lunes, 28 de febrero de 2011

Tus pensamientos


Tus pensamientos son las causas
primarias de las condiciones de tu vida.
Todo lo que forma parte de tu experiencia
ha comenzado con alguna forma
de pensamiento, ya sea tuyo o de alguien más.

Todo lo que eres o llegues a ser,
será el resultado de tu modo de pensar.
Si cambias la calidad de tu pensamiento,
cambiarás la calidad de tu vida.
El cambio de tu experiencia exterior
traerá consigo el cambio
de tu experiencia interior.
Recogerás lo que has sembrado.
Ahora mismo lo estás haciendo.

Lo hermoso de esta ley inmutable
es que incorporándola a tus esquemas
mentales podrás tener un control
completo de tu pensamiento,
de tus sentimientos y de tus resultados.
Mediante la aplicación de la ley de causa
y efecto, te pondrás tú mismo en armonía
con la ley de control.
Inmediatamente te sentirás mejor
y más satisfecho contigo mismo.

Cualquier aspecto relativo al éxito o fracaso
en tu vida puede ser interpretado con arreglo
a esta ley básica. Si siembras las causas adecuadas,
cosecharás los efectos deseados.
Si tratas bien a los demás, ellos te tratarán bien a ti.
Siempre sacarás de la vida lo que inviertas en ella y,
da la casualidad, que eres precisamente tú
     quien lleva el control de las inversión.


     Fuente: celebrandola vida . com

LECTURAS Y REFLEXION DE LA MISA DEL MARTES 1 DE MARZO DE 2011


MARZO MES DE SAN JOSE



Ser fiel a los mandamientos
es ofrecer un sacrificio de comunión


Lectura del libro del Eclesiástico 35, 1-12

Observar la Leyes como presentar muchas ofrendas,
      y ser fiel a los mandamientos
      es ofrecer un sacrificio de comunión;
devolver un favor es hacer una oblación de harina,
      y hacer limosna es ofrecer un sacrificio de alabanza.
La manera de agradar al Señor es apartarse del mal,
      y apartarse de la injusticia es un sacrificio de expiación.
No te presentes ante el Señor con las manos vacías,
      porque todo esto lo prescriben los mandamientos.
Cuando la ofrenda del justo engrasa el altar,
      su fragancia llega a la presencia del Altísimo.
El sacrificio del justo es aceptado
      y su memorial no caerá en el olvido.
Glorifica al Señor con generosidad
      y no mezquines las primicias de tus manos.
Da siempre con el rostro radiante
      y consagra el diezmo con alegría.
Da al Altísimo según lo que Él te dio,
      y con generosidad, conforme a tus recursos,
porque el Señor sabe retribuir
      y te dará siete veces más.
No pretendas sobornarlo con un don, porque no lo aceptaría,
      y no te apoyes en un sacrificio injusto.
Porque el Señor es juez
      y no hace distinción de personas.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL    49, 5-8. 14. 23

R.    ¡El Señor es el único Juez!

Al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios.
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
      desde la salida del sol hasta el ocaso.  R.

«Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio».
¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez!  R.

«Escucha, pueblo mío, Yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti: Yo soy el Señor, tu Dios.
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!».  R.

«Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo.
El que ofrece sacrificios de alabanza me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
      le haré gustar la salvación de Dios».  R.



EVANGELIO

Ustedes recibirán en este mundo el ciento por uno,
en medio de las persecuciones;
y en el mundo futuro, la Vida eterna



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 28-31

Pedro le dijo a Jesús: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros».

Palabra del Señor.











 Reflexión

Eclo. 35, 1-15. No basta con arrodillarse ante Dios y llamarlo Señor, Señor, para poder decir que uno ya es grato a Él. Mientras su Palabra no vaya dándole un nuevo rumbo a nuestra vida; mientras no permitamos al Señor transformarnos conforme a sus enseñanzas; mientras hagamos nuestros caminos y practiquemos una religión a la medida de nuestros gustos, nos estamos autoengañando en el verdadero camino de la fe.
¿De qué nos serviría buscar al Señor para escuchar su Palabra, si una vez que Él se nos manifiesta y se dirige a nosotros lo dejamos con la palabra en la boca y nos hacemos los desentendidos?
El Señor nos indica que la mejor forma de darle culto a Él es la fidelidad a sus enseñanzas. En ellas nos pide tenerlo sólo a Él como centro de nuestro amor; amarlo no sólo como a nuestro Dios, sino como a nuestro Padre; su vida en nosotros ha de dar frutos de santidad y de justicia.
Por eso, el amor al prójimo, visto como hermano nuestro, equivale a devolverle a Dios lo que Él nos ha dado a nosotros.
Esto no ha de llevarnos a pensar que con el amor al prójimo basta para decir que hemos dado culto al Señor. Hemos de reunirnos en comunidad de alabanza al Padre Dios celebrando, de un modo especial, el Memorial del Señor.
Sin embargo nuestras celebraciones Eucarísticas carecerían de significado si llegáramos con las manos vacías de amor y llenas de maldades y de crímenes. Una ofrenda así ofrecida no sería grata a Dios.

Sal. 50 (49). El Señor se presenta como acusador y juez ante su Pueblo porque éste último no ha sido fiel a la Alianza.
Israel, Pueblo mío/Yo tu Dios, declaro. (Alianza: Yo soy tu Dios/Tú eres mi Pueblo)
El Señor no juzga a su pueblo por falta de sacrificios, que finalmente no sirven de alimento a Dios. Juzga a su pueblo porque se ha maltratado al hermano y se han cometido contra él infinidad de injusticias.
¿Quieres sentir mi amor y protección? cumple con mis mandatos cuando no sólo te pido santificar mi nombre (3 primeros mandamientos), sino también cuando te pido honrar a tu prójimo y velar por él (7 últimos mandamientos). Así el Señor nos recuerda que quien dice amar a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso.
Ante ese juicio divino quienes realmente reconocen su miseria sabrán pedir perdón y se acogerán a la misericordia divina; y pedirán al Señor que les muestre sus caminos para poder seguirlos.
Ese es el sentido del salmo 51 (50) que viene muy unido al salmo meditado en esta Celebración.

Mc. 10, 28-31. Dejarlo todo por Cristo y por el Evangelio tendrá como recompensa el que Dios nos dé a manos llenas y, finalmente, nos conceda la vida eterna.
Lástima que muchos podrían ser demasiado desprendidos con la intención del ciento por uno en esta vida y olvidarse de la consecución de la vida eterna.
Recordemos que sólo somos administradores de los bienes de Dios. No podemos dejar que las cosas se nos peguen.
No buscamos poseer bienes pasajeros. No buscamos las cosas de Dios. Buscamos a Dios; amarlo, servirlo; sentirnos amados por Él es lo único que nos interesa. ¿Será cierto?
¿Nuestra Eucaristía será grata a Dios? Ojalá vengamos a ella desprendidos de todo aquello que, atándonos a lo pasajero, se ha convertido en dios para nosotros.
Ojalá y seamos fieles a la Alianza de amor que el Señor ha sellado con nosotros.
Ojalá y nuestra Eucaristía se prolongue en una diversidad de formas de hacer el bien, de ayudar, de preocuparnos por el bien de nuestro prójimo.
Dios nos quiere a nosotros como ofrenda de suave aroma; y esto sólo se logrará cuando seamos capaces de amar.
Sólo el amor al Señor sobre todas las cosas, amor que nos asemeja a Él y nos hace mirar el sufrimiento de nuestro prójimo para aliviarlo, el pecado de quienes nos rodean para ayudarles a levantarse, las ofensas incluso de quienes nos rechazan para perdonarlos, harán que Dios vuelva su mirada hacia nosotros y nos llame sus hijos amados, en quienes Él se complace.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que en verdad el Espíritu de su Hijo esté con nosotros y nos ayude a asemejarnos a Él para que, amando como Él nos amó, lleguemos a gozar, junto con Él, de la Gloria del Padre eternamente. Amén.

Reflexión de Homiliacatolica . com
Fuente: celebrando la vida . com



* * * * * * * * * * * * * *

Santoral:
Santa Eudoxia, San David y San Albino
 * * * * * * * * * * * * * *

ORACION




Ayúdame, Señor

A ocuparme, razonablemente
en aquello que sea para tu gloria,
para el beneficio de los míos y de mí mismo.
A disfrutar el presente, sin estar tan pendiente
de lo que pueda ocurrir mañana.
A, mirar hacia el futuro,
aportando las semillas
que siembro hoy en el camino.

Ayúdame, Señor.
A sentir tú mirada en aquello que veo.
A palpar tus manos en mis pequeñas
obras de cada día.
A escuchar tu Palabra en las mías,
pobres, torpes y atropelladas.

Ayúdame, Señor.
A vivir comprometido pero sin ansiedad.
A caminar ligero, pero sin prisas.
A trabajar con empeño, pero sin nervios.
A soñar con un futuro mejor,
sin olvidar que puedo superar el presente.

Ayúdame, Señor.
A confiar en tu mano providente.
A no tener miedo al mañana que me aguarda.
Contigo, Señor, me basta.
Amén.



P. Javier Leoz

LECTURAS Y REFLEXION DE LA MISA DEL LUNES 28 DE FEBRERO DE 2011




Vuelve al Señor y deja de pecar


Lectura del libro del Eclesiástico 17, 24-26. 29

A los que se arrepienten, el Señor les permite volver
      y reconforta a los que perdieron la constancia.
Vuelve al Señor y deja de pecar,
      suplica ante su rostro y deja de ofenderlo.
Vuelve al Altísimo, apártate de la injusticia
      y odia profundamente toda abominación.
¡Qué grande es la generosidad del Señor
      y su perdón para los que vuelven a Él!

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL  31, 1-2. 5-7

R.    ¡Que los justos se alegren en el Señor!

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
      y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez! R.

Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: «Confesaré mis faltas al Señor».
¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.

Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos. R.

Tú eres mi refugio,
Tú me libras de los peligros
y me colmas
con la alegría de la salvación. R.



EVANGELIO

Vende lo que tienes y sígueme





Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-27

Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia Él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre».
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo, Después, ven y sígueme».
Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!»
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: «Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios».
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Él todo es posible».

Palabra del Señor.

Reflexión

Eclo. 17, 20-28:
Dios es rico en misericordia. Él no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Si en verdad nos sentimos amados por Dios, hemos de volver a Él desde el abismo de nuestros pecados. Él siempre está dispuesto a perdonarnos; más aún, nos ayuda a volver a Él; cuando nos encuentra nos carga sobre sus hombros y se alegra porque finalmente estamos nuevamente con Él.  

Ciertamente hay muchas cosas que pudieron incluso hacernos perder la esperanza de una vuelta al camino del bien. La esperanza no sólo pudo haberse perdido porque el sufrimiento continuo generado por la enfermedad, por la soledad, por la falta de oportunidades en la vida que hunde a muchos en la pobreza y que piensan que Dios dejó de amarlos; también se pierde la esperanza por el escándalo de quienes, estando al frente de la Iglesia, llevan comportamientos contrarios al Evangelio, o les han maltratado, y por eso prefirieron alejarse de una Iglesia que no los ama; también pudieron perder la esperanza porque sus líderes políticos no pudieron cumplir sus promesas o dañaron a la sociedad y la precipitaron en luchas o guerras donde tuvieron que defender causas no del todo claras.

El Señor quiere reanimar nuestra esperanza para que nos decidamos a volver a caminar, a volver a luchar por conquistar nuevos ideales.

En esta lectura nos repite varias veces: vuelve al Señor. Retorna a Él para alabarlo; alabanza que se da no sólo con los labios sino con una vida donde desaparecen los signos de maldad y de muerte; por eso, al volver al Altísimo te has de alejar de la injusticia y de todo aquello que el Señor aborrece; de lo contrario no sería nada serio tu retorno para encontrarte con Dios, que es amor, santidad, justicia, y que es misericordia.

Sal. 32 (31):
Se nos señala el camino de la verdadera conversión: antes que nada hay que reconocer el propio pecado. No basta llegar y decir nuestras faltas; antes que nada hay que reconocer que fallamos al amor a Dios y al amor al prójimo; que destruimos nuestra propia vida o que destruimos o dañamos a nuestro prójimo o, incluso, destruimos, sin aprovechar, los recursos naturales.

Saber, tomar conciencia de que hemos fallado; ese es el primer paso de la conversión.

En segundo lugar: confesar nuestros pecados; no querer ocultarlos ante Dios. El Señor, creador de todo, podrá, cuando manifestamos ante Él nuestras miserias, restaurar nuestra vida, sanar nuestras heridas, curar nuestras enfermedades, darnos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Entonces seremos criaturas nuevas en Cristo.
Por eso, cuando tomemos conciencia de que nos fuimos por caminos equivocados, no tardemos en pedir perdón para que se rectifiquen nuestros caminos y nos encaminemos hacia la vida que nos haga alabar eternamente a Dios, haciéndolo ya desde ahora con los labios y con las obras; no sea que permaneciendo tercamente en el camino equivocado al final caigamos en la región de los muertos, donde ya no será posible alabar al Señor, como lo hacen los que permanecen vivos.

Mc. 10, 17-27:
En una cultura en la que se pensaba que Dios premia a los buenos cargándolos de riqueza, de poder y de salud; y que castiga a los malos dejándolos en la pobreza, marginados de todos y cargados de enfermedades; ahí donde admiraban a los santos y veían sus casas llenas de comida y de bienes, y a ellos vestidos con amplios ropajes; ellos, que recibían los puestos de honor en los banquetes y todo mundo les hacía reverencia por las calles; ellos, los santos, los puros, los únicos salvados porque Dios, a causa de su fidelidad a la ley, los trataba como a sus amigos muy queridos llenándolos de todo lo bello que hay sobre la tierra; ellos, ahora recibían una diatriba de parte de Jesús: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!
¡Qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Los discípulos se quedan boquiabiertos. ¿Cómo? ¿Qué no son ellos los que ya desde ahora ocupan los primeros lugares en el Reino de Dios? ¿No son los amigos de Dios, los puros, los ya salvados? o ¿Acaso están más condenados que salvados?
La esclavitud al dinero, convertido en dios, en el centro de la vida, en aquello por lo que uno se desvela y angustia; aquello sin lo que la persona se siente menos, se siente insegura, se siente infeliz; esa esclavitud es lo que le impide a la persona abrir los ojos hacia Dios y hacia el amor al prójimo.
El dinero buscado con avidez causa muchas injusticias, y el egoísmo nacido de él provoca muchos desprecios y arrogancias. Se pierde la capacidad de amar al estilo de Cristo; su Reino, su doctrina, sus exigencias mejor ignorarlas para evitar un compromiso que nos haga venderlo todo, distribuir el dinero entre los pobres y seguir al Pobre de Nazareth haciendo el bien a los desarrapados, a los andrajosos, a los hambrientos y a los que se mueren de frío.
No podemos venir solo a la Eucaristía para encomendarnos a Dios y pedirle que cuide de nosotros y de lo nuestro.
Hemos de venir a pedirle que nos ayude a cuidar de nuestro prójimo, con el mismo amor que nos ha manifestado dando su vida por nosotros. Ese es el compromiso que hoy adquirimos en su presencia.
Pareciera imposible despegarnos de nuestras esclavitudes sobre todo a lo pasajero. Dios puede hacerlo si es que en verdad venimos a encontrarnos con Él y nos dejamos amar por Él, y queremos sentir su amor de Padre providente que velará siempre por nosotros.
Entonces nada ocupará el lugar que sólo a Él le corresponde; entonces sabremos que sólo somos administradores de los bienes de Dios en favor de los demás, y seremos fieles en lo poco para que se nos confíe lo mucho y, sin egoísmos, llegaremos incluso a ser portadores de las riquezas del Evangelio, que es Cristo, en favor de los demás.
Así todos podrán disfrutar de una vida digna; así todos podrán sentarse a la misma mesa; así podremos estar todos en la mesa del Banquete Eterno.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia ser buenos administradores de la Gracia de Dios y de los bienes en favor de los demás. Amén.

Reflexión de Homiliacatolica .com
Fuente: celebrando la vida . com

 * * * * * * * * * * *

Santoral:
San Román y san Lupicino,
Santa Antonieta y San Hilario


sábado, 26 de febrero de 2011

SOBRE LA PREPARACION PARA PARTICIPAR EN LA SANTA MISA

 He querido compartir con ustedes el testimonio de Catalina Rivas que me ha hecho reflexionar sobre la preparación que debemos tener para participar en la Santa Eucaristía. Ya está dicho por el Magisterio de la Iglesia, ésta es una forma particular de meditar sobre las faltas que omitimos en el examen de conciencia antes de la Eucaristía.

TESTIMONIO DE CATALINA RIVAS SOBRE LA SANTA MISA.

En la maravillosa catequesis con la que el Señor y la Virgen María nos han ido instruyendo, en primer lugar, enseñándonos la forma de rezar el Santo Rosario, de orar con el corazón, de meditar y disfrutar de los momentos de encuentro con Dios y con nuestra Madre bendita; la manera de confesarse bien… está, la del conocimiento de lo que sucede en la Santa Misa y la forma de vivirla con el corazón.

Este es el testimonio que debo y quiero dar al mundo entero, para mayor Gloria de Dios y para la salvación de todo aquel que quiera abrir su corazón al Señor. Para que muchas almas consagradas a Dios, reaviven el fuego del amor a Cristo, unas que son dueñas de las manos que tienen el poder de traerlo a la tierra para que sea nuestro alimento, las otras, para que pierdan la “costumbre rutinaria” de recibirlo y revivan el asombro del encuentro cotidiano con el amor. Para que mis hermanos y hermanas laicos del mundo entero vivan el mayor de los Milagros con el corazón: la celebración de la Santa Eucaristía.

“Era la vigilia del día de la Anunciación y los componentes del grupo nuestro habíamos ido a confesarnos. Algunas de las señoras del grupo de oración no alcanzaron a hacerlo y dejaron su confesión para el día siguiente antes de la Santa Misa.

Cuando llegué al día siguiente a la Iglesia un poco atrasada, el señor Arzobispo y los sacerdotes ya estaban saliendo al presbiterio. Dijo la Virgen con aquella voz tan suave y femenina que a una le endulza el alma. “Hoy es un día de aprendizaje para ti y quiero que prestes mucha atención, porque de lo que seas testigo hoy, todo lo que vivas en este día, tendrás que participarlo a la humanidad.” Me quedé sobrecogida sin entender pero procurando estar muy atenta.

Lo primero que percibí es que había un coro de voces muy hermosas que cantaban como si estuviesen lejos, a momentos se acercaba y luego se alejaba la música como con el sonido del viento.

El señor Arzobispo empezó la Santa Misa, y al llegar a la Oración Penitencial, dijo la Santísima Virgen:

“Desde el fondo de tu corazón, pide perdón al Señor por todas tus culpas, por haberlo ofendido, así podrás participar dignamente de este privilegio que es asistir a la Santa Misa.”

Seguramente que por una fracción de segundo pensé: “Pero si estoy en Gracia de Dios, me acabo de confesar anoche”.

Ella contestó: “¿Y tú crees que desde anoche no has ofendido al Señor? Déjame que Yo te recuerde algunas cosas. Cuando salías para venir aquí, la muchacha que te ayuda se acercó para pedirte algo y como estabas con retraso, a la apurada, le contestaste no de muy buena forma. Eso ha sido una falta de caridad de tu parte y dices no haber ofendido a Dios…?”

“De camino hacia acá un autobús se atravesó en tu camino, casi te choca y te expresaste en forma poco conveniente contra ese pobre hombre, en lugar de venir haciendo tus oraciones, preparándote para la Santa Misa. Has faltado a la caridad y has perdido la paz, la paciencia. ¿Y dices no haber lastimado al Señor…?”

“En el último momento llegas, cuando ya la procesión de los celebrantes está saliendo para celebrar la Misa… y vas a participar de ella sin una previa preparación…”

- “Ya, Madre Mía, ya no me digas más, no me recuerdes más cosas porque me voy a morir de pesar y vergüenza”, contesté.

“¿Por qué tienen que llegar en el último momento? Ustedes deberían estar antes para poder hacer una oración y pedir al Señor que envíe Su Santo Espíritu, que les otorgue un espíritu de paz que eche fuera el espíritu del mundo, las preocupaciones, los problemas y las distracciones para ser capaces de vivir este momento tan sagrado. Pero llegan casi al comenzar la celebración, y participan como si participaran de un evento cualquiera, sin ninguna preparación espiritual. ¿Por qué? Es el Milagro más grande, van a vivir el momento de regalo más grande de parte del Altísimo y no lo saben apreciar.”

Era bastante. Me sentía tan mal que tuve más que suficiente para pedir perdón a Dios, no solamente por las faltas de ese día, sino por todas las veces que, como muchísimas otras personas, esperé a que termine la homilía del sacerdote para entrar en la Iglesia. Por las veces que no supe o me negué a comprender lo que significaba estar allí, por las veces que tal vez habiendo estado mi alma llena de pecados más graves, me había atrevido a participar de la Santa Misa.

Era día de Fiesta y debía recitarse el Gloria. Dijo nuestra Señora: “Glorifica y bendice con todo tu amor a la Santísima Trinidad en tu reconocimiento como criatura Suya”.

  




Bibliografía: Catalina Rivas. La Santa Misa.Apostolado de la Nueva Evangelización. México 2003.

IMPRIMATUR
He leído atentamente el folleto “La Santa Misa”, Testimonio de Catalina, Misionera laica del Corazón Eucarístico de Jesús, y no encuentro en él nada contrario a la Sagrada Escritura ni a la doctrina de la Iglesia; por el contrario, creo sinceramente que es un testimonio de sublime enseñanza sobre el misterio de la Santa Misa. Recomiendo vivamente su lectura y meditación a sacerdotes y laicos para una mejor comprensión y vivencia del santo Sacrificio del Altar.
San Vicente, 2 de marzo de 2004.
Mons. José Barahona C.
Obispo de San Vicente
El Salvador, C.A.

Tienes derecho, pero no debes...


 


Tienes derecho, a enfadarte,
pero no debes pisotear la dignidad
de ninguna persona.

Tienes derecho a sentir celos del triunfo de los demás,
pero no debes desearle mal, a las demás personas.

Tienes, derecho a caer,
pero no debes quedarte tirado en el piso.

Tienes derecho a fracasar,
pero no debes sentirte derrotado.

Tienes derecho a equivocarte,
pero no debes sentir lástima de tí mismo.

Tienes derecho a regañar a tus hijos,
pero no debes romper sus ilusiones
de jóvenes emprendedores.

Tienes derecho a tener un mal día,
pero no debes permitir jamás
que se convierta en costumbre.

Tienes derecho a tomar una mala decisión,
pero no debes quedarte estacionado
en ese momento pasado.

Tienes derecho a ser feliz,
pero no debes olvidar ser agradecido.

Tienes derecho a pensar en el futuro,
pero no debes olvidar jamás el presente.

Tienes derecho a buscar tu superación personal,
pero no debes olvidar tus valores morales.

Tienes derecho a triunfar,
pero no debe ser a costa de otros.

Tienes derecho a inventar,
pero no debes olvidar nunca a Dios.

Tienes derecho a vivir en paz,
pero no debes confundir ese derecho inalienable
con ser mediocre ó conformista en la vida.

Tienes derecho a vivir en la opulencia,
pero no debes olvidar nunca compartir
con los menos afortunados en la vida.

Tienes derecho a desanimarte,
pero no debes perder la esperanza.

Tienes derecho a la justicia,
pero no debes confundirla con la venganza.

Tienes derecho a violentarte,
pero no debes dejar de ser cortés.

Tienes derecho a un mañana mejor,
pero no debes nunca cimentarlo
en un hoy fraudulento.

Tienes derecho a ser positivo,
pero no debes ser arrogante con ninguna persona.

Tienes derecho a soñar,
y enseñar a otros a soñar con un mundo mejor
y solidario, con los menesterosos.
¡De ahí en adelante has comenzado a forjar tu futuro!


 Fuente: Celebrando la vida . com