LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
VIERNES
7 DE FEBRERO DE 2014
IV
Semana del tiempo ordinario. A
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 32, 11. 19)
Los
proyectos de su corazón subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la
vida de sus fieles, y reanimarlos en tiempo de hambre.
ORACIÓN
COLECTA
Haz,
Señor, que nos revistamos con las virtudes del corazón de tu Hijo, y nos
encendamos con el amor que lo inflama, para que, asemejándonos a Él, merezcamos
participar de la eterna redención. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
David
amaba con toda el alma a su creador y le entonaba canciones de alabanza.
DEL
LIBRO DEL SIRÁCIDE (ECLESIÁSTICO): 47, 2-13
Como
se aparta la grasa para los sacrificios, así fue escogido David entre los hijos
de Israel. Él jugaba con leones, como si fueran cabritos y con osos, como si
fueran corderos. Joven aún, mató al gigante y lavó la deshonra de su pueblo:
hizo girar su honda y de una pedrada derribó la soberbia de Goliat. Porque
invocó al Dios altísimo, Él le dio fuerza a su brazo para aniquilar a aquel
poderoso guerrero y restaurar el honor de su pueblo. Por eso celebraban con
canciones su victoria sobre diez mil enemigos, y lo bendecían en nombre del
Señor.
Ya
cuando era rey, peleó con todos sus enemigos y los derrotó. Aniquiló a los
filisteos y quebrantó su poder para siempre. Por todos sus éxitos daba gracias
al Dios altísimo y lo glorificaba. Amaba con toda el alma a su creador y le
entonaba canciones de alabanza. Instituyó salmistas para el servicio del altar,
que con sus voces hicieron armoniosos los cantos. Celebró con esplendor las
fiestas y organizó el ciclo de las solemnidades. El santuario resonaba desde el
alba con alabanzas al nombre del Señor. El Señor le perdonó sus pecados y
consolidó su poder para siempre. Le prometió una dinastía perpetua y le dio un
trono glorioso en Israel. Por sus méritos le sucedió un hijo sabio, que vivió
en paz: Salomón fue rey en tiempos tranquilos, porque Dios pacificó sus
fronteras; le construyó un templo al Señor y le dedicó un santuario eterno.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 17
R/.
Bendito sea Dios, mi salvador.
Perfecto
es el camino del Señor y firmes sus promesas. Quien al Señor se acoge, en Él
halla defensa. R/.
Bendito
seas, Señor, que me proteges; que tú, mi salvador, seas bendecido. Te alabaré,
Señor, ante los pueblos y elevaré mi voz, agradecido. R/.
Tú
concediste al rey grandes victorias y con David, tu ungido, y con su estirpe
siempre has mostrado, Señor, misericordia. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Lc 8, 15)
R/.
Aleluya, aleluya.
Dichosos
los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y
perseveran hasta dar fruto. R/.
Es
Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 6, 14-29
En
aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del
rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes
actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable
a los antiguos. Pero Herodes insistía: "Es Juan, a quien yo le corté la
cabeza, y que ha resucitado".
Herodes
había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel.
Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le
decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu
hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
Herodías
sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no
sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un
hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba
desconcertado, pero le gustaba escucharlo. La ocasión llegó cuando Herodes dio
un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con
motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile
les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la
joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias
veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella
fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó:
"La cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al
rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza
de Juan el Bautista". El rey se puso muy triste, pero debido a su
juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a
un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la
cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la
entregó a su madre.
Al
enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo
sepultaron.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Dios
nuestro, Padre misericordioso, que por el inmenso amor con que nos has amado,
nos diste con inefable bondad a tu Hijo único, concédenos que, identificados
con Él en una perfecta unidad, te ofrezcamos una digna oblación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno por Cristo,
Señor nuestro.
El
cual, con inmenso amor, se entregó por nosotros en la cruz e hizo salir sangre
y agua de su costado herido, de donde habrían de brotar los sacramentos de la
Iglesia, para que todos, atraídos hacia el corazón abierto del Salvador,
pudieran beber siempre, con gozo, de la fuente de la salvación. Por eso, con
los ángeles y con todos los santos te alabamos, diciendo sin cesar: Santo,
Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Jn 19, 34)
Uno
de los soldados le abrió el costado con su lanza, y al punto salió sangre y
agua.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo
participado de tu sacramento de amor, te pedimos, Señor, la gracia de
parecernos a Cristo aquí en la tierra, para merecer compartir su gloria allá en
el cielo, con Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
REFLEXIÓN
Eclo.
47, 2-13. David invocó al Señor Altísimo, y Él le dio vigor a su diestra para
aniquilar a un potente guerrero y reafirmar el poder de su pueblo. Por eso sólo
a Dios sea dado todo honor y toda gloria. Él ha hecho suyo lo que a los ojos
del mundo era poca cosa y lo elevó para sentarlo entre los grandes de su
Pueblo.
Dios
lo único que espera de nosotros es que nos dejemos amar por Él; que nos
pongamos en sus manos como el barro tierno está en las manos del alfarero; que
pase lo que pase, confiados en Él, sepamos que Él llevará a cabo en nosotros su
obra de salvación.
Al
final, aun cuando hayamos tenido que pasar por el crisol de la prueba, a pesar
de que hayamos sido despreciados, perseguidos, calumniados y asesinados por
anunciar y dar testimonio del Evangelio, entenderemos que Dios tenía la razón;
entonces, junto con Cristo Resucitado, podremos decir llenos de alegría: era
necesario que el Hijo del Hombre padeciera todo esto para entrar así en su
gloria.
David,
a pesar de haber andado detrás de las ovejas, a pesar de su grandes pecados,
puesto que supo arrepentirse, pedir perdón y humillarse ante Dios, fue amado
por el Señor que lo separó para sí como grasa separada para Él en el sacrificio
de comunión.
Viendo
este testimonio aprendamos a volver a Dios, rico en misericordia, y a poner en
Él toda nuestra vida y nuestra confianza.
Sal.
18 (17). Cristo Jesús es nuestro Salvador. Los que creemos y confiamos en Él
hacemos nuestra su Victoria sobre el pecado y la muerte.
Dios
siempre estará a nuestro lado para protegernos y para cumplir en nosotros sus
promesas de salvación. Por eso acojámonos a Él con gran humildad, pues Dios es
grande en misericordia y siempre está dispuesto, no sólo a perdonarnos, sino a
manifestársenos como un Padre lleno de amor y de ternura por nosotros.
Vivamos
fieles al amor a Dios. Dejémonos amar por Él. Si Dios nos ha elegido para que
seamos suyos en Alianza eterna, dejemos que el Señor, por su Muerte y
Resurrección, nos libre de todo mal y nos haga dignos en vivir en su presencia
para que podamos, plenamente, gozar de Él eternamente.
Mc.
6, 14-29. En el Evangelio de esta día parece encontrarse aquella respuesta a la
pregunta que Jesús haría a sus discípulos, como nos narra el Evangelio de Mateo
16, 13: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Mientras los discípulos
han partido de dos en dos para cumplir con la misión que Jesús les ha confiado,
san Marcos nos dice que la fama de Jesús se había extendido por todas partes.
Los apóstoles no se han predicado a sí mismos, han cumplido la misión de
anunciar a Cristo y de preparar a todos con un sincero arrepentimiento para que
a cada uno llegue el Reino de Dios.
Cada
uno se hace lenguas acerca de Jesús: Tal vez sea Elías que ha vuelto para hacer
que el corazón de los padres retorne a los hijos y se prepare la llegada del
Mesías; tal vez sea algún profeta que ha llegado con el poder de aquellos que
sólo habían quedado en las historias contadas por los mayores y recordados en
el culto.
¿Quién
es Jesús para ti? La respuesta a esta pregunta no puede darse repitiendo frases
muy bien armadas por los teólogos, catequistas o eruditos de la Iglesia. En la
respuesta a esa pregunta está en juego la vida y el compromiso que se tenga o
no, desde una experiencia personal de fe en Jesús.
A
Herodes le ahogaban los sentimientos de haber dado muerte a Juan el Bautista.
Piensa que Jesús es el Bautista que ha retornado a la vida y que por eso
actuaban en Él esos poderes.
Marcos
nos narra la muerte violenta de Juan el Bautista para hacernos entender cuál
será la suerte del Mesías, y cuál la de quienes vivan a profundidad su
compromiso de fe en Él.
En
esta Eucaristía: ¿Para qué hemos venido? ¿Qué significa realmente Jesús en
nuestra vida? No podemos dar una respuesta sólo con los labios. Entrar en
comunión con Cristo significa entrar en una alianza con Él de tal forma que en
adelante seamos realmente un signo vivo de Él para nuestros hermanos.
Que
a pesar de la persecución y de la muerte jamás demos marcha atrás en nuestro
compromiso de fe, y en la manifestación de la misma mediante nuestras buenas
obras.
No
nos limitemos al culto que hoy le damos a Dios en esta Eucaristía; más bien que
de aquí parta un nuevo compromiso a favor de la vida y no de los asesinatos, de
los desprecios, de la fe quedada en el aire.
En
nuestra vida nos encontramos con muchos hermanos nuestros que sufren a causa de
los desprecios y de ilusiones truncadas por el egoísmo de los poderosos o de
personas deshonestas o injustas. Los que creemos en Cristo no podemos hacerles
más pesada la vida.
El
amor fraterno no es un frase romántica en la vida del Cristiano, sino una realidad
que ha de vivirse con todo el compromiso de quien sabe que es portador del
Evangelio no sólo con los labios sino con la vida misma. Y ser portador del
Evangelio nos convierte en portadores de Cristo siendo un signo del Señor que,
a través nuestro, continúa amando hasta el extremo o, como dice Teresa de
Calcuta: amando hasta que nos duela.
Así
los peregrinos encontrarán refugio entre nosotros y los presos no sólo serán
visitados sino ayudados para recuperar la libertad interior que los ha atado al
mal.
Vivamos
nuestro compromiso de fe en la vida diaria dando un trato cordial y respetuoso
a todos; seamos ejemplo de bondad para cuantos nos traten para construir un
mundo más justo y más en paz.
Que
especialmente en la vida familiar seamos ejemplo de honestidad y de fidelidad,
aun en los momentos en que vivamos lejos de la mirada de los seres queridos.
El
amor une a las personas no sólo en el aspecto físico sino en todo lo que es la
persona; y esta unión merece el mismo respeto de amor, de fidelidad y de entrega
que el mismo Cristo ha tenido para con su Iglesia.
En
la Iglesia roguemos por los Pastores por quienes nos llega la Vida y la Palabra
de Dios para que sean fieles a Dios, a la Iglesia y a la misión recibida; no
sea que salvando a otros se condenen por falta de congruencia entre lo que
anuncian y lo que hacen.
Roguémosle
al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de dar testimonio de nuestra fe viviendo confiados en Él.
Que
nuestra fidelidad fructifique en buenas obras que sean ejemplo y fermento de
santidad en el mundo.
Que
ya desde ahora vivamos el culto grato al Señor unidos a Aquel a quien
eternamente se le rinde todo honor y toda gloria en los cielos, y en el cual
esperamos participar por gracia del mismo Dios. Amén.
Reflexión
de: Homilía católica
Santos:
Ricardo de Toscana, rey; Juan de Triora, mártir. Beata Rosalía Rendu,
religiosa. Feria (Verde)
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