domingo, 31 de agosto de 2014

DOMINGO 31 DE AGOSTO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTÍA.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 31 DE AGOSTO DE 2014
XXII DOMINGO ORDINARIO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 85, 3. 5)
Dios mío, ten piedad de mí, pues sin cesar te invoco: Tú eres bueno y clemente, y rico en misericordia con quien te invoca.

ORACIÓN COLECTA
Dios de toda virtud, de quien procede todo lo que es bueno, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, y concede que, haciendo más religiosa nuestra vida, hagas crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves con solicitud amorosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Soy objeto de burla por anunciar la palabra del Señor.

DEL LIBRO DEL PROFETA JEREMÍAS: 20, 7-9

Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; fuiste más fuerte que yo y me venciste. He sido el hazmerreír de todos; día tras día se burlan de mí. Desde que comencé a hablar, he tenido que anunciar a gritos violencia y destrucción. Por anunciar la palabra del Señor, me he convertido en objeto de oprobio y de burla todo el día. He llegado a decirme: "Ya no me acordaré del Señor ni hablaré más en su nombre". Pero había en mí como un fuego ardiente, encerrado en mis huesos; yo me esforzaba por contenerlo y no podía.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 62
R/. Señor, mi alma tiene sed de ti.

Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora, como el suelo reseco añora el agua. R/.

Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. R/.

Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios. R/.

Porque fuiste mi auxilio y a tu sombra, Señor, canto con gozo. A ti se adhiere mi alma y tu diestra me da seguro apoyo. R/.


Ofrézcanse ustedes mismos como una ofrenda viva.

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS: 12, 1-2

Hermanos: Por la misericordia que Dios les ha manifestado, los exhorto a que se ofrezcan ustedes mismos como una ofrenda viva, santa y agradable a Dios, porque en esto consiste el verdadero culto. No se dejen transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Cfr. Ef 1, 17-18)
R/. Aleluya, aleluya.
Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento. R/.



El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 16, 21-27

En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!".
Luego Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Guiados por el Espíritu de Jesús, presentemos al Padre nuestras peticiones.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por la Iglesia, por todos los que, en el mundo entero, queremos seguir el camino de Jesús con fidelidad. Oremos.
Por los gobernantes y los políticos, por los responsables de la economía, por los trabajadores de la administración pública, especialmente por el Presidente de la República. Oremos.
Por los pobres y los enfermos, por los humillados y los perseguidos, por todos los que comparten más de cerca el dolor de la pasión y la cruz. Oremos.
Por nosotros, por nuestras familias, por nuestros amigos, por nuestros compañeros de trabajo o de estudio. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración, y concédenos seguir a tu Hijo Jesucristo en su pasión, para alcanzar también su resurrección. Él, que vive y reina por los siglos...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que esta ofrenda sagrada, Señor, nos traiga siempre tu bendición salvadora, para que dé fruto en nosotros lo que realiza el misterio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 30, 20)
Qué grande es tu bondad, Señor, que tienes reservada para tus fieles.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados con el pan de esta mesa celestial, te suplicamos, Señor, que este alimento de caridad fortalezca nuestros corazones, para que nos animemos a servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

LA IGLESIA, COMUNIDAD DE FE Y AMOR
SAN JUAN PABLO II.
Audiencia general, 10 de agosto 1983.

“Dios, Padre todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y reaviva nuestra fe”.

El programa para la vida de Fe nos lo traza San Pablo: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rm 12:1-2).

La fe cristiana es ante todo ofrenda de sí mismo como sacrificio viviente: porque Dios, antes que nada pide nuestro corazón. Nos espera a nosotros, nuestro trabajo, nuestros sufrimientos. Así se ejercita el sacerdocio real, a lo que el Concilio Vaticano II ha invitado a todos, incluido los laicos. Y efectivamente, hablando de la función de los laicos en la Iglesia, ha puesto de relieve que “todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas... el trabajo cotidiano, el descanso del cuerpo y del alma, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo” (Lumen Gentium 34).

De este modo, nuestra vida, aunque oculta, monótona, insignificante a los ojos de los hombres, se hace extraordinariamente preciosa ante Dios: se hace adhesión a Él, a su palabra de verdad y a su mensaje evangélico; convencida adhesión a la Santa Iglesia y a su Magisterio; sacrificio continuo en unión con el de Jesús: firme repulsa de errores y concepciones que van contra la Palabra de Dios, oponiéndose con los valores eternos a los pseudo-valores que “la mentalidad de este mundo” quisiera contraponer a la indefectiblemente Revelación, en contra de la santidad de las costumbres, del respeto a la vida humana en todas sus formas, ya desde la concepción, en contra de la indisolubilidad y sacralidad del matrimonio, etc.

“No os ajustéis...sino transformaos”, nos exhorta San Pablo: y así la fe se traduce en práctica afectiva, coherente, decisiva, al “discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”.

De la fe nace el amor: he aquí este segundo polo insustituible de la “comunidad de amor”.

Las lecturas de la Misa de este domingo nos ofrecen una enseñanza fortísima sobre la totalidad del amor que Dios nos pide. El profeta Jeremías, en el pasaje recién leído al que se ha denominado sus “confesiones”, reconoce en términos dramáticos la fuerza del amor de Dios, que lo ha llamado a profetizar para la conversión de su pueblo: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir... Era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos; intentaba contenerlo, y no podía” (Jer 20,7,9). El profeta respondió plenamente a la llamada de Dios, que también lo hacía signo de contradicción, se dejó “aferrar” por Dios, a quien se adhirió con todas sus fuerzas.

---Entrega de uno mismo

Lo mismo nos pide Jesucristo, Hijo del Padre: “El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará...¿Qué podrá dar el hombre para recobrar su vida?” (Mt 16,24 ss.).

Debemos seguir a Cristo con la fuerza del amor. Debemos dar amor por amor. Porque Él nos amó primero: por amor nuestro se encaminó por la senda de la cruz, previendo con anticipación todos los detalles dolorosos, y oponiéndose resueltamente a las interpretaciones seductoras y a los consejos de prudencia humana que incluso Pedro intentaba darle. ¿Quién ha sido más privilegiado por Cristo que Pedro? Y sin embargo, lo llama hasta “satanás”, cuando intenta desviar al Maestro del camino real de la cruz. He aquí cuánto nos ha amado Jesucristo: a precio de su misma sangre, con la obediencia ofrecida al Padre, sin pedir nada para sí.

También a cada uno pide Jesús la totalidad del don de sí mismo: nos pide seguirle por nuestro “Via Crucis” cotidiano, no negarle las conquistas, conseguidas a veces a precios de heroísmos ocultos, que Él exige a quien quiere permanecer fiel siempre y a cualquier costa; nos pide llevar la cruz de nuestra vida cotidiana, sin retroceder, agarrándonos a Él para no caer por desconfianza o cansancio; y, desde luego, sin traicionarle jamás, en la perspectiva del juicio final: “Porque el Hijo del hombre -así termina el Evangelio de hoy- vendrá con la gloria de su Padre... y entonces pagará a cada uno según su conducta” (Mt 16,27). Y como se ha dicho seremos juzgados de amor.

---Adhesión a la Palabra de Dios. De la fe nace el amor

Amor de Dios “con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente” (cfr. Mt 22,37): el amor al hermano como a nosotros mismos (ib., 22,39), “Por lo cual el amor de Dios y del prójimo es el primero y el mayor mandamiento -ha vuelto a afirmar el Vaticano II-... Más aún, el Señor Jesús, cuando ruega al Padre que 'todos sean uno, como nosotros somos uno' (Jn 17,21),sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás” (Gaudium et Spes 24).

“Dios, Padre todopoderoso, infunde en nuestros corazones el amor y reaviva nuestra fe”.

SAN JUAN PABLO II. Audiencia general, 10 de agosto 1983.



Homilía
Fr. Nelson Medina F., O.P

Temas de las lecturas: La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí * Presentad  vuestros cuerpos como hostia viva * El que quiera venirse conmigo, que se niegue  a sí mismo 

1. La Gran Paradoja 
1.1 Las lecturas de hoy están llenas de paradojas. Jeremías dice que ha sido  seducido, como se seduce a fuerza de amor, pero su suerte está marcada no por  las alegrías de ser amado sino por la tribulación de ser rechazado. Jesús en el  evangelio predica: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo." 
1.2 Debajo de esas palabras y realidades enigmáticas se deja ver además una  palabra que es el resumen de todas las paradojas cristianas, la Cruz. Es de tal  naturaleza nuestra fe que no podemos anunciar el triunfo de Cristo sin contar que  fue humillado y en cierto modo derrotado. Es el tema de este domingo. 

2. Cuando Dios no es bienvenido 
2.1 Jeremías tiene fama de quejumbroso. Pero no es manía suya ni puro llamar la  atención. Su drama es que tiene una palabra que decir, y esta palabra viene de  Dios, y sucede que a veces Dios no es bienvenido. 
2.2 Dios sí es bienvenido cuando queremos que nos arregle un problema, nos quite  una enfermedad, nos ahorre una tristeza o nos dé poder para controlar nosotros  nuestra vida. Pero cuando se trata de que él dirija, o cuando su palabra implica que  dejemos ídolos que tenemos bien abrazados, tal vez ya no es tan fácil aceptar a  quien nos habla de parte del Altísimo.  2.3 Jeremías trató de desprenderse de ese Dios que le traía tantos inconvenientes.  Afortunadamente no pudo. Con Dios el profeta puede ser un mártir, y eso duele,  pero sin Dios el profeta será sólo un bufón. En Jeremías pudo más el amor que  dañaba su presente que la comodidad que hubiera arruinado su futuro. 

3. ¿Quién manda en tu vida?
3.1 En la segunda lectura san Pablo nos da una luz muy grande: "No se dejen  transformar por los criterios de este mundo, sino dejen que una nueva manera de  pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad  de Dios."  3.2 Toda la vida de la fe radica en eso: una mente nueva, un corazón nuevo. Hay  muchas propuestas que nos llegan todos los días. Si tenemos una mente renovada  en Cristo sabremos encontrar el paso de Dios en muchas cosas, así como también  entenderemos que hay mucho daño que se esconde bajo apariencia de cosa buena.  3.3 Renunciar a lo que Pablo llama "los criterios de este mundo" puede ser  doloroso. Lo fue para Jeremías, como hemos visto, y lo será para el cristiano, como  lo muestra sin ambages Jesucristo en el evangelio de hoy. Pero evitar ese dolor es  simplemente entregar el control de la propia vida al poder de quienes quieran  comprarla. No faltan lamentablemente quienes siguen ese camino, quizá sin  reflexionar mucho en cuál puede ser su desenlace. 

4. El Rostro del Mesías 
4.1 En el evangelio de la semana pasada escuchamos que Pedro respondió  acertadamente a Cristo: "Tú eres el Mesías." Pero ni él ni sus compañeros sabían  cabalmente qué quería decir eso de ser el Mesías; por ello Jesús se esfuerza en  enseñarles "con toda claridad" de qué se trata su mesianismo. 
4.2 Esa claridad sobre el camino del dolor como vía de redención ofusca los ojos de  Pedro el entusiasta, quien, como si se tratara de hacer un acto de caridad, reprende  a Jesús a solas. Jesús corrige en público a Pedro seguramente porque entendía que,  aunque Pedro hubiera tomado la iniciativa, sus ideas no eran sólo suyas sino que  las compartían un poco todos. 
4.3 Pedro tuvo aquí pensamientos "como los hombres." Es propio del ser humano  huir del dolor y sin embargo buscar la salvación. Por ello necesitábamos un  Redentor que entendiera que necesitamos la salvación aunque somos cobardes  ante el sufrimiento. Y este es Jesucristo, hombre como nosotros, pero con el  pensamiento de Dios. 
4.4 Aunque es posible que lo que más les hubiera fastidiado no hubiera sido lo del  dolor sino lo del rechazo. Es condición del Mesías ser rechazado, y esto implica la  amargura de quedarse sin ese sustento que todos buscamos en la propia familia,  los amigos o los paisanos. Es como si Jesús hubiera enseñado: "el Mesías no tendrá  apoyo de nadie," y esto, si bien lo pensamos, es razonable: el salvador de los  hombres no podía esperar de los mismos hombres su amparo. El Mesías debía  tener como solo apoyo a Dios.



REFLEXIÓN
EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ
Jr 30,7-9; Rm 12,1-2; Mt 16,21-27
La promesa que hace Jeremías no es algo trivial: vivir sin esclavitudes ni yugos interiores o exteriores no es cuestión sencilla. Dios nos está interpelando de diferentes maneras para redescubrir nuestra vocación a la libertad. Los israelitas del tiempo de Jeremías habían endiosado la ayuda militar egipcia, el culto a los dioses de la fertilidad de los cananeos y el culto ritual sin ningún compromiso ético. Todas esas conductas terminaban por esclavizar al hombre. El futuro descrito por el profeta, estaría libre de todas esas esclavitudes. Ese cambio no puede ser impuesto a la fuerza. Cada persona tiene que irlo asumiendo de forma libre, aunque implique renuncias dolorosas. El Evangelio nos dice que el apego más difícil de superar es a la propia vida. Por esa razón Pedro intentó disuadir a Jesús de entregar su vida. El Señor lo reprendió y animó a sus discípulos a desprenderse de la vida para recuperarla plena de manos del Padre. (www misa com mx)


Santos
Ramón Nonato, cardenal;
Mártires de Almería. Beato Pedro Tarrés Claret, presbítero.

(Verde)


sábado, 30 de agosto de 2014

SÁBADO 30 DE AGOSTO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTÍA


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
SÁBADO 30 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO  A. SEMANA 21
Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina


 ANTÍFONA DE ENTRADA
Alegrémonos todos en el Señor, en la festividad de santa Rosa de Lima, nuestra patrona y protectora que, en premio a su fidelidad a Dios, mereció hoy entrar al cielo para reinar con Cristo eternamente.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que concediste a santa Rosa de Lima, encendida en amor por ti, que dejara el mundo y se dedicara únicamente a ti en la austeridad de la penitencia, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la vida verdadera, disfrutemos en el cielo de la plenitud de tu gozo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Los he desposado con un solo marido y los he entregado a Cristo como si fueran ustedes una virgen pura.

DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 10, 17-11, 2

Hermanos: Si alguno quiere enorgullecerse, que se enorgullezca del Señor, porque el hombre digno de aprobación no es aquel que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba. Ojalá soportaran ustedes que les dijera unas cuantas cosas sin sentido. Sopórtenmelas, pues estoy celoso de ustedes con celos de Dios, ya que los he desposado con un solo marido y los he entregado a Cristo como si fueran ustedes una virgen pura.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial: Del salmo 148
R/. Que alaben al Señor todos sus fieles.

Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo; que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos. R/.

Reyes y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jue-ces de este mundo; hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto. R/.

Que alaben al Señor todos sus fieles, los hijos de Israel, el pueblo que ha gozado siempre de familiaridad con él. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 15, 9. 5)
R/. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mi amor. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante. R/.

Va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 13, 44-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, los dones que te presentamos al celebrar hoy la fiesta de santa Rosa, virgen, y haz que este memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo nos ayude a encontrar en nuestros sufrimientos, aceptados por amor a él y al prójimo, el camino del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de santas vírgenes y santos religiosos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Flp 3, 8)
Por amor a Cristo, acepté perderlo todo; y todo lo considero como basura con tal de ganar a Cristo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has hecho partícipes del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, enciéndenos, Señor, en su amor, para que, a ejemplo de santa Rosa, virgen, seamos capaces de renunciar a cuanto pueda apartarnos de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.




BREVE EXPLICACIÓN DEL EVANGELIO
Comentario: Rev. D. Albert SOLS.

Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda

Hoy contemplamos la parábola de los talentos. En Jesús apreciamos como un momento de cambio de estilo en su mensaje: el anuncio del Reino ya no se limita tanto a señalar su proximidad como a describir su contenido mediante narraciones: ¡es la hora de las parábolas!

Un gran hombre decide emprender un largo viaje, y confía todo el patrimonio a sus siervos. Pudo haberlo distribuido por partes iguales, pero no lo hizo así. Dio a cada uno según su capacidad (cinco, dos y un talentos). Con aquel dinero pudo cada criado capitalizar el inicio de un buen negocio. Los dos primeros se lanzaron a la administración de sus depósitos, pero el tercero —por miedo o por pereza— prefirió guardarlo eludiendo toda inversión: se encerró en la comodidad de su propia pobreza.

El señor regresó y... exigió la rendición de cuentas (cf. Mt 25,19). Premió la valentía de los dos primeros, que duplicaron el depósito confiado. El trato con el criado “prudente” fue muy distinto.

El mensaje de la parábola sigue teniendo una gran actualidad. La separación progresiva entre la Iglesia y los Estados no es mala, todo lo contrario. Sin embargo, esta mentalidad global y progresiva esconde un efecto secundario, peligroso para los cristianos: ser la imagen viva de aquel tercer criado a quien el amo (figura bíblica de Dios Padre) reprochó con gran severidad. Sin malicia, por pura comodidad o miedo, corremos el peligro de esconder y reducir nuestra fe cristiana al entorno privado de familia y amigos íntimos. El Evangelio no puede quedar en una lectura y estéril contemplación. Hemos de administrar con valentía y riesgo nuestra vocación cristiana en el propio ambiente social y profesional proclamando la figura de Cristo con las palabras y el testimonio.

Comenta san Agustín: «Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan
alejados de la condición humana y de la reflexión apoyada en la fe que no advirtamos nuestros peligros. Pero nos consuela el que, donde está nuestro peligro por causa del ministerio, allí tenemos la ayuda de vuestras oraciones».



REFLEXIÓN
DE PERLAS Y TESOROS
2 Co 10,17-11,2; Mt 13, 44-46
Las dos pequeñas parábolas del Evangelio de san Mateo describen la experiencia inicial del encuentro con Dios. Quien está acostumbrado a trabajar por sus propios proyectos personales valora unas realidades como si fueran sus tesoros. Vive para sus tesoros, convirtiéndolos de alguna manera en su opción vital. En cierto momento el corazón experimenta un resquebrajamiento, una saludable desilusión, que sirve para colocar cada cosa en su sitio: lo pasajero nunca podrá suplantar a lo esencial. Cuando el hombre descubre que Dios quiere la vida plena, la dicha y la plenitud para cada uno de sus hijos, relativiza muchos de sus tesoros y se dispone a venderlos. No necesitamos de asesores financieros para guiar nuestra vida. Las opciones decisivas de la vida no se toman con criterios de mercaderes, es más sabio tomarlas de acuerdo con la voluntad de Dios. Su voluntad no es una amenaza contra nuestra felicidad. Cuando Dios aprueba nuestro proceder, dialogando íntimamente con nosotros en lo secreto de nuestra conciencia, encontramos la paz. (www misa com mx)



Reflexión

2Cor 10, 17-11, 2. Hemos sido cortados de un olivo silvestre, al que por naturaleza pertenecíamos, y hemos sido injertados contra la naturaleza en el olivo fértil. La alegría que encuentra el esposo con su esposa, es la alegría que el Señor encuentra con su Pueblo. Llenémonos de orgullo en el Señor, que ha querido escoger, para sí, a su Iglesia. No importándole lo que hayamos sido antes, Él nos escogió para que entremos en Alianza nueva y eterna con Él; por eso debemos conservarnos y conducirnos con la debida pureza de espíritu. Somos del Señor; por eso no podemos permanecer en el pecado, lejos de Él; más bien hemos de caminar en una continua conversión hasta lograr la perfección de Aquel que nos ha llamado para que seamos santos, como Él es Santo.

Sal 148. El universo entero estalle en alabanzas al Señor, su Creador y Rey. Él está por encima de todo y se manifiesta como el Dios providente, que con su poder mantiene todo lo que, por amor, llamó a la existencia. Los ángeles y los hombres alaben al Señor y denle culto. Con una continua alabanza a su Nombre permaneceremos constantemente en su presencia; así, en verdad, en Él viviremos, nos moveremos y seremos. Si esta alabanza la eleva la creación entera, cuánto más la hemos de elevar quienes gozamos de familiaridad con Él, porque hemos sido elevados a la dignidad de hijos suyos al haber entrado en comunión de vida con el Señor, por medio de la fe y del bautismo. Si somos uno con Cristo, vivamos alabando y no denigrando el Nombre del Señor entre los pueblos que nos rodean.

Mt. 13, 44-46. Sólo quien posee la Sabiduría que procede de Dios podrá valorar adecuadamente el Evangelio y la Vida que Dios le ofrece. Nadie vendrá a Cristo si no lo llama el Padre; nadie entenderá a Cristo si no es conducido por el Espíritu Santo. No basta descubrir, comprender a Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida. A aquel Escriba que le dice a Jesús: Muy bien, Maestro. Tienes razón al afirmar que Dios es único y que no hay otro fuera de Él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios, Jesús le indica: No estás lejos del Reino de Dios. Mientras no seamos capaces de renunciar a todo y centrar, realmente, nuestra vida en sólo Dios, estaremos, permaneceremos, cerca del Reino de Dios, pero no entraremos en Él. El Señor nos pide que seamos capaces de dejarlo todo y pertenecerle únicamente a Él; porque, de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su vida. En esta Eucaristía nosotros nos hacemos uno con el Señor en una nueva y definitiva alianza. Por Cristo nosotros somos hechos de la familia divina. Comprender esta verdad y decidirnos a aceptar al Señor en nuestra vida, equivale a tomar la decisión de hacer nuestro el tesoro más grande que Dios pudiera ofrecernos. ¿Seremos capaces de no quedar apegados a lo pasajero, a nuestras propias miserias, con tal de ganar a Cristo para nosotros? Recordemos que el Señor renunció incluso a su propia vida, con tal de ganarnos para Él. Ojalá y no vivamos huyendo de Él, sino centrando sólo en Él nuestra vida y nuestro amor. Esta aceptación de la vida de Dios en nosotros nos compromete a convertirnos en una manifestación, en un signo, en un Sacramento vivo de su amor en medio de todos aquellos con quienes entramos en contacto en nuestra existencia. Quien posee al Señor y su Espíritu debe dejarse guiar por Él. De nada nos serviría entrar en comunión con Cristo por medio de la Eucaristía si después vivimos como si no conociéramos a Dios. Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir, con una verdadera congruencia entre fe y vida, la Alianza que, en amor, hemos pactado para siempre con el Señor de nuestra vida y de nuestra historia. Amén.

(Homilia catolica )



Santos
Rosa de Lima, virgen;
Narcisa de Jesús Martillo, laica.
Beato Alfredo Ildefonso Shuster, cardenal.

Fiesta (Blanco)



viernes, 29 de agosto de 2014

VIERNES 29 DE AGOSTO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTÍA.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 29 DE AGOSTO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO  A. SEMANA 21
El Martirio de San Juan Bautista

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 118, 46-47)
Sin temor alguno he expuesto tu ley ante los reyes y he repetido tus preceptos porque en verdad los amo.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, tú que quisiste que san Juan Bautista fuera el Precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo, concédenos que, así como él dio la vida como testigo de la verdad y la justicia, también nosotros luchemos con valentía en la afirmación de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero sabiduría de Dios para los llamados.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 1, 17-25

Hermanos: No me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio, y eso, no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. En efecto, la predicación de la cruz es una locura para los que van por el camino de la perdición; en cambio, para los que van por el camino de la salvación, para nosotros, es fuerza de Dios. Por eso dice la Escritura: Anularé la sabiduría de los sabios e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes.
¿Acaso hay entre ustedes algún sabio, algún erudito, algún filósofo? ¿Acaso no ha demostrado Dios que tiene por locura la sabiduría de este mundo? En efecto, puesto que mediante su propia sabiduría, el mundo no reconoció a Dios en las obras de su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la predicación de la locura del Evangelio.
Por su parte, los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 32
R/. El amor del Señor llena la tierra.

Que los justos aclamen al Señor; es propio de los justos alabarlo. Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos. R/.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.

Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios. Los proyectos de Dios duran por siempre, los planes de su amor, todos los siglos. R/.

ACLAMACIÓN (Mt 5, 1o) R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor. R/.




Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»
Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?»
La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Por estos dones que te presentamos, concédenos, Señor, seguir rectamente tus caminos, como enseñó san Juan Bautista, la voz que clama en el desierto, y confirmó valerosamente derramando su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque en la persona de su Precursor, Juan el Bautista, alabamos tu magnificencia, ya que lo consagraste con el más grande honor entre todos los nacidos de mujer.
Al que fuera, en su nacimiento, ocasión de gran júbilo, y aun antes de nacer saltara de gozo ante la llegada de la salvación humana, le fue dado, sólo a él entre todos los profetas, presentar al Cordero que quita el pecado del mundo.
Y en favor de quienes habrían de ser santificados, lavó en agua viva al mismo autor del bautismo, y mereció ofrecerle el supremo testimonio de su sangre. Por eso, unidos a los ángeles, te alabamos continuamente en la tierra, proclamando tu grandeza sin cesar: Santo, Santo, Santo.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 3, 27. 30)
Refiriéndose a Jesús, Juan Bautista decía a sus discípulos: Es necesario que Él crezca y que yo venga a menos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al celebrar el martirio de san Juan Bautista, concédenos, Señor, venerar el misterio de los sacramentos de salvación que hemos recibido y alegrarnos por sus frutos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


HOMILIA
Fr. Nelson Medina, O.P

1. La palabra mártir

1.1 Precioso este día de nuestra liturgia para reflexionar juntos sobre el sentido y la  grandeza del martirio cristiano. Hemos transcrito aquí breves apartes del comienzo  de la obra "10 lecciones sobre el martirio", de Paul Allard, que se halla disponible en  la página de Catholic.net. Lo que sigue es tomado de ahí. El martirio, entendido  según su estricta significación etimológica [testimonio], no se conoció antes del  cristianismo. No hay mártires en la historia de la filosofía: "Nadie -escribe San  Justino- creyó en Sócrates hasta el extremo de dar la vida por su doctrina" (II  Apología 10). Tampoco el paganismo tuvo mártires. Nunca hubo nadie que, con  sufrimientos y muerte voluntariamente aceptados, diera testimonio de la verdad de  las religiones paganas. Los cultos paganos, a lo más, produjeron fanáticos, como  los galos, que se hacían incisiones en los brazos y hasta se mutilaban  lamentablemente en honor de Cibeles. El entusiasmo religioso pudo llevar en  ocasiones al suicidio, como entre aquellos de la India que, buscando ser aplastados  por su ídolo, se arrojaban bajo las ruedas de su carro. Pero éstos y otros arrebatos  religiosos salvajes nada tienen que ver con la afirmación inquebrantable, reflexiva,  razonada de un hecho o de una doctrina. 

1.2 El martirio, sin duda, quedó ya esbozado en la antigua Alianza, en figuras  admirables, como las de los tres jóvenes castigados en Babilonia a la hoguera,  Daniel en el foso de los leones, los siete hermanos Macabeos, inmolados con su  madre... Pero el judío se dejaba matar antes que romper su fidelidad a la religión  que era privilegio de su raza, mientras que el cristiano acepta morir para probar la  divinidad de una religión que debe llegar a ser la de todos los hombres y todos los  pueblos. 

1.3 Y ése es, precisamente, el significado de la palabra mártir: testigo, que afirma  un testimonio de máxima certeza, dando su propia vida por aquello que afirma. La  palabra misma, con toda la fuerza de su significación, no se halla antes del  cristianismo; tampoco en el Antiguo Testamento. Es preciso llegar a Jesucristo para  encontrar el pensamiento, la voluntad declarada de hacer de los hombres testigos y  como fiadores de una religión. 

1.4 "Vosotros -dijo Jesús- seréis testigos (mártires) de estas cosas" (Lc 24,48). Más  aún: "Vosotros seréis mis testigos en Jerusalén, Judea y Samaría, hasta los últimos  confines de la tierra" (Hch 1,8). Y los Apóstoles aceptan esta misión con todas sus  consecuencias. 

1.5 Así San Pedro, para sustituir a Judas, el traidor, declara: "Es necesario que  entre los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió  con nosotros... haya uno que con nosotros sea testigo de la resurrección" (Hch  1,22). Y en su primer discurso después de Pentecostés: "Dios ha resucitado a  Jesucristo, y de ello somos testigos todos nosotros" (2,32). Y con Juan, ante el  Sanedrín: "Nosotros somos testigos de estas cosas... y con nosotros el Espíritu  Santo que Dios ha dado a todos aquellos que le obedecen" (5,32.41). Otra vez,  después de azotados, salen del Consejo "felices de haber sido hallados dignos de  padecer ultrajes por el nombre de Jesús" (5,41). Y al fin de su vida, escribiendo a  las iglesias de Asia, Pedro persiste en el mismo lenguaje: "Yo exhorto a los  ancianos que hay entre vosotros, yo que también soy anciano y testigo de los  padecimientos de Cristo"... (1Pe 5,1). 

1.6 Así pues, el significado primero de la palabra mártir es el de testigos oculares  de la vida, de la muerte y de la resurrección de Cristo, encargados de afirmar ante  el mundo estos hechos con su palabra. Desde el primer día este testimonio se dio  en el sufrimiento y, como hemos visto, en la alegría de padecer por Cristo.  Enseguida, después de estas primeras pruebas, vino el sacrificio de la misma vida,  como testimonio supremo de la palabra. 

1.7 Ya Jesucristo lo había predicho a los Apóstoles: "Seréis entregados a los  tribunales, y azotados con varas en las sinagogas, y compareceréis ante los  gobernadores y reyes por mi causa, y así seréis mis testigos en medio de ellos" (Mc  13,9; +Mt 10,17-18; Lc 21,12-13). 

1.8 Al mismo tiempo, les asegura su asistencia: "Cuando os hagan comparecer ante  los jueces, no os preocupéis de lo que habréis de decir, sino decid lo que en aquel  momento os será dado, porque no sois vosotros los que tenéis que hablar, sino el  Espíritu Santo... El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre al hijo;  los hijos se levantarán contra sus padres y los harán morir; y vosotros seréis  odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin se  salvará" (Mc 13,11-13; +Mt 10,19-20; Lc 12,11-12; 16-17). 

1.9 Cuando los cristianos pudieron comprender por los acontecimientos la fuerza de  estas palabras de su Maestro, se consideró la muerte gloriosa de sus más antiguos  y fieles discípulos como el coronamiento de su testimonio. Desde entonces, muerte  y testimonio quedaron entre sí definitivamente asociados. 

1.10 Antes, pues, de finalizar la edad apostólica, la palabra mártir adquiere ya su  significado preciso y claro, y se aplicará a aquel que no solo de palabra, sino  también con su sangre, ha confesado a Jesucristo. 

1.11 Pero ya en ese mismo tiempo se extiende también su significado a quienes  podrían decirse testigos de segundo grado, a aquellos "bienaventurados que  creyeron sin haber visto" (Jn 20,29), y que, habiendo creído así, testificaron su fe  con su sangre. 

1.12 San Juan, concretamente, a fines del siglo I, emplea la palabra mártir en dos  ocasiones con este sentido. En el mensaje que dirige a la iglesia de Pérgamo,  hablando en el nombre del Señor, menciona a "Antipas, mi fiel testigo, que ha sido  entregado a la muerte entre vosotros, allí donde Satanás habita" (Ap 2,13). Alude a  un cristiano martirizado por los paganos en tiempos de Nerón. Y en otro pasaje,  cuando se alza ante el apóstol vidente el quinto sello del libro misterioso, alcanza a  ver "debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la  palabra de Dios y del testimonio que habían dado" (6,9). 

1.13 Y no será la primera generación cristiana de creyentes la única en dar este  testimonio. La historia de los mártires no había hecho entonces sino comenzar. 

2. Relación entre predicación del Evangelio y martirio 

2.1 Durante tres siglos esta historia continuará en las regiones sometidas al  Imperio Romano. Más aún, cuando a comienzos del siglo IV un emperador  [Constantino] establezca la paz religiosa, no habrá terminado con eso para el  cristianismo la era sangrienta. Otras regiones, otros pueblos "sentados a la sombra  de la muerte" (Lc 1,79), ofrecerán cada día nuevos campos para el apostolado y el  martirio. Los Anales de la Propagación de la Fe serán continuación natural de las  Actas de los Mártires. 

2.2 Pero cuando éstas se cierran, en tiempos de Constantino, el cristianismo ha  conquistado ya pacíficamente toda la cuenca del Mediterráneo gobernada por el  espíritu de Grecia y por las leyes de Roma. Mientras tanto, la sangre de los mártires  no habrá sido derramada ocasionalmente o gota a gota: habrá corrido en torrentes  durante persecuciones numerosas, metódicas, encarnizadas. El edicto de paz fue,  pues, la confesión solemne de la impotencia de la soberanía pagana contra el  cristianismo. La historia de los mártires, del siglo I al IV, forma, por tanto, un todo  completo y suficiente, fecundo en conclusiones, y que será el objeto de nuestro  estudio. 

2.3 El martirio siguió naturalmente la ruta del cristianismo. Sólo hubo mártires allí  donde habían llegado los misioneros. Por eso, antes de presentar a los cristianos  que murieron por su fe, es preciso conocer cuáles eran las regiones donde había  cristianos. Una rápida mirada a la historia de la Iglesia primitiva nos muestra  mártires en casi todas las regiones. Parece como si el cristianismo se hubiera  extendido por todo el mundo de repente. Y esta impresión es verdadera, al menos  en parte; pero hay que precisarla más. 

2.4 Para conocer bien la historia de los mártires es preciso, pues, señalar primero  las etapas de las misiones. El mismo Señor nos sugiere este método, cuando antes  de anunciar las persecuciones, asegura que "es necesario primero que el Evangelio  sea predicado a todas las naciones" (Mc 13,10). Porque entre predicación y martirio  hay relación de causa y efecto. 

(Homiletica org / Fr. Nelson Medina, O.P)



REFLEXIÓN

Hoy conmemoramos el martirio de San Juan Bautista. El evangelio describe cómo murió el Bautista, sin proceso, durante un banquete, víctima de la prepotencia y de la corrupción de Herodes y de su corte.• Marcos 6,17-20. La causa de la prisión y del asesinato de Juan. Herodes era un empleado del imperio romano. Quien mandaba en Palestina, desde el año 63 antes de Cristo, era César, el imperador de Roma. Herodes, para no ser depuesto, trataba de agradar a Roma en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio y a él
mismo. La preocupación de Herodes era su propia promoción y seguridad. Por esto, reprimía cualquier tipo de subversión. A él le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad
era un tirano (cf. Lc 22,25). Flavio José, un escritor de aquel época, informa que el motivo de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. La denuncia de Juan Bautista contra la moral depravada de Herodes (Mc 6,18), fue la gota que hizo desbordar el vaso, y Juan fue llevado a la cárcel.

Marcos 6,21-29: La trama del asesinado. Aniversario y  banquete de fiesta, con danzas y orgías. Era un ambiente en que los poderosos del reino se reunían y en el cual se hacían las alianzas. La fiesta contaba con una presencia “de los grandes de la corte y de las personas importantes de Galilea”. En este ambiente se trama el asunto de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de ese sistema corrompido. Por eso fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. T Todo esto revela la debilidad moral de Herodes.
Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí. En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a una joven bailarina. Supersticioso como era, pensaba que tenía que mantener el juramento. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como de la posición de las sillas en su sala. Marcos cuenta el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a nosotros la tarea de sacar conclusiones.

• Pero entre líneas, el evangelio de hoy trae muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y sobre la manera en qué era ejercido el poder por los poderosos de la época. Galilea, tierra de Jesús, era gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo hasta el 39 después de Cristo. En todo ¡43 años! Durante todo el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza en el gobierno en Galilea. Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a nadie, hacía lo que le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte de la gente!

• Herodes construyó una nueva capital, llamada Tiberíades. Sefforis, la antigua capital, había sido destruida por los romanos en represalia por un levantamiento popular. Esto aconteció cuando Jesús tenía quizás siete años. Tiberíades, la nueva capital, fue inaugurada trece años más tarde, cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así para agradar a Tiberio, el emperador de Roma. Tiberíades era un lugar extraño en Galiela. Allí vivían el rey, “los grandes, los generales y los magnates de Galilea” (Mc 6,21). Allá moraban los dueños de las tierras, los soldados, los policías, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Hacia allí se llevaban los impuestos y el producto de la gente. Era allí donde Herodes hacia sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). No consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en la ciudad.
A lo largo de aquellos 43 años de gobierno de Herodes, se crió toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, publicanos y recaudadores de impuestos, promotores, jefes locales. La mayor parte de este personal moraba en la capital, gozando de los privilegios que Herodes ofrecía, por ejemplo, exención de impuestos. La otra parte vivía en las aldeas. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. Varios escribas y fariseos estaban ligados al sistema y a la política del gobierno. En los evangelios, los fariseos aparecen junto con los herodianos (Mc
3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza que existía entre el poder religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas de Galilea era muy controlada, tanto por el gobierno como por la religión. Era necesario tener mucho valor para comenzar algo nuevo, como hicieron Juan y Jesús. Era lo mismo que atraer sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder civil, tanto a nivel local como estatal.

(Homiletica org / Carmelitas)




REFLEXIÓN
Mc. 6, 17-29: Jesús, rechazado por sus paisanos, se va a los pueblos de alrededor para continuar con la proclamación de la Buena Noticia. Entonces envía a sus apóstoles de dos en dos con el mismo poder que Él ha recibido del Padre. El enviado, finalmente se convierte en Aquel que le envía; por eso, quien rechaza al enviado, está rechazando al que lo envió. Si a Jesús lo persiguieron hasta asesinarlo, el enviado ha de aceptar con valentía, firmeza y lealtad también ese riesgo, sin diluir, ni acomodar la misión recibida para eludir las consecuencias que podrían venírsele por cumplir con lo que Dios le ha confiado.
El asesinato de Juan el Bautista, profeta nada endeble aún en el llamado que hace al mismo rey Herodes a reconocer sus errores y a convertirse, preanuncia a los apóstoles y a todos los fieles testigos del Señor lo que puede sucederles a causa de su fidelidad a Él. Jesús nos invita a tomar nuestra cruz de cada día y a seguirlo. Él sabe que la muerte no tiene la última palabra, sino la vida; y que esa vida es vida eterna, glorificados como hijos amados junto a Dios. ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Qué significa en nuestra vida? Ojalá y no lo confundamos con un fantasma, ni con la encarnación de algún antepasado. Jesús, glorificado junto al Padre, continúa entre nosotros con su amor, con su misericordia, con su entrega, por medio de su Iglesia que lo hace presente en la historia. Él nos envía para que, en su Nombre, hagamos cercana su salvación a todas las naciones en todos los tiempos.
Ojalá y no nos acobardemos ante lo que pueda sucedernos si proclamamos su Nombre sin acomodos, sino con fidelidad, porque, finalmente, la gloria que nos espera supera nuestros sufrimientos que hayamos de pasar por anunciar el Evangelio con todas sus consecuencias.. Jesús no se ha quedado en vana palabrería. En esta Eucaristía celebramos el testimonio de su amor por nosotros que ha llegado hasta el extremo. Su muerte, clavado en la cruz, a la par que nos hace comprender la aceptación voluntaria de la entrega de su vida por nosotros, nos recuerda hasta dónde puede llegar la obcecación de aquellos que se cierran a la verdad y al amor, persiguiendo y acabando con la vida de quien sólo pasó haciendo el bien, pero que se convirtió en un firme reproche a las actitudes de quienes no quisieron aceptar sus propios errores para darle un nuevo rumbo a su vida.
El Señor nos invita a hacer nuestra su vida y su misión, sin temores ante lo que podría esperarnos. Él nos dice: En el mundo tendrán tribulaciones; pero, ánimo, no tengan miedo; yo he vencido al mundo Quienes participamos de esta Eucaristía, voluntariamente aceptamos como nuestra la misma Misión del Señor con quien entramos en comunión; y aceptamos, también voluntariamente, todas las consecuencias que nos vengan por vivir y proclamar su Evangelio siendo fieles a Aquel que nos lo ha confiado. Nadie nos quita la vida, nosotros estamos dispuestos a entregarla, si es preciso, como el resultado de nuestra fidelidad a Dios, que nos envía; y de fidelidad a aquellos a quienes hemos enviados para conducirlos a un encuentro personal y comprometido con el Señor.
Tratemos de no ser nosotros mismos los que nos convirtamos en quienes quitan la vida a los demás, por pagarles un salario de hambre, por corromperles la vida, por robarles la paz y la alegría y sumirlos en la incertidumbre y la tristeza. No queramos quedar bien ante los demás; no queramos conservar nuestra vida y nuestro poder a base de hacer caer la cabeza de los demás. Si el Espíritu del Señor está realmente en nosotros, pasemos haciendo el bien y no el mal; trabajemos por la justicia, el amor y la paz; seamos congruentes con aquello que decimos profesar; seamos constructores de un mundo nuevo donde reine el amor fraterno y donde todos vivamos unidos en torno a un sólo Dios y Padre. Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber pronunciar un sí comprometido al amor que Él nos ofrece, y al amor que quiere confiarnos para hacerlo reinar en el mundo, aun cuando en eso se nos vaya la vida, sabiendo que, finalmente, la alegría y la paz junto a Dios serán para nosotros la vida eterna, que ya nadie jamás podrá arrebatarnos. Amén.

(Homilía católica)



Santos
San Zaqueo, laico. Beata Beatriz de Nazaret, religiosa.

Memoria (Rojo)