lunes, 14 de julio de 2014

LUNES 14 DE JULIO DE 2014. LECTURAS DE LA EUCARISTIA


LECTURAS DE LA EUCARISTIA
LUNES 14 DE JULIO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO  A.  SEMANA 15

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 89, 17)
Que tu bondad, Señor, se derrame sobre nosotros, y guía las obras de nuestras manos.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio del trabajo humano quisiste someter las fuerzas de la naturaleza, concede benigno que, dedicados con espíritu cristiano a nuestras labores, cultivemos una caridad fraterna eficaz, y merezcamos colaborar al perfeccionamiento de la creación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Purifíquense y aparten de mi vista sus malas acciones.

DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS: 1, 10-17

Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "¿Qué me importan a mí todos sus sacrificios?", dice el Señor. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de becerros; ya no quiero sangre de toros, corderos y cabritos.
¿Quién les ha pedido que me ofrezcan todo eso cuando vienen al templo para visitarme? Dejen ya de pisotear mis atrios y no me traigan dones vacíos ni incienso abominable. Ya no aguanto sus novilunios y sábados ni sus asambleas.
Sus solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga insoportable. Cuando extienden sus manos para orar, cierro los ojos; aunque multipliquen sus plegarias, no los escucharé. Sus manos están llenas de sangre. Lávense y purifíquense; aparten de mí sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, auxilien al oprimido, defiendan los derechos del huérfano y la causa de la viuda".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 49
R/. Dios salva al que cumple su voluntad.

No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa ni cabritos de tus rebaños. R/.

¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú, que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos? R/.

Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad. R/.

ACLAMACIÓN (Mt 5, 10)
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor. R/.


No he venido a traer la paz, sino la guerra

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 10, 34-11, 1

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa".
Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones de tu Iglesia suplicante y concede que, por medio del trabajo humano que ahora te ofrecemos, merezcamos quedar asociados a la obra redentora de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 3, 17)
Todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú que nos has alimentado con el pan eterno, concédenos también, Señor, lo necesario para la vida temporal. Por Jesucristo, nuestro Señor.



REFLEXION

Mt. 10, 34-11,1: No he venido a sembrar paz, sino espadas.    Este evangelio nos presenta tres partes: Jesús señal de contradicción (vv.34-36),  renuncia para seguir a Jesús (vv.37-39), y la conclusión del discurso apostólico (vv.  40-42). Las palabras de Jesús  son como  espadas, que exigen tomar postura,  hacer una elección. Miqueas había anunciado la perdición de su pueblo, la  corrupción invadía a las instituciones, los lazos familiares se había roto hasta  convertirse el prójimo en un enemigo. EL pueblo experimentó la acción del tribunal  de Dios al conocer en su propia vida las consecuencias de su apostasía de Yahvé.   Jesús tiene presentes las palabras del profeta (Miq. 7,1-7). El juicio de Dios,  vislumbrado por el profeta ha llegado a su punto culminante con la venida de Jesús  e inicio del reino de Dios. Viene como separación, como espada. Jesús viene como  espada, que no  sólo separa a los hombres entre los que creen o no, sino que es la  decisión ante la  cual Dios pone al hombre. La paz que menciona Jesús, no es la de  Dios y los  hombres, sino la que existe entre los hombres, una paz corrompida que  deja todo como estaba, como si Jesús no hubiera venido, la de Dios y Satán, la que  no puede  darse. Esta palabra más tajante que espada de doble filo, lo penetra todo  (cfr. Hb.  4, 12), incluso el tejido familiar, para descubrir a los que están a favor o  en contra  de Dios; la opción, conlleva la separación, o enemistad de los seres más  queridos. En un segundo momento se nos habla del amor a Jesús.  El amor a  Jesucristo es exclusivo, por lo que los parientes, incluidos padres y  hermanos,  quedan en segundo plano. Es precisamente en esa libertad, que el  discípulo,  aprende a  amar a Dios y a su prójimo, o lo que es lo mismo, amar al  prójimo en  Dios y por amor a Dios. Los parientes son su primer prójimo. La decisión  por  Cristo, precede a la vivencia de este amor. Quien no hace esta opción, no es  digno  de Cristo, porque significa que no hay entrega de la vida, imitación de Cristo  y es  el fracaso como discípulo. En cambio, quien entrega su vida y corazón, lo  recupera  con la fuerza del divino amor. La Cruz aparece en el horizonte del  discípulo, como  signo de seguimiento, señal de su amor, como el dar la vida, por  quien se ama.  Siendo esta última, la mayor prueba de amor por el prójimo. Al  seguimiento diario,  precede el asimilar su modo de pensar y de vivir. La Cruz nos  acompaña en  nuestra vida sacramental, desde que nacemos hasta que volvemos a  la casa del  Padre. Abrazar la Cruz significa asumir la vida de cada día con sus luces  y  sombras, alegrías y penas, descanso y esfuerzo con Cristo, es decir, no olvidar   nuestro destino, el mismo que el suyo, su misterio pascual de muerte y   resurrección. La cruz, es signo de vida y no de muerte, de victoria y no de derrota.   La mística de la cruz, y la renuncia es actividad fecunda del amor, que destruye los   criterios y modo de pensar del hombre viejo, creando un hombre nuevo, imagen de   Jesucristo, que en el bautismo recibió la fe y por ello creen firmemente en ÉL. “El   que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.” 
 (v. 39). Finalmente, todo lo que hagamos por el Reino de Dios tendrá su  recompensa, así sea  dar un vaso de agua.       Si bien Teresa de Jesús está pensando en sus comunidades religiosas, hoy  pensamos en con ella en la Iglesia, la familia, la sociedad, finalmente en cada uno  en forma personal. Necesitamos de la paz que nace del encuentro frecuente con  Jesucristo, Príncipe de la paz (Is. 9, 5). “Paz, paz, hermanas mías dijo el Señor, y  amonestó a sus Apóstoles tantas veces. Pues creedme, que si no la tenemos y  procuramos en nuestra casa, que no la hallaremos en los extraños” (2 Moradas  1,9).   
(Homiletica org / Padre Julio González Carreti, OCD)


Santos
Camilo de Lelis, fundador; Francisco Solano, presbítero.
Beato Juan de Jesús Vilaregut y compañeros, mártires.

Feria (Verde)


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