jueves, 20 de marzo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA VIERNES 21 DE MARZO DE 2014


 LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 21  DE MARZO DE 2014
II SEMANA DE CUARESMA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 30, 2. 5)
En ti, Señor, he puesto mi confianza, que no quede yo defraudado eternamente; sácame de la trampa que me han puesto, pues tú eres mi protector.

ORACIÓN COLECTA
Por medio de nuestras privaciones cuaresmales, purifícanos, Señor todopoderoso, a fin de que podamos llegar con un espíritu nuevo a las próximas fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Ahí viene ese soñador. Démosle muerte.

DEL LIBRO DEL GÉNESIS: 37, 3-4. 12-13. 17-28

Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo, al grado de negarle la palabra.
Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquem los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: "Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquem. Te voy a enviar allá". José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo y se decían unos a otros: "Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños".
Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos, diciendo: "No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos". Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre.
Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano, y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: "¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos. Después de todo, es nuestro hermano y de nuestra misma sangre". Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 104
R/. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con todas las cosechas, ya había enviado por delante a un hombre: a José, vendido como esclavo. R/.

Le trabaron los pies con grilletes y rodearon su cuerpo con cadenas, hasta que se cumplió su predicción y Dios lo acreditó con su palabra. R/.

El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 3, 16)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.R/.


Éste es el heredero, vamos a matarlo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 21, 33-43. 45-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: "Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: 'A mi hijo lo respetarán'. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: 'Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia'. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?" Ellos le respondieron: "Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo". Entonces Jesús les dijo: "¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos".
Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que tu misericordia, Señor, nos prepare a celebrar esta Eucaristía y a vivirla con la fe y con las obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Cuaresma.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Jn 4, 10)
Dios nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este sacramento que hemos recibido, prenda de la salvación eterna, nos dé fuerzas, Señor, para vivir según tus mandamientos y alcanzar la recompensa prometida. Por Jesucristo, nuestro Señor.


HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO
VIERNES  21/03/2014
“LA ACTITUD DE QUIEN QUIERE ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS: 
PRIMERO, HUMILDAD; SEGUNDO, ORACIÓN”
Este es el consejo del Papa Francisco según comentarios de Radio Vaticano:
Es posible adueñarse de la Palabra de Dios y disponer de ella según el propio gusto, si un cristiano no es humilde y no reza. Para poner en guardia ante esta insidia el Papa desarrolló esta idea basándose en el Evangelio del día, en el que Jesús relata la parábola de los viñaderos homicidas que primero asesinan a los siervos y, por último, al hijo del dueño de la viña, con la intención de adueñarse de su herencia. Parábola que escucharon los fariseos, los ancianos y los sacerdotes, a los cuales – explicó Francisco – Jesús se dirige para hacerles comprender “dónde han caído” por no tener “el corazón abierto a la Palabra de Dios”:
“Éste es el drama de esta gente, ¡y también nuestro drama! Se adueñaron de la Palabra de Dios. Y la Palabra de Dios se vuelve palabra de ellos, una palabra según su interés, sus ideologías, sus teologías… pero a su servicio. Y cada uno la interpreta según su propia voluntad, según su propio interés. Éste es el drama de este pueblo. Y para conservar esto, asesinan. Esto sucedió a Jesús”.
“Los jefes de los sacerdotes y de los fariseos – prosiguió diciendo el Papa – comprendieron que hablaba de ellos cuando escucharon esta palabra de Jesús. Trataron de capturarlo y hacerlo morir”. De este modo – afirmó Francisco – “la Palabra de Dios se vuelve muerta, se vuelve prisionera, el Espíritu Santo está enjaulado en los deseos de cada uno de ellos”. Y es exactamente lo que nos sucede a nosotros, observó el Papa, “cuando no estamos abiertos a la novedad de la Palabra de Dios, cuando no somos obedientes a la Palabra de Dios”:
“Pero hay una frase que nos da esperanza. La Palabra de Dios está muerta en el corazón de esta gente; ¡también puede morir en nuestro corazón! Pero no termina, porque está viva en el corazón de los sencillos, de los humildes, del pueblo de Dios. Trataban de capturarlo, pero tuvieron miedo de la muchedumbre del pueblo de Dios, porque lo consideraba un profeta. Esa muchedumbre sencilla – que iba detrás de Jesús, porque lo que Jesús decía les hacía bien al corazón, daba calor al corazón – esta gente no se había equivocado: non usaba la Palabra de Dios para su propio interés. Sentía y trataba de ser un poco más buena”.
Al concluir su homilía Francisco se preguntó: ¿“Y nosotros, qué podemos hacer para no matar la Palabra de Dios”, para “ser dóciles”, “para no enjaular al Espíritu Santo”? Su respuesta fue: “Dos cosas sencillas”:
“Ésta es la actitud de quien quiere escuchar la Palabra de Dios: primero, humildad; segundo, oración. Esta gente no rezaba. No tenía necesidad de rezar. Se sentían seguros, se sentían fuertes, se sentían ‘dioses’. Humildad y oración: con la humildad y la oración vamos adelante para escuchar la Palabra de Dios y obedecerle. En la Iglesia. Humildad y oración en la Iglesia. Y así, no nos sucederá a nosotros lo que le pasó a esta gente: no mataremos para defender la Palabra de Dios, esa palabra que nosotros creemos que es la Palabra de Dios, pero que es una palabra totalmente alterada por nosotros”.
(María Fernanda Bernasconi – RV)

FUENTE: RADIO  VATICANO.

REFLEXION
Gen. 37, 3-4. 12-13. 17-28. El hombre contempla lo externo y de acuerdo a ello valora a las personas. En cambio Dios se fija en el interior del hombre.
A veces uno no comprende por qué el Señor se fija y tiene un amor preferencial por los pequeños, por los desvalidos, por los pobres. La historia de Abraham, Isaac y Jacob (Israel) no se continuará sino a través de quien, en ese momento era el hijo menor de Jacob, aquel que había engendrado en su ancianidad: José. Por eso le tenía un especial afecto y le había regalado una túnica confeccionada al estilo de las que usaban los reyes.
José, por su parte, había soñado que tendría el poder en sus manos, y que hasta sus mismos padres se lo reconocerían. Quien tuviera esa clase de sueños sería considerado como un dios; y esos sueños se harían efectivos mientras la persona siguiera viva. Por eso habría que acabar con el soñador, antes de que se colocara efectivamente como señor.
La envidia, el no querer reconocer el lugar que los demás tienen en la vida; el desconocer sus cualidades que los ponen al servicio de la comunidad de acuerdo a los carismas recibidos por Dios, es causa de muchas injusticias y muertes.
Los soñadores, aquellos en quienes Dios ha puesto grandes ideales, tienen que luchar constantemente a contracorriente y no perder ni su fe ni su esperanza. El desprecio, la marginación, los falsos testimonios para destruirlos, el dolor, el sufrimiento y la muerte serán muchas veces el precio de haber sido escogidos como personas de quienes no era digno el mundo.
Ojalá y supiéramos amar y ocupar cada uno el lugar que nos corresponde en la vida y saber aceptar que cada uno tiene mucho que aportar a favor del bien social, pero saber reconocer también que los demás tienen lo propio a favor de lo mismo.
Si supiéramos aprovechar las cualidades de todos y unir fuerzas y esfuerzos, viviríamos en un mundo más civilizado, más justo y más fraterno como consecuencia de nuestra sana convivencia y de la aceptación de los demás, con aquello que Dios puso en nuestra vida y en nuestro corazón para el bien de todos.

Sal. 105 (104). De todos modos, Dios siempre lleva adelante sus planes. Este Salmo nos hace ver que a pesar de la maldad de los hermanos de José, Dios sacó bien de mal. Comprendamos, pues que, a pesar de que muchas veces pareciera que fracasamos, si no perdemos la fe, Dios llevará a efecto lo que se ha propuesto sobre la vida de cada uno de nosotros.
Jesucristo, condenado a muerte, parecía un fracasado; pero por su filial obediencia ahora reina sentado a la diestra de Dios Padre.
María podría haberse desesperado, y le habría reclamar a Dios al ver crucificado a su Hijo, del cual el ángel de Dios le había dicho que su Reino no tendría fin. Sin embargo, al verlo resucitado y como Rey eterno, también pudo comprender que los caminos de Dios, muchas veces incomprensibles para nosotros, son los únicos que le dan seguridad y sentido a nuestra vida.

Mt. 21, 33-43. 45-46. Nadie puede apropiarse al pueblo. Por más autoridad que se tenga, sólo se es servidor de la comunidad. Son los intereses de todos los que se defienden; son los intereses de todos los que se buscan. Quien en lugar de servir se dedique a ser servido, se convertirá en opresor y dictador de la comunidad.
En tiempos de Jesús los sumos sacerdotes y los fariseos quisieron atrapar al mismo Dios y manipularlo a su antojo. Como poseedores de Dios pensaron ser los únicos santos. El pueblo de Dios caminaría conforme a la visión legalista y cultual, a su modo, de estos grupos. Ataron fardos muy pesados sobre los hombros de los demás; pero ellos ni con el dedo los llevaban. Muchos se sintieron despreciados y marginados; prefirieron vivir como gentiles y dar culto a Dios a su modo en lugar de someterse a injusticias y modelos de vivir la fe de manera hipócrita, por fuera como santos, por dentro cargados de podredumbre.
Cuando Jesús descubre ante todos la forma en que Dios quiere ser adorado: en espíritu y verdad; cuando Él mismo se convierte en un signo profético del amor de Dios para quienes viven atrapados por el pecado y que son buscados, como la oveja descarriada por el pastor, hasta encontrarlos; cuando se detiene ante la pobreza y el sufrimiento para remediarlos; entonces ellos, los aparentemente santos, ven que se les derrumba el poder religioso que les ha dado prestigio y bienes materiales.
Muchos profetas habían echado en cara a los que se creían justos la falta de una verdadera fe; de nada sirven los sacrificios y las largas oraciones mientras no se viva el amor verdadero por Dios y por el prójimo.
Quienes se atrevieron a hablar así, fueron perseguidos y muchos de ellos asesinados. La misma suerte espera al Hijo amado del Padre. Sin embargo la viña del Señor, el Reino de Dios, se les quitó a esa clase de gentes y se le entregó a un pueblo que debe producir el fruto esperado.
La celebración de la Eucaristía, que nos reúne en este día, no puede ser motivo de hipocresía para quienes formamos el nuevo pueblo de hijos de Dios. El Señor espera no sólo nuestras manos levantadas hacia Él. Dar la vida para que los demás tengan vida; eso es lo que celebramos y a eso es a lo que nos comprometemos.
No podemos venir sólo para que se piense que somos personas buenas por nuestra constancia en el culto. Mientras no cambiemos en nuestras actitudes; mientras no seamos un signo claro de Cristo para los demás, mientras continuemos alabando a Dios en la comunidad pero continuemos siendo injustos, delincuentes, malvados, seremos hipócritas y faltos de una verdadera fe.
Quienes han sido constituidos pastores del pueblo de Dios lo han de apacentar para que todos reciban el buen alimento de la Palabra, del Pan compartido y del buen ejemplo.
No se ocupa un puesto en la Iglesia para tener prestigio ni una forma de vivir a costa del pueblo. Jesucristo nos ha enseñado que amar es servir y dar la vida por los que uno ama. Esto es a lo que está llamado quien ha recibido la vocación y la misión de ser signo de Cristo Cabeza, Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia.
Dios ha distribuido sus dones en todos nosotros para que podamos, con la mutua colaboración, construir una sociedad más digna para todos.
No podemos negar los desequilibrios y el ansia de poder desmedido que anida en muchos corazones. Muchas voces han sido apagadas por el miedo de perder el prestigio o el poder. ¡Cuánto necesitamos de personas que hagan realidad la sincera conversión en sus vidas! Nadie puede escaparse de esa necesidad. Todos necesitamos abrir los ojos para reconocer a nuestro prójimo como hermano nuestro; todos necesitamos trabajar como una sola familia, como un sólo cuerpo donde cada miembro aporta lo propio a favor del bien de todos.
No continuemos asesinando, persiguiendo, apagando la voz de los demás. Sepamos convivir como hijos de un mismo Dios y Padre; Dios espera de nosotros la unidad, pero esa unidad no brotará de corazones que sólo piensan en sí mismos y son incapaces de abrir la mirada y ampliar los horizontes para reconocer que no son ellos el centro de todo, sino que todos tenemos una palabra que decir en favor de los demás.
Sólo el amor podrá hacer que la Eucaristía no se quede como un acto de culto aislado en la vida del creyente, sino que se continúe en el trajín de la vida diaria, ahí donde debemos ser constructores de la ciudad terrena como un lugar de mayor justicia, de mayor solidaridad con los necesitados, con una preocupación por el verdadero progreso en todos los niveles y por vivir, finalmente, en un verdadero amor fraterno. En medio de todo esto, no hemos de perder de vista que nuestros pasos se encaminan a la consecución de los bienes eternos y que, ya desde ahora, vivimos el amor, la alegría y la paz que deseamos sean nuestros de un modo definitivo en la presencia de Dios.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que, unidos a su Hijo único y fortalecidos por el Espíritu Santo, vivamos alegres aceptando y compartiendo los dones y carismas que el mismo Espíritu ha derramado en nosotros para el bien de todos. Amén.   (Reflexión de Homilía católica).

REFLEXIÓN: LA VIOLENCIA FRATRICIDA
Gn 37,3-4. 12-13- 17-28; Mt 21, 33-34. 45-46
El relato del libro del Génesis refiere los sucesos de manera anecdótica. Los hermanos de José se incomodan contra él pues les resulta insoportable advertir que es el hijo preferido de su padre Jacob. Obviamente esas preferencias no son recomendables, pero suelen ocurrir y no pasan inadvertidas entre los hermanos. El coraje se convirtió en resentimiento y luego en un odio homicida, que solamente fue detenido por la opinión sensata de Judá, hermano de José. El relato ficticio que nos refiere el Evangelio, no lo es del todo, puesto que encuentra confirmación en la existencia de diversos profetas que fueron perseguidos y ajusticiados en Israel. Jesús expresó en esta parábola las amenazas que advertía en contra suya: los poderes establecidos en Jerusalén tramaban su ejecución. La certeza de que el Padre haría justicia, le sostuvo en la hora adversa.


Santos
Serapión de Thmius, obispo; Juan de Valence, obispo; 
Catalina de Génova, laica. 
Feria (Morado) .

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