domingo, 29 de junio de 2014

DOMINGO 29 DE JUNIO DE 2014.LECTURAS DE LA EUCARISTÍA


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 29 DE JUNIO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 13
SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES


ANTÍFONA DE ENTRADA
Éstos son los que, viviendo en nuestra carne, con su sangre fecundaron a la Iglesia, bebieron del cáliz del Señor, y fueron hechos amigos suyos.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, tú que nos llenas de una venerable y santa alegría en la solemnidad de tus santos apóstoles Pedro y Pablo, concede a tu Iglesia que se mantenga siempre fiel a todas las enseñanzas de aquellos por quienes comenzó la propagación de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel, para librarme de las manos de Herodes.

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 12, 1-11

En aquellos días, el rey Herodes mandó apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan, y viendo que eso agradaba a los judíos, también hizo apresar a Pedro. Esto sucedió durante los días de la fiesta de los panes Ázimos. Después de apresarlo, lo hizo encarcelar y lo puso bajo la vigilancia de cuatro turnos de guardia, de cuatro soldados cada turno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel, la comunidad no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer ante el pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas y los centinelas cuidaban la puerta de la prisión. De pronto apareció el ángel del Señor y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: "Levántate pronto". Entonces las cadenas que le sujetaban las manos se le cayeron. El ángel le dijo: "Cíñete la túnica y ponte las sandalias", y Pedro obedeció. Después le dijo: "Ponte el manto y sígueme". Pedro salió detrás de él, sin saber si era verdad o no lo que el ángel hacía, y le parecía más bien que estaba soñando. Pasaron el primero y el segundo puesto de guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y caminaron hasta la esquina de la calle y de pronto el ángel desapareció.
Entonces, Pedro se dio cuenta de lo que pasaba y dijo: "Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de todo cuanto el pueblo judío esperaba que me hicieran".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 33
R/. El Señor me libró de todos mis temores.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.

Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.

Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R/.

Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en Él. R/.

Ahora sólo espero la corona merecida.

DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO: 4, 6-8. 17-18

Querido hermano: Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.
Cuando todos me abandonaron, el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando de todos los peligros y me llevará sano y salvo a su Reino celestial.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Mt 16, 18)
R/. Aleluya, aleluya.

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.


Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 16, 13-19

En aquel tiempo cuando llego Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Por Jesucristo, el Hijo de Dios, presentemos al Padre nuestras plegarias.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por toda la Iglesia, para que viva cada día más intensamente la fe y el amor de Jesucristo que los apóstoles nos han transmitido. Oremos.
Por el Papa Francisco, sucesor del apóstol Pedro, para que el Señor lo bendiga, y con su testimonio llene de esperanza y alegría a todo el pueblo cristiano. Oremos.
Por quienes son perseguidos por causa de su fe o de su lucha por la justicia, para que sientan siempre la fuerza de Dios que los acompaña. Oremos.
Por los que no conocen a Jesucristo o no se sienten atraídos por Él, para que puedan vivir un día la fuerza transformadora del Evangelio. Oremos.
Por los que celebramos en esta Eucaristía los misterios de la Pascua del Señor, para que nos alegremos de compartir su pasión para alcanzar la vida nueva de la resurrección. Oremos.
Escucha, Padre, las oraciones de tu pueblo, que recuerda hoy la palabra y el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, y haz que aumente en nosotros la fidelidad a tu Hijo Jesucristo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor, que la oración de tus santos Apóstoles acompañe la ofrenda que te presentamos, y nos permita celebrar con devoción este santo sacrificio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en los apóstoles Pedro y Pablo has querido darnos un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro que la anunció con claridad; Pedro fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel; Pablo la extendió entre los paganos llamados a la fe.
De esta forma, Señor, por caminos diversos, congregaron a la única familia de Cristo; y coronados por el martirio, son igualmente venerados por tu pueblo. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar: Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Mt 16, 16. 18)
Dijo Pedro a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Renovados por este sacramento, Señor, concédenos vivir de tal manera en tu Iglesia que, perseverando en la fracción del pan y en la enseñanza de los Apóstoles, tengamos un solo corazón y un mismo espíritu, fortalecidos por tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Puede utilizarse la fórmula de bendición solemne.



REFLEXIÓN
Autor:  SS. Benedicto XVI  
Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Mateo 16, 13-19

Miércoles 29 de junio de 2005
Queridos hermanos y hermanas: 

La fiesta de San Pedro y San Pablo, apóstoles, es una grata memoria de los grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
Ante todo es una fiesta de la catolicidad. El signo de Pentecostés ―la nueva comunidad que habla en todas las lenguas y une a todos los pueblos en un único pueblo, en una familia de Dios― se ha hecho realidad. Nuestra asamblea litúrgica, en la que se encuentran reunidos obispos procedentes de todas las partes del mundo, personas de numerosas culturas y naciones, es una imagen de la familia de la Iglesia extendida por toda la tierra. Los extranjeros se han convertido en amigos; superando todos los confines, nos reconocemos hermanos. Así se ha cumplido la misión de san Pablo, que estaba convencido de ser "ministro de Cristo Jesús para con los gentiles, ejerciendo el sagrado oficio del Evangelio de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios" (Rm 15, 16).

La finalidad de la misión es una humanidad transformada en una glorificación viva de Dios, el culto verdadero que Dios espera:  este es el sentido más profundo de la catolicidad, una catolicidad que ya nos ha sido donada y hacia la cual, sin embargo, debemos avanzar siempre de nuevo. Catolicidad no sólo expresa una dimensión horizontal, la reunión de muchas personas en la unidad; también entraña una dimensión vertical:  sólo dirigiendo nuestra mirada a Dios, sólo abriéndonos a él, podemos llegar a ser realmente uno. Como san Pablo, también san Pedro vino a Roma, a la ciudad a donde confluían todos los pueblos y que, precisamente por eso, podía convertirse, antes que cualquier otra, en manifestación de la universalidad del Evangelio. Al emprender el viaje de Jerusalén a Roma, ciertamente sabía que lo guiaban las palabras de los profetas, la fe y la oración de Israel.

En efecto, la misión hacia todo el mundo también forma parte del anuncio de la antigua alianza:  el pueblo de Israel estaba destinado a ser luz de las naciones. El gran salmo de la Pasión, el salmo 21, cuyo primer versículo "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" pronunció Jesús en la cruz, terminaba con la visión:  "Volverán al Señor de todos los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos" (Sal 21, 28). Cuando san Pedro y san Pablo vinieron a Roma, el Señor, que había iniciado ese salmo en la cruz, había resucitado; ahora se debía anunciar a todos los pueblos esa victoria de Dios, cumpliendo así la promesa con la que concluía el Salmo.
Catolicidad significa universalidad, multiplicidad que se transforma en unidad; unidad que, a pesar de todo, sigue siendo multiplicidad. Las palabras de san Pablo sobre la universalidad de la Iglesia nos han explicado que de esta unidad forma parte la capacidad de los pueblos de superarse a sí mismos para mirar hacia el único Dios.

El fundador de la teología católica, san Ireneo de Lyon, en el siglo II, expresó de un modo muy hermoso este vínculo entre catolicidad y unidad: “la Iglesia recibió esta predicación y esta fe, y, extendida por toda la tierra, con esmero la custodia como si habitara en una sola familia. Conserva una misma fe, como si tuviese una sola alma y un solo corazón, y la predica, enseña y transmite con una misma voz, como si no tuviese sino una sola boca. Ciertamente, son diversas las lenguas, según las diversas regiones, pero la fuerza de la tradición es una y la misma. Las Iglesias de Alemania no creen de manera diversa, ni transmiten otra doctrina diferente de la que predican las de España, las de Francia, o las del Oriente, como las de Egipto o Libia, así como tampoco las Iglesias constituidas en el centro del mundo; sino que, así como el sol, que es una criatura de Dios, es uno y el mismo en todo el mundo, así también la luz de la predicación de la verdad brilla en todas partes e ilumina a todos los seres humanos que quieren venir al conocimiento de la verdad" (Adversus haereses, I, 10, 2).

La unidad de los hombres en su multiplicidad ha sido posible porque Dios, el único Dios del cielo y de la tierra, se nos manifestó; porque la verdad esencial sobre nuestra vida, sobre nuestro origen y nuestro destino, se hizo visible cuando él se nos manifestó y en Jesucristo nos hizo ver su rostro, se nos reveló a sí mismo. Esta verdad sobre la esencia de nuestro ser, sobre nuestra vida y nuestra muerte, verdad que Dios hizo visible, nos une y nos convierte en hermanos. Catolicidad y unidad van juntas. Y la unidad tiene un contenido:  la fe que los Apóstoles nos transmitieron de parte de Cristo.

Me alegra haber entregado a la Iglesia ayer ―en la fiesta de san Ireneo y en la víspera de la solemnidad de San Pedro y San Pablo― una nueva guía para la transmisión de la fe, que nos ayuda a conocer mejor y también a vivir mejor la fe que nos une:  el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica. Lo que en el gran Catecismo, mediante los testimonios de los santos de todos los siglos y con las reflexiones maduradas en la teología, se presenta de manera detallada, aquí, en este libro, se encuentra recapitulado en sus contenidos esenciales, que luego se han de traducir al lenguaje diario y se han de concretar siempre de nuevo.

El libro está estructurado en forma de diálogo, con preguntas y respuestas; catorce imágenes asociadas a los diversos campos de la fe invitan a la contemplación y a la meditación. Resumen, por decir así, de modo visible lo que la palabra desarrolla detalladamente. Al inicio está un icono de Cristo del siglo VI, que se encuentra en el monte Athos y representa a Cristo en su dignidad de Señor de la tierra, pero a la vez como heraldo del Evangelio, que lleva en la mano. "Yo soy el que soy" ―este misterioso nombre de Dios, propuesto en la antigua alianza― se halla escrito allí como su nombre propio:  todo lo que existe viene de él; él es la fuente originaria de todo ser. Y por ser único, también está siempre presente, siempre está cerca de nosotros y, al mismo tiempo, siempre nos precede, como "señal" en el camino de nuestra vida; más aún, él mismo es el camino.

No se puede leer este libro como se lee una novela. Hace falta meditarlo con calma en cada una de sus partes, dejando que su contenido, mediante las imágenes, penetre en el alma. Espero que así sea acogido, a fin de que se convierta en una buena guía para la transmisión de la fe.
Hemos dicho que catolicidad de la Iglesia y unidad de la Iglesia van juntas. El hecho de que ambas dimensiones se nos hagan visibles en las figuras de los santos Apóstoles nos indica ya la característica sucesiva de la Iglesia:  apostólica. ¿Qué significa?

El Señor instituyó doce Apóstoles, como eran doce los hijos de Jacob, señalándolos de esa manera como iniciadores del pueblo de Dios, el cual, siendo ya universal, en adelante abarca a todos los pueblos. San Marcos nos dice que Jesús llamó a los Apóstoles para que "estuvieran con él y también para enviarlos" (Mc 3, 14). Casi parece una contradicción. Nosotros diríamos:  o están con él o son enviados y se ponen en camino.

El Papa san Gregorio Magno tiene un texto acerca de los ángeles que nos puede ayudar a aclarar esa aparente contradicción. Dice que los ángeles son siempre enviados y, al mismo tiempo, están siempre en presencia de Dios, y continúa:  "Dondequiera que sean enviados, dondequiera que vayan, caminan siempre en presencia de Dios" (Homilía 34, 13). El Apocalipsis se refiere a los obispos como "ángeles" de su Iglesia; por eso, podemos hacer esta aplicación:  los Apóstoles y sus sucesores deberían estar siempre en presencia del Señor y precisamente así, dondequiera que vayan, estarán siempre en comunión con él y vivirán de esa comunión.

La Iglesia es apostólica porque confiesa la fe de los Apóstoles y trata de vivirla. Hay una unicidad que caracteriza a los Doce llamados por el Señor, pero al mismo tiempo existe una continuidad en la misión apostólica. San Pedro, en su primera carta, se refiere a sí mismo como "co-presbítero" con los presbíteros a los que escribe (cf. 1 P 5, 1). Así expresó el principio de la sucesión apostólica:  el mismo ministerio que él había recibido del Señor prosigue ahora en la Iglesia gracias a la ordenación sacerdotal. La palabra de Dios no es sólo escrita; gracias a los testigos que el Señor, por el sacramento, insertó en el ministerio apostólico, sigue siendo palabra viva.

Así ahora me dirijo a vosotros, queridos hermanos en el episcopado. Os saludo con afecto, juntamente con vuestros familiares y con los peregrinos de las respectivas diócesis. Estáis a punto de recibir el palio de manos del Sucesor de Pedro. Lo hemos hecho bendecir, como por el mismo san Pedro, poniéndolo junto a su tumba. Ahora es expresión de nuestra responsabilidad común ante el "Pastor supremo", Jesucristo, del que habla san Pedro (cf. 1 P 5, 4).

El palio es expresión de nuestra misión apostólica. Es expresión de nuestra comunión, que en el ministerio petrino tiene su garantía visible. Con la unidad, al igual que con la apostolicidad, está unido el servicio petrino, que reúne visiblemente a la Iglesia de todas las partes y de todos los tiempos, impidiéndonos de este modo a cada uno de nosotros caer en falsas autonomías, que con demasiada facilidad se transforman en particularizaciones de la Iglesia y así pueden poner en peligro su independencia.

Con esto no queremos olvidar que el sentido de todas las funciones y los ministerios es, en el fondo, que "lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud", de modo que crezca el cuerpo de Cristo "para construcción de sí mismo en el amor" (Ef 4, 13. 16).

Desde esta perspectiva, saludo con afecto y gratitud a la delegación de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla, que ha enviado el Patriarca ecuménico Bartolomé I, al que dirijo un saludo cordial. Encabezada por el metropolita Ioannis, ha venido a nuestra fiesta y participa en nuestra celebración. Aunque aún no estamos de acuerdo en la cuestión de la interpretación y el alcance del ministerio petrino, estamos juntos en la sucesión apostólica, estamos profundamente unidos unos a otros por el ministerio episcopal y por el sacramento del sacerdocio, y confesamos juntos la fe de los Apóstoles como se nos ha transmitido en la Escritura y como ha sido interpretada en los grandes concilios.

En este momento de la historia, lleno de escepticismo y de dudas, pero también rico en deseo de Dios, reconocemos de nuevo nuestra misión común de testimoniar juntos a Cristo nuestro Señor y, sobre la base de la unidad que ya se nos ha donado, de ayudar al mundo para que crea. Y pidamos con todo nuestro corazón al Señor que nos guíe a la unidad plena, a fin de que el esplendor de la verdad, la única que puede crear la unidad, sea de nuevo visible en el mundo.

El evangelio de este día nos habla de la confesión de san Pedro, con la que inició la Iglesia:  "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). He hablado de la Iglesia una, católica y apostólica, pero no lo he hecho aún de la Iglesia santa; por eso, quisiera recordar en este momento otra confesión de Pedro, pronunciada en nombre de los Doce en la hora del gran abandono:  "Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Jn 6, 69). ¿Qué significa? Jesús, en la gran oración sacerdotal, dice que se santifica por los discípulos, aludiendo al sacrificio de su muerte (cf. Jn 17, 19). De esta forma Jesús expresa implícitamente su función de verdadero Sumo Sacerdote que realiza el misterio del "Día de la reconciliación", ya no sólo mediante ritos sustitutivos, sino en la realidad concreta de su cuerpo y su sangre.

En el Antiguo Testamento, las palabras "el Santo de Dios" indicaban a Aarón como sumo sacerdote que tenía la misión de realizar la santificación de Israel (cf. Sal 105, 16; Si 45, 6). La confesión de Pedro en favor de Cristo, a quien llama "el Santo de Dios", está en el contexto del discurso eucarístico, en el cual Jesús anuncia el gran Día de la reconciliación mediante la ofrenda de sí mismo en sacrificio:  "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo" (Jn 6, 51).

Así, sobre el telón de fondo de esa confesión, está el misterio sacerdotal de Jesús, su sacrificio por todos nosotros. La Iglesia no es santa por sí misma, pues está compuesta de pecadores, como sabemos y vemos todos. Más bien, siempre es santificada de nuevo por el Santo de Dios, por el amor purificador de Cristo. Dios no sólo ha hablado; además, nos ha amado de una forma muy realista, nos ha amado hasta la muerte de su propio Hijo. Esto precisamente nos muestra toda la grandeza de la revelación, que en cierto modo ha infligido las heridas al corazón de Dios mismo. Así pues, cada uno de nosotros puede decir personalmente, con san Pablo:  "Yo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20).

Pidamos al Señor que la verdad de estas palabras penetre profundamente, con su alegría y con su responsabilidad, en nuestro corazón. Pidámosle que, irradiándose desde la celebración eucarística, sea cada vez más la fuerza que transforme nuestra vida. 

Fuente: vatican.va




miércoles, 25 de junio de 2014

MIÉRCOLES 25 DE JUNIO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTÍA


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIÉRCOLES 25 DE JUNIO DE 2014.
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 12

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Lc 4, 18)
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para sanar a los contritos de corazón y perdonar a los que se arrepienten.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que constituiste a tu Hijo único Sumo y Eterno Sacerdote, concede que aquellos a quienes Él eligió como ministros y dispensadores de tus sacramentos, sean hallados fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
El rey leyó delante de todo el pueblo el libro de la alianza, encontrado en el templo, y renovó la alianza en presencia del Señor.

DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS REYES: 22, 8-13; 23, 1-3

Por aquel entonces, el sumo sacerdote Jilquías dijo a Safán, delegado del rey Josías: "He hallado en el templo el libro de la ley". Jilquías entregó el libro a Safán, quien lo leyó. Luego, Safán fue a ver al rey y le rindió cuentas, diciendo: "Tus siervos han fundido el dinero del templo y se lo han entregado a los encargados de las obras". Y añadió: "El sacerdote Jilquías me ha entregado un libro". Y lo leyó en presencia del rey. Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestiduras y ordenó al sacerdote Jilquías; a Ajicam, hijo de Safán; a Akbor, hijo de Miqueas; al delegado Safán y a Asaías, ministro suyo: "Vayan a consultar lo que dice el Señor acerca de mí, del pueblo y de todo Judá en este libro que se ha encontrado, pues el Señor está enfurecido con nosotros, porque nuestros padres no escucharon las palabras de este libro y no cumplieron lo que en él está escrito". Cuando ellos trajeron la respuesta, el rey convocó a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén y se dirigió hacia el templo, acompañado por los hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, y les leyó el libro de la alianza, hallado en el templo. Después, de pie sobre el estrado y en presencia del Señor, renovó la alianza, comprometiéndose a seguir al Señor y a cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y toda el alma, y a poner en vigor las palabras de esta alianza, escritas en el libro. Y todo el pueblo renovó también la alianza.

 Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 118
R/. Muéstranos, Señor, el camino de tus leyes.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R/.

Guíame por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Inclina mi corazón a tus preceptos, y no a la avaricia. R/.

Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra. Mira cómo anhelo tus decretos: dame vida con tu justicia. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 15, 4. 5)
R/. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante. R/.


Por sus frutos los conocerán.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 7, 15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?
Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor Dios, que has querido que los sacerdotes estén al servicio de tu santo altar y de tu pueblo, concédeles, por la fuerza de este sacrificio, que su ministerio te sea siempre grato y dé frutos permanentes en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 17, 17-18)
Padre santo, santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este santo sacrificio que te hemos ofrecido y del cual hemos participado, vivifique, Señor, a tus sacerdotes y a todos tus fieles, para que, unidos a ti con caridad constante, merezcan servirte dignamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN:
Estamos llegando a las recomendaciones finales del Sermón del Monte. Comparando el evangelio de Mateo con el de Marcos se percibe una gran diferencia en la manera en que los dos presentan la enseñanza de Jesús. Mateo insiste más en el contenido de la enseñanza y lo organiza en cinco grandes discursos, de los cuales el Sermón del Monte es el primero (Mt 5 a 7). Marcos, por más de quince veces, dice que Jesús enseñaba, pero raramente dice lo que él enseñan. A pesar de estas diferencias, los dos concuerdan en un punto: Jesús enseñaba mucho. Enseñar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era su costumbre (Mc 10,1). Mateo se interesaba por el contenido. Marcos ¿se interesaba por el contenido? ¡Depende de lo que entendemos por contenido! Enseñar no es sólo cuestión de comunicar verdades para que la gente las aprenda de memoria. El contenido no está sólo en las palabras, sino también en los estos y en la manera que Jesús tiene de relacionarse con las personas. El contenido no está nunca desligado de la persona que lo comunica. La persona es la raíz del contenido. La bondad y el amor que transparenta en las palabras y en los gestos de Jesús forman parte del contenido. Son su espesor. Contenido bueno sin bondad es como leche derramada. No convence y no hay conversión.
Las recomendaciones finales y el resultado del Sermón del Monte en la conciencia de la gente ocupan el evangelio de hoy (Mt 7,15-20) y de mañana (Mt 7,21-29). (La secuencia de los evangelios diarios de la semana no es siempre la de los evangelios mismos).
Mateo 7,13-14: Escoger el camino recto
Mateo 7,15-20: Los profetas se conocen por los frutos
Mateo 7,21-23: No sólo hablar, sino practicar
Mateo 7,24-27: Construir la casa sobre roca
Mateo 7,28-29: La nueva conciencia de la gente

Mateo 7,15-16ª: Cuidado con los falsos profetas. En el tiempo de Jesús, había profetas de todo tipo, personas que anunciaban mensajes apocalípticos para envolver a la gente en los diversos
movimientos de aquella época. Esenos, fariseos, celotes y otros (cf. At 5,36-37). En el tiempo en que Mateo escribe había también profetas que anunciaban mensajes diferentes del mensaje proclamado por las comunidades. Las cartas de Pablo mencionan estos movimientos y tendencias (cf 1Cor 12,3; Gal 1,7-9; 2,11-14;6,12). No debe haber sido fácil para las comunidades hacer el discernimiento de espíritus. De aquí la importancia de las palabras de Jesús sobre los falsos profetas. La advertencia de Jesús es muy fuerte: "Cuidado con los falsos profetas: ellos viene vestidos con pieles de oveja, pero dentro son lobos feroces” .Jesús usa esta misma imagen cuando envía a los discípulos y a las discípulas en misión: “Os mando como cordero en medio de lobos” (Mt 10,16 y Lc 10,3). La oposición entre lobo voraz y manso cordero es irreconciliable, a no ser que el lobo se convierta y pierda su agresividad como sugiere el profeta Isaías (Is 11,6; 65,25). Lo que importa aquí en nuestro texto es el don del discernimiento. No es fácil discernir los espíritus. A veces, sucede que intereses personales o grupales llevan a las personas a proclamar como falsos a los profetas que anuncian la verdad que incomoda. Esto aconteció con Jesús. Fue eliminado y condenado a muerte como falso profeta por las autoridades religiosas de la época. De vez en cuando, lo mismo ha ocurrido y sigue ocurriendo en nuestra iglesia.

Mateo 7,16b-20: La comparación del árbol y sus frutos. Para ayudar en el discernimiento de espíritus, Jesús usa la comparación del fruto: “Por los frutos os reconocerán”. Un criterio similar lo
había sugerido ya el libro del Deuteronomio (Dt 18,21-22). Y Jesús añade: “Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen
fruto, es corta do y arrojado al fuego. En el evangelio de Juan, Jesús completa la comparación: “Si alguna de mis ramas no produce fruto, él lo corta; y limpia toda rama que produce fruto para que dé más. Esas ramas son arrojadas fuera y se secan como ramas muertas.” (Jn 15,2.4.6) 4) Para la reflexión personal • ¡Falsos profetas! Conoces algún caso en que una persona buena y honrada que proclamaba una verdad incómoda fue condenada como falso profeta?
Al juzgar por los frutos del árbol de tu vida personal, ¿cómo te defines: falso o verdadero?

(Homiletica org / Carmelitas)

REFLEXIÓN: EL DISCERNIMIENTO PROFÉTICO
2 R 22, 8-13; 23, 1-3; Mt 7, 15-20
El Evangelio de san Mateo contrapone la verdadera y la falsa profecía. Las apariencias engañan y no basta con lanzar condenas fulminantes para calificar a esas personas como figuras proféticas. Tampoco podemos desestimar a los profetas de rostro amable y talante apacible como falsos profetas. No son las externalidades las que definen a los profetas. A fin de cuentas "lo cortés no quita lo valiente". Las causas justas, los propósitos genuinos están detrás de los profetas auténticos. Los que gustan de pescar a río revuelto, no son profetas sino mercenarios que pretenden llevar el agua a su molino. El hallazgo del libro de la Ley en tiempos de Josías, será una circunstancia favorable, que alentará un proceso de reforma y renovación en Israel, conforme a las exigencias de la alianza, que defendían los profetas genuinos. (www misal com mx)


Santos
 Guillermo de Vercelli, abad; Domingo de Henares, mártir; Máximo de Turín, obispo.
Feria (Verde)


martes, 17 de junio de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA MARTES 17 DE JUNIO DE 2014.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MARTES 17 DE JUNIO DE 2014.
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 11

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Si 36, 18-19)
Concede, Señor, la paz a quienes en ti esperan; escucha las oraciones de tus hijos y guíanos por el camino de la justicia.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que cuidas de todos con amor paterno, concede, benigno, que los hombres, a quienes diste un mismo origen, no sólo formen en la paz una sola familia, sino también vivan siempre unidos con espíritu fraterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Has hecho pecar a Israel.

DEL PRIMER LIBRO DE LOS REYES: 21, 17-29

Después de la muerte de Nabot, el Señor le dirigió la palabra al profeta Elías y le dijo: "Levántate y ve al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Se encuentra en la viña de Nabot, a donde ha ido para apropiársela. Dile lo siguiente: 'Esto dice el Señor: ¿Así que, además de asesinar, estás robando?' Dile también: `Por eso, dice el Señor, en el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu propia sangre' ".
Ajab le dijo a Elías: "¿Has vuelto a encontrarme, enemigo mío?" Le respondió Elías: "Sí, te he vuelto a encontrar. 'Porque te has prestado para hacer el mal ante mis ojos, dice el Señor, yo mismo voy a castigarte: voy a barrer a tu posteridad y a exterminar en Israel a todo varón de tu casa, libre o esclavo. Haré con tu casa lo que hice con la de Jeroboam, hijo de Nebat, y con la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi cólera y has hecho pecar a Israel. A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad, los devorarán los perros; y a los que mueran en el campo, se los comerán los buitres'. También contra Jezabel ha hablado el Señor y ha dicho: 'Los perros devorarán a Jezabel en el campo de Yezrael' ". (Y es que en realidad no hubo otro que se prestara tanto como Ajab para hacer el mal ante los ojos del Señor, instigado por su esposa Jezabel. Su proceder fue abominable, porque adoró a los ídolos que habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó del país para dárselo a los hijos de Israel).
Cuando Ajab oyó estas palabras, desgarró sus vestiduras, se puso un vestido de sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba cabizbajo. Entonces el Señor le habló al profeta Elías y le dijo: "¿Has visto cómo se ha humillado Ajab en mi presencia? Por eso, no lo castigaré a él durante su vida, pero en vida de su hijo castigaré a su casa".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 50
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.

Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo. R/.

Aleja de tu vista mis maldades y olvídate de todos mis pecados. Líbrame de la sangre, Dios, salvador mío, y aclamará mi lengua tu justicia. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 13, 34) R/. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he
amado. R/.


Amen a sus enemigos.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 5, 43-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te rogamos, Señor, que el sacrificio de salvación de tu Hijo, Rey de la paz, ofrecido bajo estos signos sacramentales con los que se simbolizan la paz y la unidad, sirva para estrechar la concordia entre todos tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 14, 27)
La paz les dejo, mi paz les doy, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, en abundancia, el espíritu de caridad, para que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Unigénito, fomentemos con eficacia entre todos la paz que Él mismo nos dejó. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


REFLEXIÓN
En el evangelio se habla de amar y orar por los enemigos (v.43). Los judíos habían  escuchado: amarás a tu prójimo, pero odiarás a tu enemigo (v.43; cfr. Lv. 19, 17- 18; Jr. 15,15). Si bien uno de los mayores mandamientos era amar al prójimo, este  se entendía a otro miembro del pueblo de Israel. Más tarde se extendió al  extranjero que vivía en el país, pero con algunas reservas al respecto. Hacer el bien  a otra persona, más allá de lo mandado por la justicia. Para el antiguo Israel un  ataque a Israel era una ofensa a Yahvé,  que era contestado en forma  irreconciliable. En ninguna parte sin embargo, se dice que se odie al prójimo, pero  al amar a Dios, se agregó, odiarás a tu prójimo como consecuencia natural. Jesús lo  que hace es poner de manifiesto lo que se oculta tras la práctica trasmitida por la  tradición, elimina la división entre amigos y enemigos, el discípulo no tiene  enemigos. Jesús no sólo amplía el concepto de prójimo a todo hombre, sino que  extiende el amor y la oración el enemigo (v.44). Para el que ama como Jesucristo,  no hay más que hermanos, hijos todos del mismo Padre Dios (cfr. Lc. 6, 27ss). No  debemos dejar de pensar el en el difamador, el vecino mal intencionado, el  envidioso. Jesús y sus discípulos cuando estaban juntos y después en su misión  evangelizadora lo experimentaron en vivo: orar por los que los persiguen y amara  los enemigos. Siempre tendrán que vencer el odio con amor, no responder con la  aversión, ni odio. La oración debe alcanzar a los que están más allá de los que  comparten nuestros mismos sentimientos, sino que debe ser amplia y generosa.  Por esta vía el cristianismo logró victorias sin violencia, con humildad y generoso  amor. El objetivo es llegar a ser hijos del Padre (v.45). Si el amor no se abre a  todos, no tiene mérito, enseña Jesús, lo mismo hacen los paganos, ¿qué mérito  tiene amar, a los que nos aman?, ¿dónde está lo extraordinario? (vv.46-47). Los  escribas y publicanos aman a los suyos, el cristiano deberá amar y saludar extender  su comunicación a todos los demás, porque su saludo es intercambio de la vida de  la gracia (cfr. 1Tes. 5,26). ¿Qué recompensa tendremos? El discípulo no se mueve  sólo por la recompensa, sino la actitud que Dios Padre tiene con nosotros, y que  debemos imitar. Quien vive de este amor, recibe su recompensa, la filiación divina,  cuanto más se vive en Dios, tanto más se hace todo por amor a ÉL (cfr. Mt.5,45).  “Sed, pues, perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial” (v.48; Mt.5,17). El  término perfecto, es sinónimo de justo, vivir la justicia, pero cuyo significado se  aplica a la pureza  de la ofrenda en los sacrificios, es decir, la víctima. El hombre es  perfecto, cuando se entrega de corazón a Dios y cumple la ley. En cambio el  discípulo de Jesús será santo, si imita a Dios Padre, en su manera de pensar y  sentir, pero sobre todo desde el amor que es la manera de ser de Dios. Nace así  el  afán de santidad en la tradición espiritual de la Iglesia que el mismo Dios suscita en
 el corazón del creyente por el amor que infunde el Espíritu Santo. Así Jesús cumple  la ley de la gracia y del amor que tiende a la vida verdadera en Dios. Los santos  son el mejor testimonio de este amor divino que infunde vida.     S. Teresa de Jesús, nos invita a padecer los trabajos de la religión: “Los que llegan  a la perfección, no piden al Señor los libre de los trabajos… ni de las persecuciones”  (Camino 38,1).   
(Homiletica org / Padre Julio Gonzalez Carretti OCD)


REFLEXION DE LOS CARMELITAS
"(Mt 5,43-48). El amor es el principio y el fin de todo. No hay mayor amor que dar la vida para
los hermanos (Jn 15,13). Jesús imitó al Padre y reveló su amor.
Cada gesto, cada palabra de Jesús, desde el nacimiento hasta la hora de morir en la cruz, era una expresión de este amor creador que no depende del presente que recibe, ni discrimina al otro por motivo de raza, sexo, religión o clase social, sino que nace de un querer al otro, gratuitamente. Fue un creciendo continuo desde el nacimiento hasta la muerte en Cruz.

La manifestación plena del amor creador en Jesús fue cuando en la Cruz ofreció el perdón al soldado que lo torturaba y lo mataba. El soldado, empleado del imperio, tomó el pulso de Jesús y lo apoyó sobre el brazo de la cruz, luego colocó un clavo y empezó a dar golpes. Varios martillazos. La sangre corría. El cuerpo de Jesús se contorcía por el dolor. El soldado, mercenario ignorante, ajeno a lo que estaba haciendo y a lo que estaba ocurriendo a su alrededor, seguía dando golpes como si fuera un clavo en la pared de la casa para colgar un cuadro. En este momento Jesús dirige al Padre esta oración: “Padre, ¡perdona¡ ¡No saben lo que hacen!” (Lc 23,34). Por más que los hombres quisieran la falta de humanidad no consiguió apagar en Jesús la humanidad. Ellos lo prenderán, lo insultarán, escupirán en el rostro, le darán trotazos, harán de él un rey payaso con la corona de espinas en la cabeza, le flagelarán, le torturarán, le harán andar por las calles como un criminal, tiene que escuchar los insultos de las autoridades religiosas, en el calvario lo dejarán totalmente desnudo a la vista de todos y de todas. Pero el veneno de la falta de humanidad no consiguió alcanzar la fuente de la humanidad, que brotaba desde dentro de Jesús. El agua que brotaba desde dentro era más fuerte que el veneno que venía de fuera, queriendo de nuevo contaminarlo todo. Mirando aquel soldado ignorante y bruto, Jesús tuvo pena del muchacho y rezó por él y por todos: “¡Padre, perdona!” y hasta consigue una disculpa: “Son ignorantes. ¡No saben lo que están haciendo!” Ante el Padre, Jesús se hizo solidario de los que lo torturaban y maltrataban. Era como el hermano que va con sus hermanos asesinos ante el juez y él, víctima de sus propios hermanos, dice al juez: “Son mis hermanos, sabe. Son ignorantes. ¡Pero mejorarán! ” Era como si Jesús estuviera con miedo que la mínima rabia contra el muchacho pudiera apagar en él el pequeño resto de humanidad que aún llevaba dentro. Este gesto increíble de humanidad y de fe en la posibilidad de recuperación de aquel soldado fue la mayor revelación del amor de Dios. Jesús puede morir: “¡Está todo consumado!” E inclinando la cabeza, entrega el espíritu (Jn 19,30). Realizó la profecía del Siervo sufriente (Is 53).
(Homiletica org / Carmelitas)

REFLEXIÓN: UN ESPÍRITU HUMILLADO
1 R 21, 17-29; Mt 5, 43-48
La persona humana es un ser inacabado. Por más que se haya empecinado durante mucho tiempo en el mal, puede abrirse al llamado de reconciliación que Dios le ofrece. Ajab había aprobado implícitamente la ejecución de Nabot y se había apartado del camino de la obediencia a Dios; al escuchar la acusación profética que le dirigió Elías, inició un camino de conversión que Dios recompensó perdonándole la vida. Este suceso es la ilustración fehaciente del talante compasivo del Padre celestial que nos proclama el Señor Jesús en el Sermón de la Montaña. Las bendiciones divinas se derraman por igual, sobre justos y pecadores; en las condiciones históricas en que vivimos Dios no se desentiende de sus creaturas. El Dios creador y providente que les dio la vida, se ocupa de protegerlas y custodiarlas. El amor de Dios se traduce en cuidado y benevolencia. (www misa com mx).




Santos
Blasto y Diógenes de Roma, mártires; Raniero de Pisa, peregrino. Beato Pablo Burali, cardenal. Feria (Verde)




lunes, 16 de junio de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA LUNES 16 DE JUNIO DE 2014.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
LUNES 16 DE JUNIO DE 2014.
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 11

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 26, 7. 9)
Oye, Señor, mi voz y mis clamores. Ven en mi ayuda, no me rechaces, ni me abandones, Dios, salvador mío.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, fortaleza de los que en ti esperan, acude, bondadoso, a nuestro llamado y puesto que sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia, para que, en el cumplimiento de tu voluntad, te agrademos siempre con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Apedrearon a Nabot hasta que murió.

DEL PRIMER LIBRO DE LOS REYES: 21, 1-16

Nabot de Yezrael tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaria, y Ajab le dijo a Nabot: "Dame tu viña para plantar ahí una huerta, ya que está pegada a mi casa; yo te doy por ella una viña mejor o si prefieres, te pago con dinero". Nabot le respondió a Ajab: "Dios me libre de darte la herencia de mis padres".
Ajab se fue a su casa, triste y enfurecido, porque Nabot le había dicho: "No te daré la herencia de mis padres". Se acostó en su cama, se volvió de cara a la pared y no quiso comer. Entonces se le acercó su esposa, Jezabel, y le dijo: "¿Por qué estás de mal humor y no quieres comer?" Él respondió: "Es que hablé con Nabot de Yezrael y le dije que me vendiera su viña o que, si prefería, yo se la cambiaría por otra mejor; pero él me respondió que no me daría su viña". Su esposa Jezabel, le dijo: "¿No que tú eres el rey poderoso que manda en Israel? Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de Nabot".
Entonces ella escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey y las envió a los ancianos y hombres principales de la ciudad en que vivía Nabot. Las cartas decían: "Promulguen un ayuno, convoquen una asamblea y sienten a Nabot en primera fila. Pongan frente a él a dos malvados que lo acusen, diciendo: 'Ha maldecido a Dios y al rey'. Luego lo sacan fuera de la ciudad y lo apedrean hasta que muera".
Los habitantes de la ciudad, los ancianos y los hombres principales que vivían cerca de Nabot, hicieron lo que Jezabel les había mandado, de acuerdo con lo escrito en las cartas que les había remitido. Promulgaron un ayuno y en la asamblea sentaron a Nabot en primera fila. Llegaron los dos malvados, se sentaron frente a él y lo acusaron delante del pueblo, diciendo: "Nabot ha maldecido a Dios y al rey". Luego lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió. En seguida le mandaron avisar a Jezabel que Nabot había muerto apedreado.
Cuando Jezabel supo que Nabot había muerto apedreado, le dijo a Ajab: "Ve a tomar posesión de la viña de Nabot de Yezrael, que no quiso vendértela, pues Nabot ya no vive: ha muerto". Apenas oyó Ajab que Nabot había muerto, fue a tomar posesión de la viña de Nabot de Yezrael.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 5
R/. Señor, atiende a mis gemidos.

Señor, oye mi voz, atiende a mis gemidos, haz caso de mis súplicas, rey y Dios mío. R/.

Pues tú no eres un Dios al que pudiera la maldad agradarle, ni el malvado es tu huésped ni ante ti
puede estar el arrogante. R/.

Al malhechor detestas y destruyes, Señor, al embustero; aborreces al hombre sanguinario y a quien es traicionero. R/.

ACLAMACIÓN (Sal 118, 105) R/. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero. R/.



Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 5, 38-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al género humano el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, que nunca nos falte esta ayuda para el cuerpo y el alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 17, 11)
Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que, como nosotros, sean uno, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta santa comunión, que acabamos de recibir, así como significa la unión de los fieles en ti, así también lleve a efecto la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.


HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO. Viernes 13 de Junio de 2014.
“EL SEÑOR CUNDO NOS QUIERE DAR UNA MISIÓN NOS PREPARA”
Cuando el Señor quiere confiarnos una misión, “nos prepara” para hacerla “bien”, y nuestra respuesta debe estar basada en la oración y la fidelidad. Es el pensamiento de síntesis de la homilía del Papa Francisco, en la misa celebrada esta mañana en la Casa de Santa Marta.
Se puede ser un día valientes opositores de la idolatría en servicio de Dios y al día siguiente estar deprimidos hasta el punto de querer morir porque alguien, en el curso de nuestra misión, nos ha asustado. Para equilibrar estos dos extremos de la fuerza y fragilidad humana está y estará siempre Dios, siempre que se permanezca fieles a Él. Es la historia del profeta Elías, que se describe en la lectura del Libro de los Reyes, tomada por Papa Francisco en su conjunto como un modelo de experiencia de toda persona de fe. El célebre fragmento litúrgico del día, muestra a Elías en el Monte Horeb que recibe la invitación a salir de la cueva en la que se encontraba, para presentarse ante Dios . Cuando el Señor pasa, un fuerte viento, un terremoto y un incendio se materializan en secuencia, pero en ninguno de ellos Dios se manifiesta. Luego, es el momento de un ligero soplo de brisa y es en esto - recuerda el Papa - que Elías reconoce “el Señor que pasa”. “Pero el Señor no estaba en el viento, en el terremoto o en el fuego, sino que estaba en aquel susurro de brisa suave, en la paz o, como dice el texto original –precisamente el original, en una bella expresión - dice: "El Señor estaba en un hilo de silencio sonoro". Parece una contradicción: estaba en aquel hilo de silencio sonoro. Elías sabe discernir donde está el Señor, y el Señor lo prepara con el don del discernimiento. Y luego, le da la misión”.
La misión que Dios confía a Elías es aquella de ungir al nuevo rey de Israel y al nuevo profeta llamado a sustituir al mismo Elías. Papa Francisco hace especial hincapié en la delicadeza y en el sentido de paternidad con el que esta tarea es confiada a un hombre que, capaz de fortaleza y celo a la vez, ahora parece sólo un perdedor. “El Señor” – afirmó el Papa –“prepara el alma, prepara el corazón, y lo prepara en la prueba, lo prepara en la obediencia, lo prepara en la perseverancia”.
“El Señor, cuando nos quiere dar una misión, cuando nos quiere dar un trabajo, nos prepara. Nos prepara para hacerlo bien, como preparó a Elías. Y lo más importante de esto no es que él haya encontrado al Señor, no, no, esto está bien. Lo importante es todo el recorrido hasta el final para llegar a la misión que el Señor le confía. Y esta es la diferencia entre la misión apostólica que el Señor nos da y una tarea: "Ah, usted tiene que realizar esta tarea, debe hacer esto...", una tarea humana, honesta, buena... Cuando el Señor da una misión, siempre nos hace entrar en un proceso, un proceso de purificación, un proceso de discernimiento, un proceso de obediencia, un proceso de oración”.
Y la “fidelidad a este proceso”, prosiguió Papa Francisco, es aquella de dejarnos conducir por el Señor. En este caso, con la ayuda de Dios, Elías supera el temor desencadenado en él por la reina Jezabel, quien había amenazado con matarlo.
“Esta reina era una reina malvada y mataba a sus enemigos. Y él tiene miedo. Pero el Señor es más poderoso. Pero lo hace sentir como a él, también el grande y bueno, necesita la ayuda del Señor y la preparación para la misión. Veamos esto: él camina, obedece, sufre, discierne, reza... encuentra al Señor. Que el Señor nos conceda la gracia de dejarnos preparar todos los días del camino de nuestra vida, para que podamos dar testimonio de la salvación de Jesús”.
Fuente: Radio Vaticana.




REFLEXIÓN
Mt. 5, 38-42: Rechazo de la venganza efectiva y el deseo de la misma.   
El evangelio nos presenta la Ley del Talión que reguló la vida de Israel y de otros  pueblos primitivos como ellos (cfr. Lev. 24, 19-20), cuando la venganza parecía no  tener límites. En el tiempo de Jesús, ya se cambiaban las penas por multas en pago  de dinero. Esta ley se basaba en el principio de retribución, es decir, podía hacer, el  agraviado lo mismo que le había hecho su agresor. Se trata de vida por vida, ojo  por ojo, diente por diente; puedes cobrarte la venganza pagando con la misma  moneda (cfr. Ex.21,23-25). Sentimiento muy arraigado en el corazón humano.  Jesús, invalida este principio, es más, sus discípulos no deben buscar la venganza.  Rechaza la venganza en sí misma, como el deseo de la misma, hasta renunciar a la  justicia vindicativa y toda violencia activa, incluso como autodefensa. Es lo más  duro de la doctrina de Cristo para sus discípulos. Pone cuatro situaciones a modo de  ejemplo: la bofetada, el pleito, requerimiento y préstamo. Situaciones paradójicas  que no hay que tomar en forma literal, sino rescatar el espíritu de perdón,  reconciliación y fraternidad. Paradojalmente, es el mismo Jesús que pide  explicaciones cuando es herido y es humillado (cfr.Jn.18,23); busca como  defenderse con una espada (cfr. Lc. 22,49); más tarde Pablo, recurre a su calidad  de ciudadano romano cuando es apresado (cfr. Mc. 14,18; Jn. 18, 23; Lc. 22, 33;  Hch. 22, 25). Evangelio sublime, pero ciertamente incómodo para nuestro egoísmo  y mezquindad. Porque Jesús conoce el corazón humano, es que propone este  camino de liberación de la violencia para afianzarnos en el amor, en su fuerza  activa de perdón. Jesús, propicia los derechos humanos pero por sobre lo  estrictamente jurídico coloca el amor; no propone la resignación sino la no violencia  activa del amor; no propone cualquier tipo de pasividad y silencio ante la injusticia,  sino que busca la humanización de la justicia y la fraternidad. Son necesarios  hombres de fe y amor, amantes de sus enemigos, dispuestos a dar la vida, como  muchos hoy, por los derechos de sus hermanos, aunque les cueste la vida. Sufrir la  injusticia, no quita que ésta sea denunciada en forma profética. Cristo sufrió la  mayor de las injusticias, ser contado como un criminal, y sin embargo, por su  misterio pascual y el don del Espíritu Santo a sus discípulos, nos transforma en  hombres y mujeres nuevos, capaces de perdonar,  hacer el bien y orar hasta por el  enemigo. Se trata de amar, como Cristo Jesús hasta el final, amor que hace creíble  el evangelio, porque seduce al hombre que lo vive íntegramente y también lo hace  creíble.   
S. Teresa de Jesús, nos invita a revisar nuestra oración en clave de reconciliación  con el prójimo: “Cuando… un alma en la oración…no sale muy determinada… de  perdonar cualquier injuria… no fie mucho de su oración” (CV 36,8). 
(Homiletica org / Padre Julio González Carretti)

REFLEXIÓN: LA VIÑA DE NABOT
1 R 21, 1-16; Mt 5, 38-42
La propiedad rural era una institución protegida por las leyes en Israel. Un israelita que no disponía de tierras en aquella sociedad campesina, quedaba reducido prácticamente a la condición de esclavo. No disponía de derechos y condenaba a sus descendientes a vivir en el desamparo. El Dios de la vida que había liberado a los hijos de Jacob de la esclavitud no podía desentenderse de tales abusos. Ajab pretende pasar por encima de dicho derecho; su esposa recurre al soborno y comete un doble crimen: asesinato y robo. El Evangelio de san Mateo responde de alguna manera a ese desafío. Las relaciones entre la víctima y el verdugo se convierten en enemistad. La tentación de hacerse justicia por propia mano es seductora, las justificaciones que nos empujan a tratar con violencia a los violentos están a la vuelta de la esquina. Jesús las desautoriza porque además de ser estériles, terminan deshumanizando a quien las  práctica. Vivimos en una sociedad dominada por los violentos y no vemos la salida del túnel.( www misal com mx)



Santos
Ciriaco y Julita de Turquía, mártires; Juan Francisco Regis Clet, presbítero. Beata María Teresa Sherer, cofundadora.

 Feria (Verde)