LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO
24 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO
ORDINARIO A. SEMANA 21
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Sal 85, 1 -3)
Inclina
tu oído, Señor, y escúchame. Salva a tu siervo, que confía en ti. Ten piedad de
mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles, impulsa a tu
pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que, en medio de
la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros corazones donde
se halla la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Pondré la llave del palacio
de David sobre su hombro.
DEL LIBRO DEL PROFETA
ISAÍAS: 22, 19-23
Esto
dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio: "Te echaré de tu puesto y te
destituiré de tu cargo. Aquel mismo día llamaré a mi siervo, a Eleacín, el hijo
de Elcías; le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda y le traspasaré tus
poderes.
Será
un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la
llave del palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará;
lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será
un trono de gloria para la casa de su padre".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del
salmo 137
R/.
Señor, tu amor perdura eternamente.
De
todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te
cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. R/.
Señor,
te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos
oíste y nos llenaste de valor. R/.
Se
complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. Señor, tu amor perdura
eternamente; obra tuya soy, no me abandones. R/.
Todo proviene de Dios, todo
ha sido hecho por Él y todo está orientado hacia Él.
DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN
PABLO A LOS ROMANOS: 11, 33-36
¡Qué
inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus
designios e incomprensibles sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás el
pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero? ¿Quién ha podido darle
algo primero, para que Dios se lo tenga que pagar? En efecto, todo proviene de
Dios, todo ha sido hecho por Él y todo está orientado hacia él. A Él la gloria
por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Mt 16, 18)
R/.
Aleluya, aleluya.
Tú
eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno
no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R/.
Tú
eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 16, 13-20
En
aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta
a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que
Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego
les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Simón Pedro tomó
la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús
le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo
ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo
a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes
del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra quedará desatado en el cielo".
Y
les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Se
dice Credo.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Presentemos
con confianza nuestras plegarias al Padre.
Después
de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por
el Papa Francisco, sucesor de Pedro. Que Dios lo ilumine y lo sostenga en su
servicio apostólico. Oremos.
Por
todos aquellos que en cualquier ámbito de la sociedad ostentan
responsabilidades como gobernantes o dirigentes. Que lo hagan siempre con
espíritu de servicio en bien de los demás. Oremos.
Por
los jóvenes cristianos. Que den siempre un buen testimonio de Jesús, el Hijo de
Dios vivo. Oremos.
Por
todos nosotros, por nuestros familiares y amigos, por nuestros vecinos y
conocidos. Que en este tiempo encontremos momentos de paz, de meditación, de
oración, para profundizar en nuestra fe y también en las relaciones gratuitas
con los demás. Oremos.
Escucha,
Padre bondadoso, las oraciones de tus hijos, y concédenos lo que te hemos
pedido confiadamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
que con un mismo y único sacrificio adquiriste para ti un pueblo de adopción,
concede, propicio, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de la paz. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. Sal 103, 13-15)
La
tierra está llena, Señor, de dones tuyos: el pan que sale de la tierra y el
vino que alegra el corazón del hombre.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
pedimos, Señor, que la obra salvadora de tu misericordia fructifique plenamente
en nosotros, y haz que, con la ayuda continua de tu gracia, de tal manera
tendamos a la perfección, que podamos siempre agradarte en todo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRAS
DEL PAPA FRANCISCO ANTES DEL ANGELUS
Domingo
24 de Agosto de 2014
Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
El
Evangelio de este domingo (Mt 16, 13-20) es el célebre pasaje, central en el
relato de Mateo, en el que Simón, en nombre de los Doce, profesa su fe en Jesús
como «el Cristo, el Hijo de Dios vivo»; y Jesús llama «bienaventurado» a Simón
por su fe, reconociendo en ella un don, un don especial del Padre, y le dice: «Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».
Detengámonos
un momento precisamente en este punto, sobre el hecho de que Jesús atribuye a
Simón este nuevo nombre: “Pedro”, que en la lengua de Jesús suena “Cefas”, una
palabra que significa “piedra”. En la Biblia este nombre, este término,
“piedra”, está referido a Dios. Jesús lo atribuye a Simón, no por sus
cualidades o sus méritos humanos, sino por su fe genuina y firme, que le viene
de lo alto.
Jesús
siente en su corazón una gran alegría, porque reconoce en Simón la mano del
Padre, la acción del Espíritu Santo. Reconoce que Dios Padre ha dado a Simón
una fe “fiable”, sobre la cual Él, Jesús, podrá edificar su Iglesia, es decir
su comunidad. Es decir, todos nosotros. Todos nosotros.
Jesús
tiene el propósito de dar vida a “su” Iglesia, un pueblo fundado ya no en su
descendencia, sino en la fe, es decir, en la relación con Él mismo, una
relación de amor y de confianza. Nuestra relación con Jesús edifica la Iglesia.
Y, por tanto, para iniciar su Iglesia, Jesús tiene necesidad de encontrar en
los discípulos una fe sólida, una fe “de confianza”. Esto es lo que Él debe
verificar en este punto del camino. Y por eso formula la pregunta.
El
Señor tiene en su mente la imagen del construir, la imagen de la comunidad como
edificio. He aquí porqué, cuando siente la profesión de fe genuina de Simón, lo
llama “piedra”, y manifiesta la intención de construir su Iglesia sobre esta
fe.
Hermanos
y hermanas, lo que sucedió de modo único en San Pedro, sucede también en cada
cristiano que madura una fe sincera en Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios vivo.
El
Evangelio de hoy también interpela a cada uno de nosotros. ¿Cómo va tu fe? Cada
uno responda en su corazón, eh. ¿Cómo va tu fe? ¿Cómo es? ¿Qué encuentra el
Señor en nuestros corazones? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón
arenoso, es decir, dudoso, difidente, incrédulo? Nos hará bien en la jornada de
hoy pensar en esto.
Si
el Señor encuentra en nuestro corazón una fe, no digo perfecta, pero sincera,
genuina, entonces Él ve también en nosotros piedras vivas con las cuales
construir su comunidad. De esta comunidad, la piedra fundamental es Cristo,
piedra angular y única. Por su parte, Pedro es piedra, en cuanto fundamento
visible de la unidad de la Iglesia; pero cada bautizado está llamado a ofrecer
a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para que Él pueda seguir
construyendo su Iglesia hoy, en todas partes del mundo.
También
en nuestros días «mucha gente» piensa que Jesús es un gran profeta, un maestro
de sabiduría, un modelo de justicia… Y también hoy Jesús pregunta a sus
discípulos, es decir a nosotros, a todos nosotros: «¿Pero ustedes, quién dicen
que soy yo?». ¿Un profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de justicia? ¿Qué
responderemos nosotros?
Pensemos
en esto. Pero sobre todo, oremos a Dios Padre, para que nos dé la respuesta y
por intercesión de la Virgen María; pidámosle que nos dé la gracia de
responder, con corazón sincero: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Ésta
es una confesión de fe. Éste es precisamente el Credo. Pero podemos repetirlo
tres veces todos juntos: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Todos
juntos: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». «Tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios vivo». «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
FUENTE:
RADIO VATICANA.
HOMILIA
P.
RANIERO CANTALAMESSA
Existe,
en la cultura y en la sociedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la
comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones. Se
practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y
comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opinión, pero con
fines, como veremos, muy diversos: no políticos sino educativos. Llegado a la
región de Cesarea de Filipo, es decir, la región más al norte de Israel, en una
pausa de tranquilidad, en la que estaba solo con los apóstoles, Jesús les
dirigió a quemarropa la pregunta: "¿Quién dice la gente que es el hijo del
Hombre?"
Parece
como si los apóstoles no esperaran otra cosa para poder finalmente dar rienda
suelta a todas las voces que circulaban a propósito de él. Responden:
"Algunos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o
alguno de los profetas". Pero a Jesús no le interesaba medir el nivel de
su popularidad o su índice de simpatía entre la gente. Su propósito era bien
diverso. A renglón seguido les pregunta: "¿Vosotros quién decís que soy
yo?"
Esta
segunda pregunta, inesperada, les descoloca completamente. Se entrecruzan
silencio y miradas. Si en la primera pregunta se lee que los apóstoles
respondieron todos juntos, en coro, esta vez el verbo es singular; sólo
"respondió" uno, Simón Pedro: "¡Tú eres el Cristo, el hijo del
Dios vivo!"
Entre
las dos respuestas hay un salto abismal, una "conversión". Si antes,
para responder, bastaba con mirar alrededor y haber escuchado las opiniones de
la gente, ahora deben mirarse dentro, escuchar una voz bien distinta, que no
viene de la carne ni de la sangre, sino del Padre que está en los cielos. Pedro
ha sido objeto de una iluminación "de lo alto".
Se
trata del primer auténtico reconocimiento, según los evangelios, de la
verdadera identidad de Jesús de Nazaret. ¡El primer acto público de fe en
Cristo de la historia! Pensemos en el surco dejado por un barco: se va
ensanchando hasta perderse en el horizonte, pero comienza con una punta, que es
la misma punta del barco. Así sucede con la fe en Jesucristo. Es un surco que
ha ido ensanchándose en la historia, hasta llegar a los "últimos confines
de la tierra". Pero empieza con una punta. Y esta punta es el acto de fe
de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". Jesús usa otra
imagen, vertical no horizontal: roca, piedra. "Tú eres Pedro y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia".
Jesús
cambia el nombre a Simón, como se hace en la Biblia cuando uno recibe una
misión importante: lo llama "Kefas", Roca. La verdadera roca, la
"piedra angular" es, y sigue siendo, él mismo, Jesús. Pero, una vez
resucitado y ascendido al cielo, esta "piedra angular", aunque presente
y operante, es invisible. Es necesario un signo que la represente, que haga
visible y eficaz en la historia este "fundamento firme" que es
Cristo. Y éste será precisamente Pedro, y, después del él, el que haga las
veces de él, el Papa, sucesor de Pedro, como cabeza del Colegio de los apóstoles.
Pero
volvamos a la idea del sondeo. El sondeo de Jesús, como hemos visto, se
desarrolla en dos tiempos, comporta dos preguntas fundamentales: primero,
"Quién dice la gente que soy yo?"; segundo, "¿Quién decís
vosotros que soy yo? Jesús no parece dar mucha importancia a lo que la gente
piensa de él; le interesa saber qué piensan sus discípulos. Les coge con ese
"¿y vosotros quién decís que soy yo?". No permite que se atrincheren
tras las opiniones de otros, quiere que digan su propia opinión.
La
situación se repite, casi idéntica, en el día de hoy. También hoy "la
gente", la opinión pública, tiene sus ideas sobre Jesús. Jesús está de
moda. Miremos lo que sucede en el mundo de la literatura y del espectáculo. No
pasa un año sin que salga una novela o una película con la propia visión,
torcida y desacralizada, de Cristo. El caso del Código Da Vinci de Dan Brown ha
sido el más clamoroso y está teniendo muchos imitadores.
Luego
están los que se quedan a medio camino. Como la gente de su tiempo, cree que
Jesús es "uno de los profetas". Una persona fascinante, se le coloca
al lado de Sócrates, Gandhi, Tolstoi. Estoy seguro de que Jesús no desprecia
estas respuestas, porque se dice de él que "no apaga el pábilo vacilante y
no quiebra la caña cascada", es decir, sabe apreciar todo esfuerzo honesto
por parte del hombre. Pero hay una respuesta que no cuadra, ni siquiera a la
lógica humana. Gandhi o Tolstoi nunca han dicho "yo soy el camino, la
verdad y la vida", o también "el que ama a su padre o a su madre más
que a mí no es digno de mí".
Con
Jesús no se puede quedar uno a medio camino: o es lo que dice ser, o es el el
mayor loco exaltado de la historia. No hay medias tintas. Existen edificios y
estructuras metálicas (creo que una es la torre Eiffel de París) hechas de tal
manera que si se toca un cierto punto, o se traslada cierto elemento, se
derrumba todo. Así es el edificio de la fe cristiana, y ese punto neurálgico es
la divinidad de Jesucristo.
Pero
dejemos las respuestas de la gente y vayamos a los no creyentes. No basta con
creer en la divinidad de Cristo, es necesario también testimoniarla. Quien lo
conoce y no da testimonio de esta fe, sino que la esconde, es más responsable
ante Dios que el que no tiene esa fe. En una escena del drama "El padre
humillado" de Claudel, una muchacha judía, hermosísima pero ciega,
aludiendo al doble significado de la luz, pregunta a su amigo cristiano:
"Vosotros que veis, ¿qué uso habéis hecho de la luz?". Es una
pregunta dirigida a todos nosotros que nos confesamos creyentes.
HOMILIA
Fr.
Nelson Medina F., O.P
Temas
de las lecturas: Colgaré de su hombro la llave del palacio de David * Señor, tu misericordia es eterna, no
abandones la obra de tus manos. * Él es el
origen, guía y meta del universo * Tú eres Pedro, y te daré las llaves
del reino de los cielos
1. Las Llaves
1.1
Las lecturas de hoy, particularmente la primera y el evangelio, miran a
las llaves, esos pequeños pero
indispensables instrumentos que abren o cierran el paso. En tiempos bíblicos eran siempre de
metal; hoy podríamos llamar llaves a las
contraseñas que nos permiten acceder a un correo electrónico, o las
tarjetas de crédito que usamos en los
cajeros automáticos (ATM) o incluso a la forma y color característicos del propio iris, pero la idea
es la misma.
1.2
Hay una idea que se repite en nuestras lecturas de este domingo: "lo que
él abra, nadie lo cerrará; lo que él
cierre, nadie lo abrirá" dice el profeta Isaías refiriéndose al nuevo mayordomo del palacio
real; Jesús por su parte le dice a
Pedro: "todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y
todo lo que desates en la tierra quedará
desatado en el cielo." Estas palabras del Señor, séanos permitido destacarlo, no fueron dichas a
ninguna otra persona en ninguna otra
circunstancia.
2. El (Controvertido)
Ministerio de Pedro
2.1 Por eso la Iglesia Católica habla de un
"ministerio petrino," es decir, un encargo particular que Pedro ha recibido de Cristo y
que en últimas constituye la esencia del
ministerio que realiza el Papa, como sucesor de Pedro. Como se puede
suponer, numerosas controversias han
surgido entre los estudiosos de la Biblia sobre cómo se debe interpretar lo que el Señor dijo a
Pedro. 2.2 Los comentarios bíblicos
clásicos de confesión protestante interpretan este pasaje de manera diversa. Para Robertson, el
servicio de las llaves es el anuncio del
Reino de Dios, pues a través de la predicación la gente entra al Reino,
es decir, con ella Pedro
"abre;" cuando la misma predicación muestra las exigencias de seguir
el camino de Cristo algunos prefieren
quedarse afuera, y en ese sentido Pedro
"cierra." Según este modo de interpretar todo predicador hace
lo que hace Pedro.
2.3
Para Matthew Henry, otro protestante, las palabras de Pedro son expresión
de la fe de todos los creyentes, de modo
que lo que dice Cristo finalmente debe
entenderse de la Iglesia entera, y no centrarse únicamente en una
persona (y sus sucesores). En el mismo
sentido va Albert Barnes, que añade con énfasis: "La única preeminencia de Pedro [sobre los demás
apóstoles] fue el honor de abrir primero
que ellos las puertas del Evangelio para el mundo."
2.4
Para John Gill, protestante, las llaves indican la capacidad de explicar y anunciar la verdad del Evangelio. Las
palabras de Cristo no dan autoridad "jurídica" sino únicamente proveen una capacidad para
enseñar. De otro modo piensa el también
protestante John Darby, que ve un poder para gobernar en la expresión que Jesús usa, aunque aclara que ese poder no
reemplaza al del único Rey de Reyes,
Cristo mismo. Sin embargo, Darby no relaciona este poder con el modo católico de entender el servicio del
Papa.
3. El Poder de las Llaves
3.1
No cabe duda de que son interesantes y defendibles muchas posturas de
estos cristianos. Por lo pronto, nos
ayudan a estar en guardia con respecto a todo lo que implica la palabra "poder" y su
lugar en la Iglesia.
3.2
Pero hay varias cosas que podemos anotar. Ante todo, ¿no es interesante
que todas ellas vengan de los siglos
posteriores a la Reforma Protestante? ¿No llama la atención que antes del siglo XVI nadie
pensara que esa frase "se limitaba" a
predicar y a enseñar? ¿No cabe suponer que ese modo de interpretar
nació precisamente con un propósito, a
saber, erosionar la postura católica y favorecer el estilo de ministerio protestante?
3.3 Por ejemplo, san Agustín escribe: "La
Iglesia ha recibido las llaves del Reino de
los cielos, a fin de que se realice en ella la remisión de los pecados
por la sangre de Cristo y la acción del
Espíritu Santo. En esta Iglesia es donde revive el alma, que estaba muerta por los pecados, a fin de vivir
con Cristo, cuya gracia nos ha
salvado" (San Agustín, serm. 214, 11). San Juan Crisóstomo llega a
más cuando afirma: "Los sacerdotes
han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles, ni a los arcángeles... Dios sanciona allá
arriba todo lo que los sacerdotes hagan
aquí abajo" (San Juan Crisóstomo, sac. 3, 5).
3.4
Parece indudable entonces que debemos admirar y agradecer lo que Dios ha concedido a Pedro, y con la confirmación de
Pedro, lo que ha concedido a sus
sacerdotes. Concluyamos con la enseñanza de Juan Pablo II en su homilía
del 29 de junio de 1998: " El
Apóstol es el depositario de las llaves de un tesoro inestimable: el tesoro de
la redención. Tesoro que trasciende ampliamente la dimensión temporal. Es el tesoro de la vida divina, de
la vida eterna. Después de la
resurrección, fue confiado definitivamente a Pedro y a los Apóstoles:
"Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"
(Jn 20, 22-23).
Quien
posee las llaves tiene la facultad y la
responsabilidad de cerrar y abrir. Jesús habilita a Pedro y a los Apóstoles para que dispensen la gracia de la
remisión de los pecados y abran definitivamente
las puertas del reino de los cielos. Después de su muerte y resurrección, ellos comprenden bien la tarea
que se les ha confiado y, con esa
conciencia, se dirigen al mundo impulsados por el amor a su
Maestro."
(Homiletica
org / Fr. Nelson Medina F., O.P)
REFLEXIÓN
a.- Is. 22,19-23: Colgaré de
hombro la llave del palacio de David.
En
esta primera lectura encontramos un oráculo personal que el profeta dirige
a Sobná un secretario extranjero que
llegó a un puesto muy alto en el palacio de
Ezequías. Yahvé, sin embargo, quiere a Eliaquías a quien reviste de
todas las insignias de mayordomo de
palacio, túnica y cinturón (v.22), las llaves de palacio, símbolo de su poder como primer ministro,
merecerá el título de padre de parte del
pueblo; abrirá y cerrará, nadie le podrá quitar su poder. Sobre sus
hombros la llave simbólica de la casa de
David. Se le compara a este hombre con un clavo que tensa y sujeta las cuerdas de las tiendas, así será
su seguridad en el poder. Todos acudirán
a él, para encontrar solución a sus problemas. Pero será el mismo profeta, quien anunciará luego su caída, cuando el
servicio de Elequías se convirtió en
nepotismo. La misma palabra que lo elevó a tal dignidad, ahora lo
conmina al anonimato; Dios es celoso,
exige correspondencia. La misma mano poderosa de Yahvé que exalta al pobre, hunde al soberbio
cuando lo obrado por Dios, lo confunde
el hombre como fruto de su acción. Hecha una lectura desde la fe, este pasaje se convierte en profecía.
b.- Rm. 11, 33-36: Himno a
la sabiduría y misericordia de Dios.
Termina
el apóstol su reflexión sobre la desobediencia de Israel a la persona de Jesús de Nazaret y al evangelio. Tiene la
esperanza que al algún día los judíos
alcancen la misericordia de Dios por no aceptar la economía salutis, la
salvación universal, querida por Dios,
pero de la que se han excluido. La riqueza es uno de los temas preferidos del apóstol: Dios nos
enriqueció con la revelación de su Hijo.
Su evangelio es riqueza que hay que anunciar a los gentiles (cfr.
Rm.2,4; 1Cor.1,5; Ef. 3,8; Flp.4,19;
Col.1,27; 3,16). Lo mismo se puede decir de la sabiduría de Dios, es un abismo, una locura, personificada en
Jesucristo. En ÉL están escondidos los
tesoros de la sabiduría y de la ciencia, porque lo que se refiere a Dios
lo encontramos en Cristo (cfr.
1Cor.1,25; Col.2,3). La sabiduría de
Dios encerró a todos los hombres en el
pecado para tener misericordia de judíos y gentiles. Concluye Pablo, este tema, alabando la misma sabiduría, misericordia
y generosidad de Dios. Inescrutables son
los caminos de Dios, y por ellos, conducirá
a Israel a la salvación prometida. Toda esta reflexión es motivo de
admiración y de alabanza para el
cristiano. Dios en sus designios no pide consejo, de ahí que nadie conozca sus pensamientos, sus caminos son inescrutables.
El plan salvífico está por encima de va más allá de toda sabiduría humana. Tampoco Dios ha recibido ayuda de nadie para llevar adelante su obra
salvífica, por lo mismo nadie, puede exigirle
una recompensa. De ahí que sea insondable su generosidad que salva, por
pura bondad y nos quiere a cada uno como
Padre. La salvación que conocemos está más
allá de todo cuanto el hombre pueda esperar; por sobre todo conocimiento
y querer de hombre; misterio de gracia y
amor. La historia de la salvación se caracteriza por tener siempre Dios la iniciativa, como Señor,
obtiene cuanto es su voluntad. El
universo, creación de sus manos, se sigue moviendo, por el designio de
su voluntad y armonía perfecta. Se hace
digno de toda alabanza y honor, gloria por siempre. Concluye el texto con una doxología, que es
teología, porque orada: “Todo es de él,
por él y para él” (v.35; Col.1, 16-17).
c.- Mt. 16, 13-20: Tú eres
Pedro y te daré las llaves del Reino de los Cielos.
Este
evangelio debió ser muy importante, porque lo narran los Sinópticos, nos
presentan la escena localizada en el camino (cfr. Mc. 8, 27-30), cuando
se dirige Jesús con los suyos a la región
y aldeas de Cesárea de Filipo, y “estando una vez en oración”, “a solas con sus discípulos”
destaca Lucas (cfr. Lc. 9,18-21; 3,21; 6,12).
A Jesús le interesa saber qué piensa la gente acerca de ÉL, y lo primero
es preguntarle a sus más cercanos por
ello. Eran los apóstoles los que recibían las
impresiones de las muchedumbres, de las gentes sencillas: para unos
Jesús era Juan Bautista resucitado (cfr.
Lc. 9,7); para otros era Elías (cfr. Lc. 9,8),
manteniendo la opinión popular que el profeta estaba vivo que debía
venir a reconocer y ungir al Mesías,
finalmente para otros era Jeremías (cfr.2 M 1,12) o alguno de los grandes profetas. Era el poder
taumatúrgico de Cristo, el que los hacía
creer en la resurrección de los muertos (cfr. Mt 14:2; Mc 6:14). Extraña
que nadie dijese, por boca de los
apóstoles, que Jesús fuera reconocido por las gentes como el Mesías prometido aunque algunos ya lo
habían intuido (cfr. Mt. 9,27; 12, 23;
15, 22; Jn. 6, 14-15). Ahora, la pregunta del Maestro, va dirigida
directamente a los apóstoles. ¿Qué
piensan ellos acerca de Jesús? (v.20) Llevan con ÉL, cerca de dos años, cuál es la impresión, lo que han
comprendido, de su persona, palabras y
milagros. La respuesta la da sólo Pedro en nombre de todos, con lo que
Mateo quiere destacar la precisión de la
respuesta, lo que le da un carácter solemne a ese momento trascendente. La respuesta la recogen
los tres sinópticos con ligeras variantes:
“Tú eres el Cristo” (Mc. 8, 30); “El Cristo” de Dios” (Lc. 9,18); “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt.
16,16). Las dos primeras fórmulas confiesan
la medianidad de Jesús con la que coincide Mateo, pero la segunda parte
de su formulación, destacar la divinidad
de Cristo. A la confesión del apóstol, sigue la
felicitación a Pedro por la revelación recibida de parte de Dios, no de
algún hombre (cfr. Gál. 1,16-17). Tan
trascendente era la revelación, que la hizo el Padre celestial, misterio desconocido por Pedro, es
decir, una revelación que no podía
alcanzar a conocer por la carne ni la sangre, o sea como ser humano. Al
llamarlo
con su nombre Simón y darle uno nuevo, Pedro,
es signo que le dará también una misión:
ser piedra visible sobre la que ÉL
levantará la Iglesia (cfr. 1Cor. 1,12;
2,22; 9,5; 15,5; Gal. 1,18; 2,9; 11,14), y Jesucristo, la piedra angular
sobre la que se levanta todo el edificio
(cfr. Ef. 2,20). Le promete que las puertas del infierno, no podrán contra ella, es decir, las puertas
del Hades o de la muerte no vencerán a
la Iglesia (cfr. Is. 38, 10; cfr. Sal. 16,13). Más tarde este lugar de
la muerte se convirtió en lugar de
condenados y demonios, reino del mal hostil a la Iglesia (cfr. Col. 1,13; Ef. 6,12), pero, que asegura la
victoria definitiva de la comunidad
eclesial, sobre el mal. El infierno no podrá vencer a la Iglesia, porque
está edificada sobre la piedra angular,
la roca firme, que es Jesucristo. La otra promesa, se refiera a que Pedro, será asistido a la hora de “atar
y desatar” (v. 19), es decir, declarar
lícita o ilícita una cosa, con la confirmación de cuanto decida en los
cielos. Todo cuando decida, permita o prohíba,
será ratificado por el cielo, garantizado por
Cristo. Finalmente, Jesús les manda que no digan a nadie que ÉL es el
Cristo, para evitar la efervescencia que
había en el ambiente, y que ya habían intentado
proclamarlo rey, Mesías en el templo de Jerusalén (cfr. Jn. 6,15). La
hora de Jesús estaba cerca, había que
esperar su definitiva glorificación.
Santa Teresa de Jesús, vive la experiencia de ese Dios en el fondo de su
alma: “Estaba una vez recogida con esta compañía que traigo siempre en el alma
y parecióme estar Dios de manera en
ella, que me acordé de cuando San Pedro dijo: «Tú eres Cristo, hijo de Dios
vivo»; porque así estaba Dios vivo en mi alma. Esto no es como otras visiones, porque lleve fuerza
con la fe; de manera que no se puede
dudar que está la Trinidad por presencia y por potencia y esencia en
nuestras almas. Es cosa de grandísimo
provecho entender esta verdad. Y como estaba
espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como mi alma, entendí:
«No es baja, hija, pues está hecha a mi
imagen»” (Relaciones 41).
REFLEXIÓN
LA
LLAVE PARA ABRIR Y CERRAR
Is
22, 19-23, Rm 11, 33-36; Mt 16, 13-20
Las
dos narraciones recurren a una misma imagen para referirse al ministerio de
autoridad ejercida en representación de Dios. Un mayordomo es destituido y otro
es establecido en el palacio real de Judá. La responsabilidad de gobernar no es
un beneficio ni tampoco una especie de premio de lotería por tiempo limitado,
es una responsabilidad que genera rendición de cuentas. Pedro tendrá que
pastorear a la comunidad de los discípulos, estableciendo un discernimiento
colegiado en medio de sus hermanos para desentrañar la voluntad de Dios. La
llave que ha recibido es la autoridad para representar a Jesús en la búsqueda
de las señales del querer divino, en las diferentes circunstancias. Ese
servicio de acompañamiento tendrá que ser cumplido desde la autoridad discreta,
a la manera del mismo Señor Jesús, que no vino a ser servido sino a servir.
(www misal com mx).
Santos
Bartolomé, apóstol y mártir; Micaela del Santísimo
Sacramento, fundadora. Beato Bartolomé de Bélgica, monje.
(Verde)
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