viernes, 28 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. SÁBADO 01 DE MARZO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
SÁBADO 01 DE MARZO DE 2014
VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
MISA DE SANTA MARÍA EN SÁBADO

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Jdt 13, 18-19)
María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.

ORACIÓN COLECTA
Padre bueno, Dios nuestro, que en María, primicia de la redención, nos has dado una madre de inmensa ternura, abre nuestros corazones a la alegría del Espíritu Santo y haz que, a imitación de la Virgen, sepamos alabarte por las maravillas realizadas en Cristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
Mucho puede la oración insistente del justo.




DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 5, 13-20

Hermanos míos: ¿Sufre alguno de ustedes? Que haga oración. ¿Está de buen humor? Que entone cantos al Señor. ¿Hay alguno enfermo? Que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con aceite, invocando al Señor. La oración hecha con fe le dará la salud al enfermo y el Señor hará que se levante; y si tiene pecados, se le perdonarán.
Por lo tanto, confiesen sus pecados los unos a los otros y oren los unos por los otros para que se curen. Mucho puede la oración insistente del justo: Elías era un hombre igual a nosotros, y cuando oró con insistencia para que no lloviera, no llovió en tres años y medio; volvió a orar, y el cielo dio su lluvia, y la tierra, sus cosechas.
Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver al buen camino, tengan presente que quien hace volver a un pecador de su extravío, salvará su propia alma de la muerte y sepultará una multitud de pecados.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 140
R/. Que sea, Señor, mi oración como el incienso.

A ti clamo, Señor, acude pronto; cuando te invoco, escucha mi plegaria. Que sea mi oración como el incienso; como ofrenda, mis manos levantadas. R/.

Pon, Señor, en mi boca un centinela, un vigía, a la puerta de mis labios. En ti, Señor, están puestos mis ojos, no me niegues tu amparo. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. Mt 11, 25)
R/. Aleluya, aleluya.

Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.


 El que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.


DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 10, 13-16

n aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo.
Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Santa María Virgen.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lc 1, 48)
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado con veneración la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Vísperas I del domingo: 4a semana del Salterio. Tomo III: pp. 1151 y 260. Para los fieles: pp. 722 y 397. Edición popular: pp. 289 y 465. Feria (Verde)

REFLEXIÓN:
Sant. 5, 13-20. Seamos conscientes de que cuando oramos lo hacemos unidos a Cristo, Cabeza de la Iglesia; y que, por tanto, nuestra oración tiene un poder muy grande en la presencia de nuestro Dios y Padre.
Por eso hemos de orar en los momentos de sufrimiento y de alegría; hemos de orar por los enfermos; hemos de orar pidiendo el perdón de nuestros pecados; hemos de orar para que la obra salvadora de Dios llegue a todos los corazones, hasta el último rincón de la tierra.
Veámonos siempre como hermanos. Abramos los ojos ante las miserias de nuestro prójimo, no para criticarlo, sino para darnos cuenta de hacia dónde hemos de dirigir nuestra acción evangelizadora para ganarlos a todos para Cristo. Entonces no viviremos divididos, ni como extraños, sino como hijos de un único Dios y Padre.

Sal. 141 (140). Dios; Dios siempre dispuesto a escuchar nuestros ruegos.
Sin embargo Él bien sabe lo que necesitamos en cada momento; y bien sabe lo que necesita el mundo y su Iglesia para que todos lleguemos a participar de los bienes eternos.
Por eso nuestra oración jamás podrá ser exigente; ni hemos de buscar nuestros propios intereses, sino en todo hacer la voluntad de Dios.
Aprendamos a abandonar nuestra vida en manos del Señor. Dejemos que Él nos conduzca conforme a sus designios de salvación. Vivamos en su presencia con un amor verdadero, de tal forma que, después de haber vivido en un amor fiel a Él y a su Iglesia, podamos sentarnos, junto con su Hijo, a la diestra de su Gloria.

Mc. 10, 13-16. Los fariseos arrogantes, sabelotodos, son puestos en contraposición con la sencillez de los niños. Estos no se acercan a Jesús por su propia iniciativa; son, tal vez sus padres o algún familiar, los que se encargan de llevarlos ante Él.
Los niños, sencillos y confiados en la mano de sus padres, dóciles y receptivos, son el ejemplo de la forma en que hay que emprender el camino hacia la perfección en Dios, confiando no en nuestras propias fuerzas y recursos, sino sólo en el Señor, que hará su obra en nosotros.
Aquel que quiera seguir a Cristo ha de ser sencillo como los niños, con la debida apertura y abandono por completo a su benevolencia divina.
Jesús nos reúne en esta Eucaristía. Llegamos ante Él con la ilusión de no desviarnos del Camino, que es Jesús.
Reconocemos que somos pecadores. Si, como dice la Escritura, el justo peca siete veces al día, ¡que será de nosotros!
Dios nos quiere desarmados de todo orgullo y de todo falso engreimiento en nosotros mismos. Con humildad escuchemos la Palabra que Él nos dirige y, como mendigos, sentémonos a su Mesa; Él no nos rechazará sino que, en un memorial de amor por nosotros, continuará entregándose para el perdón de nuestros pecados.
Pero aceptar el perdón de Dios nos debe hacer vivir como criaturas nuevas, libres del mal y sencillos para tratar a todos con amor, y ser capaces de tomar de la mano a los que son como niños y conducirlos hacia Cristo.
¿Queremos entrar en el Reino de los cielos? Así como Jesús camina hacia su Pascua dirigiéndose decididamente hacia Jerusalén, así nosotros no hemos de renunciar a vivir cercanos a los demás dando nuestra vida en generoso amor por todos, especialmente por quienes necesitan de él y de una caricia de Dios por medio nuestro. Esto es lo que finalmente el Señor nos invita a vivir cuando se dice que abrazó a los niños y los bendijo.
¿Seremos capaces de hacer eso con los viciosos, con los desvalidos, o con los que consideramos malditos a causa de sus grandes culpas?
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de comprender los caminos de Dios sobre nosotros para que nos decidamos a vivir en su voluntad, y poder decir que, junto con Cristo participamos de su Pascua y de su Glorificación. Amén.

Reflexión de: Homilía católica



REFLEXIÓN: TODA LA FE EN TODA LA VIDA
St 5, 13-20; Mc 10,13-16
La exhortación final del apóstol Santiago no es exhaustiva, sino ilustrativa, pretende decirnos que en cualquier circunstancia adversa o favorable, conviene apoyarnos en Dios y en la comunión solidaria con nuestros hermanos. La fe cristiana es una forma de vivir que nos marca de manera profunda, abordando desde la óptica de Jesús, las diversas situaciones de la vida. Cuando se vive persuadido del amor de Dios, manifiesto en la persona de Jesús, se dispone de la entereza suficiente para salir adelante en los distintos desafíos. Por su parte, el Evangelio de san Marcos nos muestra la perplejidad de los discípulos, que no advierten la inversión de criterios que Jesús establece: los últimos, es decir, los niños, serán ahora los primeros en la nueva familia establecida por Jesús y sus seguidores. Primeros en honor, en derecho y en cuidados de parte de los responsables. (www misal . com . mx )



Santos: David de Cambria, obispo; Albino o Albin de Angers, obispo; León Lucas, abad.


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