LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
JUEVES
3 DE JULIO DE 2014
TIEMPO
ORDINARIO A. SEMANA 13
Santo
Tomás, apóstol
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Sal 117, 28. 21)
Tú
eres mi Dios, y yo confiaré en ti, tú eres mi Dios, te alabaré y te daré
gracias; pondré en ti mi confianza, porque tú eres mi salvador.
Se
dice Gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Concédenos,
Dios todopoderoso, alegrarnos por la festividad del apóstol santo Tomás, para
que siempre nos ayude con su protección y para que, creyendo, tengamos vida en
el nombre de aquel a quien él mismo reconoció como Señor, Jesucristo, tu Hijo.
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Ustedes han sido edificados
sobre el cimiento de los apóstoles.
DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN
PABLO A LOS EFESIOS: 2, 19-22
Hermanos:
Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y
pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento
de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.
Sobre
Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el
templo santo en el Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al
edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios. Palabra de
Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPNSORIAL: Del
salmo 116
R/.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que
alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. R/.
Porque
grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 20, 29)
R/.
Aleluya, aleluya.
Tomás,
tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haberme visto, dice el
Señor. R/.
¡Señor
mío y Dios mío!
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 20, 24-29
Tomás,
uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero
él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no
meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no
creeré".
Ocho
días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba
con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La
paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos,
acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino
cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús
añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber
visto".
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Al
conmemorar la confesión de fe del apóstol santo Tomás, te ofrecemos, Señor,
este sacrificio de alabanza, para darte así el culto que mereces, y te pedimos
humildemente que cuides en nosotros los dones que de ti hemos recibido. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
I o II de los Apóstoles.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. Jn 20, 27)
Acerca
tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino
creyente.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
nuestro, en este sacramento hemos recibido verdaderamente el Cuerpo de tu
Unigénito; concédenos que lo reconozcamos por la fe como Dios y Señor nuestro,
y también lo confesemos con las obras y con la vida, a ejemplo del apóstol
Tomás. Por Jesucristo, nuestro Señor. Puede utilizarse la fórmula de bendición
solemne.
REFLEXION
•
Hoy, en la fiesta de Santo Tomás, el evangelio nos presenta el encuentro de
Jesús resucitado con el apóstol Tomás, que quería ver para poder creer. Por
esto muchos lo llaman Tomás, el
incrédulo.
En realidad, el mensaje de este evangelio es bien diferente. Es mucho más
profundo y actual.
•
Juan 20,24-25: La duda de Tomás. Tomás, uno de los doce, no estaba presente
cuando Jesús aparece a los discípulos la semana anterior. Tomás no cree en el
testimonio de los demás que decían: “Hemos visto al Señor”. Pone condiciones:
"«Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el
agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.”. Tomás es
exigente. Quiere ver para creer. No quiere un milagro para poder creer. ¡No!
Quiere ver las señales en las manos, en los pies y en el costado. No cree en un
Jesús glorioso, desligado del Jesús humano que sufre en la cruz. Cuando Juan
escribe, al final del siglo primero, había personas que no aceptaban la venida
del Hijo de Dios en la carne (2 Jn 7; 1Jn 4,2-3). Eran los gnósticos que despreciaban
la materia y el cuerpo. Y para criticar a los gnósticos, el evangelio de Juan
habla de la preocupación de Tomás que quiere “ver para creer”. La duda de Tomás
deja
transparentar
también lo difícil que era creer en la resurrección. • Juan 20,26-27: No seas
incrédulo, sino creyente. El texto dice “seis días después”. Esto significa que
Tomás fue capaz de
sostener
su opinión durante una entera semana, contra el testimonio de los otros
apóstoles. ¡Vaya tozudez! ¡Gracias a Dios, para nosotros! Y así, seis días
después, durante la reunión de la
comunidad,
ellos tuvieron de nuevo una profunda experiencia de la presencia de Jesús resucitado
en medio de ellos. Las puertas cerradas no pudieron impedir que El estuviera en
medio de los
que
creían en El. Hoy pasa lo mismo. Cuando estamos reunidos, aunque tengamos las
puertas cerradas, Jesús está en medio de nosotros. Y hasta hoy, la primera
palabra de Jesús, es y será
siempre:
“¡La Paz esté con vosotros!" Lo que llama la atención es la bondad de
Jesús. No critica, ni juzga la incredulidad de Tomás, sino que acepta el reto y
dice: “Tomás, ¡ven, pon tu dedo en mis heridas!". Jesús confirma la
convicción de Tomás y de las comunidades, a saber: el resucitado glorioso es
¡el crucificado torturado! El Jesús que está en la comunidad, no es un Jesús glorioso
que no tiene nada en común con nuestra vida de gente normal. Es el mismo Jesús
que vivió en esta tierra y que tiene en el cuerpo las señales de su pasión. Las
señales de su pasión están hoy en el sufrimiento de la gente, en el hambre, en
las señales de tortura, de injusticia. Y en las personas que reaccionan, que luchan
por la vida y no se dejan abatir, Jesús resucita y se hace presente en medio de
nosotros. Y ¡Tomás cree en este Cristo, y nosotros también!
•
Juan 20,28-29: Felices los que no vieron y creyeron. Con él decimos:
"¡Señor mío y Dios mío!" Esta entrega de Tomás es la actitud ideal de
la fe. Y Jesús completa con el mensaje final: "Has
creído
porque has visto. ¡Dichosos los que no han visto y han creído ¡" Con esta
frase, Jesús declara felices todos los que estamos en esta condición: sin haber
visto, creemos que el Jesús
que
está en medio de nosotros, es el mismo Jesús que ¡murió crucificado!
El
envío: "¡Como el Padre me ha enviado, yo también os envío!" De este
Jesús, crucificado y resucitado, recibimos la misión, la misma que él recibió
de su Padre (Jn 20,21). Aquí, en la segunda aparición, Jesús repite: "La
paz sea con vosotros.” Esta repetición acentúa la importancia de la Paz.
Construir la paz forma parte de la misión. Paz, significa mucho más que la
ausencia de guerra. Significa construir una convivencia humana armoniosa, en la
que las personas puedan ser ellas mismas, teniendo todas lo necesario para
vivir, conviviendo felices y en paz. Fue ésta la misión de Jesús, y es también
nuestra misión. Jesús sufrió y dijo:”Recibid al
Espíritu
Santo” (Jn 20,22). Solamente con la ayuda del Espíritu de Jesús, seremos
capaces de realizar la misión que El nos dio. Enseguida Jesús comunicó el poder
de perdonar los pecados: "A
quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.» El punto central de la misión de paz está en la
reconciliación, en el intento de superar
las
barreras que nos separan. Este poder de reconciliar y de perdonar es dado a la
comunidad (Jn 20,23; Mt 18,18). En el evangelio de Mateo es dado también a
Pedro (Mt 16,19). Aquí se percibe que una comunidad sin perdón ni
reconciliación no es una comunidad cristiana. Dicho con una palabra, nuestra
misión es crear comunidad a ejemplo de la comunidad del Padre, del Hijo y
del
Espíritu Santo. (Homiletica org /
Carmelitas)
REFLEXIÓN: LA NUEVA CONSTRUCCIÓN
Ef
2, 19-22; Jn 20, 24-29
En
diversos pasajes de sus cartas, san Pablo asocia la realidad de la iglesia con
una edificación. En el símil, Jesús es la piedra angular; los apóstoles son el
cimiento sólido que mantiene viva la presencia de Jesús, y los cristianos que
se incorporan a través del bautismo, son las piedras vivas. En la lógica de la
narración no hay cristianos de distintos niveles o calidades. Unos y otros nos
vamos ensamblando para convertirnos en morada de Dios, es decir, en el espacio
creyente donde se hace manifiesto el Señor como fuente de misericordia y
perdón. El Evangelio de san Juan refiere los jaloneos interiores que vivió
Tomás el apóstol y que sin duda alguna, también experimentaron los demás
discípulos: era necesario despojarse de esquemas arcaicos para acoger la nueva
forma de presencia del Resucitado, a fin de servirle como testigo y cimiento
del templo consagrado a Dios. (www misal com mx)
Santos
Tomás, apóstol;
León II, Papa; Germano de Man, obispo.
Fiesta (Rojo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario