jueves, 13 de marzo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA JUEVES 13 DE MARZO DE 2014



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 13 DE MARZO DE 2014
I SEMANA DE CUARESMA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 5, 2-3)
Señor, oye mis palabras, escucha mi lamento, haz caso de mi voz suplicante, Rey mío y Dios mío.

ORACIÓN COLECTA
Puesto que sin ti nada podemos, concédenos, Señor, luz para distinguir siempre el bien y valor para ponerlo en práctica, a fin de que podamos vivir según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
No tengo otro defensor más que tú, Señor.

DEL LIBRO DE ESTER: 4, 17

En aquellos días, la reina Ester, ante el mortal peligro que amenazaba a su pueblo, buscó refugio en el Señor y se postró en tierra con sus esclavas, desde la mañana hasta el atardecer. Entonces suplicó al Señor, diciendo:
"Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, ¡bendito seas! Protégeme, porque estoy sola y no tengo más defensor que tú, Señor, y voy a jugarme la vida.
Señor, yo sé, por los libros que nos dejaron nuestros padres, que tú siempre salvas a los que te son fieles. Ayúdame ahora a mí, porque no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío. Ayúdame, Señor, pues estoy desamparada. Pon en mis labios palabras acertadas cuando esté en presencia del león y haz que yo le agrade, para que su corazón se vuelva en contra de nuestro enemigo, para ruina de éste y de sus cómplices. Con tu poder, Señor, líbranos de nuestros enemigos. Convierte nuestro llanto en alegría y haz que nuestros sufrimientos nos obtengan la vida".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 137
R/. De todo corazón te damos gracias, Señor.

De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. R/.

Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor. R/.

Que todos los reyes de la tierra te reconozcan al escuchar tus prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa. R/.

Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo, y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. R/.

ACLAMACIÓN (Sal 50, -12. 14)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Crea en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R/.



Todo el que pide, recibe.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 7, 7-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abre.
¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuánta mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan.
Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, en tu bondad las ofrendas y súplicas que te presentamos, y convierte a ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Cuaresma.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 7, 8)
Todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abrirá.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor Dios nuestro, que el sacramento que nos has dado como ayuda para nuestra salvación, nos sirva de auxilio tanto para esta vida como para la futura. Por Jesucristo, nuestro Señor.
  
REFLEXION

Est. 4, 17. En este pequeño fragmento de la oración que Esther dirige al Señor, antes de presentarse ante el rey Asuero para interceder por la liberación del pueblo Judío, contemplamos la gran confianza que esta mujer está depositando en Dios. Durante la oración, en una sección que no leemos en este día, se nos habla de cómo Esther reconoce el pecado del pueblo y lo confiesa ante Dios, y pide que Dios se muestre misericordioso para con él.
Si alguien se acerca a pedir el favor de Dios para verse liberado de las esclavitudes que muchas veces han encadenado el corazón, antes que nada uno mismo debe saber que sí se tiene consigo esa maldad. Hay que pedir el perdón de Dios; y una vez libre de la culpa hay que iniciar un camino de amor fiel a todas vistas.
No confiamos en nuestras propias fuerzas, sino en el poder de Dios. Y por eso, como Éster, acudamos al Señor para que sea Él nuestra fortaleza y, desde nosotros, con nuestras palabras, obras y actitudes, Él se levante victorioso y sea el único que reine en nosotros.
Tal vez muchas veces hemos sido ocasión de llanto y no de alegría para los demás. Cristo nos quiere como personas que amen, no que destruyan la vida, la alegría y la paz de los demás.
Ante nuestras fragilidades y egoísmos, ante nuestras cobardías para hacer el bien y no el mal, hemos de acudir a Aquel que es nuestro refugio y fortaleza. Sólo en Cristo podremos levantarnos victoriosos sobre el mal y, resucitados a una vida nueva, manifestarnos con las obras que vienen del Espíritu de Dios en nosotros.

Sal. 138 (137) Alabemos al Señor delante de dioses extranjeros, con la mirada vuelta hacia el Santuario de nuestro Dios.
Qué admirable que el único Dios verdadero, tan grandioso y poderoso, se fije en sus más pequeños y humildes siervos. Esos son los caminos de Dios, que distan mucho de los nuestros, de nuestra forma de pensar y actuar. Resuenan en nuestros oídos las palabras del salmista: Obra tuya soy, no me abandones. Dios se ha hecho Dios-con-nosotros. El Señor nos ha visitado y ha plantado su tienda entre nosotros. Él sabe de nuestras fragilidades, por eso puede compadecerse de nosotros.
Pero, no sólo hemos de poner nuestra confianza en Dios, sino que especialmente hemos de buscarlo para que concluya su obra salvadora en nosotros y nos convierta en un signo vivo de su Hijo Jesucristo para los demás. Así, su Evangelio no sólo será escuchado, sino proclamado con la propia vida.

Mt. 7, 7-12. Dios se manifiesta siempre como un Padre Providente para quienes, siendo sus hijos, se portan a la altura de esa pertenencia a Dios.
La oración del creyente es un estar junto a Dios, que siempre nos escucha y nos da más de lo que pedimos y merecemos. En la oración buscamos, junto a Dios, descubrir su voluntad para poder cumplirla; y su voluntad es que seamos conforme a la imagen de su propio Hijo; el camino de la oración es el camino que nos conduce a una identificación cada día más perfecta con el Hijo amado de Dios.
Dios nunca nos ha abandonado, es nuestro Padre. Por eso tocamos a la puerta de su corazón, no para recibir las migajas de su amor y de su misericordia, sino para que nos abra las puertas de su casa y nos siente a la mesa como a hijos unidos a su Hijo único.
Somos demasiado frágiles; por eso el Señor nos indica que pidamos a su Padre Dios la asistencia de su Espíritu Santo, que es la Fuerza que nos viene de lo alto para iluminarnos, sostenernos y conducirnos como signos, cada vez más perfectos, del amor de Dios en el mundo hasta lograr la salvación eterna.
Ser signos del Señor nos hace estar abiertos a las necesidades de nuestro prójimo. Hay más alegría en dar que en recibir. Sin embargo no podemos dar a los demás lo que no tenemos. Por eso le decimos al Señor: dame lo que pides y pídeme lo que quieras.
La Cuaresma nos conduce hacia una vida renovada en Cristo, renovada en el amor. Ese amor nos debe ayudar a dar, no piedras, sino pan a los hambrientos; no serpientes, sino pescado, alimento bueno y substancioso para que vivan con dignidad. El Espíritu de Dios en nosotros nos ha de conducir, incluso, a convertirnos nosotros mismos en pan que alimente a los demás con nuestras buenas obras y con nuestra cercanía a los que sufren.
La Eucaristía de este día nos recuerda que, al igual que Cristo, nosotros somos el pan que se entrega a favor de los demás, y la sangre que se derrama por ellos para el perdón de los pecados.
La Iglesia prolonga, en la vida diaria, el memorial celebrado en la Eucaristía. No tiene sentido haber sido consagrados como hijos de Dios en Cristo, para después tirar ese pan a los perros.
La vida de Dios en nosotros no puede contaminarse con el veneno del pecado. Interceder por el pueblo, por la familia, debe hacerse con el mismo amor y asumiendo todos los riesgos de los que nos hace conciencia la primera lectura: Hay que acudir al Señor y saber levantarse de su presencia para salir a poner nuestro empeño, incluso exponiendo nuestra propia vida, para que desaparezca el mal y para que los problemas sean solucionados.
No basta pedir a Dios y esperarlo todo de Él. Él quiere que nuestra mente, nuestro corazón, nuestro cuerpo, estén al servicio de su Reino, para que Él continúe haciendo su obra salvadora por medio nuestro.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de trabajar por su Reino, siendo fuertes en el testimonio de nuestra fe y en el servicio amoroso a nuestro prójimo. Amén.

Reflexión de Homilía católica

REFLEXION
SABEN DAR COSAS BUENAS
La argumentación del Evangelio de san Mateo es contundente, procede de menor a mayor. Efectivamente, si los padres de familia saben dar lo que tienen generosamente a sus hijos, mucho más se puede esperar de Dios hacia nosotros, dada su extraordinaria bondad. No hay razón alguna para desconfiar de su misericordia. Quien reflexione acerca de su propia historia, conseguirá deletrear las muestras del amor de Dios en su vida. El libro de Esther presenta la intransigencia y radicalidad de Mardoqueo, un israelita que prefiere sufrir la muerte a postrarse delante de un mortal. La afirmación del señorío exclusivo de Dios es la mejor manera de erradicar cualquier mecanismo de opresión del hombre hacia el hombre. (de www misal . com . mx)



Santos
 Rodrigo y Salomón de Córdoba, mártires; Pedro II de la Cava, Abad. Beata Dulce Lopes Pontes, religiosa. 
Feria (Morado)

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