miércoles, 4 de septiembre de 2013

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA del Martes, 3 de Septiembre de 2013


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
Martes, 3 de Septiembre de 2013
22ª semana del tiempo ordinario. C

Murió por nosotros, a fin de que vivamos unidos a Él

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CRISTIANOS DE TESALÓNICA 5, 1-6. 9-11

Hermanos:
En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a Él. Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.

Palabra de Dios.


SALMO RESPONSORIAL   26, l. 4. 13-14

R.    ¡Contemplaré la bondad del Señor!

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré? R.

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor. R.



EVANGELIO

Sé quién eres: el Santo de Dios

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGUN SAN LUCAS 4, 31-37

Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!»
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

Palabra del Señor.



Reflexión

1Tes. 5, 1-6. 9-11. Acerca de cuándo será el día del Señor, nadie puede decirnos que será en determinado momento. Muchos viven espantados, y espantando a los demás con falsas revelaciones, o con falsas interpretaciones de la Escritura acerca de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.
Creámosle más al Señor que a los falsos profetas; creámosle más a lo que el Señor nos dejó revelado por Él mismo, que a las falsas revelaciones apocalípticas. Efectivamente el Señor nos manifiesta: Si alguno les dice entonces: Miren, el Mesías está aquí o allá, no lo crean. Porque surgirán falsos mesías y falsos profetas y harán grandes señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, incluso a los mismos elegidos.
No vivamos en el temor, sino en el amor fiel, que nos hace caminar en la luz, y obrar siempre el bien; así, cuando llegue el momento, viviremos unidos eternamente al Señor, pues ya desde ahora lo habremos estado en la participación de su Espíritu y por nuestra colaboración en construir la Iglesia como el Templo en el que el Señor habita.

Sal. 27 (26). Quien confía en el Señor nada teme, pues el Señor estará siempre de su lado no sólo para librarlo de sus enemigos, sino también para conducir sus pasos por el camino del bien. Aun cuando a veces la vida se le complique, mientras no pierda su confianza en el Señor, debe sentirse seguro en manos del Señor. Por eso busquemos continuamente al Señor, no sólo para que nos proteja y nos salve, sino, especialmente, para escuchar su Palabra y ponerla en práctica; para entrar en comunión de vida con Él, y dejarlo habitar en nosotros, de tal forma que su Espíritu Santo nos conduzca y haga que toda nuestra vida se convierta en una continua alabanza de su Santo Nombre. El Señor, a pesar de nuestras ofensas, nacidas más de nuestra fragilidad que de nuestro rechazo a Él, siempre se manifestará bondadoso para con nosotros. Por eso, armémonos de valor y fortaleza y confiemos constantemente en el Señor.
Que esto no nos haga descuidados en el amor perseverante a Él; sino que, siempre vigilantes, no dejemos que el mal nos domine. Supliquemos, pues, al Señor que nos ayude para que nuestros pasos sean siempre rectos en su presencia.

Lc. 4, 31-37. ¿Qué tendrá su Palabra? Él es la Palabra que se hizo hombre y habitó entre nosotros; y nosotros hemos visto su Gloria, la que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de Gracia y de Verdad.
En Cristo, Dios se ha hecho presente entre nosotros con rostro humano. Él ha salido al encuentro del hombre para liberarlo de la esclavitud del pecado. Los exorcismos realizados por Jesús, preanuncian que, cuando Él dé su vida por toda la humanidad, ésta se verá liberada de aquel que la retenía cautiva, pues la serpiente antigua o Satanás será vencido y expulsado de este mundo.
Sin embargo, vencido el enemigo, quien rechazando la victoria de Cristo continúe aceptando al maligno y continúe siendo esclavo de sus inmundicias, injusticias y signos de muerte, será responsable de su propia perdición por haber rechazado la oportunidad que Dios nos da en Jesucristo, como Salvador nuestro, en este año de Gracia para todos.
Para alcanzar la salvación no basta confesar a Jesús con los labios como el Santo de Dios; es necesario hacer nuestra la salvación que nos ofrece; es necesario entrar en comunión de vida con Él; es necesario dejarse guiar por su Espíritu en nosotros, de tal forma que seamos y manifestemos que somos criaturas nuevas en Cristo.

En esta Eucaristía el Señor pronuncia sobre nosotros su Palabra, con toda su fuerza salvadora. Él es el Evangelio viviente del Padre.
La liberación de aquel hombre, que estaba poseído por un espíritu inmundo, debe ser la constante liberación del mal de quienes hemos de ser, día a día, un signo más claro del Señor en el mundo.

La participación en el Memorial de la Pascua de Cristo nos ha de hacer entrar en una constante conversión que nos lleve a pedirle al Señor, no sólo con los labios, sino con la sinceridad que brote del corazón lleno de amor: No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del malo.
Entrando en comunión de vida con el Señor, que nos trae la paz, hemos de convertirnos, en Él, en portadores de su salvación, de su obra liberadora.

La presencia del Espíritu Santo en nosotros debe hacernos actuar con Palabras y Obras poderosas venidas de Él, y realizadas con tal fidelidad al Señor, que nosotros mismos continuemos en la historia la encarnación del Evangelio que Dios quiere seguir pronunciando, a favor de todos, para liberarlos de sus esclavitudes al mal.

En la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae el Papa Juan Pablo II nos recuerda: El Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, que exige, que conmueve, que endereza, juzga, perdona, camina diariamente con nosotros en la historia. Y esto, ciertamente, lo hacemos realidad quienes, siendo conscientes de que vivimos unidos a Él como lo están los miembros a la Cabeza, y nos dejamos conducir por el Espíritu Santo, manifestamos esas actitudes del amor salvador de Cristo en nuestra vida diaria, en nuestro trato con los demás, en nuestra preocupación por su bien, por su salvación, por su liberación del mal.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con lealtad la fe que hemos depositado en Él. Que a partir de esa fe seamos portadores de la salvación para todos aquellos con quienes entremos en contacto en nuestra vida diaria, de tal forma que, siendo un signo del amor de Dios para todos, colaboremos para que todos alcancemos la plenitud del amor de Cristo, libres de todo aquello que pudiera oscurecer en nosotros su presencia salvadora. Amén.



Santoral:
San Gregorio Magno,
Beatos Juan Pak,María Pak, Bárbara Kouen,  Bárbara Ni, María Ni e Inés Kim.


No hay comentarios:

Publicar un comentario