sábado, 5 de julio de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTIA. DOMINGO 6 DE JULIO DE 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTIA
DOMINGO 6 DE JULIO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 14

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 47, 10-11)
Meditamos, Señor, los dones de tu amor, en medio de tu templo. Tu alabanza llega hasta los confines de la tierra como tu fama. Tu diestra está llena de justicia.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo reconstruiste el mundo derrumbado, concede a tus fieles una santa alegría para que, a quienes rescataste de la esclavitud del pecado, nos hagas disfrutar del gozo que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Mira a tu rey que viene humilde hacia ti.

DEL LIBRO DEL PROFETA ZACARÍAS: 9, 9-10

Esto dice el Señor: "Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito.
Él hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra, y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 144
R/. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.

Dios y rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre, y no cesará mi boca de alabarte. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.

El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R/.

Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. R/.



Si con la ayuda del Espíritu dan muerte a los bajos deseos del cuerpo, vivirán.

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS: 8, 9. 11-13

Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.
Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Cfr. Mt 11, 25)
R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.



Soy manso y humilde de corazón.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 11, 25-30

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo. 


PLEGARIA UNIVERSAL

Unidos a Jesucristo, presentemos al Padre nuestras plegarias.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por la Iglesia en el mundo y en nuestro país. Que demos un buen testimonio de la fe y la esperanza que nos mueven. Oremos.
Por los misioneros y misioneras. Que la fortaleza y la gracia de Dios los acompañe en su misión de anunciar el Evangelio. Oremos.
Por los migrantes que dejan su tierra buscando una vida mejor. Que puedan encontrar un trabajo digno, y sean acogidos como toda persona merece. Oremos.
Por nuestros familiares y amigos difuntos. Que Dios los reciba para siempre en la plenitud de su Reino. Oremos.
Por los procesos electorales que hoy se llevan a cabo. Que se desarrollen en paz y se respete la voluntad popular. Oremos.
Por nosotros y por nuestra parroquia (comunidad). Que nos amemos y nos ayudemos mutuamente, cada día más. Oremos.
Escucha, Señor, nuestra oración, y guía nuestros corazones hacia ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
La oblación que te ofrecemos, Señor, nos purifique, y nos haga participar, de día en día, de la vida del reino glorioso. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 33, 9)
Prueben y vean qué bueno es el Señor; dichoso quien se acoge a Él.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que nos has colmado con tantas gracias, concédenos alcanzar los dones de la salvación y que nunca dejemos de alabarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
ANTES DEL ANGELUS
Domingo 6/7/2014
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
En el Evangelio de este domingo encontramos la invitación de Jesús, dice así: "Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré" (Mt. 11:28). Cuando Jesús dice esto, tiene ante sus ojos las personas que encuentra todos los días por los caminos de Galilea: mucha gente simple, pobres, enfermos, pecadores, marginados... esta gente siempre le siguió para escuchar su palabra -¡una palabra que daba esperanza! ¡Las palabras de Jesús dan siempre esperanza! y también para tocar aunque solo fuese el borde de su manto. Jesús mismo buscaba a estas multitudes extenuadas y dispersas como ovejas sin pastor (cf. Mt 9:35-36): así dice Él, y las buscaba para anunciarles el Reino de Dios y para sanar a muchos de ellos en el cuerpo y en el espíritu. Ahora los llama a todos a su lado: "Vengan a mí", y les promete alivio y refrigerio.
Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a muchos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida, por situaciones existenciales difíciles y, a veces privados de auténticos puntos de referencia. En los países más pobres, pero también en las periferias de los países más ricos, se encuentran muchas personas desamparadas y dispersas bajo el peso insoportable del abandono y de la indiferencia. La indiferencia: ¡cuánto daño hace a los necesitados la indiferencia humana! Y aún peor la de los cristianos. En los márgenes de la sociedad hay muchos hombres y mujeres probados por la indigencia, pero también por las insatisfacciones de la vida y las frustraciones. Muchos se ven obligados a emigrar de su patria, arriesgando su propia vida. Muchos más, cada día, soportan el peso de un sistema económico que explota al hombre, le impone un "yugo" insoportable, que los pocos privilegiados no quieren llevar. A cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, Jesús repite: "Vengan a mí, todos ustedes". Pero también lo dice a los que poseen todo. Pero cuyo corazón está vacío. Está vacío. Corazón vacío y sin Dios. También a ellos, Jesús dirige esta invitación: "Vengan a mí". La invitación de Jesús es para todos. Pero de manera especial para los que sufren más.
Jesús promete reconfortar a todos, pero también nos hace una invitación, que es como un mandamiento: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón" (Mt 11,29). El "yugo" del Señor ¿en qué consiste? Consiste en cargar el peso de los otros con amor fraternal. Una vez recibido el alivio y consuelo de Cristo, estamos llamados también nosotros a ser alivio y consuelo para los hermanos, con actitud mansa y humilde, a imitación del Maestro. La mansedumbre y la humildad de corazón no sólo nos ayuda a soportar el peso de los otros, sino a no pesar sobre ellos con nuestros propios puntos de vista personales, nuestros juicios, nuestras críticas o nuestra indiferencia.
Invoquemos a la Santísima Virgen María, que acoge bajo su manto a todas las personas desamparadas y dispersas, para que a través de una fe iluminada, testimoniada en la vida, podamos ser alivio para los que necesitan ayuda, ternura y esperanza.

FUENTE: Radio vaticana.


REFLEXIÓN

JESÚS LIBERA NUESTROS AGOBIOS Y CANSANCIOS
1.- Un Dios manso, clemente y misericordioso. El texto de la primera lectura de este domingo pertenece al segundo Zacarías, profeta anónimo de finales del siglo IV antes de Cristo. Presenta un Mesías tierno y bondadoso, que entra en Jerusalén mansamente, “cabalgando en un asno”. El profeta canta y anima a Jerusalén para que se alegre con él en este suceso de salvación. A diferencia de los conquistadores, que cabalgan en briosos caballos, el Mesías hace su entrada sobre un humilde asno, que es la cabalgadura tradicional de los campesinos y de los habitantes pacíficos. Y es que su reinado no se mantiene con la violencia, sino con el amor y la justicia. Por eso destruirá los carros de combate, y los caballos, y romperá los arcos, llevará a cabo un desarme. Su dominio pacífico se extenderá de mar a mar, es decir, del Golfo Pérsico al Mediterráneo y desde el Eúfrates al fin de la tierra. Estas fronteras son el símbolo de un reino verdaderamente universal, para todos. El Salmo proclama también que el Señor es clemente y misericordioso, es bueno con todos. Jesús aplica esta profecía de Zacarías a su persona en el evangelio de hoy.

2.- Una vida renovada, que supera el egoísmo y las “obras de la carne”. La nueva vida que hemos recibido es una vida "en el espíritu", es decir, según el hombre renovado por la acción del Espíritu de Dios que habita en nosotros. Es necesario que hagamos sitio en nuestra vida para el Espíritu de Dios. Si nos dejamos llevar por el Espíritu, seremos efectivamente hijos de Dios. San Pablo amonesta a los fieles, en los que supone que "habita el Espíritu de Dios", para que no vivan "según la carne". No se trata de dos clases de hombres, los buenos y los malos, sino de la división que padece el hombre en sí mismo. El cristiano, conducido por el Espíritu, ha de dar muerte a las obras del egoísmo, de la "carne", para resucitar con Cristo a una vida nueva según Dios.

3.- El evangelio muestra la ternura con que Jesús acoge a los pequeños. El quería que los pobres encontrasen en él paz y descanso. Los pobres son los únicos que entienden y aceptan la sabiduría del Reino. Mucha gente no entendía esta preferencia de Jesús por los pobres y excluidos. Los sabios, los doctores de aquella época, habían creado una serie de leyes que ellos imponían al pueblo en nombre de Dios. Pensaban que Dios exigía del pueblo estas observancias. Pero la ley del amor, traída por Jesús, decía lo contrario. Lo que importa, no es lo que hacemos para Dios, sino lo que Dios, en su gran amor, ¡hace por nosotros! Hoy también Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños. Los sabios e inteligentes harían bien en ser alumnos de los pequeños y humildes.

4.- Venid a mí los que estáis fatigados y sobrecargados. Es un buen consejo para nosotros, que quizá nos encontramos cansados y sin fuerzas a estas alturas del año. Ponemos la vista en las vacaciones…. Aunque nos venga bien el descanso físico, no es éste el auténtico remedio. Jesús invita a todos los que están cansados a que vayan a El y les promete descanso. Es la gente de aquella época, que vive cansada bajo los impuestos y las observancias exigidas por las leyes. Muchas veces la frase “cargad con mi yugo” fue manipulada para pedir al pueblo sumisión, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús quiere decir es el contrario. Pide a la gente que se fijen en El, que es "manso y humilde de corazón". Jesús no se comporta como los escribas que se vanaglorian de su ciencia, sino como el pueblo, que vive humillado y explotado. Jesús, el nuevo maestro, sabe por experiencia lo que pasa en el corazón de la gente y del pueblo que sufre. Si tú también estás cansado, deprimido o agobiado, pon tus ojos en Jesús. El es tu descanso. La primera ocupación de la vida es elegir lo que se ha de amar. El amor hace que sea ligero lo que los preceptos tienen de duro, escribía San Agustín.
José María Martín OSA

TODOS NUESTROS CANSANCIOS SE HARÁN LLEVADEROS
1.- A pesar de que Jesús se presente como manso y humilde de corazón este párrafo del evangelio es una enérgica repulsa contra los escribas y los fariseos, los sabios y los entendidos, los intérpretes de la Escritura, los que habían hecho de la religión una carga insoportable, como dice San Pedro, con los más de 700 preceptos. Ese yugo y esa carga, que los escribas y fariseos imponían al pueblo y ellos no tocaban ni con el dedo Jesús fue un revolucionario religioso a los ojos de las jerarquías de su tiempo: --un hombre ni siquiera plenamente judío porque era galileo. --salido de un pueblo desconocido de las montañas, Nazaret. --sin instrucción religiosa, no fue discípulo de ningún rabí. --y que se permitía criticar a la religión institucionalizada. --que llama a las jerarquías hipócritas. --y que acaba contraponiendo su yugo, sus preceptos a los preceptos rabínicos: “mi yugo es suave y mi carga ligera”. No es extraño que fuera perseguido y odiado por los jefes religiosos de su tiempo y que al fin dieran con él en la cruz.

2.- Los hombres somos tan pequeños, y al mismo tiempo nos las damos de tan sabios y entendidos… que no entendemos a Dios. La Primera Lectura nos habla de un Mesías montado humildemente en un asno, dominando el mundo con la justicia y la modestia. Y ya los judíos se habían hecho un Mesías Señor de los Ejércitos que vendría a hacer a Israel un pueblo libre y fuerte. Y desde luego todos nosotros hubiéramos hecho nacer a Jesús en Roma, hijo del Emperador, general en jefe de las legiones romanas, para predicar la doctrina de Dios desde arriba. Y es que también somos nosotros los “sabios y entendidos” del mundo. Cuántas veces han sido, a lo largo de los siglos, los tambores los que han anunciado el evangelio a los paganos y a los infieles. Y Jesús nos dice bien claro, que a la sencillez de un Dios montando en un asnillo, (como entró Jesús en Jerusalén) tiene que corresponder a la misma sencillez de corazón de sus discípulos… Y Él se manifiesta y les revela a su Padre a los que son sencillos como Él. Nosotros confundimos conocimientos con fe y es un error craso. No el que tiene más conocimientos tiene mas fe. Fe es una experiencia de Dios y esa la da Dios. San Ignacio dice en sus Ejercicios “no el mucho saber hasta y satisface el alma, sino sentir internamente de las cosas de Dios. Y esa experiencia de Dios es la revelación que Jesús promete dar a los sencillos de corazón. La petulancia, la autosuficiencia, el racionalismo son los enemigos de la experiencia de Dios.

3.- Si llegamos a tener esa experiencia interna del Señor todos nuestros cansancios se nos harán llevaderos. De cansancios sí entendemos. Cuantas veces desearíamos hacernos una bola en algún sitio escondido donde acunar nuestros cansancios, donde nos dejasen en paz. Y sin embargo Jesús nos da otra solución paradójica y que, además de cansados y agobiados encima tomemos su yugo y le sigamos. Por muy ligero que sea al fin es yugo y pesa. Es su yugo, que se lleva entre dos, por eso es suave y ligero, porque lo lleva Él con nosotros. A nosotros no se nos ocurre más que Dios nos quite de encima lo que nos pesa y Dios ordinariamente no nos quita el peso sino que nos lo hace llevadero y nos da fuerzas para llevarlo. Iba uno caminando por la playa llevando el peso de sus cansancios, y volvió la mirada atrás y no vio más que un par de huellas de pisadas, y encarándose con el Señor le dijo: --Señor me prometiste caminar conmigo cuando estoy cansado, pero me has abandonado, no se ven en la arena más pisadas que las mías. Y el Señor le respondió: --No hijo, esas pisadas son las mías, que te llevo en brazos.
José María Maruri, SJ

¿INDIGNADOS O CANSADOS?
 1. Retomamos, después de la solemnidad de Pedro y Pablo, los domingos del Tiempo Ordinario (en su número catorce) y lo hacemos escuchando un evangelio que nos invita a la esperanza y al sosiego: “Venid a mí los cansados y agobiados y yo os aliviaré”. ¿De qué está el mundo cansado? Unas veces de la falta de respuestas a las exigencias de la felicidad del hombre y, otras, de insatisfacción ante tantos sucedáneos que –lejos llevarnos a bienestar auténtico–- nos convierten en simple marionetas en manos de los poderosos. ¿De quién o de qué está el hombre indignado? Unas veces de las promesas que no se cumplen y, otras, de aquellas que se llevan a cabo pero no en beneficio de todos. De aquellos derechos que, por simples leyes, convierten a unos en verdugos y a otros en víctimas en manos de los otros. ¿Por qué está la sociedad y el hombre decepcionados? Entre otras cosas porque ya no sabe por dónde ir, ni dónde encontrar el verdadero descanso: el ritmo tan acelerado que llevamos en el día a día, se convierte en un yugo insoportable y solitario, insolidario y materialista que nos hace sentir que algo no funciona bien; que no vivimos dignamente, que la vida que llevamos…no es vida.

2. ¿Dónde está la respuesta a nuestras aspiraciones? Ni más ni menos en el retorno al Señor. Hay un viejo proverbio que dice “tus penas en el hombro de un amigo quedan divididas por dos”. «Cualquier otra carga, decía san Agustín, te oprime y abruma, mas la carga de Cristo te alivia el peso. Cualquier otra carga tiene peso, pero la de Cristo tiene alas. Si a un pájaro le quitas las alas parece que le alivias el peso, pero cuanto más le quites este peso, tanto más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso; restitúyele el peso de sus alas y verás cómo vuela» (Sermón 126). Nunca, como hoy, dispone la humanidad de muchísimos medios de comunicación (oral, visual y escrita) y nunca como hoy el ser humano tiene necesidad de contar sus penas y sus miserias a alguien. ¿Qué ocurre entonces? Que la gente, entre ellos muchos de nosotros, no queremos más problemas que los nuestros. Nuestras propias dificultades y yugos personales nos abruman, nos agobian y nos llevan a decir aquello de “bastante tengo con lo mío”. Jesús, por el contrario, aligera nuestras cargas. Nos da fuerza para seguir adelante y nos hace descubrir, en la debilidad o en la humildad, el secreto para ser fuertes. En un sencillo pollino entró en la Jerusalén de la tierra para, días después, triunfar victorioso sobre la muerte. Hagamos confidente, de nuestros fracasos y de nuestras preocupaciones, a Jesús. No lo arrinconemos. Tenemos su pecho para reclinar nuestra cabeza. Poseemos su Palabra para orientar nuestro vivir. Nos ha dejado la Eucaristía para ser invencibles y como aperitivo de lo que se nos dará en la Vida Eterna. Contamos con el auxilio de su Espíritu que, en el agotamiento físico y espiritual, siempre será un consuelo. Que la Virgen María, en este tiempo ordinario que retomamos, nos haga disfrutar del oasis de paz y de energía espiritual y humana que es Jesucristo. Para el cristiano no existen los momentos críticos sino la mano de Dios que sale a su encuentro cuando le confía sus angustias, temores y luchas.
Javier Leoz

REFLEXIÓN: UN REY HUMILDE
Za 9, 9-10; Rm 8,9.11-13; Mt 11, 25-30
La palabra del profeta es un marco precioso para interpretar las palabras del Evangelio. Zacarías anuncia la llegada de un gobernante alternativo, un verdadero príncipe de la paz que no destinará recursos a guerras defensivas, ni atacará a los vecinos. Será un "hombre fuerte" que orientará sus esfuerzos a la consolidación de la paz duradera entre las naciones. A primera vista podría parecer una utopía más, cómo las muchas que han diseñado las diferentes culturas. El Evangelio le añade una dosis de realismo. A esa meta no se llegará por la sola determinación de "un dictador" benévolo. Será la libre decisión de cada israelita que decida abrazar voluntariamente el yugo ligero del reinado de Dios, la que consolidará esos cielos nuevos y esa tierra nueva. Los cristianos se suman voluntariamente al proyecto de fraternidad que Jesús ofrece. (www misal com mx)


Santos

María Goretti, mártir; Alberto de Génova o de Liguria, monje. Beata Ignacia March, fundadora. (Verde)


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