LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
VIERNES
28 DE MARZO DE 2014.
III
SEMANA DE CUARESMA
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 85, 8. 10)
Señor,
no hay otro dios igual a ti, porque sólo tú eres grande y haces maravillas;
porque sólo tú eres Dios.
ORACIÓN
COLECTA
Infunde
Señor, en nosotros tu gracia para que podamos dominar nuestras pasiones y
permanecer fieles a tus palabras de vida eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Nunca
llamaremos ya "dios nuestro" a las obras de nuestras manos.
DEL
LIBRO DEL PROFETA OSEAS: 14, 2-10
Esto
dice el Señor Dios: "Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu
maldad te ha hecho sucumbir. Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle:
'Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que
solemnemente te prometemos.
Ya
no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a
llamar "dios nuestro" a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti
encuentra piedad el huérfano'.
Yo
perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan,
porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío; mi
pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces, como el
álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y
tendrá la fragancia de los cedros del Líbano.
Volverán
a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan
famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos.
Yo
te he castigado, pero yo también te voy a restaurar, pues soy como un ciprés,
siempre verde, y gracias a mí, tú das frutos.
Quien
sea sabio, que comprenda estas cosas y quien sea prudente, que las conozca. Los
mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores, en
cambio, tropiezan en ellos y caen".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 80
R/.
Yo soy tu Dios, escúchame.
Oyó
Israel palabras nunca oídas: "He quitado la carga de tus hombros y el
pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré. R/.
Te
respondí, oculto entre los truenos, y te probé en Meribá, junto a la fuente.
Escucha, pueblo mío, mi advertencia, ¡Israel, si quisieras escucharme! R/.
No
tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros, porque yo el
Señor, soy el Dios tuyo, que te sacó de Egipto, tu destierro. R/.
¡Ojalá
que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo
mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre". R/.
ACLAMACIÓN
(Mt 4, 17) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Conviértanse,
dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos. R/.
El
Señor tu Dios es el único Dios: ámalo.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 12, 28-34
En
aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Cuál
es el primero de todos los mandamientos?" Jesús le respondió: "El
primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay ningún mandamiento mayor que éstos".
El
escriba replicó: "Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el
Señor es único y que no hay otro fuera de Él, y amarlo con todo el corazón, con
toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale
más que todos los holocaustos y sacrificios".
Jesús,
viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: "No estás lejos del
Reino de Dios". Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Mira,
Señor, con benevolencia los dones que te presentamos; que te sean agradables y
se conviertan para nosotros en fuente de salvación. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio
I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. Mc 12, 33)
Amar
a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos
los sacrificios.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
la fuerza de tu Espíritu vigorice, Señor, todo nuestro ser para que podamos
obtener plenamente la salvación, cuya prenda hemos recibido en esta Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
DIOS ES EL PRIMERO QUE CUMPLE EL MANDAMIENTO DEL AMOR
HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO EL VIERNES 28/03/2014
Dios ama, “no sabe hacer otra cosa”. Lo subrayó el Papa Francisco en la
Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa reiteró que el Señor
siempre nos espera y nos perdona, es “el Dios de la misericordia” que nos hace
fiesta cuando regresamos a Él.
Dios tiene nostalgia de nosotros, cuando nos alejamos de Él. El Papa
desarrolló su homilía partiendo del Libro del Profeta Oseas, en la primera
Lectura. El Señor, observó, nos habla con ternura. También cuando “nos invita a
la conversión” y si bien esta palabra nos “suena un poco fuerte”, evidenció,
dentro de ella existe “una nostalgia amorosa de Dios”. Existe la exhortación
del Padre que dice al hijo: “Vuelve, es hora de regresar a casa”:
“Es el corazón de nuestro Padre, Dios es así: no se cansa, ¡no se cansa! Y
por tantos siglos ha hecho esto, con tanta apostasía, tanta apostasía del
pueblo. Y Él regresa siempre, porque nuestro Dios es un Dios que espera. Desde
aquella tarde en el Paraíso terrenal, Adán salió del Paraíso con una pena y
también una promesa. Y Él es fiel, el Señor es fiel a su promesa, porque no
puede renegar a sí mismo. Es fiel. Y así nos ha esperado a todos nosotros, a lo
largo de la historia. Es el Dios que nos espera, siempre”.
El Santo Padre dirigió su pensamiento a la Parábola del hijo pródigo. El
Evangelio de Lucas, recordó, nos dice que el padre ve al hijo de lejos porque
lo esperaba. El padre, agregó, “subía al terraza todos los días a ver si el
hijo regresaba. Esperaba. Y cuando lo vio, corrió” y “se le abalanzó al
cuello”. El hijo había preparado las palabras que iba a decir, pero el padre no
lo deja hablar: “Con el abrazo le tapó la boca”:
“Éste es nuestro Padre, el Dios que nos espera. Siempre. ‘Pero, padre, yo
tengo tantos pecados, no sé si Él estará contento’. ‘¡Prueba! Si tú quieres
conocer la ternura de este Padre, va hacia Él y prueba, luego me cuentas’. El
Dios que nos espera. Dios que espera y también Dios que perdona. Es el Dios de
la misericordia: no se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos
de pedir perdón, pero Él no se cansa. Setenta veces siete: siempre; adelante
con el perdón. Y desde el punto de vista de una empresa, el balance es
negativo. Él pierde siempre: pierde en el balance de las cosas, pero vence en
el amor”.
Y esto, continuó, porque Él “es el primero que cumple el mandamiento del
amor”. “El ama – dijo el Obispo de Roma – no sabe hacer otra cosa”. Y también
“los milagros que Jesús hacía, con tantos enfermos – agregó – eran también un
signo del gran milagro que cada día el Señor realiza con nosotros, cuando
tenemos el coraje de alzarnos e ir hacia Él”. Y cuando pasa esto, afirmó
Francisco, Dios hace fiesta. “No como el banquete de aquel hombre rico, que
tenía en la puerta al pobre Lázaro”, advirtió, Dios “hace otro banquete, como
el padre del hijo pródigo”:
“‘Porque tú florecerás como un lirio, es la promesa, ‘Te haré fiesta’. ‘Tus
retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como
la del Líbano’. La vida de cada persona, de cada hombre, cada mujer, que tiene
el coraje de acercarse al Señor, encontrará la alegría de la fiesta de Dios.
Así pues, que esta palabra nos ayude a pensar a nuestro Padre, Padre que nos
espera siempre, que nos perdona siempre y que hace fiesta cuando regresamos”.
(RC-RV)
FUENTE: Radio Vaticano.
REFLEXIÓN
Os.
14, 2-10. Es tiempo de conversión. No sólo hay que buscar al Señor, rico en
misericordia. Hay que volver a poner totalmente la confianza en Él. Hay que
convertirse, hay que arrepentirse, hay que confesar ante Dios la propia culpa.
Esto debe hacerse con un corazón sincero, sin hipocresías, sin cultos meramente
exteriores.
Dios,
antes de aquello que pudiéramos ofrecerle, nos quiere a nosotros. Cuando
volvamos a entrar en comunión con Él, disfrutaremos de todos los bienes. El
Señor se convertirá para nosotros en nuestro protector, en aquel, gracias al
cual podremos producir fruto abundante de buenas obras.
Sin
embargo, hemos de estar vigilantes, para que las cosas pasajeras no nos dominen
ni se vayan a convertir para nosotros en ídolos.
Dios
siempre está dispuesto a perdonar a quien, reconociendo su propia culpa, se
acerca con humildad y sinceridad a Él para iniciar nuevamente el camino tras
las huellas de su Hijo. Él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento
de la verdad. Él mismo nos dice que busquemos primero el Reino de Dios y su
justicia, y que todo lo demás vendrá a nosotros por añadidura.
Que
esta Cuaresma se convierta para nosotros en el tiempo propicio para volver a
encontrarnos con Dios y reconciliarnos con Él. A partir de entonces la Pascua
de Cristo será para nosotros motivo de paz, de alegría y gozo en el Espíritu.
Entonces seremos signos del amor de Dios en medio de nuestros hermanos.
Sal.
81 (80). Se nos previene sobre un culto vacío de buenas obras. No basta darle
culto a Dios y estallar en aplausos y alabanzas. Hay que escuchar su voz poner
en práctica lo que nos pide.
Dios
se ha manifestado como aquel de quien nació el Pueblo de Israel; lo liberó de
la esclavitud; lo condujo por el desierto hacia la tierra prometida, librándolo
de sus enemigos y dándoles la Ley Santa; cumplió las promesas hechas a sus
antiguos padres, de que sus descendientes poseerían una tierra que mana leche y
miel. Y ahora piensan que son gratos a Dios, sólo porque le dan un culto lleno
de festejos externos. Dios nos quiere a nosotros.
Nuestro
culto, si no va acompañado de la fidelidad a las enseñanzas del Señor, se
convierte en una hipocresía. Bien podría también reclamarnos a nosotros el
Señor: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En
la Cuaresma Dios nos llama para que no sigamos endureciendo nuestro corazón. Es
necesario estrenar un corazón nuevo, de carne, capaz de amar, capaz de producir
fruto abundante de bondad, de santidad, de justicia y de paz.
Es
necesario estrenar un espíritu nuevo que haga que nuestro cuerpo manifieste que
no es movido por los desórdenes, sino por el Espíritu de Dios que habita en
nosotros y viene en nuestro auxilio, no sólo para que llamemos Padre a Dios,
sino para que lo tengamos en verdad por Padre.
San
Marcos 12, 28b-34:
Lo
más importantes
Autor:
Arquidiócesis de Madrid
Nos
pasamos la vida ocupados en múltiples cosas y corremos el peligro de descuidar
lo más importante. Cuántas veces lo urgente nos priva de lo esencial. Sin
embargo, nuestro corazón no se conforma con eso. Podemos engañarlo un poco,
pero a la larga la farsa queda al descubierto. Estamos hechos para Dios y, sin
amor, no somos nada.
El
escriba hace una pregunta osada al Señor. Tal y como se desarrolla la
conversación no podemos dudar de que actuaba con rectitud de intención. No
descubrimos en él un mero interés retórico ni una discusión intelectual. Ese es
un primer paso que le merece un elogio de Jesús: “No estás lejos del reino de
Dios”. Quizás eso es lo primero, plantearse de verdad las cosas, sin
frivolidades.
Muchas
veces discutimos en qué consiste la felicidad. Todos decimos buscarla pero
nadie arriesga nada en su pregunta., Si de golpe se nos hiciera evidente la
respuesta seguiríamos sin movernos y expectantes de que la discusión siguiera
para no tener que movernos. El escriba preguntó sinceramente. Sabía que ahí se
lo jugaba todo. Quería saber cuál era el mandamiento más importante para
intentar cumplirlo.
El
mandamiento tiene dos partes: amar a Dios y amar al prójimo. Santa Catalina de
Siena comenta, refiriéndose a la promesa del Señor de que donde hay dos o más
reunidos en su nombre que Él estará con ellos, que ahí el Señor se refiere a
estar con la actitud de amarle a él y a los demás. Entiende a los dos
considerando a cada persona en la disponibilidad de guardar el primer y
principal mandamiento. Entonces, cuando es así, podemos decir que estamos
reunidos en su nombre. Si falta la caridad ninguna multitud, por grande que
sea, es capaz de hacer presente al Señor. Pero donde hay amor Dios está
presente.
El
tiempo cuaresmal nos invita a hacernos preguntas verdaderas. A partir de ellas
es posible el cambio interior. Eso supone tomarse en serio la propia vida
espiritual; dejar de verla como algo secundario y afrontarla totalmente en
serio. Así lo hace el escriba. Su pregunta, traducida a nosotros, dice: ¿qué es
lo más importante de mi vida? ¿Dónde debe estar el centro de todo lo que haga?
¿Qué es lo que no debe faltarme?
Puestos
delante del Señor hemos de ser capaces de preguntar aquello que ya sabemos. El
escriba conocía ya la respuesta del Señor como vemos en el diálogo. Pero
necesitó confirmar ante el mismo Hijo de Dios lo que ya sabía. Así obtuvo una
certeza más grande y, unida a ella, la fuerza para ponerse en camino. Eso lo
logramos en la oración. Muchas veces no salen temas nuevos sino que volvemos a
lo que ya hemos contemplado o meditado muchas veces. No importa. Porque la
experiencia de la oración no es sólo lo que vemos sino también el afecto y los
propósitos que surgen de nuestro trato con el Señor.
Virgen
María, ayúdanos a dialogar con el Señor, y que en nuestra oración aparezcan los
temas verdaderamente importantes para nuestra vida espiritual.
********
EL
AMOR AUTÉNTICO
Os
14,2-10; Mc 12, 28,34
El
texto con el cual culmina su obra el profeta Oseas es verdaderamente una de las
cumbres teológicas del Antiguo Testamento. Dios responde a la confesión sincera
de culpa de su pueblo, que se desmarca de la idolatría y se ofrece a sí mismo
como don voluntario al Señor. Dios declara enfáticamente que su amor no se
atiene a los parámetros humanos del mérito y la reciprocidad: "los querré
sin que lo merezcan". El profeta concluye su obra con una frase interpeladora,
invitando a los inteligentes a que comprendan sus palabras. El diálogo que
sostienen Jesús y los letrados pareciera demasiado simple, puesto que
pensaríamos que todo mundo sabe cuáles son los mandamientos principales: amor a
Dios y al prójimo. Sin embargo, en esto, el problema no es teorizar acerca del
asunto, sino vivir armoniosamente esa doble exigencia: la del amor a Dios y al
prójimo que lo representa sacramentalmente. (www misal com mx)
Santos
Gontrán de Borgoña, rey; Esteban Harding, fundador;
Cirilo de Fenicia, mártir. Feria (Morado)
No hay comentarios:
Publicar un comentario