LECTURAS
DE LA EUCARISTIA
JUEVES
14 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO
ORDINARIO A. SEMANA 19
SAN MAXIMILIANO
MARÍA KOLBE, MÁRTIR
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Mt 25, 34. 40)
Vengan,
benditos de mi Padre, dice el Señor. Yo les aseguro que, cuanto hicieron con el
más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo al presbítero
y mártir san Maximiliano María Kolbe, inflamado en amor a la Virgen Inmaculada,
concede, propicio, que, por su intercesión, trabajando esforzadamente por tu
gloria al servicio de los hombres, podamos asemejarnos a tu Hijo hasta la
muerte. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Emigra en pleno día, ante la
vista de todos.
DEL LIBRO DEL PROFETA
EZEQUIEL: 12, 1-12
El
Señor me habló y me dijo: "Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo
rebelde: tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son un
pueblo rebelde.
Ahora,
pues, hijo de hombre, prepara tus cosas como quien va al destierro y vete de
día, ante la vista de todos, a ver si se dan cuenta de que son un pueblo
rebelde. Arregla tus cosas como quien va al destierro, de día, ante la vista de
todos y sal por la tarde, a la vista de todos, como salen los desterrados. Haz,
a la vista de todos, un agujero en la pared y sal por ahí. Ante la vista de
todos, échate tus cosas al hombro y sal en la oscuridad; cúbrete la cara para
no ver el país, porque te he convertido en una señal para el pueblo de
Israel".
Hice,
pues, lo que el Señor me había ordenado: de día preparé mis cosas como quien va
al destierro; por la tarde hice un agujero en la pared, con la mano, y salí en
la oscuridad, con mis cosas al hombro, ante la vista de todos.
A
la mañana siguiente, el Señor me habló y me dijo: "Hijo de hombre, ¿no te
ha preguntado el pueblo de Israel, ese pueblo rebelde, qué era lo que estabas
haciendo? Pues anúnciales: 'Esto dice el Señor: Estas palabras se refieren al
príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel, que vive en la
ciudad'. Diles: 'Yo soy una señal para ustedes: lo que yo he hecho, eso harán
con ustedes: irán cautivos al destierro y su príncipe, con sus cosas al hombro,
saldrá en la oscuridad; perforarán una pared para que pueda salir y él se cubrirá
la cara para no ver el país con sus ojos' ".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del
salmo 77
R/.
Perdona a tu pueblo, Señor.
Los
israelitas provocaron al Dios altísimo y se rebelaron contra él, negándose a
guardar sus preceptos. Desertaron y lo traicionaron, como sus padres, fallaron
como un arco mal hecho. R/.
En
sus colinas lo encolerizaban, con sus ídolos provocaban sus celos. Dios lo oyó
y se indignó y rechazó totalmente a Israel. R/.
Mandó
sus soldados al cautiverio y el arca de la alianza, a las manos enemigas;
entregó su pueblo a la espada, encolerizado contra su heredad. R/.
ACLAMACIÓN
(Sal 118, 135)
R/.
Aleluya, aleluya.
Señor,
mira benignamente a tus siervos y enséñanos a cumplir tus mandamientos. R/.
No te digo que perdones
siete veces, sino hasta setenta veces siete.
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO: 18, 21-35; 19,1
En
aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me
ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le
contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".
Entonces
Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso
ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía
muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a
él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El
servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: 'Ten paciencia
conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y
hasta le perdonó la deuda.
Pero,
apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que
le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba,
mientras le decía: 'Págame lo que me debes'. El compañero se le arrodilló y le
rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. Pero el otro no quiso
escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al
ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle
al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: 'Siervo malvado. Te
perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber
tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?'. Y el señor,
encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que
pagara lo que debía.
Pues
lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón
a su hermano".
Cuando
Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda
al otro lado del Jordán.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Te
presentamos, Señor, nuestros dones, pidiéndote humildemente que, a ejemplo de
san Maximiliano María, aprendamos a ofrecerte nuestra vida. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 15, 13)
Nadie
tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos, dice el
Señor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
pedimos, Señor, que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos
inflame aquel mismo fuego de caridad que san Maximiliano María recibió de este
sagrado banquete. Por Jesucristo, nuestro Señor.
REFLEXIÓN
Mateo: 18, 21-35; 19,1: Este
evangelio nos presenta un principio básico de la vida cristiana: la
reconciliación y el perdón (vv.21-23) y
la parábola del siervo sin entrañas (vv.23-35). La pregunta de Pedro, y la respuesta de Jesús,
hablan de un perdón ilimitado. Son
varios los pasajes en los cuales queda clara la actitud de Jesús
respecto al perdón de las ofensas (cfr.
Mt. 5, 23; 6,12ss). En el trasfondo de la pregunta de Pedro se encuentra el tema de la venganza: “Y dijo
Lámek a sus mujeres: «Adá y Sillá, oíd
mi voz; mujeres de Lámek, escuchad mi palabra: Yo maté a un hombre por
una herida que me hizo y a un muchacho por
un cardenal que recibí. Caín será vengado
siete veces, mas Lámek lo será setenta y siete veces” (Gén. 4, 23-24).
Todo un canto que exalta la venganza;
como contrapartida, Jesús propone el perdón sin
límites. Mientras la venganza era prácticamente una ley sagrada en todo
Oriente, la humillación era el precio
del perdón. Jesús manda perdonar hasta setenta veces siete, es decir siempre, contraponer el bien
al mal, el perdón el bien debe alcanzar
la victoria (cfr. Rom.12, 21). En un segundo momento Jesús propone la
parábola del siervo sin entrañas. La
parábola del siervo sin entrañas, quiere dejar en claro el proceder del Padre Dios, con quien no perdona
de corazón a su hermano. La parábola
quiere destacar la relación del hombre con Dios y de los hombres entre sí: los
diez mil talentos simbolizan al hombre pecador, toda la humanidad, a quien
Dios perdona por pura gracia y bondad.
El siervo sin entrañas, representa la maldad del corazón humano, que no es capaz de perdonar
cien denarios, que es lo que se deben
los hermanos entre sí. No es más, es la nada misma, respecto de cuanto ha sido perdonado por Dios.
La
primera enseñanza que nos deja la parábola que nos advierte de la dureza de corazón; el Padre
procederá de la misma manera, si alguien
no perdona de corazón a su hermano (v.35; Mt. 6,15). Dios Padre es el que perdona la enorme deuda de la humanidad
pecadora, que sobrepasa todo límite
humano. La misericordia divina, es demostración de su omnipotencia y
majestad. El pecador debe tener la misma
actitud con sus hermanos, si quiere
permanecer delante de Dios. La medida de Dios es la misma que nosotros
debemos usar con los hermanos, porque la
relación con los hermanos, nace de nuestra unión con el Padre. Si todos vivimos de la misericordia de
Dios la debemos conceder a los hermanos.
Sólo quien experimenta el perdón de Dios, en el Sacramento de la Reconciliación, es capaz de perdonar,
ilimitadamente a su hermano, porque el
perdón, es fruto del exquisito amor de Dios Padre por el hombre. La Santa Madre Teresa nos pide que
consideremos bien las palabras del Padre
nuestro en lo que se refiere a perdonar los pecados así como Dios Padre
nos perdona. “Pues tened mucha cuenta,
hermanas, con que dice: «como
perdonamos»; ya como cosa hecha, como he dicho. Y advertid mucho en
esto, que cuando de las cosas que Dios
hace merced a un alma en la oración que he dicho de contemplación perfecta no sale muy
determinada y, si se le ofrece, lo pone por obra de perdonar cualquier injuria, por grave que
sea ‑ no
estas naderías que llaman injuria ‑ no fíe mucho de su oración” (CV 36,8).
(Fuente:
Homiletica org / Padre Julio Gonzalez Carretti OCD )
BREVE
EXPLICACIÓN DEL EVANGELIO
Comentario:
Rev. D. Joan BLADE.
Señor,
¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?
Hoy,
preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi
hermano?» (Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes tanto amo, los veo
también con manías y caprichos que me molestan, me importunan cada dos por
tres, no me hablan... Y esto un día y otro día. Señor, ¿hasta cuándo los he de
aguantar?
Jesús
contesta con la lección de la paciencia. En realidad, los dos colegas coinciden
cuando dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt 18,26.29). Mientras la intemperancia
del malvado, que ahogaba al otro por poca cosa, le ocasiona la ruina moral y
económica, la paciencia del rey, a la vez que salva al deudor, a la familia y
sus bienes, engrandece la personalidad del monarca y le genera la confianza de
la corte. La reacción del rey, en labios de Jesús, nos recuerda aquello del
libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido»
(Sal 130,4).
Está
claro que nos hemos de oponer a la injusticia, y, si es necesario,
enérgicamente (soportar el mal sería un indicio de apatía o de cobardía). Pero
la indignación es sana cuando en ella no hay egoísmo, ni ira, ni necedad, sino
deseo recto de defender la verdad. La auténtica paciencia es la que nos lleva a
soportar misericordiosamente la contradicción, la debilidad, las molestias, las
faltas de oportunidad de las personas, de los acontecimientos o de las cosas.
Ser paciente equivale a dominarse a uno mismo. Los seres susceptibles o
violentos no pueden ser pacientes porque ni reflexionan ni son amos de sí
mismos.
La
paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de
los cielos, y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos.
Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13),
Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos da la oportunidad de salvarnos
(cf. 2Pe 3,15).
Ciertamente,
¡cuántas veces la paciencia del buen Dios nos ha perdonado en el confesionario!
¿Siete veces? ¿Setenta veces siete? ¡Quizá más!
(FUENTE:
www misal com mx)
Santos
Maximiliano María Kolbe, mártir; Antonio Primaldo y
compañeros, mártires.
Beato Brancorsini de Urbino, religioso.
Memoria (Rojo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario