lunes, 30 de mayo de 2016

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Homilía del Papa en la misa del jubileo de los diáconos el Domingo 29 de Mayo de 2016





Texto completo de la homilía del Papa



“«Servidor de Cristo» (Ga 1,10). Hemos escuchado esta expresión, con la que el apóstol Pablo se define cuando escribe a los Gálatas. Al comienzo de la carta, se había presentado como «apóstol» por voluntad del Señor Jesús (cf. Ga 1,1). Ambos términos, apóstol y servidor, están unidos, no pueden separarse jamás; son como dos caras de una misma moneda: quien anuncia a Jesús está llamado a servir y el que sirve anuncia a Jesús.



El Señor ha sido el primero que nos lo ha mostrado: él, la Palabra del Padre; él, que nos ha traído la buena noticia (Is 61,1); él, que es en sí mismo la buena noticia (cf. Lc 4,18), se ha hecho nuestro siervo (Flp 2,7), «no ha venido para ser servido, sino para servir» (Mc 10,45). «Se ha hecho diácono de todos», escribía un Padre de la Iglesia (San Policarpo, Ad Phil. V,2). Como ha hecho él, del mismo modo están llamados a actuar sus anunciadores. El discípulo de Jesús no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro, sino que, si quiere anunciar, debe imitarlo, como hizo Pablo: aspirar a ser un servidor. Dicho de otro modo, si evangelizar es la misión asignada a cada cristiano en el bautismo, servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es el que hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde, sin cansarse de la vida cristiana que es vida de servicio.



¿Por dónde se empieza para ser «siervos buenos y fieles» (cf. Mt 25,21)? Como primer paso, estamos invitados a vivir la disponibilidad. El siervo aprende cada día a renunciar a disponer todo para sí y a disponer de sí como quiere. Si se ejercita cada mañana en dar la vida, en pensar que todos sus días no serán suyos, sino que serán para vivirlos como una entrega de sí.



En efecto, quien sirve no es un guardián celoso de su propio tiempo, sino más bien renuncia a ser el dueño de la propia jornada. Sabe que el tiempo que vive no le pertenece, sino que es un don recibido de Dios para a su vez ofrecerlo: sólo así dará verdaderamente fruto. El que sirve no es esclavo de la agenda que establece, sino que, dócil de corazón, está disponible a lo no programado: solícito para el hermano y abierto a lo imprevisto, que nunca falta y a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios.



Servidor abierto a la sorpresa, a las sorpresas cotidianas de Dios. El siervo sabe abrir las puertas de su tiempo y de sus espacios a los que están cerca y también a los que llaman fuera del horario, a costo de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece.



El servidor no se aferra a sus horarios, me hace mal al corazón cuando veo en las parroquias el horario de tal hora a tal hora, después no  están las puertas abiertas, no hay cura, no hay diácono, no hay laico que reciba a la gente, esto hace mal. Descuidar los horarios, tener este coraje de descuidar los horarios.  Así, queridos diáconos, viviendo en la disponibilidad, vuestro servicio estará exento de cualquier tipo de provecho y será evangélicamente fecundo.



También el Evangelio de hoy nos habla de servicio, mostrándonos dos siervos, de los que podemos sacar enseñanzas preciosas: el siervo del centurión, que es curado por Jesús, y el centurión mismo, al servicio del emperador.



Las palabras que este manda decir a Jesús, para que no venga hasta su casa, son sorprendentes y, a menudo, son el contrario de nuestras oraciones: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo» (Lc 7,6); «por eso tampoco me creí digno de venir personalmente» (v.7); «porque yo también vivo en condición de subordinado» (v. 8). Ante estas palabras, Jesús se queda admirado. Le asombra la gran humildad del centurión, su mansedumbre. La mansedumbre es una de las virtudes de los diáconos, cuando el diácono es humilde y servidor y no juega a evitar a los curas, no, es manso.



Él, ante el problema que lo afligía, habría podido agitarse y pretender ser atendido imponiendo su autoridad; habría podido convencer con insistencia, hasta forzar a Jesús a ir a su casa. En cambio se hace pequeño, discreto, manso, no alza la voz y no quiere molestar. Se comporta, quizás sin saberlo, según el estilo de Dios, que es «manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29). En efecto, Dios, que es amor, oír amor llega incluso a servirnos por amor: con nosotros es paciente, comprensivo, siempre solícito y bien dispuesto, sufre por nuestros errores y busca el modo para ayudarnos y hacernos mejores.



Estos son también los rasgos de mansedumbre y humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: recibirlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarnos, hacerlos sentir acogidos, en   casa, en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve (cf. Lc 22,26). Y nunca retar, nunca. Así, queridos diáconos, en la mansedumbre, madurará vuestra vocación de ministros de la caridad.



Además del apóstol Pablo y el centurión, en las lecturas de hoy hay un tercer siervo, aquel que es curado por Jesús. En el relato se dice que era muy querido por su dueño y que estaba enfermo, pero no se sabe cuál era su grave enfermedad (v.2). De alguna manera, podemos reconocernos también nosotros en ese siervo.



Cada uno de nosotros es muy querido por Dios, amado y elegido por él, y está llamado a servir, pero tiene sobre todo necesidad de ser sanado interiormente. Para ser capaces del servicio, se necesita la salud del corazón: un corazón curado por Dios, que se sienta perdonado y no sea ni cerrado ni duro.



Nos hará bien rezar con confianza cada día por esto, pedir que seamos sanados por Jesús, asemejarnos a él, que «no nos llama más siervos, sino amigos» (cf. Jn 15,15).



Queridos diáconos pueden pedir cada día esta gracia en la oración, en una oración donde se presenten las fatigas, los imprevistos, los cansancios y las esperanzas: una oración verdadera, que lleve la vida al Señor y el Señor a la vida.



Y al servir en la celebración eucarística, allí se encontrará la presencia de Jesús, que se entrega, para que vosotros os deis a los demás. Así, disponibles en la vida, mansos de corazón y en constante diálogo con Jesús, no tendréis temor de ser servidores de Cristo, de encontrar y acariciar la carne del Señor en los pobres de hoy”.



Fuente: Z e n i t




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domingo, 29 de mayo de 2016

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REFLEXION:


LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA DE CRISTO
1.- Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre. Dentro del pensamiento paulino, tal como leemos hoy en la primera carta de san Pablo a los Corintios, escrita bastantes años antes de la publicación de los evangelios, la eucaristía es la mejor expresión de la nueva alianza que Cristo hizo con su Padre, ofreciéndole el sacrificio de su propia sangre. En el Antiguo Testamento se habla de otras alianzas que Dios hizo con su pueblo. Los sacerdotes de las antiguas alianzas ofrecían a Yahvé la sangre de algún animal sacrificado y era la sangre de ese animal sacrificado y ofrecido a Dios la que sellaba la alianza que Dios hacía con su pueblo. En la nueva alianza es la propia sangre de Cristo la que sella de una manera definitiva y para siempre la alianza de Dios con los hombres. Dios ya no quiere sacrificios de toros, ni otras ofrendas, para perdonar los pecados del pueblo; es la sangre –la vida, pasión y muerte de Cristo– ofrecida sobre el ara de la cruz, lo que perdona nuestros pecados. En la eucaristía, cada vez que comemos el pan sacramentado y bebemos el vino, renovamos esta nueva alianza, en la que Dios perdona nuestros pecados por la sangre de Cristo.
2.- Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Si seguimos con san Pablo, cada vez que nos acercamos a recibir el cuerpo de Cristo, debemos ser conscientes de que estamos comulgando con el Cristo que se entregó, libre y voluntariamente, por nosotros. Recibimos un cuerpo entregado, ofrecido libremente a Dios, para obtener el perdón de nuestros pecados. No es que Cristo buscara la muerte por amor a la muerte; Cristo, como ser humano que era, temía la muerte, pero aceptó con amor la muerte y ofreció su vida al Padre, porque esa era la condición necesaria para quitar el pecado del mundo. Cristo, cordero inmolado, aceptó una muerte humanamente cruel e injusta, entregándose por nosotros, para salvarnos a nosotros. La muerte de Cristo fue una muerte redentora, una muerte por amor a sus hermanos los hombres. Por eso, cada ver que nosotros anunciamos la buena noticia de Cristo, su evangelio, debemos ser conscientes de que estamos anunciando la vida y muerte de una persona que sacrificó su vida luchando contra el mal y contra la injusticia del mundo, precisamente para salvar al mundo. De todo esto debemos ser muy conscientes cada vez que nos acercamos a comulgar con el cuerpo y la sangre de Cristo, un cuerpo entregado por nosotros…
3.- Haced esto en memoria mía. Sigue diciéndonos san Pablo que Cristo mandó a sus discípulos que cada vez que se reunieran para comer el pan y beber el cáliz lo hicieran en memoria suya. La eucaristía es la renovación del sacrificio de Cristo; como venimos diciendo, la eucaristía es la memoria del sacrificio de la vida de Cristo. Cristo fue el primer mártir del cristianismo, lo mataron porque no se acobardó ante la persecución injusta de los que le mataron, sino que, por amor a su Padre, Dios, eligió la muerte, antes que ceder ante las presiones de sus enemigos. Si de verdad celebramos conscientemente nuestras eucaristías, debemos hacerlo recordando la primera eucaristía que Cristo celebró con sus discípulos, inmediatamente antes de recorrer el camino hacia el calvario, donde ofrecería su vida al Padre, sobre el ara de la cruz.
4.- Dadles vosotros de comer. En el evangelio de hoy hemos leído el relato de la multiplicación de los panes y los peces. En esta fiesta del Corpus, debemos entender este relato también en lenguaje eucarístico. Nuestras eucaristías nos dicen que Cristo ofreció su vida para salvar a todos los hombres, sin excepción alguna. Nuestras eucaristías no pueden quedarse en un acto piadoso individual, sino que deben implicar un propósito de salvar al mundo, especialmente a los más necesitados, poniendo nuestras vidas al servicio de la vida de aquellas personas que más nos necesitan. Hoy es el día del amor fraterno y nuestra eucaristía de hoy debe animarnos a querer salvar, por amor, a todas las personas necesitadas. En nuestra tierra hay recursos suficientes para que nadie se muera de hambre, es nuestro egoísmo, el egoísmo humano, el que condena a la muerte por hambre a muchas personas. En esta eucaristía de la fiesta del Corpus, ofrezcamos cada uno de nosotros todo lo que podamos, para que nadie se muera de hambre por culpa de nuestro egoísmo. Demos nosotros de comer a las personas que nos necesitan, cada uno según sus posibilidades.
 
Gabriel González del Estal
 
DADLES VOSOTROS DE COMER
1.- Rey de justicia y de paz. Melquisedec es presentado en el relato del Génesis como «rey de justicia», que reina en «ciudad de paz»; sacerdote del Dios altísimo, que ofrece pan y vino y bendice a Abrahán. Puestos a buscar una figura del Mesías, pocas tan conseguidas como Melquisedec. Cuando el autor de la carta a los Hebreos quiso buscar una justificación del sacerdocio de Cristo, enseguida se acordó de este importante personaje. También el salmo 109 había aplicado al Mesías este sacerdocio. Figura misteriosa y luminosa. Es símbolo de las mejores aspiraciones y esperanzas de los hombres, encuentro vivo de la paz y la justicia. Su ciudad parece abierta a las mejores relaciones humanas, donde se acoge al peregrino y se comparte el pan y el vino de la fraternidad, donde se ha olvidado el sentido de las armas, donde se está abierto a la trascendencia. Todo el que acoge, bendice y comparte, será rey de justicia y de paz, y será sacerdote del Dios altísimo o, mejor, cercanísimo.
2.- Un nuevo reino y un nuevo sacerdocio. La segunda lectura es el texto más antiguo referente a la institución de la Eucaristía. Recoge una tradición venerable que llega hasta Jesús. La Eucaristía está ahí, en el centro de la historia: recordando, por una parte, la muerte del Señor y el gran amor que lo llevó hasta la entrega; anunciando, por otra parte, el retorno del Señor. Un recuerdo que compromete y se hace esperanza, pues el retorno del Señor tenemos que prepararle. Lo que Melquisedec simbolizaba se hace realidad en Cristo, verdadero rey de justicia y de paz, el que es todo bendición, el que ofrece el pan y el vino de más hondo significado, memorial del amor más grande, signo de la unión más perfecta y anuncio de los bienes definitivos. En Cristo empieza un nuevo reino y un nuevo sacerdocio.
3.- “La nueva imaginación de la caridad”. La multiplicación de los panes y de los peces aparece en los cuatro evangelistas. El relato está configurado como un diálogo entre Jesús y los doce. Los doce consideran inviable la propuesta de Jesús de dar de comer a tanta gente, pero estarían dispuestos a poner los medios para hacerla viable: ante la imposibilidad de dar de comer a todos con cinco panes y dos peces, proponen ir a comprar al pueblo. El diálogo se desarrolla, pues, en términos de propuestas y contrapropuestas normales; no hay nada que haga pensar en una intervención milagrosa, ni siquiera cuando Jesús pide a sus discípulos que hagan sentar a la gente. Sólo al final aparece la intervención milagrosa de Jesús. Literariamente hablando, se trata de una intervención inesperada. Esto quiere decir que Lucas no está interesado en resaltar lo extraordinario de la escena, aunque indudablemente lo presupone. Una vez más, Lucas ha elaborado el relato en perspectiva catequética. Catequesis a los doce sobre cómo tienen que actuar en la comunidad cristiana. Esta actuación no debe ser el desentendimiento (¡que se las arreglen como puedan!), por muy comprensible y razonable que pueda éste parecer. Su actuación debe ser la entrega, la disponibilidad, la búsqueda de soluciones, por muy costosas que éstas sean. “Dadles vosotros de comer”, les pide Jesús. Es entonces cuando se produce el milagro. El milagro de una comunidad donde no hay necesidades, donde todo fluye a raudales y que incluso sobra. El milagro que se produjo allí es el compartir. Ya el Papa Benedicto XVI nos había hablado de la nueva “imaginación de la caridad”. La Eucaristía, como Jesús la entendió, es la gran señal de una comunidad en torno a una misma mesa, donde a nadie le falta nada y donde todo es alegría de vivir. Así lo expresó también San Agustín:
“Danos los bienes eternos, danos los temporales. La Eucaristía, en consecuencia, es nuestro pan de cada día; pero recibámoslo de manera que no sólo alimentemos el vientre, sino también la mente. La fuerza que en él se simboliza es la unidad, para que agregados a su cuerpo, hechos miembros suyos, seamos lo que recibimos. Entonces será efectivamente nuestro pan de cada día”.
 
José María Martín OSA
 
CORPUS DE LA MISERICORDIA
El Papa Francisco, en su convocatoria del Año Santo Jubilar, nos afirmaba que “la caridad es la viga de la vida cristiana”. Es así: caridad hacia Dios (para no perderlo) y caridad hacia los demás (para no olvidar que la fe es compromiso).
Hoy, con Cáritas, caemos en la cuenta que una cosa lleva a la otra: ir a la fuente a por agua implica, a continuación, compartirla con el que siente sed. Encontrarse con Cristo, en la oración, en la eucaristía o en los sacramentos, nos exige buscar esos otros “cristos” que deambulan por el ancho mundo reclamando justicia, pan, derechos o una mirada de amor.
1. La festividad del Corpus Christi, no obstante, nos hace colocar en el centro de la atención de este día el Misterio de la Eucaristía: el Cuerpo y la Sangre del Señor. En Jueves Santo, Jesús, se nos dio y nos mandó perpetuar este Misterio. ¿Qué hemos hecho de él? ¿Rutina o vida? ¿Obligación o necesidad? ¿Encuentro o rito?
La misericordia de Dios se expresa especialmente, y visceralmente, en la Eucaristía. Es donde caemos en la cuenta de los quilates del amor de Dios. ¿Qué Padre es capaz de ofrecer a su único para y por salvar a alguien? Dar la vida por los demás por unas horas, por un mes o por un año…resulta fácil. ¿Y darnos totalmente? ¿O entregarnos en cuerpo y alma? ¿Y dejarnos clavar, insultar, lacerar o escupir por la salvación de los demás?
A la Eucaristía, por si lo hemos olvidado, no venimos para que nos entretengan. Mucho menos venimos a que, un grupo de guitarras o el coro de turno, nos la hagan más llevadera. Eso, entre otras cosas, sería un insulto a lo más sagrado que ella tiene y ella encierra: Cristo. Sería tanto como acudir a un gran banquete, en el mejor de los restaurantes, y una vez servida la comida llamar al camarero y decirle: “Por favor; ¿puede conectar la música de ambiente porque, la comida, no me gusta?”. Nos hace falta fe, y mucha, para gustar, sentir y disfrutar este Misterio. ¿Cómo vamos a manifestarlo en la calle, en la solemne procesión del Corpus, cuando tal vez por dentro y por fuera nos ha dejado indiferentes?
2.- En el Año de la Misericordia, contemplando a Cristo en el centro de nuestras custodias, caemos en la cuenta de que hemos de ser nosotros los portadores de Jesucristo. El futuro de la fe en nuestra sociedad, en nuestra familia y en nuestros ambientes, depende muchísimo del cómo la vivimos primero nosotros. Sin Eucaristía, la de cada domingo, nos convertimos en simples autómatas del bien (lo hacemos pero porque está de moda el encumbrar ciertos valores altruistas). Nos situamos al margen de Dios (como si comprometernos por el otro fuese responsabilidad nuestra y sin iniciativa de Dios). Nos agotamos en el intento (porque, a la primera de cambio, sentimos que la caridad no es recompensada ni agradecida por un mundo egoísta y egocéntrico).
El “Tomad y comed” y “Tomad y bebed” llena nuestras entrañas y nuestras venas del mismo Cuerpo y Sangre de Cristo y, cuando así lo creemos y sentimos, vemos que nuestros cuerpos y nuestra sangre se mueven y se desviven por lo mismo que conmovió a Jesucristo: la gloria de Dios y el bienestar de los hermanos.
No es lógico, por lo tanto en este día del Corpus Christi, acentuar exclusivamente el dolor de los cuerpos de los hermanos (aunque tengamos que salir en su auxilio). Hoy, especialmente hoy, clavamos nuestros ojos en el Cuerpo de Cristo, saboreamos su Sangre redentora para que, luego, nos infunda su valor, su valentía y su radicalidad para luchar lo que haga falta, donde haga falta para que, nuestra misericordia, sea humana y divina, constante y sin tacha, alegre y virtuosa, respetuosa y humilde, silenciosa e ilimitada. ¿Cómo? Con el Sacramento de la Eucaristía.
Salgamos con el Señor a las calles y, luego, seamos –por supuesto– manos que luchen por la justicia, que repartan generosidad y que trabajen por la fraternidad entre todos.
 
Javier Leoz

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Testimonio de Alicia Beauvisage _ XV Semana del Corazón de Jesús

sábado, 28 de mayo de 2016

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL SÁBADO VIII DEL T. ORDINARIO 28 DE MA...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL SÁBADO VIII DEL T. ORDINARIO 28 DE MA...: Jesús les replicó: "Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto".  RESPUESTAS DE FE S.D.A. SAN GE...



REFLEXION:
Judas 17.20-25: Hoy leemos uno de los escritos más breves del NT: la carta de san Judas.
No sabemos con seguridad quién es su autor. No parece ser el apóstol san Judas. Tal vez sea Judas, el hermano de Santiago y por tanto primo de Jesús, el que sucedió a Santiago como responsable de la comunidad de Jerusalén. Lo que sí es seguro es que pertenece al tiempo inmediatamente después de los apóstoles.
La breve carta va dirigida, con términos muy duros, contra los gnósticos, que se metían a maestros en la comunidad, proclamando un espiritualismo que se demostraba falso, entre otras cosas por el libertinaje moral a que iba unido.
Leemos los versículos finales, en que el autor anima a los cristianos a mantenerse fieles en su fe, sin hacer caso de desviaciones. Por una parte se ve claramente que habla de las tres personas de la Trinidad: «Movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, aguardando a nuestro Señor Jesucristo». También parece como si hubiera querido reunir en un mismo programa de vida las tres virtudes teologales: «Continuando el edificio de vuestra santa fe... manteneos en el amor de Dios, aguardando a que Jesucristo os dé la vida eterna».
Cada generación cristiana necesita permanecer alerta ante los falsos maestros y los movimientos que no vienen del Espíritu de Dios. Por eso se tiene que mantener vigilante y ejercer con sabiduría el oportuno discernimiento, guiada por el magisterio de los que Cristo puso como pastores y responsables en la comunidad.
Haremos bien en escuchar a san Judas en su dinámico programa: seguir edificando sólidamente la fe, mantener el amor, dejarnos ganar por la esperanza, apoyarnos en Dios. que es «el único que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha».
Es muy realista la consigna que da respecto a los vacilantes: «Algunos titubean: tened compasión de ellos; a unos, salvadlos arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión pero con prudencia». En los tiempos que corremos, tan difíciles como los primeros, nos tenemos que ayudar unos a otros, apoyándonos ante las dificultades.
 
Marcos 11,27-33: La escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, alborotadas por un gesto tan provocativo, envían una delegación a pedirle cuentas de con qué autoridad lo ha hecho.
Jesús no les contesta, sino que a su vez les propone una pregunta. Cuando él ve que no hay fe, o que hay doblez en la pregunta, considera inútil dar argumentos. A veces se calla dignamente, como ante Caifás, Pilatos o Herodes. A veces contesta con un argumento ad hominem o planteando a su vez preguntas, como en el caso de la moneda del César. Jesús también sabe ser astuto y poner trampas a sus interlocutores, desenmascarando sus intenciones capciosas.
La pregunta de los jefes no era sincera. Sólo el Mesías, o quien viene con autoridad de Dios, podía tomar una actitud así, acompañada como está, además, de signos milagrosos que no pueden ser sino mesiánicos. Pero eso no lo admiten. Es inútil razonar con estas personas. Jesús no les va a dar el gusto de afirmar una cosa que no van a aceptar y que les daría motivos de acelerar su decisión de eliminarlo. Desde ahora se van a precipitar las cosas, con fuertes controversias que desembocarán en el proceso y la ejecución de Jesús.
Ante los gestos proféticos que también ahora se dan en el mundo y en la Iglesia, deberíamos afinar un poco más nuestra reacción.
Hay que saber discernir personal y comunitariamente, bajo la guía de los responsables de la comunidad, si los movimientos o las voces nuevas vienen o no del Espíritu. Pero no deberían ser los intereses personales o el orgullo o la pereza ante los cambios lo que motive nuestra decisión. Los jefes que interpelan a Jesús, llenos de autoridad ellos, llenos de sabiduría, rechazan ya de entrada toda explicación que les vaya a dar: ¿quién es éste para poner en tela de juicio nuestra manera de organizar las cosas del Templo? Cuando no nos interesa un mensaje, intentamos desautorizar al mensajero. Cuando un profeta nos interpela en una dirección que sacude nuestros hábitos mentales o nuestra comodidad o nuestros intereses, en lugar de preguntarnos si vendrá de Dios, nos dedicamos rápidamente a desprestigiar al profeta, para no tener que hacerle caso. A los judíos les pasó con el Bautista y luego con Jesús. A nosotros nos pasa siempre que en nuestro camino vemos u oímos voces proféticas que ponen en evidencia nuestra pereza y nuestros fallos, o nos estimulan hacia caminos más exigentes. Lo hacemos con mayor disimulo que los jefes de Jerusalén. Pero lo hacemos. Ignoramos al profeta. No nos damos por enterados de lo que Dios nos estaba queriendo decir. Luego no nos quejemos de la obstinación de los judíos.
 
J. Aldazabal
Enséñame Tus Caminos

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viernes, 27 de mayo de 2016

El Santo del Dia: 27 DE MAYO SAN AGUSTÍN DE CANTERBURY OBISPO

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REFLEXIÓN

1 Pedro 4,7-13: Es el último pasaje que leemos de la primera carta de Pedro.

En los escritos de la primera generación se nota la creencia que tenían de que el fin del mundo estaba próximo, que la vuelta gloriosa del Resucitado era inminente. A veces sus autores argumentan a partir de esta convicción: «El fin de todas las cosas está cercano: sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar».

Pero las actitudes a las que invitan valen igual si no va a ser tan inminente el fin: por ejemplo la fortaleza que un cristiano ha de tener frente al «fuego abrasador» o las persecuciones que le puedan poner a prueba su fe.

Una serie de recomendaciones que siguen teniendo ahora, después de dos mil años, toda su actualidad.

Sea cuando sea el fin del mundo, un cristiano debe mirar hacia delante y vivir vigilante, en una cierta tensión anímica, que es lo contrario de la rutina, la pereza o el embotamiento mental.

Los consejos de Pedro nos ofrecen un programa muy sabio de vida: tener el espíritu dispuesto a la oración, llevar un estilo de vida sobrio y moderado, mantener firme el amor mutuo, practicar la hospitalidad, poner a disposición de la comunidad las propias cualidades, todo a gloria de Dios.

No está mal que la carta termine aludiendo a sufrimientos y persecuciones. Tal vez aquí se refiere a alguna persecución contra los cristianos por los años 60 (cuando murieron Pedro y Pablo en Roma). Pero estas pruebas han sido continuas a lo largo de los dos mil años de la comunidad cristiana y siguen existiendo también ahora en la comunidad y en la vida de cada uno: pruebas que dan la medida de nuestra fidelidad a Dios y nos van haciendo madurar en nuestro seguimiento de Cristo.

Desde luego, si la carta es de Pedro, supone un cambio muy notorio en su actitud, porque antes, cuando Jesús anunciaba la cruz en el programa de su camino, Pedro era el primero en protestar y no aceptar el sufrimiento como parte del Reino mesiánico. Ahora lo ha asimilado, lo recomienda en la carta y, sobre todo, da pruebas de conversión con su testimonio de fe ante el sanedrín, y finalmente ante el emperador Nerón, hasta el martirio.

Sería ya el ideal que llegáramos a la consigna final de Pedro: «Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo».



J. Aldazabal

Enséñame Tus Caminos



Mc. 11, 11-26. No se puede ocupar el terreno inútilmente. No basta con ofrecer sacrificios y ofrendas a Dios. El Señor no quiere que nos sintamos seguros en su presencia, pensando que la salvación ya es nuestra porque nos hemos arrodillado unos momentos ante Él. No basta ni siquiera el que ofrezcamos al Padre el Memorial de la Pascua de Jesucristo. Más allá de una fe expresada en nuestra unión y confianza en Dios se esperan frutos que manifiesten, en nuestra vida ordinaria, que en verdad permanecemos en Dios y Él en nosotros, de tal forma que continuamente demos testimonio de nuestro ser de hijos de Dios.

El Señor ha esperado, tal vez, muchos años, encontrar frutos de amor fraterno, de justicia, de solidaridad, de misericordia en nosotros. Él ha hecho hasta lo imposible para que esto sea realidad en nosotros; pero tal vez nosotros hemos permanecido lejos de Él, honrándolo sólo con los labios. Por eso permitámosle al Señor que nos purifique de todo pecado, de todo signo de maldad y de muerte, y que nos ayude para que podamos dar frutos abundantes de salvación, no sólo buscando nuestros intereses personales, sino el bien de aquellos que nos rodean.

Aprendamos a trabajar buscando la salvación de todos, pues el Señor es el Lugar de Encuentro de toda la humanidad con Dios; nadie tiene derecho a apropiárselo como si fuese exclusivo de alguien; todos deben tener abierto el camino que los conduzca a Él, pues Él ha venido como Salvador de toda la humanidad, de todos los tiempos y lugares.

El Señor nos reúne en este día en torno a Él para que celebremos y participemos en su Misterio Pascual. Tal vez durante mucho tiempo hemos acudido a esta celebración litúrgica; y tal vez el amor de Dios se ha derramado en nosotros de un modo inútil cuando sólo nos hemos contentado con alabar a Dios con los labios, mientras nuestro corazón permanece lejos de Él.

Por eso en este día el Señor nos hace un fuerte llamado a una sincera conversión para que le permitamos que inicie en nosotros una auténtica purificación de nuestra vida.

No basta con darle culto al Señor; hay que convertirse en un templo digno en el que habite el Espíritu Santo; pero esto no ha de ser sólo para que sintamos que nuestra conciencia nada nos reprocha, sino para que, desde nosotros, los que creemos en Cristo, se vaya iniciando el caminar de la humanidad hacia un nuevo rumbo: una vida más fraterna, más justa, más solidaria, más en paz; y todo esto porque en verdad nos dejemos guiar por el Espíritu Santo.

Que al participar de esta Eucaristía en verdad dejemos que la vida de Dios llegue a nosotros con toda su fuerza salvadora para que podamos comunicar a los demás lo mismo que nosotros hemos recibido de Dios.

Como consecuencia de nuestra participación en la Eucaristía, y de haber escuchado al Señor, vayamos a nuestras labores diarias como personas justificadas por Él, de tal forma que colaboremos en la construcción del Reino de Dios entre nosotros.

No ocultemos nuestra fe debajo de nuestras cobardías; no nos quedemos sólo en una fe aparente, sin fruto que nos haga alimentar el hambre de fe, de esperanza, de justicia, de alegría, de paz y de amor que padecen muchos hermanos nuestros.

Que desde nosotros brille el amor de Dios para todos; que desde nosotros el Señor se haga cercanía para todos. Por eso le hemos de pedir que nos purifique de todo aquello que pudiera hacer de nosotros una cueva de ladrones y no un templo santo de Dios, pues, efectivamente, nosotros hemos sido enviados por el Señor no para robar y matar las ilusiones de nuestros semejantes, sino para dar, incluso si es necesario, nuestra propia vida, con tal de salvarlos.

Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber estar al servicio de la salvación de nuestro prójimo con un corazón humilde, con una vida intachable y con una fe inquebrantable de tal forma que el amor y la salvación de Dios puede llegar, incluso, a aquellos a quienes más ha deteriorado el pecado, pues Dios ha venido a buscar, a purificar y a salvar todo lo que se había perdido. Amén.



Homilia catolica

Liturgia de las horas: 27 DE MAYO VIERNES VIII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 27 DE MAYO VIERNES VIII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio IV OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre ...

miércoles, 25 de mayo de 2016

Liturgia de las horas: 25 DE MAYO MIÉRCOLES VIII DEL T. ORDINARIO CON I V...

Liturgia de las horas: 25 DE MAYO MIÉRCOLES VIII DEL T. ORDINARIO CON I V...: De la Feria. Salterio IV OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abr...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MIÉRCOLES VIII DEL T. ORDINARIO 25 DE...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MIÉRCOLES VIII DEL T. ORDINARIO 25 DE...: "Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria". RESPUESTAS DE FE S.D....

REFLEXIÓN

1 Pedro 1,18-25: Pedro recuerda a los recién bautizados la suerte que han tenido, porque ahora creen en Cristo Jesús, han sido rescatados de su antigua vida y han vuelto a nacer de Dios.
Ser rescatados significa que alguien ha pagado el precio, la fianza por su liberación. Ese alguien ha sido Cristo, que no ha pagado con una cantidad de dinero, sino con su propia sangre.
Con eso ha cambiado la situación de estos neófitos: ahora ponen su fe y su esperanza en Dios, que ha resucitado a Cristo de la muerte. Han vuelto a nacer, no de un padre mortal, sino de Dios mismo, de su Palabra viva y duradera, el evangelio.
Pedro quiere que los cristianos saquen de esta convicción una consecuencia concreta: «Amaos unos a otros de corazón». Si todos hemos nacido del mismo Dios, todos somos hermanos.
Una perspectiva tan optimista debería motivar nuestra vida cristiana. De nosotros se tendría que poder decir que «habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza».
Tenemos motivos abundantes para esta confianza. Hemos vuelto a nacer, esta vez del amor de Dios mismo, no del amor de unos padres mortales. Hemos sido rescatados por la sangre de Cristo: debemos valer mucho, cada uno de nosotros, a los ojos de Dios, porque ha pagado un precio muy alto por nosotros.
Una primera consecuencia es que nuestra vida queda cambiada radicalmente. Esa Palabra viva de Dios que escuchamos y acogemos, nos quiere regenerar día tras día, infundiéndonos su fuerza transformadora. Otras palabras y doctrinas que nos pueden gustar son caducas, «como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae, pero la Palabra del Señor permanece para siempre». La Palabra de Dios es firme: si construimos sobre ella edificamos para siempre.
Hay otra consecuencia que se deriva de la anterior: los mismos dones que yo, los han recibido también los demás. Debo considerarlos hermanos míos, hijos del mismo Dios. La invitación de Pedro va para nosotros, cada uno en su ambiente: «habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente».
¿Cuántas veces nos enseña Dios, a través de las lecturas bíblicas, esta doble dirección de nuestra vida cristiana: la unión gozosa con él y la caridad sincera con el prójimo?
 
Marcos 10,32-45: En el camino hacia Jerusalén -lo cual no es un dato geográfico, sino un símbolo teológico de su marcha hacia la pasión y la muerte- sitúa Marcos varias escenas programáticas. Jesús «sube» a la pasión, muerte y resurrección, y el evangelista quiere dejar bien claro que los discípulos han de seguir el mismo camino. Jesús va decidido y se adelanta un poco a los demás. Marcos dice que «los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados».
Jesús les anuncia por tercera vez su muerte. Marcos subraya cada vez que los discípulos no querían entender nada. La primera vez fue Pedro el que tomó aparte a Jesús y le echó en cara que hablara de muerte y fracaso. La segunda vez que Jesús anunció su muerte, los discípulos se pusieron a discutir sobre los primeros puestos. En esta tercera, de nuevo Marcos subraya la cerrazón de los apóstoles: nos cuenta la escena de Santiago y Juan, ambiciosos, en búsqueda de grandeza y poder, pidiendo los primeros puestos en el Reino.
Como respuesta Jesús les anuncia la muerte que deberán asumir esos dos discípulos que ahora piden honores: lo hace con las comparaciones de la copa y el bautismo. Beber la copa es sinónimo de asumir la amargura, el juicio de Dios, la renuncia y el sacrificio. Pasar por el bautismo también apunta a lo mismo: sumergirse en el juicio de Dios, como el mundo en el diluvio, dejarse purificar y dar comienzo a una nueva existencia. La pasión de Cristo -la copa amarga y el bautismo en la muerte- les espera también a sus discípulos. Santiago será precisamente el primero en sufrir el martirio por Cristo.
Los otros diez se llenan de indignación, no porque creyeran que la petición hubiera sido inconveniente, sino porque todos pensaban lo mismo y esos dos se les habían adelantado. Jesús aprovecha para dar a todos una lección sobre la autoridad y el servicio. Se pone a sí mismo como el modelo: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos».
Por si también nosotros ambicionamos, más o menos conscientemente, puestos de honor o intereses personales en nuestro seguimiento a Jesús, nos viene bien su lección.
La autoridad no la tenemos que entender como la de «los que son reconocidos como jefes de los pueblos», porque esos, según la dura descripción de Jesús «los tiranizan y los oprimen». Para nosotros, «nada de eso». Los cristianos tenemos que entender toda autoridad como servicio y entrega por los demás: «el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». Cuando nos examinamos sinceramente sobre este punto, a veces descubrimos que tendemos a dominar y no a servir, que en el pequeño o grande territorio de nuestra autoridad nos comportamos como los que tiranizan y oprimen. Tendríamos que imitar a Jesús, que estaba en medio de los suyos como quien sirve.
Pero además, y yendo a la raíz de la lección, debemos preguntarnos si aceptamos el evangelio de Jesús con todo incluido, también con la cruz y la «subida» a Jerusalén, sólo en sus aspectos más fáciles. El mundo de hoy nos invita a rehuir el dolor y el sufrimiento.
Lo que cuenta es el placer inmediato. Pero un cristiano se entiende que tiene que asumir a Cristo con todas las consecuencias: «que cargue cada día con su cruz y me siga». Ser cristiano es seguir el camino de Cristo e ir teniendo los mismos sentimientos de Cristo. El va hacia Jerusalén. Nosotros no hemos de rehuir esa dirección.
Igual que el amor o la amistad verdadera, también el seguimiento de Cristo exige muchas veces renuncia, esfuerzo, sacrificio. Como tiene que sacrificarse el estudiante para aprobar, el atleta para ganar, el labrador para cosechar, los padres para sacar la familia adelante.
Depende del ideal que se tenga. Para un cristiano el ideal es colaborar con Cristo en la salvación del mundo. Por eso, en la vida de comunidad muchas veces debemos estar dispuestos al trabajo y a la renuncia por los demás, sin pasar factura. La filosofía de la cruz no se basa en la cruz misma, con una actitud masoquista, sino en la construcción de un mundo nuevo, que supone la cruz. Lo que parece una paradoja -buscar los últimos lugares, ser el esclavo de todos- sólo tiene sentido desde esta perspectiva y este ejemplo de Jesús.
 
J. Aldazabal
Enséñame tus Caminos

lunes, 23 de mayo de 2016

Liturgia de las horas: 24 DE MAYO MARTES VIII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 24 DE MAYO MARTES VIII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio IV OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abr...

Homilia 2016-05-22 Mons. Munilla DOMINGO STMA. TRINIDAD

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MARTES VIII DEL T. ORDINARIO 24 DE MA...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MARTES VIII DEL T. ORDINARIO 24 DE MA...: Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte". RESPUESTAS DE FE S.D.A. ...

REFLEXIÓN: 1Pe. 1, 10-16. Aún los mismos ángeles están a la expectativa de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios.

Nuestros antiguos padres vislumbraron, por medio del Espíritu de Cristo, que moraba en ellos, la gracia que nos estaba reservada a nosotros.

Ahora nosotros, que disfrutamos ya de la salvación que Dios nos ha ofrecido en su Hijo hecho uno de nosotros, debemos dejar a un lado nuestras pasiones desordenadas, y vivir con santidad y justicia; pues de lo contrario la obra salvadora de Dios en nosotros sería algo inútil.

Efectivamente: ¿de qué nos serviría incluso pasarnos largas horas en oración ante Dios, si después volvemos a nuestra vida ordinaria para continuar siendo unos malvados, unos injustos, unos viciosos o delincuentes?

Por eso vivamos vigilantes; y no nos limitemos a escuchar la Palabra de Dios, sino que procuremos ponerla en práctica, para que quienes nos gloriamos en ser la Iglesia de Cristo podamos convertirnos en un signo de su amor salvador para el mundo entero.



Sal. 98 (97). El Señor se ha manifestado como nuestro poderoso Salvador. Él ha venido a buscar y a salvar todo lo que se había perdido. Él ha venido a reunir a los hijos que había dispersado el pecado.

A través de su entrega por nosotros, los que creemos en Él haciendo nuestra la salvación que ofrece a todos, tenemos a Dios por Padre.

Por eso nosotros, llenos de buenas obras; guiados por el Espíritu de Dios y unidos fielmente a Cristo, nos hemos de convertir en un cántico nuevo al Señor, pues el cántico de maldad y de pecado habrá quedado atrás.

Dios, misericordioso y fiel, jamás se ha olvidado de nosotros. Él nos ama a pesar de que muchas veces nosotros nos alejamos de su presencia. Pero ahora, redimidos por Él y haciendo nuestra su salvación, nos hemos de convertir en el mejor testimonio, ante el mundo, del amor y de la lealtad del Señor para con todos. Sólo así nuestra misma vida se convertirá en un Evangelio viviente de salvación para todos.



Mc. 10, 28-31. Dejarlo todo por Cristo y por el Evangelio tendrá como recompensa el que Dios nos dé a manos llenas, no tanto bienes pasajeros sino la vida eterna.

Lástima que muchos podrían ser demasiado desprendidos, socorriendo a los demás pero con la intención del ciento por uno en esta vida, y olvidarse de la consecución de la vida eterna.

Recordemos que sólo somos administradores de los bienes de Dios. No podemos permitir que las cosas pasajeras se nos peguen.

No busquemos poseer bienes pasajeros. Busquemos a Dios; amarlo, servirlo, sentirnos amados por Él ha de ser lo único que nos interesa. ¿Será cierto?

¿Nuestra Eucaristía será grata a Dios?

Ojalá y vengamos a ella desprendidos de todo aquello que, atándonos a lo pasajero, se ha convertido en dios para nosotros.

Ojalá y seamos fieles a la Alianza de amor que el Señor ha sellado con nosotros.

Ojalá y nuestra Eucaristía se prolongue en una diversidad de formas de hacer el bien, de ayudar, de preocuparnos por el bien de nuestro prójimo.

Dios nos quiere a nosotros como ofrenda de suave aroma; y esto sólo se logrará cuando seamos capaces de amar.

Sólo el amor al Señor sobre todas las cosas, amor que nos asemeja a Él y nos hace mirar el sufrimiento de nuestro prójimo para aliviarlo, el pecado de quienes nos rodean para ayudarlos a levantarse, las ofensas incluso de quienes nos rechazan para perdonarlos, harán que Dios vuelva su mirada hacia nosotros y nos llame sus hijos amados, en quienes Él se complace.

Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que en verdad el Espíritu de su Hijo esté con nosotros, y nos ayude a asemejarnos a Él para que, amando como Él nos ha amado, lleguemos a gozar, junto con Él, de su Gloria eternamente. Amén.



Homilia catolica

El Santo del Dia: 24 DE MAYO MARÍA AUXILIADORA

El Santo del Dia: 24 DE MAYO MARÍA AUXILIADORA: MARÍA AUXILIADORA Advocación de la Santísima Virgen PALABRA DE DIOS DIARIA Historia de la devoción a María Auxiliadora...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL LUNES VIII DEL T. ORDINARIO 23 DE MAY...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL LUNES VIII DEL T. ORDINARIO 23 DE MAY...: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme. RESPUESTAS...

El Santo del Dia: 23 DE MAYO SAN JUAN BAUTISTA DE ROSSI PRESBÍTERO

El Santo del Dia: 23 DE MAYO SAN JUAN BAUTISTA DE ROSSI PRESBÍTERO: SAN JUAN BAUTISTA DE ROSSI PRESBÍTERO PALABRA DE DIOS DIARIA En Roma, san Juan Bautista de Rossi, presbítero, que atendi...

Liturgia de las horas: 23 DE MAYO LUNES VIII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 23 DE MAYO LUNES VIII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio IV OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abr...

domingo, 22 de mayo de 2016

Caballeros de la Virgen - Comentario al Evangelio - Solemnidad de la Santísima Trinidad Pertenecemos a la Familia de Dios

Caballeros de la Virgen - Comentario al Evangelio - Solemnidad de la Santísima Trinidad Pertenecemos a la Familia de Dios: Al constatar la insuficiencia del entendimiento humano frente a los misterios más grandes de nuestra Fe, debemos rendir tributo de amor y gratitud a Dios Uno y Trino, quien nos ofrece una dádiva infinitamente superior a nuestra naturaleza y méritos.

El Santo del Dia: 22 DE MAYO SANTA RITA DE CASIA RELIGIOSA

El Santo del Dia: 22 DE MAYO SANTA RITA DE CASIA RELIGIOSA: SANTA RITA DE CASIA RELIGIOSA PALABRA DE DIOS DIARIA Santa Rita nació en 1381 junto a Casia, su segunda patria, en la he...

Liturgia de las horas: 22 DE MAYO DOMINGO VIII DEL T. ORDINARIO SOLEMNIDA...

Liturgia de las horas: 22 DE MAYO DOMINGO VIII DEL T. ORDINARIO SOLEMNIDA...: De la Solemnidad. LA SANTÍSIMA TRINIDAD. (SOLEMNIDAD) OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera or...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL DOMINGO VIII DEL T. ORDINARIO 22 DE M...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL DOMINGO VIII DEL T. ORDINARIO 22 DE M...: Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes. RESPUESTAS DE FE S.D.A...

REFLEXIÓN:

¡QUÉ ENCANTO TIENE LA TRINIDAD!

Fiesta en honor a DIOS. El homenaje a la UNIDAD de tres personas que, siendo diferentes, deja a la intemperie nuestra dispersión, la ruptura del mundo y de las cosas, del ser humano y de las estructuras sociales. ¿El secreto y el encanto de la Santísima Trinidad? ¡Ni dudarlo! ¡El amor!

1.- Con Jesús, en este día, remontamos hacia las alturas y –como el montañero que ha sabido intuir y valorar la importancia de las herramientas de escalada– contemplamos con el Resucitado los tres anillos fundidos en oro de la misma naturaleza y con los mismos quilates : PADRE, HIJO Y ESPIRITU SANTO.

¿Cómo puede Jesús dirigirse a DIOS si Él es DIOS”? Buena pregunta para una sencilla respuesta: Jesús nos enseña a optar por El, pero como camino hacia el Padre. No pretende que nos quedemos exclusivamente en El. Nos empuja nadar aguas arriba, como aquel que quiere encontrar su nacimiento o el origen del todo.

2.- ¿A dónde nos lleva el Misterio de la Santísima Trinidad?

-Nos enseña que DIOS es familia y que, nosotros, formamos parte de ella aunque no lleguemos a comprender ni entender todo el entresijo y la riqueza que encierra.

-Dios es AMOR y, nosotros, participamos de esa fusión única y maravillosa que existe entre las tres personas.

-Dios es COMUNIÓN y, nosotros, la contemplamos y la comemos, la vivimos y la palpamos, la añoramos y la necesitamos ante la fragmentación existente en nuestro entorno, en las galaxias de nuestros afectos, en nuestras luchas, proyectos y fatigas.

-Dios es ÚNICO y, nosotros, le damos gloria y alabanza porque nuestra FE nos dice que en Él está puesta nuestra esperanza, nuestro ser iglesia, nuestra vida cristiana que ha de ser siempre trinitaria.

3. ¿Qué reina y qué tiene la Santísima Trinidad?

-En la Trinidad brota el amor y el amor siempre produce abundancia de frutos. En nosotros, cuando acampa el egoísmo, nuestra vida sólo produce esterilidad.

-En la Trinidad nace y se REVELA el amor que se hace servicio. En nuestro entorno (medios de comunicación, en la pareja, en la sociedad...) se confunde amor con placer. Y con el poder (no con el servicio) se compra muchas veces el simple placer olvidando y descafeinando el amor.

-En la Trinidad, Jesús, nos presenta el rostro, el número, la identidad, la grandeza, el apellido de su familia invitándonos a dar razón y testimonio de ella: ¡ID POR EL MUNDO!.

Como cristianos, que participamos de esa comunión de las tres personas, estamos llamados a dar a conocer la buena fama y la solera de esta gran familia que es la Santísima Trinidad. Quien se acerca hasta ella, siempre tiene ganas de volver de nuevo.

Tengamos, además, un recuerdo especial y agradecido por todas las comunidades contemplativas que, más allá de los muros y de las rejas, rezan por nosotros en un acto de comunión delicada y marcada por un amor profundo a Dios.



Javier Leoz



QUÉ ENTENDEMOS CUANDO HABLAMOS DE UN DIOS TRINO

1.- Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Esta es la frase que acabamos de leer en este relato del evangelio de san Juan. Pues bien, tenemos que empezar diciendo que la verdad plena del misterio de la Santísima Trinidad no podremos nunca alcanzarla, mientras vivamos en este mundo, porque la verdad plena del misterio de la Trinidad está más allá de nuestra capacidad humana de entender. Los misterios no se pueden explicar nunca del todo racionalmente; los misterios se creen, no se explican. La Real Academia Española define la palabra misterio diciendo que significan una cosa arcana o muy recóndita que no se pueden explicar o comprender. Los agustinos, cuando hablamos, en concreto, del misterio de la Trinidad, solemos contar una bonita y muy antigua leyenda que llamamos de “san Agustín y el niño de la concha”, tal como está representada en el famoso cuadro de Rubens. En este cuadro aparece el santo obispo de Hipona paseando por la playa; cuando ve que un niño está echando agua del mar en un pequeño hoyito, con una concha que lleva en la mano. El santo se acerca al niño y le pregunta: ¿qué haces? A lo que el niño responde sin dudar: voy a meter toda el agua del mar en este agujero. El santo, paternal y bondadoso, le responde al niño: toda el agua del mar no va a caber en este agujero. El niño le mira y le dice: tampoco Dios cabe en tu inteligencia. Esta respuesta del niño hizo reflexionar al santo, que llevaba varios años pensando en el libro que iba a escribir, y que de hecho escribió, sobre misterio de la Trinidad. Pues tampoco nosotros vamos a entender nunca del todo el misterio de la Santísima Trinidad.

2.- ¿Qué nos dice, en concreto, a los creyentes, el misterio de la Trinidad de Dios? Porque algo, de hecho, entendemos cuando hablamos de este misterio. Las palabras con las que hablamos de los misterios no pueden ser palabras vacías de significado. Los misterios, aunque sean racionalmente inexplicables, siempre nos dicen algo a los que creemos en ellos. Yo creo que el principal mensaje que nos dice a los cristianos este misterio es que el Dios en el que nosotros creemos es un Dios familia, un Dios comunidad, un Dios amor. Nuestro Dios no es un individuo aislado e incomunicado, como una isla remota e inaccesible. Es un Dios católico, es decir, universal. La fe nos dice que Dios es nuestro Padre, que el Hijo es nuestro redentor y que el Espíritu Santo es el amor que une al Padre con el Hijo. Por consiguiente, si nosotros queremos entender algo de este misterio, sólo podremos hacerlo entendiendo a Dios como amor. Y si nosotros queremos entender vivencialmente algo de este misterio, sólo podremos hacerlo viviendo en el amor de Dios. Todos nosotros somos criaturas de Dios, hijos de Dios, y podemos ser, vivir y existir en Dios, si amamos a Dios. Un católico no puede ser una persona egoísta, que sólo piensa en sí mismo, porque entonces no está creyendo en un Dios Trinitario. El individuo, y la familia cristiana, debe tener como ideal vivir creyendo y amando a un Dios que es, en sí mismo, una familia. Este, creo yo, que es el principal mensaje que nos dice a nosotros la fiesta que hoy estamos celebrando.

3.- Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Este es el principal mensaje que dejó Cristo a sus apóstoles, antes de ascender al cielo. Bautizar a una persona con un bautismo cristiano es bautizarla en un Dios amor, en un Dios que es familia, que es comunidad. En este bautismo nos bautizaron a todos nosotros cuando éramos muy pequeñitos; renovemos hoy conscientemente, ahora que ya vamos siendo mayorcitos, nuestro bautismo. Creemos en un Dios trinitario, en un Dios amor, fuimos bautizados en un Dios trinitario, en un Dios amor; pues hagamos hoy el propósito de vivir en el amor. Sólo así podremos celebrar con responsabilidad cristiana esta fiesta del misterio de la Santísima Trinidad.



Gabriel González del Estal

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EL AMOR DE DIOS

1.- Desde la eternidad, Dios ya piensa en nosotros y nos ama. La creación es la obra amorosa de Dios. Contemplándola surge en nosotros la admiración y la acción de gracias del Salmo 8: "¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!". El hombre es la criatura más perfecta realizada por el Creador, pero a su vez es pequeña ante la inmensidad de la creación. El Libro de los Proverbios nos muestra que Dios no es un ser solitario, ni aburrido, ni egoísta. Dios es una comunicación infinita, una sonrisa eterna, una generosidad sin medida. La creación es un signo de su generosidad y de su sabiduría. Dios es vida que se desborda. Ya antes de ser creados, Él se complacía en nosotros y en todas las cosas, como los esposos que sueñan con el hijo deseado. Los sabios bíblicos nos cantan las excelencias de la sabiduría como una hija de Dios personificada. Es la primera en ser engendrada y acompaña a Dios en todas sus obras. “Yo estaba junto a él, como aprendiz, y yo era su encanto cotidiano”. El autor de los Proverbios acertó en sus imágenes literarias. La Sabiduría de Dios llega a ser persona en el Hijo, engendrado desde el principio, que dialoga gozoso con el Padre y es colaborador en todas sus obras, «su encanto cotidiano». Dios no es un ser solitario ni aburrido. La creación es el desbordamiento de esta comunicación. Desde la eternidad, Dios ya piensa en nosotros y nos ama.

2.- Nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios “EL amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Se trata aquí, en la Carta a los Romanos, del amor especial que Dios nos tiene y del que nadie podrá separarnos. A la hora de esforzarse por llevar a cabo el plan de Dios, el hombre cristiano tiene un incentivo: Dios no se ha guardado su capacidad de querer, sino que nos la ha dado a nosotros. El estar en paz con Dios no quiere decir tanto buscar la paz, sino el caer en cuenta de que ya se nos ha dado la paz en Jesucristo. La paz se convierte así en el mayor bien y no en una simple dimensión del alma, en una mera virtud. Estar en paz con Dios es saberse salvado y con fuerza para emprender una labor constructiva en favor de la humanidad.

3.- Entonces le veremos cara a cara. Se nos comunicará un día lo que está por venir. El texto del evangelio de Juan identifica a Jesús con la verdad. Esta no es pues un concepto o una categoría, sino una persona. El conocimiento de una persona no se hace ni se agota una vez por todas: se va haciendo continuamente, diariamente. Facilitar este conocimiento es la tarea y la función del Espíritu: El irá llevando al grupo cristiano a un conocimiento cada vez más hondo de Jesús. Este conocimiento progresivo explica la expresión "muchas cosas me quedan por deciros". Hay mucho terreno inexplorado en la verdad de Jesús, es decir, en su persona, que sólo puede ser conocido a medida que la experiencia coloca a la comunidad delante de nuevos hechos o circunstancias. Los cristianos deberán saber estar abiertos, por una parte, a la vida y a la historia –los signos de los tiempos– y, por otra, a la voz del Espíritu que se la interpreta. Uno de los cometidos del Espíritu es llevar a los discípulos hasta el conocimiento pleno de Jesús. Que el Espíritu glorifica a Cristo es realidad en la medida en que conduce a los discípulos progresivamente al conocimiento de la realidad que se manifiesta en él. El misterio trinitario se nos desvelará un día, como dice San Agustín: “El Espíritu Santo, de quien hemos recibido ahora la prenda, es el que nos garantiza que llegaremos a la plenitud de que habla el mismo Apóstol: Entonces le veremos cara a cara”. (Comentarios sobre el evangelio de San Juan 96,4). San Agustín dice vemos estas cosas en espejo y en enigma, pues es un misterio, pero sí podemos darnos cuenta de que "se nos presenta en el Padre el origen, en el Hijo la natividad, en el Espíritu Santo del Padre y del Hijo la comunidad, y en los tres la igualdad".



José María Martín OSA

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sábado, 21 de mayo de 2016

El Santo del Dia: 21 DE MAYO SAN CRISTÓBAL MAGALLANES Y COMPAÑEROS ...

El Santo del Dia: 21 DE MAYO SAN CRISTÓBAL MAGALLANES Y COMPAÑEROS ...: 25 MÁRTIRES MEXICANOS DEL SIGLO XX SAN CRISTÓBAL MAGALLANES Y 24 COMPAÑEROS  MÁRTIRES PALABRA DE DIOS DIARIA Cristóbal...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL SÁBADO VII DEL T. ORDINARIO 21 DE MAY...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL SÁBADO VII DEL T. ORDINARIO 21 DE MAY...: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. RESPUESTAS DE ...

REFLEXION
Sant. 5, 13-20. Seamos conscientes de que cuando oramos lo hacemos unidos a Cristo, Cabeza de la Iglesia; y que, por tanto, nuestra oración tiene un poder muy grande en la presencia de nuestro Dios y Padre.
Por eso hemos de orar en los momentos de sufrimiento y de alegría; hemos de orar por los enfermos; hemos de orar pidiendo el perdón de nuestros pecados; hemos de orar para que la obra salvadora de Dios llegue a todos los corazones, hasta el último rincón de la tierra.
Veámonos siempre como hermanos. Abramos los ojos ante las miserias de nuestro prójimo, no para criticarlo, sino para darnos cuenta de hacia dónde hemos de dirigir nuestra acción evangelizadora para ganarlos a todos para Cristo. Entonces no viviremos divididos, ni como extraños, sino como hijos de un único Dios y Padre.
 
Sal. 141 (140). Dios; Dios siempre dispuesto a escuchar nuestros ruegos.
Sin embargo Él bien sabe lo que necesitamos en cada momento; y bien sabe lo que necesita el mundo y su Iglesia para que todos lleguemos a participar de los bienes eternos.
Por eso nuestra oración jamás podrá ser exigente; ni hemos de buscar nuestros propios intereses, sino en todo hacer la voluntad de Dios.
Aprendamos a abandonar nuestra vida en manos del Señor. Dejemos que Él nos conduzca conforme a sus designios de salvación. Vivamos en su presencia con un amor verdadero, de tal forma que, después de haber vivido en un amor fiel a Él y a su Iglesia, podamos sentarnos, junto con su Hijo, a la diestra de su Gloria.
 
Mc. 10, 13-16. Los fariseos arrogantes, sabelotodos, son puestos en contraposición con la sencillez de los niños. Estos no se acercan a Jesús por su propia iniciativa; son, tal vez sus padres o algún familiar, los que se encargan de llevarlos ante Él.
Los niños, sencillos y confiados en la mano de sus padres, dóciles y receptivos, son el ejemplo de la forma en que hay que emprender el camino hacia la perfección en Dios, confiando no en nuestras propias fuerzas y recursos, sino sólo en el Señor, que hará su obra en nosotros.
Aquel que quiera seguir a Cristo ha de ser sencillo como los niños, con la debida apertura y abandono por completo a su benevolencia divina.
Jesús nos reúne en esta Eucaristía. Llegamos ante Él con la ilusión de no desviarnos del Camino, que es Jesús.
Reconocemos que somos pecadores. Si, como dice la Escritura, el justo peca siete veces al día, ¡que será de nosotros!
Dios nos quiere desarmados de todo orgullo y de todo falso engreimiento en nosotros mismos. Con humildad escuchemos la Palabra que Él nos dirige y, como mendigos, sentémonos a su Mesa; Él no nos rechazará sino que, en un memorial de amor por nosotros, continuará entregándose para el perdón de nuestros pecados.
Pero aceptar el perdón de Dios nos debe hacer vivir como criaturas nuevas, libres del mal y sencillos para tratar a todos con amor, y ser capaces de tomar de la mano a los que son como niños y conducirlos hacia Cristo.
¿Queremos entrar en el Reino de los cielos? Así como Jesús camina hacia su Pascua dirigiéndose decididamente hacia Jerusalén, así nosotros no hemos de renunciar a vivir cercanos a los demás dando nuestra vida en generoso amor por todos, especialmente por quienes necesitan de él y de una caricia de Dios por medio nuestro. Esto es lo que finalmente el Señor nos invita a vivir cuando se dice que abrazó a los niños y los bendijo.
¿Seremos capaces de hacer eso con los viciosos, con los desvalidos, o con los que consideramos malditos a causa de sus grandes culpas?
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de comprender los caminos de Dios sobre nosotros para que nos decidamos a vivir en su voluntad, y poder decir que, junto con Cristo participamos de su Pascua y de su Glorificación. Amén.

Liturgia de las horas: 21 DE MAYO SÁBADO VII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 21 DE MAYO SÁBADO VII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre...

jueves, 19 de mayo de 2016

El Santo del Dia: 20 DE MAYO SAN BERNARDINO DE SIENA

El Santo del Dia: 20 DE MAYO SAN BERNARDINO DE SIENA: SAN BERNARDINO DE SIENA PRESBÍTERO PALABRA DE DIOS DIARIA San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Herman...

Liturgia de las horas: 20 DE MAYO VIERNES VII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 20 DE MAYO VIERNES VII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre m...

Caballeros de la Virgen - El cetro de la misericordia

Caballeros de la Virgen - El cetro de la misericordia: Del cetro que María recibió de su divino Hijo siempre emanará la fuerza necesaria para enfrentar cualquier adversidad, porque más que Reina y Señora es Madre de extrema ternura para cada uno de nosotros.

Caballeros de la Virgen - San Pascual Bailón - Manso cordero del rebaño de Cristo

Caballeros de la Virgen - San Pascual Bailón - Manso cordero del rebaño de Cristo: Modelo de mansedumbre y humildad, supo estar siempre
atento a la voz del Pastor, que lo instruía en la ciencia divina
y en los secretos de la verdadera santidad.

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL JUEVES VII DEL T. ORDINARIO 19 DE MAY...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL JUEVES VII DEL T. ORDINARIO 19 DE MAY...: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". RESPUESTAS DE FE S.D.A. SAN CELESTI...

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Liturgia de las horas: 19 DE MAYO JUEVES VII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 19 DE MAYO JUEVES VII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor ab...

El Santo del Dia: 19 DE MAYO SAN CELESTINO V PAPA

El Santo del Dia: 19 DE MAYO SAN CELESTINO V PAPA: SAN CELESTINO V PAPA # 192 PALABRA DE DIOS DIARIA Nacido en Isernia, Italia (1221) Nombre: Pietro Angelari de Murrone ...

miércoles, 18 de mayo de 2016

El Santo del Dia: 18 DE MAYO SAN JUAN I PAPA Y MÁRTIR

El Santo del Dia: 18 DE MAYO SAN JUAN I PAPA Y MÁRTIR: SAN JUAN I  PAPA No.  53 Y MÁRTIR PALABRA DE DIOS DIARIA Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. ...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MIÉRCOLES VII DEL T. ORDINARIO 18 DE ...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MIÉRCOLES VII DEL T. ORDINARIO 18 DE ...: No hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. RESPUESTAS DE FE S.D.A. SAN JUAN ...

REFLEXIÓN

Sant. 4, 13-16. ¿En verdad somos personas de fe? Pues la fe se manifiesta por las obras. Y por ello no sólo hemos de decir que "Si Dios nos lo permite haremos esto o aquello" o "Haré esto o aquello, primero Dios," sino que hemos de ser conscientes de que, quienes por medio de la fe y el bautismo nos hemos unido a Cristo, haremos el bien, que sabemos hemos de hacer.
Dios va delante nuestro. En su Nombre echamos las redes; en su nombre realizamos nuestras actividades. Con Él nuestra vida cobra su auténtico significado, pues aun cuando lo que hagamos pareciese algo muy insignificante, al hacerlo como hijos de Dios estaremos colaborando para que nuestro mundo sea más justo, más humano y más fraterno. Por eso no hagamos las cosas, ni vivamos como si Dios no existiese para nosotros.
 
Sal 49 (48). ¿Qué hemos traído al mundo, y qué nos llevaremos de él? Cierto que Dios al principio, al poner el mundo en nuestras manos, nos dio la orden de dominar la tierra y someterla. Sin embargo no podemos dejarnos deslumbrar por lo pasajero; somos nosotros quienes lo dominamos y ponemos a nuestro servicio.
Pero más allá de lo pasajero estamos nosotros; están aquellos con quienes convivimos diariamente. Y las cosas no pertenecen a una sola persona física o moral. Todos tienen derecho a una vida digna, de tal forma que podamos decir que el pan no es mío, sino nuestro.
Por eso, de un modo especial quienes creemos en Cristo, hemos de luchar por una auténtica justicia social, nacida del amor que nos hace abrir los ojos ante nuestros hermanos en desgracia para remediar sus males.
 
Mc. 9, 38-40. Más que pelearnos por querer apoderarnos de Jesús como única herencia nuestra, debemos vivir la unidad en torno a Él. No sólo hay otras comunidades cristianas que trabajan por Cristo, sino también muchas instituciones que luchan por erradicar la pobreza, la injusticia, la violencia, las persecuciones causadas por el poder político o económico.
Todos, algunos sin saberlo, nos esforzamos por darle un nuevo rostro a la humanidad trabajando como Cristo que fue enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.
Aquel que pasó haciendo el bien sigue haciéndolo por medio de su Iglesia y por medio de toda persona de buena voluntad.
Si el Espíritu de Dios se posa donde quiere y suscita buenas obras por medio, incluso, de personas que pensamos están muy lejos de Él, pues se preocupan de que se viva con mayor lealtad la solidaridad entre todos, de que no nos quedemos en vana palabrería sino que llevemos adelante nuestros proyectos de darle un nuevo rumbo a nuestra sociedad, y un rostro más humano y fraterno a nuestro mundo, cuánto más, quienes creemos en Cristo y entramos en comunión con Él mediante la Eucaristía y participamos de su Espíritu Santo, hemos de comprometernos en la realización del bien y en luchar porque sean expulsados del corazón del hombre las injusticias, los egoísmos, los crímenes y tantos otros males que nos aquejan, preocupándonos de que en verdad el amor y la salvación de Dios llegue a todos como una Buena Noticia que se proclama no sólo con los labios sino con las obras.
No hemos de ser indiferentes al bien que otros hacen, sino unirnos a ellos para que juntos nos preocupemos del bien de todos, especialmente de los más desprotegidos.
¿Quién está de parte nuestra? Responder a esta pregunta, por desgracia, nos lleva a despreciar a quienes no piensan como nosotros, a quienes no trabajan como nosotros, a quienes consideramos enemigos en el trabajo, en la política, en la religión y que son satanizados, perseguidos, asesinados para que no nos causen ruido y que nos dejen llevar adelante aquello que nos hemos propuesto.
Ante esta pregunta podemos convertirnos en monopolio injusto, en la única voz válida, en quienes impiden el desarrollo de los demás, en quienes alejan de sí en el trabajo a los que consideran una amenaza para ellos, en quienes persiguen hasta desaparecer o asesinar a quienes se consideran voz de los sin voz y que pueden desestabilizar a quienes viven faltos de conciencia de los derechos que conciernen a todos los hombres.
Estar de parte de Cristo, esforzarnos porque todos disfruten de su amor, de los bienes que ha puesto en manos no de unos cuantos sino de todos, trabajar para que todos se vean libres de las esclavitudes al pecado, especialmente de las nuevas esclavitudes a la droga, al alcoholismo, a la explotación sexual que cosifica a las personas como simples objetos de placer desde su más tierna edad. Todo esto puede llevar a que muchos quieran impedir el desarrollo del Reino de Dios en el que todos recuperemos nuestra dignidad humana y de hijos de Dios y que, incluso, bajo amenazas o chantajes quieran impedir que esa voz se siga pronunciando como la voz del Señor que nos quiere libres de toda atadura al mal y con la frente levantada por sabernos que por medio de alguien, que es su Iglesia, Él nos ha manifestado su amor y está de nuestro lado como el Dios-con-nosotros.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir nuestra fe y nuestro amor con una verdadera lealtad y generosidad, a la altura y estilo en que nosotros hemos sido amados por Dios a través de su Hijo Jesús, nuestro Señor. Amén.

Homilia catolica

martes, 17 de mayo de 2016

Liturgia de las horas: 18 DE MAYO MIÉRCOLES VII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 18 DE MAYO MIÉRCOLES VII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor abre...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MARTES VII DEL T. ORDINARIO 17 DE MAY...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL MARTES VII DEL T. ORDINARIO 17 DE MAY...: El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. RESPUESTAS DE FE S.D.A. SAN PASCUAL BAILÓN RELIGIOSO ...

REFLEXIÓN
Sant. 4, 1-10. ¡Cuántas divisiones entre los pueblos, y cuántas guerras se han generado propiciadas por la codicia y la ambición por lo pasajero.
Se es capaz de mentir, de levantar falsos contra los demás con tal de justificar las propias acciones provocadas por las malas pasiones que siempre están en guerra dentro de uno mismo.
Los que creemos en Cristo no podemos continuar siendo esclavos del mal, del pecado y de la muerte, que han sido vencidos por medio de la Pascua del Señor.
Aquel que se diga hijo de Dios pero continúe sometido al diablo no podrá convertirse en un signo creíble del Señor, pues a pesar de proclamar su Nombre ante las naciones, sus obras estarán siendo ocasión de burla, de descrédito y de ofensa al Señor.
Acerquémonos a Dios para que Él se acerque a nosotros; resistamos al malo, no con nuestras armas, ni con nuestras solas fuerzas, sino auxiliados por el Señor que ha prometido venir y hacer su morada en los corazones rectos y sinceros. Pongamos en Él nuestra confianza y Dios saldrá en defensa nuestra para librarnos de nuestro enemigo y de la mano de todos los que nos odian, y para afianzar nuestro pasos en el camino del bien, y podamos, así vivir fraternalmente unidos y podamos ser capaces, por la presencia de su Espíritu en nosotros, de pasar haciendo el bien a todos, a imagen de como lo hizo Jesucristo en favor nuestro.
 
Sal. 55 (54). Jesús ha rogado a su Padre por nosotros; no le ha pedido que nos saque del mundo, sino que nos preserve del mal. Al final de nuestra vida el Señor nos llevará como en alas de águila hacia las moradas eternas.
Pero mientras llega ese día no podemos vivir como cobardes, encerrándonos lejos del mundo, no por cumplir una vocación venida de lo Alto, sino por cobardía ante el compromiso que todos tenemos de vivir en medio del mundo como la levadura que va haciendo fermentar la masa para que se convierta en un pan sabroso y nutritivo, y deje de ser una masa amorfa, a merced de cualquier doctrina.
Aquel que posee el Espíritu de Dios y se ha dejado dominar por Él se convierte en un signo profético del amor, de la salvación y de la entrega de Dios para salvar a todos aquellos que habían sido dominados por el pecado, y que estaban destinados a la muerte.
Si realmente somos personas de fe no pasemos de largo ante el pecado y la miseria de la humanidad; no huyamos del mundo, no seamos cobardes al tener que enfrentar las estructuras de pecado para sanearlas con la Gracia de Dios y con la Fuerza de su Espíritu Santo en nosotros.
Vayamos a cumplir nuestra misión como Luz con todos los riesgos que ha de afrontar, con amor, aquel que ha sido elegido por el Señor para esta misión, y que unido a sus hermanos forma la Iglesia y familia de Dios.
 
Mc. 9, 30-37. Dios no abandonó a la muerte a su siervo Jesús. Sus enemigos gritaban junto a la Cruz: Puso su confianza en Dios, pues que Él lo salve. Y efectivamente así fue. Él padeció y murió en la cruz. Pero su camino no desembocó en su muerte sino en su resurrección y en su glorificación a la diestra del Padre.
Aquel que quiera ser su discípulo ha de seguir sus huellas no tanto teniendo en mente el sufrimiento y la muerte, sino la glorificación que nos espera junto con Cristo en la casa del Padre.
Tal vez a veces nos dé miedo preguntar sobre ese camino; y esto porque podría ser que más nos interesara el ser los más importantes, conforme a los criterios humanos, que identificarnos con el Señor, que no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida por nosotros, abajándose hasta identificarse con el siervo inútil que lava los pies de los invitados al banquete.
Así debemos acoger en nuestro corazón a los que son como los niños por su edad, por su pobreza, por sus limitaciones, por sus desánimos, por sus taras sicológicas, sabiendo que no por los justos, sino por los pecadores y desgraciados Cristo murió en la Cruz para hacerlos también a ellos hijos de Dios. Recibirlos en nuestro corazón en nombre de Jesús y hacerlo y darlo todo por ellos, significa que hemos recibido la misma misión de Cristo para que su amor siga llegando a todos los que han quedado atrapados en algún mal o dominados por la maldad; sólo entonces podremos decir que realmente estamos colaborando para que, a costa de todos los riesgos que implique nuestra entrega por ellos, puedan llegar a identificarse con Cristo Jesús, el Señor, y alcancen, junto con nosotros, la posesión de los bienes eternos.
En esta Eucaristía nos reunimos en torno al Siervo de Dios, que cargó sobre si la miseria del hombre para redimirlo y hacerlo hijo de Dios. Él, habiendo presentado en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente, y se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que lo obedecen.
Hemos venido para escuchar al Señor que nos pide convertirnos en siervos de los demás, especialmente de los más frágiles. ¿Estamos dispuestos a obedecerlo aun cuando tengamos que pasar por el cáliz amargo de la cruz y de la muerte? o, por el contrario, ¿Seguiremos instalados en una fe vacía de compromiso con el Señor?
Identificarnos con Cristo no es sólo acudir a la Celebración Eucarística, no es sólo hacernos amigos de los curas y de las monjas, no es sólo dar una cantidad a favor de los necesitados. El mundo y la Iglesia nos necesitan a nosotros como signos de amor y de salvación. Lo material es frío, no tiene sentimientos aun cuando los manifiesta. Sin embargo es la persona, es su cercanía lo único que da paz, alegría, y ánimo para levantarse y seguir caminando. Y esto cuesta renuncias, sacrificios, desvelos; pues la vida del que sufre será nuestra propia vida y su cruz nuestra propia cruz. Entonces el Sacrificio de Cristo, cuyo memorial estamos celebrando, se prolongará en y desde nosotros en la vida ordinaria para recibir con el corazón misericordioso de Cristo en nosotros a los niños y a los que son como ellos por lo frágil de su vida.
Qué alegría encontrar a muchos que viven preocupados por los pobres, por los necesitados, por los que sufren una serie de enfermedades o carencias en muchos niveles de su vida. Llevar a Cristo en nuestra vida no es sólo motivo de santidad interna, ni de luz encendida y puesta bajo una olla. Hay que dejar que la luz del Señor ilumine, alegre y dé firmeza al caminar de toda la humanidad. Y esto se logrará sólo cuando en verdad en nombre de Cristo, y con Él en nosotros, nos convirtamos en el lenguaje de amor y de misericordia de Dios para todos.
Procuremos ser los primeros en identificarnos con el Señor. Seamos los primeros en ir tras sus huellas. Seamos los primeros testigos del Evangelio que se nos ha confiado, y que hemos de anunciar no sólo con nuestras palabras, sino con nuestras obras y con nuestra vida misma.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Sierva del Señor, la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de convertirnos en auténticas personas de fe que estén al servicio del Evangelio en favor de los demás, de tal forma que, a pesar de las persecuciones, de las renuncias, de los sufrimientos que sean consecuencia de anunciar a Cristo, sepamos que los caminos de Dios no son nada sencillos. Sin embargo en todo saldremos más que victoriosos, y nada podrá separarnos del amor de Dios, manifestado a nosotros en Cristo Jesús, Señor nuestro. Amén.

Homilia catolica

Liturgia de las horas: 17 DE MAYO MARTES VII DEL T. ORDINARIO

Liturgia de las horas: 17 DE MAYO MARTES VII DEL T. ORDINARIO: De la Feria. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Señor ...

lunes, 16 de mayo de 2016

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL LUNES VII DEL T. ORDINARIO 16 DE MAYO...

Palabra de Dios diaria.: LECTURAS DEL LUNES VII DEL T. ORDINARIO 16 DE MAYO...: "Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". RESPUESTAS DE FE S.D.A. SAN SIMÓN STOCK PRESBÍTERO ANTÍFONA...



REFLEXION

Sant. 3, 13-18. El sabio demuestra que tiene la Sabiduría que viene de Dios con su buena conducta y con su amabilidad para con todos. Finalmente es una persona que ha llegado a la madurez, o por lo menos se encamina presurosa hacia ella. La Sabiduría de Dios nos hace trabajar por la paz y vivir amando, comprendiendo y preocupándonos del bien de los demás con la misma premura con que Dios lo ha hecho por nosotros. Quien se considera sabio conforme a los criterios de este mundo y se ha dejado envolver por ellos vivirá de un modo altivo, esperando que los demás se inclinen hacia él casi dándole culto como si fuera un dios. Esto, en lugar de dar paz al corazón lo llenará de amarguras, de envidias y rivalidades, y hará que la persona se convierta en presuntuosa y que trate de engañar a los demás a costa de la verdad. Si somos de Dios vivamos como hijos suyos amándonos los unos a los otros y buscando el bien de todos con sencillez de corazón.
 
Sal. 19 (18). La Ley del Señor es perfecta, pues no ha sido elaborada y promulgada por personas humanas, falibles como nosotros. Dios sabe cuáles son los caminos que nos conducen a un encuentro personal con Él, para recibir su perdón, su amor y su salvación. Por eso en la Ley del Señor encontramos reflejada la Sabiduría de Dios y sus preceptos se convierten para nosotros en luz que ilumina nuestro camino. Cumplir confiada y amorosamente la Ley del Señor nos hace ser un signo de su Amor y de su Sabiduría para todos los pueblos. Sin embargo, llegada la plenitud de los tiempos, Aquel que es la Sabiduría eterna, engendrada por el Padre Dios antes de todos los tiempos, se hizo uno de nosotros y se convirtió en el único Camino, en el único Nombre bajo el cual podemos alcanzar la salvación, la unión plena con Dios, no como siervos sino como hijos suyos. Reavivemos nuestra fe en Cristo para que, a través del tiempo, nosotros seamos un signo de esa Sabiduría de Dios para cuantos nos traten.
 
Mc. 9, 14-29. Conforme al camino de fe que ha seguido el Apóstol Santiago nos invita diciéndonos: Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios ... pero que la pida con fe, sin dudar, pues el que duda se parece a una ola del mar agitada por el viento y zarandeada con fuerza. Un hombre así no recibirá nada del Señor. Hoy el Señor nos recuerda que todo es posible para el que tiene fe. Una afirmación demasiado importante, que jamás hemos de perder de vista. Cristo, bajando del monte en el que se transfiguró a algunos de sus discípulos, se encamina hacia su Gloria, pasando, porque así lo quiso, por la muerte en cruz, para manifestarnos el amor que nos tiene hasta el extremo. Él nos quiere libres de todo aquello que nos ata al autor del pecado y de la muerte. Junto con Cristo hemos de recorrer el camino que nos lleva a la Gloria que Él posee como Hijo unigénito del Padre, sin eludir el paso por la Cruz, no como un momento de dolor buscado de un modo enfermizo, sino como la consecuencia de nuestro amor hacia el Padre y hacia el prójimo. Que Dios nos conceda no ser motivo de dolor, de sufrimiento, de espanto para los demás, sino motivo de gozo, de paz y de amor por la presencia del Señor que nos ha de guiar por el camino del bien.
Nuestro camino de fe culminará en la unión plena con Dios, donde lo contemplaremos cara a cara y disfrutaremos de Él eternamente. Pero mientras llega ese momento, pregustamos los bienes eternos en la celebración del Memorial del Señor. Aquí culmina nuestra fe y de aquí manan, como de una fuente, las acciones con las que continuaremos trabajando a favor del Reino de Dios hasta que éste llegue a su Plenitud en el Reino eterno. Nuestra labor, en este aspecto, no puede realizarse sólo con nuestros medios, por muy importantes que estos parecieran conforme a los criterios de los hombres. Por eso es necesario encontrarnos personalmente con el Señor, orar y no tener miedo incluso a ayunar, no como consecuencia de una actitud enfermiza, masoquista, sino como la mejor disposición que tenemos de encontrarnos amorosamente con el Señor, libres de todo aquello que nos impide tenerlo sólo a Él como centro de nuestra vida. Unidos al Señor, le hemos de pedir que nos conceda su Sabiduría y su fortaleza para poder, así, descubrir sus caminos y seguirlos con gran amor. Sólo a partir de entonces podremos proclamar el Nombre del Señor a los demás, pues nuestra fe será una fe firmemente afianzada en el Señor y no tanto una consecuencia de nuestros esfuerzos dedicados al estudio, pero no a la oración y al ayuno que son medios eficaces para unirnos al Señor y para convertirnos en testigos suyos.
Cuántas veces contemplamos nuestro mundo deteriorado por el pecado; casi al borde de su propia destrucción. No podemos dirigirnos a Dios para que Él vuelva a nosotros y con su poder disipe las tinieblas de nuestros males. Él ha querido permanecer entre nosotros por medio de su Iglesia. A nosotros corresponde continuar la obra del Señor en el mundo y su historia. ¿Somos hombres de fe y trabajamos movidos por el Espíritu de Dios, del que hemos sido hechos partícipes? ¿O, por el contrario, somos generación incrédula e infiel, inmaduros e incapaces de asumir el compromiso que tenemos y que dimana de la Misión que el Señor ha confiado a su Iglesia? No podemos vivir bajo el signo de la cobardía, no podemos quedarnos con las manos cruzadas esperando que el Señor venga a poner orden ahí donde a nosotros corresponde darle cuerpo y voz a Cristo a favor de los demás.
Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de dejarnos impulsar, guiar por el Espíritu Santo, de tal forma que con toda valentía, la que nos viene de Él, continuemos la obra del Señor, hasta que Él vuelva glorioso para encontrarse con su Iglesia, vigilante y resplandeciente, como digna esposa de Él para llevarla a vivir con Él eternamente. Amén

Homilia catolica

Caballeros de la Virgen - COMENTARIO AL EVANGELIO DE LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

Caballeros de la Virgen - COMENTARIO AL EVANGELIO DE LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS: “Formamos un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu” (1 Cor 12, 13). ¿Quién es el Espíritu Santo, cómo fueron las circunstancias y las principales gracias concedidas a María y a los discípulos con motivo de Pentecostés? Esas son las enseñanzas que la Liturgia pone a nuestra disposición en la fiesta de hoy, para que comprendamos dónde se encuentra la verdadera paz.

viernes, 13 de mayo de 2016

Liturgia de las horas: 13 DE MAYO VIERNES VII DE PASCUA

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miércoles, 11 de mayo de 2016

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Liturgia de las horas: 11 DE MAYO MIÉRCOLES VII DE PASCUA: Propio del Tiempo. Salterio III OFICIO DE LECTURA INVITATORIO  Si ésta es la primera oración del día: V. Se...

sábado, 7 de mayo de 2016

Liturgia de las horas: 7 DE MAYO SÁBADO VI DE PASCUA

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Caballeros de la Virgen - San Pedro Nolasco

Caballeros de la Virgen - San Pedro Nolasco: La compasión cristiana llevada al auge -
Elegido por la Virgen de las Mercedes para adornar a la Iglesia con un carisma providencial, Pedro Nolasco suscitó en el pueblo actos de heroísmo que merecen ser contados entre los más bellos que el hombre puede practicar.

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viernes, 6 de mayo de 2016

Liturgia de las horas: 6 DE MAYO VIERNES VI DE PASCUA

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