lunes, 1 de septiembre de 2014

1 DE SEPTIEMBRE DE 2014, LECTURAS DE LA EUCARISTÍA


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
1 DE SEPTIEMBRE DE 2014
TIEMPO ORDINARIO  A. SEMANA 22

ANTÍFONA DE ENTRADA
Sálvanos, Señor y Dios nuestro; reúnenos de entre las naciones, para que podamos agradecer tu poder santo y nuestra gloria sea alabarte.

ORACIÓN COLECTA
Oremos:
Concédenos, Señor Dios nuestro, adorarte con toda el alma y amar a todos los hombres con  afecto espiritual. Por nuestro Señor Jesucristo…Amén.

Primera Lectura
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS (2, 1-5)

Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué
hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles
sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo  crucificado. Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL SALMO 118
R: ¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!

¡Cuánto amo tu voluntad!
Todo el día la estoy meditando. Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque siempre me acompañan.

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!
Soy más prudente que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes.

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!
Aparto mis pies de toda senda mala para cumplir tus palabras. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre mí;
él me ha enviado par anunciar a los pobres la buena nueva.
Aleluya.



EVANGELIO
† LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (4, 16-30)
Gloria a ti, Señor.

Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír”. Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban:
“¿No es éste el hijo de José?”
Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en   Cafarnaúm’ ”.
Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en  Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón.
Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria”. Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se
llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, complacido, estos dones que ponemos sobre tu altar en señal de nuestra sumisión a ti y conviértelos en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

PREFACIO COMÚN IV
La alabanza, don de Dios El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo
lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación. Por Cristo nuestro Señor.

Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo…

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame por tu misericordia. A ti, Señor, me acojo, que no
quede yo nunca defraudado. Oración después de la Comunión

OREMOS:
Te rogamos, Señor, que, alimentados con el don de nuestra redención, este auxilio de salvación eterna afiance siempre nuestra fe en la verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.


Homilía
Fr. Nelson Medina, O.P.

Temas de las lecturas: Os anuncié el misterio de Cristo crucificado * ¡Cuánto amo  tu voluntad, Señor! * Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres...  Ningún profeta es bien mirado en su tierra 

1. Lenguaje Nacido del Misterio de la Cruz 
1.1 Hemos aprendido de los textos de la primera lectura de los días pasados que el  centro mismo de la fe está en la paradoja de la Cruz, que al principio nos parece  tan horrenda y tan inútil pero que pronto se va revelando como principio de gracia  y como fuente de una sabiduría profunda y firme. La primera conclusión que brota  de allí es que la comunidad cristiana llevará también el sello de la Cruz, de modo  que no abundarán los grandes, fuertes y sabios según el mundo, sino más bien los  que el mundo desprecia y descalifica. 

1.2 Hoy vemos una segunda conclusión del misterio de la Cruz como raíz de toda la  vida cristiana; estamos hablando del uso del lenguaje. Las doctrinas que presumen  de sabias suelen preferir palabras y formulaciones complejas, que queden sólo al  alcance de los iniciados, los genios o los eruditos. Por el contrario, una doctrina que  viene a mostrar la vaciedad de esa sabiduría usará palabras sencillas y enunciados fuertes no por su retórica sino por el amor que anuncian y por la soberanía divina  que recuerdan. 

1.3 De aquí surge, por lógica consecuencia, cuál es la actitud propia del  evangelizador: no es la de quien se siente dueño de la verdad, así conozca muchas  razones, ni la de quien abunda en palabras y palabras. Es un emisario del Espíritu  Santo, un instrumento suyo que es perfectamente consciente de su propia debilidad  tanto como de la grandeza, hermosura y oportunidad de la palabra que anuncia. 

2. ¿A qué vino? 

2.1 Es reconfortante y gratísimo escuchar a Nuestro Señor en el evangelio del día  de hoy. Oír que hay alguien, por lo menos alguien, que sabe para qué está en el  mundo y a qué ha venido a este planeta. 

2.2 Y en verdad es grande la misión del profeta de Nazareth: "llevar a los pobres la  buena nueva... anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos... dar  libertar a los oprimidos... proclamar el año de gracia del Señor". Palabras capaces  de despertar viva gratitud y encendida admiración pero también incredulidad,  envidia, incomodidad, desprecio o incluso odio. 

2.3 Y esas dos facetas, la del aplauso y la del rechazo, aparecen de manera  consecutiva en el pasaje de hoy. Es posible que los hechos como tales no se  hubieran dado cronológicamente tal como están descritos en el texto que nos ha  llegado y que hace norma para nuestra fe. Lo importante es reconocer que Jesús  despierta esas dos reacciones y que tal vez en nosotros mismos pueden darse esos  dos modos de abordar el misterio de la misión del Señor.  2.4 Así aprendemos que el entusiasmo, aunque es impulso para el alma, no lo es  todo. Las multitudes, por ejemplo, suelen "padecer" el entusiasmo con la misma  irracionalidad con que se dejan arrastrar al odio, la destrucción, la burla o la  crueldad. Hace bien recibir la energía de un momento cargado de emoción, pero no  podemos hacer de la emoción la única estrella o guía de nuestra fe.
(Homiletica org /   Fr. Nelson Medina, O.P.)


REFLEXIÓN
Padre Julio González Carretti. OCD
Lc. 4, 16-30: El Espíritu del Señor está sobre mí. Jesús visita Nazaret.
Comenzamos a leer a Lucas, evangelista, durante la semana y lo hacemos con la  visita de Jesús a Nazaret. Ahí había sido concebido y crecido, llegó a ser hombre, y  guiado por el Espíritu comienza su obra salvífica. La ciudad le presentó su impronta  de incredulidad, que escandalizada de su palabra, luego de la admiración, trató de  quitarle la vida. En esta escena, vemos reflejada la liturgia de la sinagoga, en  sábado, donde se lee un pasaje del profeta Isaías, que lo podía comentar, con la  venia del que presidía, cualquier hombre mayor de treinta años. Jesús nacido bajo  la Ley (cfr. Gál. 4,4), en el tiempo del cumplimiento de todas las profecías y  promesas del pasado, hace uso de ese derecho, Jesús se puso de pie. Siguió todo el  ritual, le entregan el libro del profeta Isaías (cfr. Is. 61,1-2; 58,6), lo abrió, leyó el  texto; luego le enrolló, lo entregó al ayudante,  se sentó, como Maestro para  enseñar. El texto resalta la donación del Espíritu y la misión recibida de Dios, el  resto hablan del anuncio y del mensaje y de la acción salvífica del Señor. El Mesías  es palabra y obra, Salvador y buena noticia de victoria. Este programa que asume  Jesús, ni siquiera es elegido por Jesús, sino que prefijado por Dios. Jesús es  enviado por Dios, por medio de ÉL, Dios visita a los hombres. Lucas, comienza esta  etapa de Jesús, no con una llamada a la conversión, (cfr. Mc. 1,15s), sino con  buena noticia de salvación para los pobres, los cautivos, los oprimidos, los ciegos;  un año de gracia jubilar (cfr. Lev. 25,10).  Jesús, toma la palabra con la fuerza del  Espíritu Santo: “Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy” (v.21). El  hoy, es la mirada de los profetas, que se hace presente con sus anhelos y deseos  para Israel. Es el año de gracia que se inicia  y Jesús lo trae consigo: las promesas  se comienzan a cumplir. Lo “escuchado” por ellos, habla que hay un portador de  esa salvación y que se conoce sólo si se escucha a Jesús con fe, la fe viene de  escuchar esta interpelación, esta proclamación. ÉL ha sido ungido, para anunciar el  favor de Dios por los humildes y pobres del pueblo, un año jubilar en que se  perdonaban las deudas, los esclavos obtenían la libertad, etc. Jesús, es el Salvador  de los oprimidos, hace alborear la libertad, liberación de la ceguera del alma y del  cuerpo, liberación de la pobreza y de la esclavitud, liberación del pecado, etc. Es el  Mesías, es sobre todo, el que trae y comunica salvación a los hombres y mujeres, si  lo aceptan y creen en su Persona y en su mensaje. Jesús había crecido en gracia y  santidad ante Dios (cfr. Lc.2, 52), estaba ante ellos ÉL que había sido ungido por el  Espíritu, pero se acoge su mensaje, pero no al portador de la buena nueva, en lo  humano se revela la gracia de Dios, pero nace el rechazo. Es el hijo de José, el  carpintero, el oyente lo rechaza, porque pretende ser escuchado como enviado de  Dios. Si realmente es enviado de Dios, que haga los milagros que ha hecho en  Cafarnaún, que Dios acredite de ese modo su misión. Dios sólo obrará milagros, si  antes el hombre con fe, lo reconoce con humildad y sabe esperar en EL. Dios exige  fe en su voluntad, pero los nazarenos, no creían en Jesús, no tenían fe (cfr. Mc.  6,6). Ellos ven a Jesús sólo en lo humano, pero no obra para gustar a los hombres,  sino que trabaja con Dios, hace su voluntad (cfr. Jn.5, 15-18). El recuerdo que hace  Jesús de los profetas Elías y Eliseo, sugiere que el profeta obra, no por propia  voluntad, sino por disposición de Dios, sino que obraron milagros no con los judíos,  sino con los extranjeros; todo un criterio para Jesús que deberá ir a los paganos  para que escuchen su palabra y sus milagros, confirmen su mensaje de salvación  entre los pobres y necesitados. Dios es infinitamente libre para distribuir sus  gracias (cfr. 1Re.17,1; 18,1; 2Re. 5,14; Sant. 5,17; Hch. 7, 57). La actitud de  Israel, habla que no tiene derecho a exigir nada; la salvación es gracia. Lo único  importante, es la gracia de Dios, la fe en el Mesías, ansia de la salvación, y no los  vínculos nacionales. Jesús comenzó su obra salvífica con los suyos, pero si lo  rechazan, se dirigirá a los extraños: resucita a uno de Naím y libra de la lepra a un  samaritano (cfr. Lc. 7, 11; 17,12). Más tarde Pablo y Bernabé seguirán este mismo  criterio a la hora de evangelizar (cfr. Hch.13, 46). Jesús asume la acción de los  profetas, será poderoso en palabras y obras; Dios visita a su pueblo en la persona  de Jesús de Nazaret misericordiosamente, como los profetas. Éste asume el mismo  destino de los profetas. Como Jesús  no se acredita como profeta con milagros  portentosos, es juzgado como blasfemo por su pueblo, quieren cumplir la sentencia  inmediatamente, con lo que se anuncia el fracaso de su misión entre los suyos (cfr.  Dt.13,2). Nadie le pone la mano encima, no ha llegado su hora, no hizo ningún  milagro,  es Dios quien dispone de su vida y de su muerte. Pero ni su muerte,  podrá impedir que el Padre, lo resucite de entre los muertos, que suba al Padre, se  siente a su derecha, e interceda por los hombres para siempre. Jesús deja su  pueblo, va hacia los extraños, testigos de sus grandes hazañas salvíficas, Dios,  puede hasta de las piedras, sacar hijos de Abraham (cfr. Mt. 3,9). Cada día,  debemos redescubrir la alegría de la fe, el gozo de saber esperar en Dios, y el amor  divino que purifica y une y viene del Espíritu de Cristo vivo, que salva.
Santa Teresa de Jesús, tiene frases célebres y esta es una de ellas respecto de las  obras que han de ser fruto de la oración y contemplación. “Cuando yo veo almas  muy diligentes a entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están  en ella, que parece no se osan bullir ni menear el pensamiento porque no se les  vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco  entienden del camino por donde se alcanza la unión o piensan que allí está todo el  negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor; y que si ves una enferma a  quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te  compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y, si fuere menester, lo  ayunes porque ella lo coma; no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor  quiere aquello. Esta es la verdadera unión con su voluntad; y que si vieres loar  mucho a una persona, te alegres más mucho que si te loasen a ti. Esto, a la verdad  fácil es; que si hay humildad, antes tendrá pena de verse loar. Mas esta alegría de  que se entiendan las virtudes de las hermanas es gran cosa, y cuando viéremos  alguna falta en alguna, sentirla como si fuera en nosotras y encubrirla.” (5 Moradas   3,11)


(Homilerica org / Padre Julio González Carretti. OCD)


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