LECTURAS
DE LA EUCARISTIA
VIERNES
15 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO
ORDINARIO A. SEMANA 19
LA
ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.
MISA
VESPERTINA DE LA VIGILIA
Esta
Misa se utiliza en la tarde del día 14 de agosto, antes o después de las
primeras vísperas de la solemnidad.
ANTÍFONA
DE ENTRADA
De
ti se han dicho maravillas, María, que hoy has sido exaltada sobre los coros de
los ángeles y triunfas con Cristo para siempre.
Se
dice Gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que al ver la humildad de la santísima Virgen María le concediste la
gracia de que tu Unigénito naciera de ella según la carne, y en este día la
coronaste de gloria incomparable, concede a quienes hemos sido salvados gracias
al misterio de tu redención, que merezcamos, por sus ruegos, ser glorificados
por ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Introdujeron el arca de la
alianza y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado.
DEL PRIMER LIBRO DE LAS
CRÓNICAS: 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2
En
aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para
trasladar el arca de la alianza al lugar que le había preparado. Reunió también
a los hijos de Aarón y a los levitas. Éstos cargaron en hombros los travesaños
sobre los cuales estaba colocada el arca de la alianza, tal como lo había
mandado Moisés, por orden del Señor.
David
ordenó a los jefes de los levitas que entre los de su tribu nombraran cantores
para que entonaran cantos festivos, acompañados de arpas, cítaras y platillos.
Introdujeron,
pues, el arca de la alianza y la instalaron en el centro de la tienda que David
le había preparado. Ofrecieron a Dios holocaustos y sacrificios de comunión, y
cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del
salmo 131
R/.
Ven, Señor, a tu morada.
Que
se hallaba en Efrata nos dijeron; de Jaar en los campos la encontramos.
Entremos en la tienda del Señor y a sus pies, adorémoslo, postrados. R/.
Tus
sacerdotes vístanse de gala; tus fieles, jubilosos, lancen gritos. Por amor a
David, tu servidor, no apartes la mirada de tu ungido. R/.
Esto
es así, porque el Señor ha elegido a Sión como morada: "Aquí está mi
reposo para siempre; porque así me agradó, será mi casa". R/.
Nos ha dado la victoria por
nuestro Señor Jesucristo.
DE LA PRIMERA CARTA DEL
APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 15, 54-57
Hermanos:
Cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha
sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está,
muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado
es la ley. Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor
Jesucristo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Lc 11, 28)
R/.
Aleluya, aleluya.
Dichosos
los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor. R/.
¡Dichosa la mujer que te
llevó en su seno!
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS: 11, 27-28
En
aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo,
gritando, le dijo: "¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos
pechos te amamantaron!" Pero Jesús le respondió: "Dichosos todavía
más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Se
dice Credo.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, el sacrificio de reconciliación y alabanza que celebramos en la Asunción
de la santa Madre de Dios, para que nos lleve a obtener el perdón y nos haga
permanecer en continua acción de gracias. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
propio, como en la Misa del día
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lc 11, 27)
Dichosa
la Virgen María porque llevó en su seno al Hijo del eterno Padre.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Después
de participar de la mesa celestial, imploramos tu clemencia, Señor Dios
nuestro, para que quienes celebramos la Asunción de la Madre de Dios, nos
veamos libres de todos los males que nos amenazan. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Puede
utilizarse la fórmula de bendición solemne.
HOMILIA
DE SS BENEDICTO XV
Homilia de Benedicto XVI en la Misa de la Solemnidad de
la Asunción de María
2006
Venerados
hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y hermanas:
En
el Magníficat, el gran canto de la Virgen que acabamos de escuchar en el
evangelio, encontramos unas palabras sorprendentes. María dice: "Desde
ahora me felicitarán todas las generaciones". La Madre del Señor profetiza
las alabanzas marianas de la Iglesia para todo el futuro, la devoción mariana
del pueblo de Dios hasta el fin de los tiempos. Al alabar a María, la Iglesia
no ha inventado algo "ajeno" a la Escritura: ha respondido a esta
profecía hecha por María en aquella hora de gracia.
Y
estas palabras de María no eran sólo palabras personales, tal vez arbitrarias.
Como dice san Lucas, Isabel había exclamado, llena de Espíritu Santo:
"Dichosa la que ha creído". Y María, también llena de Espíritu Santo,
continúa y completa lo que dijo Isabel, afirmando: "Me felicitarán todas
las generaciones". Es una auténtica profecía, inspirada por el Espíritu
Santo, y la Iglesia, al venerar a María, responde a un mandato del Espíritu
Santo, cumple un deber.
Nosotros
no alabamos suficientemente a Dios si no alabamos a sus santos, sobre todo a la
"Santa" que se convirtió en su morada en la tierra, María. La luz
sencilla y multiforme de Dios sólo se nos manifiesta en su variedad y riqueza
en el rostro de los santos, que son el verdadero espejo de su luz. Y
precisamente viendo el rostro de María podemos ver mejor que de otras maneras
la belleza de Dios, su bondad, su misericordia. En este rostro podemos percibir
realmente la luz divina.
"Me
felicitarán todas las generaciones". Nosotros podemos alabar a María,
venerar a María, porque es "feliz", feliz para siempre. Y este es el
contenido de esta fiesta. Feliz porque está unida a Dios, porque vive con Dios
y en Dios. El Señor, en la víspera de su Pasión, al despedirse de los suyos,
dijo: "Voy a prepararos una morada en la gran casa del Padre. Porque en la
casa de mi Padre hay muchas moradas" (cf. Jn 14, 2). María, al decir:
"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra",
preparó aquí en la tierra la morada para Dios; con cuerpo y alma se transformó
en su morada, y así abrió la tierra al cielo.
San
Lucas, en el pasaje evangélico que acabamos de escuchar, nos da a entender de
diversas maneras que María es la verdadera Arca de la alianza, que el misterio
del templo —la morada de Dios aquí en la tierra— se realizó en María. En María
Dios habita realmente, está presente aquí en la tierra. María se convierte en
su tienda. Lo que desean todas las culturas, es decir, que Dios habite entre
nosotros, se realiza aquí. San Agustín dice: "Antes de concebir al Señor
en su cuerpo, ya lo había concebido en su alma". Había dado al Señor el
espacio de su alma y así se convirtió realmente en el verdadero Templo donde
Dios se encarnó, donde Dios se hizo presente en esta tierra.
Así,
al ser la morada de Dios en la tierra, ya está preparada en ella su morada
eterna, ya está preparada esa morada para siempre. Y este es todo el contenido
del dogma de la Asunción de María a la gloria del cielo en cuerpo y alma,
expresado aquí en estas palabras. María es "feliz" porque se ha
convertido —totalmente, con cuerpo y alma, y para siempre— en la morada del
Señor. Si esto es verdad, María no sólo nos invita a la admiración, a la
veneración; además, nos guía, nos señala el camino de la vida, nos muestra cómo
podemos llegar a ser felices, a encontrar el camino de la felicidad.
Escuchemos
una vez más las palabras de Isabel, que se completan en el Magníficat de María:
"Dichosa la que ha creído". El acto primero y fundamental para
transformarse en morada de Dios y encontrar así la felicidad definitiva es
creer, es la fe en Dios, en el Dios que se manifestó en Jesucristo y que se nos
revela en la palabra divina de la sagrada Escritura.
Creer
no es añadir una opinión a otras. Y la convicción, la fe en que Dios existe, no
es una información como otras. Muchas informaciones no nos importa si son
verdaderas o falsas, pues no cambian nuestra vida. Pero, si Dios no existe, la
vida es vacía, el futuro es vacío. En cambio, si Dios existe, todo cambia, la
vida es luz, nuestro futuro es luz y tenemos una orientación para saber cómo
vivir.
Por
eso, creer constituye la orientación fundamental de nuestra vida. Creer, decir:
"Sí, creo que tú eres Dios, creo que en el Hijo encarnado estás presente
entre nosotros", orienta mi vida, me impulsa a adherirme a Dios, a unirme
a Dios y a encontrar así el lugar donde vivir, y el modo como debo vivir. Y
creer no es sólo una forma de pensamiento, una idea; como he dicho, es una
acción, una forma de vivir. Creer quiere decir seguir la senda señalada por la
palabra de Dios.
María,
además de este acto fundamental de la fe, que es un acto existencial, una toma
de posición para toda la vida, añade estas palabras: "Su misericordia
llega a todos los que le temen de generación en generación". Con toda la Escritura,
habla del "temor de Dios". Tal vez conocemos poco esta palabra, o no
nos gusta mucho. Pero el "temor de Dios" no es angustia, es algo muy
diferente. Como hijos, no tenemos miedo del Padre, pero tenemos temor de Dios,
la preocupación por no destruir el amor sobre el que está construida nuestra
vida. Temor de Dios es el sentido de responsabilidad que debemos tener;
responsabilidad por la porción del mundo que se nos ha encomendado en nuestra
vida; responsabilidad de administrar bien esta parte del mundo y de la historia
que somos nosotros, contribuyendo así a la auténtica edificación del mundo, a
la victoria del bien y de la paz.
"Me
felicitarán todas las generaciones": esto quiere decir que el futuro, el
porvenir, pertenece a Dios, está en las manos de Dios, es decir, que Dios
vence. Y no vence el dragón, tan fuerte, del que habla hoy la primera lectura:
el dragón que es la representación de todas las fuerzas de la violencia del
mundo. Parecen invencibles, pero María nos dice que no son invencibles. La
Mujer, como nos muestran la primera lectura y el evangelio, es más fuerte
porque Dios es más fuerte.
Ciertamente,
en comparación con el dragón, tan armado, esta Mujer, que es María, que es la
Iglesia, parece indefensa, vulnerable. Y realmente Dios es vulnerable en el
mundo, porque es el Amor, y el amor es vulnerable. A pesar de ello, él tiene el
futuro en la mano; vence el amor y no el odio; al final vence la paz.
Este
es el gran consuelo que entraña el dogma de la Asunción de María en cuerpo y
alma a la gloria del cielo. Damos gracias al Señor por este consuelo, pero
también vemos que este consuelo nos compromete a estar del lado del bien, de la
paz.
Oremos
a María, la Reina de la paz, para que ayude a la victoria de la paz hoy:
"Reina de la paz, ¡ruega por nosotros!". Amén.
FUENTE: ACIPRENSA
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