lunes, 17 de marzo de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA MARTES 18 DE MARZO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
18  DE MARZO DE 2014
MARTES DE LA II SEMANA DE CUARESMA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 12, 4-5)
Da luz a mis ojos, Señor, para que no caiga en el sueño de la muerte; para que no diga el enemigo: He triunfado sobre él.

ORACIÓN COLECTA
Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia y ya que sin ti no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protégela en los peligros y guíala a la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo....

LITURGIA DE LA PALABRA
Aprendan a hacer el bien; busquen la justicia.

DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS: 1, 10. 16-20

Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "Lávense y purifíquense; aparten de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, auxilien al oprimido, defiendan los derechos del huérfano y la causa de la viuda.
Vengan, pues, y discutamos, dice el Señor. Aunque sus pecados sean rojos como la sangre, quedarán blancos como la nieve. Aunque sean encendidos como la púrpura, vendrán a ser como blanca lana. Si son ustedes dóciles y obedecen, comerán los frutos de la tierra. Pero si se obstinan en la rebeldía, la espada los devorará".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 49
R/. Muéstranos, Señor, el camino de la salvación.

No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa, ni cabritos de tus rebaños. R/.

¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos? R/.

Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? No, yo te reprenderé y te echaré en cara tus pecados. Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad. R/.

ACLAMACIÓN (Ez 18, 31) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Purifíquense de todas sus iniquidades; renueven su corazón y su espíritu, dice el Señor. R/.



Los fariseos dicen una cosa y hacen otra.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame 'maestros'.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen 'maestros', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen 'padre', porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar 'guías', porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que este sacrificio que vamos a ofrecerte Señor, nos santifique, nos cure de nuestro egoísmo y nos haga partícipes de los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I-V de Cuaresma.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 9, 2-3)
Proclamaré, Señor, todas tus maravillas; me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios Altísimo.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que esta comunión nos ayude a vivir más cristianamente y nos obtenga el auxilio continuo de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Is. 1, 10. 16-20. Mito o realidad; pero son todo un signo de maldad esas ciudades depravadas, castigadas, consumidas por el fuego y sepultadas en un mar de sal.
Dios, por medio del profeta Isaías, llega hasta el extremo de la manifestación de su bondad y de su misericordia, ofreciendo su perdón a quienes, siendo como los habitantes de esas ciudades inicuas, se arrepientan, dejen de obrar el mal y aprendan a hacer el bien.
El Señor nos dice: Aunque su vida, a causa de sus culpas, haya quedado manchada como sangre, si se arrepienten, yo la dejaré blanca como la nieve. Lo único que nos pide es docilidad a su palabra y obediencia a sus enseñanzas y mandatos.
Cristo, durante su ministerio, nos dio numerosos ejemplos del perdón que Dios ofrece a todos, aun cuando sus faltas hayan sido muchas. Basta que amemos mucho para que seamos perdonados mucho. El amor nos reconcilia con Dios y con el prójimo ¿Qué más queremos?
Vemos a Jesús expulsando una legión de demonios de una persona, lo vemos perdonando al ladrón en la cruz, lo vemos llamando a la conversión a Zaqueo, a Mateo, a María de Magdala, de la que expulsa siete demonios. También a nosotros nos puede decir: Vete en paz, y no vuelvas a pecar.
La Cuaresma nos ha de llevar no sólo a confesarnos por costumbre o por obediencia a la Iglesia, sino a arrepentirnos de nuestros malos caminos, para iniciar una vida nueva bajo la guía del Espíritu de Dios. Sólo así la Pascua de Cristo habrá tenido sentido para nosotros, pues nos habremos renovado en Cristo.

Sal. 50 (49). Dios nos cita a juicio por infieles. Nuestro sacrificio es un sacrificio vacío de sentido cuando acudimos al Señor y después continuamos en nuestro pecado.
No es costumbre, debe ser vida, encuentro con el Señor, compromiso con Él lo que vivimos y celebramos en cada Eucaristía.
Dios no cierra los ojos ante nuestras maldades; Él conoce hasta el fondo nuestra vida. Si en verdad queremos honrarlo, no podemos hacerlo únicamente con los labios mientras nuestro corazón quede lejos de Él. Él ciertamente es misericordioso, siempre dispuesto a perdonarnos, pero ¿Estamos dispuestos a recibir su perdón y a iniciar una vida nueva?

Mt. 23, 1-12. Nuestra vida de fe no puede convertirse en una hipocresía. Se es hombre de fe en el templo y fuera de él. Se vive el amor, la fraternidad, la paz en el templo y fuera de él. El que en verdad ha llegado a la grandeza del mismo Dios, o por lo menos se acerca cada día a una identificación mayor con Él, se convierte en el servidor de todos; en signo del Señor que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por nosotros.
A Él no lo vimos como maniquí en escaparate; no se paseó ilusamente ante nosotros; no vivió con aires de grandeza, ni reclamó para sí los mejores lugares.
Al paso del tiempo nos hemos creado una imagen de Él como rey terreno y hemos cargado sus imágenes de piedras y metales preciosos; lo hemos sentado en un trono de gloria y hemos quedado deslumbrados por la imagen de un Dios hecho según nuestros criterios. Sin embargo, Él sólo vino a servir, a vivir con humildad y pobreza, libre de toda esclavitud a lo terreno y a caminar entre caminos polvosos para proclamar la buena nueva a los pobres, socorrer a los necesitados, liberar a los cautivos del pecado y proclamar el año de gracia del Señor. Ese es el Dios en quien creemos. ¿En verdad es nuestro Dios, nuestro Padre, nuestro Maestro, nuestro Guía? La respuesta no la podemos dar sino con nuestra propia vida.
En la Eucaristía el Señor nos hace ver que nos ha tomado en serio. No ha jugado con nosotros; sus palabras se han hecho vida en Él mismo. Por eso Él es el Evangelio viviente del Padre. Nos ha hecho saber cuánto nos ama Dios. Y esto lo ha proclamado con sus palabras, con sus obras y con su vida misma.
La celebración del memorial de su misterio pascual en que nos encontramos es la prueba más grande de su amor por nosotros, de la cual somos testigos. Dentro de nosotros sabemos de nuestras fragilidades y miserias. Tal vez algunas demasiado graves. Dios no juzga nuestra maldad, sólo espera nuestro amor para que todo lo que haya sido pecado desaparezca de nosotros. Por eso vivamos intensamente este encuentro con el Señor.
No podemos estar ante el Dios del amor misericordioso sólo por costumbre, sino con un gran amor hacia Aquel que sabemos nos ama.
Al final volveremos a nuestra casa, a nuestro trabajo, a la vida diaria en los diversos ambientes del mundo. Vayamos con un corazón nuevo. Sepamos amar como Dios nos ha amado en Cristo.
A partir de nuestro encuentro con el Señor busquemos la justicia, auxiliemos al oprimido, defendamos los derechos del huérfano y la causa de la viuda.
Vivamos con humildad haciéndonos siervos de todos, sin buscar nuestra gloria, sino sólo la gloria de Dios y el servicio callado, amoroso a nuestro prójimo.
Que esto sea lo que contemple nuestro Padre del Cielo, para que al final sólo Él sea la parte que nos corresponda en herencia.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de que como ella, la Humilde Sierva, también nosotros aprendamos a dejarnos conducir por el Espíritu de Dios, no para hacer nuestros caprichos, sino la voluntad de Dios, que se resume en el precepto del amor y en la aceptación en nuestra vida, del Enviado del Padre, viviendo de tal forma en comunión con Él, que quien nos contemple, contemple al mismo Cristo con toda su entrega, su servicio y su amor. Amén.

Reflexión de Homilía católica.

REFLEXIÓN: LA RELIGIOSIDAD MENTIROSA
Is 1,10.16-20; Mt 23, 1-12
Las dos lecturas coinciden en el tono; son denuncias proféticas en las que tanto Isaías como el Señor Jesús exhiben la relación mentirosa del creyente con sus hermanos y con Dios. Como reza el refrán latino: la corrupción de lo mejor (la fe), resulta detestable (manipulación de la conciencia ajena). Desde la perspectiva de Isaías, quien invoca el nombre del Señor y pasa por encima de las exigencias mínimas de justicia, violentado los derechos de los débiles, no sirve al Dios verdadero, sino a un ídolo. En el Evangelio de san Mateo el Señor Jesús exhibe la perversión de los dirigentes religiosos que han aprovechado sus cargos para reclamar honores y privilegios. La comunidad eclesial ha de ser una asamblea fraterna, donde las relaciones sencillas en clave de equidad y respeto mutuo, han de prevalecer. Al confesar a Jesús como único Señor y Maestro excluye cualquier forma de culto a la personalidad de los dirigentes. (DE www misal . com . mx)



Santos
Cirilo de Jerusalén, Doctor de la Iglesia; Salvador de Horta, presbítero. Beata Celestina de Madre de Dios, fundadora. Feria (Morado)

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