CONFERENCIA EPISCOPAL VENEZOLANA: NOTA DOCTRINAL-PASTORAL SOBRE EL MATRIMONIO
6 de febrero de 2014 a la(s) 9:53
1. En el ejercicio del Ministerio Episcopal, los Obispos tienen el
deber de enseñar la sana doctrina y proclamar la Verdad revelada que ilumina
los diversos aspectos de la vida de los creyentes y de todos los seres humanos.
Al realizarlo, con el carisma magisterial que les es propio, dan a conocer la
enseñanza de la Iglesia, que reconoce, defiende y promueve la dignidad de toda
persona humana.
2. Desde este horizonte, queremos recordar y proclamar la Verdad sobre
el hombre. Nos revela la Escritura Sagrada que Dios creó al hombre y a la mujer
a su imagen y semejanza (cf. Gen. 1,27) Así, desde el inicio se estableció que
existen dos sexos que distinguen a los seres humanos: el masculino y el
femenino. Esta es una realidad esencial que se mantiene desde siempre y que no
se puede cambiar. “Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque
de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del
hombre y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la
generosidad y la fecundidad del Creador: “El hombre deja a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24” (CATECISMO DE
LA IGLESIA CATOLICA, n. 2335).
3. Con la Encarnación del Hijo de Dios, la naturaleza humana adquirió
una mayor dignidad. De hecho, Jesús de Nazaret, Dios humanado, con su entrega
pascual hizo posible que todo ser humano pudiera llegar a ser “hijo de Dios”
(Cf. Jn 1,12). Así, le abrió la puerta a
la humanidad para que alcanzara la plenitud de la salvación al introducirla en
el camino de la novedad de vida (Cf. Rom. 6,4).
4. Desde el mismo acto creador, Dios instituyó el matrimonio entre el
hombre y la mujer. Con él, le dio la gracia de la complementariedad y de la
fecundidad, para que con sus hijos poblaran la tierra (cf. Gen 1,28) El
matrimonio hace del hombre un padre y de la mujer una madre. A través del
diálogo de amor y la mediación sexual, se hizo posible la comunión de los
esposos, quienes con la fecundidad manifestada en los hijos y la ulterior y
permanente educación de los mismos se manifiestan como especiales cooperadores
del Dios Creador. El CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA nos enseña: “Corresponde a cada uno, hombre y
mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la
complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los
bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la
pareja humana y de la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas
entre los sexos la complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos” (n.
2333).
5. Jesús, el Señor, elevó el matrimonio a la categoría de sacramento.
Como tal, es un signo sensible de la gracia divina, que permite a los esposos
santificarse y hacer de su familia una “Iglesia doméstica”. Con esta realidad
novedosa, el matrimonio entre un hombre y una mujer, bendecidos por el
sacramento, se convierte en imagen de la estrecha e indisoluble comunión entre
Cristo y su Iglesia. Desde esta perspectiva, reconoce y reafirma la centralidad
del matrimonio natural entre hombre y mujer, y le da la importancia de
sacramento como la afirma la Tradición y el Magisterio de la misma Iglesia.
6. En los últimos tiempos, debido a planteamientos antropológicos
cuestionables, se han venido presentando visiones distorsionadas sobre el
matrimonio y la familia, así como una ideología del género que pretende
desvirtuar la Verdad sobre la persona humana, el auténtico sentido de la
sexualidad y hasta cambiar la esencia natural del matrimonio. Una de esas
distorsiones es el así denominado “matrimonio igualitario” o uniones entre
personas del mismo sexo.
7. En nuestro país algunos grupos sociales están promoviendo la
aprobación de este tipo de “matrimonio igualitario” o uniones entre personas
del mismo sexo. Incluso han hecho la solicitud de la sustitución de los
términos ‘marido y mujer’ por ‘personas’ en el artículo 44 del Código Civil
Venezolano; esto con el fin de que en Venezuela pueda ser aprobado el llamado
matrimonio igualitario. En este sentido, queremos llamar la atención a todos
los creyentes y personas de buena voluntad. Lo hacemos desde nuestro oficio
magisterial:
a) La Iglesia insiste
en la tolerancia y respeto que se debe tener hacia las personas homosexuales.
Así lo hizo saber la Congregación para la Doctrina de la Fe en la “Carta a los
Obispos de la Iglesia Católica sobre la Atención Pastoral a las Personas
Homosexuales”, de amplia difusión, donde se expresa: “Es de deplorar con
firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de
expresiones malévolas y de acciones violentas. Tales comportamientos merecen la
condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen. Revelan una falta de respeto que lesiona
unos principios elementales sobre los que se basa una sana convivencia civil.
La dignidad propia de toda persona siempre debe ser respetada en las palabras,
en las acciones y en las legislaciones.”
b) Sin embargo, esto
no significa que se haya de claudicar en la enseñanza de la auténtica doctrina
sobre la sexualidad y el matrimonio. Ninguna ideología puede cancelar del
espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente
entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación
personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas.
No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera
remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el
matrimonio y la familia. Los actos homosexuales, en efecto, cierran el acto sexual al don de la vida. No
proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual.
c) En las uniones
homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y
antropológicos del matrimonio y de la familia que podrían fundar razonablemente
el reconocimiento legal de tales uniones. Éstas no están en condiciones de
asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana.
En las uniones homosexuales por otra parte, falta la dimensión conyugal, que
representa la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales. Éstas, en
efecto, son humanas cuando y en cuanto expresan y promueven la ayuda mutua de los
sexos en el matrimonio y quedan abiertas a la transmisión de la vida.
d) Recordamos que
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela acepta como válido
sólo el matrimonio entre un hombre y una mujer. Para ello, se fundamenta en la
ley natural. Cualquier ley o disposición legal que pretenda otra visión
sobre el matrimonio y que se quiera
someter a aprobación, además de ir en contra de la ley natural, atenta contra
el texto y enseñanza de la Carta Magna de nuestra nación.
e) Tampoco se debe hablar del “matrimonio
igualitario” entre personas del mismo sexo como si se tratara de un derecho
humano. Los derechos humanos nacen de la ley natural y de la moral auténtica y
no de ideologías, de propuestas culturales o de decisiones de entes jurídicos o
legislativos. Es falso el argumento según el cual la legalización de las
uniones homosexuales sería necesaria para evitar que los convivientes, por el
simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de
los derechos comunes que tienen en cuanto
personas y ciudadanos.
8. Pedimos a todos los miembros del Pueblo de Dios reafirmar y
proclamar la enseñanza de la Iglesia, sobre la sexualidad, el matrimonio y la
familia. A los sacerdotes, les urgimos sobre el deber que tienen de hacerlo en
todo momento sea a través de las homilías, la catequesis y la enseñanza de la
sana doctrina. Los catequistas y los maestros católicos aprovechen toda
oportunidad para hacerlo tanto con sus alumnos como con los padres y representantes
de los mismos. De igual modo, en las escuelas católicas, en los grupos
parroquiales, en los grupos juveniles y en otras instancias eclesiales se ha de
proponer esta enseñanza. Los laicos, en
especial quienes trabajan en la pastoral familiar, están llamados a ser voceros
de esta doctrina eclesial. Nadie está exceptuado a hacerlo como tampoco se
pueden esperar otros tiempos para hacerlo.
9. La oportunidad de un próximo Sínodo de Obispos sobre la familia nos
permite promover esta enseñanza con decisión y valentía. Al hacerlo, estamos
movidos por el Espíritu Santo y estaremos actuando en el nombre del Señor
Jesús, quien nos ha hecho servidores de la Verdad y del Evangelio.
COMISION EPISCOPAL DE DOCTRINA, MORAL Y ECUMENISMO.
Caracas, 5 de febrero del año 2014
http://www.cev.org.ve/index.php/noticias-3/54-conferencia-episcopal-venezolana-nota-doctrinal-pastoral-sobre-el-matrimonio
No hay comentarios:
Publicar un comentario