LECTURAS
DE LA EUCARISTIA
DOMINGO
20 DE JULIO DE 2014
TIEMPO
ORDINARIO A. SEMANA 16
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 53, 6. 8)
El
Señor es mi auxilio y el único apoyo en mi vida. Te ofreceré de corazón un
sacrificio y daré gracias a tu nombre, Señor, porque eres bueno.
ORACIÓN
COLECTA
Sé
propicio, Señor, con tus siervos y multiplica, bondadoso, sobre ellos los dones
de tu gracia, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y la caridad,
perseveren siempre fieles en el cumplimiento de tus mandatos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Al pecador le das tiempo
para que se arrepienta.
DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA:
12, 13. 16-19
No
hay más Dios que tú, Señor, que cuidas de todas las cosas. No hay nadie a quien
tengas que rendirle cuentas de la justicia de tus sentencias. Tu poder es el
fundamento de tu justicia, y por ser el Señor de todos, eres misericordioso con
todos.
Tú
muestras tu fuerza a los que dudan de tu poder soberano y castigas a quienes,
conociéndolo, te desafían. Siendo tú el dueño de la fuerza, juzgas con
misericordia y nos gobiernas con delicadeza, porque tienes el poder y lo usas
cuando quieres.
Con
todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano, y has llenado
a tus hijos de una dulce esperanza, ya que al pecador le das tiempo para que se
arrepienta.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del
salmo 85
R/.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Puesto
que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca,
escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta. R/.
Señor,
todos los pueblos vendrán para adorarte y darte gloria, pues sólo tú eres Dios,
y tus obras, Señor, son portentosas. R/.
Dios
entrañablemente compasivo, todo amor y lealtad, lento a la cólera, ten
compasión de mí, pues clamo a ti, Señor, a toda hora. R/.
El Espíritu intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN
PABLO A LOS ROMANOS: 8, 26-27
Hermanos:
El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo
que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que
no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los
corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega
conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Mt 11, 25)
R/.
Aleluya, aleluya.
Yo
te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los
misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
Dejen
que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 13, 24-43
En
aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la muchedumbre: "El Reino de
los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero
mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre
el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la
espiga, apareció también la cizaña.
Entonces
los trabajadores fueron a decirle al amo: `Señor, ¿qué no sembraste buena
semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?' El amo les respondió:
`De seguro lo hizo un enemigo mío'. Ellos le dijeron: `¿Quieres que vayamos a
arrancarla?' Pero él les contestó: `No. No sea que al arrancar la cizaña,
arranquen también el trigo.
Dejen
que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha,
diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para
quemarla, y luego almacenen el trigo en mi granero' ".
Luego
les propuso esta otra parábola: "El Reino de los cielos es semejante a la
semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más
pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que
las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y
hacen su nido en las ramas".
Les
dijo también otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a un poco de
levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la
masa acabó por fermentar".
Jesús
decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada
les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les
hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del
mundo.
Luego
despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus
discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en
el campo".
Jesús
les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el
campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son
los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo
de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y
así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del
mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino
a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen
en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los
justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que
oiga".
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
Credo
PLEGARIA
UNIVERSAL
Presentemos
nuestras peticiones a Dios, el Padre de todos.
Después
de cada petición diremos: Te rogamos, óyenos.
Por
todas las Iglesias cristianas: por los católicos, ortodoxos, anglicanos.
Oremos.
Por
los que gobiernan las naciones y tienen en sus manos el poder para construir un
mundo mejor. Oremos.
Por
los países que están en guerra; por los responsables de estos desastres.
Oremos.
Por
los enfermos de nuestra parroquia; por los ancianos que se sienten abandonados.
Oremos.
Por
los que nos hemos reunido en esta Eucaristía para alimentarnos de la Palabra y
del Cuerpo y Sangre del Señor. Oremos.
Escucha,
Padre, nuestras peticiones, y derrama tu amor sobre toda la humanidad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Dios
nuestro, que con la perfección de un único sacrificio pusiste fin a la
diversidad de sacrificios de la antigua ley, recibe las ofrendas de tus fieles,
y santifícalas como bendijiste la ofrenda de Abel, para que aquello que cada
uno te ofrece en honor de tu gloria, sea de provecho para la salvación de
todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
para los domingos del Tiempo Ordinario.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Sal 110, 4-5)
Ha
hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente; Él da alimento a
sus fieles.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los
misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida
nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
FRENTE AL MAL EN EL MUNDO DEBEMOS CONFIAR EN LA VICTORIA
FINAL DE DIOS, ALIENTA EL PAPA
Domingo 20/07/2014
Palabras
del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus:
VATICANO,
20 Jul. 14 / 10:14 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco, en sus palabras
previas al rezo del Ángelus hoy, alentó a los cristianos a hacer frente a la
cizaña en el mundo imitando la paciencia de Dios, alimentando la esperanza y
confiando en que al final triunfará el bien.
El
Santo Padre señaló que “en estos domingos la liturgia propone algunas parábolas
evangélicas, o sea breves narraciones que Jesús usaba para anunciar a la
multitud el Reino de los cielos. Entre aquellas presentes en el Evangelio de
hoy, se encuentra una más bien compleja que al inicio no se entiende, la cual
Jesús explica luego a discípulos: es aquella de la semilla buena y de la
cizaña, que enfrenta el problema del mal en el mundo y pone en relieve la
paciencia de Dios”.
“La
escena se desarrolla en un campo en donde el propietario siembra la semilla;
pero una noche llega el enemigo y siembra la cizaña, término que en hebreo
deriva de la misma raíz del nombre ‘Satanás’ y evoca el concepto de división”.
Francisco
indicó que “todos sabemos que el demonio es un cizañero: trata siempre de
dividir a las personas, a las familias, a las Naciones y a los pueblos”.
“Los
peones quisieran de inmediato arrancar la hierba mala, pero el propietario lo
impide con esta motivación: ‘porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de
arrancar también el trigo’. Porque todos sabemos que, cuando la cizaña crece,
se parece mucho a la semilla buena y existe el peligro de confundir una con
otra”.
Citado
por Radio Vaticano, el Papa destacó que “la enseñanza de la parábola es doble.
Ante todo dice que el mal en el mundo no proviene de Dios, sino de su enemigo,
el Maligno. Es curioso: él va de noche a sembrar la cizaña, en la oscuridad, en
la confusión… Donde no existe la luz, él va y siembra la cizaña”.
“Este
enemigo es astuto: ha sembrado el mal en medio del bien, de manera que es
imposible para nosotros hombres separarlos netamente; pero al final, Dios,
podrá hacerlo. Él se toma el tiempo”.
El
Santo Padre subrayó también el tema de “la contraposición entre la impaciencia
de los peones y la paciente espera del propietario del campo, que representa a
Dios. A veces nosotros tenemos una gran prisa en juzgar, clasificar, poner de
un lado a los buenos, y del otro a los malos”.
“Pero
acuérdense de la oración del hombre soberbio: ‘te agradezco, Dios, porque yo
soy bueno y no soy como ese otro que es malo’. Acuérdense de esto. Dios en
cambio sabe esperar. Él mira en el ‘campo’ de la vida de cada persona con
paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal,
pero también ve los retoños del bien y espera con confianza que maduren”.
Francisco
remarcó que “Dios es paciente, sabe esperar. ¡Que hermoso es esto! Nuestro Dios
es un padre paciente, que nos espera siempre, y nos espera con el corazón en la
mano para acogernos, ¡para perdonarnos! Nos perdona siempre si vamos hacia Él”.
“La
actitud del propietario es aquella de la esperanza fundada sobre la certidumbre
de que el mal no tiene ni la primera ni la última palabra. Y hay más: gracias a
esta paciente espera de Dios la misma cizaña, o sea el corazón malvado con
tantos pecados, al final puede convertirse en semilla buena”.
“Pero
atención –continuó– la paciencia evangélica no es indiferencia al mal; ¡no se
puede hacer confusión entre bien y mal! Frente a la cizaña presente en el mundo
el discípulo del Señor está llamado a imitar la paciencia de Dios, a alimentar
la esperanza con el apoyo de una inquebrantable confianza en la victoria final
del bien, o sea de Dios”.
El
Papa recordó que “al final, de hecho, el mal será arrancado y eliminado: al
tiempo de la cosecha, o sea del juicio, los cosechadores seguirán la orden del
propietario separando la cizaña para quemarla”.
“En
aquel día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquel que ha sembrado la
semilla buena en el mundo y que se ha vuelto Él mismo ‘semilla’, ha muerto y
resucitado”.
Francisco
indicó que “al final todos seremos juzgados con la misma medida ¿Con cuál? ¿Con
cuál medida? con la misma medida con la que hemos juzgado: la misericordia que
habremos tenido para con los demás será usada también con nosotros”.
“Pidamos
a la Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en la paciencia, en la
esperanza y en la misericordia con todos los hermanos”
Fuente:
ACI Prensa.
a.- Sb. 12,13.16-19: En
el pecado, hay lugar al arrepentimiento.
La primera lectura, nos habla de la relación de Yahvé con los pueblos
cananeos, y aquí encontramos los motivos
de tal moderación. Lo severo de su conducta, se
debe a los crímenes que ellos cometían (Sab. 12, 3-7); ahora surgen
sentimientos de misericordia,
manifestación de su poder, como Señor de
todas las cosas (Sab. 3,3-18). Sólo
Yahvé existe como Dios en Israel, sólo a ÉL hay que dar cuenta de sus juicios, cuando aplica la justicia.
Mientras los hombres usan la ley del más
fuerte, no así Yahvé, y son injustos, sólo ÉL es el más fuerte. Su
fuerza y poder son garantía de su
justicia, precisamente porque es poderoso, es también misericordioso (cfr. Os. 11,9; Sant. 2,11).
Es entonces, que el autor presenta dos
actitudes de Yahvé: se muestra fuerte y muy severo, con quienes no creen
en su poder soberano, como los paganos;
pero para los que dicen creer, pero con su vida
desdicen tal afirmación, se asemejan en su conducta a los judíos
apóstatas. Dios castiga la soberbia, la
vida sin fe, la conducta ilógica. Distinto es el destino de quienes reconocen la omnipotencia divina, ya
que Yahvé se muestra afable y bondadoso,
puesto que la conducta del creyente corresponde al querer de Dios. Su gobierno sobre los hombres es moderado e
indulgente, porque es poderoso, pero
también puede recurrir a su severidad. Este obrar de Dios enseña a los
hombres piadosos, que deben ser
generosos con su prójimo, como lo mandaba la Ley de Moisés, pero también con todos los hombres.
Este pasaje es claro preludio del
mandato evangélico del amor universal, que Jesús nos enseñó (cfr. Sab.
1,6; 7, 23; Mt. 5, 43-48). Finalmente,
la conducta de Dios, enseña a los hombres que nunca se debe perder la esperanza, pues en el pecado
hay posibilidad para el
arrepentimiento.
b.- Rm. 8, 26-27: El
Espíritu intercede con gemidos inefables.
San Pablo, expone que a los gemidos de la creación (Rm. 8, 22) y de la
humanidad (Rm. 8, 23), se unen ahora los
gemidos del Espíritu, que viene en nuestra ayuda, para suplir nuestra flaqueza. Esta debilidad
o flaqueza nuestra está relacionada con
la glorificación que esperamos, que suspiramos, es decir, sabemos que
Dios quiere nuestra santidad y
glorificación, pero hasta que lleguemos a la meta, no siempre sabemos pedir lo que nos conviene (cfr. Rm.
8,19-25). A suplir esta deficiencia
nuestra viene el Espíritu Santo, abogando por nosotros con gemidos
inefables, que son según Dios, conformes
al designio que tiene para cada uno de los que van a ser santos (v. 27). Estos gemidos no dejan
de ser atendidos, y son inefables,
porque son interiores, sin palabras, no hay palabras que lo expresen, quizás incomprensible a los hombres, pero sí para
Dios, que los conoce, porque escudriña
los corazones, con sus divina sabiduría y ciencia (cfr. 1Sam.16,7; 1
Re.8,39; Sal.70,10; Ap.2,23). Este
atributo divino, no es propiamente del Espíritu, porque
por su naturaleza divina es incompatible con
ÉL, son gemidos, más bien, que el
Espíritu crea en nosotros, en nuestros corazones (cfr. Rm. 8, 15-16.
23).
c.- Mt. 13, 24-43:
Dejadlos crecer hasta la siega. El
evangelio nos presenta una serie de parábolas. Distinguimos una primera
parte con tres parábolas que Jesús dice
a la gente: la de la cizaña (vv.24-30), la de la mostaza (vv.31-32), y la de la levadura (vv.
33-35); en la segunda parte, encontramos
a Jesús con sus discípulos donde les explica la parábola de la cizaña (vv.36-43). Como trasfondo de todo este texto
tenemos la idea que el antiguo Israel se
opone al mensaje del Evangelio (cc. 5-7), Sólo el nuevo pueblo que despunta, la entiende y da frutos. En Mateo
debemos recordar que las parábolas
poseen un sentido crítico respecto a los judíos y su modo de vivir y
enseñar la antigua alianza. En la
parábola de la cizaña, Jesús les reprocha a los judíos oponerse al evangelio, a la cosecha, por ello son como la cizaña, toda
una crítica a los dirigentes del pueblo.
El evangelio, nos presenta una vez más la imagen de la semilla, para enseñar a su pueblo la palabra,
que ilumina y salva. Lo propio de esta
parábola, es que junto a la semilla de Dios, se afirma la existencia del
sembrador del mal, es decir, del enemigo
de Dios. Nos enseña que el sembrador de la cizaña, actúa en las tinieblas, de noche, desde lo escondido para no ser
descubierto. Será en el momento de la
siega, no antes, que deberán recoger el trigo y la cizaña, para separarlos, mientras el primero se guarda en
el granero, la cizaña será quemada. La
enseñanza fundamental de la parábola es la presencia de los sembradores,
es decir, saber que donde siembra Dios,
cerca está Satanás, sembrando la semilla del
mal. Quiere prevenirnos de falsos optimismos, saber discernir dónde se
encuentra la verdad, el bien, lo santo y
perfecto, lo que es fruto de la acción de Dios, y también, descubrir el mal, la mentira de la
vida, la maldad, incluso en la comunidad
eclesial. La siega, imagen del juicio final, es el momento de separar el
trigo de la cizaña, del bien del mal;
ese día llegará, lo presidirá el Hijo de Dios, el hombre con su juicio no adelanta nada. Cuando escribe
Mateo, parece había un celo excesivo e
intolerancia, en lo que se refiere a la implantación del Reino de Dios.
Más que insistir en la convivencia del
bien y del mal, la acentuación recae en el destino final de la separación del trigo y la cizaña, es
decir, del destino de buenos y malos. La
parábola hace pensar en esto: ¿por qué hay malos en la Iglesia? Mateo da
sus razones: al mismo tiempo que Dios
actúa en la vida de los hombres, también lo
hace Satanás. Si bien, la selección es por parte de Dios, hay también un
tiempo para la conversión, pero la
convivencia con los malos, es una oportunidad para ejercitar las virtudes teologales y
cardinales, pero también, para hacer apostolado
en el sentido de iluminar, nutrir, proponer el Evangelio, como un estilo
de vida a todo prójimo que cruza nuestro
camino. Las otras dos parábolas son sinónimas
(vv.31-33), en el sentido que a pesar de la oposición, hay cosecha
abundante. Si no fructifican los
dirigentes religiosos, otros lo harán. La cita del Sal.78,2, es todo un desafío dirigido a los discípulos y no a
la gente, donde el evangelista deja en
claro, que la crítica de Jesús, es la continuación de toda una línea
profética. Finalmente, la explicación de
la parábola de la cizaña (vv.36-43), aparecen los hijos de Dios y los del Maligno (cfr. Jn. 8, 39-47;
16,2). Además de identificar a los que aparecen en la parábola la explicación lleva
otra intención: la decisión del padre de
familia no es ya dejar crecer la cizaña y el trigo sino de la siega
futura, el drama del Juicio final. Se habla del destino de los malos, a los que
hay que prevenir, sino se convierten
serán arrojados lejos de Dios (cfr. Mt. 18,6; 22, 40; 5,17; Sant.1,25; Gál.6,13s; 6,2; Mt.25,31s). La tarea es obrar bien, luchar por y con los
valores del Reino, discernir también con
la luz de la fe, la obra del enemigo en nuestro camino y en el de la sociedad de hoy, para vencer al
mal a fuerza de bien. Teresa de Jesús,
nos invita a poner los ojos en el Reino de Dios, nuestro destino por ser hijos de Dios, miembros de la Iglesia
herederos de la vida eterna. “Rey sois,
Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis. Cuando en el
Credo se dice: «vuestro reino no tiene
fin», casi siempre me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre; en fin,
vuestro reino durará para siempre. Pues
nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar
con Vos, sea sólo con la boca.” (Camino
22,1)
(Homiletica
org / Padre Julio Gonzalez Carretti OCD)
Santos
Apolinar de Ravena, obispo; Bulmaro o Vulmaro de Bolonia,
abad;
Beato Luis Novaresse, presbítero.
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