LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
LUNES
11 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO
ORDINARIO A. SEMANA 19
SANTA
CLARA DE ASIS
ANTÍFONA
DE ENTRADA
He
despreciado los reinos del mundo y los halagos de este tiempo, por amor a mi
Señor Jesucristo, a quien he visto, a quien deseo, en quien creo y a quien amo.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que misericordiosamente condujiste a santa Clara al amor por la
pobreza, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo en pobreza de
espíritu, merezcamos llegar a contemplarte en el reino celestial. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
La gloria del Señor se
manifestó en forma visible.
DEL LIBRO DEL PROFETA
EZEQUIEL: 1, 2-5. 24-28
El
día cinco del mes cuarto (era el año quinto de la deportación del rey Joaquín),
me fue dirigida la palabra del Señor a mí, Ezequiel, sacerdote, hijo de Buzí,
en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y fui arrebatado en
éxtasis.
Vi
venir del norte un viento huracanado, una gran nube rodeada de resplandores y
relámpagos, y en su centro, algo parecido al brillo del ámbar. En medio
aparecían cuatro seres vivientes, que tenían forma humana. Oí el ruido de sus
alas cuando se movían: era como el estruendo de un río caudaloso, como el
trueno del Altísimo, como la gritería de una multitud o como el estruendo de un
ejército en batalla. Cuando se detenían, plegaban sus alas.
Encima
de la plataforma había una especie de zafiro en forma de trono y de esta
especie de trono sobresalía una figura, que parecía un hombre. Vi luego una
luz, como brillo de ámbar, como un fuego que envolvía al hombre, desde la
cintura para arriba; desde la cintura para abajo, vi también algo como fuego,
que difundía su resplandor, parecido al del arco iris que se ve en las nubes,
cuando llueve. Tal era la apariencia visible de la gloria del Señor. Cuando yo
la vi, caí rostro en tierra.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del
salmo 148
R/.
El cielo y la tierra están llenos de tu gloria.
Alaben
al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo, que alaben al Señor todos sus
ángeles, celestiales ejércitos. R/.
Reyes
y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jueces de este mundo; hombres,
mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto. R/.
El
nombre del Señor alaben todos, pues su nombre es excelso; su gloria sobrepasa
cielo y tierra, y ha hecho fuerte a su pueblo. R/.
Que
alaben al Señor todos sus fieles, los hijos de Israel, el pueblo que ha gozado
siempre de familiaridad con él. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. 2 Ts 2, 14) R/. Aleluya, aleluya.
Dios
nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro
Señor Jesucristo. R/.
Lo
van a matar, pero al tercer día va a resucitar. - Los hijos están exentos de
impuestos.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 17, 22-27
En
aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo:
"El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a
matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se
llenaron de tristeza.
Cuando
llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para
el templo y le dijeron: "¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?" Él
les respondió: "Sí lo paga".
Al
entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece,
Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a
los extraños?". Pedro le respondió: "A los extraños". Entonces
Jesús le dijo: "Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles
motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que
pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por
ti".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
A
ti, Señor, que con el consuelo temporal nos enseñas a no desesperar de las
promesas eternas, te presentamos las ofrendas de nuestra devoción, para
consagrártelas en la conmemoración de santa Clara. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Lc 10, 42)
Una
sola cosa es necesaria, y ella escogió la mejor parte que nadie le quitará.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados,
Señor, con este manantial de salvación, te pedimos suplicantes que, por la
intercesión de santa Clara, uniéndonos cada día más a Cristo, merezcamos tener
parte en el reino de su gracia. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
REFLEXION
Ez. 1, 2-5. 24-28.
Dios jamás abandonará a los suyos. Los Israelitas han sido deportados, lejos de
su tierra. En medio de la añoranza por la tierra y por el templo de Dios, el
Señor se hace presente en medio de ellos, cercano, como en figura humana, para
consolarlos, invitarlos a la conversión y librarlos de la mano de sus enemigos.
Por muy pecadores que seamos, el Señor siempre nos seguirá amando y saldrá a
buscarnos con gran amor, hasta encontrarnos y llevarnos de vuelta a casa. Tanto
amó Dios al mundo, que le envió a su propio Hijo para librar al mundo del
pecado. Por medio de Cristo Jesús, Dios, hecho hombre, se hizo cercano a
nosotros. En Cristo hemos conocido la Gloria de Dios, pues, amándonos, Dios se
nos manifestó como el Dios misericordioso y compasivo para con cada uno de
nosotros. Y ese es el camino de la Iglesia, manifestar el Rostro amoroso y
misericordioso de Dios a la humanidad entera.
Sal. 148. Ojalá y no sólo el
cielo y la tierra estén llenos de la gloria de Dios para que la contemplemos,
sino que lo esté también en nuestra vida toda, para que disfrutemos al Señor
como centro de todo nuestro ser. Entonces no sólo alabaremos al Señor, sino que
toda nuestra vida será una continua alabanza de su Santo Nombre. ¿Cómo no
alabar a nuestro Dios y Padre, con un corazón agradecido, especialmente por la
Redención realizada por Jesucristo? ¿Cómo no alabarlo porque por medio de la
Iglesia esa Redención llega hasta nosotros con todo su poder salvador? ¿Cómo no
alabarlo porque por medio de los sacramentos, especialmente por medio de la
Eucaristía, nos hace sus hijos, nos conforma a la imagen de su Hijo Unigénito
por obra del espíritu Santo y se convierte en el Pan que nos da Vida eterna,
porque nos une a sí mismo como las ramas están unidas al tronco, para que
produzcamos frutos abundantes de buenas obras? Elevemos nuestro corazón a Dios,
démosle gracias y alabemos todos juntos su poder, su amor y su Santo Nombre por
todo el bien que nos ha hecho.
Mt. 17,
22-27. Jesús, entregado en manos de los hombres, padece, de parte de ellos,
la muerte. Jesús, entregado en manos de su Padre Dios, recibe, de parte de Él,
la resurrección para entrar nuevamente en la Gloria que le corresponde como a
Hijo unigénito del Padre. La muerte de Cristo es el tributo que Él paga para
rescatarnos del pecado y de la muerte y hacernos, junto con Él, hijos de Dios;
de tal forma que en adelante ya no hemos de vivir para nosotros, sino para
Aquel que por nosotros murió y resucitó. La Gracia de la Redención ha sido
puesta en manos de la Iglesia especialmente por medio de la Eucaristía,
Memorial del Misterio Pascual de Cristo. La Iglesia ofrece esta Moneda de gran
valor para el perdón de las faltas cometidas por la humanidad pecadora, con la
que Cristo quiso hacerse solidario para clavar en la cruz el documento que nos
condenaba. En la Eucaristía el Señor entrega, como Memorial, su vida para el
perdón de nuestros pecados. Él se acerca a nosotros en los signos sacramentales
del Pan y del Vino, convertidos en su Cuerpo y en su Sangre. Él nos habla por
medio del Ministro consagrado, tal vez signo demasiado pobre, pero escogido por
Dios y puesto al frente de su Pueblo para conducirlo a la salvación. No son las
apariencias, sino la fe la que nos une a nuestro Dios y Padre. Él sabe de
nuestro alejamiento; ante Él no podemos ocultar nuestros pecados. Y sin embargo
Él nos sigue amando. Él se acerca a nosotros para ofrecernos su perdón, su vida
y su paz. Él nos quiere con Él eternamente. Vivamos con una fe auténtica estos
momentos en que nos unimos al Señor, y en que Él se nos da como alimento de
Vida eterna. Hagamos nuestra su vida y su misión. Hechos uno con Él vayamos al
mundo para manifestarle la Gloria de Dios desde una vida llena de amor, de
alegría, de paz y de misericordia para con todos. ¿En verdad nosotros también
entregamos nuestra vida para que la salvación llegue a todos? Ojalá y no nos
conformemos únicamente con anunciar el Nombre del Señor con las palabras. El
Evangelio se ha de encarnar en cada uno de nosotros. Así la Iglesia debe ser el
Evangelio viviente del Padre a través de la historia. Día a día debemos ser
entregados en manos de los hombres para que reciban, desde nosotros, la
salvación y el amor Dios que los salve. No hemos de tener miedo en convertirnos
en una Eucaristía viviente en el mundo. Eucaristía que se convierte en acción
de gracias porque el mundo disfruta de una vida nueva a costa de la entrega
amorosa de cada uno de nosotros, unidos al Sacrificio Redentor de Cristo, en
favor de los demás. Y esto no porque el poder salvador sea algo inherente a
nuestra naturaleza humana, sino porque el Señor, cuyo Espíritu habita en
nosotros, realiza la obra de salvación por medio de la Iglesia. Por eso no nos
convirtamos en ocasión de pecado y de muerte para los demás, sino que seamos
los primeros en convertirnos en la moneda de rescate para el perdón de los
pecadores y en fuente de vida y salvación para todos, pues Dios, que estará
siempre con nosotros, hará su obra de salvación en el mundo por medio nuestro.
Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, que nos conceda la gracia de trabajar por el Reino de Dios entre
nosotros, sin importarnos si para que la salvación llegue a todos, tengamos
incluso que entregar, como precio, nuestra propia vida. Amén.
(Homilia
católica)
COMENTARIOS
El
profeta Ezequiel nos presenta una visión profunda del misterio de Dios,
henchida de imágenes apocalípticas y de sonidos inefables. Sin embargo, todo
este despliegue de colores y relámpagos no tiene como finalidad satisfacer la
natural curiosidad del lector, sino que nos abre una ventana al misterio de
Dios, a la manifestación de su gloria. El profeta Ezequiel nos presenta
mediante esta visión el preludio del final del fastuoso imperio babilónico que
se caracterizó por su crueldad e intransigencia. El paso impresionante del Dios
de la historia no permite que nos rindamos ante las pompas del imperio de
turno, sino que nos exige total atención a las exigencias del Señor.
Jesús
se presenta a sí mismo como un «hijo de hombre», como la persona del pueblo de
Dios que encarna los más altos valores. Pero, Jesús no se presenta como un ser
rodeado de auras cósmicas, sino como un hombre totalmente inmerso en el amor de
Dios. Un hombre que no escapa a las exigencias de su tiempo. Incluso, aquella
de cubrir los impuestos que imponen los gobernantes de turno.
Los
publicanos se alarman de la particular libertad de Jesús ante las exigencias
tributarias del imperio romano. Jesús no se deja intimidar por la actitud
policial de los funcionarios sino que, en colaboración con Pedro, acude a los
mecanismos ordinarios de pago. Pedro, con su trabajo diario de pescador, ayuda
a cubrir las exigencias legales a las que Jesús estaba sometido como cualquier
otro habitante de Galilea. El pez que Pedro saca del lago ya lleva en la boca
el importe del impuesto. Es suficiente el trabajo diario de pescador para
suplir las necesidades básicas. De este modo, la vida ordinaria se convierte en
ocasión de enseñanzas extraordinarias.
¿Sabemos
descubrir a Dios en las realidades cotidianas y ordinarias? ¿Vivimos nuestra
vida como un testimonio continuo de la obra de Dios?
(Homiletica
org / Padre Juán Alarcón Cámara. SJ)
REFLEXION
LA
APARIENCIA VISIBLE
Ez
1, 2-5. 24-28; Mt 17, 22-27
La
extraña descripción de la gloria de Dios que nos comparte el profeta Ezequiel
se mantiene dentro de los límites de la discreción y el misterio. El profeta no
logra ver a Dios, simplemente describe a los vivientes que sostienen el trono
del Señor. No trasciende el límite mundano. Reconoce humildemente que no puede
acceder a la intimidad de Dios. Solamente escucha su voz. Es lo mismo que nos
dirá el cuarto Evangelio: A Dios nadie lo ha visto jamás. En el Evangelio de
san Mateo el Señor Jesús expresa veladamente sus pretensiones mesiánicas,
aduciendo que solamente a los extraños se les cobran tributos. Implícitamente
se presenta como Hijo. No obstante, se subordina y se solidariza con Pedro y
paga por ambos. Como verdadero israelita se sometía a las exigencias legales
que los creyentes cumplían con regularidad.
(www
misal com mx)
Santos
Clara de Asís, fundadora;
Alejandro "el
Carbonero", mártir. Beato Mauricio Tornay, mártir.
Memoria (Blanco)
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