LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
LUNES
31 DE MARZO DE 2013
IV
SEMANA DE CUARESMA / A
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 30, 7-8)
Yo
tengo mi confianza en ti, Señor, yo gozaré y me alegraré porque has mirado con
bondad mi desgracia y conoces mis angustias.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que renuevas este mundo por medio de tus sacramentos, concede a tu
Iglesia aprovechar estos signos misteriosos de tu presencia y asístela siempre
en sus necesidades materiales. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Ya
no se oirán gemidos ni llantos.
DEL LIBRO DEL PROFETA
ISAÍAS: 65, 17-21
Esto
dice el Señor: "Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; ya no
recordaré lo pasado, lo olvidaré de corazón.
Se
llenarán ustedes de gozo y de perpetua alegría por lo que voy a crear:
Convertiré a Jerusalén en júbilo y a mi pueblo en alegría. Me alegraré por
Jerusalén y me gozaré por mi pueblo. Ya no se oirán en ella gemidos ni llantos.
Ya
no habrá niños que vivan pocos días, ni viejos que no colmen sus años y al que
no los alcance se le tendrá por maldito. Construirán casas y vivirán en ellas,
plantarán viñas y comerán sus frutos".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 29
R/.
Te alabaré, Señor, eternamente.
Te
alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me
salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R/.
Alaben
al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo
instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la
mañana, el júbilo. R/.
Escúchame,
Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría,
te alabaré por eso eternamente. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Am 5, 14) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Busquen
el bien y no el mal, para que vivan, y el Señor estará con ustedes. R/.
Vete,
tu hijo ya está sano
DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN: 4, 43-54
En
aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había
declarado que a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó,
los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que él había hecho
en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían estado allí.
Volvió
entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí
un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír éste que
Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar
a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le dijo: "Si no ven ustedes
signos y prodigios, no creen". Pero el funcionario del rey insistió:
"Señor, ven antes de que mi muchachito muera". Jesús le contestó:
"Vete, tu hijo ya está sano".
Aquel
hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando,
sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano.
Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron:
"Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre". El padre
reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: 'Tu hijo ya está sano', y
creyó con todos los de su casa.
Éste
fue el segundo signo que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea. Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Como
fruto de este sacrificio que vamos a ofrecerte, líbranos, Señor, de la
esclavitud de nuestros vicios y danos fortaleza para vivir de acuerdo con tu
Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Ez 36, 27)
Infundiré
mi espíritu en ustedes para que vivan según mis mandamientos y cumplan mi
voluntad, dice el Señor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
esta santa comunión, Señor, renueve y santifique nuestra vida y nos ayude a
alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO
“QUIEN TIENE FE CAMINA HACIA LAS PROMESAS DE DIOS,
DE LO CONTRARIO ES UN
TURISTA EXISTENCIAL”
Lunes 31/03/2014
No vagabundear por la vida, incluida la del espíritu, sino ir derechos
hacia la meta que para un cristiano quiere decir seguir las promesas de Dios,
que jamás decepcionan. Es la enseñanza del Papa Francisco según las lecturas
del día, y que explicó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la
Capilla de la Casa de Santa Marta.
Hay cristianos que se fían de las promesas de Dios y las siguen a lo largo
de la vida. Hay otros cuya vida de fe se estanca y hay otros aún convencidos de
progresar y que, en cambio, hacen sólo “turismo existencial”. El Papa hizo una
distinción acerca de tres tipos de creyentes, que tienen el común denominador
de saber que la vida cristiana es un itinerario, pero que son divergentes en el
modo de recorrerlo o no recorrerlo de ninguna manera.
Ante todo, inspirándose en el pasaje de Isaías de la primera Lectura,
Francisco explicó que Dios siempre “antes de pedir algo, promete”. Y añadió que
su promesa es la de una vida nueva y la de una vida de “alegría”. Aquí, dijo,
está “el fundamento principal de la virtud de la esperanza: confiar en las
promesas de Dios” – sabiendo que Él jamás “decepciona” – puesto que la esencia
de la vida cristiana es “caminar hacia las promesas”. Mientras después también
están los cristianos que tienen “la tentación de detenerse”:
“¡Tantos cristianos detenidos! Tenemos tantos detrás que tienen una
esperanza débil. Sí creen que existe el Cielo y que todo irá bien. Está bien
que lo crean, ¡pero no lo buscan! Cumplen los mandamientos, los preceptos:
todo, todo… Pero están detenidos. El Señor no puede hacer de ellos levadura en
su pueblo, porque no caminan. Y esto es un problema: los detenidos. Después hay
otros entre ellos y nosotros, que se equivocan de camino: todos nosotros
algunas veces nos hemos equivocado de camino, esto lo sabemos. El problema no
es equivocarse de camino; el problema es no regresar cuando uno se da cuenta de
haberse equivocado”.
El modelo de quien cree y sigue lo que la fe le indica es el funcionario
del rey descrito en el Evangelio, que pide a Jesús la curación de un hijo
enfermo y no duda un instante en ponerse en camino hacia casa cuando el Maestro
le asegura que la ha obtenido. Opuesto a este hombre, afirmó el Papa, es
quizás, el grupo “más peligroso”, en el que están aquellos que “se engañan a sí
mismos: los que caminan pero no hacen camino”:
“Son los cristianos errantes: giran, giran como si la vida fuera un turismo
existencial, sin meta, sin tomar las promesas en serio. Aquellos que giran y se
engañan, porque dicen: ‘¡Yo camino!’. No, tú no caminas: tú giras. Los
errantes… En cambio, el Señor nos pide que no nos detengamos, que no nos
equivoquemos de camino y que no giremos por la vida. Girar por la vida... Nos
pide que miremos las promesas, que vayamos adelante con las promesas como ese
hombre, como ese hombre: ¡ese hombre creyó en la palabra de Jesús! La fe nos
pone en camino hacia las promesas. La fe en las promesas de Dios”.
“Nuestra condición de pecadores hace que nos equivoquemos de camino”,
reconoció el Papa Francisco, si bien aseguró que: “El Señor nos da siempre la
gracia de volver”:
“La Cuaresma es un tiempo hermoso para pensar si estoy en camino o si estoy
demasiado quieto: conviértete. O si me he equivocado de camino: pero ve a
confesarte y retoma el camino. O si soy un turista teologal, uno de estos que
hacen el giro de la vida pero jamás dan un paso hacia adelante. Y pido al Señor
la gracia de retomar el camino, de ponerme en camino, pero hacia las promesas”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
FUENTE: RADIO VATICANO.
REFLEXIÓN
Is. 65, 17-21. He aquí que yo hago
nuevas todas las cosas. Mediante el Misterio Pascual de Cristo, Dios llevó a su
plenitud lo que hoy nos anuncia el Profeta Isaías. Dios no sólo nos ha
perdonado nuestros pecados, sino que nos ha convertido en hijos suyos,
haciéndonos participar de su mismo Espíritu, que nos capacita para que entremos
en diálogo amoroso con Él y para que, día a día, vayamos siendo más perfectos
como hijos suyos por nuestra unión, cada vez más íntima, a Jesús, su Hijo único
e Hijo amado, en quien Él se complace. Puesto que nosotros nos hemos convertido
en el pueblo en el que el Señor se goza, tratemos de permanecer fieles al amor
que Él nos tiene. Que Él nos conceda vivir ya desde ahora con Él hasta lograr
permanecer con Él eternamente, y no permita que nos convirtamos en malditos a
causa de nuestras infidelidades.
Sal. 30 (29). Dios jamás olvidará,
ni abandonará a sus hijos. Aún en medio de las grandes pruebas; aún en medio de
las grandes persecuciones, Dios permanecerá siempre a nuestro lado, y jamás
permitirá que nuestros enemigos se rían de nosotros. Confiemos en el Señor y Él
nos salvará. Y aún cuando en algún momento pareciera como que somos vencidos,
Dios hará que incluso nuestra muerte tenga sentido de salvación, pues tanto en
vida como en muerte somos del Señor. Él hará que al final de nuestra existencia
nos levantemos victoriosos, con la Victoria de Cristo, para gozar eternamente
de su Glorificación. A Él sea dada toda alabanza, y todo honor y toda gloria
ahora y por siempre.
Jn. 4, 43-54. Muchos,
especialmente de su pueblo, rechazaron al Señor. Le amenazan de muerte y Él,
pasando en medio de ellos, se aleja. Ojalá y no se aleje también de nosotros a
causa de la dureza de nuestro corazón. Mejor algunos extranjeros llegaron a
creer en Él. Hoy se nos habla de un funcionario real, que pide la curación de
uno de sus muchachitos. Y ante la orden de que regresara a su casa porque su
hijo ya estaba sano, ese hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en
camino. La fe, efectivamente, no sólo nos lleva a aceptar, con un asentimiento
libre, las verdades reveladas por Dios, sino que nos pone en camino. Estamos
llamados a dar testimonio de nuestra fe, de tal forma que, junto con nosotros,
muchos más puedan aceptar en su corazón, y no sólo en su mente, la salvación
que nuestro Padre Dios nos ofrece en Jesús, su Hijo hecho uno de nosotros.
El
Señor nos reúne en torno suyo en esta celebración, Memorial de su Pascua
gloriosa. Él, para darnos un corazón nuevo y un Espíritu nuevo ha entregado su
vida en la cruz. Toda creación de algo nuevo reporta sacrificio. Y nosotros no
podemos recibir este don de Dios sólo tratando de disfrutarlo de un modo
pasivo. El Señor nos comunica su Vida y su Espíritu para que, en su Nombre,
vayamos contribuyendo, en medio de renuncias y sacrificios, a la construcción
de un mundo renovado en Cristo, hasta convertirlo en un signo del Reino de Dios
entre nosotros. Por eso aprendamos a ser fieles, en todo, a la voluntad de Dios
sobre cada uno de nosotros. Si en verdad aceptamos nuestro ser de hijos de
Dios, pongámonos en camino para proclamar nuestra fe mediante las obras, dando
así, en el mundo, razón de nuestra esperanza.
Tal
vez nuestra propia casa sea el lugar más difícil para dar testimonio del Señor.
Pero no podemos ir a otros lugares a proclamar la Buena Noticia de Salvación
mientras descuidamos a los nuestros. Ellos, más que nadie, nos conocen
profundamente. Cuando algunos de la casa, o de la comunidad a la que
pertenecemos, nos rechacen porque conozcan nuestra vida pasada, tal vez no muy
recta, no nos desanimemos; recordemos que el Señor nos invita a ir a nuestra
casa y dar testimonio, en medio de los nuestros, de lo misericordioso que Dios
ha sido para con nosotros. Esto nos ha de llevar también a no rechazar a
quienes, reconociendo sus propias miserias, han vuelto al Señor y se han
convertido en testigos suyos. Aprendamos a colaborar mutuamente en el trabajo
por hacer realidad entre nosotros el Reino de Dios. Trabajemos sin envidias.
Creamos que en verdad Dios habita en cada uno de nosotros, que somos sus hijos.
Cuando el mundo nos vea unidos en torno a Cristo y guiados por un mismo
Espíritu, podrá creer junto con nosotros en el Señor. De lo contrario, aun
cuando les digamos discursos bellamente armados, junto con nosotros vivirán
hipócritamente su fe, alabándolo con los labios, mientras su corazón estará
lejos de Él.
Roguémosle
al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos
conceda en abundancia la presencia de su Espíritu Santo en nosotros, para que
tengamos la valentía suficiente para trabajar por su Reino, sin desanimarnos
ante las críticas, desprecios, persecuciones o muerte. Amén.
(Homilía católica)
CIELOS
NUEVOS Y TIERRA NUEVA
Is
65,17-21; Jn 4, 43-54
El
enunciado anterior no es el lema de algún grupo de sectarios o fanáticos
fundamentalistas atrincherados en una visión medieval del mundo. Al contrario
es una invitación a la esperanza que se traduce en formas de convivencia
marcadas por los valores fundamentales, que tanto los profetas como el mismo
Señor Jesús, propusieron a sus oyentes: justicia, libertad, compasión, amor
fraterno y solidaridad. Ese proyecto no tendrá que ser delineado por un
iluminado que pretenda disponer de dones sobrenaturales y que quiera tratar al
resto como menores de edad, a quienes procurará someter por me-dio de una
estructura piramidal, contraria a la libertad de conciencia. Los cielos nuevos
y la tierra nueva, no son un proyecto impuesto por una facción vencedora sobre
el resto de las personas, es una organización y unas estructuras construidas de
manera corresponsable y colegial en clave de esperanza y fraternidad. Son
primicias que paladeamos y que anhelamos consolidar en la plenitud de la vida.
Santos
Benjamín de
Persia, mártir; Balbina de Roma, mártir.
Beata Juana de Toulouse, religiosa.
Feria (Morado)
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