sábado, 5 de julio de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. SABADO 5 DE JULIO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
SABADO  5 DE JULIO DE 2014
TIEMPO ORDINARIO A. SEMANA 13
MISA DE SANTA MARÍA EN SÁBADO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Hch 1, 14)
Los discípulos perseveraban unánimes en la oración junto con María, la Madre de Jesús.

ORACIÓN COLECTA
Dios, Padre de misericordia, cuyo Unigénito, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a su propia Madre, María santísima, concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, siendo cada día más fecunda, se alegre por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Haré volver a los cautivos de Israel y los plantaré en su suelo.

DEL LIBRO DEL PROFETA AMÓS: 9, 11-15

Esto dice el Señor: "Aquel día renovaré la casa de David convertida en ruinas, taparé sus brechas, levantaré sus muros y la reconstruiré como era en otros tiempos, para que entre en posesión de lo que queda de Edom y de todas las naciones donde se invocó mi nombre". Esto dice el Señor y Él se encargará de cumplirlo.
"Días vendrán, dice el Señor, cuando el que ara alcanzará al segador y el que pisa las uvas, al sembrador; de los montes brotará vino y correrá por las colinas. Entonces haré volver a los cautivos de Israel: reconstruirán las ciudades destruidas y las habitarán, plantarán viñas y beberán de su vino, cultivarán huertos y comerán de sus frutos. Los plantaré en su suelo y ya no serán arrancados de la tierra que yo les di", dice el Señor, tu Dios.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 84
R/. Escucharé las palabras del Señor.

Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo y para los que se convierten de corazón. R/.

La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 10, 27)
R/. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.



¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos?

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 9, 14-17

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?" Jesús les respondió: "¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán.
Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura. Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, nuestras ofrendas y conviértelas en sacramento de salvación, por cuya eficacia y por la intervención amorosa de la santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, nos llenemos de santo fervor y merezcamos quedar más íntimamente asociados, con ella, a la obra de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, y alabarte en esta conmemoración de la Virgen María.
Porque ella, al aceptar tu Palabra en su corazón inmaculado, mereció concebirla en su seno virginal y, al dar a luz a su Creador, preparó el nacimiento de la Iglesia.
Porque ella, al aceptar junto a la cruz el encargo de tu amor, recibió como hijos a todos los hombres, redimidos por la sangre de Cristo.
Porque ella, al unirse a las oraciones de los Apóstoles y de los discípulos, que esperaban la venida del Espíritu Santo prometido, se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante. Y, desde su asunción gloriosa al cielo, sigue mostrando su amor a la Iglesia peregrina, y protege sus pasos hacia la patria del cielo, hasta que venga el Señor, lleno de gloria.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos sin cesar, diciendo: Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 19, 26-27)
Desde la cruz, Cristo dijo al discípulo amado: He ahí a tu Madre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido esta prenda de redención y vida, te suplicamos, Señor, que tu Iglesia, por la ayuda maternal de la santísima Virgen, instruya a todas las naciones, anunciándoles el Evangelio, y llene al mundo entero con la efusión de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.


HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO.
Sábado 05/07/2014

A continuación presentamos el texto completo de la homilía del Papa Francisco, en su visita a la región de Molise, gracias a la traducción de Radio Vaticano:

“La Sabiduría, en cambio, libró de las fatigas a sus servidores”. (Sb 10,9).

La primera lectura nos recordó las características de la sabiduría divina, que libera del mal y la opresión a los que se ponen al servicio del Señor. De hecho, Él no es neutral, sino que con su sabiduría está del lado de las personas vulnerables, discriminadas y oprimidas que se abandonan confiadas a Él.

Esta experiencia de Jacob y de José, narrada en el Antiguo Testamento, revela dos aspectos esenciales de la vida de la Iglesia: la Iglesia es un pueblo al servicio de Dios y es un pueblo que vive en la libertad donada por Él.

Ante todo, somos un pueblo que sirve a Dios. El servicio a Dios se realiza de diversas maneras, sobre todo en la oración y en la adoración, en el anuncio del Evangelio y en el testimonio de la caridad.

Y siempre el icono de la Iglesia es la Virgen María, la “servidora del Señor” (Lc. 1,38; Cf 1,48). Inmediatamente después de recibir el anuncio del Ángel y de haber concebido a Jesús, María parte a toda prisa para ir a ayudar a su anciana prima Isabel. Y de este modo, muestra que la mejor forma de servir a Dios es servir a nuestros hermanos que tienen necesidad.


En la escuela de la Madre, la Iglesia aprende a ser cada día “servidora del Señor”, a estar lista para ir al encuentro de las situaciones de mayor necesidad, a prestar atención a los pequeños y excluidos.
FUENTE: ACIPRENSA


REFLEXIÓN
Am. 9, 11-15. Dios nos ha creado con gran amor. Y su amor no sólo nos conserva en la vida, sino que por el amor que nos tiene nos llama a participar de su Vida eternamente como hijos en el Hijo. Es verdad que muchas veces nosotros abandonamos la Casa Paterna, y nos fuimos tras nuestras inclinaciones pecaminosas, de tal forma que Dios pasó a segundo término en nosotros, pues le dimos la primacía a las personas, o a las cosas temporales. A veces nosotros le queremos echar la culpa a Dios de nuestras desgracias; sin embargo Dios nos ha amado siempre; y si el mal se ha cernido sobre nuestra vida es en razón de que nosotros encaminamos nuestra existencia hacia la tierra de sombras, lejos del Señor, no debiendo olvidar que el salario del pecado es la muerte. Pero el Señor jamás se ha olvidado de nosotros. Y no sólo quiere reconstruir nuestra vida, ni sólo concedernos bienes temporales. Él nos quiere como hijos suyos. Y para ello nos envió a su propio Hijo, para que quienes creamos en Él, en Él lleguemos a ser hijos de Dios no sólo por nuestras palabras, sino porque realmente el mismo Espíritu que reposa en Jesús, repose en nosotros, que somos su Iglesia, Cuerpo del Señor cuya Cabeza es Él. Por eso no sólo nos hemos de alegrar en el Señor, sino que además hemos de manifestar, desde nuestra propia vida, que la Salvación que Dios ofrece a todos no ha sido inútil en nosotros.

Sal. 85 (84). La Palabra de Dios no sólo ha de ser escuchada por nosotros, sino que ha de tomar carne en cada uno de nosotros, para que, conforme a la Gracia recibida, la Iglesia de Cristo se convierta en un signo profético de Él a través del tiempo, como Palabra que hoy continúa teniendo toda su fuerza salvadora para todos los pueblos. Por eso propiciemos un encuentro con el Señor en nuestra propia vida. Él bien sabe que somos pecadores; pero su misericordia no solamente lo hará ofrecernos su perdón y su paz, sino que nos hará dignos de manifestarnos como justos, haciéndonos cada vez más fieles a su amor, fortalecidos con su Espíritu Santo, de tal forma que en verdad puedan brotar abundantemente en nosotros los frutos del amor, de la verdad, de la santidad, de la justicia y de la paz. Que Dios nos conceda la gracia de recibirlo en nuestro propio interior, pues Él se ha puesto en camino hacia nosotros por medio de su Hijo Jesús.

Mt. 9, 14-17. Ojalá y vivamos continuamente nuestra comunión con el Señor. Él no puede ser sólo un parche en nuestra vida de pecado. Él viene a nosotros para que totalmente nos revistamos de Él. Mientras Él está con nosotros vivamos la alegría de sentirnos amados por Él y caminemos dando testimonio de su presencia en nosotros. Sólo el pecado nos ha de llevar a entristecernos por habernos opuesto a la voluntad de Aquel a quien amamos. Es entonces cuando hemos de saber pedir perdón e, incluso ayunar por la tristeza de haber perdido al Ser Amado. Que la vida del Señor en nosotros no sea un juego, sino todo un compromiso que venga a alegrar nuestro corazón y a impulsar nuestra vida para que seamos portadores de la paz y de la alegría del Señor para todas las naciones. En la Eucaristía el Señor se convierte para nosotros en una Bendición que alegra nuestro corazón y nos hace herederos de los bienes eternos. A pesar de nuestras miserias Él siempre está dispuesto a perdonarnos y a darnos su paz, su vida, su amor. Esa vida de Dios en nosotros nos hace entrar en una verdadera comunión con Él. Él no viene como un complemento en nuestra existencia; Él viene como Aquel que invade toda nuestra vida y nos hace ser, unidos a Él, hijos de Dios. Ojalá y no nos acerquemos a la comunión como a un acto devocional, sino con la firme decisión de dejarnos transformar por el Señor de tal forma que, tirada fuera la antigua levadura del pecado y hechos uno con Cristo, sólo vivamos para Él, siendo en Él una criatura nueva. La vida de fe en Cristo no es como un traje, del que nos revestimos cuando entramos al templo y del que nos despojamos cuando salimos del lugar de culto. El Señor no ha venido como un pequeño parche que fácilmente puede ocultarse en la vida ordinaria. Cristo ha venido a llenarnos de su Vida y de su Espíritu, de tal forma que seamos portadores de Él por todas partes, en cualquier circunstancia o ambiente social en que se desarrolle nuestra vida. Por eso quienes creemos en Cristo hemos de amar como el Señor nos ha amado; hemos de ser responsables en las diversas actividades que desarrollamos en la vida; hemos de saber comprender y perdonar a quienes han fallado incluso en contra nuestra; hemos de hacernos cercanos ante el dolor, el sufrimiento, la enfermedad o la pobreza de nuestro prójimo para tenderle la mano y tratar de remediarle sus necesidades. Todo esto es parte esencial de la vida del cristiano, pues su vida de fe no puede encerrarse en las prácticas de culto público o privado. Todos estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe, con una vida intachable y con un amor activo, ahí donde diariamente se desarrolle nuestra existencia y donde convivimos con las demás personas en razón de trabajo, de estudio o de cualquier otra actividad que desarrollemos en la construcción de la ciudad terrena, manifestando con nuestras actitudes la esperanza y la mirada que tenemos puesta en la Ciudad de sólidos cimientos, donde habita Dios y Cristo nos espera. Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que por medio de nuestras obras seamos una bendición para cuantos nos traten, y, unidos a Cristo, seamos portadores de la fe que renueva a todos y los libera de todo aquello que los ata al pecado. Amén. (Homilía católica).

REFLEXION: DE LA ESPERANZA AL RECLAMO
Am 9, 11-15; Mt 9, 14-17
La actitud con la que el profeta Amós cierra su libro, desentona con el resto de su obra. La mayoría del libro contiene juicios severos contra los delitos sociales que se cometen en Israel y que lo precipitan a la ruina social y política. El juicio se cumplió en el 722, pero no fue la última palabra. Dios es leal con su pueblo y le dará una segunda y definitiva oportunidad: regresarán a vivir en su tierra, disfrutarán del esfuerzo cotidiano, porque el Señor cambiará su suerte. Esa decisiva intervención divina es la que no alcanzan a ver los fariseos, fervientes practicantes del ayuno; éstos continúan queriéndose ganar la salvación con sus buenas obras. No quieren prestar oídos al mensaje gozoso de Jesús: El reinado de Dios ha llegado para devolver la paz y las oportunidades. Los que lo crean, habrán de reorganizar radicalmente su vida en el nombre de Jesús. ( www misal com mx)


Santos
Antonio María Zaccaría, fundador; Cirila de Cirene, mártir: Tomás de Emesa, mártir.

Feria (Verde)


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