domingo, 29 de mayo de 2011

LECTURAS Y REFLEXION DE LA MISA DEL DIA DOMINGO 29 DE MAYO DE 2011



SEXTO DOMINGO DE PASCUA

Les impusieron las manos
y recibieron el Espíritu Santo


Lectura de los Hechos de los Apóstoles  8, 5-8. 14-17

En aquellos días:
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo. Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe. Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron sanos. y fue grande la alegría de aquella ciudad.
Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL    65, 1-3a. 4- 7a. 16. 20

R.    ¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»  R.

Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.  R.

Él convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en Él,
que gobierna eternamente con su fuerza.  R.

Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia.  R.


Entregado a la muerte en su carne,
fue vivificado en el Espíritu


Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro 3, 15-18

Queridos hermanos:
Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. Pero háganlo con suavidad y respeto, y con tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán todos aquéllos que difaman el buen comportamiento que ustedes tienen en Cristo, porque ustedes se comportan como servidores de Cristo. Es preferible sufrir haciendo el bien, si ésta es la voluntad de Dios, que haciendo el mal.
Cristo padeció una vez por los pecados -el Justo por los injustos- para que, entregado a la muerte en su carne y vivificado en el Espíritu, los llevara a ustedes a Dios.

Palabra de Dios.



EVANGELIO

Yo rogaré al Padre,
 y Él les dará otro Paráclito.




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan  14, 15-21

Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
y Yo rogaré al Padre,
y Él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad,
a quien el mundo no puede recibir,
porque no lo ve ni lo conoce.
Ustedes, en cambio, lo conocen,
porque Él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos,
volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá,
pero ustedes sí me verán,
porque Yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que Yo estoy en mi Padre,
y que ustedes están en mí y Yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple,
ése es el que me ama; ;
y el que me ama será amado por mi Padre,
y Yo lo amaré y me manifestaré a él.

Palabra del Señor.



Reflexión

“NO OS DEJARÉ DESAMPARADOS”

1.- Mucho me extrañaría a mí oír que alguno de nosotros cumple por amor las regulaciones de tráfico. O respeta el Código Penal por amor al ministro de Interior o al de Justicia. Pues lo que hoy nos dice el Señor Jesús es que el cumplimiento de lo que Él nos ha dejado encargado es una muestra de amor personal a Él, y que Él y su Padre, corresponden a ese amor personal.
Que hay una relación entre el amor que le debemos a Él y el cumplimiento de su código, y no lo hemos entendido… ¿Me queréis decir si para nosotros los diez mandamientos, aún reducidos al amar a Dios y al prójimo, no son un camino de cariño que se abre ante nosotros y que con su cumplimiento nos sentimos llenos y satisfechos como se siente uno que ama?
¿Tenemos en el camino de nuestras vidas a los mandamientos como focos luminosos que hacen el camino fácil, como se hace fácil todo lo que se hace por cariño? ¿O tantos NOES de los mandamientos han acabado por dar un sentido negativo a nuestra vida cristiana, hemos acabado por vivir en un estado religioso policial con un Dios con un palo siempre levantado en alto para dejarlo caer sobre nosotros en cuanto hagamos una transgresión? ¿No abunda en nosotros mucho más el temor a Dios que el amor?
Pues entonces no lo hemos entendido, porque el cumplimiento de los mandamientos tiene que ser una muestra de amor personal al Señor Jesús, a Dios. Más en concreto, ¿habéis venido a misa con el cariño que se va a casa de los padres, de unos cariñoso hermanos, de unos amigos de toda la vida, a pasar allí un buen rato con ellos?, ¿o “oír misa todos los domingos” es para nosotros una pura obligación con la que tenemos que cumplir? Pues no lo hemos entendido.
2.- O quizás peor… ¿implica nuestra fe un cariño cálido, hondo, verdadero hacia el Señor? ¿Es realmente el Señor una persona muy querida para mí? ¿Cuándo estamos solos nos quedamos gozando en el pensamiento de nuestro Padre Dios, del Señor Jesús presente en la eucaristía? Como pasa con las personas que queremos.
Cuando se quiere a una persona se interesa uno por las cosas que le gustan y le agradan y trata uno de hacerlas o regalárselas. ¿Es así Dios para mí? Nos dice San Ignacio que el amor consiste en comunicación de las dos partes, en dar y comunicar al amado lo que uno tiene y puede, y así el amado al amante. ¿O este lenguaje nos resulta a irreal? Tal vez porque aún no hemos llegado a la experiencia de un Dios personal, cercano, amigo, en el que podamos poner cariño y amor. Tal vez tengamos que pedir al Señor, que sin esperar a nuestra correspondencia Él se nos revele a lo hondo del corazón como dice el evangelio.
3.- Hay otra frase en este Evangelio muy apropiada para estos tiempos difíciles: “No os dejaré desamparados” Y en la familia hay ancianos y enfermos que se siente desamparados, solos, arrinconados. El Señor nos pide hoy a todos, que en ellos Él necesita nuestro amparo y nuestra protección, que les sepamos hacer compañía, que aguantemos sus caprichos, sus exigencias nacidas de ese mismo sentimiento de desamparo en que se encuentran, que el calor de nuestra mano comunique calor a esos pobres corazones congelados, a veces, de desamor verdadero o imaginado.

José María Maruri, SJ


CRISTO ES NUESTRA VERDAD

1.- Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. Cuando decimos que Cristo es nuestra verdad no nos referimos a la verdad científica física o química, sino a la verdad de nuestra vida, a la verdad de nuestro espíritu. Científicamente, nuestra condición de cristianos no nos hace más sabios que los no cristianos, ni mejor informados sobre el universo y las cosas. Pero el Espíritu de la verdad que habita en nosotros sí nos da un mayor y mejor conocimiento de Dios nuestro Padre. El cristiano que vive en Cristo y por Cristo vive unido al Padre y, aunque en esta vida de manera imperfecta, conoce la voluntad del Padre, sabe caminar y conducirse por el camino del Padre y actúa de acuerdo con la verdad del Padre. En este sentido, los cristianos decimos que Cristo es nuestra verdad. El mundo, en cuanto tal, “no ve, ni puede recibir el Espíritu de la verdad”, porque no camina por el camino de Cristo. Tampoco los cristianos, por el simple hecho de estar bautizados y llamarnos cristianos, poseemos el Espíritu de la verdad. La condición que nos pone el mismo Cristo para recibir su Espíritu es que le amemos y que guardemos sus mandamientos. El mandamiento de Cristo ya sabemos cuál es: amar a Dios y al prójimo sobre todas las cosas. Por desgracia, muchos de los que nos llamamos cristianos no amamos a Dios y al prójimo sobre todas las cosas, sino que amamos más al dinero, al poder, al éxito social, a los bienes materiales, a nosotros mismos. Amar a Dios y guardar los mandamientos de Cristo no es sólo, ni principalmente, decirlo de palabra, sino vivir como Cristo vivió, vivir guiados por el Espíritu de Cristo. Si vivimos guiados por el Espíritu de Cristo “el Padre nos amará y Cristo también nos amará y se revelará a nosotros”. Un bello mensaje del evangelio de este domingo, según san Juan.
2.- La ciudad se llenó de alegría. Nos dice el autor de los Hechos que la gente de la ciudad de Samaría “escuchaba con aprobación lo que decía Felipe”, el diácono, y que se llenó de alegría al ver los signos que hacía. Este es el objetivo que debemos tener todos los cristianos cuando anunciamos el evangelio con nuestras apalabras y con nuestros hechos. Hablamos para convencer a la gente de la verdad del evangelio que predicamos y para ayudarles con nuestras palabras y con nuestras obras a ser más buenos y felices. Si la gente que nos escucha no queda convencida de la verdad de lo que decimos y de la bondad de lo que hacemos no seguirá escuchándonos mucho tiempo. El mensaje del evangelio sólo producirá alegría en los que lo escuchan cuando estos vean que lo que decimos y lo que hacemos es bueno y beneficioso para ellos. Nosotros normalmente no podemos hacer milagros, ni curar enfermos, pero sí podemos ayudar a la gente a ser más feliz y a superar muchas dificultades internas y externas. Para esto debemos predicar un evangelio que sea de verdad , es decir, buena noticia para los que nos escuchan.
3.- Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere. La razón de nuestra esperanza, de la que habla aquí el apóstol Pedro, es nuestra fe en Cristo resucitado. Sabemos que si acompañamos a Cristo en su vida tenemos derecho a esperar que también le acompañáramos en su muerte y resurrección. Este nuestra esperanza debe dar fuerza y firmaza a nuestra fe en la resurrección de Cristo. Como nos dice también San Pedro debemos hablar y actuar siempre “con mansedumbre y respeto y buena conciencia, para que en aquello mismo en que somos calumniados queden confundidos los que denigran nuestra buena conducta en Cristo”. Hoy, más que ayer, sabemos los cristianos que no todos los que nos vean y nos escuchen van a aceptar el mensaje de nuestra esperanza, sino que muchos nos denigrarán. Esto no debe desanimarnos, ni debilitar la firmeza de nuestra fe y de nuestra esperanza, porque, como también sigue diciéndonos el apóstol Pedro, “mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal”.

Reflexión de Gabriel González del Estal
Fuente: celebrando la vida . com

martes, 24 de mayo de 2011


Jesús misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita. Acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca los dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.

Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús y por su dolorosa pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos la omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

LECTURAS Y REFLEXION DE LA MISA DEL DIA MARTES 24 DE MAYO DE 2011


Martes, 24 de Mayo de 2011

QUINTA SEMANA DE PASCUA

Contaron a la Iglesia todo lo que Dios había hecho con ellos

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14, 19-28

Algunos judíos de Antioquía y de Iconio vinieron a Listra y lograron convencer a la multitud. Entonces apedrearon a Pablo y, creyéndolo muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Pero él se levantó y, rodeado de sus discípulos, regresó a la ciudad.
Al día siguiente, partió con Bernabé rumbo a Derbe. Después de haber evangelizado esta ciudad y haber hecho numerosos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
En cada comunidad establecieron presbíteros y, con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído.
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir.
A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos. Después permanecieron largo tiempo con los discípulos.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL  144, 10-13ab. 21

R.    ¡Que tus fieles manifiesten tu gloria, Señor!

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.  R.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.  R.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre.
Que tus amigos manifiesten la gloria de tu reino,
desde ahora y para siempre.  R.



EVANGELIO

Mi paz les doy


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 27-31a

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
Les dejo la paz,
les doy mi paz,
pero no como la da el mundo.
¡No se inquieten ni teman!
Me han oído decir:
«Me voy y volveré a ustedes».
Si me amaran,
se alegrarían de que vuelva junto al Padre,
porque el Padre es más grande que Yo.
Les he dicho esto antes que suceda,
para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más con ustedes,
porque está por llegar el Príncipe de este mundo:
él nada puede hacer contra mí,
pero es necesario que el mundo sepa
que Yo amo al Padre
y obro como Él me ha ordenado.

Palabra del Señor.

Reflexión

Hech. 14, 19-28. El enviado como ministro al servicio del Evangelio no puede detenerse, aun cuando encuentre grandes dificultades y persecuciones en el cumplimiento de la misión que se le ha confiado.
Jesús diría a sus discípulos: Era necesario que el Hijo del Hombre padeciera todo esto para entrar, así, en su gloria. Y Pablo nos dice en este día: Hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
Solo la presencia del Espíritu Santo en nosotros podrá hacernos valientes en el Testimonio que hemos de dar continuamente acerca de Jesús. Quienes le seguimos no podemos hacerlo pensando encontrar nuestra comodidad y un escaño en la sociedad, sino sólo deseando amarlo, sirviendo a nuestro prójimo, y dando incluso nuestra vida por él y por nuestra fidelidad al Evangelio de Cristo.
Hemos de abrir los ojos para no querer hacerlo todo nosotros. Necesitamos de los demás; cada uno debe ponerse al servicio del Reino conforme a la medida de la gracia recibida; los apóstoles designaban presbíteros y los encomendaban a Dios con oraciones y ayunos para después ponerlos al servicio de la Comunidad.
Cuando nosotros nos hacemos ayudar por una diversidad de agentes laicos de pastoral, ¿lo hacemos en y desde Dios? ¿oramos por ellos? ¿Les tenemos confianza? Una Iglesia que no ha llegado a su madurez vive siempre recibiendo de sus pastores, pero es incapaz de ponerse ella misma al servicio del Evangelio aportando, por ejemplo, Diáconos Permanentes, Catequistas, Celebradores de la Palabra, Ministerio de la caridad, etc.
¿Qué grado de madurez tiene nuestra comunidad y hasta dónde hemos madurado nosotros mismos para ponernos al servicio del Evangelio en favor de los demás, conforme a la gracia recibida?

Sal. 145 (144). El Nombre del Señor ha sido proclamado en toda la tierra; muchos han escuchado el testimonio de los profetas. Ese testimonio ha llegado hasta el Salmista que entiende que su responsabilidad consiste en convertirse, a su vez, en el transmisor de ese mensaje para las futuras generaciones. Por eso todos han de ser invitados a alabar al Señor, a proclamar la gloria de su reino y a dar a conocer sus maravillas.
Jesucristo, Luz de los pueblos, Salvador de toda la humanidad, Cercanía de Dios, no puede únicamente ser conocido, y después ser olvidado; ni dejarlo guardado o escondido en una relación personalista y sin trascendencia. El Señor nos pide ser portadores de su Evangelio a todas las personas de todos los tiempos y lugares para que todos los seres bendigan al Padre Dios ahora y para siempre.

Jn. 14, 27-31. La paz no sólo se conquista, se disfruta. La paz nace de sentirse amado; una paz conquistada por alguien a favor nuestro nos compromete a no perderla, a no sentirnos cobardes pues ha llegado a nosotros por pura gracia.
La paz que Cristo nos ofrece no es la serenidad interior que muchos tratan de lograr a través de ejercicios de tranquilidad. La paz de Cristo para nosotros es su propia vida que se nos participa; es sentir a Dios como Padre cercano a nosotros, Padre lleno de bondad, ternura y misericordia; Padre comprensible para con sus hijos; pero también Padre que nos compromete a trabajar por la justicia, por el amor fraterno y por la paz en nuestros corazones.
Nosotros no damos a los demás la paz como lo hacen los políticos que, para liberar a un pueblo de sus esclavitudes los oprimen, los esclavizan o les hacen la guerra. La conquista interior de la paz nace de Cristo que nos amó y se entregó por nosotros. En Él encontramos el perdón de nuestros pecados, la reconciliación con Dios, la paz que nos salva.
Cristo, que se entregó a la muerte por nosotros, parecía haber sido derrotado por el mal; sin embargo, su muerte, su resurrección y su glorificación a la diestra del Padre, ha sido la victoria definitiva sobre el demonio, sobre el pecado y sobre la muerte.
Aquel que participa de la misma vida de Dios vive en una paz continua, a pesar de que la vida a veces se le torne difícil, pues sabemos que no vamos a la deriva, sino que nuestro camino es el mismo de Cristo, perseverando fieles en medio de las pruebas por esta vida, hasta lograr la misma Gloria que tiene el Señor resucitado.
No es otro nuestro camino; por eso, teniendo la mirada fija en Jesús, lancémonos con perseverancia a la conquista de los bienes definitivos, sin perder la paz que de Dios, por medio de su Hijo, hemos recibido.
Nadie nos ha amado como Jesús; pues nadie tiene amor más grande por sus amigos que aquel que da la vida por ellos.
Nos reunimos en esta Eucaristía para celebrar el amor que Dios nos tiene hasta el extremo. Él nos comprende como un buen Padre, como un buen amigo; Él sabe de nuestras angustias y esperanzas; y nuestros pecados no están ocultos a sus ojos. Él vuelve a repetirnos que nos ama entregando su vida sobre el altar en el Memorial de su Pascua que estamos celebrando.
Si no entendemos este Signo Sacramental del amor de Dios hacia nosotros podemos seguir caminando en la tristeza y la angustia, sin aceptar que Dios sigue haciéndose Dios-con-nosotros, compañero de viaje, alimento de vida eterna, buen pastor, luz y esperanza de quienes creemos en Él.
Si queremos tener la paz que el Señor nos ofrece, lo único que necesitamos y que Él espera de nosotros es que nos dejemos amar por Él; Él se encargará de hacer su obra de amor y de salvación en nosotros.
El signo de la paz que nos daremos dentro de esta acción litúrgica debe iniciar en nosotros el testimonio de la paz recibida y compartida, no sólo con aquellos con quienes, tal vez por casualidad, nos hayamos encontrado en esta Reunión Sagrada, sino con quienes nos encontraremos en la vida ordinaria, especialmente en el hogar, en el trabajo, en el estudio.
Efectivamente, en medio de las realidades de cada día hemos de ser un signo del amor de Dios para los demás, esforzándonos por no hacer más pesada la vida de quienes nos rodean, sino preocupándonos por el bien de todos. Sólo cuando traduzcamos nuestra fe en obras concretas de amor podremos ser portadores de paz para ellos.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Virgen María, nuestra Madre, la gracia de aceptar el amor que Él nos tiene, y de proclamarlo amando a nuestro prójimo como el Señor nos ha amado a nosotros. Amén.

Reflexión de Homiliacatolica .com
Fuente: celebrando la vida . com




lunes, 23 de mayo de 2011

LECTURAS Y REFLEXION DE LA MISA DEL DIA LUNES 23 DE MAYO DE 2011



Lunes, 23 de Mayo de 2011

QUINTA SEMANA DE PASCUA
 Hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos  para convertirse al Dios viviente

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 14, 5-18

Los paganos y los judíos de Iconio, dirigidos por sus jefes, intentaron maltratar y apedrear a Pablo y Bernabé. Éstos, al enterarse, huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores; y allí anunciaron la Buena Noticia.
Había en Listra un hombre que tenía las piernas paralizadas. Como era tullido de nacimiento, nunca había podido caminar, y sentado, escuchaba hablar a Pablo. Éste, mirándolo fijamente, vio que tenía la fe necesaria para ser sanado, y le dijo en voz alta: «Levántate, y permanece erguido sobre tus pies». Él se levantó de un salto y comenzó a caminar.
Al ver lo que Pablo acababa de hacer, la multitud comenzó a gritar en dialecto licaonio: «Los dioses han descendido hasta nosotros en forma humana», y daban a Bernabé el nombre de Júpiter, y a Pablo el de Mercurio porque era el que llevaba la palabra. El sacerdote del templo de Júpiter, que estaba a la entrada de la ciudad, trajo al atrio unos toros adornados de guirnaldas y, junto con la multitud, se disponía a sacrificarlos.
Cuando los apóstoles Pablo y Bernabé se enteraron de esto, rasgaron sus vestiduras y se precipitaron en medio de la muchedumbre, gritando: «Amigos, ¿qué están haciendo? Nosotros somos seres humanos como ustedes, y hemos venido a anunciarles que deben abandonar esos ídolos para convertirse al Dios viviente que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. En los tiempos pasados, Él permitió que las naciones siguieran sus propios caminos. Sin embargo, nunca dejó de dar testimonio de sí mismo, prodigando sus beneficios, enviando desde el cielo lluvias y estaciones fecundas, dando el alimento y llenando de alegría los corazones». Pero a pesar de todo lo que dijeron, les costó mucho impedir que la multitud les ofreciera un sacrificio.

Palabra de Dios.


SALMORESPONSORIAL  13 B, 1-4. 15-16


R.    ¡Glorifica tu Nombre, Señor!

No nos glorifiques a nosotros, Señor:
glorifica solamente a tu Nombre,
por tu amor y tu fidelidad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«¿Dónde está su Dios?»  R.

Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
El hace todo lo que quiere.
Los ídolos, en cambio, son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.  R.

Sean bendecidos por el Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
y la tierra la entregó a los hombres.  R.




EVANGELIO

                      El Paráclito que el Padre enviará les enseñará todo


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 21-26

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
«El que recibe ,mis mandamientos y los cumple,
ése es el que me ama;
y el que me ama será amado por mi Padre,
y Yo lo amaré y me manifestaré a él».

Judas -no el Iscariote-le dijo: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?»
Jesús le respondió:
«El que me ama
será fiel a mi palabra,
y mi Padre lo amará;
iremos a él
y habitaremos en él.
El que no me ama no es fiel a mis palabras.
La palabra que ustedes oyeron no es mía,
sino del Padre que me envió.
Yo les digo estas cosas
mientras permanezco con ustedes.
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,
que el Padre enviará en mi Nombre,
les enseñará todo
y les recordará lo que les he dicho».

Palabra del Señor.

Reflexión

Hech. 14, 5-18. Cuando anunciamos a Cristo, ¿Nos anunciamos a nosotros mismos? ¿Somos conscientes de que sólo somos intermediarios entre Dios y los demás; y esto no por iniciativa propia, sino por nuestra unión a Cristo, el único mediador entre Dios y los hombres?
Después de que haber hecho lo que se nos había mandado, y lo hayamos hecho tal vez de un modo brillante, de tal forma que hayan se levantado muchos comentarios y alabanzas a favor nuestro, ¿fuimos capaces de decir: Somos siervos inútiles; sólo hicimos lo que teníamos que hacer?
¿Cuando hacemos el Bien y llevamos a término la Obra salvadora de Dios, los demás glorifican al Padre Dios, que está en los cielos y vuelven a Él sus pasos, o se quedan extasiados ante nosotros, quemándonos incienso, y quedándose vacíos del Señor y de su salvación?
El anuncio del Evangelio debe llevar a todos los pueblos a apartarse de los ídolos (de nosotros, los primeros que podemos ser convertidos en ídolos), y a adorar al Dios verdadero.
Dios jamás ha abandonado a alguna persona, ni a nación alguna; siempre ha salido al encuentro de todos, como nos dice el profeta: Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no me buscaban. Dije: "Aquí estoy, aquí estoy" a gente que no invocaba mi Nombre.
Que nuestra labor evangelizadora esté única y exclusivamente al servicio del Evangelio para propiciar el encuentro de Dios con toda la humanidad.

Sal. 115 (113 b). Dios no es un dios muerto; el Señor actúa siempre a favor de sus fieles y los salva. Así manifiesta que no es como los dioses de los paganos, hechos por artesanos y que, a pesar de tener ojos, no ven; oídos, no oyen; manos y no tocan, pies y no caminan; boca y no hablan. Quienes confían en ellos, no encontrarán la salvación, y serán igual que esos falsos dioses.
En cambio Dios, nuestro Dios, a través de toda la Historia de salvación y, últimamente por medio de su Hijo Jesús, nos ha dado numerosas pruebas de que está vivo.
Dios, a pesar de estar en el cielo, ha bajado a la tierra y se ha hecho cercanía del todos para colmarnos de bendiciones.
En Cristo hemos conocido a Dios y el amor que nos tiene.
Ojalá y no sólo lo conozcamos, sino que sepamos escucharlo y poner en práctica su Palabra, para que no denigremos, con nuestras malas acciones, el Santo Nombre de Dios.

Jn. 14, 21-26. La fidelidad a los mandatos de Cristo asegura, en el creyente, la inhabitación divina. Dios quiere hacer su morada en cada uno de nosotros y ser adorado en Espíritu y en Verdad.
En el Evangelio de este día se nos habla de que la Obra y la Misión de Jesús están tocando a su fin en la etapa temporal y visible; una vez concluida esta, no habrá llegado aún a su final la etapa de la Revelación. Se iniciará la novedad del Espíritu, actuando en la Comunidad de creyentes: El Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.
El Espíritu Santo acompaña a la Iglesia hasta la plena manifestación del Hijo de Dios al final de la historia, donde nosotros nos manifestaremos, juntamente con Él, como hijos de Dios.
Mientras nos encaminamos a la plena posesión de Dios, hemos de vivir en fidelidad amorosa a la voluntad del Señor, y al impulso e inspiración del Espíritu Santo, manifestando así que en verdad lo hemos aceptado en nuestra vida, y le somos fieles.
Aquel que dice amar a Dios pero vive con los oídos y el corazón cerrados a su Palabra, a sus mandatos y al impulso del Espíritu Santo, es un mentiroso, la Verdad no está en Él.
En esta Eucaristía el Señor nos ha dirigido su Palabra. Ojalá y no la hayamos recibido de un modo frío y faltos de fe. Sólo el Espíritu Santo, que es el Autor de esa Palabra, puede hacer que nuestros corazones ardan mientras el Señor nos habla. Por eso escuchemos siempre con atención lo que el Espíritu dice a la Iglesia.
Escuchar con fe a Jesús significa que adquirimos el compromiso de hacer nuestras sus enseñanzas y, por tanto, que estamos dispuestos a cumplirlas.
Mediante la Comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor, Dios viene a hacer su morada en nosotros. Él permanecerá en y con nosotros en la medida en que seamos fieles a aquello que nos ha mandado; de lo contrario, tal vez entre el Señor a nosotros, pero nuestras obras de maldad y de pecado le estarán indicando que salga lo más pronto posible, pues estamos dispuestos a rezarle, pero no a vivir comprometidos con Él.
Jesús da su vida por nosotros porque nos ama; nos comunica su Espíritu Santo para que nos guíe a través de la vida como sus Testigos fieles; No tomemos a la Eucaristía como un juego de niños caprichosos, sino como el compromiso de quien ha tomado la decisión de abandonar los falsos dioses, que nos atan a lo pasajero y, con lealtad a Cristo, tomar nuestra cruz de cada día y seguirlo.
¿Cómo hablar de Dios a los hombres y mujeres de nuestros días? En tiempo de Pablo eran válidos los argumento nacidos de la naturaleza, por medio de los cuales Dios manifestaba su cercanía a todos los pueblos.
Jesús mismo nos dice que Dios ama a todos sin distinción, y que podemos conocer ese amor perfecto en cuanto a que hace salir su sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos y pecadores.
Las personas de hoy están más apegadas al lenguaje de las imágenes que al lenguaje de las palabras. Se llega a decir que una imagen habla mucho más que millones de palabras. En un momento conocemos y experimentamos la realidad que sucede en el mundo, por medio de las imágenes transmitidas vía Internet o por la televisión satelital. En un momento nos ponemos a favor o en contra de alguien; y sentimos alegría o rabia contra algunos personajes de nuestra historia actual, sin haberlos visto, y mucho menos tratado jamás de modo personal.
¿Qué imagen presentamos de Cristo los cristianos? No vamos a ponernos a transmitir películas o imágenes bien pensadas y armadas sobre Cristo; esto, finalmente, sería sólo una imaginación y no una realidad como lo son los acontecimientos que mueven a favor o en contra los corazones de los hombres y mujeres de nuestro mundo.
Somos nosotros, lugar donde habita Dios con todo su amor, quienes lo hemos de manifestar con nuestra propia vida. Si la Iglesia de Cristo no se convierte en una Buena Noticia, fresca, acuciante, cuestionante, salvadora, llena de esperanza para la gente de hoy, tendremos que preguntarnos si en verdad hemos acogido al Señor en nosotros, no de un modo romántico, sino con la fuerza de la fidelidad hasta sus últimas consecuencias, y con la conciencia de que no somos nosotros, sino el Espíritu de Dios quien, desde nosotros, sigue dando testimonio del Señor, y continúa llevando a término la obra de Salvación y la construcción del Reino de Dios entre nosotros.
Así como Cristo es la imagen perfecta del Padre, así la Iglesia debe ser la imagen perfecta de Cristo para las gentes de nuestro tiempo.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que, así como ella llevó en su corazón y en su seno al Hijo de Dios hecho hombre, y lo entregó como salvación para todos nosotros, así nosotros, siendo engendrados como hijos de Dios en Cristo, cada vez más perfectos por la acción del Espíritu Santo, podamos presentarnos ante nuestros hermanos como Luz y no como tinieblas; como Verdad y no como error ni mentira; como Amor y no como egoísmo, mucho menos como egolatría donde, al utilizar la Palabra de Dios, en lugar de estar a su servicio, buscásemos nuestra gloria y no la gloria de Dios. Que Dios nos conceda amarlo y serle fieles para que seamos una digna morada de su presencia en nosotros, de tal forma que algún día nosotros seamos recibidos en las moradas eternas. Amén.

Reflexión de Homiliacatolica. com



Fuente: celebrando la vida. com

MENSAJES DE NUESTRA SEÑORA DE FATIMA

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA: "A quien abrazare la devoción a mi Inmaculado Corazón, prometo la salvación"
(13 de junio de 1917)





domingo, 22 de mayo de 2011

MENSAJITOS


Ant. 1. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén

Ant. El que tenga sed que venga a beber de balde el agua de la vida. Aleluya.

viernes, 20 de mayo de 2011

MENSAJITOS

MEDITEMOS



Las manos de Dios

Cuando observo el campo sin arar; cuando los aperos
de labranza están olvidados; cuando la tierra está
quebrada y abandonada me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota
al débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse
del ignorante y del pobre, del obrero, del campesino carente
de recursos para defender sus derechos, me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando contemplo a esa anciana olvidada;
cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía
algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó,
me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor;
cuando observo a su pareja deseando no verle sufrir;
cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte
en un grito de súplica de paz, me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando miro a ese joven antes fuerte y decidido,
ahora embrutecido por la droga y el alcohol; cuando
veo  titubeante lo que antes era una inteligencia brillante
y ahora harapos sin rumbo ni destino, me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías,
la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya
el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca,
se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo, me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada
me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces
sin vender; cuando lo veo dormir en una puerta titiritando
de frío; cuando su mirada me reclama una caricia;
cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única
compañía de un perro callejero, me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?

Y me enfrento a Él y le pregunto:
¿Dónde están tus manos, Señor?
Para luchar por la justicia, para dar una caricia,
un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud
de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.

Después de un largo silencio escuché su voz
que me reclamó: "no te das cuenta que tú eres
mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas,
para dar amor y alcanzar estrellas".

Y comprendí que las manos de Dios somos "Tú y Yo",
los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje
de luchar por un mundo más humano y justo, aquellos
cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar
de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando
el dolor, la crítica y la blasfemia se retienen a sí mismos
para ser las manos de Dios.

Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están
sin llenar, que no han dado lo que deberían de dar,
te pido ahora perdón por el amor que me diste
y no he sabido compartir, las debo usar para amar
y conquistar la grandeza de la creación.

El mundo necesita de esas manos llenas de ideales,
cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar
una nueva civilización que busque valores superiores,
que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado
y puedan llegar al final habiendo entregado todo con amor.
Y Dios seguramente dirá: ¡Esas son mis manos!


Fuente: celebrando la vida . com

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LECTURAS Y REFLEXION DE LA MISA DEL DIA VIERNES 20 DE MAYO DE 2011




Viernes, 20 de Mayo de 2011

CUARTA SEMANA DE PASCUA

Dios cumplió la promesa resucitando a Jesús

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 13, 26-33

Habiendo llegado Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen a Dios. En efecto, la gente de Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, ni entendieron las palabras de los profetas que se leen cada sábado, pero las cumplieron sin saberlo, condenando a Jesús.
Aunque no encontraron nada en Él que mereciera la muerte, pidieron a Pilato que lo condenara. Después de cumplir todo lo que estaba escrito de Él, lo bajaron del patíbulo y lo pusieron en el sepulcro.
Pero Dios lo resucitó de entre los muertos y durante un tiempo se apareció a los que habían subido con Él de Galilea a Jerusalén, los mismos que ahora son sus testigos delante del pueblo.
Y nosotros les anunciamos a ustedes esta Buena Noticia: la promesa que Dios hizo a nuestros padres, fue cumplida por Él en favor de sus hijos, que somos nosotros, resucitando a Jesús, como está escrito en el salmo segundo: "Tú eres mi Hijo; Yo te he engendrado hoy"».

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL 2, 6-12a

R.    ¡Tú eres mi hijo, Yo te he engendrado hoy!

«Yo mismo establecí a mi Rey en Sión, mi santa Montaña».
Voy a proclamar el decreto del Señor:
Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo,
Yo te he engendrado hoy».  R.

«Pídeme, y te daré las naciones como herencia,
y como propiedad, los confines de la tierra.
Los quebrarás con un cetro de hierro,
los destrozarás como a un vaso de arcilla».  R.

Por eso, reyes, sean prudentes;
aprendan, gobernantes de la tierra.
Sirvan al Señor con temor;
temblando, ríndanle homenaje. R.



EVANGELIO
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida




Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 1-6

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos:
«No se inquieten.
Crean en Dios y crean también en mí.
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones;
si no fuera así, ¿les habría dicho a ustedes
que voy a prepararles un lugar?
y cuando haya ido y les haya preparado un lugar,
volveré otra vez para llevarlos conmigo,
a fin de que donde Yo esté,
estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy».
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús le respondió:
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por mí».

Palabra del Señor.

Reflexión


Hech. 13, 26-33. A pesar de que muchos trataron de acabar con Jesús, condenándolo a una muerte ignominiosa, clavándolo en una cruz, y poniéndolo en el sepulcro, Dios lo resucitó de entre los muertos y lo convirtió en causa de salvación para todos los que crean en Él.
Dios, el Dios de la Vida, engendra hoy a su Hijo dándole la misma Vida que Él posee como Dios.
Meditando en la vida y en la obra de Jesús constatamos cómo Dios nos ha cumplido en Él sus promesas, las que hizo a nuestros antiguos padres y de las que nos hablaron los profetas.
En Jesús Dios nos llama a participar de su Vida divina. Unirnos a Jesús con una fe auténtica nos hace ser portadores de la verdad, del bien, de la vida, del amor, de la bondad y de la misericordia del mismo Dios.
Si todo esto sólo lo vemos como una buena reflexión pero no ponemos nuestra voluntad para que esa vida divina dé fruto en nosotros, podemos convertirnos en enemigos del Evangelio, no porque lo rechacemos abiertamente, sino porque no le daríamos la suficiente importancia y trascendencia en nuestra vida.

Sal. 2. Jesús es el Hijo de Dios a quien el Padre engendra en un continuo presente. El Padre Dios puso todo en sus manos, y Él no va a perder a ninguno de los que le han sido confiados. Podría gobernarlos con cetro de hierro, y ante sus pecado despedazarlos como vasijas de barro. Sin embargo Él no ha venido a condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
Nosotros, unidos a Cristo, hechos uno con Él por medio de la fe y el Bautismo, hemos de seguir sus huellas en el servicio a nuestros hermanos.
Ser hijos de Dios no es para nosotros sólo una dignidad, sino un compromiso de amar y de servir a nuestro prójimo como Dios lo ha hecho con nosotros; es convertirnos en testigos de la vida y no de la destrucción ni de la muerte.

Jn. 14, 1-6. Dios ha constituido a su Hijo Jesús en Señor y Mesías; y no hay en el cielo ni en la tierra, otro nombre en el cual podamos salvarnos. Si alguien quiere llegar a la perfección del Padre recibiendo de Él la vida en plenitud, no hay otro camino sino Cristo.
Cristo ha llegado al Padre y participa de su gloria. Su camino no fue nada sencillo, pues, cargando con nuestros pecados, aprendió a obedecer padeciendo y, llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Así, a través de su muerte en cruz nos ha abierto el camino hacia la Patria definitiva; Él mismo se ha convertido para nosotros en Camino, Verdad y Vida.
A través de su resurrección Él ha vuelto para llevarnos consigo, para que donde Él esté, estemos también nosotros. El camino ya lo sabemos: entrar en comunión de vida y de misión con Él.
La Eucaristía nos hace apropiarnos de la Salvación que Dios nos ha ofrecido en Cristo Jesús. Dios nos quiere con Él en casa, en la patria eterna. La Eucaristía inicia ya esa comunión con Dios haciéndonos partícipes de la vida que Dios ofrece a toda la humanidad.
El Nombre de Dios no sólo ha sido proclamado y pronunciado sobre nosotros, sino que, por medio de la fe, Dios ha hecho su morada en nuestros corazones. Él habita en nosotros y nos conduce hacia el encuentro definitivo con Él ahí donde, en Cristo, seremos engendrados como hijos suyos eternamente.
Por habernos encontrado con Dios nos convertimos, por nuestra unión con Cristo, en lugar de encuentro con el Señor; la Iglesia tiene esa misión.
Jesucristo es el único mediador entre Dios y la humanidad; por eso Él no es un camino, sino el Camino que nos lleva al Padre.
Quienes vivimos unidos a Él hacemos visible ese camino para nuestros hermanos, a través de la historia. Tratemos de no oscurecer ese camino, ni de poner en él tropiezos con actitudes que, en lugar de ayudar, estorbarían el camino de nuestros hermanos hacia su encuentro con Dios.
Cristo nos ha enseñado a amar, a dar nuestra vida por nuestros hermanos, a fortalecer su esperanza y su fe, a levantar a los decaídos y socorrer a los necesitados; es decir: a ser un signo vivo y creíble del amor misericordioso que Dios tiene a todos. Que no sean otros caminos los que queramos manifestar desde una fe, que falta de compromiso, se convertiría en una manipulación del mismo Dios a favor de nuestros intereses mezquinos y equivocados.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir en comunión con Cristo y de que, tomando nuestra cruz de cada día, sigamos el Camino del amor que Él nos ha manifestado con su propia vida. Entonces seremos dignos de habitar eternamente en las moradas que Él ha abierto y preparado con su propia entrega para que, donde Él está, estemos también nosotros. Amén.

Reflexión de Homiliacatolica. Com
Fuente: celebrando la vida . com

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