sábado, 22 de julio de 2017

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jueves, 20 de julio de 2017

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Jornada de Ayuno y Oración por Venezuela. 21 de julio de 2017


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 21 DE JULIO DE 2017
XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Ex II, 10-12, 14; Sal 115: Mt 12, 1-8

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 36, 30-31

La boca del justo proclama la sabiduría, y su lengua manifiesta lo que es verdadero. Porque la ley de su Dios está en su corazón.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas diste a san Lorenzo de Brindis, presbítero, un espíritu de consejo y fortaleza, concédenos, en ese mismo espíritu, conocer lo que debemos hacer y, conociéndolo, llevarlo a cabo, por su intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Al atardecer inmolarán un cordero. —Yo veré su sangre y pasaré de largo.

Del libro del Éxodo: 11, 10-12, 14

En aquellos días, Moisés y Aarón hicieron muchos prodigios ante el faraón, pero el Señor endureció el corazón del faraón, que no dejó salir de su país a los hijos de Israel. El Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: "Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principal del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez de este mes tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel, lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. No comerán el cordero crudo o cocido, sino asado; lo comerán todo, también la cabeza, las patas y las entrañas. No dejarán nada de él para la mañana; lo que sobre lo quemarán. Y comerán así: Con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua' ".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 115 122-13. 15.16be. 17-18

R/. Cumpliré mis promesas al Señor.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 10, 27
R/. Aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.

EVANGELIO

El Hijo del hombre también es dueño del sábado.

Del santo Evangelio según san Mateo: 12, 1-8
Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con Él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: "Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado". Él les contestó: "¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes? ¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo. Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado". 

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que te agrade, Dios nuestro, el sacrificio que alegres te presentamos en la fiesta de san Lorenzo de Brindis, por cuyas enseñanzas te alabamos y nos entregamos enteramente a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 1, 2-3

El que día y noche medita la ley del Señor, al debido tiempo dará su fruto.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

A quienes alimentas con Cristo, pan de vida, instrúyenos, Señor, por Cristo, verdadero maestro, para que en la festividad de san Lorenzo de Brindis, aprendamos tu verdad y la llevemos a la práctica en la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Ex. 11, 10-12, 14. Preparados para emprender el camino hacia la tierra prometida: con la túnica ceñida, sandalias en los pies y un bastón en la mano para apoyarse. Hay que partir. Llegó la hora de la liberación de la esclavitud. Dios irá delante de su pueblo hasta introducirlo en la tierra prometida. Pero antes, Dios los librará de la muerte que se cernirá en Egipto sobre los primogénitos de todos los habitantes de esa tierra que no quiso dejar partir al Pueblo de Dios. Morirán los hijos primogénitos de todos: desde el primogénito del Faraón hasta el del último de los esclavos, e incluso los primogénitos de los animales.
La sangre de un cordero, inmolado antes de partir, sangre con que se rociarán las dos jambas y el dintel de la casa de los Israelitas, librará de la muerte a quienes permanezcan en el interior de la misma. Esa sangre en las puertas no es un amuleto de defensa; es el signo de que los habitantes de esa casa le pertenecen al Señor y han hecho un sacrificio de comunión entre Dios y ellos. Por eso el Señor librará a quienes le pertenecen.
Jesús, mediante su sangre derramada como la del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, nos ha liberado de nuestras esclavitudes al pecado y nos ha dado vida eterna.
La participación en su Memorial no es para que nos vaya bien en el día; es porque queremos entrar en Comunión de Vida con Él. Así ya no viviremos bajo la ira, sino bajo la misericordia de Dios, ante quien la sangre de Cristo clama como defensa y salvación nuestra.

Sal. 116 (114-115). Dios nos ama y a quienes nos hemos dejado amar por Él nos ve como a sus amigos y sus hijos muy amados en quienes Él se complace. Él no quiere la muerte de sus amigos; cuando claman al Señor Él acude para librarlos, incluso, de la muerte.
Por eso envió a su propio Hijo, para darle solución al problema de la muerte de los suyos y abrirlos a la esperanza de una vida eterna. Ante esta gran bondad y misericordia que el Señor nos ha tenido, nosotros volvemos hacia Él la mirada y le damos gracias desde lo más profundo de nuestro corazón; nuestro culto es una muestra de esa gratitud. Pero vamos más allá del culto y le damos gracias con una vida fiel en la escucha y en la puesta en práctica de sus enseñanzas.
Dios, así, ve en nosotros a sus hijos que no sólo confían en Él, sino que le son fieles en todo y en todas las circunstancia de la vida.

Mt. 12, 1-8. No podemos pensar que somos gratos a Dios únicamente cuando cumplimos la Ley, sus mandatos, su Palabra lo más exactamente posible. Ni siquiera lo somos cuando acudimos a la celebración litúrgica con la debida frecuencia o en los días que nos ha pedido la Iglesia.
Católicos con una fe rancia por su fidelidad tradicional, pero faltos de proyección en la vida diaria. Pensar ser gratos a Dios por el culto y olvidarse de la misericordia, del testimonio de amor hacia el prójimo en la vida diaria; eso no puede recibir el nombre de una fe auténtica.
Muchos hay que, incluso en el día del Señor deben trabajar para tener un mendrugo de pan para ellos y para sus hijos ¿los condenaremos como personas no gratas a Dios? ¿No serán más bien personas no gratas a Dios aquellos que compran al pobre por un par de sandalias y que son los causantes de millones de hambrientos en el mundo, aun cuando después acudan puntuales al templo?
La misericordia que quiere el Señor es que le demos una solución real al sufrimiento, al hambre, a la desnudez de nuestro prójimo. Ojalá y no seamos sordos a la voz del Señor que clama a nosotros desde los pobres.
En esta Eucaristía reconocemos al Señor como hermano y amigo nuestro porque, sin distinción de razas ni condiciones sociales, parte su pan para nosotros. Este es el gesto que nos hace contemplarlo como el Dios misericordioso cercano a nosotros. A partir de nuestro encuentro con Él nosotros hacemos nuestro el compromiso de continuar haciéndolo presente en medio de nuestros hermanos, que sufren a causa de infinidad de situaciones que les han complicado la vida y que los han puesto al borde de la desesperación.
Si nuestra Iglesia no da una respuesta de fe, de esperanza y de amor hacia nuestros hermanos que sufren, quiere decir que no ha crecido en torno a la Eucaristía como un serio compromiso de amor que se traduce en servicio, en partir el pan con el hambriento como el Señor lo hace con nosotros; una Eucaristía vivida sólo como un cumplimiento arrastrado por una tradición que no nos dice nada respecto a una fe que necesita traducirse en obras no puede llamarse un verdadero acto de amor al Señor.
Por eso meditemos en aquellas palabras que Dios nos dirige por medio del profeta Isaías: Lo que yo quiero es esto: que sueltes las cadenas injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las opresiones, que compartas tu pan con el hambriento, que hospedes a los pobres sin techo, que proporciones ropas al desnudo y que no te desentiendas de tus semejantes. Entonces brillará tu luz como la aurora y tus heridas sanarán en seguida, tu recto proceder caminará ante ti y te seguirá la gloria del Señor. Entonces invocarás al Señor y Él te responderá, pedirás auxilio y te dirá: Aquí estoy.
Nosotros, como los Israelitas celebraron la Pascua, participamos del Misterio Pascual de Cristo, prefigurado en aquel Memorial del Pueblo de la Primera Alianza. En esta Cena, Memorial del Misterio Pascual de Cristo, en que se ofrece el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, debemos estar prontos a caminar para dar testimonio de que en verdad hemos sido liberados de la esclavitud de la maldad y que, hechos criaturas nuevas en Cristo, somos portadores de la bondad y de la misericordia divinas en favor de todos nuestros hermanos.
Roguémosle a nuestro Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de amar a nuestro prójimo como nosotros hemos sido amados por Dios, que entregó su vida por nosotros y que espera que hagamos nosotros lo mismo, especialmente por aquellos que viven más desprotegidos y marginados; entonces en verdad seremos un signo del amor misericordioso que Dios nos ha manifestado en su Hijo Jesús. Amén.

Homilia catolica.-

Liturgia de las horas: 20 DE JULIO JUEVES XV DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 20 DE JULIO JUEVES XV DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor ...

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 20 DE JULIO DE 2017
XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Ex 3, 13-20;Sal 104; Mt 11, 28-30


ANTÍFONA DE ENTRADA

Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme.

ORACIÓN COLECTA

Dirige a tus fieles, Señor, por el camino de la salvación eterna, que el obispo san Apolinar mostró con sus enseñanzas y su martirio, y haz que, por su intercesión, de tal manera perseveremos en la observancia de tus mandamientos, que merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Mi nombre es "Yo-soy". —"Yo-soy" me envía a ustedes.

Del libro del Éxodo: 3, 13-20

En aquel tiempo, Moisés [después de oír la voz del Señor en medio de la zarza] le dijo: "Está bien. Me presentaré a los hijos de Israel y les diré: 'El Dios de sus padres me envía a ustedes'; pero cuando me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les voy a responder?"
Dios le contestó a Moisés: "Mi nombre es Yo-soy"; y añadió: "Esto les dirás a los israelitas: 'Yo-soy me envía a ustedes'. También les dirás: 'El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes. Éste es mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en generación'.
Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: 'Yo he venido a ustedes porque he visto cómo los maltratan en Egipto. He decidido sacarlos de la esclavitud de Egipto para llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, perezeos, jiveos y yebuseos, a una tierra que mana leche y miel'. Los ancianos de Israel escucharán tu voz y tú irás con ellos a ver al faraón y le dirán: 'El Señor, el Dios de los hebreos, se nos ha aparecido. Permítenos caminar tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios'.
Ya sé que el faraón no los dejará ir, si no se ve obligado. Por eso yo extenderé mi brazo y azotaré a los egipcios con toda clase de males, y finalmente el faraón los dejará salir". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 104, 1.5 8-9. 24-25. 26-27

R/. El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R/.
Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R/.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo, más poderoso que sus enemigos. A éstos les endureció el corazón para que odiaran a su pueblo y le pusieran asechanzas a sus siervos. R/.
Pero envió a su siervo, Moisés, y a Aarón, su elegido, a que hicieran contra ellos sus señales anunciadas, sus prodigios en la tierra de Egipto. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 11, 28
R/. Aleluya, aleluya.

Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio, dice el Señor. R/.

EVANGELIO

Soy manso y humilde de corazón.

Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".

 Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica, Señor, con tu bendición, los dones que te presentamos, para que, por tu gracia, nos inflamen en aquel fuego de tu amor con el que san Apolinar venció en su cuerpo todos los tormentos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 16, 24

El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que el santo sacramento que recibimos, Señor, nos comunique aquella fortaleza de espíritu que hizo a tu mártir san Apolinar fiel en tu servicio y victorioso en su pasión. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Misa votiva Del Santísimo Nombre De Jesús

MR, p. 1120 (1165)/ Lecc. 11, p. 571

ANTÍFONA DE ENTRADA Flp 2, 10-11

Que al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

ORACIÓN COLECTA

A quienes veneramos el santísimo nombre de Jesús, concede, Señor, en tu bondad, que, disfrutando en esta vida de su dulzura, nos llenemos de gozo en la patria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dígnate, Padre todopoderoso, aceptar nuestros dones en el nombre de Jesús, en el cual confiamos firmemente que obtendremos cuanto pidamos, conforme a la promesa bondadosa hecha por tu mismo Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Hch 4, 12

No hay otro nombre bajo el cielo que pueda salvarnos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, por tu misericordia, que en estos sagrados misterios honremos con digno homenaje al Señor Jesús, ante cuyo nombre quisiste que toda rodilla se doble y por el que todos los hombres encuentren la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Ex. 3, 13-20. YO SOY (YHWH), el Dios de nuestros Padres Abraham, Isaac y Jacob, ordena a Moisés liberar al pueblo de Israel de su esclavitud en Egipto. Dios indica: He visto cómo los maltratan y he decidido sacarlos de la esclavitud y llevarlos a la tierra que prometí a sus padres. Así se hará. Moisés actuará no en nombre propio, sino en nombre de Dios. El Señor le comunicará su mismo Espíritu. En Moisés Dios hablará con el Faraón para pedirle que deje salir a su pueblo; en Moisés Dios castigará a los Egipcios por su obstinación en no hacer la voluntad que Dios les manifestaba por medio de su Siervo; En Moisés Dios caminará delante de su pueblo hacia la tierra prometida. Moisés, nadie tan humilde como Él.
Para nosotros, Dios, en Cristo, se nos ha acercado y nos ha salvado y va delante de nosotros hacia la Casa del Padre Dios. Ojalá escuchemos hoy su voz y no endurezcamos nuestro corazón; sólo así nos veremos libres de cualquier castigo que pudiera venirse sobre nosotros a causa de nuestras rebeldías.

Sal. 105 (104). Dios jamás se olvida de nosotros. Él tiene su plan de salvación sobre cada uno de nosotros y sobre la humanidad entera.
Llegado el momento cada uno debe cumplir con la misión que se le esté confiando. Decir no a Dios no es tanto frustrar sus proyectos, es entrar en la rebeldía que nos lleva a vivir despojados, desnudos de Dios y lejos de su presencia, embotados en nuestras imaginaciones y en nuestros proyectos sin el verdadero horizonte del amor que nos une como hermanos y nos salva.
Pidámosle al Señor que nos permita tener un corazón noble, abierto a escuchar su palabra y a ponerla en práctica, pudiendo, así, convertirnos en colaboradores del Reino de Dios en nuestro tiempo.

Mt. 11, 28-30. No sólo hemos de buscar a Jesús para que nos dé alivio ante la infinidad de cosas que nos aquejan. Él cargó sobre sí nuestras miserias, e hizo suyos nuestros dolores y sufrimientos. Por sus llagas hemos sido curados.
También lo hemos de buscar para estar con Él y, tomando sobre nosotros su yugo, y yendo a la par que Él, aprendamos a ser mansos y humildes de corazón.
La mansedumbre, que nos hace ser suaves, apacibles, capaces de saber escuchar y vivir, capaces de ser testigos por la experiencia de vivir con el Señor, experiencia que nos da seguridad en el caminar y que nos vuelve capaces de ir delante por nuestro ejemplo; delante como va Cristo, testigo del amor del Padre entre nosotros.
La humildad nos hace reconocer nuestra propia realidad y ocupar el lugar que en verdad tenemos en la vida. Entonces reconoceremos que el Camino es Cristo; que nosotros vamos con Él; que sin Él, sin su ayuda y sin su Palabra que nos guía, nosotros iríamos como los ciegos, sin un rumbo bien definido en cuanto a la realización del bien.
El humilde sabe escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica; entonces el Señor hará grandes cosas por medio de esa persona.
En esta Eucaristía el Señor nos llama para que vivamos unidos a Él. Él quiere hacernos partícipes de su mismo Espíritu.
Aceptarlo con nosotros no puede ser como una luz encendida y escondida bajo nuestros miedos. Quien tiene a Dios consigo recibe la misión de convertirse en luz que ilumine el camino de todos los que entren en contacto con él.
Hemos venido en este día ante el Señor para aprender de Él la mansedumbre y la humildad a la par que muchas otras cosas, como el amar a nuestro prójimo hasta el extremo como el Señor nos ha amado a nosotros.
Por eso, vivir unidos a Cristo significa convertirnos en portadores de su amor por medio de nuestras obras, de nuestras palabras y de nuestra vida misma.
Quien vive unido por el mismo yugo con Cristo, debe aprender de Él a hacer suyas las fatigas y los agobios de los demás para aliviarles la carga. Quien cree en Cristo, por tanto, no puede convertirse en una carga de dolor, de opresión y de muerte para quienes ya de por sí viven angustiados por una existencia que los ha tratado mal.
Al igual que Cristo y, unidos a Él, debemos ser los primeros en implementar acciones que en verdad ayuden a que los más desprotegidos y débiles sientan, desde nosotros, la mano amorosa y misericordiosa de Dios, que se les acerca para manifestarles su amor. Dios nos ha llamado para ser signos de su acción que libera de la opresión a quienes, convertidos en signo del maligno, destruyen, oprimen, roban, asesinan a su prójimo.
¿Nos quedaremos con los brazos cruzados contemplando el mal en el mundo mientras nosotros, llenos del amor, de la luz, de la paz de Dios nos quedamos con una vida de piedad personal pero estéril en cuanto al fruto que se espera de nosotros para que, al gustarlo quienes viven en situaciones difíciles, tengan vida y la tengan en abundancia? Esta es la misión que el Señor nos confía; ojalá y no endurezcamos nuestro corazón, ni seamos sordos a su voz.
Roguémosle al Señor que nos conceda por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de proclamar el Nombre del Señor y de que, unidos a Cristo, vayamos por delante dando ejemplo con la entrega de nuestra propia vida en favor de aquellos que necesitan la manifestación del Rostro amoroso y misericordioso de Dios por medio de quienes decimos creer en Él. Amén.

Homilia catolica.-

miércoles, 19 de julio de 2017


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIÉRCOLES 19 DE JULIO DE 2017
XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Ex 3, 1-6. 9-12;Sal 102; Mt 11, 25-27





ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Os 2, 21-22

El Señor se desposó con ella para siempre en la fidelidad y en la misericordia.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que concediste a la beata María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco la gracia de imitar a Cristo pobre y humilde, concédenos, por su intercesión, caminar con fidelidad, viviendo nuestra propia vocación, para que logremos alcanzar la perfección que nos has propuesto en tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Se le apareció el Señor en una llama que salía de un zarzal.

Del libro del Éxodo: 3, 1-6. 9-12

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro, Jetró, sacerdote de Madián. En cierta ocasión llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, el monte de Dios, y el Señor se le apareció en una llama que salía de un zarzal. Moisés observó con gran asombro que la zarza ardía sin consumirse y se dijo: "Voy a ver de cerca esa cosa tan extraña, por qué la zarza no se quema".
Viendo el Señor que Moisés se había desviado para mirar, lo llamó desde la zarza: "¡Moisés, Moisés!" El respondió: "Aquí estoy". Le dijo Dios: "¡No te acerques!
Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas es tierra sagrada". Y añadió: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob".
Entonces Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Pero el Señor le dijo: "El clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los oprimen los egipcios. Ahora, ve a ver al faraón, porque yo te envío para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel".
Moisés le dijo entonces a Dios: "¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?" El Señor respondió: "Yo estaré contigo y ésta será la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, ustedes darán culto a Dios en este monte".

Palabra de Dios. 
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 102, 1-2. 3-4. 6-7

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. R/.
El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; Él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. R/.
El Señor hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad, y sus prodigios al pueblo de Israel. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.

EVANGELIO

Escondiste estas cosas a los sabios y las revelaste a la gente sencilla.

Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 25-27

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dios misericordioso, que, despojando a la beata María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco del hombre viejo, te dignaste formar en ella un hombre nuevo conforme a tu imagen, concédenos, propicio, que nosotros, igualmente renovados, te ofrezcamos este sacrificio de reconciliación, agradable a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Lam 3, 24-25

El Señor es la parte que me ha tocado en herencia, y buscarlo es mi mayor bien.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Por la eficacia de este sacramento, te rogamos, Señor, que, a ejemplo de la beata María Vicenta de Santa Dorotea Chávez Orozco, nos conduzcas siempre por el camino de tu amor, y que la obra buena que empezaste en nosotros, la perfecciones, hasta el día en que se manifieste Jesucristo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

MR p. 1071 (1117) / Lecc. II, p. 566

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 66, 2-3

Que Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, vuelva sus ojos a nosotros, para que conozcamos en la tierra tus caminos y los pueblos tu obra salvadora.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, mira la abundancia de tu mies y dígnate enviarle trabajadores, para que tu Evangelio sea anunciado a toda creatura y tu pueblo, congregado por la palabra de vida y sostenido con la fuerza de los sacramentos, avance por el camino de la salvación y de la caridad. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:

Dios nuestro, que enviaste a tu Hijo al mundo como luz verdadera, derrama el Espíritu prometido por ti, que siembre sin cesar la semilla de la verdad en los corazones de los hombres y suscite en ellos la obediencia a la fe, para que todos los renacidos a una vida nueva por el bautismo, merezcan entrar a formar parte de tu único pueblo. Por nuestro Señor Jesucristo...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, el rostro de tu Ungido, que se entregó a sí mismo en redención por todos, para que, por él, tu nombre sea glorificado en todas las naciones, y en todo lugar se ofrezca un único sacrificio a tu majestad, desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Mt 28, 20

Enseñen a todos los pueblos a cumplir lo que les he mandado, dice el Señor. Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que, alimentados con el don de nuestra redención, este auxilio de salvación eterna afiance siempre nuestra fe en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.



REFLEXIÓN
Ex. 3, 1-6. 9-12. Dios, por medio de Moisés, va a cumplir la promesa hecha a sus antiguos padres. Moisés se encuentra como un autodesterrado, lejos de las insidias del Faraón, que quiere acabar con él por haber asesinado a un ciudadano egipcio.
Cuando el hombre es débil, entonces se manifiesta el poder de Dios. Y el Señor llama a Moisés para confiarle la misión de liberar al Pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, y conducirlo hacia la tierra prometida. Moisés ve la grande y grave responsabilidad de la misión que el Señor trata de confiarle y pregunta: ¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel? Pero Moisés no se daba cuenta de que Dios sería quien llevaría a cabo esa liberación; a Moisés sólo le correspondería estar atento a Dios y cumplir con su voluntad. Nuevamente un acto de fe en Dios, a pesar de saberse poca cosa, será lo que hará de Moisés un gran amigo de Dios capaz de contemplar su rostro y ser escuchado por el Señor cuando tenga que interceder por el pueblo rebelde.
No somos nosotros; es el Señor quien actúa por medio nuestro; no nosotros, sino la gracia de Dios con nosotros. Jamás tengamos miedo ante aquello que Dios nos pida, pues no hemos de confiar en nuestras fuerzas, sino en Aquel que siempre estará con nosotros.

Sal. 103 (102). A pesar de nuestras grandes ofensas, Dios siempre está dispuesto a manifestársenos como un Padre lleno de misericordia. Él nos ha creado por amor y nos ha entregado a su propio Hijo, el cual no ha venido a condenarnos, sino a salvarnos, ya que el Hijo Encarnado no está dispuesto a perder nada de lo que el Padre Dios le ha confiado.
Moisés fue testigo de la bondad de Dios y el Pueblo de Israel contempló sus prodigios. Dios no sólo nos habla con un lenguaje de amor, sino que sus obras manifiestan su cercanía a nosotros como un amigo que nos colma de amor y de ternura.
A nosotros corresponde reconocer que no le hemos sido fieles en todo; saber pedirle perdón; iniciar un camino nuevo, guiados por el Espíritu de Dios; y , finalmente, dejarnos amar por el Señor para que Él pueda, en verdad, hacer su obra de salvación en nosotros.

Mt. 11, 25-27. No es en la sabiduría humana, ni en las riquezas temporales donde la Iglesia de Cristo adquiere su firmeza. Jesús agradece a su Padre Dios el que hayan sido los sencillos los escogidos por el mismo Padre para recibir la revelación que nos viene de Él.
El Hijo unigénito, hecho uno de nosotros, escogió lo que el mundo había despreciado, para manifestar ahí el poder amoroso, misericordioso y salvador de Dios. Él ha caminado con los pecadores y los pobres para remediar sus males, para cargarlos sobre sí mismo y redimirlos y darnos nueva vida.
En Jesús tenemos la esperanza colmada de nuestras aspiraciones, pues creyendo en Él tenemos nueva vida y el camino abierto hacia una realización más plena de nuestro ser, llamado a entrar en comunión con el mismo Dios.
En la Eucaristía, que hoy celebramos, el Señor nos ha reunido sin marginar a quienes viven en pobreza, o incluso en grandes pecados que hayan deteriorado, no sólo su organismo, sino su vida interior.
No por ser personas sin pecado, sino sólo por su amor lleno de misericordia, el Señor nos ha reunido en torno suyo para decirnos y manifestarnos cuánto nos ama. Por y para nosotros entrega su vida en este Memorial de su Pascua. Si nuestra presencia es sencilla, con el corazón abierto para que su Palabra llegue a nosotros y rinda fruto abundante, entonces iremos, renovados por su Gracia, a darle un nuevo rumbo a nuestra vida personal, a nuestra vida familiar, laboral y social.
No podemos buscar a Dios con una mente y un corazón orgullosos. Dios se esconde de los pagados de sí mismos y se revela a quienes le buscan con un corazón humilde y sincero.
No buscamos a Dios para gritar a los cuatro vientos que somos maestros de aquello que hemos descubierto. Buscamos a Dios para entrar en amistad con Él, para escuchar su Palabra y ponerla en práctica, para dejarnos guiar por su Espíritu, a quien le damos alojo en nuestra propia vida.
El mundo no necesita una Iglesia que sólo tenga conocimientos, interpretaciones muy sublimes de la Escritura, necesita testigos que continúen la obra de salvación de Jesús que, hoy, por medio de su Iglesia, sigue caminando entre los que sufren para reconfortarlos; entre los pecadores para llamarlos a la conversión, perdonarlos y unirlos con Dios; entre los pobres para socorrerlos; entre los desvalidos, para darles voz en favor de sus derechos fundamentales.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la capacidad de poder caminar con sencillez en la presencia de Dios, guiados únicamente por su Espíritu y aprender a estar al servicio de la salvación de nuestros hermanos. Amén.

Homilia  catolica.-


El Santo del Dia: 19 DE JULIO SAN SÍMACO PAPA

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Liturgia de las horas: 19 DE JULIO MIÉRCOLES XV DEL T. ORDINARIO

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martes, 18 de julio de 2017

El Santo del Dia: 18 DE JULIO SAN FEDERICO DE UTRECHT OBISPO

El Santo del Dia: 18 DE JULIO SAN FEDERICO DE UTRECHT OBISPO: SAN FEDERICO DE UTRECHT OBISPO PALABRA DE DIOS DIARIA En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obi...

Liturgia de las horas: 18 DE JULIO MARTES XV DEL T. ORDINARIO

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LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MARTES 18 DE JULIO DE 2017
XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Ex 2, 1-15; Sal 68: Mt 11, 20-24



ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 16, 6. 8

Te invoco, Dios mío, porque tú me respondes; inclina tu oído y escucha mis palabras. Cuídame, Señor, como a la niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, haz que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Le puso por nombre Moisés, porque fue sacado del agua. —Cuando Moisés creció, fue a visitar a sus hermanos.

Del libro del Éxodo: 2, 1-15

En aquellos días, un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de su misma tribu. La mujer concibió y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido tres meses. Pero como ya no podía ocultarlo por más tiempo, tomó una canastilla de mimbre, la embadurnó con betún y con brea, metió en ella al niño y la dejó entre los juncos, a la orilla del río. Entre tanto, la hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver lo que sucedía.
Bajó la hija del faraón a bañarse en el río, y mientras sus doncellas se paseaban por la orilla, vio la canastilla entre los juncos y envió a una criada para que se la trajera. La abrió y encontró en ella un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: "Es un niño hebreo". Entonces se acercó la hermana del niño y le dijo a la hija del faraón: "¿Quieres que vaya a llamar a una nodriza hebrea para que te críe al niño?" La hija del faraón le dijo que sí. Entonces la joven fue a llamar a la madre del niño. La hija del faraón le dijo a ésta: "Toma a este niño; críamelo y yo te pagaré". Tomó la mujer al niño y lo crió.
El niño creció y ella se lo llevó entonces a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, que significa: "De las aguas lo he sacado".
Cuando Moisés creció, fue a visitar a sus hermanos y se dio cuenta de sus penosos trabajos; vio también cómo un egipcio maltrataba a uno de sus hermanos hebreos. Entonces Moisés miró para todas partes, no vio a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio que dos hebreos se estaban peleando. Le dijo entonces al culpable: "¿Por qué le pegas a tu compañero?". Pero él le contestó: "¿Quién te ha nombrado jefe y juez de nosotros? ¿Acaso piensas matarme como al egipcio?" Lleno de temor, Moisés pensó: "Sin duda que ya todo el mundo lo sabe". Se enteró el faraón de lo sucedido y buscó a Moisés para matarlo, pero él huyó lejos del faraón y se fue a vivir al país de Madián. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 68, 3.14. 30-31. 33-34.

R/. Busquen al Señor y vivirán.

Me estoy hundiendo en un lodo profundo y no puedo apoyar los pies; he llegado hasta el fondo de las aguas y me arrastra la corriente. R/.
A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro. R/.
Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre; proclamaré tu gloria, agradecido. R/.
Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.



ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO cfr. Sal 94, 8
R/. Aleluya, aleluya.

Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón". R/.

EVANGELIO

El día del juicio será menos riguroso para Tiro, Sidón y Sodoma que para otras ciudades.

Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 20-24

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades que habían visto sus numerosos milagros, por no haberse arrepentido. Les decía:
"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el día del juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizás estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el día del juicio para Sodoma que para ti".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, el don de poderte servir con libertad de espíritu, para que, por la acción purificadora de tu gracia, los mismos misterios que celebremos nos limpien de toda culpa. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 32, 18-19

Los ojos del Señor están puestos en sus hijos, en los que esperan en su misericordia; para librarlos de la muerte, y reanimarlos en tiempo de hambre.

O bien: Mc 10, 45

El Hijo del hombre ha venido a dar su vida como rescate por la humanidad, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que la frecuente recepción de estos dones celestiales produzca fruto en nosotros y nos ayude a aprovechar los bienes temporales y alcanzar con sabiduría los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


REFLEXIÓN

Ex. 2, 1-15. Al principio, el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas; entonces se inicia la creación que Dios hace por amor. Para librarse del diluvio, Noé por orden de Dios, construye un arca y la recubre con brea por dentro y por fuera. El inicio de la liberación de los Israelitas tiene lugar con la liberación de las aguas de un niño hebreo, que había sido colocado en una cestilla, cubierta de betún y brea. El mismo pueblo de Israel quedará libre de la esclavitud en Egipto pasando por en medio de las aguas del Mar de las Cañas o Mar Rojo. Dios nos ha salvado de la esclavitud del pecado mediante la Sangre de su Hijo. Esa Salvación se hace nuestra mediante nuestra fe en Jesús y el Bautismo en Agua recibido en su nombre.
Dios quiere que todos se salven; y así como escogió a Moisés para liberar a su Pueblo de la esclavitud en Egipto, así nos ha enviado a su propio Hijo para que, liberados de la esclavitud del pecado, nos encaminemos hacia la posesión de la Patria eterna. Por eso, alegrémonos en el Señor que nos ama y que nos salva.
 
Sal. 69 (68). Si Dios cuida de las aves del cielo para que no mueran de hambre, cuánto más velará de nosotros, que somos sus hijos.
Ciertamente nuestra naturaleza humana no podrá tan fácilmente librarse del sufrimiento, de la enfermedad, de la muerte.
En los momentos de prueba invoquemos al Señor, no tanto para vernos libres de aquello que es consecuencia del deterioro de nuestro organismo, sino para que, aun en medio de grandes sufrimientos, sepamos que el Señor está con nosotros para fortalecernos y hacer que toda nuestra vida sea una manifestación de su amor redentor en nosotros y, desde nosotros, para todo el mundo.
 
Mt. 11, 20-24. Jesús nos llama continuamente a la conversión. Él se ha manifestado a nosotros como el Rostro misericordioso de Dios. Ha hablado a nuestro corazón no sólo con palabras, sino con la entrega de su propia vida a favor nuestro.
Quien conoce el amor de Dios no puede cerrarle su corazón, pues no hay ni habrá otro nombre en el que podamos encontrar la salvación. Por eso el Señor nos llama a una sincera conversión, para que dejados nuestros caminos equivocados, abramos nuestro corazón a su vida y nos dejemos guiar por su Espíritu Santo.
Cuando el Señor envía a sus discípulos a proclamar la Buena Nueva del Reino les indica que quien crea se salvará; el que se resista a creer será condenado; y eso, no porque Él haya venido a condenar a alguien, sino porque la Palabra misma de salvación, rechazada, juzgará a quien no quiso aceptarla.
El Señor pone ante nosotros el agua y el fuego; a donde nosotros queramos extender la mano podemos hacerlo; la responsabilidad no será de Dios, sino nuestra.
Ojalá y al final, por nuestra fidelidad al Señor, seamos hechos partícipes de la misma vida de Dios y no seamos condenados como las ciudades que, aún viendo, no quisieron hacer suya la vida que Dios les ofrecía en Cristo.
En la Eucaristía que estamos celebrando el Señor sale a nuestro encuentro con el Milagro más grande de su amor por nosotros. A base de celebrarlo con tanta frecuencia pudimos habernos sentido seguros por nuestra fidelidad al culto. Sin embargo no basta ser testigos de las maravillas del Señor; no basta orar, no basta escuchar la voz de Dios, no basta, incluso, hacer milagros o expulsar demonios utilizando el Nombre de Cristo.
No podemos decir que somos testigos cualificados del Señor por haber experimentado personalmente su amor. No es la cercanía de Dios lo que nos salva, sino la aceptación de Él como el único Señor y Dios de nuestra vida.
Sólo con las obras, nacidas del amor, podremos manifestar si en verdad estamos, o no, en comunión con Dios.
Personas de fe que dan testimonio del Señor en medio de las realidades de cada día; esa es la misión que tenemos quienes creemos en Cristo, quienes hemos hecho nuestra su vida, su Misión y la proclamación de su Evangelio.
Jesús ha manifestado la llegada del Reino mediante las señales que realizó entre nosotros. Muchos lo aceptaron; otros lo rechazaron. Él, finalmente, no se detuvo ni se desanimó a causa de sentir que muchos endurecieron su vida como roca y se resistieron a creer.
Nuestra fe no puede quedarse en vana palabrería; si en verdad somos Personas de fe debemos manifestarla con las obras.
Teniendo a Cristo en nosotros y siendo portadores de su Evangelio de Salvación, quienes creemos en Él debemos manifestar que en verdad hemos dejado nuestros caminos de maldad y, ahora, trabajamos por la justicia, por el amor fraterno, por la paz; trabajando, incluso con la disposición de dar nuestra vida para que nuestro prójimo no sólo disfrute de una existencia más digna aquí en la tierra, sino que pueda ser un signo del amor liberador de Dios porque, viviendo unido a Cristo, pueda, junto con nosotros, ser capaz, guiado por el Espíritu Santo, de continuar su obra de salvación entre aquellos que nos rodean.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser dóciles a las enseñanzas de Jesús, no sólo escuchándolo sino poniendo en práctica su Palabra, siendo, así, dignos de alcanzar la eterna bienaventuranza. Amén.
 
Homilia  catolica.-

domingo, 16 de julio de 2017

El Santo del Dia: 17 DE JULIO SAN ALEJO LAICO MENDIGO

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LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 16 DE JULIO DE 2017
XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Is 55, 10-11; Rom 8, 18-23; Mt 13, 1-23


ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 16, 15

Por serte fiel, yo contemplaré tu rostro, Señor, y al despertar, espero saciarme de gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a cuantos se profesan como cristianos rechazar lo que sea contrario al nombre que llevan y cumplir lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

La lluvia hará germinar la tierra.

Del libro del profeta Isaías: 55, 10-11

Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 64, 10abcd. 10e-11. 12-13. 14.

R/. Señor, danos siempre de tu agua.

Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias. R/.
Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos. R/.
Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas. R/.
Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta. R/.

SEGUNDA LECTURA

Toda la creación espera la revelación de la gloria de los hijos de Dios.

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 18-23

Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios.
La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R/. Aleluya, aleluya.

La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.

EVANGELIO

Una vez salió un sembrador a sembrar.

Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 1-23

Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga".
Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.
En cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Que nuestras oraciones lleguen, hermanos, a la presencia del Señor y que nuestros ruegos sean escuchados por aquel que escruta el corazón de todos. Digamos confiadamente: Escúchanos, Señor. (R/. Escúchanos, Señor)
Pidamos la sabiduría del Hijo de Dios para los que proclaman con fidelidad la palabra divina y para todos los ministros que sirven a la Iglesia. Roguemos al Señor.
Por Israel, el pueblo de la antigua alianza, por los cristianos separados de la Iglesia católica y apostólica y por los que no conocen al Dios verdadero, invoquemos al Señor, dueño de toda verdad.Roguemos al Señor.
Por los que viven lejos de su casa, por los encarcelados, por los débiles y oprimidos, y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús el Salvador. Roguemos al Señor.
Invoquemos con fe y devoción al Señor de la gloria por la paz y felicidad de los que ahora estamos aquí, huéspedes en la casa del Señor. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, las oraciones de tu pueblo y aumenta en nosotros el deseo sincero de acoger la semilla de tu palabra; haz que esta simiente sea también sembrada en los surcos de toda la humanidad y que fructifique en obras de justicia y paz, para que se manifieste a los hombres la bendita esperanza de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, los dones de tu Iglesia suplicante, y concede que, al recibirlos, sirvan a tus fieles para crecer en santidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 83, 4-5

El gorrión ha encontrado una casa, y la golondrina un nido donde poner sus polluelos; junto a tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre.

O bien: Jn 6, 56

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con los dones que hemos recibido, te suplicamos, Señor, que, participando frecuentemente de este sacramento, crezcan los efectos de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN
La Homilia de Betania.-

1.- LLAMADOS A DAR O HACER ALGO

Por Javier Leoz

Avanza el mes de julio y también el Tiempo Ordinario con el que vamos descubriendo, siguiendo y escuchando los pensamientos y estilo de Jesús de Nazaret.

1. En estos tres próximos domingos, incluido el de hoy, vamos a meditar tres impresionantes parábolas conocidas como las parábolas del Reino.

¿Qué pretenden? Ni más ni menos que sensibilizarnos, interpelarnos seriamente en el cómo vivimos nuestra fe y si hacemos algo por transmitirla a los demás.

¡Cuántas cosas recibimos de Dios! Hay algunos que dicen que no; que todo lo que son, adquieren, mueven y disfrutan, es fruto de la casualidad o del propio esfuerzo.

Los creyentes, sin embargo, sabemos que Dios dirige como nadie esta complicada maquinaria del mundo y que, nada de lo que acontece en él, ocurre sin su consentimiento.

Qué bueno sería que saboreásemos la parábola de este domingo. Salió el sembrador a sembrar y, encontró a gente como nosotros. Y por si no nos hemos dado cuenta, nosotros, somos campo y sembradores a la vez. ¿Que…cómo puede ser? ¿Que es imposible? ¡Somos siembra y sembrador!

Desde el día de nuestro Bautismo, el Señor, puso en nosotros la semilla de la fe. A continuación, con el paso de los años, en el campo de nuestra vida espiritual, el Señor ha ido depositando, una y otra vez, simientes de su amor, de su Eucaristía, del Sacramento de la Reconciliación. ¿O es que, los sacramentos, no son pepitas de las buenas, de esas que crecen y nos hacen fuertes frente a tantas adversidades?

Pero, como en los campos castigados por la sequía o por la cizaña, también con nosotros ocurre algo parecido: o queremos y no podemos, o dejamos malograr aquello que Dios depositó en lo más hondo de nuestras entrañas.

2. ¿Qué tal va la cosecha? Nos pregunta el Señor en este domingo. Que ¿qué tal va, Señor? ¡Aquí nos tienes! Lo intentamos; queremos ser de los tuyos, pero somos muy nuestros; queremos dar la cara por ti, pero tenemos miedo a que nos lastimen; nos gustaría anunciar tu Reino, pero preferimos sentarnos frente al televisor y dejarnos seducir por los anuncios de bienes pasajeros.

Es así, amigos; nuestra vida cristiana ha estado muy acostumbrada a recibir. ¿Y cuándo vamos a dar? ¿Cómo San Pablo, sabemos de quién nos hemos fiado? Un campo, como el de los cristianos, no puede estar en permanente vacación. Mejor dicho; una vida, como la de los cristianos, no puede conformarse con mirar hacia el cielo; con esperar a que todo se nos dé hecho. Hemos recibido mucho y, en justicia y por contraprestación, por amor a Dios y por coherencia, hemos de brindar algo de lo mucho que Dios nos da. ¿Lo intentamos?

-Los que sois padres ¿por qué no os involucráis un poco más en la educación cristiana de vuestros hijos? ¿Estáis dando el tanto por ciento que Dios espera de vosotros?

-Los que somos sacerdotes ¿anunciamos el Reino con todas las consecuencias o…lo hacemos de una forma dulce y descafeinada para no herir sensibilidades? ¿Tal vez –como dice Papa Francisco- más funcionarios que consagrados?

-Los que sois políticos o tenéis algún cargo de responsabilidad ¿Lo hacéis para todos o sólo para algunos?

-Los que sois jóvenes ¿sentís, en vuestra vida, algo más que la pura apariencia, las prisas, el disfrute o la fiesta?

-Los que sois niños ¿os dais cuenta de lo mucho que otros hacen por vosotros?

Un campo, el espiritual, que no se cuida, el día de mañana nos pasa factura.

3. Sí; es verdad. Tenemos que hacer todos, algo más. ¡Hemos recibido tanto! ¡No podemos guardar, el tesoro de la fe, en el banco de nuestros propios intereses! No podemos consentir que, la semilla de la fe, se pierda por falta de interés, por timidez, por falsas vergüenzas o, simplemente, porque ya no nos hemos preocupado de regalarla con el abono de la oración, la Palabra de Dios, la caridad o la Eucaristía dominical.

Por cierto, hoy más que nunca, el sembrador sigue mirando y saliendo a sus campos. El Señor, sigue observando a los creyentes y ¡cuánto espera de ellos! ¡Cuánto espera de nosotros!

¿Estamos dispuestos hacer algo por Cristo? Para muestra un botón; miremos a nuestro alrededor. ¡Cuántas almas secas! ¡Cuántos corazones que palpitan con todo y de todo, menos con Dios! ¡Cuánto maligno disfrazado de bienestar aparente!

Si, amigos; a tiempos difíciles… cristianos valientes y convencidos. En tiempos de incredulidad; hombres y mujeres que sepan en quién creen, por qué y para qué. Hay que huir del “cristiano bajo mínimos” y lanzarnos con todas las consecuencias, con audacia y entusiasmo, a la siembra de Cristo en el mundo. Y es que, un domingo más, sale el sembrador….y malo será que nos encuentre al “0” por ciento.

3.- QUIERO, SEÑOR

Ser campo, donde  tu mano siembre,

y trabajo donde  yo me afane.

Ser camino por  donde tú te acerques,

y sendero por el  que otros, al avanzar con ellos,

puedan llegar a  conocerte y amarte.

QUIERO, SEÑOR

Que las piedras  que entorpecen tu gran obra

las deje a un  lado, con la ayuda de tu Palabra

Que la  superficialidad en la que navego

dé lugar a la  profundidad de tu Misterio

QUIERO, SEÑOR

Que nunca se  seque en mí

lo que, en mi  Bautismo, Tú iniciaste

Que las zarzas  del materialismo

no ahoguen la  vida del Espíritu

que en mi alma  habita

Que el sol  abrasador, de la comodidad

o del  materialismo,

nunca sean más  grandes que mi deseo

de amarte,  seguirte y ofrecer mi vida por Ti.

QUIERO, SEÑOR

Dar el diez, o  el veinte o el treinta por ciento

por Ti y por tu  Reino,

más, bien Tú lo  sabes,

que eres el  Dueño de mi hacienda

el responsable  de mis campos

la mano certera  de mis sembrados

QUIERO, SEÑOR

Que lo que me  des, yo esté dispuesto

a entregarlo a  todos aquellos

que todavía no  te conocen

QUIERO, SEÑOR

Que, siendo  campo con tantas posibilidades,

metas Tú, la  mano del Buen Sembrador,

y recojas lo que  más necesites

para el mundo y  para mis hermanos

Amén.

2.- LA EFICACIA DE LA PALABRA DE DIOS DEPENDE, EN PARTE, DEL QUE LA RECIBE

Por Gabriel González del Estal

1.- Salió el sembrador a sembrar. La Palabra de Dios, en sí misma es fecunda y eficaz, está preñada de un mensaje de salvación y liberación. Pero la eficacia de esta palabra, de esta semilla, no depende sólo de la carga salvífica que lleva dentro. La Palabra, la semilla, sólo puede actuar como tal cuando es sembrada en el corazón de las personas. ¿Cómo es sembrada? Pues normalmente a través de la lectura, o de la escucha, o de la meditación. La Biblia, sobre todo el Nuevo Testamento, algún libro piadoso de formación espiritual, las homilías, las charlas, los retiros, los acontecimientos de la vida, la propia naturaleza, todo puede convertirse para una persona piadosa en Palabra de Dios, en mensaje de salvación. Y, al revés, nada es palabra de salvación para el que se niega a escucharla, o se niega a llevar a la práctica lo que la Palabra de Dios le dice, o la escucha de momento, pero pronto la olvida, o la escucha y trata siempre de entenderla según sus propios intereses personales y no según los intereses de Dios. Esta parábola del sembrador que leemos hoy en el evangelio según san Mateo debe servirnos a cada uno de nosotros para examinar nuestra vida espiritual. La Palabra de Dios que oímos y escuchamos tan frecuentemente, ¿produce en nosotros frutos de vida cristiana? ¿Produce el ciento, o el sesenta o el treinta por ciento? No se trata sólo de escuchar, o de rezar vocalmente, o de leer de vez en cuando el evangelio, o de llevar una vida más o menos cristiana. Para un buen cristiano, escuchar la Palabra de Dios debe llevarle hasta el seguimiento radical de Cristo, hasta identificarse espiritualmente con Cristo, a pesar de todas las dificultades y obstáculos corporales, psíquicos y sociales de la vida presente. Escuchemos esta parábola del sembrador con atención y meditémosla con humildad, pidiéndole a Dios que nos dé un corazón dócil para recibir eficazmente su Palabra.

2.- Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo. Estas palabras del Segundo Isaías están dirigidas a un pueblo que vive en la esclavitud. El profeta quiere dar ánimos y esperanza a un pueblo desesperanzado, prometiéndole la liberación social y política, y el retorno a la tierra de sus padres. La palabra liberadora que sale de la boca de Dios no vuelve a Dios vacía, sino que vuelve después de hacer su encargo. Estas palabras del profeta deben ser palabras liberadoras y llenas de esperanza también para nosotros, sobre todo cuando nos encontramos mal físicamente, o con grandes dificultades psicológicas o sociales. También para nosotros la esperanza cristiana debe ser una esperanza que nos devuelva el coraje y las ganas de vivir y luchar en los peores momentos. Porque puede haber momentos muy duros en la vida de una persona, cuando humanamente no vemos motivos claros para seguir luchando y confiando. Abramos los evangelios y pidámosle a Cristo que nos dé su espíritu, su fe y su amor a un Dios Padre, que nunca nos va a dejar abandonados. La esperanza cristiana, o es liberadora o no es cristiana. Nuestro destino último es siempre la salvación.

3.- Considero que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá… para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Sí, en este mundo no siempre encontraos motivos suficientes para creer en un futuro liberador y salvador. Pero nuestra fe cristiana nos dice que nuestro futuro es la liberación de los males de este mundo. San Pablo les dice a los cristianos de Roma que no se desanimen, que ellos tienen las primicias del Espíritu y, por tanto, tienen derecho a esperar la redención del cuerpo, el momento en el que podrán vivir con la gloria propia de los hijos de Dios. No es cuestión de cálculos sociológicos; es cuestión de fe en un Dios que es salvador y liberador, que nos liberará y nos salvará. Como el profeta Isaías, en la primera lectura, también aquí san Pablo nos dice que no nos desanimemos, que un cristiano nunca debe perder la esperanza en un futuro de redención y salvación. El futuro salvador al que estamos llamados superará con mucho las miserias que actualmente padecemos. En el fondo, como siempre, es la fe en la resurrección gloriosa de nuestro cuerpo la que no nos debe dejar nunca caer en el desánimo y la desesperanza. Creamos en la palabra de Dios, en una palabra cargada siempre de una auténtica y real esperanza. Y vivamos de tal modo que lo que la palabra de Dios nos dice y nos promete se pueda realizar en nuestro corazón. Dejemos a Dios ser Dios y comportémonos nosotros como humildes hijos suyos, reconociendo nuestra pequeñez y miseria, pero confiando siempre en la potencia y la voluntad salvadora de nuestro Dios.

3.- HAZ LO QUE PUEDAS

Por José María Martín, OSA

1. - El sembrador, Dios mismo, es bueno. La semilla, la Palabra de Dios, también es buena. ¿De qué depende entonces el éxito de la cosecha? La respuesta que se deduce de la parábola es clara: de la tierra en la que cae la semilla arrojada por el sembrador. Dicho de otro modo: depende de la acogida que tenga la Palabra enviada por el sembrador. La primera lectura del Segundo Isaías, escrita durante el exilio, nos dice que Dios quiere que su Palabra empape la tierra, la fecunde y no vuelva a El vacía. La tierra buena es la que escucha el mensaje. Escuchar el mensaje no consiste en un mero reconocimiento intelectual de Dios. No se trata de creer con la cabeza, se trata de hacerlo vida. Podemos decir que creemos firmemente lo que nos enseña el catecismo de la Iglesia Católica, pero luego somos incapaces de hacer vida la fe que profesamos. ¡Cuántos escándalos damos los cristianos con nuestra intolerancia, nuestra desidia y nuestra falta de compromiso! Escuchar el mensaje es ser justos en nuestro comportamiento, trabajar por un mundo más humano, querer al hermano pobre y ayudarle.

2. - El salmo 64 nos dice que la semilla cayó en tierra buena y dio fruto. Es el Señor el labrador, quien cuida de la tierra, la riega, iguala los terrenos y la enriquece sin medida. Si Dios es el labrador, ¿entonces qué podemos hacer nosotros? Da la impresión de que lo único que podemos hacer es dejar que El actúe para que podamos dar fruto, unos ciento, otros sesenta y otros treinta por uno. No es ésta la auténtica interpretación de la parábola. El labrador es Dios, pero actúa por medio de nosotros. Él es el padre de la parábola, pero somos nosotros, sus hijos, los que tenemos que cavar el terreno. Él nos ha dado las manos para trabajar y quitar las piedras o las zarzas. Es el agente exterior, el maligno, el que pone las dificultades para que la tierra no dé fruto. Pero depende de nosotros el quitar las piedras o las zarzas. Los hijos de aquel labrador de la fábula cavaron y trabajaron duramente y, por eso, recibieron su tesoro. Son los pájaros, las zarzas y las piedras las que impiden el crecimiento de la semilla. Pero somos nosotros los que dejamos que los pájaros actúen cuando "oímos la palabra" y nos gusta, pero no la entendemos; somos nosotros los que no tenemos raíces y dejamos que a la primera dificultad se nos olviden los buenos propósitos; somos nosotros los inconstantes que nos dejamos llevar por lo fácil y sucumbimos a la tentación de lo mundano, dejando que las piedras impidan el crecimiento de la semilla.

3.- ¿Qué fruto tenemos que dar? No nos debemos agobiar poniéndonos un techo muy alto. Cada uno debe dar conforme a sus cualidades y a sus fuerzas. Dios premia el esfuerzo y la voluntad, no el éxito conseguido. San Agustín nos lo recuerda: "Haz lo que puedas. Dios no te va exigir más de lo que puedas dar". Un labrador laborioso puede quitar las piedras y arrancar las zarzas para que la semilla dé fruto. ¿Qué clase de tierra soy yo?, ¿estoy dispuesto a colaborar con Dios para "cavar" el terreno y dar fruto? Jean de La Fontaine cuenta una curiosa fábula, cuyo recuerdo nos viene muy bien para entender el significado de la Palabra de Dios de este domingo:

"Un rico labrador que veía próxima su muerte, llama a sus hijos aparte para hablarles sin testigos.

-- ¡Guardaos muy bien --les dice-- de vender vuestra heredad, legada por nuestros abuelos! Un tesoro se oculta en su entraña, aunque ignoro su sitio. Mas, con un poco de esfuerzo, conseguiréis encontrarlo. Pasada la cosecha, removed vuestro campo, cavadlo de arriba abajo, sin dejar un palmo que no muevan vuestras palas.

Murió el padre, y los hijos cavaron el campo de abajo arriba, y con tal ahínco que, al año siguiente, la cosecha fue más grande. Dinero no encontraron porque no lo había. Pero su padre fue un sabio, enseñándoles antes de morir, que el trabajo es un tesoro".

3.- DIOS PUEDE HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE

Por Antonio García-Moreno

4.- COMO LA LLUVIA.- Lluvia deseada que humedece la tierra seca, haciendo posible la esperanza de una nueva primavera. Lluvia que baja del cielo limpiando el aire y la tierra, barriendo el polvo que ensució el ambiente, manchándolo hasta el punto de no poder respirar. Lluvia que corre por los mil canales que riegan la tierra pobre de los hombres. Lluvia que llena los cacharros, grandes y pequeños, donde guardamos el agua que nos mantiene con vida, la que nos da energía para iluminar nuestras oscuras noches, para calentar nuestros hogares, para llenarlos de música y de palabras, de imágenes vivas...

Aguas tempestuosas, aguas temidas, aguas que se desbordan, que arrastran con ímpetu imparable cuanto se les pone por delante. Aguas que saben de tragedia, de vidas tronchadas, de cuerpos muertos que flotan junto con mil cosas íntimas. Aguas que se tragan tantas vidas, aguas que absorben furiosas, aguas que crispan las manos que se hunden sin posibilidad de agarrarse a nada. Aguas que pudren la sementera, que se llevan de un solo golpe la ilusión de todo el año, o de la vida entera.

"Así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía..." (Is 55, 11) Así es la palabra de tu boca. Agua que baja del cielo con una potencialidad concreta, con una fuerza determinada, con una misión que cumplir. Unas veces será agua buena que salva y da vida, otras agua fatídica que condena y mata. Sea lo que fuere tu agua, Señor, tu palabra no se quedará baldía, conseguirá el resultado propuesto.

Y todo depende de quien recibe la palabra. Porque tú siempre eres el mismo. Tu palabra es siempre una palabra buena, una palabra de amor que intenta iluminar, encender, serenar, consolar, animar. Nosotros somos los responsables del resultado final. Por eso llegaste a decir que en realidad Tú no juzgarías a nadie, sino que tus palabras serán las que juzguen en el último día.

2.- QUÉ BUENA SIEMBRA.- La gente se arremolina en torno a Jesús, sus palabras tienen el sabor de lo nuevo, su mirada es limpia y frontal, su gesto sereno y atrayente, su conducta valiente y franca... Por otra parte aparece sencillo, amigo de los niños, inclinado a curar a los enfermos, aficionado a estar con los despreciados por la sociedad de su tiempo, amigo de publicanos y pecadores. Y, sin embargo, su manera de enseñar tenía una especial autoridad, tan distinta de la de los escribas y los fariseos.

La muchedumbre se siente atraída, le sigue por doquier, le gusta verle y escucharle. Por eso en alguna ocasión, como en este pasaje, Jesús se sube a una barca y se separa un poco de la orilla. Era aquella barca una curiosa cátedra, y la ribera del lago una insólita aula, abierta a los cielos, mirándose en el agua. El silencio de la tarde se acentúa con la atención de todos los que escuchan las enseñanzas del Rabí de Nazaret. Su palabra brota serena e ilusionada, es una siembra abundante, desplegada en redondo abanico por la diestra mano del sembrador. Es una simiente inmejorable, la más buena que hay en los graneros de Dios. Su palabra misma, esa palabra viva, tajante como espada de doble filo. Una luz que viene de lo alto y desciende a raudales, iluminando los más oscuros rincones del alma, una lluvia suave y penetrante que cae del cielo y que no retorna sin haber producido su fruto.

Sólo la mala tierra, la cerrazón del hombre, puede hacer infecunda tan buena sementera. Sólo nosotros con nuestro egoísmo y con nuestra ambición podemos apagar el resplandor divino en nuestros corazones, secar con nuestra soberbia y sensualidad las corrientes de aguas vivas que manan de la Jerusalén celestial y que nos llegan a través de la Iglesia. Que no seamos camino pisado por todos, ni piedras y abrojos que no dejen arraigar lo sembrado, ni permitan crecer el tallo ni granar la espiga. Vamos a roturar nuestra vida mediocre, vamos a suplicar con lágrimas al divino sembrador que tan excelente siembra no se quede baldía. Dios es el que da el crecimiento, Él puede hacer posible lo imposible: que esta nuestra tierra muerta dé frutos de vida eterna.

5.- LA PALABRA Y EL REINO

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Hemos iniciado en este Domingo Decimoquinto del Tiempo Ordinario, con la parte del Evangelio de Mateo, llamado “Libro de las parábolas”. Y así, con la del Sembrador, que acabamos de escuchar, se nos presentarán, en domingos sucesivos, las de la cizaña, el tesoro escondido, la perla y la red. Y todas estas cinco parábolas se refieren al Reino de Dios. Y a la disposición de cada uno de nosotros para recibir su existencia y presencia. Y es que Palabra y Reino son los dos grandes contenidos de lo que llamaríamos nuestra fe práctica. Es decir, todo aquello que nos impulsa a vivir profundamente las verdades que nos trajo Cristo el Señor.

2.- La Palabra es el propio Jesús, el logos, tal como nos muestra Juan Evangelista en el prólogo de su Evangelio: la Palabra es Dios y la Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. Y esa Palabra es la trasmisión de la sabiduría de Dios hacia el pueblo que Él ama, pueblo que ha conocido y ha encontrado a Dios, aún con muchas dificultades. Y nosotros lo reiteramos cada vez que proclamamos una lectura en una Eucaristía: decimos con gozo, como asintiendo, cargados de razón espiritual: “¡Palabra de Dios!”. El Reino es la esperanza de vivir unidos en amor y fraternidad. Jesús predicaba la llegada del Reino, y el Reino, en realidad, estaba ya dentro de todos. No es Reino de este mundo, y no porque no haya llegado todavía. No lo es, porque otro reino, el de las tinieblas, se aferra con enorme fuerza a la vida cotidiana. Y, en fin, si la Palabra, acepta la siembra en nosotros y da fruto, el Reino comienza a manifestarse. No es difícil. No es un juego de palabras. Es una realidad fehaciente.

3.- No podemos, de todas formas, obviar algo que queda muy claro en la parábola del sembrador. Y es que en la diferente textura de cada terreno, en que sea mejor o peor para la siembra, influye un hecho definitivo. Nuestra propia libertad. Dios nos ha creado libres con libertad incluso para oponernos a Él mismo. Y por eso hay un acto de libertad plena a aceptar o no la Palabra de Dios. Puede acontecer, asimismo, que nos aleje de la Palabra un desconocimiento de la misma. Pero para eso siembra el Sembrador. Una vez caída la semilla, será nuestra libertad la que influirá en su desarrollo futuro.

4.- La primera lectura que es breve párrafo del capítulo 55 del Libro de Isaías viene a confirmar todo lo anterior. La palabra procede de Dios y baja de la mejor forma a la tierra sedienta: como lluvia y nieve. La figura, sin duda, combina con la idea de la siembra, con la necesaria fertilidad que el riego suficiente comunica al terreno. Y aquí tenemos un doble contenido que también nos puede ser muy útil en nuestra reflexión de hoy; semilla y agua se “confunden” en una misma cosa. La Palabra es sementera y es riego. Lo es todo, en definitiva.

5.- Continuamos con la lectura de la Carta a los Romanos. Hoy Pablo de Tarso nos habla de la futura manifestación de los Hijos de Dios, después de librarse de la esclavitud del maligno, gracias al efecto de la Palabra de Dios en nuestros corazones. Y Pablo amplia esa liberación a toda la creación, a toda; no solo al género humano terrestre con capacidad intelectual para apreciar esa liberación. Y es que un día, Jesús, por la Redención, y su Espíritu liberaron a toda la creación. Y poco a poco tiene que ir viéndose esa apertura a la libertad plena.

Merece la pena que reflexionemos sobre el poder de la Palabra, sobre ese Reino que nace en nosotros y, sobre la promesa de Jesús de que daremos fruto abundante para nuestro bien y el de nuestros hermanos.

Fuente: www betania es.
La homilia de Betania.-