lunes, 17 de marzo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DOMINGO 16 DE MARZO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO 16  DE MARZO DE 2014
II DOMINGO DE CUARESMA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 24, 6. 3. 22)
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.

No se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Señor, Padre santo, que nos mandaste escuchar a tu amado Hijo, alimenta nuestra fe con tu palabra y purifica los ojos de nuestro espíritu, para que podamos alegrarnos en la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Vocación de Abraham, padre del pueblo de Dios.

DEL LIBRO DEL GÉNESIS: 12, 1-4

En aquellos días, dijo el Señor a Abram: "Deja tu país, a tu parentela y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré. Haré nacer de ti un gran pueblo y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y tú mismo serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. En ti serán bendecidos todos los pueblos de la tierra". Abram partió, como se lo había ordenado el Señor.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 32
R/. Señor, ten misericordia de nosotros.

Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.

En el Señor está nuestra esperanza, pues Él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R/.

Dios nos llama y nos ilumina.

DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TIMOTEO: 1, 8-10

Querido hermano: Comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Pues Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida, no porque lo merecieran nuestras buenas obras, sino porque así lo dispuso él gratuitamente.
Este don, que Dios nos ha concedido por medio de Cristo Jesús desde toda la eternidad, ahora se ha manifestado con la venida del mismo Cristo Jesús, nuestro Salvador, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad, por medio del Evangelio.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Cfr. Mt 17, 5)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: "Este es mi Hijo amado; escúchenlo". R/.



Su rostro se puso resplandeciente como el sol.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: "Levántense y no teman". Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

En Jesús, en su cruz, está nuestra vida y la de la humanidad entera. Pongamos nuestra mirada en el crucificado glorioso.
Después de cada petición diremos (cantando): Señor, ten piedad (o bien: Kýrie, eléison).
Por toda la Iglesia. Para que vivamos con intensidad este tiempo de conversión, para poder compartir con Jesús su muerte y su resurrección. Oremos.
Por los sacerdotes y seminaristas de nuestra diócesis. Para que vivan llenos del amor de Dios y de un profundo espíritu de servicio a los hermanos. Oremos.
Por cuantos tienen autoridad en México y el mundo. Para que bajo su gobierno, vivamos en paz y concordia. Oremos.
Por nuestras comunidades. Para que de ellas surjan jóvenes dispuestos a seguir a Jesús en el ministerio sacerdotal. Oremos.
Por nosotros. Para que la celebración del Misterio Pascual del Señor nos renueve y fortalezca en nuestra vida y en nuestra fe. Oremos.
Escucha, Señor, nuestras oraciones, y derrama sobre el mundo entero tu amor y tu perdón. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que esta ofrenda, Señor, nos obtenga el perdón de nuestros pecados y nos santifique en el cuerpo y en el alma para que podamos celebrar dignamente las festividades de la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Cristo, Señor nuestro, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la resurrección.
Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:  Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 17, 5)

Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escúchenlo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te damos gracias, Señor, porque al darnos en este sacramento el Cuerpo glorioso de tu Hijo, nos permites participar ya, desde este mundo, de los bienes eternos de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO ANTES DEL ANGELUS

Hoy, el Evangelio nos presenta el evento de la Transfiguración. Es la segunda etapa del camino cuaresmal: la primera, las tentaciones en el desierto, el domingo pasado, y la segunda: la Transfiguración. Jesús «tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado».

La montaña, en la Biblia, representa el lugar de la cercanía con Dios y del encuentro íntimo con Él; el lugar de la oración, donde estar ante la presencia del Señor. Allá arriba, en la montaña, Jesús se presenta a los tres discípulos transfigurado, luminoso, bellísimo; y luego aparecen Moisés y Elías, que conversan con Él.

Su rostro es tan resplandeciente y sus vestiduras tan blancas, que Pedro queda deslumbrado, hasta querer quedarse allí, casi como para detener ese momento. Enseguida resuena desde lo alto la voz del Padre que proclama a Jesús como su Hijo predilecto, diciendo: «Escúchenlo».

Esta palabra es importante ¡eh! Nuestro Padre que dijo a estos apóstoles, y dice también a nosotros, escuchen a Jesús, porque es mi hijo predilecto. Tengamos esta semana, esta palabra, en la cabeza y en el corazón. Escuchen a Jesús. Y esto no lo dice el Papa, lo dice Dios Padre, a todos, a mí, a ustedes, a todos, a todos.

Es como una ayuda para ir adelante por el camino de la Cuaresma. Escuchen a Jesús. No lo olviden.

Es muy importante esta invitación del Padre. Nosotros, discípulos de Jesús, estamos llamados a ser personas que escuchan su voz y se toman en serio sus palabras. Para escuchar a Jesús, es necesario estar cerca de Él, seguirlo, como hacían las multitudes del Evangelio, que lo reconocían por las calles de Palestina.

Jesús no tenía una cátedra o un púlpito fijo, sino que era un maestro itinerante, que proponía sus enseñanzas, que eran las enseñanzas que le había dado el Padre, a lo largo de las calles, recorriendo distancias no siempre previsibles y, a veces algo incómodas. Seguir a Jesús para escucharlo.

Pero también escuchamos a Jesús en su palabra escrita, en el Evangelio. Les hago una pregunta, ¿ustedes leen todos los días un pasaje del Evangelio? Sí, no, sí, no, mitad y mitad. Algunos sí, algunos no. Pero es importante, ¡eh! ¿Ustedes leen el Evangelio?

Es algo bueno, es una cosa buena, tener un pequeño Evangelio, pequeño. Y llevarlo con nosotros en el bolsillo, en la cartera, y leer un pequeño pasaje en cualquier momento de la jornada. En cualquier momento de la jornada yo tomo del bolsillo el Evangelio y leo algo, un pequeño pasaje, y ahí es Jesús que nos habla, en el Evangelio.

Piensen esto. No es difícil, ni siquiera necesario que sean los cuatro, uno de los Evangelios, pequeñito, con nosotros. Siempre el Evangelio con nosotros. Porque es la palabra de Jesús. Para poder escucharlo.

De este episodio de la Transfiguración, quisiera señalar dos elementos significativos, que sintetizo en dos palabras: subida y bajada. Tenemos necesidad de apartarnos en un espacio de silencio - de subir a la montaña - para reencontrarnos con nosotros mismos y percibir mejor la voz del Señor.

Esto lo hacemos en la oración. No podemos permanecer siempre allí.
El encuentro con Dios en la oración nos impulsa nuevamente a «bajar de la montaña» y a volver hacia abajo, a la llanura, donde nos encontramos con muchos hermanos abrumados por fatigas, enfermedades, injusticias, ignorancia, pobreza material y espiritual.

A estos hermanos nuestros que están en dificultad, estamos llamados a brindarles los frutos de la experiencia que hemos vivido con Dios, compartiendo con ellos la gracia recibida. Y esto es curioso. Cuando nosotros sentimos la palabra de Jesús, escuchamos la palabra de Jesús, y la tenemos en el corazón, ¡eh!, esa palabra crece. ¿Y saben cómo crece? Dándola al otro.

La palabra de Cristo en nosotros crece cuando la proclamamos, cuando nosotros la damos a los demás. Y esta es la vida cristiana. Es una misión para toda la Iglesia. Para todos los bautizados, para todos nosotros. Escuchar a Jesús y ofrecerlo a los demás. No se olviden esta semana. Escuchen a Jesús.

Y piensen lo del Evangelio. ¿Lo harán? ¿Harán eso? ¿Eh? Después, el próximo domingo me dirán si han hecho esto de tener un pequeño Evangelio en el bolsillo o en la cartera para leer un pequeño pasaje en la jornada.

Y ahora dirijámonos a nuestra Madre María, y encomendémonos a su guía para proseguir con fe y generosidad este itinerario de la Cuaresma, aprendiendo un poco más a «subir» con la oración y a escuchar a Jesús, y a «bajar» con la caridad fraterna, anunciando a Jesús.

Fuente: ACI PRENSA Y RADIO VATICANA.

REFLEXION

II Domingo de Cuaresma, Ciclo A
Mateo 17, 1-9: ¡Hay que salir!
Autor: Padre Javier Leoz

1.- No hay peor cosa que la soledad. Y, las grandes empresas, los magnánimos ideales, se llevan mejor y a buen fin, con buena compañía. Lo mismo ocurre con la cruz: cuando su largo madero se reparte en cientos de hombros… resulta menos pesado y más solidario.
Algo así debió de pensar Jesús cuando, después de la prueba del desierto, se coge a un puñado de amigos para salir del ruido, del llano, de la vida ordinaria y elevarlos, no solamente a una montaña, sino también a la contemplación del misterio que hoy celebramos: la Transfiguración.

Aquellos apóstoles, estoy seguro, no entendían “ni papas”. De repente todo se transforma de tal manera que, por querer, hasta pretendían quedarse indefinidamente en lo más alto de la cumbre. Y es que, cuando uno sale de sus obligaciones, del ajetreo de cada día para encontrarse con Dios, llega a pensar que, es en ese lugar, donde mejor se está y donde merecería la pena vivir para siempre. Luego, por supuesto, los pies en la tierra, y la conciencia de que nuestra fe no sólo es espiritualidad, nos harán caminar y optar también por la senda del compromiso. Jesús, no nos quiere volando ni perdidos entre nubes, sino embarrados y entretejidos con las cuestiones que preocupan al hombre de hoy.

2.- El Monte Tabor es el escenario de una experiencia que marcaría el rumbo de las vidas de Pedro, Santiago y Juan. Aquel “qué bien se está aquí” que el espontáneo Pedro exclamó con fuerza, emoción y con paz, es idéntico al que nosotros, con una eucaristía bien celebrada y atendida, una oración pausada o contemplativa o con cualquier otro acto de piedad podemos expresar.

En el fondo, nos cuesta sacudirnos esa gran telaraña que nos cubre de palabras, ruidos, millones de imágenes o falsas promesas. El alma contemplativa, que tanto bien nos puede hacer para poner las cosas en su sitio y a Dios en el centro de todo, nunca ha estado tan amenazada –por lo menos en Europa- como en el presente. ¡Cuesta desprenderse de una sociedad que todo lo mediatiza, todo lo controla y todo lo pretende! Hay que distanciarse, no huir, de ese maremagno de situaciones que nos producen frialdad, engreimiento o falta de reflexión. Y también, por qué no señalarlo, de esa sociedad absoluta que, a duras penas, nos deja un poco de espacio para pensar y actuar por nosotros mismos.

3.-Tabor, en este segundo domingo de la Santa Cuaresma, es el compromiso de acompañar a un Jesús que se ofrece como camino, recorrido con cruz, para que el hombre no olvide ni su dignidad ni su ser hijo de Dios. No nos podemos quedar cómodamente sentados en la felicidad de nuestros sueños; en una fe personal y privada. ¡Qué más quisieran algunos! Uno, cuando escucha la Palabra, con la misma confianza y credulidad que lo hicieron Abraham, Pablo, Pedro, Santiago o Juan, a la fuerza ha de ponerse inmediatamente en movimiento. Nuestra presencia en esta Eucaristía nos debe de llevar a soltar un “qué bien se está aquí” pero también nos ha de llevar a un convencimiento: el mundo nos espera fuera; en el mundo es donde hemos de dar muestras de lo que aquí, en este “monte tabor que es la Eucaristía”, hemos vivido, visualizado, escuchado y compartido. ¿Seremos capaces? ¿O nos conformaremos con este puntual “tabor” que es la misa dominical?   (P. Javier Leoz)

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
Cuando nos topamos con grupos reacios a las experiencias de fe, disponemos de la oportunidad de dar razón de nuestra esperanza. No hace falta polemizar, ni tampoco tiene sentido tratar de convencer con argumentos sobre la supremacía del camino cristiano. Abrahán, Santiago y Juan aparecen en estos relatos como parte de una minoría creyente, que tendrá que atestiguar con una existencia congruente, su pretensión de haberse encontrado con Dios. En las opciones de fe, no es sencillo convencer a quien piensa diferente. Menuda tarea tenían Pedro, Santiago y Juan cuando bajaron del monte. El rostro transfigurado de Jesús, tenía que cambiar su propio rostro. El cristiano no puede hablar de memoria, es un reflejo viviente de la gloria de Jesús resucitado. No se puede esconder (www misal . com . mx)


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