LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
MARTES
01 DE ABRIL DE 2013
IV
SEMANA DE CUARESMA / A
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Is 55, 1)
Todos
los que están sedientos, vengan por agua, dice el Señor; aunque no tengan
dinero, vengan a beber con alegría.
ORACIÓN
COLECTA
Que
los sacrificios y oraciones cuaresmales dispongan, Señor, a tus hijos para
celebrar dignamente el misterio pascual y trasmitir al mundo el feliz anuncio
de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Vi
salir agua del templo: era un agua que daba vida y fertilidad.
DEL LIBRO DEL PROFETA
EZEQUIEL: 47, 1-9. 12
En
aquellos tiempos, un hombre me llevó a la entrada del templo. Por debajo del
umbral manaba agua hacia el oriente, pues el templo miraba hacia el oriente, y
el agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Luego
me hizo salir por el pórtico del norte y dar la vuelta hasta el pórtico que
mira hacia el oriente, y el agua corría por el lado derecho. Aquel hombre salió
hacia el oriente, y con la cuerda que tenía en la mano, midió quinientos metros
y me hizo atravesar por el agua, que me daba a los tobillos. Midió otros
quinientos metros y me hizo pasar; el agua me daba a las rodillas. Midió
quinientos más y me hizo cruzar; el agua me daba a la cintura. Era ya un
torrente que yo no podía vadear, pues habían crecido las aguas y no se tocaba
el fondo. Entonces me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre?"
Después
me hizo volver a la orilla del torrente, y al mirar hacia atrás, vi una gran
cantidad de árboles en una y otra orilla. Aquel hombre me dijo: "Estas
aguas van hacia la región oriental; bajarán hasta el Arabá, entrarán en el mar
de aguas saladas y lo sanearán.
Todo
ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá; habrá peces en
abundancia, porque los lugares a donde lleguen estas aguas quedarán saneados y
por dondequiera que el torrente pase, prosperará la vida. En ambas márgenes del
torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e
inagotables frutos. Darán frutos nuevos cada mes, porque los riegan las aguas
que manan del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas, de
medicina".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL: Del
salmo 45
R/.
Con nosotros está Dios, el Señor.
Dios
es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso
no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. R/.
Un
río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a
Dios, Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. R/.
Con
nosotros está Dios, el Señor; es el Dios de Israel nuestra defensa. Vengan a
ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. R/.
ACLAMACIÓN
(Sal 50, 12. 14)
R/.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Crea
en mí, Señor, un corazón puro y devuélveme tu salvación, que regocija. R/.
Al
momento el hombre quedó curado
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN: 5, 1-3. 5-16
Era
un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en
Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en
hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos,
ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y
ocho años enfermo.
Al
verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús
le dijo: "¿Quieres curarte?" Le respondió el enfermo: "Señor, no
tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro
llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús le dijo: "Levántate,
toma tu camilla y anda". Al momento el hombre quedó curado, tomó su
camilla y se puso a andar.
Aquel
día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado:
"No te es lícito cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que
me curó me dijo: 'Toma tu camilla y anda' ". Ellos le preguntaron:
"¿Quién es el que te dijo: 'Toma tu camilla y anda'?" Pero el que había
sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre.
Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: "Mira, ya quedaste
sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor". Aquel hombre
fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los
judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor, los dones que tu providencia nos ha dado para sostén de nuestra vida
mortal y conviértelos, para nosotros, en alimento que da la vida eterna.
Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Sal 22, 1-2)
El
Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace reposar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
este sacramento, Señor, purifique y renueve nuestro espíritu e infunda en
nuestro cuerpo la fuerza necesaria para vivir y morir cristianamente. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PAPA
FRANCISCO:
"LOS CRISTIANOS ANESTECIADOS
NO HACEN BIEN A LA IGLESIA"
01/04/2014
Al
presidir esta mañana la habitual Misa en la capilla de la Casa Santa Marta, el
Papa Francisco advirtió que los cristianos anestesiados y sin celo apostólico
no hacen... bien a la Iglesia.
El Santo Padre reflexionó hoy sobre el pasaje
del Evangelio en el que Jesús cura a un paralítico, que desde hacía 38 años
esperaba la curación bajo el pórtico de la piscina, lamentándose porque no
lograba sumergirse, pues siempre lo precedía alguien más. El milagro del Señor
desató las críticas de los fariseos, que por ser sábado señalaban que no se
podía realizar algo así.
Según informa Radio Vaticano, Francisco indicó
que en este relato se puede encontrar dos enfermedades espirituales fuertes,
sobre las cuales “nos hará bien reflexionar”. La primera de estas, es la
resignación del enfermo, que se siente amargado y se lamenta.
“Yo pienso en tantos cristianos, tantos
católicos: ¡Sí, son católicos, pero sin entusiasmo, e incluso amargados! ‘Sí,
es la vida, es así, pero la Iglesia… Yo voy a Misa todos los domingos, pero
mejor no implicarse, tengo fe para mi saludo, no siento la necesidad de ir a
darla a otro…’. Cada uno en su casa, tranquilos por la vida… Sí tú haces algo,
después te reprochan: ‘No, es mejor así, no correr riesgos…’”.
Esta, dijo el Papa, “es la enfermedad de la
pereza, de la pereza de los cristianos. Esta actitud que paraliza el celo
apostólico, que hace de los cristianos personas quietas, tranquilas, pero no en
el buen sentido de la palabra: ¡que no se preocupan por salir para anunciar el
Evangelio! Personas anestesiadas”.
“Y la anestesia es una experiencia negativa”,
aseguró.
“La pereza es una tristeza”, y estos
cristianos tristes “no son personas luminosas, son personas negativas. Y ésta
es una enfermedad nuestra, de los cristianos”.
Vamos a Misa, dijo el Santo Padre, “todos los
domingos, pero – decimos – por favor no molestar”.
Estos cristianos “sin celo apostólico”,
advirtió, “no sirven, no hacen bien a la Iglesia”.
“Y cuántos cristianos son así egoístas, para
sí mismos. Éste es el pecado de la pereza que va contra el celo apostólico,
contra las ganas de dar la novedad de Jesús a los demás, esta novedad que a mí
me ha sido dada gratuitamente”.
Pero en este pasaje del Evangelio, indicó
Francisco, se encuentra también otro pecado, cuando Jesús es criticado por
curar a un enfermo en un sábado. Este es el pecado del formalismo.
El Papa señaló que estos son “cristianos que
no dejan lugar a la gracia de Dios. Y la vida cristiana, la vida de esta gente
es tener todos los documentos en regla, todos los certificados”.
“Cristianos hipócritas, como estos. A ellos
sólo les interesaban las formalidades. ¿Era sábado? No, no se pueden hacer
milagros el sábado, la gracia de Dios no puede actuar el sábado. ¡Cierran la
puerta a la gracia de Dios! ¡Tenemos tantos en la Iglesia, tenemos tantos! Es
otro pecado”.
“Los primeros, los que cometen el pecado de la
pereza, no son capaces de ir adelante con el celo apostólico, porque han
decidido detenerse en sí mismos, en sus tristezas, en sus resentimientos, en
todo eso. Estos no son capaces de llevar la salvación porque cierran la puerta
a la salvación”.
Para estos cristianos, dijo, cuentan “solo las
formalidades”.
“No se puede: es la palabra que más usan”, y
también nosotros, dijo, “tantas veces hemos tenido pereza, o hemos sido
hipócritas como los fariseos”.
Se trata de tentaciones que aparecen, dijo,
pero que “debemos conocerlas para defendernos”.
Ante estas dos tentaciones, señaló el Papa,
ante “ese hospital de campaña, allí, está el símbolo de la Iglesia”.
Ante tanta gente herida, Jesús se acerca y les
pregunta si quieren curarse y “les da la gracia. La gracia hace todo”, para
después, al encontrarse nuevamente con el paralítico, decirle “no peque más”.
“Las dos palabras cristianas: ¿quieres
curarte? No pecar más. Pero primero lo cura. Primero lo curó, después ‘no pecar
más’. Palabras dichas con ternura, con amor”.
“Y éste es el camino cristiano, el camino del
celo apostólico: acercarse a tantas personas, heridas en este hospital de
campaña, y también tantas veces heridas por los hombres y las mujeres de la
Iglesia”.
Francisco subrayó que “es una palabra de
hermano y de hermana: ¿quieres curarte? Y después, cuando va adelante: ‘¡Ah, no
peques más, que no hace bien!’. Es mucho mejor esto: las dos palabras de Jesús
son más bellas que la actitud de la pereza o la actitud de la hipocresía”.
Prensa
CEV
Nota
de ACI Prensa
REFLEXIÓN
Ez
47, 1-9. 12: De junto a Dios, que habita
en el Santo Templo de Jerusalén, mana un caudal de aguas que, a su paso, va
haciendo brotar la vida incluso en las tierras más áridas; al desembocar en el
mar muerto o mar de la sal, que sepultó a la ciudad pecadora, Sodoma, lo
saneará de tal forma que será posible ahí la vida de abundantes especies
marinas.
Siempre
estará el mal acechando, como serpiente, a la puerta de nuestra vida. Hay
muchos ámbitos de nuestra vida personal, familiar o social que han sido
atrapados por el mal. No podemos cerrar los ojos ante esa realidad. Muchos
buscan solución a estos males a través de consultas psicológicas, ocultistas,
paranormales, etc. A pesar de tantos esfuerzos la vida alcanza a abrirse paso
para llegar con toda su fuerza al corazón del hombre. La salvación ha brotado
como un inmenso caudal que se ha desbordado sobre la tierra, para hacer brotar
la vida aún en los corazones más áridos, para servir de alimento, de curación a
todos; para ofrecer el perdón, la reconciliación y la capacidad de volver a
tener vida, alegría, paz y amor a aquellos corazones de quienes ya sólo se
esperaban sólo signos de muerte. Jesús, el enviado del Padre, es para nosotros
esa fuente de perdón, de misericordia, de amor y de vida. En Él y por Él Dios
ha desbordado todo su amor a favor nuestro.
No
podemos menos de alabar a Dios por su inmensa bondad y misericordia para con
nosotros. También le hemos de pedir que nos ayude a ser un buen terreno que
reciba, con amor, su Palabra y nos haga ser fecundos en buenas obras.
Sólo
así los que creemos en Él, haremos de nuestro mundo un mundo más justo, más
recto, más fraterno, más en paz. Este es el compromiso que tenemos los que
hemos depositado en Cristo nuestra fe: Dejarnos transformar por Él y ser, para
nuestro tiempo, un signo de su amor, de su cercanía, de su fecundidad amorosa
que explota en un sin fin de buenas obras, conforme a la fecundidad del
Espíritu de Dios en nosotros.
Sal.
46 (45) Que el Pueblo entone un Cántico a Sión, la Ciudad Santa, pues ahí se
encuentra el Templo Santo de Dios. Y el Señor habita en él. Estando Dios con
nosotros, Él se convierte para nosotros en nuestro refugio y nuestra fuerza.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra y los montes caigan en el fondo del
mar.
El
Dios-con-nosotros es Cristo Jesús; Él está con nosotros todos los días hasta el
fin del mundo. Por eso cobremos ánimo y no dejemos de hacer el bien, pues si el
Señor está con nosotros ¿quién podrá contra nosotros? El Señor nos pide
depositar en Él nuestra confianza y trabajar denodadamente haciendo el bien y
esforzándonos para que su Reino llegue a todos, sabiendo que su Espíritu jamás
se alejará de nosotros.
Por
eso, no sólo nuestra alabanza y confianza se han de depositar en Dios, sino que
conociendo nuestra fragilidad, acudamos al Señor para que sea siempre el
Dios-con-nosotros, nuestro refugio y defensa, pero también Aquel que nos
impulse a hacer el bien a nuestros hermanos.
A
nosotros corresponde dar un nuevo rostro a la historia. El Señor está con nosotros
no para que nos encerremos como se oculta una luz debajo de una vasija y se
siente segura en contra de los vientos; Cristo nos llama para que seamos luz
para todos. Esa luz se ha de convertir en seguridad, en apoyo, en un estar
nosotros con los que necesitan de nuestra ayuda, de nuestro ánimo, de nuestro
amor fraterno. Para esto nos ha llamado y nos ha enviado el Señor.
Jn.
5, 1-3. 5-16. Ahora es Jesús el que se acerca al enfermo, que yace en uno de
los portales que rodean a la piscina llamada Betesda (= Casa de la
misericordia). Mediante la curación que haga del enfermo manifestará que su
Palabra es más eficaz que esas aguas. Así entendemos que el Judaísmo ha llegado
a su límite. La salvación no vendrá por el cumplimiento de la Ley, ni por el
culto sino por creer en Cristo Jesús, y por escuchar su Palabra y hacerla vida
en nosotros.
En
nuestro tiempo buscamos y experimentamos muchos caminos de salvación al margen
de Cristo. Muchos piensan en su felicidad basada en sus adquisiciones
materiales o económicas. Muchos desean encontrar la paz en la práctica de
técnicas orientales. Hay quienes buscan su seguridad maltratando o destruyendo
a quienes les estorban. ¿Nos hemos dejado encontrar por Cristo? Vivir una
experiencia personal con Él, escuchar su Palabra, dejarnos sanar por Él de
nuestros egoísmos y miserias es lo único que puede ponernos en pié y hacernos
caminar dando testimonio de la verdad, del amor y de la paz.
Sabiendo
que somos tan frágiles y que nos envuelve una diversidad de tentaciones que
pretenden hacernos incapaces para hacer el bien, roguémosle al Señor que vuelva
hacia nosotros su mirada compasiva y nos fortalezca con su Espíritu para que no
nos contentemos con escuchar y tal vez meditar su Palabra, sino que la pongamos
en práctica, y así también ella sea eficaz en nosotros.
Los
que creemos en Cristo, habiendo bajado a la piscina bautismal, habiendo sido
perdonados de nuestros pecados, habiendo sido, no sólo reconciliados con Dios,
sino habiendo sido hechos sus hijos, tomemos el compromiso de ser un signo del
Señor para los demás. Que no sólo pronunciemos palabras que hablen de Dios,
sino que nuestra propia vida sea el mejor de los lenguajes a través del cual el
Señor siga sanando los corazones heridos por el pecado, levantando a los
decaídos y fortaleciendo las rodillas vacilantes.
En
la Eucaristía el Señor se convierte para nosotros en un torrente de vida nueva.
Llega a nuestros corazones y hasta lo más profundo de nuestro Espíritu mediante
su Palabra eficaz, que viene a transformar nuestra vida.
Su
Eucaristía, memorial de su muerte y resurrección, fortalece nuestra vida para
que nos levantemos de nuestras incongruencias en la fe que profesamos y
comencemos un nuevo camino de testimonio por nuestras buenas obras.
No
importa que pareciese que estuviésemos estériles como los desiertos. Con la
presencia del Señor en nuestra vida será posible darle un nuevo rumbo a nuestra
existencia.
Celebrar
la Eucaristía no es sólo este momento de culto; la celebración se ha de
continuar en nuestra vida diaria, fecundada por el Espíritu del Señor en
nosotros.
Al
volver a nuestra vida diaria vayamos a ella con la Fuerza del Espíritu de Dios
en nosotros. Demos testimonio de que hemos sido renovados en Cristo. Su
presencia en nosotros nos hará caminar sin tropiezos y sin ser ocasión de
tropiezo para los demás.
Nuestro
amor por el prójimo, la construcción de relaciones más llenas de amor, cariño y
respeto en el hogar, en la vida laboral y en la diversidad de relaciones
sociales, indicarán, desde nosotros, la fecundidad de la vida del Señor en y
desde nosotros.
Dios
va con nosotros. No estamos solos. No yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Que
el Señor haga su obra de salvación en nuestra historia en estos momentos en que
el mundo necesita signos más creíbles de su amor; y esos, hemos de ser
nosotros.
Roguémosle
al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María nuestra
Madre, la gracia de permanecer continuamente en su gracia y en su amor, de tal
forma que, llenos de su vida en nosotros, el Señor, por medio nuestro, haga
llegar a todos su salvación y su paz, como fruto del Amor que habita en
nuestros corazones, y que es fuente fecunda de amor y de vida para todos. Amén…
( Homilía católica)
REFLEXIÓN:
UN MANANTIAL INAGOTABLE
Ez
47, 1-9. 12; Jn 5, 1-3. 5-16
Para
quienes hemos habitado en páramos resecos, resulta estimulante imaginar un
manantial desbordante, que conforme avanza, extrañamente aumenta su caudal. El
agua para quien vive de la tierra, es la presencia cercana y apetecible del
favor divino. Con ese manantial extraordinario toda la estepa del Jordán se llenaría
de frutos, peces y comida. El agua es fuerza vivificante que solamente requiere
de tierra y trabajo humano. Un manantial es una bendición; si además lo vemos
como símbolo de dones espirituales adquiere mayor sentido. En ese caso, el
relato del Evangelio de san Juan nos encamina en esa dirección. La piscina del
templo de Jerusalén será removida por la fuerza de Dios y se convertirá en
instrumento de sanación para el paralítico. Jesús discierne el designio de Dios
y detiene el malestar del enfermo, mostrando que efectivamente, Dios trabaja y
ha trabajado siempre, para favorecer la vida abundante de su pueblo. (www misal
conm mx )
Santos
Venancio de Dalmacia y compañeros, mártires;
Melitón de Sardes, obispo.
Beata Sofía Czeska Maciejowska, fundadora.
Feria (Morado)
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