LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
Lunes
17 de febrero de 2014
ANTÍFONA
DE ENTRADA (1 Jn 3, 17)
Si
alguno, teniendo con qué vivir, ve a su hermano pasar necesidad, y sin embargo,
no lo ayuda, ¿cómo habitará el amor de Dios en él?
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que diste un origen idéntico a todos los pueblos y quisiste formar con
ellos una sola familia, llena los corazones con el fuego de tu amor y suscita
en todos los hombres el deseo de un progreso justo y fraternal, a fin de que,
con los bienes que has destinado para todos, se realice cada uno como persona
humana y, suprimida toda discriminación, reinen en el mundo la igualdad y la
justicia. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
DE
LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 1, 1-11
Santiago,
siervo de Dios y de Jesucristo, el Señor, saluda a las doce tribus, dispersas
por el mundo.
Hermanos
míos: Cuando se vean asediados por toda clase de pruebas y tentaciones,
ténganse por dichosos, sabiendo que las pruebas a que se ve sometida su fe les
darán fortaleza, y esta fortaleza los llevará a la perfección en las buenas
obras y a una vida íntegra e irreprochable.
Si
a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios y Él se la dará;
porque Dios da a todos con generosidad y sin regatear. Pero tiene que pedírsela
con fe y sin dudar; pues el que duda se parece a las olas del mar, que van y
vienen, agitadas por el viento. Quien es inconstante e indeciso en su vida, no
recibirá nada del Señor.
Que
el hermano de condición humilde esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico,
de su humilde condición, pues se acabará como las flores del campo. Porque sale
el sol y con su calor quema las hierbas; se caen las flores y se acaba su
belleza. Así se marchitará el rico, en medio de todas sus empresas.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 118
R/.
Danos tu misericordia, Señor, y tendremos vida.
Antes
de la aflicción fui un descarriado, pero ahora obedezco tus palabras. Tú que
eres bueno y haces beneficios, instrúyeme en tus leyes. R/.
Sufrir
fue provechoso para mí, pues aprendí, Señor, tus mandamientos. Para mí valen
más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata. R/.
Yo
bien sé que son justos tus decretos y que tienes razón cuando me afliges.
Señor, que tu amor me consuele, conforme a las promesas que me has hecho. R/.
ACLAMACIÓN
(Jn 14, 6)
R/.
Aleluya, aleluya.
¿Por
qué esta gente busca una señal?
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 8, 11-13
En
aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con
Él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró
profundamente y dijo: "¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro
que a esta gente no se le dará ninguna señal". Entonces los dejó, se
embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta,
Señor, los dones y plegarias de tu Iglesia y haz que todos los hombres se
llenen del espíritu de hijos de Dios, a fin de que, superadas por amor todas
las desigualdades, lleguen los pueblos a formar en tu paz una sola familia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Lc 11, 9)
Pidan
y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá, dice el Señor.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que
de nuestra participación en este sacramento de unidad, mediante el cual
renuevas constantemente a la familia humana, obtengamos, Señor, un amor
auténtico y eficaz que nos impulse a promover el progreso de los pueblos y a
realizar, en la caridad, las exigencias de la justicia. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
“EL
CRISTIANO DEBE SER PACIENTE COMO ES PACIENTE DIOS CON CADA UNO DE SUS HIJOS”.
Homilía del Papa Francisco. Lunes 17/02/2014
VATICANO,
17 Feb. 14 / 11:14 am (ACI/EWTN Noticias).- En su homilía de la Misa que
celebró este lunes en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó que el
cristiano debe ser paciente como es paciente Dios con cada uno de sus hijos,
porque “la persona que no tiene paciencia es una persona que no crece” y se
queda en los caprichos de niño.
“La
paciencia no es resignación, es otra cosa”: el Papa comentó la carta de
Santiago donde está escrito: “alégrense profundamente cuando se vean sometidos
a cualquier clase de pruebas”. “Parece una invitación a volverse faquir”
–observó el Santo Padre según señala Radio Vaticano– pero no es así. La
paciencia, soportar las pruebas, ‘las cosas que nosotros no queremos’, hace
madurar nuestra vida”.
“Quien
no tiene paciencia quiere todo de inmediato, todo de prisa. Quien no conoce
esta sabiduría de la paciencia –subrayó el Santo Padre– es una persona
caprichosa, como los niños que son caprichosos” y ninguna cosa les está bien.
“La
persona que no tiene paciencia –explicó– es una persona que no crece, que se
queda en los caprichos del niño, que no sabe tomar la vida como viene: o esto o
nada. Ésta es una de las tentaciones: volverse caprichosos”. “Otra tentación de
aquellos que no tienen paciencia – afirmó el Pontífice - es la omnipotencia” de
querer de inmediato una cosa, como sucedió a los fariseos que piden a Jesús un
signo del cielo: “querían un espectáculo, un milagro”.
“Confunden
el modo de actuar de Dios con el modo de actuar de un brujo. Y Dios no actúa
como un brujo, Dios tiene su modo de ir adelante. La paciencia de Dios. También
Él tiene paciencia. Cada vez que nos dirigimos al sacramento de la
reconciliación, ¡cantamos un himno a la paciencia de Dios! Con cuánta paciencia
el Señor nos lleva sobre su espalda, ¡con cuánta paciencia!"
"La
vida cristiana debe desenvolverse sobre esta música de la paciencia, porque es
precisamente la música de nuestros padres, del pueblo de Dios, de aquellos que
han creído en la Palabra de Dios, que han seguido el mandamiento que el Señor
había dado a nuestro padre Abraham: ‘Camina delante de mí y se irreprensible’”.
El
pueblo de Dios – constató el Santo Padre citando la Carta a los Hebreos – “ha
sufrido tanto, han sido perseguidos, asesinados”, pero tuvo “la alegría de
saludar desde lejos las promesas” de Dios. “Ésta es la paciencia” que “nosotros
debemos tener en las pruebas: la paciencia de una persona adulta, la paciencia
de Dios” que nos lleva sobre la espalda. Y ésta – prosiguió - es “la paciencia
de nuestro pueblo”.
“¡Cuán
paciente es nuestro pueblo! ¡Aún hoy! Cuando vamos a las parroquias y
encontramos a aquellas personas que sufren, que tienen problemas, que tienen un
hijo minusválido o tienen una enfermedad, pero llevan adelante la vida con
paciencia. No piden signos, como aquellos del Evangelio, que pretendían una
señal. Decían: ‘¡Danos un signo!’. No, no piden, pero saben leer los signos de
los tiempos: saben que cuando el higo florece, llega la primavera; saben
distinguir aquello. En cambio, estos impacientes del Evangelio de hoy, que
querían una señal, no sabían leer los signos de los tiempos, y por eso no
reconocieron a Jesús”.
El
Papa Francisco alabó luego a la “gente de nuestro pueblo, gente que sufre, que
sufre tantas, tantas cosas, pero que no pierde la sonrisa de la fe, que tiene
la alegría de la fe”.
“Y
esta gente, nuestro pueblo, en nuestras parroquias, en nuestras instituciones
–tanta gente– es aquella que lleva adelante a la Iglesia, con su santidad, de
todos los días, de cada día. ‘Hermanos, alégrense profundamente cuando se vean
sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que la fe, al ser probada,
produce la paciencia. Y la paciencia debe ir acompañada de obras perfectas, a
fin de que ustedes lleguen a la perfección y a la madurez, sin que les falte
nada’”.
Que
el Señor, concluyó el Santo Padre, “nos dé a todos nosotros la paciencia, la
paciencia alegre, la paciencia del trabajo, de la paz, nos de la paciencia de
Dios, ésa que Él tiene, y nos de la paciencia de nuestro pueblo fiel, que es
tan ejemplar”.
Fuente:
www aciprensa . com
Reflexión
Sant.
1, 1-11. Dios nos conceda su Sabiduría para no apegarnos a las cosas pasajeras,
ni pedir, en la oración, cosas perecederas, pues las cosas de este mundo hoy
son y mañana desaparecen como las flores del campo que, al calor del sol se
caen y se acaba su belleza. Depositar en ellas nuestro corazón es construir
nuestra vida sobre un banco de arena y no sobre roca firme. Si lo pasajero nos
ha deslumbrado y vagamos sin un rumbo bien definido hacia nuestra perfección en
Cristo, pidamos a Dios que nos conceda la Sabiduría necesaria para saber ser
fieles a su Palabra, que nos santifica y poder, así, rectificar nuestros
caminos. Pero si pedimos esa Sabiduría que procede de Dios es porque realmente
estamos decididos a darle un nuevo rumbo a nuestra vida. Quien titubea en su
oración está manifestando la máxima inmadurez respecto a decidirse a caminar en
el bien. Efectivamente la oración no puede reducirse sólo a la adoración y
alabanza de Dios, y a la petición del perdón de nuestros pecados; si no pedimos
a Dios su fortaleza para que nuestra vida se convierta en un signo de su amor;
y si no nos decidimos a emprender ese camino es muy probable que hayamos
desperdiciado nuestro tiempo ante el Señor. No tengamos miedo a tener que
padecer en la conquista del bien. Más bien veamos los momentos difíciles, y las
tentaciones, como la oportunidad que Dios nos concede para afianzarnos cada vez
más en su amor y en el amor que le debemos a nuestro prójimo.
Sal.
119 (118). Muchas veces es necesario pasar por el crisol de la prueba para
reconocer el amor que Dios nos tiene. Dios siempre vela por nosotros como un
Padre lleno de amor y de ternura. Él jamás da ni dará marcha atrás en el amor
que nos tiene, pues lo que Dios da lo da de una vez y para siempre. Si nosotros
hemos vivido como ovejas descarriadas y sólo mediante la prueba nos acordamos
del Señor, hemos de ver que incluso esos momentos difíciles Dios los permite
para que reflexionemos y volvamos a Él, como el hijo pródigo decide volver
cuando se encuentra en una gran penuria, después de haberlo poseído todo. En
los momentos de prueba no nos desesperemos, ni le reclamemos a Dios; escuchemos
más bien sus palabras que nos dirige diciéndonos que si lo ha permitido es
porque está celoso de nosotros, que lo abandonamos para irnos tras los ídolos,
que nosotros mismos nos inventamos. Pero Dios no nos abandonará a nuestra
suerte; Él escucha nuestra voz y sale a nuestro encuentro para perdonarnos.
Ojalá y en adelante caminemos en su presencia como hijos fieles a su amor y no
como hijos rebeldes.
Mc.
8, 11-13. En momentos críticos uno quiere recurrir a recursos extraordinarios
para no sucumbir ante las pruebas. Entonces se puede echar mano de la sicología
de las masas, se pueden inventar supuestas revelaciones, se puede intentar
hacer curaciones o utilizar algunos otros medios que impacten a las multitudes
y las hagan venir hacia nosotros. Pero tarde que temprano todo el teatro que se
haya armado quedará descubierto y vendrá la ruina total. Jesús nos pide que no
demos señales para convencer a los demás de adherirse a nuestras ideas, incluso
religiosas, pues los milagros son un regalo que Dios nos hace y no se pueden
convertir en una manipulación de los demás. Él quiere que nosotros mismos
seamos esa señal; pues nuestras buenas obras deben apuntar hacia Cristo. Hacia
Él nos dirigimos; y lo hacemos en serio, con todo el compromiso de quien
proclama la Palabra de Dios y da testimonio de que ella ha sido eficaz en el
que la anuncia. Cuando buscamos o damos otro tipo de señales estamos dando a
entender que vivimos con mucha inmadurez nuestra fe y que necesitamos muletas o
sillas de ruedas para movernos. Si, incluso, Dios nos permitiera hacer
milagros, no podemos hacerlos para causar admiración hacia nosotros mismos sino
para fortalecer, con toda sencillez, la fe de los demás; pues no somos
nosotros, sino Dios quien ha de hacer su obra de salvación por medio nuestro,
liberándonos de toda esclavitud al mal.
La
prueba más grande de que Dios nos ama consiste en que, siendo nosotros
pecadores, nos envió a su propio Hijo, el cual entregó su vida para liberarnos
de la muerte y de la esclavitud al pecado. Esto es lo que celebramos en esta
Eucaristía. Dios nos ama. Dios es Dios-con-nosotros. Dios no sólo se ha hecho
cercano a nosotros, sino que ha hecho su morada en nosotros mismos. Sabemos
que, a pesar de que el Señor habita en nosotros y va con nosotros, sin embargo
jamás desaparecerán las pruebas por las que tengamos que pasar. Nuestra vida
constantemente está sometida a una serie de tentaciones que, al ser vencidas
con la Fuerza que nos viene de lo Alto, el Espíritu Santo, nos harán madurar en
la perfección que nos asemeje, de un modo cada vez mejor y más claro, a nuestro
Dios y Padre. La Alianza y Comunión de Vida que volvemos a hacer nuestras en
esta Eucaristía, lleva a cabo esta obra del amor de Dios y de su salvación en
nosotros.
Es
fácil abrir el corazón a todo aquello que se conforma a nuestros propios
intereses. Si encontramos personas que apoyen nuestra forma de pensar y actuar,
aun cuando sean desordenadas, decimos que son gente buena, que nos comprende y
que merece todo nuestro respeto. Sin embargo, cuando realmente confrontamos
nuestra vida, nuestras obras y actitudes con el Evangelio de Cristo, nos damos
cuenta de que debemos corregir muchas cosas. Y si alguien nos hace un fuerte
llamado para que, abandonando nuestros caminos de maldad, nos volvamos hacia
Dios nos revelamos y le pedimos que respete nuestra libertad (¿no será mas bien
nuestro libertinaje?). Ojalá y el Señor no se aleje de nosotros dejándonos a
merced de nuestros vanos pensamientos y de nuestras pasiones desordenadas.
Abramos nuestro corazón a la Sabiduría de Dios para que podamos actuar guiados
por los criterios del bien, del amor, de la verdad, de la justicia. No nos
quedemos en una fe aparente movida por cualquier viento.
Pidámosle
al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos
dé la firmeza suficiente en la fe que hemos depositado en Él. Que fieles al
Señor y a sus enseñanzas nosotros mismos, con una vida recta, seamos la mejor
prueba de que el amor de Dios puede transformar al hombre y hacer que todos
lleguemos a la unidad querida por Cristo y que debe tener sus raíces firmemente
hundidas en el amor fraterno. Amén.
Reflexión
de: Homilía católica.
Santos:
Los Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de María; Mesrobio o
Mesrob "el Católico" de Armenia, monje. Beato Lucas Belludi,
presbítero. Feria (Verde)
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