viernes, 28 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. SÁBADO 01 DE MARZO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
SÁBADO 01 DE MARZO DE 2014
VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
MISA DE SANTA MARÍA EN SÁBADO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Jdt 13, 18-19)
María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.

ORACIÓN COLECTA
Padre bueno, Dios nuestro, que en María, primicia de la redención, nos has dado una madre de inmensa ternura, abre nuestros corazones a la alegría del Espíritu Santo y haz que, a imitación de la Virgen, sepamos alabarte por las maravillas realizadas en Cristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
Mucho puede la oración insistente del justo.




DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 5, 13-20

Hermanos míos: ¿Sufre alguno de ustedes? Que haga oración. ¿Está de buen humor? Que entone cantos al Señor. ¿Hay alguno enfermo? Que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite, invocando al Señor. La oración hecha con fe le dará la salud al enfermo y el Señor hará que se levante; y si tiene pecados, se le perdonarán.
Por lo tanto, confiesen sus pecados los unos a los otros y oren los unos por los otros para que se curen. Mucho puede la oración insistente del justo: Elías era un hombre igual a nosotros, y cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió en tres años y medio; volvió a orar, y el cielo dio su lluvia, y la tierra, sus cosechas.
Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver al buen camino, tengan presente que quien hace volver a un pecador de su extravío, salvará su propia alma de la muerte y sepultará una multitud de pecados.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 140
R/. Que sea, Señor, mi oración como el incienso.

A ti clamo, Señor, acude pronto; cuando te invoco, escucha mi plegaria. Que sea mi oración como el incienso; como ofrenda, mis manos levantadas. R/.

Pon, Señor, en mi boca un centinela, un vigía, a la puerta de mis labios. En ti, Señor, están puestos mis ojos, no me niegues tu amparo. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. Mt 11, 25)
R/. Aleluya, aleluya.

Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.


 El que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.


DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 10, 13-16

n aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Santa María Virgen.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lc 1, 48)
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado con veneración la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Vísperas I del domingo: 4a semana del Salterio. Tomo III: pp. 1151 y 260. Para los fieles: pp. 722 y 397. Edición popular: pp. 289 y 465. Feria (Verde)

REFLEXIÓN:
Sant. 5, 13-20. Seamos conscientes de que cuando oramos lo hacemos unidos a Cristo, Cabeza de la Iglesia; y que, por tanto, nuestra oración tiene un poder muy grande en la presencia de nuestro Dios y Padre.
Por eso hemos de orar en los momentos de sufrimiento y de alegría; hemos de orar por los enfermos; hemos de orar pidiendo el perdón de nuestros pecados; hemos de orar para que la obra salvadora de Dios llegue a todos los corazones, hasta el último rincón de la tierra.
Veámonos siempre como hermanos. Abramos los ojos ante las miserias de nuestro prójimo, no para criticarlo, sino para darnos cuenta de hacia dónde hemos de dirigir nuestra acción evangelizadora para ganarlos a todos para Cristo. Entonces no viviremos divididos, ni como extraños, sino como hijos de un único Dios y Padre.

Sal. 141 (140). Dios; Dios siempre dispuesto a escuchar nuestros ruegos.
Sin embargo Él bien sabe lo que necesitamos en cada momento; y bien sabe lo que necesita el mundo y su Iglesia para que todos lleguemos a participar de los bienes eternos.
Por eso nuestra oración jamás podrá ser exigente; ni hemos de buscar nuestros propios intereses, sino en todo hacer la voluntad de Dios.
Aprendamos a abandonar nuestra vida en manos del Señor. Dejemos que Él nos conduzca conforme a sus designios de salvación. Vivamos en su presencia con un amor verdadero, de tal forma que, después de haber vivido en un amor fiel a Él y a su Iglesia, podamos sentarnos, junto con su Hijo, a la diestra de su Gloria.

Mc. 10, 13-16. Los fariseos arrogantes, sabelotodos, son puestos en contraposición con la sencillez de los niños. Estos no se acercan a Jesús por su propia iniciativa; son, tal vez sus padres o algún familiar, los que se encargan de llevarlos ante Él.
Los niños, sencillos y confiados en la mano de sus padres, dóciles y receptivos, son el ejemplo de la forma en que hay que emprender el camino hacia la perfección en Dios, confiando no en nuestras propias fuerzas y recursos, sino sólo en el Señor, que hará su obra en nosotros.
Aquel que quiera seguir a Cristo ha de ser sencillo como los niños, con la debida apertura y abandono por completo a su benevolencia divina.
Jesús nos reúne en esta Eucaristía. Llegamos ante Él con la ilusión de no desviarnos del Camino, que es Jesús.
Reconocemos que somos pecadores. Si, como dice la Escritura, el justo peca siete veces al día, ¡que será de nosotros!
Dios nos quiere desarmados de todo orgullo y de todo falso engreimiento en nosotros mismos. Con humildad escuchemos la Palabra que Él nos dirige y, como mendigos, sentémonos a su Mesa; Él no nos rechazará sino que, en un memorial de amor por nosotros, continuará entregándose para el perdón de nuestros pecados.
Pero aceptar el perdón de Dios nos debe hacer vivir como criaturas nuevas, libres del mal y sencillos para tratar a todos con amor, y ser capaces de tomar de la mano a los que son como niños y conducirlos hacia Cristo.
¿Queremos entrar en el Reino de los cielos? Así como Jesús camina hacia su Pascua dirigiéndose decididamente hacia Jerusalén, así nosotros no hemos de renunciar a vivir cercanos a los demás dando nuestra vida en generoso amor por todos, especialmente por quienes necesitan de él y de una caricia de Dios por medio nuestro. Esto es lo que finalmente el Señor nos invita a vivir cuando se dice que abrazó a los niños y los bendijo.
¿Seremos capaces de hacer eso con los viciosos, con los desvalidos, o con los que consideramos malditos a causa de sus grandes culpas?
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de comprender los caminos de Dios sobre nosotros para que nos decidamos a vivir en su voluntad, y poder decir que, junto con Cristo participamos de su Pascua y de su Glorificación. Amén.

Reflexión de: Homilía católica



REFLEXIÓN: TODA LA FE EN TODA LA VIDA
St 5, 13-20; Mc 10,13-16
La exhortación final del apóstol Santiago no es exhaustiva, sino ilustrativa, pretende decirnos que en cualquier circunstancia adversa o favorable, conviene apoyarnos en Dios y en la comunión solidaria con nuestros hermanos. La fe cristiana es una forma de vivir que nos marca de manera profunda, abordando desde la óptica de Jesús, las diversas situaciones de la vida. Cuando se vive persuadido del amor de Dios, manifiesto en la persona de Jesús, se dispone de la entereza suficiente para salir adelante en los distintos desafíos. Por su parte, el Evangelio de san Marcos nos muestra la perplejidad de los discípulos, que no advierten la inversión de criterios que Jesús establece: los últimos, es decir, los niños, serán ahora los primeros en la nueva familia establecida por Jesús y sus seguidores. Primeros en honor, en derecho y en cuidados de parte de los responsables. (www misal . com . mx )



Santos: David de Cambria, obispo; Albino o Albin de Angers, obispo; León Lucas, abad.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2014
VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Ga 6, 14)
Que nuestra única gloria sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en quien está nuestra salvación, nuestra vida y resurrección y por quien hemos sido redimidos y liberados.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que quisiste que tu Hijo muriera en la Cruz para salvar a todos los hombres, concédenos aceptar por su amor la cruz del sufrimiento aquí en la tierra, para poder gozar en el cielo los frutos de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Miren que el juez ya está a la puerta.


DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 5, 9-12

Hermanos míos: No murmuren los unos de los otros, para que en el día del juicio no sean condenados. Miren que el juez ya está a la puerta. Tomen como ejemplo de paciencia en el sufrimiento a los profetas, los cuales hablaron en nombre del Señor. Llamamos dichosos a los que supieron soportar el sufrimiento. Ustedes han oído hablar de la paciencia de Job y ya ven el final que le dio el Señor, porque el Señor es compasivo y misericordioso.
Pero sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa; que el sí de ustedes sea sí, y el no de ustedes sea no, para que no queden expuestos a ser condenados en el juicio.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 102
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.

El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. El Señor no estará siempre enojado, ni durará para siempre su rencor. R/.

Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. Jn 17, 17)
R/. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad. R/.



Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.



DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 10, 1-12

E n aquel tiempo, se fue Jesús al territorio de Judea Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; Él los estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?" Él les respondió: "¿Qué les prescribió Moisés?" Ellos contestaron: "Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa". Jesús les dijo:
"Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre".
Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: "Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que este sacrificio que Cristo te ofreció sobre la Cruz para borrar los pecados del mundo, nos purifique ahora de todas nuestras culpas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 32)
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor nuestro Jesucristo, tú que nos has redimido por medio de tu Cruz y nos has hecho partícipes de tu Cuerpo y de tu Sangre, concédenos participar también de la gloria de tu resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos


HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO 

"LA OBRA DE ARTE DEL SEÑOR, EL HOMBRE, NO HA TERMINADO CON LA CREACIÓN: ¡CONTINÚA!", EL PAPA EL VIERNES 28 DE FEBRERO EN LA CASA SANTA MARTA.

Detrás de la casuística hay siempre una trampa contra nosotros y contra Dios. Lo afirmó el Papa Francisco la mañana del viernes en la Misa en la Casa de Santa Marta. El Papa, comentando el Evangelio del día, se detuvo en la belleza del matrimonio y advirtió que es necesario acompañar, no condenar, a todos los que experimentan el fracaso del propio amor. El Obispo de Roma repitió que Cristo es el Esposo de la Iglesia y por lo tanto no se pueden comprender a uno sin el Otro.
Los doctores de la ley buscan poner trampas a Jesús para “quitarle la autoridad moral”. El Santo Padre se inspiró en el Evangelio de hoy para ofrecer una catequesis sobre la belleza del matrimonio. Los fariseos, observó, se presentan a Jesús con el problema del divorcio. Su estilo, constató, es siempre el mismo: “la casuística”, “¿Es esto lícito o no?
“Siempre el pequeño ejemplo. Y ésta es la trampa: detrás de la casuística, detrás del pensamiento casuístico, hay siempre una trampa. ¡Siempre! Contra la gente, contra nosotros y contra Dios, ¡siempre! ‘Pero ¿es lícito hacer esto? ¿Repudiar a la propia esposa?’. Y Jesús responde, preguntándoles qué decía la ley y explicando porque Moisés hizo aquella ley. Pero no se detuvo allí: de la casuística va al centro del problema y aquí precisamente se dirige a los días de la Creación. Es muy hermosa aquella referencia del Señor: ‘Desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne’”.
El Señor, continuó el Pontífice, “se refiere a la obra maestra de la Creación” que son justamente el hombre y la mujer. Y Dios, agregó, “no quería al hombre solo, lo quería” con “su compañera de camino”. Es un momento poético, observó, cuando Adán encuentra a Eva: “Es el inicio del amor: vayan juntos como una sola carne”. El Señor, precisó, “toma siempre el pensamiento casuístico y lo lleva al inicio de la revelación”. Por otro lado, explicó, “esta obra de arte del Señor no ha terminado allí, en los días de la Creación, porque el Señor ha elegido este ícono para explicar el amor que Él tiene hacia su pueblo”. Hasta tal punto, recordó, que “cuando el pueblo no es fiel" Él "le habla, con palabras de amor”:
“El Señor toma este amor de la obra de arte de la Creación para explicar el amor que tiene con su pueblo. Y algo más: cuando Pablo tiene necesidad de explicar el misterio de Cristo, lo hace también en relación, en referencia a su Esposa: porque Cristo está casado, Cristo estaba casado, había desposado a la Iglesia, su pueblo. Como el Padre había desposado al Pueblo de Israel, Cristo desposó a su pueblo. Ésta es la historia del amor, ¡ésta es la historia de la obra de arte de la Creación! Y ante este recorrido de amor, a este ícono, la casuística cae y se convierte en dolor. Pero cuando este dejar el padre y la madre y unirse a una mujer, hacerse una sola carne e ir adelante y este amor fracasa, porque tantas veces fracasa, debemos sentir el dolor del fracaso, acompañar a aquellas personas que han tenido este fracaso en el propio amor. ¡No condenar! ¡Caminar con ellas! Y no hacer casuística con su situación”.
Cuando uno lee esto, reflexionó luego el Papa, “piensa en este diseño de amor, este camino de amor del matrimonio cristiano, que Dios ha bendecido en la obra de arte de su Creación”. Una “bendición – advirtió – que jamás ha sido quitada. ¡Ni siquiera el pecado original la ha destruido!”. Cuando uno piensa en esto, “ve cuan bello es el amor, cuan bello es el matrimonio, cuan bella es la familia, cuan bello es este camino y cuanto amor, cuanta cercanía tenemos que tener con los hermanos y las hermanas que en la vida han tenido la desgracia de un fracaso en el amor”. Citando a San Pablo, Francisco subrayó la belleza “del amor que Cristo tiene por su esposa, ¡la Iglesia!”:
¡También aquí debemos estar atentos para que el amor no fracase! No hablar de un Cristo demasiado ‘solterón’: ¡Cristo desposó a la Iglesia! No se puede entender a Cristo sin la Iglesia y no se puede entender a la Iglesia sin Cristo. Éste es el gran misterio de la obra de arte de la Creación. Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia de entenderlo y también la gracia de jamás caer en estas actitudes casuísticas de los fariseos, de los doctores de la ley”. (RC-RV)

Fuente: Radio Vaticano.



REFLEXIÓN:
Sant. 5, 9-12. Debemos trabajar constantemente por el Reino de Dios.
Cuando el Señor vuelva nos ha de encontrar unidos como hermanos, sin odios ni divisiones, pues de lo contrario tal vez hubiésemos anunciado su Reino, pero habríamos vivido muy lejos de él.
Es verdad que muchas veces nos veremos sometidos a una diversidad de pruebas, que quisieran apartarnos del amor de Dios y del amor al prójimo. Sobre todo hemos de estar prevenidos para evitar que la envidia anide en nosotros, pues ésta es la principal causa de murmuración, queriendo acabar con nuestro prójimo por no querer reconocer los dones que Dios le concedió para la edificación de su Iglesia.
Puestos en manos de Dios confiemos siempre en Él y dejemos que su Espíritu guíe nuestros pasos por el camino del bien, de tal forma que, unidos siempre como hermanos, armados de toda paciencia demos un fiel testimonio del Señor. Entonces los demás realmente creerán en el Señor, pues nos verán unidos como hermanos, sin necesidad de mal utilizar el Nombre de Dios queriendo justificar nuestras incongruencias.

Sal. 103. ¿Qué tenemos que no hayamos recibido de Dios? ¿A qué gloriarnos de lo que no es nuestro?
Dios nos amó sin mérito nuestro. Y a pesar de que nos vio cargados de miserias y pecados jamás nos abandonó a la muerte, sino que, compadecido, tendió la mano a todos para levantarnos y hacernos hijos suyos.
Por eso hemos de bendecir al Señor, y no sólo con nuestros labios sino con toda nuestra vida, con todo nuestro ser, pues el Señor nos rescató de nuestros sepulcros, y nos ha concedido participar de su Vida eterna.
Dios nos contempla siempre con gran amor y ternura, pues no es un enemigo a la puerta, sino nuestro Padre, que jamás se ha olvidado de nosotros.
Confiemos siempre en Él y dejémonos guiar por su Espíritu Santo, hasta que algún día participemos para siempre de los bienes eternos.

Mc. 10, 1-12. Jesús inicia su camino, de modo decidido, hacia Jerusalén. Su compromiso con nosotros no es un juego. A Jesús no lo mueven los vientos; Él no es un sí y luego un no. Él nos ha dado su sí comprometido hasta sus últimas consecuencias. Él no busca razones para evadir su entrega como la manifestación suprema de su amor por nosotros. Él es el Esposo fiel que da su vida para que nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia.
¿Qué habría sido de nosotros si el Señor hubiera sido como el esposo infiel que deja tirada su cruz y no vuelve a acordarse del compromiso hecho a una mujer no como niño sino como persona adulta y madura?
Por eso Él, siendo de condición divina, no consideró codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres. Así, Él se unió a la humanidad y se desposó con ella para conducirla, como a su esposa resplandeciente, a la Casa del Padre.
Jesús es el camino de la fidelidad donde el hombre abandona a su padre y a su madre, deja la casa en la que lo tiene todo, y se une a su esposa para hacerse uno con ella y luchar por ella.
Es cierto que en la alianza matrimonial no se acepta una persona perfecta, sino en camino de perfección. En ese camino el amor se convertirá en la mano que se tiende para que la persona llegue a ser la mujer o el hombre ideal que está en la mente del cónyuge.
A pesar del sacrificio y del esfuerzo de cada día no se puede dar marcha atrás en el compromiso adquirido. Antes al contrario, este debe reforzarse día a día sabiendo que, incluso a costa de la propia vida, se logrará que el ser amado brille con la intensidad del amor de Cristo, y se convierta en un verdadero fruto de nuestros esfuerzos, y en el cumplimiento de nuestros deseos.
Renunciar a la alianza matrimonial no sólo es infidelidad, es inmadurez, es egoísmo donde se buscaba la propia felicidad y no la felicidad de la persona con quien se ha adquirido el compromiso de un amor maduro.
La Eucaristía es la manifestación del amor de Dios hacia nosotros. El Señor, además de dar su vida por nosotros en la Cruz para el perdón de nuestros pecados, y de resucitar para darnos nueva vida, se convierte en el Esposo que entra en comunión con su Iglesia.
Así, quienes lo tenemos en nuestro propio ser, estamos llamados a identificarnos con Él teniendo un sólo corazón y un sólo espíritu.
¿Qué amigo más fiel que Él podremos encontrar en la vida? Sin embargo esto no sólo es un consuelo para nosotros; es, ante todo, un compromiso que nos hace caminar por la vida como un signo creíble del amor de Dios que, por medio nuestro, se acerca a toda clase de personas, no para engañarlas sino para decirles, con palabras y obras, cuánto las ama Dios.
En un mundo donde la infidelidad, el engaño y el fraude se ha apoderado de muchos corazones, los que creemos en Cristo estamos llamados a tomar más en serio a nuestro prójimo.
La injusticias, las tristezas, el rumbo perdido en la vida, la desesperación nacen de sentirse engañado. No podemos continuar generando desequilibrios emocionales en las personas que nos rodean. Como consecuencia de los engaños viene la violencia y la destrucción. La inmadurez de la persona le hace incapaz de amar en serio.
Ojalá y que los padres de familia no sean sólo como máquinas para traer gente al mundo; es necesario que tomen en serio su papel educador de sus hijos. Educación que debe brotar del amor, y que nace en la familia.
Lo que en la familia se aprende es lo que se vive. La escuela podrá prepararnos para desempeñar alguna actividad de modo profesional; sin embargo nuestras virtudes y nuestras lacras vividas como consecuencia de la educación recibida a favor o en contra en el seno familiar, nos acompañarán siempre.
Podrá ser uno un buen médico, un buen litigante, un buen profesor; pero el carácter educado o no, la forma de tratar a las personas, los vicios que se van arrastrando no podrán tan fácilmente apartarse de uno si no se luchó por erradicarlos desde el seno familiar, y si no se educó para una vida responsable.
Amar, amar como amigos, amar con todo el compromiso de fidelidad y sacrificio, significa generar vida. Divorciarse de la vida es generar muerte y destrucción; y ese no es el camino de los que creemos en Cristo.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la Mujer Fiel a la voluntad divina, la Mujer que le dio un Sí incondicional a Dios, la gracia de vivir con toda fidelidad nuestro sí a Dios, y nuestro sí a nuestro prójimo para hacerle siempre el bien y manifestarle, con nuestra vida, el amor que Dios tiene a toda la humanidad. Amén.

Reflexión de: Homilía católica


REFLEXIÓN: LA COMPASIÓN Y EL AMOR
St 5,9-12; Mc 10,1-12
La Carta de Santiago hace el elogio de la paciencia, la perseverancia y la compasión. En todas las relaciones humanas emerge la fragilidad propia de nuestra condición mortal. Los que viven una relación amorosa, en particular los esposos, viven altibajos, rutinas, y momentos de gran satisfacción. En todo ese proceso ocurren roces, desencuentros y grandes gozos. No es difícil mantenerse amando al otro cuando todo marcha sobre ruedas en las relaciones interpersonales. El desafío radica en saber sobreponerse al egoísmo, a las limitaciones propias y sobre todo a las ajenas; lo cual implica perdonar, tolerar, soportar. Es obvio que tales actitudes deben darse en clave de reciprocidad. Si uno soporta y el otro no hace el propio esfuerzo por tolerar a la pareja, el amor se desgasta. El ideal paulino del amor que soporta, comprende y tolera, siempre es exigente y funciona cuando hay el mutuo acuerdo de ponerlo en práctica. ( ww misal com mx)



Santos: Román de Condat, ermitaño; Hilarlo 1, Papa. Beato Daniel Brottier, presbítero.

Feria (Verde)

jueves, 27 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. JUEVES 27 DE FEBRERO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 27 DE FEBRERO DE 2014
VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 109, 4)
El Señor lo ha jurado y el Señor no se retracta. Tú eres sacerdote para siempre, como lo es Melquisedec.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que para gloria tuya y salvación nuestra constituiste a Cristo sumo y eterno sacerdote, concede al pueblo redimido con su sangre obtener, por la participación en este memorial, los frutos de la muerte y resurrección de tu Hijo, que vive y reina contigo...

LITURGIA DE LA PALABRA
El salario que han defraudado está clamando contra ustedes.

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 5, 1-6

Lloren y laméntense, ustedes, los ricos, por las desgracias que les esperan. Sus riquezas se han corrompido; la polilla se ha comido sus vestidos; enmohecidos están su oro y su plata, y ese moho será una prueba contra ustedes y consumirá sus carnes, como el fuego. Con esto ustedes han atesorado un castigo para los últimos días.
El salario que ustedes han defraudado a los trabajadores que segaron sus campos está clamando contra ustedes; los gritos de ellos han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Han vivido ustedes en este mundo entregados al lujo y al placer, engordando como reses para el día de la matanza. Han condenado a los inocentes y los han matado, porque no podían defenderse. Palabra de Dios. alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 48
R/. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Como bestias sumisas, pastoreadas por la muerte en el reino de los muertos, así terminarán los que confían en sí mismos y viven satisfechos. R/.

Se desvanece al punto su figura y morarán por siempre en el abismo. En cambio, Dios me salvará la vida, me llevará consigo. R/.

No te inquietes cuando alguien se enriquece y aumentan las riquezas su poder. Nada podrá llevarse, cuando muera, ni podrá su poder bajar con él. R/.

Aunque feliz se sienta mientras viva y por pasarla bien todos lo alaben, ahí donde jamás verá la luz descenderá a reunirse con sus padres. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. 1 Ts 2, 13)
R/. Aleluya, aleluya.

Reciban la palabra de Dios, no como palabra humana, sino como palabra divina, tal como es en realidad. R/.

Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al lugar de castigo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 9, 41-50

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 11, 24-25)
Éste es mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has concedido el gozo de participar en esta Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, haz que, unidos siempre a Él, vivamos como verdaderos hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN
Sant. 5, 1-6. No es bueno que nos pasemos la vida acumulando bienes, pues si el Señor nos los concede es con la intención de que volvamos la mirada hacia los necesitados, y tratemos de convertirnos para ellos en un signo del amor providente de Dios.
Es cierto que a muchos sólo al principio hay que ayudarlos para que se remedien sus pobrezas fundamentales y urgentes, y que después hay que ayudarlos con un trabajo digno y bien remunerado para que puedan enfrentar la vida, por sí mismos, en ese aspecto.
Sin embargo nos encontraremos con algunas personas cuya situación les impedirá continuar siendo productivos, y que más que verse como una carga de la sociedad deben verse como el signo de Cristo pobre, que se acerca a nosotros para que le manifestemos nuestro amor sirviéndolo en ellos.
No dejemos que nuestros vestidos se nos apolillen, ni que nuestro dinero se enmohezca, sino que tratemos de compartir lo nuestro con los demás de tal forma que podamos realmente convertirnos en un signo de Cristo, de su amor y de su generosidad para cuantos nos necesitan.
Y recordemos que no sólo nos hemos de preocupar por el bienestar temporal de nuestro prójimo, sino que hemos de trabajar por su salvación, pues la Iglesia ha sido enviada como signo del amor salvador de Dios para la humanidad entera.

Sal 49 (48). Antiguamente se nos decía: Piensa en tus postrimerías, y jamás pecarás.
Es verdad: al final todo el poder humano se acabará, y los bienes temporales no acompañarán al difunto en la otra vida, ni siquiera a su tumba.
Nada, nada nos llevaremos de lo de este mundo. Sólo nuestras obras nos acompañarán y darán testimonio de que si somos, o no, hijos de Dios.
Es verdad que la salvación es un don gratuito de Dios para nosotros. Sin embargo a nosotros corresponde aceptarlo en nuestra propia vida y dejarlo producir abundantes frutos de salvación, pues nuestra fe en Cristo nos une a Él, no para que vivamos en la esterilidad, sino en la fecundidad que nos lleve a que esa fe manifieste obras nacidas de aquella abundancia que haya colmado nuestros corazones.
Ya san Pablo nos dirá que vamos completando en nosotros lo que falta a la Redención de Cristo. Y lo que falta es que la hagamos nuestra, pues el banquete ya está servido para que nos saciemos de Él.
Hecha nuestra la vida de Cristo e identificados con Él deberemos trabajar para que la salvación de Dios llegue hasta el último rincón de la tierra, hasta que algún día la humanidad entera llegue a su plenitud en Cristo Jesús.

Mc. 9, 41-50. No es fácil ser apóstol al estilo de Jesús, el Enviado del Padre. Quien siga el camino del Señor deberá tener la apertura necesaria para preocuparse de todos, y saber valorar los carismas y virtudes de todas las personas. Debe aprender a trabajar en comunión con todos los fieles en Cristo, sean de la condición que sean.
Aquel que vea en al apóstol al enviado de Jesús y le dé aunque sea un vaso de agua fresca, no se quedará sin recompensa. Sin embargo, el Evangelio de este día, carga sobre los hombros del apóstol la grave responsabilidad del buen ejemplo. No es portador de fábulas y de vana palabrería, es portador de Cristo. Por eso debe cumplir fielmente su misión para conducir a todos a la fe en Cristo y fortalecerlos de tal forma que no decaigan en ella.
Al examinar su propia vida interior debe reconocer sus propias fragilidades y miserias, saber aquello que ha de purificar para no convertirse en un parlanchín, sino en un testigo de Cristo siendo un signo claro de Él. Tal vez haya incluso cosas equivocadas que lo hayan esclavizado y que le cueste deshacerse de ellas; si no lo hace podrá hablar tal vez muy bien de Cristo y del camino que conduce a Él, sin embargo sus obras, su comportamiento se convertirá en un escándalo que podría, incluso, separar de Cristo a quienes ya creen en Él, pero cuya fe no tiene aún la firmeza necesaria para sostenerse.
Por eso el Señor nos pide no escandalizar a los débiles; y para ello nos invita a decidirnos a cortar de raíz aquellas cosas, costumbres o personas que nos están estorbando en el camino del bien y que se han pegado a nosotros y cuya separación nos dolería tanto como quitarnos un pie, una mano o un ojo. Pues más vale entrar sin eso en el Reino de los cielos que con todo eso perdernos para siempre.
Así como en el Templo de Jerusalén antes de poner en el fuego la víctima era salada para quitarle toda impureza, así quien es de Dios debe ser purificado por el sufrimiento, que reporta la purificación a profundidad de todo aquello que amamos malamente y estorba nuestro camino en el bien.
El Apóstol de Cristo, como la sal de sacrificio, debe ir a todos los corazones para ayudarlos a arrepentirse y a convertirse de sus malos caminos para que, así, libres de toda maldad, se conviertan en un sacrificio agradable y de continua alabanza al Padre Dios.
Esta Eucaristía nos hace vivir la Comunión con Cristo. Él da su vida por nosotros, para la purificación de nuestros pecados y para que tengamos, en Él, nueva vida, la vida que Él recibe del Padre.
Así, en Cristo y por su sangra derramada por nosotros, la Iglesia, que somos nosotros, nos convertimos en la esposa inmaculada, santa y resplandeciente del Cordero Inmaculado.
Entrar en Comunión con Cristo no es sólo recibirlo sacramentalmente mientras desciende a nuestro estómago. Es, antes que nada, aceptarlo sacramentalmente, como la buena semilla que desciende al terreno de nuestro corazón para que dé fruto abundante de buenas obras en nosotros y desde nosotros.
Ojalá y no llenemos de estiércol el Templo de Dios en nosotros. Mientras acudamos a la presencia de Dios y continuemos cargados de esclavitudes, de maldades y miserias, no podremos decir, con toda verdad, que somos discípulos, menos aún, apóstoles de Cristo.
Aquellos que nos vean aparentemente pegados a Cristo por el culto, pero con una vida desordenada, en lugar de acercarse al Señor se alejarán de Él y se burlarán de la Iglesia por su falta de compromiso y por su incongruencia en la fe que dice proclamar.
No es sencillo proclamar el Nombre del Señor, como el único camino que nos salva, en una sociedad que ha puesto su confianza en el poder y en el dinero.
No es fácil llamar al camino de la verdadera felicidad en Cristo a quienes viven en ambientes donde los placeres pasajeros han ofuscado sus mentes y destruido sus voluntades.
No es fácil proclamar el Evangelio de Cristo a quienes ha corrompido el poder mal encauzado. No es fácil llevar el amor de Dios a quienes, con un egoísmo exacerbado y narcisista, sólo buscan sus propios intereses y, para conservarlos, son capaces, incluso, de matar a los demás.
No es fácil hablar de amor fraterno a quienes dan razones incongruentes, pero para ellos válidas, para justificarse en sus acciones de desprecio y abandono de quienes sufren, o de aquellos que creen culpables o consideran un estorbo en su vida, en su nación y en sus intereses.
Los que creemos en Cristo no podemos claudicar en la proclamación veraz, comprometida hasta sus últimas consecuencias, del Evangelio de Cristo.
Casarse con los poderosos de este mundo significará para la Iglesia dejar de ser sal que purifique, y no servir sino para ser arrojada fuera y ser pisoteada y manipulada por los falsos intereses de quienes no tienen una visión de amor sino de egoísmo. Entonces la Iglesia será ocasión de escándalo y de burla para quienes pensaban encontrar en ella el mismo Camino y el mismo Amor de Cristo.
¡Cuántas cosas deben ser cortadas, aún a costa de dolor, de quienes creemos en Cristo para ser fieles al Señor! ¿Lo haremos con una voluntad decidida? ¡Dios quiera que así sea!
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de no tener miedo a la cruz, al testimonio en verdad comprometido, pues sólo así seguiremos siendo la Iglesia de Cristo que lleva la salvación y no vanas palabras, huecas de compromiso, a quienes nos rodean.
Ojalá incluso sin una mano, sin un pié (es decir, sin poderes terrenos), sin un ojo (es decir, sin ambiciones insaciables y egoístas), podamos finalmente, juntos, participar de la vida eterna. Amén.

Homilía católica


REFLEXIÓN: RIQUEZAS EXCESIVAS
St 5,1-6; Mc 9,41-50
La crítica severa que formula la Carta de Santiago contra el enriquecimiento injusto es una forma de explicar las implicaciones éticas de la fe cristiana. La fe tiene una dimensión política y económica que conviene apreciar. El cristianismo no es una religión de tipo místico, antes bien, es un religión profética (apela al carácter educativo de la palabra de Dios) y ética (regula y orienta el comportamiento humano) que fundamenta unas relaciones sociales armoniosas y justas. El que confiese a Dios y traspase los derechos y la dignidad de los débiles, está causando escándalo, es decir, está siendo ocasión que los pequeños en la fe, experimenten confusión. No se puede invocar a Dios y por otra parte, pasar por encima de la dignidad de las personas.



Santos: Gabriel de la Virgen de los Dolores, religioso; Gregorio de Narek, monje. Beata María Caridad Brader, fundadora. Feria (Verde)

miércoles, 26 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. MIERCOLES 26 DE FEBRERO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIERCOLES 26 DE FEBRERO DE 2014
VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 89, 17)
Señor, muéstrate bondadoso con nosotros y haz fecundo el trabajo de nuestras manos.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, creador de todas las cosas, que impusiste a los hombres el deber del trabajo, bendice las obras que iniciamos para que contribuyan al bienestar de la sociedad y a la difusión de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
¿Qué cosa es la vida de ustedes? - Digan: "Si el Señor nos presta vida".

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 4, 13-17

Hermanos míos: Consideremos ahora a los que dicen: "Hoy o mañana saldremos para tal ciudad, ahí viviremos unos años, pondremos un negocio y nos haremos ricos". Ésos no tienen idea de lo que será el mañana. Pues ¿qué cosa es la vida de ustedes? Una nubecilla que se ve un rato y luego se desvanece.
Lo que ustedes deberían decir es esto: "Si el Señor nos presta vida, haremos esto y aquello". En lugar de eso, presumen de ser autosuficientes; y toda esa clase de presunciones es mala. En resumen, el que sabe cómo portarse bien y no lo hace, está en pecado.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 48
R/. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Escuchen, pueblos todos de la tierra, habitantes del mundo, estén atentos, los ricos y los pobres, lo mismo el hombre noble que el plebeyo. R/.

¿Por qué temer en días de desgracia, cuando nos cerca la malicia de aquellos que presumen de sus bienes y en sus riquezas confían? R/.

Nadie puede comprar su propia vida, ni por ella pagarle a Dios rescate. No hay dinero capaz de hacer que alguno de la muerte se escape. R/.

Lo mismo que los necios e ignorantes, también los sabios mueren, y a las manos de extraños van a parar sus bienes. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 14, 6)
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor. R/.



El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 9, 38-40

En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: "Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos". Pero Jesús le respondió: "No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al hombre el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, no carecer nunca de esta ayuda del cuerpo y del espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 3, 17)
Todo lo que hagan de palabra o de obra, háganlo en el nombre de Jesús, el Señor, dando gracias por su medio a Dios Padre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has alimentado con el sacramento de la unidad y del amor, concédenos desempeñar con fe el trabajo que nos has encomendado para obtener nuestro diario sustento y cooperar a la edificación de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIONES:
Sant. 4, 13-16. ¿En verdad somos personas de fe? Pues la fe se manifiesta por las obras. Y por ello no sólo hemos de decir que "Si Dios nos lo permite haremos esto o aquello" o "Haré esto o aquello, primero Dios," sino que hemos de ser conscientes de que, quienes por medio de la fe y el bautismo nos hemos unido a Cristo, haremos el bien, que sabemos hemos de hacer.
Dios va delante nuestro. En su Nombre echamos las redes; en su nombre realizamos nuestras actividades. Con Él nuestra vida cobra su auténtico significado, pues aun cuando lo que hagamos pareciese algo muy insignificante, al hacerlo como hijos de Dios estaremos colaborando para que nuestro mundo sea más justo, más humano y más fraterno. Por eso no hagamos las cosas, ni vivamos como si Dios no existiese para nosotros.

Sal 49 (48). ¿Qué hemos traído al mundo, y qué nos llevaremos de él? Cierto que Dios al principio, al poner el mundo en nuestras manos, nos dio la orden de dominar la tierra y someterla. Sin embargo no podemos dejarnos deslumbrar por lo pasajero; somos nosotros quienes lo dominamos y ponemos a nuestro servicio.
Pero más allá de lo pasajero estamos nosotros; están aquellos con quienes convivimos diariamente. Y las cosas no pertenecen a una sola persona física o moral. Todos tienen derecho a una vida digna, de tal forma que podamos decir que el pan no es mío, sino nuestro.
Por eso, de un modo especial quienes creemos en Cristo, hemos de luchar por una auténtica justicia social, nacida del amor que nos hace abrir los ojos ante nuestros hermanos en desgracia para remediar sus males.

Mc. 9, 38-40. Más que pelearnos por querer apoderarnos de Jesús como única herencia nuestra, debemos vivir la unidad en torno a Él. No sólo hay otras comunidades cristianas que trabajan por Cristo, sino también muchas instituciones que luchan por erradicar la pobreza, la injusticia, la violencia, las persecuciones causadas por el poder político o económico.
Todos, algunos sin saberlo, nos esforzamos por darle un nuevo rostro a la humanidad trabajando como Cristo que fue enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.
Aquel que pasó haciendo el bien sigue haciéndolo por medio de su Iglesia y por medio de toda persona de buena voluntad.
Si el Espíritu de Dios se posa donde quiere y suscita buenas obras por medio, incluso, de personas que pensamos están muy lejos de Él, pues se preocupan de que se viva con mayor lealtad la solidaridad entre todos, de que no nos quedemos en vana palabrería sino que llevemos adelante nuestros proyectos de darle un nuevo rumbo a nuestra sociedad, y un rostro más humano y fraterno a nuestro mundo, cuánto más, quienes creemos en Cristo y entramos en comunión con Él mediante la Eucaristía y participamos de su Espíritu Santo, hemos de comprometernos en la realización del bien y en luchar porque sean expulsados del corazón del hombre las injusticias, los egoísmos, los crímenes y tantos otros males que nos aquejan, preocupándonos de que en verdad el amor y la salvación de Dios llegue a todos como una Buena Noticia que se proclama no sólo con los labios sino con las obras.
No hemos de ser indiferentes al bien que otros hacen, sino unirnos a ellos para que juntos nos preocupemos del bien de todos, especialmente de los más desprotegidos.
¿Quién está de parte nuestra? Responder a esta pregunta, por desgracia, nos lleva a despreciar a quienes no piensan como nosotros, a quienes no trabajan como nosotros, a quienes consideramos enemigos en el trabajo, en la política, en la religión y que son satanizados, perseguidos, asesinados para que no nos causen ruido y que nos dejen llevar adelante aquello que nos hemos propuesto.
Ante esta pregunta podemos convertirnos en monopolio injusto, en la única voz válida, en quienes impiden el desarrollo de los demás, en quienes alejan de sí en el trabajo a los que consideran una amenaza para ellos, en quienes persiguen hasta desaparecer o asesinar a quienes se consideran voz de los sin voz y que pueden desestabilizar a quienes viven faltos de conciencia de los derechos que conciernen a todos los hombres.
Estar de parte de Cristo, esforzarnos porque todos disfruten de su amor, de los bienes que ha puesto en manos no de unos cuantos sino de todos, trabajar para que todos se vean libres de las esclavitudes al pecado, especialmente de las nuevas esclavitudes a la droga, al alcoholismo, a la explotación sexual que cosifica a las personas como simples objetos de placer desde su más tierna edad. Todo esto puede llevar a que muchos quieran impedir el desarrollo del Reino de Dios en el que todos recuperemos nuestra dignidad humana y de hijos de Dios y que, incluso, bajo amenazas o chantajes quieran impedir que esa voz se siga pronunciando como la voz del Señor que nos quiere libres de toda atadura al mal y con la frente levantada por sabernos que por medio de alguien, que es su Iglesia, Él nos ha manifestado su amor y está de nuestro lado como el Dios-con-nosotros.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir nuestra fe y nuestro amor con una verdadera lealtad y generosidad, a la altura y estilo en que nosotros hemos sido amados por Dios a través de su Hijo Jesús, nuestro Señor. Amén.

Reflexión de: Homilía católica


REFLEXIÓN: EL BUEN CORAZÓN
St 4,13-17; Mc 9,38-40
El cristiano que ha aprendido a hacerse solidario de las auténticas necesidades ajenas tiene un buen corazón, un espíritu compasivo. Cuando se tiene una disposición natural a la generosidad, salen sobrando los ordenamientos legales y las prohibiciones. Lo dice la Carta de Santiago: "el buen corazón se ríe del juicio"; lo afirmaba también San Agustín: "ama y haz lo que quieras". Los espíritus débiles viven en la óptica del temor y el interés, esperando el premio y rechazando el castigo; los de ánimo maduro, proceden conforme al querer compasivo de Dios. Por esa razón, los discípulos de Jesús tenían que ensanchar su perspectiva y admitir que las personas de buena voluntad, que auxiliaban a los necesitados, no necesitaban disponer de más credenciales para ser considerados como seguidores de Jesús. (De www misal . com . mx)


 Santos
 Alejandro de Alejandría, patriarca; Leandro de Sevilla, obispo; Néstor de Maqydos, obispo. Feria (Verde)