LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
Martes,
3 de Septiembre de 2013
22ª
semana del tiempo ordinario. C
Murió
por nosotros, a fin de que vivamos unidos a Él
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA
DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CRISTIANOS DE TESALÓNICA 5, 1-6. 9-11
Hermanos:
En
cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben
perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
Cuando
la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos
repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie
podrá escapar.
Pero
ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda
como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no
pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como
hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
Porque
Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro
Señor Jesucristo, que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo,
vivamos unidos a Él. Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo
están haciendo.
Palabra
de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 26, l. 4. 13-14
R. ¡Contemplaré la bondad del Señor!
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién temeré?
El
Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante
quién temblaré? R.
Una
sola cosa he pedido al Señor,
y
esto es lo que quiero:
vivir
en la Casa del Señor todos los días de mi vida,
para
gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.
Yo
creo que contemplaré la bondad del Señor
en
la tierra de los vivientes.
Espera
en el Señor y sé fuerte;
ten
valor y espera en el Señor. R.
EVANGELIO
Sé
quién eres: el Santo de Dios
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGUN SAN LUCAS 4, 31-37
Jesús
bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban
asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En
la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio
impuro; y comenzó a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús
Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de
Dios».
Pero
Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de
él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor
se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda
con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!»
Y
su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Palabra
del Señor.
Reflexión
1Tes. 5, 1-6. 9-11.
Acerca de cuándo será el día del Señor, nadie puede decirnos que será en
determinado momento. Muchos viven espantados, y espantando a los demás con
falsas revelaciones, o con falsas interpretaciones de la Escritura acerca de la
segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
Creámosle
más al Señor que a los falsos profetas; creámosle más a lo que el Señor nos
dejó revelado por Él mismo, que a las falsas revelaciones apocalípticas.
Efectivamente el Señor nos manifiesta: Si alguno les dice entonces: Miren, el
Mesías está aquí o allá, no lo crean. Porque surgirán falsos mesías y falsos
profetas y harán grandes señales y prodigios con el propósito de engañar, si
fuera posible, incluso a los mismos elegidos.
No
vivamos en el temor, sino en el amor fiel, que nos hace caminar en la luz, y
obrar siempre el bien; así, cuando llegue el momento, viviremos unidos
eternamente al Señor, pues ya desde ahora lo habremos estado en la
participación de su Espíritu y por nuestra colaboración en construir la Iglesia
como el Templo en el que el Señor habita.
Sal. 27 (26).
Quien confía en el Señor nada teme, pues el Señor estará siempre de su lado no
sólo para librarlo de sus enemigos, sino también para conducir sus pasos por el
camino del bien. Aun cuando a veces la vida se le complique, mientras no pierda
su confianza en el Señor, debe sentirse seguro en manos del Señor. Por eso
busquemos continuamente al Señor, no sólo para que nos proteja y nos salve,
sino, especialmente, para escuchar su Palabra y ponerla en práctica; para
entrar en comunión de vida con Él, y dejarlo habitar en nosotros, de tal forma
que su Espíritu Santo nos conduzca y haga que toda nuestra vida se convierta en
una continua alabanza de su Santo Nombre. El Señor, a pesar de nuestras
ofensas, nacidas más de nuestra fragilidad que de nuestro rechazo a Él, siempre
se manifestará bondadoso para con nosotros. Por eso, armémonos de valor y
fortaleza y confiemos constantemente en el Señor.
Que
esto no nos haga descuidados en el amor perseverante a Él; sino que, siempre
vigilantes, no dejemos que el mal nos domine. Supliquemos, pues, al Señor que
nos ayude para que nuestros pasos sean siempre rectos en su presencia.
Lc. 4, 31-37.
¿Qué tendrá su Palabra? Él es la Palabra que se hizo hombre y habitó entre
nosotros; y nosotros hemos visto su Gloria, la que le corresponde como a
Unigénito del Padre, lleno de Gracia y de Verdad.
En
Cristo, Dios se ha hecho presente entre nosotros con rostro humano. Él ha
salido al encuentro del hombre para liberarlo de la esclavitud del pecado. Los
exorcismos realizados por Jesús, preanuncian que, cuando Él dé su vida por toda
la humanidad, ésta se verá liberada de aquel que la retenía cautiva, pues la
serpiente antigua o Satanás será vencido y expulsado de este mundo.
Sin
embargo, vencido el enemigo, quien rechazando la victoria de Cristo continúe
aceptando al maligno y continúe siendo esclavo de sus inmundicias, injusticias
y signos de muerte, será responsable de su propia perdición por haber rechazado
la oportunidad que Dios nos da en Jesucristo, como Salvador nuestro, en este
año de Gracia para todos.
Para
alcanzar la salvación no basta confesar a Jesús con los labios como el Santo de
Dios; es necesario hacer nuestra la salvación que nos ofrece; es necesario
entrar en comunión de vida con Él; es necesario dejarse guiar por su Espíritu
en nosotros, de tal forma que seamos y manifestemos que somos criaturas nuevas
en Cristo.
En
esta Eucaristía el Señor pronuncia sobre nosotros su Palabra, con toda su
fuerza salvadora. Él es el Evangelio viviente del Padre.
La
liberación de aquel hombre, que estaba poseído por un espíritu inmundo, debe
ser la constante liberación del mal de quienes hemos de ser, día a día, un
signo más claro del Señor en el mundo.
La
participación en el Memorial de la Pascua de Cristo nos ha de hacer entrar en
una constante conversión que nos lleve a pedirle al Señor, no sólo con los
labios, sino con la sinceridad que brote del corazón lleno de amor: No nos
dejes caer en la tentación, y líbranos del malo.
Entrando
en comunión de vida con el Señor, que nos trae la paz, hemos de convertirnos,
en Él, en portadores de su salvación, de su obra liberadora.
La
presencia del Espíritu Santo en nosotros debe hacernos actuar con Palabras y
Obras poderosas venidas de Él, y realizadas con tal fidelidad al Señor, que
nosotros mismos continuemos en la historia la encarnación del Evangelio que
Dios quiere seguir pronunciando, a favor de todos, para liberarlos de sus
esclavitudes al mal.
En la Exhortación Apostólica
Catechesi tradendae el Papa Juan Pablo II nos recuerda: El
Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, que exige, que
conmueve, que endereza, juzga, perdona, camina diariamente con nosotros en la
historia. Y esto, ciertamente, lo hacemos realidad quienes, siendo conscientes
de que vivimos unidos a Él como lo están los miembros a la Cabeza, y nos
dejamos conducir por el Espíritu Santo, manifestamos esas actitudes del amor
salvador de Cristo en nuestra vida diaria, en nuestro trato con los demás, en
nuestra preocupación por su bien, por su salvación, por su liberación del mal.
Roguémosle
al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de vivir con lealtad la fe que hemos depositado en Él. Que a
partir de esa fe seamos portadores de la salvación para todos aquellos con
quienes entremos en contacto en nuestra vida diaria, de tal forma que, siendo
un signo del amor de Dios para todos, colaboremos para que todos alcancemos la
plenitud del amor de Cristo, libres de todo aquello que pudiera oscurecer en
nosotros su presencia salvadora. Amén.
Santoral:
San
Gregorio Magno,
Beatos
Juan Pak,María Pak, Bárbara Kouen, Bárbara
Ni, María Ni e Inés Kim.
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