LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
LUNES
17 DE MARZO DE 2014
LUNES
DE LA II SEMANA DE CUARESMA
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 25, 11-12)
Sálvame,
Señor, y ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en el camino recto, en la
asamblea bendeciré al Señor.
ORACIÓN
COLECTA
Señor,
tú que para nuestro progreso espiritual nos mandas dominar nuestro cuerpo
mediante la austeridad, ayúdanos a huir también de todo pecado y a entregarnos,
con amor filial, al cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor
Jesucristo...
En
vez de la oración colecta de la feria, se puede decir la de *san Patricio
LITURGIA
DE LA PALABRA
Hemos
pecado, Señor, hemos cometido iniquidades.
DEL
LIBRO DEL PROFETA DANIEL: 9, 4-10
En
aquellos días, imploré al Señor, mi Dios, y le hice esta confesión: "Señor
Dios, grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y
observan tus mandamientos. Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidades,
hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y
de tus normas. No hemos hecho caso a los profetas, tus siervos, que hablaban a
nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo.
Tuya
es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que ahora soportan
los hombres de Judá, los habitantes de Jerusalén y de todo Israel, próximos y
lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste, a causa de las
infidelidades que cometieron contra ti.
Señor,
la vergüenza es nuestra, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros
padres, porque hemos pecado contra ti. De nuestro Dios, en cambio, es el tener
misericordia y perdonar, aunque nos hemos rebelado contra Él, y al no seguir
las leyes que Él nos había dado por medio de sus siervos, los profetas, no
hemos obedecido su voz".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 78
R/.
No nos trates, Señor, como merecen nuestros pecados.
No
recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor
venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos. R/.
Para
que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién
eres, sálvanos y perdona nuestros pecados. R/.
Que
lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los
condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos
gracias siempre y de generación en generación te alabaremos. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Jn 6, 63. 68) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.
Perdonen y serán perdonados
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 6, 36-38
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Sean misericordiosos, como su
Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados.
Den
y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante
en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán
medidos". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, favorablemente nuestras oraciones, y tú, que nos concedes participar en
esta Eucaristía, líbranos de las seducciones del pecado. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Prefacio
I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Lc 6, 36)
Sean
misericordiosos, como su Padre es misericordioso, dice el Señor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
que está comunión nos purifique de toda culpa y nos haga partícipes de las
alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que enviaste a tu obispo san Patricio a predicar el Evangelio a los
habitantes de Irlanda, haz que, por su intercesión, los cristianos anunciemos a
todos tu verdad y tu amor, con nuestra vida diaria. Por nuestro Señor
Jesucristo.
HOMILIA
DEL PAPA FRANCISCO
LUNES 17 DE MARZO DE 2014
PERDONAR
PARA ENCONTRAR MISERICORDIA: es el camino que trae la paz a nuestros corazones
y al mundo: es en síntesis lo que dijo el Papa Francisco en la homilía de la
mañana del lunes durante la Misa presidida en la Casa de Santa Marta.
“Sean
misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso”: el Papa comentó
la exhortación de Jesús, afirmando de inmediato que “no es fácil entender esta
actitud de la misericordia” porque estamos acostumbrados a juzgar: “no somos
personas que dan naturalmente un poco de espacio a la comprensión y también a
la misericordia”. “Para ser misericordiosos – observó – se necesitan dos
actitudes. La primera es el conocimiento de sí mismo”: saber que “tenemos
tantas cosas no buenas: ¡somos pecadores!”. Y ante el arrepentimiento, “la
justicia de Dios … se transforma en misericordia y perdón”. Pero es necesario
avergonzarse de los pecados:
“Es
cierto, ninguno de nosotros ha asesinado a alguien, pero hay tantas cosas
pequeñas, tantos pecados cotidianos, de todos los días… Y cuando uno piensa:
‘Pero qué cosa, pero que corazón chiquito: ¡he hecho esto contra el Señor!’.
¡Eso es avergonzarse! Avergonzarse ante Dios y esta vergüenza es una gracia: es
la gracia de ser pecadores. Yo soy pecador y me avergüenzo ante Ti y te pido
perdón’. Es sencillo, pero es tan difícil decir: ‘He pecado’”.
A
menudo – observó el Santo Padre – justificamos nuestro pecado descargando la
culpa sobre los demás, como hicieron Adán y Eva. “Quizás – prosiguió– el otro
me ayudó, me facilitó el camino para hacerlo, ¡pero lo hice yo! Si nosotros
hacemos esto, cuántas cosas buenas habrán, ¡porque somos humildes!”. Y “con
esta actitud de arrepentimiento somos más capaces de ser misericordiosos,
porque sentimos sobre nosotros la misericordia de Dios”, como decimos en el
Padre Nuestro: “Perdona, como nosotros perdonamos”. Así, “si yo no perdono,
¡estoy un poco fuera de juego!”.
La
otra actitud para ser misericordiosos – afirmó el Pontífice – “es agrandar el
corazón”, porque “un corazón pequeño” y “egoísta es incapaz de misericordia”:
“¡Agrandar
el corazón! ‘Pero yo soy un pecador’. ‘Mira qué cosa ha hecho éste, aquel…. ¡Yo
he hecho tantas! ¿Quién soy yo para juzgarlo?’. Esta frase: ¿‘Quién soy yo para
juzgar a éste? ¿Quién soy yo para hablar mal de éste? ¿Quién soy yo para?
¿Quién soy yo, que ha hecho las mismas cosas o peores?’. ¡El corazón grande! Y
el Señor lo dice: ‘¡No juzguen y no serán juzgados! ¡No condenen y no serán
condenados! ¡Perdonen y serán perdonados! ¡Den y se les dará!’. ¡Esta
generosidad del corazón! Y ¿qué cosa se les dará? Les volcarán sobre el regazo
una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Es la imagen de las
personas que iban a recoger el grano con el delantal y estiraban el delantal
para recibir más, más grano. Si tienes el corazón grande puedes recibir más”.
El
corazón grande – dijo el Papa – “no condena, sino perdona, olvida” porque “Dios
ha olvidado mis pecados; Dios ha perdonado mis pecados. Agrandar el corazón.
¡Esto es bello! - exclamó Francisco- sean misericordiosos”:
“El
hombre y la mujer misericordiosos tienen un corazón grande, grande: perdonan
siempre a los demás y sólo piensan en sus pecados. ‘¿Has visto qué cosa ha
hecho éste?’. ‘¡Tengo suficiente con aquello que he hecho yo y no me
inmiscuyo!’. Este es el camino de la misericordia que debemos pedir. Si todos
nosotros, si todos los pueblos, las personas, las familias, los barrios,
tuviésemos esta actitud, ¡cuánta paz habría en el mundo, cuánta paz en nuestros
corazones! Porque la misericordia nos conduce a la paz. Recuerden siempre:
‘¿Quién soy yo para juzgar?’. Hay que avergonzarse y agrandar el corazón. Que
el Señor nos dé esta gracia”.(RC.RV)
FUENTE:
RADIO VATICANO.
REFLEXIÓN:
Dan. 9, 4-10. Momentos difíciles
está viviendo el pueblo de Israel, que ha sido expulsado de la tierra que Dios
había prometido darle a sus antiguos padres. Con tristeza han contemplado la
destrucción del Templo santo de Dios y de las murallas de la ciudad santa. El
profeta Daniel se postra ante Dios para confesar el pecado del pueblo, que ha
sido rebelde a la Ley santa de Dios. Sólo Dios podrá tener misericordia y
perdonar. La cuaresma es para nosotros el tiempo favorable para reconocer, con
humildad, nuestras propias miserias. Muchas veces pensamos que los males del
mundo los causan personas injustas y cortas en su visión acerca del amor
verdadero al prójimo. Cuando Daniel confiesa ante Dios: No hemos hecho caso a
los profetas, tus siervos, que hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes,
a nuestros padres y a todo el pueblo, antes que nada reconoce la culpa de todos
y de cada uno, y la reconoce ante Dios. Para que nuestro mundo recobre la paz,
para que se viva de un modo mejor la justicia social, para que desaparezcan el
hambre y la pobreza, cada uno debe reconocer la parte de culpa que tiene por no
haber sabido escuchar la voz de Dios, que nos pide amarnos como hermanos y que
dejemos de ser causantes, también, de las desgracias que nos aquejan. Un
arrepentimiento sincero debe hacernos retomar el camino del amor fraterno, que
hemos abandonado. Sólo a partir de entonces tendrá sentido la Pascua, que nos
levantará como criaturas nuevas en Cristo.
Sal. 79 (78). Ante la
desesperación por el sufrimiento que se padece durante el destierro, los
Israelitas invocan al Señor pidiéndole que manifieste su poder salvando al
pueblo y ovejas de su rebaño. Dios siempre está dispuesto a perdonar. Sin
embargo no puede haber perdón mientras uno mismo no se reconozca pecador y se
acerque, con humildad, a confesar ante Dios la propia culpa. Sólo a partir de
entonces seremos reintegrados como hijos de Dios. Vueltos al redil de las
ovejas, vueltos a la casa paterna, reconciliados con Dios y con nuestros
hermanos, hemos de caminar como corresponde a nuestra dignidad de hijos de
Dios. Si la Cuaresma no es para nosotros el tiempo de una sincera conversión y
de un nuevo caminar como hijos de Dios, pierde su sentido de camino que nos
conduce hacia la Pascua de Cristo y hacia nuestra propia pascua. Abramos
nuestro corazón al amor de Dios, para que su Espíritu nos conduzca hacia una
vida renovada en Cristo Jesús.
Lc. 6, 36-38. En el Evangelio el
Señor nos pide ser misericordiosos, como nuestro Padre es misericordioso. Y se
nos dice cómo el Padre Dios se ha manifestado misericordioso para con nosotros:
No nos juzga ni nos condena; más bien nos perdona. El Padre misericordioso es
descrito con estas características en la parábola en que recibe al hijo
pródigo. Dios siempre nos está esperando con los brazos abiertos para que
retornemos a la comunión con Él. Así como Dios nos ha amado, comprendido,
perdonado y recibido en su casa, así debemos ser nosotros para con los demás.
Ser hijo de Dios es algo que no sólo se ha de manifestar con los labios, sino
con un estilo de vida que hable de que también nosotros venimos de Dios, porque
Él nos hizo suyos en Cristo Jesús. Además hemos de ser generosos para con
nuestro prójimo. El egoísmo cierra el corazón; el amor lo abre. Para que Dios sea
generoso con nosotros, nosotros lo hemos de ser para con nuestro prójimo. Sin
embargo, no hemos de compartir lo que somos y tenemos con la intención de ser
enriquecidos por Dios, sino sola y sencillamente porque amamos; lo demás vendrá
por añadidura.
En
esta Eucaristía celebramos el amor misericordioso de Dios. Él nos recibe como
hijos suyos, a pesar de que muchas veces nuestros caminos no han sido
correctos. Las palabras del profeta Daniel son, también, nuestras palabras ante
Dios: No hemos sido fieles a tu alianza. Sin embargo, el Señor quiere
perdonarnos, siempre y cuando estemos dispuestos a cambiar y a darle un nuevo
rumbo a nuestra vida, ya que, junto con el perdón, nos llega la vida de Dios
para que seamos santos como Él es santo, para que seamos misericordiosos como
Él lo es. Dios nos da, en esta Eucaristía, su amor, su Espíritu y su vida sin
medida para que como Él nos ha amado, así nos amemos los unos a los otros.
¡Cuántos
signos de bondad y de misericordia encontramos en nuestra comunidad! nos alegra
contemplar esos signos que manifiestan, no sólo con palabras, sino con hechos y
con la entrega de la vida misma, que somos hijos de Dios. Sin embargo, no hemos
de negar que también hay muchos que no se detienen ante la miseria de sus
hermanos para remediarla; hay muchos odios que generan violencia por no saber
perdonar; hay muchos juicios que se emiten a la ligera y que acaban, incluso,
con la buena fama de las personas; por cualquier motivo se llega a condenar a
las personas sin profundizar en las causas que les llevaron a actuar en
determinada dirección. ¡Cómo necesitamos tener los mismos criterios de Dios!
Pero, somos tan frágiles. Esta cuaresma nos ha de acercar a Dios para conocerlo
y para hacer nuestras su vida y su misericordia. Sólo a partir de entonces
entenderemos que, puesto que nadie de nosotros es perfecto, todos necesitamos
del mutuo amor y de la mutua comprensión para no seguirnos destruyendo, sino
para que, como hermanos, vivamos la alegría de hacer que nuestro mundo sea más
justo y más fraterno.
Roguémosle
al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Made, la gracia de sabernos esforzar en construir entre nosotros el Reino de
Dios, que en esta etapa temporal se ha de convertir en un signo del amor que
disfrutaremos, juntos como hermanos, en la eternidad junto a Dios. Amén.
Reflexión
de Homilía católica.
REFLEXIÓN:
EL DIOS BONDADOSO
Dn
9, 4-10; Lc 6, 36-38
El
libro de Daniel nos comparte una confesión pública de pecado hecha por el
narrador que da nombre a la obra. El reconocimiento es sincero y reiterado:
estamos abrumados, llenos de vergüenza por los delitos realmente graves que
cometimos, a saber: injusticias, idolatría, crímenes varios. En síntesis, todo
eso adquiere un relieve especial porque se rebelaron contra Dios, desacatando
el acuerdo de alianza que habían pactado, fallando a la lealtad. En el
Evangelio de san Lucas encontramos una de las exhortaciones más bellas de los
cuatro Evangelios: la revelación más plena, del Dios bondadoso al extremo con
los malos y los desagradecidos. Ningún asomo de trueque, de chantaje, ni de
control social. Dios ama a sus creaturas y no escatima su amor hacia aquellos
que los humanos juzgamos indignos.
Santos
Patricio de Irlanda, obispo; Juan Sarkander, mártir. Beata María Bárbara de la
Santísima Trinidad, fundadora. Feria (Morado)
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