lunes, 3 de marzo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. LUNES 03 DE MARZO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
LUNES  03 DE MARZO DE 2014
VIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Jn 14, 26; 15, 26)
Cuando venga el Espíritu de la verdad, Él los guiará hasta la verdad plena, dice el Señor.

ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor, que el Espíritu Santo, que procede de ti, ilumine nuestras mentes y las guíe hacia la verdad plena, como nos lo prometió tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
Ustedes no han visto a Cristo, y sin embargo, lo aman; al creer ahora en Él se llenan de una alegría indescriptible.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO: 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que Él nos tiene reservada como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, Él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que Él revelará al final de los tiempos.
Por esta razón, alégrense, aun cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego.
A Cristo Jesús no lo han visto y, sin embargo, lo aman; al creer en Él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación de sus almas, que es la meta de la fe.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 110
R/. El Señor se acuerda siempre de su alianza.

Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R/.

Ha hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. Acordándose siempre de su alianza, él le da de comer al que lo teme. R/.

Él redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente. R/.

ACLAMACIÓN (2 Co 8, 9) R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza. R/.


Ve y vende lo que tienes y sígueme.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante Él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre".
Entonces él le contestó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven". Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme". Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!" Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: "Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios".
Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: "Entonces, ¿quién puede salvarse?" Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: "Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con agrado, la ofrenda espiritual que traemos a tu altar, en nuestro deseo filial de servirte, y concédenos vivir conforme a tu espíritu para que la fe y la humildad de tus hijos te hagan aceptables estos dones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 15, 26; 16, 14)
El Espíritu que procede del Padre, me glorificará, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, Dios nuestro, que te has dignado alimentarnos con este pan celestial, infunde tu Espíritu en lo más íntimo de nuestros corazones, para que se nos convierta en don eterno lo que hemos recibido en el altar. Por Jesucristo, nuestro Señor.


HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO
03/03/2014

REZAR A DIOS POR LAS VOCACIONES, PARA QUE ENVÍE SACERDOTES Y RELIGIOSAS CON EL CORAZÓN SÓLO PARA ÉL, LIBRES DE LA IDOLATRÍA DE LA VANIDAD, DEL PODER Y DEL DINERO:  fue la exhortación lanzada por el Papa Francisco la mañana del lunes durante la Misa en la Casa de Santa Marta.

El Evangelio del hombre rico que se arrodilla ante Jesús para preguntarle qué debe hacer para heredar la Vida eterna, estuvo al centro de la homilía del Papa. Este hombre - subrayó- “tenía tantas ganas de escuchar las palabras de Jesús”: Era “un hombre bueno, porque desde su juventud había observado los mandamientos. Un hombre bueno”, por lo tanto, “pero esto, para él, no era suficiente: quería mucho más. El Espíritu Santo lo empujaba”. Jesús lo mira con amor y le hace la propuesta: “Vende todo y ven conmigo a predicar el Evangelio”. Pero él, escuchando estas palabras, “se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes:

“Su corazón inquieto, precisamente por el Espíritu Santo que lo empujaba a acercarse a Jesús y a seguirlo, era un corazón lleno, y él no tuvo el coraje de vaciarlo. E hizo su elección: el dinero. El corazón lleno de dinero… Pero no era un ladrón, un reo: ¡no, no, no! Era un hombre bueno: jamás había robado, ¡jamás! Jamás había estafado: era dinero honesto. Pero su corazón estaba aprisionado allí, estaba ligado al dinero y no tenía la libertad de elegir. El dinero eligió por él”.

“Tantos jóvenes - prosiguió el Santo Padre - sienten en su corazón esta ‘llamada’ a acercarse a Jesús, y son entusiastas”, “no tienen vergüenza de arrodillarse” ante Él, de “dar demostración pública de su fe en Jesucristo” y “quieren seguirlo, pero, cuando tienen el corazón lleno de otra cosa y no tienen el coraje para vaciarlo, dan marcha atrás, y aquella alegría se convierte en tristeza”. También hoy hay muchos jóvenes que tienen la vocación, pero a veces hay algo “que los detiene”:

“Debemos rezar para que el corazón de estos jóvenes pueda vaciarse, vaciarse de otros intereses, de otros amores, para que el corazón se vuelva libre. Y ésta es la oración por las vocaciones: ‘Señor, envíanos, envíanos religiosas, envíanos sacerdotes, defiéndelos de la idolatría, de la idolatría de la vanidad, de la idolatría de la soberbia, de la idolatría del poder, de la idolatría del dinero’. Y nuestra oración es para preparar estos corazones para que puedan seguir de cerca a Jesús”.

El hombre de este Evangelio - afirmó Francisco- es “tan bueno y después tan infeliz”. Hoy en día hay muchos jóvenes así. Por esto es necesario elevar a Dios una oración intensa:

“La oración: ‘Ayuda, Señor, a estos jóvenes, para que sean libres y no sean esclavos, para que tengan el corazón sólo para ti’, y de esta forma la llamada del Señor puede dar fruto. Esta es la oración por las vocaciones. Debemos rezar mucho: rezar. Pero, estar siempre atentos: las vocaciones existen. Debemos ayudar a que crezcan, a que el Señor pueda entrar en aquellos corazones y darles esta alegría indecible y gloriosa que tiene toda persona que sigue de cerca a Jesús”. (RC-RV)

Fuente: Radio Vaticano.

REFLEXIÓN

1 Pedro 1,33-9
a) Empezamos hay la primera carta de san Pedro. La seguiremos leyendo hasta el viernes.
Los estudiosos no están seguros de que su atribución a Pedro sea auténtica, o si el escrito se debe a un autor desconocido que quiso ampararse bajo ese nombre, ciertamente prestigioso en las primeras generaciones. Si es de Pedro, la fecha de redacción de la carta sería hacia el ano 64. Si no, podría ser más tardía.
En un período de persecuciones, la carta quiere dar ánimos a los cristianos, recordándoles la fuente de su identidad cristiana, el bautismo, y su pertenencia a la comunidad eclesial. Algunos estudiosos han creído reconocer en este escrito como un guión de celebración bautismal y pascual, o una homilía dirigida a los recién bautizados, los neófitos, para que empiecen a vivir el nuevo estilo de vida de Cristo.
La página primera de la carta es un himno de acción de gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Un himno impregnado de esperanza y de ánimos, que contiene estas ideas:
- los cristianos hemos nacido de nuevo, somos regenerados
- por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos
- y eso nos llena de esperanza y nos da ánimos para seguir fieles a Cristo, a pesar de que haya pruebas y sufrimientos
- mientras caminamos hacia la herencia final, incorruptible, que tenemos reservada para nosotros en el cielo
- y se nos dará cuando se manifeste Jesucristo;
- los cristianos de las siguientes generaciones tienen un gran mérito: «no habéis visto a Jesucristo y lo amáis; no lo véis y creéis en él y os alegráis con un gozo indecible y transfigurado».
b) En nuestra vida ha sido Dios quien ha tomado la iniciativa. Resucitando a Jesús de entre los muertos y ofreciéndonos después el bautismo como inicio de una nueva vida, nos ha puesto en el mejor y más seguro camino de salvación. Somos herederos de una herencia que está a buen recaudo: nuestra garantía está en el cielo y se llama Cristo Jesús, a quien seguimos como cristianos.
La página de Pedro está llena de optimismo: resurrección, nacimiento nuevo, esperanza, alegría, fuerza, marcha dinámica de la comunidad hacia la salvación final. Que en medio haya momentos de sufrimiento y prueba tiene, en este contexto, menos importancia. Porque con la fuerza de Dios podemos superarlo todo. En verdad podemos decir, con el salmista: «Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea... envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza».
Nos puede resultar estimulante que Pedro nos diga -a nosotros aún con mayor motivo que a los de la segunda generación- que tenemos mérito en amar y seguir a Cristo sin haberle visto ni haber sido contemporáneos suyos.
Los cristianos tendríamos que recordar más nuestro bautismo. Podríamos, por ejemplo, visitar al menos una vez al año la fuente bautismal en que renacimos a la vida de Cristo y fuimos incorporados a su comunidad. Por ejemplo en torno a la Pascua podíamos hacer una oración, personal o comunitaria, junto al baptisterio de la parroquia, dando gracias a Dios porque por medio de este sacramento fuimos hechos coherederos con Cristo de una esperanza que no nos fallará y recibimos la fuerza del Espíritu para emprender el difícil camino de la vida, hasta la alegría final.

J. Aldazabal
Enséñame Tus Caminos

Mc. 10, 17-27. En una cultura en la que se pensaba que Dios premia a los buenos cargándolos de riqueza, de poder y de salud; y que castiga a los malos dejándolos en la pobreza, marginados por todos y cargados de enfermedades; ahí donde admiraban a los santos y veían sus casas llenas de comida y de bienes y a ellos vestidos con amplios ropajes; ellos, que recibían los puestos de honor en los banquetes y todo mundo les hacía reverencia por las calles; ellos, los santos, los puros, los únicos salvados porque Dios, a causa de su fidelidad a la ley, los trataba como a sus amigos muy queridos llenándolos de todo lo bello que hay sobre la tierra; ellos, ahora recibían una diatriba de parte de Jesús: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! ¡Qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Los discípulos se quedan boquiabiertos. ¿Cómo? ¿Qué no son ellos los que ya desde ahora ocupan los primeros lugares en el Reino de Dios? ¿No son los amigos de Dios, los puros, los ya salvados? o ¿Acaso están más condenados que salvados? La esclavitud al dinero, convertirlo en dios, en el centro de la vida, en aquello por lo que uno se desvela y angustia; aquello sin lo que la persona se siente menos, se siente insegura, se siente infeliz; esa esclavitud es lo que le impide a la persona abrir los ojos hacia Dios y hacia el amor al prójimo. El dinero buscado con avidez causa muchas injusticias, y el egoísmo, nacido de él, provoca muchos desprecios y arrogancias. Se pierde la capacidad de amar al estilo de Cristo. En este caso su Reino, su doctrina, sus exigencias mejor ignorarlas para evitar un compromiso que nos haga venderlo todo, distribuir el dinero entre los pobres y seguir al Pobre de Nazaret haciendo el bien a los desarrapados, a los andrajosos, a los hambrientos y a los que se mueren de frío. ¿Esa es la forma como nosotros creemos en Cristo?
No podemos venir solo a la Eucaristía para encomendarnos a Dios y pedirle que cuide de nosotros y de lo nuestro. Hemos de venir a pedirle que nos ayude a cuidar de nuestro prójimo, con el mismo amor que nos ha manifestado en su Hijo que dio su vida por nosotros. Ese es el compromiso que hoy adquirimos en su presencia. Pareciera que es imposible despegarnos de nuestras esclavitudes, sobre todo a lo pasajero. Dios puede hacerlo si es que en verdad venimos a encontrarnos con Él para dejamos amarnos por Él y queremos sentir su amor de Padre providente que velará siempre por nosotros, pues Él jamás abandona a los que son suyos.
Con nuestra fe puesta en Dios, teniéndolo a Él como centro de nuestra vida, nada ocupará el lugar que sólo a Él le corresponde; entonces sabremos que sólo somos administradores de los bienes de Dios en favor de los demás y seremos fieles en lo poco para que se nos confíe lo mucho y, sin egoísmos, llegaremos incluso a ser portadores de las riquezas del Evangelio, que es Cristo, en favor de los demás. Así todos podrán disfrutar de una vida digna; así todos podrán sentarse a la misma mesa; así podremos estar todos algún día en la mesa del Banquete Eterno.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser buenos administradores de su Gracia y de sus bienes en favor de los demás. Que no queramos aprovecharnos de los demás explotándolos a favor nuestro; que luchemos para lograr que todos tengan salarios que retribuyan de un modo más justo su trabajo. Que vivamos como hermanos y no veamos a nadie como esclavo. Que el Señor nos conceda que así, juntos y unidos por el amor, podamos algún día disfrutar de los bienes eternos. Amén.

Reflexión de: Homilía católica



REFLEXIÓN: LA HERENCIA QUE NO DECAE
1 P 1, 3-9; Mc 10, 17-27
Como leemos en la introducción de la Primera Carta de Pedro, los primeros cristianos tenían conciencia de ser forasteros y emigrantes en este mundo. Desde esa convicción no tenía sentido afanarse por consolidar fortunas cuantiosas en este mundo pasajero. La adhesión a las riquezas siempre ha sido ocasión de tropiezos para las personas. El Evangelio de san Marcos lo describe de manera ilustrativa: el protagonista del relato no consigue despegarse de sus bienes y no puede seguir a Jesús, porque su corazón está apegado a las riquezas. En la sociedad consumista en que vivimos parece bastante difícil asumir la enseñanza de este pasaje; quienes viven la eco-sencillez, disponen de los bienes necesarios y los administran de forma cuidadosa para no convertirse en esclavos de la riqueza injusta. (DE www misal . com . mx)



Santos: Emeterio y Caledonio o Celedonio de Calahorra, mártires; Liberato, Samuel y Miguel Pío de Etiopía, mártires. Catalina María Drexel, fundadora. Feria (Verde)


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