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
Él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los cautivos.  R.

Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y Tú la reconfortaste;
allí se estableció tu familia,
y Tú, Señor, la afianzarás
por tu bondad para con el pobre.  R.


Ustedes se han acercado a la montaña de Sión, a la ciudad del Dios viviente.

LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 12, 18-19. 22-24

Hermanos:
Ustedes no se han acercado a algo tangible: «fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras», que aquéllos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando.
Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza  y  a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.

Palabra de Dios.


EVANGELIO
El que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS 14, 1. 7-14

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
«Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».
Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»

Palabra del Señor.
 




Reflexión

LA BONDAD CONTAGIOSA DE LAS PERSONAS HUMILDES

1.- Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Esta es una verdad que podemos comprobar en nuestras relaciones sociales de cada día. Ayer mismo, oyendo yo hablar a unas personas sobre un deportista muy famoso, me sorprendió que varios coincidieran en afirmar lo mismo: me gusta, porque, a pesar de ser tan famoso, es una persona muy humilde, muy majo. La parábola de Jesús sobre la actitud que deben tener los convidados a un banquete de bodas es muy realista y muy significativa. El que quiere, por encima de todo, sobresalir y ponerse por encima de los demás suele ser mirado con cierto rechazo por los demás, en cambio el que se comporta ante los demás con humildad y sencillez espontánea, no estudiada, cae siempre bien a los que le observan. Es verdad que nuestra tendencia a sobresalir y a ponernos los primeros es algo que se deriva naturalmente de nuestra vanidad y de nuestro deseo de ser notados y apreciados. Todos queremos salir guapos y destacados en la foto. Pero no debemos olvidar nunca que es más importante ser guapo, que parecerlo, ser el primero, que ponerse el primero. Seamos humildes siempre, ante Dios y ante el prójimo, y ya se encargarán Dios y el prójimo de enaltecernos, si de verdad lo merecemos. La parábola termina invitándonos a ser especialmente generosos con los que no pueden correspondernos, porque eso será la mejor señal de que no buscamos en nuestras acciones el bien propio, sino el bien de los demás. Esto es también verdadera humildad, humildad de la buena, la que le gustaba a santa Teresa cuando nos decía que humildad es .

2.- Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Todo este libro del Eclesiástico es un compendio de consejos que nos da el autor para obtener la verdadera sabiduría ante Dios y los hombres. En uno de estos consejos el autor anima a las personas importantes a ser humildes, porque así, les dice, serán aún más queridas por ser humildes que por ser generosas. La generosidad sin humildad es vista fácilmente como opulencia y como exhibición egoísta del que da; en cambio la generosidad del que da con humildad es siempre bien vista. Recordemos el juicio que hace Jesús de la viuda pobre que echa su óbolo en el gazofilacio del templo; la humildad con que hace su pequeña ofrenda la hace más querida ante Dios, que las grandes ofrendas de muchos ricos. En definitiva, se nos dice aquí, Dios revela sus secretos a los humildes, por eso, debemos “hacernos pequeños en las grandezas humanas y así alcanzaremos el favor de Dios”.

3.- Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido… El autor de esta carta a los Hebreos contrapone en este breve texto las circunstancias en las que los israelitas recibieron la revelación de Dios a través de Moisés, en el monte Sinaí, a las circunstancias en las que los cristianos habían recibido la revelación a través de Jesús. En la revelación de Jesús no nos encontramos con tormentas, ni densos nubarrones, ni fuego encendido, sino “millares de ángeles en fiesta… y a las almas de los justos que han llegado a su destino”. El Dios de Jesús no es el Dios del Sinaí, sino el Dios del Tabor y del Calvario, un Dios misericordioso y compasivo, que enaltece a los humildes.

Gabriel González del Estal
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JESÚS QUIERE QUE SEAMOS DIFERENTES

1. - ¿El que se humilla será enaltecido, en qué mundo vive el Señor? “España es diferente” fue una frase propagandística del turismo español. Y mientras ha sido diferente, hemos atraído turistas. Ahora que ya somos como los demás, con precios más caros, menos seguridad ciudadana y un calor insoportable, como no somos diferentes tenemos menos turismo.
Exacto pasa con el cristiano. Jesús quiere que seamos diferentes. Diferentes hasta humillarse (Y una cosa, ¿sabemos siquiera lo que esa palabra significa?) Mientras que el cristiano es diferente atrae a los demás. Y cuando se iguala a todos es tan vulgar como todos. Se le pasa la vida buscando lucir y buscar los primeros puestos y chismorrear sobre el lucimiento de los demás, el cristiano ya no es diferente, ya no atrae a nadie. Nos quedamos sin turismo
Qué ridículo le parecería al Señor ver cómo esos hombrecillos se apresuraban a buscar los puestos de honor en el banquete, cuando Él tenía todos los títulos para sentarse el primero el primero por ser el único ser grande, siendo Dios. Y qué ridículos le pareceremos cuando venimos a lucir hasta en la misma iglesia... Hay misas de moda en que chicos y chicas vienen a ver cómo viene fulanita y con quién viene. Bodas en que se viene a criticar los vestidos... o disfraces. Y hasta funerales masivos en los que los menos son los que realmente vienen a acompañar el dolor de la familia
Qué ridículos somos ante Dios y qué lejos estamos de Él que es sencillez infinita, como el aire puro que ni se ve ni se palpa, pero que ahí está vivificándolo todo. Seamos diferentes, siendo sencillos.

2. - Y a Jesús le faltó el aire de aquel banquete. Se le hizo irrespirable aquel ambiente, porque echó de menos a los suyos, a los que le seguían por los campos, los que por oírle se quedaban sin comer, los que no cuentan en la sociedad, los que no interesan porque no pueden dar nada, los que no pueden corresponder.
El Señor no se opone a una comida de amistad. De amistad verdadera deberían ser todos los banquetes y de amistad hizo el Señor el banquete Eucarístico, en el que se supone que todos somos hermanos y nos tratamos como hermanos. El Señor no recomienda un banquete de caridad, donde el pobre no puede asistir y verá al día siguiente en los periódicos a la despampanante anfitriona sonriendo para el fotógrafo. O la sonrisa del político –que muestra una imagen propia de un anuncio de dentífrico– calculando el número de votos posibles de aquellos descamisados. El Señor nos dice que no manipulemos al pobre. Y que el pobre tampoco manipule su pobreza.
Que busquemos la amistad y hagamos el bien con desinterés, que no seamos calculadores en el trato con los demás. Buscar el trato y la amistad por el provecho que algún día podamos sacar a la amistad, no es amistad. Es el más refinado de nuestros egoísmos.
3. - El amor da y se da sin esperar. Hay que saber dar a fondo perdido. Aun las personas más entregadas a los demás se quejan de vez en cuando de no encontrar correspondencia, de no encontrar ni si quiera agradecimiento. Y es mucha verdad.
Y esto es en lo que Jesús quiere que seamos los cristianos seamos “diferentes”. En que, a pesar de que abusen de nuestra bondad, sigamos tratando de dar y darnos, que aunque nos sintamos payasos, recibiendo bofetadas por ambas partes, no dejemos da dar y darnos, porque sólo en eso está el amor y por tanto la cercanía de Dios.
¿Quieres saber lo cerca que estás de Dios? Mira lo cerca que estás de los hermanos. Si te sientes lejos de ellos, muy lejos estás de Dios.

José María Maruri, SJ
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LAS GAFAS DE LA HUMILDAD

Cuando uno tiene la oportunidad de viajar hasta Tierra Santa y visitar la Basílica de la Natividad no tiene otra opción, si desea entrar hasta la gruta donde nació Cristo, sino agacharse para poder acceder por una pequeña puerta denominada precisamente “la puerta de la humildad”. Abrir el evangelio de este domingo es caer en la cuenta que a Dios se le gana y se llega mejor con una de las actitudes más sublimes y más escasas en la vida del ser humano: la humildad. El orgullo lo adquirimos por naturaleza y, la humildad, es bendición de Dios.
1.- Sólo los humildes fueron capaces de reconocer y de ver al Salvador. Los engreídos levantaron tan gigantescos muros de preceptos y de prejuicios delante de sí mismos que se quedaron petrificados en su propia arrogancia. Fueron incapaces de sentarse a compartir el festín por pensar que eran los primeros en todo y que no había nada que se les escapara a su entendimiento. Tan en primera línea pretendieron estar que, otros desde más atrás, contemplaron, gustaron y presenciaron la novedad que les traía Jesús con mayor nitidez y acogida.
A Jesús se llega y se le ve más rápidamente con las gafas de la humildad; cuando somos capaces de confrontarnos a nosotros mismos con valentía y reconociendo equivocaciones o errores. Nuestra postura ante Dios no puede ser de orgullo o autosuficiencia. Alguien con cierta razón sentenció: “el orgullo es una lente sucia que nos impide sentir, seguir y vivir a Dios”. Lo intuyeron, precisamente por todo lo contrario, María, José, El Bautista y tantos hombres y mujeres de bien que supieron vestir la humildad no por apariencia y sí con el convencimiento de que, ese gran don, era el camino privilegiado para seguir las huellas de Jesús Maestro. Y es que es así; cuando somos gigantes en humildad estamos más cerca de lo auténticamente grande. Es un camino hacia la grandeza de Dios.

2. -Qué bien lo expresó todo esto el cantautor argentino Facundo Cabral cuando dice que la humildad es dejarse mover por la mano de Dios:

Aprende  del agua porque el agua es humilde y
generosa  con cualquiera, aprende del agua que toma
la  forma de lo que la abriga: en el mar es ancha,
angosta  y rápida en el río, apretada en la copa, sin
embargo,  siendo blanda, labra la piedra dura.
Aprende  del agua que por graciosa se te escurre entre
tus  dedos, tan graciosa como la espiga que se somete
a  los caprichos del viento y se dobla hasta tocar con
su  punta la tierra, pero pasado el viento la espiga
recupera  su erguida postura, mientras el roble, que
por  duro no se doblega, es quebrado por el viento.
Sé  blando como el agua para que el Señor pueda
moverte  graciosamente en cumplimiento de tu destino,
y  serás eterno como EL, porque sólo el que se
deja  trascender por lo trascendental será trascendente
La humildad, bien entendida, es hermana de la sinceridad y de la valentía.

3.- Ser los últimos, al estilo de Jesús, tal vez implica ser los primeros en defender a tiempo y a destiempo (guste o no guste) ciertos valores cristianos y humanos que, por ser rechazados es sinónimo de una etapa en clara decadencia. Y por ello mismo….tal vez conlleve el que seamos los últimos en el mundo para, según los parámetros de Dios, estar un poco más adelante en los asientos del cielo.
Sólo así podremos identificarnos más a Cristo, ser exaltados por El en el momento oportuno y ser abrazados con un cuidado definitivo

JavierLeoz
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LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
Sábado, 31 de Agosto de 2013
Semana 21ª durante el año


Dios mismo les ha enseñado a amarse los unos a los otros

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CRISTIANOS DE TESALÓNICA  4, 9-11

Hermanos:
Acerca del amor fraterno, no es necesario que les escriba, porque Dios mismo les ha enseñado a amarse los unos a los otros, y así lo están haciendo con todos los hermanos de Macedonia.
Pero yo los exhorto, hermanos, a hacer mayores progresos todavía. Que sea cuestión de honor para ustedes vivir en paz, cumpliendo cada uno sus obligaciones y trabajando con sus manos, de acuerdo con mis directivas.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL   97, 1. 7-9

R.    ¡El Señor viene a gobernar la tierra!

Canten al Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.

Resuene el mar y todo lo que hay en él,
el mundo y todos sus habitantes;
aplaudan las corrientes del océano,
griten de gozo las montañas al unísono. R.

Griten de gozo delante del Señor,
porque Él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud. R.



EVANGELIO
Respondiste fielmente en lo poco: entra a participar del gozo de tu Señor

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO 25, 14-30

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos ganó otros dos; pero el que recibió uno solo hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presento otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; y que respondiste fielmente en lo poco, te encargare de mucho mas: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes».

Palabra del Señor.




Reflexión

1Tes. 4, 9-11. Dios, cuyo Espíritu habita en nosotros, nos ha enseñado a amarnos como hermanos. Jesús nos indica: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado a ustedes. Ese amor no podemos dirigirlo únicamente a aquellos que pertenecen a la Iglesia del Señor. El mismo Cristo nos ha pedido que amemos, incluso, a nuestros enemigos, a los que nos persiguen y maldicen; nos pide que, así, seamos perfectos como el Padre Dios es perfecto, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos y pecadores.
Progresar más y más en ese amor nos lleva a aspirar a amar con el mismo corazón de Dios; pues Él creó a todos y a todos nos llama para que participemos eternamente de su vida; a nadie ha creado para condenarlo. Tener en nosotros el mismo amor de Dios nos debe llevar a convertirnos en auténticos apóstoles de Él, no sólo para proclamar el Evangelio, sino para hacer nuestra la misión del Señor: buscar a los hijos que el pecado había dispersado, para salvarlos, dando nuestra vida por ellos, si es preciso.
Proclamar el Evangelio jamás debe convertirse, para nosotros, en causa de nuestro enriquecimiento personal. Aprendamos a ganarnos, con nuestras propias manos, el pan de cada día. Entonces nuestro testimonio acerca del Señor será creíble para quienes buscan al Señor y lo encuentran no en quienes les despojan de sus bienes, sino en quienes dan su vida por ellos.

Sal 98 (97). Entre cantos de júbilo y alabanza, el Señor sube a su trono santo; hecho uno de nosotros ha desplegado el poder de su brazo, y ha hecho grandes obras en favor nuestro el que todo lo puede; santo es su Nombre. Por eso que todas sus criaturas le alaben y le bendigan.
El Señor, que gobierna con justicia al mundo, a las naciones con rectitud, espera de nosotros una vida justa y recta; y esto, no con hipocresías, sino con la autenticidad que nace de un corazón que ha sido colmado del amor de Dios.
Que nosotros, Iglesia de Cristo, seamos un signo auténtico de la justicia y de la rectitud para cuantos nos traten.

Mt. 25, 14-30. Trabajar por el Reino de Dios, poniendo al servicio de los demás lo que hemos recibido del Señor, es la forma de multiplicar, en nosotros, los bienes del Señor.
No podemos llegar solos al Reino de Dios en la eternidad. La gracia de Dios en nosotros debe llegar, desde nosotros, a más y más personas. No nos fijemos ni nos angustiemos porque alguien haya podido haber recibido cinco talentos, mientras nosotros nos vemos solo con dos de ellos en nuestras manos. Vivamos en paz con nosotros mismos y sin entrar en conflictos con Dios. Él nos ama y a cada uno ha dado la gracia conforme a la misión que le confía en la historia; por eso, más que reclamar, nos hemos de poner a trabajar conforme a la medida de la gracia recibida. Al final participaremos eternamente de la felicidad de nuestro Señor, que ya pregustamos, por poseerla ya desde esta vida.
El Evangelio de este día nos habla también de quien sólo se pasó criticando, denunciando las injusticias que pensó se cometían en el mundo; pero que, finalmente no trabajó para ponerles remedio. Esto nos ha de hacer reflexionar que el auténtico profeta no sólo denuncia los males que hay en el mundo, sino que también anuncia un mundo nuevo, que toma un rumbo de mayor amor, de mayor fraternidad, de mayor justicia; y este anuncio no sólo lo proclama desde las azoteas, sino desde su propia vida, convertida en un testimonio de fidelidad al Señor y a su Palabra, y de trabajo concreto en favor de los más desprotegidos.
En esta Eucaristía celebramos a Aquel que, siendo de condición divina, no consideró codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo, y se hizo semejante a los hombres.
Recordamos a Jesús, que, despojándose de sus vestiduras, se ciñe una toalla, echa agua en la jofaina y, como el siervo más inútil, se pone a lavar los pies a sus apóstoles. Recordamos al Señor que, despojado de su propia vida, nos purifica mediante su sangre, derramada por nosotros.
Aquel que, como la lluvia y la nieve, bajó del cielo a la tierra para empaparla, fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al que siembra y pan al que come, de tal forma que no vuelve al cielo con las manos vacías, sino con una abundante cosecha, nos llama a nosotros para que, revestidos de su vida, de su gracia y de su Espíritu, nos esforcemos para que, al final, no lleguemos con las manos vacías, sino colmadas de todos aquellos que, por nuestro medio, se encontraron con Cristo y le dieron una auténtica respuesta de amor.
Celebrar la Eucaristía es celebrar alegremente todo aquello que, hasta ahora, hemos realizado a favor del Reino de Dios; es encontrarnos con Cristo para cobrar nuevas fuerzas para continuar nuestra labor en el mundo y su historia.
No podemos venir a la Eucaristía sólo como espectadores. Participar de la Eucaristía es participar de la vida y de la Misión del Señor, progresando continuamente en la construcción del Reino de la verdad y de la vida, Reino de la santidad y de la gracia, Reino de la justicia, del amor y de la paz.
No podemos quedarnos quejándonos por los males que afectan a la humanidad a causa de las injusticias que muchos cometen.
Tal vez, al final, habrá muchos que hayan echado en cara a los demás sus miserias e injusticias; pero eso no los hará dignos de alcanzar la salvación. Sólo quien haya pagado el precio de la entrega de su propia vida para que los demás tengan vida, será digno de participar del gozo de quien, por salvarnos y elevarnos a la dignidad de hijos de Dios, entregó su vida por nosotros.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de esforzarnos continuamente para que su Reino se abra paso en nosotros y, desde nosotros, pueda llegar a todos hasta que juntos, como una comunidad de fe y de amor, participemos eternamente del gozo del Señor. Amén.

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Santoral: San Ramón Nonato, San Arístides, Beatos Emigdio, Amalio y Valerio Bernardo




LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
Viernes, 30 de agosto de 2013
En América Latina:
SANTA ROSA DE LIMA,
PATRONA DE AMÉRICA LATINA
Fiesta – Color litúrgico Blanco

Los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a Él como una virgen pura

LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO 10, 17—11, 2

Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.

¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a Él como una virgen pura.

Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL 148, 1-2. 11-13a. 13c-14

R. ¡Los jóvenes y las vírgenes, alaben el nombre del Señor!


Alaben al Señor desde el cielo,

alábenlo en las alturas;

alábenlo, todos sus ángeles,

alábenlo, todos sus ejércitos. R.


Los reyes de la tierra y todas las naciones,

los príncipes y los gobernantes de la tierra;

los ancianos, los jóvenes y los niños,

alaben el Nombre del Señor. R.



Su majestad está sobre el cielo y la tierra,

y Él exalta la fuerza de su pueblo.

¡A Él, la alabanza de todos sus fieles,

y de Israel, el pueblo de sus amigos! R.



EVANGELIO

Vende todo lo que posee y compra el campo


EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO 13, 44-46

Jesús dijo a la multitud:

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.

Palabra del Señor. 




Homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en el Santuario de Santa Rosa
 Lima,1986.
  
Rosa de Lima, la cual se llamaba en verdad Isabel, recibió su nombre de una mujer india que trabajaba en su casa paterna. Esta mujer simple condensó en este nombre todo lo que ella había visto y experimentado en Isabel. La rosa representa la reina de las flores y por lo tanto el prototipo de la belleza de la creación de Dios. La rosa no es, sin embargo, solamente placentera a nuestros ojos, sino que con su perfume crea una nueva atmósfera alrededor de nosotros, tocando así todos nuestros sentidos y, por así decirlo, nos arrebata de este mundo cotidiano hacia un mundo mejor y más alto. Ella nos alegra precisamente porque, al menos por un instante, nos hace experimentar también el bien a través de lo bello.

Esta mujer india, que ha permanecido desconocida pero que dio a Isabel el nombre de Rosa, reaccionó propiamente de esta manera ante la belleza de esta pequeña niña y, ciertamente, no sólo ante su belleza exterior y corpórea.

Así como la rosa no sólo parece hermosa, sino que de su interior difunde a su alrededor belleza a través de su perfume, así seguramente debió parecerlo también esta niña: por medio de su belleza exterior ella había percibido también la belleza interior. Ciertamente, que esta mujer india no habría dado este nombre tan lleno de ternura y de veneración si, por parte de esta niña, no hubiera habido algo cálido y bueno que llamara su atención: el perfume del bien. En este modo de llamarla se puede advertir el afecto de esta mujer, como también, por otra parte, el hecho de que después con ocasión de la confirmación, recibida de las manos de Santo Toribio de Mogrovejo, Rosa misma haya aceptado definitivamente este nombre muestra su "sí", su constante afecto por aquella mujer india.

En su canonización, la Iglesia ha interpretado este nombre como una forma de testimonio profético y lo ha usado en referencia a una bella expresión de San Pablo, el cual dice de sí mismo que Dios había difundido el perfume del conocimiento de Cristo en el mundo entero a través de él. "Nosotros somos el perfume de Cristo entre aquellos que se salvan" (2 Cor 2, 14ss). Aquello que Pablo, el apóstol de los gentiles, una vez pudo decir de su acción, vale ahora de nuevo para la pequeña Rosa, que proviene del país sudamericano, Isabel de Flores: ella se ha convertido en la Rosa de Lima que difunde el perfume del conocimiento de Cristo en el mundo entero.

El afectuoso sobrenombre, que la desconocida mujer había dado a la pequeña niña, se ha revelado como una profecía y así también ella, aunque sin nombre, toma parte siempre junto a Rosa y ambas en conjunto expresan algo original de este país y de su misión: la herencia europea junto con aquella de los indios ha dado origen a una nueva expresión de la fe; en esta nueva síntesis se encuentra el perfume del conocimiento que emana de Rosa. ¿No es sorprendente, quizá, que para una mujer que nunca dejó la ciudad de Lima, valga la misma alabanza que se aplicó al infatigable apóstol de los gentiles, el cual recorrió a lo largo y a los ancho todo el mundo hasta entonces conocido? El difundió en todo el mundo el perfume de Cristo a través de su predicación, a través de su actividad sin descanso, de su acción y de sus sufrimientos. Rosa de Lima lo ha difundido y continúa difundiéndolo hasta hoy simplemente a través de su ser. Su figura humilde y pura irradia su luz a través de los siglos sin mudas palabras; ella es el perfume de Cristo que hace resonar de sí misma su anuncio más fuertemente que a través de escritos e impresos. Así ella es también una gran maestra de vida espiritual, cuyas palabras están llenas de la profundidad de una experiencia vivida de Cristo en la consumación interior de sus sufrimientos vividos en comunión con Jesús Crucificado. "Me encontraba, llena de asombro, en la luz de la más serena contemplación que une todo, cuando en medio de este resplandor vi brillar la crus del Redentor; y al interno de este arco luminoso divisé la santísima humanidad de mi Señor Jesucristo". En estas palabras suyas se manifiesta el fundamento más profundo de su existencia: el estar inflamada por las llamas del fuego que provienen de EL. "He venido a traer el fuego sobre la tierra, y ¡cómo quisiera que ya estuviera prendido!" (Lc 12, 49): Rosa de Lima se dejó encender por este fuego y aún hoy de su figura llegan hasta nosotros la luz y el calor – luz y calor que transforman esta tierra oscura y fría.

Rosa de Lima puso en su vida espiritual tres puntos esenciales, que son válidos como programas para la Iglesia de hoy así como lo fueron en su tiempo.

1. Como primer punto está la oración, entendida no como recitación de fórmulas, sino como un dirigirse interiormente al Señor, como estar en su luz, como dejarse incendiar por su fuego santo.

2. Los otros dos puntos esenciales provienen de aquí espontáneamente: puesto que ella ama a Cristo, el despreciado, el doliente, Aquel que por nosotros se ha hecho pobre, ella también ama a todos los pobres que llegaron a ser sus hermanos más cercanos. El amor preferencial por los pobres no es un descubrimiento de nuestro siglo – al máximo es un redescubrimiento, puesto que esta jerarquía del amor era bien clara para todos los grandes santos. Era clarísima sobre todo para Rosa de Lima, cuya mística del sufrimiento con todos los pobres y los que sufren, que brota de la solidaridad con el Cristo doliente.

3. De aquí deriva también su tercer punto esencial: la misión. A través de sus palabras y de sus reflexiones aparece una perspectiva universalista. Ella deseaba poder ir, libre de las ataduras y de los límites que comporta nuestra corporeidad, a través de las calles de todo el mundo y conducir los hombres hacia el Salvador doliente. Rosa se expresaba de esta manera: "¡Escucharme, pueblos! ¡Escucharme, naciones! Por mandato de Cristo os exhorto". Ahora ella está libre de vínculo de un solo lugar; ahora ella va, como santa, por las calles de toda la tierra. Ahora ella vuelve a llamar con la autoridad de Cristo a todos nosotros, a la entera cristiandad, a vivir con radicalidad a partir del centro, de la más profunda comunión con Jesús, porque sólo así y de ningún otro modo el mundo puede ser salvado. "¡Escuchadme, pueblos! ¡Escuchadme, naciones! ¡Por mandato de Cristo os exhorto!" Así nos habla ella hoy. Esta mujer es, por asó decirlo, una personificación de la Iglesia latinoamericana: inmersa en el sufrimiento, sin grandes medios exteriores y sin poder, pero aferrada por el fervor de la cercanía de Jesucristo.

Agradezcamos al Señor por habernos dado esta mujer, Démosle gracias por el coraje de su fe, que ÉL ha vuelto a despertar aquí en América Latina. Pidámosle que su presencia sea cada vez más fuerte y que su perfume se extienda desde aquí a todo el mundo.

Homilía del Card. Joseph Ratzinger en el Santuario de Santa Rosa, 1986, Lima.


 

Reflexión de las lecturas

2Cor 10, 17-11, 2. Hemos sido cortados de un olivo silvestre, al que por naturaleza pertenecíamos, y hemos sido injertados contra la naturaleza en el olivo fértil.

La alegría que encuentra el esposo con su esposa, es la alegría que el Señor encuentra con su Pueblo.

Llenémonos de orgullo en el Señor, que ha querido escoger, para sí, a su Iglesia. No importándole lo que hayamos sido antes, Él nos escogió para que entremos en Alianza nueva y eterna con Él; por eso debemos conservarnos y conducirnos con la debida pureza de espíritu.

Somos del Señor; por eso no podemos permanecer en el pecado, lejos de Él; más bien hemos de caminar en una continua conversión hasta lograr la perfección de Aquel que nos ha llamado para que seamos santos, como Él es Santo.

Sal 148. El universo entero estalle en alabanzas al Señor, su Creador y Rey. Él está por encima de todo y se manifiesta como el Dios providente, que con su poder mantiene todo lo que, por amor, llamó a la existencia.

Los ángeles y los hombres alaben al Señor y denle culto. Con una continua alabanza a su Nombre permaneceremos constantemente en su presencia; así, en verdad, en Él viviremos, nos moveremos y seremos.

Si esta alabanza la eleva la creación entera, cuánto más la hemos de elevar quienes gozamos de familiaridad con Él, porque hemos sido elevados a la dignidad de hijos suyos al haber entrado en comunión de vida con el Señor, por medio de la fe y del bautismo.

Si somos uno con Cristo, vivamos alabando y no denigrando el Nombre del Señor entre los pueblos que nos rodean.

Mt. 13, 44-46. Sólo quien posee la Sabiduría que procede de Dios podrá valorar adecuadamente el Evangelio y la Vida que Dios le ofrece.

Nadie vendrá a Cristo si no lo llama el Padre; nadie entenderá a Cristo si no es conducido por el Espíritu Santo. No basta descubrir, comprender a Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida. A aquel Escriba que le dice a Jesús: Muy bien, Maestro. Tienes razón al afirmar que Dios es único y que no hay otro fuera de Él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios, Jesús le indica: No estás lejos del Reino de Dios.

Mientras no seamos capaces de renunciar a todo y centrar, realmente, nuestra vida en sólo Dios, estaremos, permaneceremos, cerca del Reino de Dios, pero no entraremos en Él.

El Señor nos pide que seamos capaces de dejarlo todo y pertenecerle únicamente a Él; porque, de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su vida.

En esta Eucaristía nosotros nos hacemos uno con el Señor en una nueva y definitiva alianza. Por Cristo nosotros somos hechos de la familia divina.

Comprender esta verdad y decidirnos a aceptar al Señor en nuestra vida, equivale a tomar la decisión de hacer nuestro el tesoro más grande que Dios pudiera ofrecernos. ¿Seremos capaces de no quedar apegados a lo pasajero, a nuestras propias miserias, con tal de ganar a Cristo para nosotros?

Recordemos que el Señor renunció incluso a su propia vida, con tal de ganarnos para Él. Ojalá y no vivamos huyendo de Él, sino centrando sólo en Él nuestra vida y nuestro amor.

Esta aceptación de la vida de Dios en nosotros nos compromete a convertirnos en una manifestación, en un signo, en un Sacramento vivo de su amor en medio de todos aquellos con quienes entramos en contacto en nuestra existencia.

Quien posee al Señor y su Espíritu debe dejarse guiar por Él.

De nada nos serviría entrar en comunión con Cristo por medio de la Eucaristía si después vivimos como si no conociéramos a Dios.

Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir, con una verdadera congruencia entre fe y vida, la Alianza que, en amor, hemos pactado para siempre con el Señor de nuestra vida y de nuestra historia. Amén.


Homilía católica