viernes, 14 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DEL VIERNES 14 DE FEBRERO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
VIERNES 14 DE FEBRERO DE 2014
V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO.A.
Nuestra Señora de la Esperanza
Santos: Cirilo, monje y Metodio de Tesalónica, obispo; Valentín de Roma mártir. Memoria (Blanco)

ANTÍFONA DE ENTRADA
Estos son los santos varones a quienes Dios eligió amorosamente y dio una gloria eterna, y por cuya doctrina resplandece la Iglesia.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por medio de los santos Cirilo y Metodio iluminaste con la luz del Evangelio a los pueblos eslavos, abre nuestro corazón para que aceptemos tu palabra y ayúdanos a vivir de acuerdo con la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Israel se separó de la casa de David.

DEL PRIMER LIBRO DE LOS REYES: 11, 29-32; 12, 19

En aquel tiempo, Jeroboam, siervo de Salomón, salió de Jerusalén y se encontró por el camino al profeta Ajías, de Siló, que llevaba puesto un manto nuevo.
Estaban los dos solos en el campo. Ajías tomó su manto, lo rasgó en doce pedazos y le dijo a Jeroboam: "Toma diez pedazos, pues el Señor, Dios de Israel, te manda decir: 'Voy a desgarrar el reino de Salomón. A ti te daré diez tribus, y a Salomón solamente le dejaré una en consideración a David, mi siervo, y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel' ".
Y desde entonces hasta el día de hoy, Israel se separó de la casa de David.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 80
R/. Israel, yo soy tu Dios: cumple mis mandatos.

No tendrás otro Dios fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros. Pues yo, el Señor, soy el Dios tuyo, el que te sacó de Egipto, tu destierro. R/.

Pero Israel no oyó mi voz y mi pueblo no quiso obedecerme. Los entregué, por eso, a sus caprichos y los dejé vivir como quisiesen. R/.

¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel con mis mandatos! Yo, al punto, humillaría a sus enemigos y sentirían mi mano sus contrarios. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. Hch 16, 14)
R/. Aleluya, aleluya.

Abre, Señor, nuestros corazones, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R/.




Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 7, 31-37

En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea,
atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "¡Effetá!" (que quiere decir" ¡Ábrete!"). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: "¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, los dones que te presentamos en la festividad de tus santos Cirilo y Metodio y concédenos una gran sinceridad de corazón para poder agradarte siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 15, 15)

Ya no los llamo siervos, dice el Señor; porque el siervo no sabe lo que hace su señor. A ustedes los llamo amigos porque todo lo que he oído a mi Padre, se lo he dado a conocer.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que nos llene, Señor, de tu alegría el sacramento de salvación que hemos recibido en esta festividad de tus santos Cirilo y Metodio, en quienes veneramos a nuestros padres en la fe y proclamamos que eres admirable. Por Jesucristo, nuestro Señor.




REFLEXIONES
1Re. 11, 29-32; 12, 19. El Reino del Norte en Israel finalmente volverá a vivir separado, como antes de los reinados de David y de Salomón. Aun cuando se da una interpretación religiosa a esa separación, sin embargo los del Norte siempre quisieron liberarse de los de Judá y Jerusalén; finalmente lo logran teniendo como su rey a un siervo de Salomón: Jeroboam.
En el futuro siempre estará presente la nostalgia de la unión, en un sólo pueblo, de todas las tribus de Israel; sin embargo Judá y su capital Jerusalén siempre reclamarán estar al frente de todos los Israelitas.
Hay muchas divisiones que constantemente se generan en los pueblos. No podemos negar, incluso, las divisiones que, por diversas causas, se han generado dentro de los cristianos.
El Señor nos llama a la unidad. Él pide a su Padre, en la última Cena, esa unidad para los que creemos en Él.
San Pablo nos recordará que hemos de vivir con un sólo Señor, una sola fe, un solo Bautismo; un solo Dios y Padre.
Sólo el Espíritu Santo, que habita en el corazón de los creyentes logrará la unidad de toda la humanidad; sin embargo, por querer manipular al mismo Espíritu, muchos lo han convertido también en motivo de división por dar preeminencia, no al amor, sino a los carismas que nos ponen al servicio de los demás.

Sal. 81 (80). No seamos rebeldes al Señor. Ojalá y jamás se cumplan en nosotros esas terribles palabras que el Señor pronuncia en este salmo: Pero mi pueblo no quiso escuchar mi voz, Israel no quiso obedecerme. Por eso los abandoné a la dureza de su corazón, a merced de sus caprichos (vv. 12-13)
Dios siempre está dispuesto a perdonarnos. Él nos ama, y nos sigue contemplando amorosamente cuando nos alejamos de su presencia, pues jamás nos retira su amor. Él siempre está dispuesto a perdonarnos y a recibirnos nuevamente como a hijos suyos. Lo único que espera es que volvamos a escuchar su voz y, arrepentidos, nuevamente vayamos por sus caminos haciendo en todo su voluntad.
En aquel que cumpla sus mandamientos el Padre Dios y Jesucristo harán su morada.
Si queremos que nuestro mundo tome un nuevo rumbo desde nuestra propia vida aprendamos a escuchar la voz de Dios y a ser fieles a la misma.

Mc. 7, 31-37. Jesús continúa su Misión en la región de tinieblas y sombras de muerte. Los paganos siguen experimentando el poder salvador de Dios, que no ha quedado atrapado en un pueblo, en una cultura, sino que se ofrece a toda persona sin frontera.
El haber caminado bajo el engaño del mal, el haber confundido a Dios con los ídolos los había hecho sordos para escuchar la Palabra de Dios e incapaces para alabarlo. Dios da una orden y todo le obedece. Él ordena que se abran los oídos y se suelte la traba de la lengua y al instante sucede.
Cristo, el Hijo que el Padre nos ha enviado, ha venido a buscar y a salvar no sólo a los hijos que había dispersado el pecado, sino a todo lo que se había perdido. Todos estamos llamados a convertirnos en una continua alabanza de Dios, no sólo con nuestras palabras sino con toda nuestra vida.
Así como Dios, en la creación, vio que todo está muy bien hecho, así Jesús pasa haciendo el bien y la gente exclama: ¡Qué bien lo hace todo! Ojalá sea la misma exclamación que se diga de quienes somos sus discípulos.
En esta Eucaristía Dios no sólo quiere que elevemos nuestras manos y nuestros corazones para alabarlo con jubilosos labios. Él espera que no vengamos ante Él con hipocresías, cubiertos con vestiduras de una piedad aparente. Él quiere que en verdad estemos revestidos de Cristo y que no continuemos desnudos del amor, incapaces de hacer el bien.
Aquel que se ha encontrado con Cristo ha encontrado la capacidad de dar testimonio, con sus obras, de un lenguaje nuevo: La vida hecha servicio, la vida que ya no enmudece ni esconde su fe.
En la curación del sordomudo el Señor nos quiere hacer reflexionar acerca de cómo hemos de permitirle que se abran nuestros oídos a su Palabra, para que ésta pueda caer como buena semilla en nuestro corazón; y ahí, meditada, pueda ser expresada con buenas obras por cada uno de nosotros.
Ser apóstol de Cristo en nuestros tiempos no es nada sencillo. Hay muchas críticas y burlas para quien se confiesa seguidor  del Señor y que lo manifiesta con una vida congruente con su fe.
Ser justo, saber perdonar, no engañar a los demás, estar al servicio de los que sufren puede acarrearnos el desprecio, incluso, de la misma familia. Quien no esté firmemente anclado en Cristo fácilmente dará marcha atrás y volverá a ser sordo y mudo en su vida cristiana.
Si en verdad queremos que surja una humanidad nueva; si en verdad queremos que no se nos destruya ni se pudra el futuro de la vida social, quienes tenemos puesta nuestra fe en Cristo hemos de ser valientes y fieles testigos de la Palabra que Dios ha sembrado en cada uno de nosotros, no para guardarla, sino para que dé fruto abundante.
Nosotros somos responsables, en este tiempo, del Evangelio; tratemos de hacerlo nuestro y de hacer que muchos abran su corazón a él, para que alaben, también con sus obras, al Señor que se acerca a toda persona de buena voluntad.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser en verdad discípulos suyos y apóstoles de su Evangelio. Amén.


Reflexión de: Homilía católica






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