sábado, 1 de marzo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. DOMINGO 2 DE MARZO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 2 DE MARZO DE 2014
VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 17, 19-20)
El Señor es mi protector; Él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Yo nunca me olvidaré de ti.


DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS: 49, 14-15

"Sión había dicho: 'El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido'. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti", dice el Señor todopoderoso.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL:  Del salmo 61
R/. Sólo en Dios he puesto mi confianza.

Sólo en Dios he puesto mi confianza, porque de Él vendrá el bien que espero. Él es mi refugio y mi defensa, ya nada me inquietará. R/.

Sólo Dios es mi esperanza, mi confianza es el Señor: es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y salvador. R/.

De Dios viene mi salvación y mi gloria; Él es mi roca firme y mi refugio. Confía siempre en Él, pueblo mío, y desahoga tu corazón en su presencia. R/

El Señor pondrá al descubierto las intenciones del corazón.


DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 4, 1-5

Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca.

ACLAMACIÓN (Hb 4, 12) R/. Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R/.


No se preocupen por el día de mañana.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 6, 24-34

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

CREDO…

PLEGARIA UNIVERSAL
Presentemos al Padre nuestra oración, seguros de que la acogerá con benevolencia.
Después de cada petición diremos: Te lo pedimos, Señor.
Para que gobierne a su Iglesia. Oremos.
Para que asista al Papa, a los obispos, a los presbíteros y a los diáconos en su servicio. Oremos.
Para que conceda paz y concordia a todos los pueblos de la tierra. Oremos.
Para que reciba a los difuntos en su Reino. Oremos.
Para que nos dé alegría para servirlo en paz y confianza. Oremos.
Dios Padre, tú que amas a todos, concédenos lo que te hemos pedido con humildad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que este pan y este vino que tú mismo nos das para ofrecértelos nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 28, 20)
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


REFLEXIONES

CONFIAR EN DIOS Y “EN LOS QUE LE RODEAN”
1.- El tema central de las tres lecturas de este domingo es, sin duda, la confianza en Dios. La frase que mejor puede resumir esta idea es la que está escrita en la primera lectura, del profeta Isaías: “¿es que puede una madre olvidarse de su criatura… pues, aunque ella se olvide, yo no me olvidaré”? Cuando he leído las lecturas de este domingo me he acordado de una anécdota que nos cuenta Hans Küng en su último libro. Dice Hans Küng que cuando en 1965, recién terminado el Concilio, fue él, joven perito conciliar, a hablar con Pablo VI, este le dijo: “Debe confiar usted en mí”. A lo que el joven teólogo respondió: “Yo sí confío en usted, Santidad, pero no confío en todos los que le rodean”. Aplicando esto a Dios, con perdón, también los apóstoles podrían haberle dicho al Maestro: nosotros confiamos en ti, Señor, pero no en todos los que te rodean. Sí, todos debemos confiar en Dios y en su providencia, pero sin olvidar que Dios actúa por medio de causas segundas, entre las que se cuentan, en primer lugar, las personas humanas. Es evidente que Dios, nuestro Padre del cielo, no nos va a olvidar nunca, sabe todo lo que necesitamos y quiere dárnoslo. Pero nos lo da, generalmente, a través de personas humanas y, si estas se niegan a secundar la voluntad de Dios, la misericordia de Dios no puede llegar hasta nosotros. ¿Cómo va a querer Dios que mueran de hambre miles de niños en el mundo? Esos niños no se mueren por falta de confianza en Dios, sino porque no han podido confiar en los que Dios quería que les ayudaran. Todos nosotros podemos ser, a través de nuestra acción y de nuestra oración, intermediarios de Dios; todos nosotros podemos hacer, en alguna ocasión, que la acción misericordiosa de Dios llegue hasta alguna persona necesitada. Las personas necesitadas –y todos somos personas necesitadas- necesitamos no sólo confiar en Dios, sino poder confiar en todas aquellas personas a través de las cuales Dios quiere llegar hasta nosotros.
2.- No podéis servir a Dios y al dinero. No podemos permitir que el dinero sea nuestro amo; debemos amar el dinero, pero como amamos a alguien que nos sirve, nunca como a alguien a quien nosotros servimos, como a nuestro amo. La causa de la crisis económica que padecemos ha consistido en amar al dinero más que a Dios, en tratar de construir un reino del dinero, antes que un reino de Dios. La causa de la crisis económica tiene su raíz más profunda en la ambición desmedida del corazón humano, en poner el corazón en el dinero, en lugar de poner el corazón en el reino de Dios y su justicia. Necesitamos el dinero, como necesitamos la comida para comer y la bebida para beber, pero no necesitamos el dinero para que nos domine y esclavice, como no necesitamos la comida para empacharnos, ni la bebida para emborracharnos. El que pone su corazón en el dinero vive para el dinero y es esclavo del dinero; no le queda en su corazón espacio para servir a Dios. El que pone su corazón en el dinero, además de esclavizarse él, tiende a esclavizar a las personas que dependen de él. Al que pone su corazón en el dinero le importa más el dinero que las personas. Por eso llamaba Santa Teresa al dinero la “mierda del diablo”, porque por amor al dinero somos capaces de traicionar a los demás y vender nuestra alma al diablo. Dios es mucho mejor amo que el dinero; sirvamos a Dios, antes que al dinero.
3.- Mi juez es el Señor. San Pablo tenía tal confianza en Dios, que no le importaba lo que dijeran de él los demás, ni siquiera lo que se decía él a sí mismo; lo único que le importaba es lo que Dios le dijera a él. Por eso, nos dice, no seamos nosotros apresurados jueces de los demás, dejemos que sea el Señor el juez de todos. Dios mira al corazón y el corazón humano es, muchas veces, un misterio inescrutable para los demás, y hasta para uno mismo. Confiemos en Dios, que él será un juez justo y nos dará a cada uno lo que merecemos.

Gabriel González del Estal
www betania es

INVITACIÓN A LA CONFIANZA EN DIOS, NO EN EL DINERO
1.- No podemos “servir a Dios y al dinero”. Jesús anuncia el peligro y riesgo de las riquezas. Aquí la palabra de Jesús no se anda con rodeos. La idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y aparta del hermano. La preocupación por la riqueza casi inevitablemente ahoga la palabra de Dios. La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa en el poder totalizador y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél a quien posee. Nadie puede tener dos amos al mismo tiempo porque terminará por cumplir con uno solo o no cumplir con ninguno, de la misma forma y con más razón es incompatible el servicio a Dios con el servicio a las riquezas. Sólo queda, por tanto, elegir entre uno y otro: o el Reino de Dios y su justicia, o el reino del dinero y sus injusticias. Jesús, como fino conocedor de la intimidad del hombre, sabe que su corazón está llamado a amar y entregarse; y siempre amará algo o a alguien, siempre buscará en el encuentro con las cosas o las personas esa corriente de dar y recibir, de vaciarse y de ser llenado.
2.- Lo que Jesús propone es una inversión de orden: Buscad "primero" el Reino de Dios. Sólo se busca lo que se valora como necesario. Jesús propone, en definitiva, una inversión en el orden de los valores, un ordenamiento distinto, una justicia distinta. El ordenamiento de la vida basado en el dinero genera en la persona un estado angustioso de agobio que termina por aniquilarla. ¿Y no vale más la persona que todos los dineros juntos? Contempla los pájaros: no hay en ellos el más leve asomo de angustia. Propone Jesús la confianza absoluta en Dios. Nos lo recuerda también Isaías: igual que una buena madre nunca se olvida de su criatura, de la misma manera Dios nunca se olvida de nosotros. Sólo en Dios descansa nuestra alma, proclamamos en el Salmo 61. La propuesta de Jesús es una apuesta por la libertad y la alegría de todos y cada uno de nosotros. Las palabras de Jesús nacen de su descubrimiento de una persona, de su descubrimiento del Padre. Esta experiencia de fe genera serenidad y evita el sufrimiento de la inseguridad por el futuro: "El mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos". El evangelio de hoy nos invita a la confianza en Dios y a evitar el agobio de los bienes materiales.
3.- La injusticia social se opone a la construcción del Reino. Jesús no critica la riqueza en si misma, sino la valoración de la riqueza como bien supremo y motor de las actividades del hombre. Mientras en siglos posteriores el cristianismo atacará más frontalmente el instinto sexual y el ansia de libertad, Jesús reclama la atención sobre el poder destructivo del afán de posesión, el verdadero anti-evangelio del Reino. Una sociedad fundamentada sobre el ideal de poseer más y más lleva necesariamente a la destrucción de todo ideal de comunidad auténticamente humana. El amor a las riquezas es un pecado netamente social y, por eso mismo, mucho más destructor que otro tipo de pecados, porque genera un pecado institucional, un sistema social injusto en el que la persona humana termina por ser considerada como un simple valor de intercambio comercial. La fe en Cristo postula un orden social en el cual la posesión de bienes y riquezas se someta a los postulados del Reino de Dios y su justicia.

José María Martín OSA
www betania es

MIRANDO AL CIELO...PERO SIN PASARSE
Con este octavo domingo, del tiempo ordinario, daremos paso –el próximo miércoles de ceniza- a unas semanas que nos prepararán a la Santa Pascua. Un periodo, la cuaresma, que nos vendrá bien –siempre viene bien- para alejarnos de los agobios, para hacernos fuertes ante los problemas y sobre todo para ir con Jesús hacia esos días en los que celebraremos los Misterios más grandes de nuestra fe. ¿Estamos dispuestos?
1. Nos encontramos en un momento histórico traspasado por muchos y variados contrastes. Y, además, con contrastes en todos los sentidos: vida y muerte, pobreza y riqueza, alegría y tristeza, salud y enfermedad, bienestar y precariedad. Y por qué no decirlo: mientras que en algunas personas se ha cebado la crisis espiritual (tal vez por una fe poco cimentada o formada) asistimos a un fenómeno nuevo: el interés por lo religioso. Aunque sea leve…pero la fe, y hasta la misma Iglesia, no deja indiferentes a muchas personas. La coyuntura de la crisis económica ha incentivado las entrañas de muchas personas a una apertura o preguntas por lo divino. La sociedad, que nos ha empujado a vivir por encima de nuestras posibilidades, ha dado mil razones a otras personas a mostrarse reticente, y hasta pesimista, sobre el futuro que nos aguarda.
¿Un mundo sin Dios? ¿Una sociedad sin valores eternos? Un mundo sin Dios no será un mundo de recorrido corto.
2. Ser cristianos no es vivir con caras tristes y menos, recuperando la lectura evangélica de este día, agobiados por lo que nos atenaza. Tampoco, por supuesto, asentarnos en un necio optimismo sino en un sensato realismo: sabemos cómo estamos y sabemos hacia dónde no queremos ir. Por ello mismo ante un pensamiento único, ante los dictados que nos impone un mundo que presume de tolerancia pero que margina al que no dice lo que él dice o lo que él piensa, los cristianos, tendremos que recuperar esa faceta de ser diferentes, de nadar contracorriente e incluso, por qué no, de resultar incómodos en aquellas situaciones donde se vende gato por liebre.
El hecho de que creamos firmemente de que Dios dirige todos los hilos de nuestra existencia no nos exime de denunciar e incomodarnos cuando, el diosecillo de turno, quiere quedarse con toda madeja para manejar a su antojo el presente y el futuro de nuestra vida social, económica, cultural o religiosa. Que somos importantes, mucho más, que las flores y los pájaros es cierto. Pero también es cierto que, las aves, ante el peligro saben lanzarse al alto universo y las flores no dejan de desplegar su aroma característico. Siente bien o siente mal.
Error, de órdago a lo grande, sería leer el evangelio de este día y dejar que sea Dios quien siembre, riegue y coseche.
Peligroso para el futuro de nuestra fe sería igualmente confiar tanto en la fuerza de lo alto que, ello, nos llevase a plegarnos de brazos.
¿Confianza en Dios? ¡A ciegas! ¿Absentismo apostólico? ¡Ni por asomo! En el camino intermedio está la solución: confiar en Dios significa colocar en sus manos nuestros afanes, nuestras vidas, ideas, proyectos  e ilusiones. Eso sí….no como espectadores y sí como asalariados de algo que merece la pena: el Reino de Dios.

Javier Leoz

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Los niños pequeños se saben seguros en compañía de sus padres, por eso cuando la unidad de la familia se rompe, preguntan con insistencia por el regreso del padre ausente. Viven y construyen su vida desde la certidumbre de la protección y el amor de sus padres. De esa analogía se sirve el Señor Jesús en el Evangelio de san Mateo para explicarnos la espinosa cuestión de nuestra relación con los bienes materiales: ameritan nuestro esfuerzo y son necesarios para mantenernos y remediar nuestra necesidad. Aunque en ciertas circunstancias parezca que la crisis económica, el desempleo o el salario tan reducido que recibimos nos acarreará problemas, no conviene sentirnos abandonados por Dios. Él, como padre amoroso, nos asiste y nos sostiene para que con el trabajo, el ahorro y el apoyo de los que nos aman, salgamos adelante

REFLEXIÓN:  LA CONFIANZA DE LOS PEQUEÑOS
Is 49, 14-15; 1 Co 4, 1-5; Mt 6, 24-34
La sección del Sermón de la Montaña que nos transmite el Evangelio de san Mateo nos plantea un dilema profundo: ¿Dónde radica, en último término nuestra confianza, en el amor benevolente de Dios o en la cuantía de nuestras posesiones? Quien haya experimentado la presencia amorosa de Dios en las situaciones cotidianas o graves de su vida, estará cierto de que es un Padre bueno y providente. Desde esa certidumbre afrontará la vida con una actitud esperanzada y tranquila. Esa actitud era la que hacía falta que asumieran los israelitas desterrados; ellos sentían que los años pasaban y no cambiaba su condición de emigrantes sometidos en Babilonia. Su queja es insistente, por eso mismo el profeta Isaías les ratifica la certeza fundamental: el amor de Dios es definitivo, como en esta vida solo puede serio el amor de una madre. (Reflexión de www misal com. mx )



Santos
 Inés de Bohemia o de Praga, abadesa; Juan Marón, patriarca. Beato Carlos "el Bueno" de Dinamarca, Mártir. (Verde)


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