miércoles, 6 de agosto de 2014

MIERCOLES 6 DE AGOSTO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTÍA


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIERCOLES 6 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 18
LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Mt 17, 5)
Apareció el Espíritu Santo en una nube luminosa y se oyó la voz del Padre celestial que decía: Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu Unigénito fortaleciste nuestra fe con el testimonio de los profetas y nos dejaste entrever la gloria que nos espera, como hijos tuyos, concédenos escuchar siempre la voz de tu Hijo amado, para llegar a ser coherederos de su gloria. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Nosotros escuchamos esta voz venida del cielo.

DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO: 1, 16-19

Hermanos: Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre Él, diciendo: "Éste es mi Hijo amado, en quien yo me complazco". Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en el monte santo.
Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de ustedes.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 96
R/. Reina el Señor, alégrese la tierra.

Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor que se asienta en la justicia y el derecho. R/.

Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos. R/.

Tú, Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en alto que los dioses. R/.

ACLAMACIÓN (Mt 17, 5)
R/. Aleluya, aleluya.
Éste es mi Hijo muy amado, dice el Señor, en quien tengo puestas todas mis complacencias; escúchenlo. R/.



Su rostro se puso resplandeciente como el sol.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: "Levántense y no teman". Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Santifica, Señor, las ofrendas que te presentamos en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito, y límpianos de las manchas del pecado con el resplandor de su luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO 
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Jesucristo, Señor nuestro.
Porque Él reveló su gloria ante los testigos que había elegido, y revistió su cuerpo, semejante al de todos los hombres, de un extraordinario esplendor, para apartar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz, y manifestar que se cumpliría en la totalidad del cuerpo de la Iglesia lo que brilló admirablemente en Él mismo, su cabeza.
Por eso, con todos los ángeles, te alabamos por siempre en la tierra, aclamándote sin cesar: Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. 1 Jn 3, 2)

Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 
Te rogamos, Señor, que el alimento celestial que hemos recibido, nos transforme a imagen de aquel cuyo esplendor quisiste manifestar en su gloriosa Transfiguración. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.



REFLEXIÓN
Mt. 17,1-9: Su Rostro resplandeció como el sol.    La Transfiguración de Jesucristo, encierra el misterio de su gloria, por una parte,  gloria que posee como Segunda Persona de la Trinidad, antes de la Encarnación, y  por otra, la voz del Padre que desde la nube que lo proclama, como su Hijo muy  Amado, al que hay que escuchar (v.5). Mateo lo presenta como una teofanía  semejante a la proclamación de los mandamiento en el monte Sinaí (cfr. Ex.19-20),  confirmándose la idea que para el evangelista, que escribe a judíos, la idea de  presentar a Jesús, como el nuevo Moisés. Posee el carácter de una  investidura  mesiánica, como el Bautismo, lo que manifiesta la vocación profética y mesiánica  de Cristo. La presencia de Moisés y de Elías tiene un significado muy especial: con  ello enseña, que Jesús es el cumplimiento de toda la Ley y el cumplimiento de  todas las profecías que hablaban del Mesías, que tenía que venir de parte de Dios.  Hace a Cristo más cercano en su vocación a todos los hombres el testimonio de  estos varones insignes. La nueva alianza, la hace Jesús con su Padre a nombre de  la humanidad, sellada con su propia sangre en la Cruz, y ya no con sangre de  machos cabríos y toros como fue proclamada la antigua alianza en el Sinaí por  manos de Moisés (cfr. Ex. 24). Las palabras del Padre, las pronuncia para  presentarnos a su Hijo en su gloria; gloria que retomará luego de su Pasión, una  vez Resucitado del sepulcro de la muerte. Ese que ahora ven glorioso y  resplandeciente de luz, lo verán cruzar en el día más oscuro de la historia, cargando  la cruz camino del Calvario, humillado y sometido al suplicio de la muerte. Esta será  la gran prueba para la fe de los discípulos, se puede contemplar su pasión e incluso  comprender su dolor, pero sin olvidar la causa de tanto dolor redentor. La nube no  cubre a todo el pueblo, como antiguamente, sino sólo a los protagonistas, los  apóstoles y al patriarca y al profeta; la luz que transfigura a Jesús no es más que  para ÉL, Salvador de su pueblo y Juez de todo aquel que no lo acepta como Mesías  e Hijo de Dios. Su manifestación es a los más íntimos de sus discípulos: Pedro,  Santiago y Juan. El Trasfigurado es signo de la presencia de Dios en medio de los  hombres: “Escuchadle” (v. 5), es la mejor expresión de cuanto quiere Dios  comunicar al hombre.  Esta única y definitiva palabra del Padre, oída por los tres,  debe comunicarse y transmitirse  a los demás. Este es el Profeta, semejante a  Moisés que debía venir, a quien es preciso escuchar ahora, así como en su tiempo  se escuchó a Moisés (cfr. Dt. 18, 15). Éste hablaba al pueblo de Israel, Jesús  transfigurado habla a los tres, representantes del nuevo pueblo de Dios que nace  de la predicación de la palabra. Ahora bien, Jesús habla y enseña como Maestro de  Nazaret, pero además es el Señor, lleno de luz y envuelto en la nube, signo de la  divinidad; Dios y Hombre verdadero, aquí resplandece como el Señor manifiesto y  el hombre oculto, cuando en el relato bíblico normalmente es al revés. Dios Padre  aparta un poco el velo del misterio de Jesús, los discípulos adoran el misterio y el  temor los acompaña por intuir que están ante Dios. Vienen en su auxilio las  palabras del Maestro: “Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: Levantaos,  no tengáis miedo. Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús  solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: No contéis a nadie la visión  hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.” (vv. 7-9).  Estamos transfiguramos desde el momento en que escuchamos el evangelio,  escuchamos a Jesús en su palabra y en la oración, pero no debemos quedarnos en  la escucha, primer paso, sino en llevarlo a la existencia de cada día. Dejarnos  transfigurar, cambiar nuestra vestidura de pecado y actitudes egoístas, por las que  son propias del evangelio, hasta que plasmen no sólo el creer, sino el actuar del  Crucificado y Resucitado en la propia existencia y resplandezca así su luz en obras  que exige la fe.   San Juan de la Cruz, siempre de pocas palabras pero de profundidad abismal nos  enseña: “El que no busca la cruz de Cristo no busca la gloria de Cristo” (D 106)                                                                                       

(Homiletica org / Padre Julio Gonzalez Carretti OCD)



REFLEXIÓN

LAS VOCES EN LA TRANSFIGURACIÓN
2 P 1,16-19; Mt 17,1-9
Podemos leer el relato de la transfiguración ateniéndonos a los dichos y las manifestaciones visibles ahí presentes. Si comenzamos apreciando las voces, resaltan la de Pedro, la de Dios Padre y la de Jesús. Pedro habla como siempre, impetuosamente llevado por la emoción, quiere instalarse en la dicha sin haber atravesado la experiencia de la pasión. Su voz no es atendible; como efectivamente lo proclama el Padre, es al Hijo a quien hay que escuchar y obedecer. El Hijo revela su próxima muerte y es necesario resistir animados por la experiencia fugaz de la transfiguración. En la segunda Carta de Pedro comparte su experiencia de la transfiguración. La suya no fue una fábula surgida de la imaginación, antes bien, él y los demás discípulos participaron de una experiencia íntima de encuentro con el Padre, releyeron a los Profetas y superaron la dolorosa experiencia de la muerte de Jesús. (www misal com mx)


Santos


San Hormisdas I, Papa.
 Beata María Francisca de Jesús Rubatt, fundadora. 
Fiesta (Blanco)


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