viernes, 11 de junio de 2010

EL SENTIDO DE LA CONSAGRACION AL CORAZON DE MARIA

"15.Sentido de la consagración al Corazón de María -
¿No es lo que intuía obscuramente San Juan Damasceno? No solamente el gran predicador mariano no dejó nunca de hablar de la Madre del Verbo encarnado (“qué ofrecer a la Madre de la Palabra, si no nuestra palabra”), sino sacaba de su propia experiencia mística mariana una voluntad cada vez más mayor de consagración a la Inmaculada. ¿Qué hay más suave que la Madre de mi Dios? Ella cautivó mi espíritu, reina sobre mi lengua, día y noche tengo presente su imagen. Ella, la Madre de la Palabra, me da de qué hablar” El antiguo funcionario del califato convertido en monje a los cincuenta años de edad lo sabía por experiencia personal: “si evitamos con coraje nuestros vicios pasados, si amamos con todo nuestro ardor las virtudes, ella (María) multiplicará sus visitas cerca de sus propios servidores, seguidas de todo el conjunto de bienes; y traerá consigo a Cristo, su Hijo, Rey y Señor universal, que habitará en nuestros corazones”. Si queremos ayudar a probar la suavidad de María a todos los cristianos, presente día y noche en sus espíritus; si deseamos que cautive sus espíritus y reine sobre sus lenguas para que, por ella, reciban las visitas de Cristo, renovemos nuestra consagración al Corazón de María, corazón inmaculado de la Iglesia inmaculada, Corazón virginal, nupcial y maternal de la Iglesia virgen, esposa y madre, Corazón pre-redimido para ser el único corredentor de la Iglesia, esposa del Cordero “Pantocrator”, corazón triunfante de la Iglesia peregrinante, de la cual María es Madre, Reina y Servidora. Inspirémonos en el ejemplo de las palabras de San Juan Damasceno, autor de una de las primeras consagraciones a María: “Oh Soberana, Madre de Dios y Virgen, unimos nuestras almas a la esperanza de que eres, para nosotros, como un ancla absolutamente firme e irrompible; te consagramos nuestro espíritu, nuestra alma, nuestro cuerpo, cada uno en toda su persona; queremos honrarte con salmos, himnos, cánticos inspirados (cf Ef 5, 19; Col 3, 16) tanto como esté en nosotros; porque rendirte honores según tu dignidad sobrepasa nuestras fuerzas. Si es cierto según la palabra sagrada, que el honor rendido a otros servidores es una prueba de amor hacia el Maestro común, el honor que se rinde a ti ¿puede ser ignorado? ¿No hay que buscarlo con celo? ¿No es preferible inclusive al aliento vital, y no da éste la vida? De esta manera indicamos mejor nuestra unión a nuestra propio Maestro. ¿Qué digo? Basta, en realidad, a aquellos que guardan piadosamente tu memoria tener el don inestimable de tu recuerdo; se vuelve la plenitud de la dicha imperecedera. ¿De qué alegría, de qué bienes no estará lleno aquel que ha hecho de su espíritu “la secreta morada de tu santísimo recuerdo? En su homilía, en Fátima, el 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II analiza la noción de consagración al Corazón de María: “El Corazón de María fue abierto por el mismo amor hacia el hombre y al mundo con el que Cristo amó al hombre y al mundo, ofreciéndose por ellos en la Cruz, hasta ser traspasado por la lanza del soldado. Consagrar el mundo al Corazón Inmaculado de María significa el hecho de acercarnos, a través de la intercesión de la Madre, a la misma fuente de vida que brota sobre el Gólgota. Esta fuente fluye de forma ininterrumpida con la Redención y la gracia. Consagrar el mundo al Corazón Inmaculado de María significa un regreso a la Cruz de su Hijo. Más todavía: quiere decir consagrar este mundo al Corazón traspasado del Salvador, haciéndolo regresar a la fuente misma de la Redención. La Redención es siempre más grande que el pecado del mundo (...) El Corazón de María está consciente de esto más que cualquier otro, visible o invisible (...). Consagrarse a María significa dejarse ayudar por ella y ofrecernos, nosotros mismos y la humanidad, a Aquel que es Santo, infinitamente Santo; (...) la Madre de Cristo nos invita a unirnos a la Iglesia del Dios vivo en esta consagración del mundo, a esta ofrenda del mundo”. El punto de este texto es perfectamente claro: el Papa quiere alentar una consagración cristocéntrica al Corazón de María, nos invita a unir nuestra consagración a la Madre de Cristo, aquella mediante la cual ella misma se entrega al amor que el Corazón de su único Hijo ofrece a todo el género humano. Semejante orientación está en perfecta armonía, no solamente con la visión cristocéntrica de la devoción mariana que nos sugiere el segundo Concilio Vaticano, sino, además, con la preocupación de hacerse conocer y amar que manifiesta el Corazón de Jesús crucificado en sus últimas palabras, que se hace eco en el prefacio de la misa votiva de la “recomendación a la Virgen María”: “Sobre la Cruz, como su testamento, Cristo nuestro Señor estableció entre su madre y sus discípulos un nexo de amor muy estrecho: Les entrega por madre a su propia Madre y los discípulos la reciben como preciosa herencia de su Maestro” Semejante recomendación significa que, en nuestro regreso a Jesús, María es el camino hacia Aquél que es Verdad y Vida."

FUENTE: Aciprensa
"El Corazon de Maria es el corazón de la Iglesia.
Bertrand de Margerie, S.J.
Intento de Síntesis Teológica
Traducción de José Gálvez Krüger

sábado, 5 de junio de 2010

EUCARISTIA Y CONVERSION

Primer Congreso Eucarístico de Maracaibo.
Segunda Ponencia.
"EUCARISTIA Y CONVERSION"
Exmo. Card. Bernard Francis Law,
Arcipreste de la Basílica Santa María la Mayor, Roma.
Fecha: Viernes, 25 de julio de 1997.


Fragmentos de la ponencia:

" La Nueva Evangelización que el Santo Padre urge a la Iglesia comienza en los corazones individuales de los creyentes. No podemos evangelizar a otros si nosotros mismos no estamos abiertos a la evangelización.

Cuando estamos abiertos a la evangelización entonces estamos abiertos a la conversión, porque evangelización y conversión significan lo mismo en nuestras vidas. Y si estamos abiertos a la conversión, entonces comprenderemos que nuestra vocación es ser santos.

Amados míos hay algunas tensiones en el iglesia contemporánea. Las hay en mi país y lo mismo, quizás, en vuestra nación, alguna que otra vez. A veces aparecen tensiones entre el magisterio y aquellos que están comprometidos ejercitarlo en la Iglesia y los teólogos.

Puede haber diferencia en como llevar a cabo el compromiso de la Iglesia de servicio a los pobres y de crear aquí una sociedad más justa.

Pueden surgir tensiones en los que se refieren a cómo la Iglesia ha de hacerse presente más eficazmente a todos aquellos que están marginados en la sociedad debido a la pobreza, falta de educación, el status que la sociedad les asigna como mujeres.

Mientras buscamos ser una comunidad de fe en servicio a la comunidad más amplia en esta búsqueda por la paz y justicia, nosotros serviremos eficazmente cuando más interiormente la llamada a la santidad.
Cuanto más luchemos por la santidad de nuestras vidas y todos juntos con una comunión de fe, esperanza y caridad.

Al testimoniar el amor de Cristo dentro de nosotros entonces estamos dando testimonio del hecho que el es el único y que no hay otro por el que nos venga la salvación; de esta manera damos testimonio del hecho que Él y el Padre son uno.

El maestro está aquí, el maestro está aquí y nos llama en Eucaristía, sobre todo nos llama en Eucaristía.

La Eucaristía es la fuente y la cumbre de la vida de la Iglesia.

La Eucaristía no debe estar aislada de todo aquello que la Iglesia ha sido llamada sino que más bien todo lo que somos como creyentes individuales y como Iglesia ha de ser visto en relación con la Eucaristía.
Cuando pensamos en la Eucaristía las palabra de San Pablo deben grabarse en nuestros corazones: " Cada vez... que coméis este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva. " (1 Cor 11,26) el Señor Jesús nos llama en la Eucaristía, en su sacrificio redentor, en su última manifestación del amor y misericordia del Padre y el dice: "venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré."

El nos renueva en su presencia. Está presente bajo la apariencia del pan y el vino. Está presente en nosotros. No es de extrañar que los Santos hayan crecido en cercanía a Dios cuando dejaron brotar fuera de sus corazones todo su amor al Señor presente en el sacramento bendito.

Hace unos meses el rector del seminario de la Archidiócesis de Boston me habló de un descubrimiento interesante que había hecho. Repasando el historial de todos los seminaristas de la diócesis encontró que un factor que aparecía con frecuencia era la relación con la parroquia en la que había períodos de adoración al Santísimo Sacramento. Es muy importante que leamos los signos de los tiempos. Uno de los signos de los tiempos en mi país, y quizás en el vuestro, es el redescubrimiento de la rica devoción de adorar al Señor en el Santísimo Sacramento.

Me dirijo a mis hermanos obispos y sacerdotes, me dirijo a todos ustedes mis amados en el Señor, y les urjo a que escuchen al Señor que les llama en el Santísimo Sacramento, que les llama desde el Sagrario.
Vengan, vengan y dediquen unos momentos de oración con él.

En el contexto y íntimo de la oración privada ante la Eucaristía, escuchen cómo les hice venir a mí todos los que están cansados agobiados que yo les aliviaré.

 El Señor nos llama en cada celebración de la Eucaristía. Nos invita en cada misa a que purifiquemos nuestras mentes y nuestros corazones en la confesión del pecado, abrir nuestros corazones para recibir su palabra, a ofrecernos en unión con el prefecto sacrificio que el hace de sí mismo el Padre, y finalmente el nos invita a comulgar con él y en él ser más plenamente unos en servidores a los otros y a todo el mundo en amor. Nuestra conversión encuentra su máxima expresión en la Eucaristía.

Volvernos a El es vivir su vida ofrecida en el pan y en el cáliz que su cuerpo y sangre, alma y divinidad. La llamada a la conversión no es simplemente la llamada a cambiar la vida personal de uno. Es una llamada de compromiso a traer a otros a la conversión.

La iglesia es esencialmente misionera y cada uno de nosotros ha de participar en la vocación misionera.

Hace 500 años hubo misioneros en una tierra lejana y viajaron a lo que Hoy es Venezuela. Nosotros somos herederos de su generosa respuesta a la llamada a aquélla. Hoy, tú y yo debemos escuchar aquella llamada y aplicar a los que están inmediatos a nuestro lado y a los que viven en todo el mundo. De modo especial somos responsables de aquellos católicos que no participan activamente de la vida de la Iglesia. Algunos de ellos han dejado la Iglesia porque no experimentaron dentro de nuestra comunión de fe la riqueza presente en ella. Por ejemplo, ¿cuántos hay que no llegan a comprende que la Biblia es el libro de la Iglesia? Para comprender en plenitud las sagradas escrituras es necesario acercarnos a la palabra de Dios en aquella fe plena de la Iglesia católica.

Hemos de leer la palabra de Dios a la luz de la fe de la Iglesia. Esta verdad es muy poco conocida en nuestros días. Es un escándalo que los católicos en tantos casos ignoren la palabra de Dios. La conversión de San Agustín se produjo cuando respondió las palabras: "toma el libro y lee, toma el libro y lee". Palabras que también debemos escuchar nosotros.

Escuchar al Señor que nos llama en la sagrada escritura. Debemos incorporar la palabra de Dios entendida en la Fe de la Iglesia dentro de la fibra más íntima de nuestra existencia. Martha susurró a su hermana María y no susurra nosotros "el maestro está aquí y te llama...” Tan pronto como María oyó estas palabras se levantó y se fue hacia Él, Que Dios nos conceda la gracia de hacer lo mismo. Que vamos a Él. "

EUCARISTIA SACRAMENTO DE COMUNION

Primer congreso eucarístico de Maracaibo
Tercera ponencia “Eucaristía Sacramento de Comunión”
 + Exmo. Card. Lucas Moreira Neves.
Arzobispo de Salvador de Bahía, Brasil.
Fecha: Viernes, 25 de julio de 1997.


Fragmentos de la ponencia:
"Esencia e importancia de la comunión. Bastaría una mirada a una concordancia bíblica o aun programa bíblico en la computadora para descubrir la esencia y la extrema importancia del concepto de comunión en la Sagrada Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y en la revelación que Dios hace de sí mismo a la humanidad.
Hablemos, en primer lugar, del Antiguo Testamento. De la primera a la última página, la realidad de la comunión, bajo este vocablo o vocablos semejantes y expresiones a fines está presente, y es, sin duda, una de las más importantes claves de lectura de toda la Historia de la Salvación.
En este sentido, comunión y alianza son conceptos íntimamente relacionados entre sí y, a veces, desde una perspectiva, casi se identifican. La fuerza expresiva del concepto de comunión y, enriquecido por el de alianza aparece tanto más prevalente y determinante en el Antiguo Testamento. Cuando más se alternan, respecto a él, el Si y el No, es decir, la propuesta reiterada de Dios, y el rechazo hasta la negación del hombre (individuo, grupo o pueblo); la fidelidad de Dios y la infidelidad del hombre.
Algunos ejemplos ilustran esta observación de carácter hermenéutico, o sea, de interpretación de la escritura: - Dios crea al hombre en íntima y profunda comunión con Él, (basta el punto de haberlo hecho a " imagen y semejanza suya ", y de darle una vida que es presencia y acción de su " soplo " en el barro humano), centella de lo divino en la carne de Adán; pero el hombre hace todo por destrozar la comunión y para producir y acrecentar la fractura (este es el sentido más profundo del pecado).
- Dios crea al hombre y a la mujer, a éste a partir de aquél, al uno para la otra, en perfecta comunión, pero el hombre no tardea en presentar a Dios una familia dividida, en la cual mujer y hombre, alzan el dedo acusador el uno contra el otro y viceversa, en la cual un hermano, por los celos, quita la vida al hermano.
- Dios congrega a los hombres dotados de diferentes capacidades y talento para que, juntos, edifiquen el mundo, un mundo fraterno y acogedor, pero los hombres prefieren dedicarse a construir una torre inútilmente desafiadora ante Dios mismo y se muestran incapaces de hacerse entender al hablar los unos con los otros. Estos y numerosos otros ejemplos se reconocen a largo de toda la Escritura: en la boca de los profetas y poetas de Israel, en página de historia o de crónicas, sentencias y de proverbios, de alegorías o de tradiciones orales… De todos modos, es evidente que la Historia de la Salvación se escribe en filigrana, el ideal de una comunión: comunión de la persona en el seno de un pueblo, y comunión de este pueblo con Dios sobre esto conviene destacar dos cosas:
- La primera es una frase, en apariencia muy sencilla, casi accidental, pero que, en realidad se rebela esencial para la comprensión del Antiguo Testamento: "Ningún otro pueblo tiene a sus dioses tan cercano como el Señor Nuestro Dios, esta cerca de nosotros”.
En la fase quiere afirmar que Israel es, de verdad, un pueblo minúsculo, pobre, amenazado por los grandes y poderosas potencias que los circundan, (Egipto, Siria, Babilonia), y que frecuentemente no dominan y esclavizan, es un "pueblo peculiar " tan sólo por la cercanía de Yahvé.
- La segunda resalta este esta cercanía de Dios, esta comunión, se aduce, muchas veces en la Biblia, con términos nupciales: Yahvé es el novio o el esposo, Israel es la novia o la esposa; no es raro, desgraciadamente que está traicione al esposo, (según la dolorosa experiencia del profeta Óseas), se muestra adúltera y prostituida, infiel, tal prostitución es usada como imagen de la idolatría, o sea, de la ruptura de la alianza y de la comunión; en este contexto también la novia de los cánticos perdió al esposo, pero por lo menos lo anda buscando con ansias por todo el camino, hasta que lo encuentra. Así, en la perspectiva, ya en el Antiguo Testamento, la comunión, fruto de una alianza con Dios, aceptada y vivida, no es sólo una idea sino un ideal; no es una opción entre otras, sino designio y proyecto de Dios para su pueblo;( designio y proyecto que Él quiere ver realizado y sobre el cuál se muestra exigente y celoso).
Y hay que agregar: en la medida exacta en que el pueblo realiza la comunión con Dios, realice también su comunión como pueblo; y a la inversa, rota la comunión con Dios, se resquebraja también, más o menos gravemente y dramáticamente, la comunión interna del pueblo. Los libros de los grandes profetas de Israel están llenos de oráculos exhortaciones o denuncias, promesas o amenazas, lamentaciones o cantos de júbilo, sobre esas verdades que acabo de evocar. El tema de la doble comunión (que en realidad es una sola) con Dios y Dios o por la gracia de Dios es el tema central de la antigua alianza; en Él se unifica todos los otros temas; por ello se puede decir y que es el tema por excelencia, el más importante, el único gran tema del Antiguo Testamento y de toda la divina escritura. Comunión con Cristo y en Cristo. El mismo tema resurge en el Nuevo Testamento. Resurge con nuevas y originales dimensiones, con nuevas y apropiadas dimensiones, con nuevas y apropiadas resonancias, porque Nueva es también la Alianza en Jesucristo el Mesías, el Hijo de Dios hecho hombre. Ya a partir de las primeras páginas del Nuevo Testamento, y a lo largo de todos sus libros, aparece y se desarrolla el concepto, expresado con dos palabras estrechamente conexas: unidad y comunión (Koinonía).
Sería imposible discurrir exhaustivamente sobre este tema en el marco de una ponencia como esta. Podemos, en un esfuerzo de síntesis, destacar algunos aspectos que, de algún modo, asuman e integren los otros. He aquí estos aspectos:
1) Los Evangelios (sería más exacto decir el evangelio cuadriforme) ponen en evidencia, de modos muy diversos, que Jesús de Nazaret, con mucha más profundidad de la que anunciaban los profetas, que es el Logos "en el principio estaba junto a Dios y era Dios"; y por consiguiente, alguien que vino de Dios, a Dios conduce y a Dios vuelve. Su Vida es una perfecta e indivisible comunión con el Padre: comunión en la oración y en la adoración, señalada por los evangelistas, sobre todo por Lucas. Nadie va al Padre si no es por mí. Él y el Padre son uno y quienes lo escuchan, escuchan al Padre. En ningún momento de su existencia el se separa o aleja del Padre. Su comunión con el Padre es tal que el puede afirmar “quienes me ven, ven al Padre " y " El Padre y Yo somos una sola cosa ".
2) Jesús de Nazaret mantiene una profunda comunión con su pueblo. Como solía decir el notable exegeta Maríe Joseph Lagrange, O.P: Jesús no se hizo hombre, se hizo un hombre; se situó en la historia, y, para empezar, se hizo parte de un pueblo. El vino a unirse a este pueblo, congregándolo en la unidad. Palabras muy fuertes del nuevo testamento afirman que la misión de Jesús, fue ante todo, la de hacer la comunión de su pueblo:
- Al inicio del evangelio de Lucas se dice que el vino a reunirse a los que estaban distantes.
- En el evangelio de Juan, comentando la palabra de Anás: " es necesario que uno muera por toda la gente”. El evangelista comenta que, por ser el Sumo Sacerdote aquel año, Anás estaba profetizando, pues en verdad dice Juan Jesús debía morir para traer a la unidad ( a la comunión) a los hijos de Israel que estaban dispersos.
- El mismo Jesús, en el evangelio de Juan, durante la última cena confía a los apóstoles su testamento de la unidad y desvela que Él quiere que estos sean uno como Él y el Padre lo son.
- San Pablo enseña, en varias ocasiones, que Cristo, por su Cruz reconcilió a los hombres con el Padre y restableció la comunión entre los que estaban cerca y los que estaban lejos.

Un exegeta protestante suizo me hizo a comprender como Jesús reunió a sus apóstoles, hombres muy diferentes entre sí- basta ver a Judas Iscariote y Simón el Celote- (=antirromano) y a Mateo, Pedro y Juan-, en su persona y en acto de devoción y amor a Él: El creo lo comunión entre los apóstoles con miras a la comunión entre los hombres.

- En Jesús y por Jesús sus discípulos se unen en comunión, aunque esto requiere siempre reconciliación. La iglesia misterio de comunión. De ahí sacamos una conclusión respecto a la iglesia; conclusión en dos niveles: 1) la iglesia es, en su misterio de esencial, una comunión. El concilio Vaticano II, ya en las primeras líneas de la Lumen Gentium, toma clara posición: mientras los tratados de eclesiología definen la iglesia como "societas perfecta" y insistían en demostrar que la iglesia se entiende a partir de una comparación con las sociedades "naturales" (grupos, ciudades, naciones) la LG innova al definir (o describir) a la misma Iglesia como comunión en la Fe y el amor, de todos aquellos que se adhieren a Jesús y lo siguen. De esta visión del Vaticano II nació a la obra maestra del Padre (después Cardenal) Jerome Hamer, O.P. "L Eglise est une comunion".
Esa definición cambia toda la noción teológica de la iglesia. Es una " revolución copernica" en la visión de la iglesia. - pero hay algo más en la Lumen Gentium: esta iglesia- comunión es, por definición " Sacramento ", o sea señal e instrumento eficaz de unidad (podemos decir en la comunión) en y para la humanidad o sociedad humana. La Eucaristía y comunión.
Ahora bien- y lleguemos a la conclusión de esta conversación-, en una iglesia que es toda ella, en la riqueza de sus componentes, sacramento de unidad, hay un Sacramento que es de tal modo principio de comunión que se llama " Sacramento de comunión”.
Aquí cabe destacar los dos aspectos fundamentales: 1) la Eucaristía tiene la comunión en lo íntimo de la iglesia. Para eso es importante, que, ante ella, no subsistan ya diferencias de sexo, de color, de cultura, de escoger u otra cualquiera.
Conocí hace muchos años a un " Jocista" (JOC) que me decía: "si en la iglesia yo veo que en la fila de la comunión ésta mi patrón, yo me retiro y me voy, porque no puedo comulgar donde comulga aquel que me oprime”. Me esforcé, pero no se si logre convencerlo de que, de cara a la Eucaristía, no soy yo quien juzgo a mi hermano. Lo que importaba es que el y yo nos dejemos juzgar por la Eucaristía " Sacramento de conversión”. Ante este Sacramento, nadie es más sabio, más rico o más poderoso: sólo todos iguales y, por eso, todos hermanos.

2) Alexis Carrel, medico de Lourdes, escribió una vez "La adoración no cambia las cosas, pero me cambia a mi; y yo, cambiando, a lo mejor puedo cambiar las cosas (el mundo). Quisiera aplicar esto a la eucaristía diciendo: La Eucaristía no crea comunión en el mundo y la humanidad (sobre todo en los que no la reciben), pero crea comunión en la iglesia, la cual se vuelve sacramento de comunión..."

EUCARISTÍA SACRAMENTO DE COMUNION

Primer congreso eucarístico de Maracaibo
Tercera ponencia “Eucaristía Sacramento de Comunión”
+ Exmo. Card. Lucas Moreira Neves. Arzobispo de Salvador de Bahía, Brasil.
Fecha: Viernes, 25 de julio de 1997.

Fragmentos de la ponencia:
(...) "La iglesia misterio de comunión. De ahí sacamos una conclusión respecto a la iglesia; conclusión en dos niveles: 1) la iglesia es, en su misterio de esencial, una comunión. El concilio Vaticano II, ya en las primeras líneas de la Lumen Gentium, toma clara posición: mientras los tratados de eclesiología definen la iglesia como "societas perfecta" y insistían en demostrar que la iglesia se entiende a partir de una comparación con las sociedades "naturales" (grupos, ciudades, naciones) la LG innova al definir (o describir) a la misma Iglesia como comunión en la Fe y el amor, de todos aquellos que se adhieren a Jesús y lo siguen. De esta visión del Vaticano II nació a la obra maestra del Padre (después Cardenal) Jerome Hamer, O.P. "L Eglise est une comunion". Esa definición cambia toda la noción teológica de la iglesia. Es una " revolución copernica" en la visión de la iglesia. - pero hay algo más en la Lumen Gentium: esta iglesia- comunión es, por definición " Sacramento ", o sea señal e instrumento eficaz de unidad (podemos decir en la comunión) en y para la humanidad o sociedad humana. La Eucaristía y comunión. Ahora bien- y lleguemos a la conclusión de esta conversación-, en una iglesia que es toda ella, en la riqueza de sus componentes, sacramento de unidad, hay un Sacramento que es de tal modo principio de comunión que se llama " Sacramento de comunión”. Aquí cabe destacar los dos aspectos fundamentales: 1) la Eucaristía tiene la comunión en lo íntimo de la iglesia. Para eso es importante, que, ante ella, no subsistan ya diferencias de sexo, de color, de cultura, de escoger u otra cualquiera. Conocí hace muchos años a un " Jocista" (JOC) que me decía: "si en la iglesia yo veo que en la fila de la comunión ésta mi patrón, yo me retiro y me voy, porque no puedo comulgar donde comulga aquel que me oprime”. Me esforcé, pero no se si logre convencerlo de que, de cara a la Eucaristía, no soy yo quien juzgo a mi hermano. Lo que importaba es que el y yo nos dejemos juzgar por la Eucaristía " Sacramento de conversión”. Ante este Sacramento, nadie es más sabio, más rico o más poderoso: sólo todos iguales y, por eso, todos hermanos. 2) Alexis Carrel, medico de Lourdes, escribió una vez "La adoración no cambia las cosas, pero me cambia a mi; y yo, cambiando, a lo mejor puedo cambiar las cosas (el mundo). Quisiera aplicar esto a la eucaristía diciendo: La Eucaristía no crea comunión en el mundo y la humanidad (sobre todo en los que no la reciben), pero crea comunión en la iglesia, la cual se vuelve sacramento de comunión; ojala a la iglesia- comunión tenga fuerza para introducir comunión en el mundo y en la humanidad.

LA EUCARISTIA, FUENTE Y CULMEN DE LA VIDA CRISTIANA

Fragmentos de la Ponencia del Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Madariaga. V Arzobispo de Tegucigalpa y Presidente del CELAM. Fecha: jueves, 24 de julio de 1997. En el Primer Congreso Eucarístico de Maracaibo (Venezuela). La Eucaristía como fuente de la vida cristiana: “es fundamentalmente evangelizadora y a su vez se convierte en culmen de la libertad, siendo, por tanto, fuente de la liberación integral…” Monseñor Oscar Rodríguez Madariaga nos dice que como culmen de la vida cristiana personal, cada uno de nosotros tiene una experiencia única, personal e insustituible; que si se mide con plena conciencia y con el máximo fervor en su experiencia plenamente cristofánica y como tal es la más alta culmen para cada uno y que hay que resaltar que esa experiencia es accesible a todo cristiano, desde el niño que tiernamente recibe la primera comunión, hasta el moribundo que se prepara entrar con el viático a la eternidad. Esa experiencia es universal, nos dice Monseñor Rodríguez que a ella puede acceder desde el más linajudo de los nobles, hasta el más pobre de los pobres; desde un científico creyente hasta el más ignorante. Todos sin excepción podemos, si nos preparamos convenientemente, acceder a la comunión eucarística cuya experiencia es personal, insustituible, íntima, profunda, adecuada a cada personalidad y rica en resonancias. Nos dice: “Esta experiencia puede vivirse como culmen de dos formas que mutuamente se complementan: La comunión sacramental y la visita del Santísimo, las cuales pueden prolongarse, si se quiere, mediante la intercesión eucarística permanente de las jaculatorias, hoy en un cierto desuso.” Aspectos que dan sentido a la Eucaristía como culmen de la vida cristiana, explicados por Monseñor Rodríguez Madariaga: La comunión como conciencia de unión personal. Monseñor indica que se puede recibir la Eucaristía fuera de la misa sólo con una causa justa o plausible y el que la pide está pidiendo algo legítimo ya que la Eucaristía es el culmen de su vida cristiana personal. Podríamos comentar que ésta causa justa sería estar enfermo en cama, por ejemplo. La visita al Santísimo: Esta práctica tiene el obstáculo de que los templos tienen que estar cerrados a determinadas horas del día por el inconveniente del peligro de robo y sacrilegio al templo y por la inseguridad personal existente a nivel mundial. Los fieles han abandonado la práctica de la visita aunque pasen frente al templo y éste se encuentre abierto. Este abandono también puede ser consecuencia de que los fieles no conocen el manual de las indulgencias, en la catequesis no se insiste en el valor de la visita al Santísimo Sacramento y no se enseña a los fieles a hacerlas, precisamente porque pocas personas las realizan. Si los católicos no conocemos el valor y la importancia de las visitas a Jesús Eucaristía, cómo podemos enseñar a otros a hacerlas. No se puede dar lo que no se tiene. El que comulga con plena madurez, tomando conciencia de la unión personal con el Señor vive en sí su experiencia única e insustituible e íntima que nadie la puede establecer por él. Comparte Monseñor Rodríguez que la tragedia que tenemos es hacer la comunión algo trivial, es hacerla en forma mecanizada y superficial, sin un discernimiento interior y si tener la más mínima preparación para comulgar. La comunión es para todos nosotros pecadores, miembros del pueblo de Dios; pero eso no significa que vulgaricemos su recepción y la hagamos como un mero acto ritual, similar al de darnos la paz, por ejemplo. “La Eucaristía exige reverencia profunda, intensa, clara. En cambio, no exige acciones espectaculares, ni gestos complicados. La sencillez, el decoro y el respeto son suficientes. El silencio y el canto nos pueden ayudar y deben combinarse con la actitud interior y sobre todo la participación fervorosa” Con la participación plena y conciente, todo el rito eucarístico nos penetra y nos compenetra con el misterio de la comunión. “Excepcionalmente podemos y algunos casos debemos, aceptar el rito de la comunión fuera de la misa, no sólo dentro de una paraliturgia, sino como un acto privado de recepción del Señor, por quien está impedido o con circunstancias que le han impedido asistir al Eucaristía” “Quisiera, por lo tanto hacer una recomendación pastoral: la de revalorar la importancia de la visita al Santísimo como acto personal de Adoración con el Señor y como reconocimiento, en nuestra vida cristiana personal de que la Eucaristía es nuestro culmen. Tenemos que ser creativos e ingeniosos y encontrar fórmulas de construcción o remodelación que nos permita, con todas la seguridades posibles, poder acceder a la posibilidad de realizar la Visita, sobre todo en aquellos templos que durante el día, en nuestras grandes ciudades, tienen gran afluencia de fieles. Asimismo, tenemos que relanzar las antiguas prácticas de la Adoración Perpetua y la adoración nocturna, insistiendo en aspectos que no hemos logrado como la oración infantil y la adoración juvenil. Los grupos de oración y todos los movimientos apostólicos deben revisar su práctica e incluir, en lugar preferentes, esta dimensión de la visita al Santísimo. Si creemos que El está ahí y nos llama, no podemos actuar de otra manera.” Las jaculatorias eucarísticas: “No podemos despreciar la ayuda de estas pequeñas fórmulas, que interiormente, si es el caso, podemos repetir y repetir, avivando en nuestra intimidad la presencia de Cristo en la Eucaristía Es decir: “Bendito, alabado y adorado sea el Santísimo Sacramento del altar” y responder: “bendito y alabado” tiene una densidad y una profundidad mayor que eruditos sermones. Repetir, al momento de la oración post concecratoria de cada una de las dos especies sacramental, la fórmula bíblica del apóstol Santo Tomás: " Señor mío de Dios mío " como suele decirse en el interior del corazón y aún más, puede musitarse, sin que impida después hacer la aclamación litúrgica. La comunión espiritual goza también de indulgencia (Nº 15) y podría ayudar a muchos que canónicamente no pueden recibir el Señor en la Eucaristía. Pongo por ejemplo, a los divorciados, vueltos a casar con matrimonio civil, a conservar su devoción eucarística; enseñándoles a acercarse de ese modo al Señor, sin perder la dimensión eucarística como culmen de su propia vida cristiana. Quiero recordar algunas oraciones Eucarística que tienen también indulgencia y que podemos repetir en cualquier momento, así: " Adoro te devote " en su versión castellana (nº4) “ Alma de Cristo " (no 10) ; el acto de reparación que comienza: “Dulcísimo Jesús” (Nº 26). la oración que transcribe el mismo Concilio y que comienza " Oh sagrado banquete " (No 40) y el "Tantum Ergo" en su versión castellana (no 52). La Eucaristía, la gran experiencia eclesial: La Eucarística no es sólo el culmen de la vida cristiana personal; es y por muchísimas más razones, el culmen de la vida cristiana eclesial, porque toda la actividad de la iglesia gira el alrededor de un profundo reconocimiento de la resurrección de Cristo con sin la cual "vana sería nuestra fe " de acuerdo con San Pablo y ese reconocimiento se corporaliza o se concretiza en la presencia de Cristo en la Eucaristía. La Eucaristía como culmen sacramental. La Eucaristía como la gran celebración sacramental. Todo lo dicho tiene esta conclusión: la celebración sacramental por excelencia, es la celebración eucarística. En la Eucaristía ciertamente el misterio Salvador de Dios resplandece en nuestro Señor Jesucristo el " Sacramento " de la Trinidad y muy parcialmente de la convocación que nos hace el padre celestial. En la Eucaristía resplandece la dimensión encarnacional de la palabra que asume nuestra corporalidad y en la Eucaristía resplandece la dimensión redentora del sacrificio de la cruz. No hay acto más trinitario y más Cristológico; de ahí el valor de las múltiples y diversas doxologías que enriquece la celebración de la Eucaristía. En la Eucaristía resplandece el sentido de la iglesia como Sacramento de Cristo. Nada hay más eclesial que su celebración, de ahí la necesidad de no " privatizar " Las celebraciones eucarística por parte del celebrante; de ahí la necesidad de atacar practicar las normas jurídicas, aprovechando al máximo la riqueza de sus posibilidades, pero dándole adecuadamente y no cimentando, añadiendo, suprimiendo, cambiando el gusto personal. En la Eucaristía reblandece la sacramentalidad de la Iglesia, más que en ninguno de los otros sacramentos, sin que esto signifique detrimento del Bautismo, el cual se plenifica en la Eucaristía. En síntesis la Eucaristía es la gran celebración sacramental. La Eucaristía como centro de la iniciación Cristiana: El rito de la iniciación cristiana de adultos, el llamado RICA señala la centralidad de la Eucaristía en ese proceso y la legalidad pastoral del bautismo de niños nos lleva a valorar cada vez más la preparación conveniente para la primera comunión. Sin que eso signifique un aumento en la edad para recibirla. El niño tan despierto como el de nuestros días con el impacto de los medios de comunicación social, bien puede comprender el valor y sentido de la Eucaristía si esperara edades avanzadas. Las orientaciones de San Pío X siguen siendo válidas y no hay derecho a privar a los niños de su relación personal e íntima con Cristo. Lo que debe al ocuparnos es cómo transmitir a los niños una auténtica devoción al Santísimo Sacramento pero ese posible para los catequistas hábiles que sean ellos mismos devotos de la Eucaristía. La Eucaristía como el camino y el víatico: Hay que urgir el cumplimiento de las normas que impiden acercarnos a la eucaristía con limpieza de corazón y repudio al pecado. Se ha introducido en muchas partes una cierta laxitud que menosprecien el sacramento de la reconciliación. Esto no es válido y la orientación de la Iglesia es muy clara a la luz de los documentos sobre el tema. Falta, eso sí que los sacerdotes valoremos nuestro sacrificio de confesores y que analicemos a nuestros fieles hacia la recepción de la Eucaristía, sin escrúpulo, pero tampoco sin permisividad y complicidad con el pecado. La Eucaristía es para pecadores, es para el camino, es para orientarnos hacia la avidez eterna, de ahí que hay que fomentar una concesión mecánica, si debemos recordar la necesidad de la previa reconciliación cuando hay conciencia de gravedad en el pecado. Por otra parte, la eucaristía no es sólo el culmen de la reconciliación con la cual se recuerda en el llamado rito penitencial inicial, sino que está unida en el rito del viático, no sólo con el sacramento de la reconciliación, sino también con el sacramento de la unción de los enfermos, siendo el culmen de los dos Sacramentos. Por la parte, para la valoración de la unción de los enfermos, cuando se le pueda pastorlamente, conviene administrarse dentro de la Eucaristía y si esto no es posible, conviene que se una al menos con el rito de la comunión, siempre para señalar el sentido de culmen para toda vida cristiana la recepción del señor. La Eucaristía como el lugar de la celebración social: Todos lo sabemos que la administración del Sacramento del orden sagrado se deben realizar dentro de Eucaristía, porque a ella se dirige; asimismo lo conveniente es que la celebración del sacramento del matrimonio normalmente sea tan bien dentro de la Eucaristía, Los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, aunque pueden celebrarse fuera de la eucaristía conviene, si es posible, que se refiera, sobre todo si son colectivos que se realicen dentro del Eucaristía. Más aún, ciertos sacramentales hace conveniente su celebración dentro del Eucaristía, así la exequias, la consagración de vírgenes, la profesión religiosa etc. lo mismo que la celebración de las bodas de plata o de oro de esposos o de religiosos. Todo esto son maneras de indicarnos la centralidad de la Eucaristía y su sentido de culmen en toda la vida Cristiana. La Eucaristía como fuente: Hacemos ahora la segunda y última parte de esta ponencia, que va a ser más breve, por cuanto es en cierta manera corolario. Si la Eucaristía es el culmine la vida cristiana, de ella forzosamente brota más vida cristiana. Necesariamente el culminen es Fontal. Sigo con el triple esquema que acabo de usar en la parte primera y decir algunas pequeñas cosas de la Eucaristía como fuente de la vida cristiana personal, de la vida cristiana eclesial, y de la vida cristiana sacramental. La Eucaristía fuente de la vida cristiana personal: El primero de esos aspectos es el de considerar la Eucaristía como la " gran " devoción del cristiano de dónde proceden todas las demás. La Eucaristía es la fuente de toda vida auténticamente devota. No hay posibilidad de vivir cristianamente a plenitud sin la Eucaristía y de ella brotan, por una parte el amor y el estudio de la sagrada Biblia; por otra la profundización vital del misterio de trinitario, Cristológico y eclesiológico. Ella es de donde dimana la dimensión soteriologica y es la prenda de carácter escatológico que nos ha dado como arras,. A través del ciclo triple dominical, junto con otro ciclo de los tiempos fuertes el ciclo doble ferial y las riquezas del santoral, la eucaristía inunda, por así decir, toda la experiencia de vida cristiana personal; y sumergen, a la que participan activa y permanentemente en ella, en todo lo que el cristianismo significa. Es, sin duda, la fuente, jamás exhausta. La fuente multiforme y riquísima de la vida cristiana. La experiencia Revalorable de la adoración eucarística: Al mismo tiempo, la fontanidad de la Eucaristía para posibilitar la libre, personal, diferente y adecuado unidad de cristiano con el Señor; y el, con el Padre y el Espíritu Santo, se realiza en el coloquio interior de oración y adoración delante del Santísimp y a partir de allí mediante la oración mental, la dedicación, la contemplación y el éxtasis. Nos hacen falta al suficientes místicos y esto deberían existir como lo más natural y normal de la vida Cristiana si esto no se da es porque se ha dejado de beber del mismo Señor, que nos dijo, que sin EL nada podíamos hacer. Por eso con urgencia necesitábamos revalorar la Adoración eucarística para que en esa intimidad brote el nuevo ardor de la nueva evangelización. La relación de esa sanación a partir de la Eucaristía. Nosotros sabemos, por dolorosa experiencia, que nuestra condición de pecadores, aunque radicalmente ha sido vencida en el bautismo, previve en su consecuencia y en la que todos necesitamos sanidad interior. Un gran aporte del movimiento de renovación carismática ha sido precisamente insistir en la necesidad de que todos tenemos la sanidad interior. Lo son los odios y venganzas toda las conscupicencias y todos los pecados causa estragos en nosotros y en la vida eclesial. Ciertamente no surge el cerrarnos; para la fuente de sanidad brota de la Eucaristía. La acción sanado hora del espíritu Santo es la misma acción pneumática, que hacer posible la epíclesis y permite al que recibe el Señor, avanzar en sus transformaciones en su cristificacion. El que comulga, poco a poco, va haciéndose subir el ideal Paulino de no ser uno mismo, sino Cristo que vive sana en nosotros. La " presencia " eucarística en el Sagrario. Si algo hace diferente un templo católico del de otras confesiones cristianas es la "presencia” del Señor en el Sagrario. Esa " presencia " irradia toda actividad a los cristianos que allí se congregan en asamblea. El problema pastoral gravísimo es el de la opacidad de nuestro Sagrario con en el sentido de olvidar y archivar como un mero dato la presencia eucarística del Señor. Sabemos que está ahí pero procedemos como si no estuviera. Tenemos en nuestra comunidad al mismo Señor y no nos preocupamos de ir a donde el y beber de él en nuestra vida interior. Somos de una en consecuencia y de una miopía que debería avergonzarnos. Muchos cristianos se conforman como con un simulacro de genuflexión con una venía a medida y hacemos nuestra la presencia de el y por eso mismo de ella no deriva y no vemos la consecuencia lógica. Somos muchas veces uno miserables pobretones a los pies de un tesoro que está a nuestra disposición. Si queremos que la Eucaristía sea fuente tenemos que revalorar en nuestra vida la experiencia de la presencia de Cristo en el Sagrario. No es que el Señor está sólo necesita de nuestra compañía con es al contrario, que nosotros estamos terriblemente solo y desamparados y lo necesitamos a el. La Eucaristía fuente de la vida eclesial. En este punto quiero resaltar otros cuatro aspectos complementarios: La Eucaristía como fuente de evangelización: El gran aporte del congreso eucarístico de Sevilla es éste, sobre todo por el punto que se refiera a los requisitos para dejarlo pasar la riqueza evangelizadora de la celebración eucarística. Ellos son dos, de acuerdo con el cardenal Martini: 1. Educar a nuestros fieles en los diferentes lenguajes de la celebración eucarística bíblico, eucológico, ritual, simbólico, gestual, y icónico etc): Educar en la participación para que se establezca una verdadera cooperación ministerial madura, amplia y pluralista. La evangelización brota del Eucaristía dentro de un triple proceso que comienza con las catequesis, entendida como evangelización para la Eucaristía; continua en la celebración, entendida como la realización dentro del Eucaristía y concluye en el compromiso, entendido como la agilización de pues de la Eucaristía. El contenido evangelizador brota de lo carestía es, en primer lugar la manifestación del misterio trinitario; para seguir inmediatamente la manifestación de la liberación pascua al; pasando por la dimensión sacrificios al redentora; todo lo cual consolida la unidad eclesial; exige, celebra idealiza la reconciliación; aumenta el convivio para perla justicia y de aliento a la admisión celestial, " fuente y fuerza para la misión ", de acuerdo con la encíclica "Redempotris Misio " de Juan Pablo II. La Eucaristía de dónde brota la unidad de la iglesia. La división de la Iglesia es el gran obstáculo. "No obstante esta limitación la iglesia se siente obligada a celebrar constantemente la Eucaristía, porque en ella encuentra el mismo tiempo su identidad y su verdad, su anuncio de unidad y de su denuncia profética de división, así como también su posibilidad de edificación en la comunión eclesial con ella. El Cuerpo eclesial y cuerpo carismático aparecen vinculados en el nuevo testamento. Eucaristía y comunión eclesial se exige y corresponden mutuamente. Esta unidad confesada y celebrara clama por una realización más plena y ecuménica. En la que la Eucaristía sea en verdad el lugar de comunión y edificación de todos en el mismo cuerpo de Cristo. La Eucaristía como fuente de liberación. El congreso eucarístico internacional que se realizó hace un mes en Wroclaw va a insistir en esta dimensión, partiendo de la dura experiencia vivida en la iglesia de Europa oriental durante el largo régimen comunista, sucesor en muchos de esos países de la dictadura nazi. La Eucaristía nos hace libres porque en Cristo ha querido conservarse en ella como nuestro redentor liberador. Cristo se nos ofrece libremente en el pan eucarístico y el anunciar la eucaristía signifique evangelizar la libertad. La adoración eucarística y valoración por la libertad. En la adoración eucarística se encuentran dos libertades, la infinita de Dios en Cristo que se ofrece asimismo y la finitud del hombre que se acerca. Delante del Santísimo se puede realizar este encuentro esencial con Cristo, " por encima de la apariencia y de la superficialidad en la que a veces vivimos". Para nosotros en América latina tiene una especial resonancia este aspecto, porque la auténtica teología de la liberación, querida y estimulada por el Santo padre en sus Cartas a los episcopados de Brasil y de Perú, y desarrollada de acuerdo con las dos instrucciones de la congregación de la Doctrina de la Fe, siempre entiende que es de la Eucaristía dónde brota la liberación integral. La importancia de la " Statio Orbis" (Los C.E.I) Concluyo esta parte, señalando que la Iglesia cada cuatro años profundiza la fontanidad de la eucaristía con los congresos eucarístico internacionales. Este es un proceso de continuo "Aggiornamento" y permite enriquecernos con el estudio de diversos aspectos de la eucaristía. Cada "Statio Orbis", permite reconocer el sentido de la Eucaristía y debe iluminar con el esplendor de la verdad eucarística a todas las naciones de la tierra y especialmente las de nuestra América latina. Nos permite a todos vivir el sentido de la verdadera catolicidad y poco a poco también la ecumenicidad. La Eucaristía fuente de la vida sacramental. Ahora para concluir, sólo quiero señalar, a manera de síntesis dos grandes aspiraciones, que no puede explicar, porque sería repetir. Ellas son: La Eucaristía como el " gran " Sacramento eclesial. No hay nada que pueda compararse con la carestía, en ella se concentra la dimensión sacramental, es decir salvadora de la iglesia. Así como Cristo es el sacramento del padre, la Iglesia es el Sacramento de Cristo, la eucaristía es el sacramento de la iglesia y en relación con ella todo lo sacramentos tienen su más profundo significado, por eso la eucaristía es el " gran " Sacramento, el Santísimo Sacramento. La Eucaristía como fuente de la mistagogia sacramental. Es el la Eucaristía en donde se pueden " gozar " profundamente el misterio. Tenemos que aprender mucho de los venerables mitos orientales unidos a Roma sobre la eucaristía como fuente de la mistagogia sacramental y el tiempo de pascua especialmente para profundizar en este aspecto. Conclusión. Voy a terminar con dos jaculatorias dirigidas al Santísimo Sacramento " mi dulce amor y Consuelo, quien te amara tanto de amor muriera " y " bendito, alabado y adorado sea el Santísimo Sacramento del altar".