LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA.
6 DE MARZO DE 2014
JUEVES
DESPUÉS DE CENIZA
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Sal 54, 17-20. 23)
Clamé
al Señor, y escuchó mi voz y me libró de los que me atacaban. Encomienda a Dios
tus afanes y Él te sustentará.
ORACIÓN
COLECTA
Inspira,
Señor, nuestras acciones y dirígelas con tu gracia, para que todo cuanto
emprendamos lo iniciemos en tu nombre y podamos llevarlo a término por tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Hoy
pongo delante de ti la bendición y la maldición.
DEL
LIBRO DEL DEUTERONOMIO: 30, 15-20
Esto
dice el Señor: "Mira: Hoy pongo delante de ti la vida y el bien o la
muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, amando al Señor tu Dios,
siguiendo sus caminos, cumpliendo sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y
te multiplicarás. El Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a
entrar para poseerla. Pero si tu corazón se resiste y no obedeces, si te dejas
arrastrar y te postras para dar culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy
que perecerás sin remedio y que, pasado el Jordán para entrar a poseer la
tierra, no vivirás muchos años en ella.
Hoy
tomo por testigos al cielo y a la tierra de que les he propuesto la vida o la
muerte, la bendición o la maldición. Elige la vida y vivirás, tú y tu
descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él;
pues en eso está tu vida y el que habites largos años en la tierra que el Señor
prometió dar a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 1
R/.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Dichoso
aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se
burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
R/.
Es
como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se
marchita. En todo tendrá éxito. R/.
En
cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor
protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.
ACLAMACIÓN
(Mt 4, 17) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Conviértanse,
dice el Señor, porque ya está cerca el Reino de los cielos. R/.
El
que pierda su vida por mí, la salvará.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 9, 22-25
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Es necesario que el Hijo del
hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día".
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: "Si alguno quiere
acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me
siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el
que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al
hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?"
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor, con bondad estas ofrendas que te presentamos, para que nos alcancen tu
perdón, y den gloria a tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
I-V de Cuaresma.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Sal 50, 12)
Señor,
crea en mí un corazón puro, y renueva en mi interior un espíritu firme.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, que hemos recibido en esta comunión, sean
para nosotros fuente de perdón, de santidad y de salvación. Por Jesucristo,
nuestro Señor..
HOMILIA
DEL PAPA FRANCISCO
06/03/2014
HUMILDAD,
DOCILIDAD, GENEROSIDAD
Humildad,
docilidad, generosidad: este es el estilo cristiano, un camino que pasa por la
cruz, como hizo Jesús, y es un camino que lleva a la alegría. Lo dijo el Papa
Francisco en la homilía pronunciada en la mañana del jueves durante la Misa en
la Casa de Santa Marta.
En
el Evangelio propuesto de la liturgia del jueves posterior al Miércoles de
Ceniza, Jesús dice a los discípulos: “El que quiera venir detrás de mí, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.” Éste – subrayó
el Papa - es “el estilo cristiano” porque Jesús fue el primero que recorrió
“este camino”:
“No
podemos pensar en la vida cristiana fuera de este camino. Existe siempre este
camino que Él hizo primero: el camino de la humildad, también el camino de la
humillación a sí mismo, para luego resurgir. Este es el camino. El estilo
cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es
cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin
cruz, no sin Jesús”.
Jesús
“dio el ejemplo” – continuó el Santo Padre – y, “siendo igual a Dios”, “se
humilló a sí mismo, se hizo siervo por todos nosotros”:
“Y
este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este
camino de humillarse a sí mismo es para dar vida, está en contra del camino del
egoísmo, de ser apegado a todos los bienes sólo para mí … Este camino está
abierto a los demás, porque aquel camino que ha hecho Jesús, de humillación,
aquel camino ha sido hecho para dar vida. El estilo cristiano es precisamente
este estilo de humildad, de docilidad, de mansedumbre”.
“Quien
quiera salvar la propia vida, la perderá” – repite Jesús – porque “si el grano
no muere, no puede dar fruto”. Y “esto, con alegría – afirmó el Obispo de Roma
- porque la alegría nos la da Él mismo. Seguir a Jesús es alegría, pero seguir
a Jesús con el estilo de Jesús, no con el estilo del mundo”. Seguir el estilo
cristiano significa recorrer el camino del Señor, “cada uno como pueda”, “para
dar vida a los demás, no para dar vida a sí mismo. Es el espíritu de la
generosidad”. Nuestro egoísmo nos empuja a querer parecer importantes ante los
demás. En cambio, el libro de la Imitación de Cristo – observó Francisco - “nos
da un consejo bellísimo: ‘Ama no ser conocido y ser juzgado como nada’. Es la humildad
cristiana, aquello que Jesús fue el primero en practicar”:
“Y
esta es nuestra alegría, y esta es nuestra fecundidad: ir con Jesús. Otras
alegrías no son fecundas; sólo piensan – como dice el Señor – en ganar el mundo
entero, pero al final pierden y arruinan la vida. Al inicio de la Cuaresma
pidamos al Señor que nos enseñe un poco este estilo cristiano de servicio, de
alegría, de humillación de nosotros mismos y de fecundidad con Él, como Él la
quiere”. (RV-RC)
Fuente:
Radio Vaticano.
REFLEXIÓN
Dt. 30, 15-20. Elegir la vida.
Pero ¿quién quisiera elegir la muerte? Sólo un loco o un desequilibrado elegiría
el mal, la muerte y la destrucción para sí mismo. Sin embargo, cuántos excesos
y desenfrenos van minando, día a día con la vida de cada persona. Cuántas
injusticias y egoísmos van engendrando miles de desnutridos, de desorientados,
de pobres, de hombres sin esperanza. Cuántos, buscando intereses ávidos de
riqueza, han enviciado y provocado la destrucción de valores y de expectativas
en jóvenes y niños.
¿Elegir
la vida? Esto no es algo que sólo yo voy a disfrutar a mi modo. Es algo que voy
a respetar e incrementar en todos aquellos que tienen derecho a la vida. La
vida no es propiedad de unos cuantos; pertenece a todos, sean de la condición
que sean.
Se
elige la vida cuando se ama al Señor nuestro Dios, cuando se escucha su voz y
cuando uno se adhiere a Él. Esto nos habla de entrar en comunión de vida con el
Señor y seguir sus caminos cumpliendo, especialmente, con su mandamiento del
amor que nos hace amarnos como Él nos ha amado. Sólo quien viva en esa línea
podrá tener la seguridad de llegar a poseer la Patria eterna y de sólidos
cimientos.
La
cuaresma nos ha de ayudar a reflexionar sobre cómo amamos la vida; cómo la
incrementamos en nosotros y en los demás; cómo la respetamos y la hacemos cada
vez más digna en quienes han tenido menos oportunidades que nosotros. Este es
el precepto de amor que Dios nos ha dado. ¿Escucharemos su voz y seremos
dóciles a lo que Él nos pide?
Sal. 1. El Señor nos invita
a hundir nuestra vida (Bautizarla permanentemente) en Él.
Aquel
que vive en Dios dará el fruto abundante de las buenas obras y nunca se
marchitará. Su criterio de acción será la Ley del amor dada por el Señor; eso
es su gozo; y Dios se goza en él protegiéndole incluso sus pasos para que no
vacile.
En
cambio el malvado pareciera progresar, sin embargo será como la paja barrida
por el viento, y sus caminos acabarán por perderlo.
A
pesar de que nuestros caminos hayan sido torcidos, e incluso equivocados, el
Señor, rico en paciencia y grande en misericordia, nos concede este tiempo
propicio de la Cuaresma para que los rectifiquemos y volvamos a Él con todo el
corazón y con toda el alma. Dios no nos rechazará sino que manifestará con
nosotros su bondad y misericordia, puesto que, como un padre siente ternura por
sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo aman.
Pero
que nuestro amor no sea como rocío mañanero, sino que sea tan sincero como para
plantar definitivamente nuestra vida en Dios, fuente de vida eterna para
quienes creemos en Él.
Lc. 9, 22-25. Parecen sonar por
anticipado las palabras de Jesús a dos de sus discípulos, camino de Emaús,
después de la resurrección del Señor: Era necesario que el Hijo del Hombre
padeciera todo esto para entrar en su Gloria.
Jesús
anuncia este acontecimiento a sus discípulos: su sufrimiento, su rechazo por
parte de los considerados santos en Israel, su muerte; pero también su
resurrección. Después dirá: Lo que sucedió es lo que ya les había anunciado yo.
Nada
se gana sin sufrimiento; la corona no se conquista sin disciplina y sin
renuncias. Jesús vive glorificado a la diestra del Padre como el Hijo amado
porque llegó a su perfección por medio del sufrimiento y de su filial
obediencia a la voluntad del Padre Dios. ¿Y nosotros queremos llegar a la
Gloria sin las señales de nuestra entrega sincera? Jesús nos dice hoy que eso
no es posible. Si alguno quiere acompañarme, dice a sus discípulos. Acompañarlo
¿a dónde? A la participación de la Gloria junto al Padre.
El
camino de fe no culmina en la Cruz, sino en la Glorificación junto a Jesús.
Para llegar ahí hemos de seguir a Cristo, seguir sus huellas de un modo
radical. Este seguimiento del Señor no es una invitación a las personas de la
Vida Consagrada, es para todos los que creemos en Cristo y hemos aceptado su
vida por medio de su Espíritu en nosotros, y que hemos sido sumergidos en el
Bautismo, que nos hace ser personas consagradas al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Efectivamente, el Bautismo no es cosa del pasado; es algo que
permanece en nosotros siempre. Aquel que ha recibido el Bautismo permanece para
siempre sumergido y consagrado en Dios, para ser santo y signo de santidad en
el mundo. Así, viviendo y caminando en el amor, el cristiano se convierte en un
signo pedagógico de liberación, de amor, de rectitud para cuantos le rodean.
Por eso hemos de tomar, con gran amor, nuestra cruz de cada día; no sólo la
cruz que simboliza el martirio, sino la cruz de nuestra generosidad, de nuestra
lealtad a la fe en Cristo, y, sin importarnos las burlas, persecuciones e,
incluso muerte, saber que al final está Dios a quien amamos y servimos y por
quien damos la vida sabiendo encomendar en Él nuestro espíritu para que nos
reciba en las moradas eternas.
No
busquemos los aplausos de los que nos rodean, sirvamos al Evangelio por puro
amor a Dios; no mezclemos el anuncio del Evangelio con el dinero, pues al final
nos habríamos perdido a nosotros mismos, y nos destruiríamos por no haber
encontrado en Cristo la salvación, sino sólo el motivo para lograr nuestros
propios intereses.
Nuestra
celebración Eucarística nos hace contemplar no sólo la cruz que hemos de tomar
cada día para seguir a Cristo, sino que nos hace pregustar la Gloria que nos
espera.
El
Resucitado nos ha convocado para que estemos con Él y sigamos sus huellas con
la esperanza de gozar de su Gloria, que es la Gloria del Padre; para que donde
esté Él estemos también nosotros.
Nuestra
vida de fe sólo tendrá sentido en la medida en que se convierta en una entrega
de amor servicial en favor de los demás, en la medida que hagamos nuestro el
sufrimiento y el pecado de nuestro prójimo para consumirlo en el amor de Cristo
y, libres de toda culpa, alabemos juntos al Señor con una vida recta.
Hagámonos
compañeros de viaje de Cristo rumbo a su pascua.
Veamos
a tantos hermanos nuestros marcados por la cruz del dolor, del sufrimiento, de la
pobreza, de la enfermedad, de la injusticia, del desprecio, de la marginación.
Sólo
el amor es digno de crédito. Acompañar al Señor en el camino de su Pascua
significa acompañar el rostro sufriente de Cristo presente en nuestros
hermanos. Es cargar su cruz como cruz nuestra. Es dar nuestra vida sin miedos,
sin ilusiones falsas, sin comodidades que nos dejen al margen del camino. Es
tomar en serio la fe y el amor con la ilusión esperanzadora de que florezca la
vida y surjan la paz, la armonía y la solidaridad que nos hagan capaces de
tender la mano al hermano que sufre para darle motivos de vivir, y de amar a la
altura como Cristo lo vuelve a amar por medio nuestro.
Roguémosle
a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María,
nuestra Madre, la gracia de ser leales a nuestra fe; de decir un sí definitivo
y amoroso a su voluntad para que, por medio nuestro el Señor siga haciendo
maravillas en favor de los demás, hasta que algún día, cargando nuestra propia
cruz, y haciendo nuestros los dolores, pobrezas y enfermedades de los demás
para darles una solución adecuada, podamos entrar, junto con Cristo, en su
Gloria eternamente. Amén.
Homilía
católica.
REFLEXIÓN:
LOS DOS CAMINOS
Dt
30,15-20; Lc 9,22-25
La
lógica del Deuteronomio no es la misma que la del Evangelio. En la teología del
quinto libro de la Biblia, se postula un esquema de premios y castigos muy
elemental: el israelita que se conduce conforme a los mandamientos vive como un
bendito de Dios, prospera, crece y multiplica sus bienes; el que se aparta de
la ley de Dios, sufre fracasos y desgracias. En el Evangelio encontramos una
lógica sorprendente y no muy atractiva desde el punto de vista humano: se trata
de seguir a Jesús, a sabiendas que eso implica riesgos tan serios como la
pérdida misma de la vida presente. Los discípulos que asumieron con radicalidad
la causa del Reino, sellaron con la entrega de su vida, la fidelidad al Señor
Jesús. Ellos son una historia de vida que nos interpela y pone en riesgo
nuestra zona de confort. ( de www misal . com . mx)
Santos
Victorino de Nicomedia, mártir; Olegario de Barcelona, obispo; Coleta Boylet o
de Corbie, abadesa. Feria (Morado)
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