miércoles, 19 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. JUEVES 20 DE FEBRERO DE 2014



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 20 DE FEBRERO DE 2014
VI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Flp 2, 10-11)
Que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra, en los abismos; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

ORACIÓN COLECTA
Al venerar el santísimo nombre de Jesús, te rogamos, Señor, que, después de gustar su dulzura en esta vida, nos concedas gozar plenamente de la eterna alegría en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Dios ha elegido a los pobres del mundo. Ustedes, en cambio, han afrentado al pobre.

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 2, 1-9

Hermanos: Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos. Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: "Tú, siéntate aquí, cómodamente". En cambio le dicen al pobre: "Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies". ¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?
Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman? Ustedes, en cambio, han afrentado al pobre. ¿Acaso no son los ricos los que los oprimen a ustedes, los que los arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que denigran el nombre ilustre que les impusieron a ustedes? Si cumplen la ley suprema de la Sagrada Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obran bien; pero si tienen favoritismos, están cometiendo un pecado y esa ley los acusa como transgresores.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 33
R/. El Señor escucha el clamor de los pobres.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me sien.to orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.

Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.

Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. Jn 6, 63. 68)
R/. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.



Dijo Pedro: "Tú eres el Mesías". - Es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho.




DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas".
Entonces Él les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías". Y Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.
Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Padre todopoderoso, acepta complacido las ofrendas que te presentamos en nombre de Cristo, pues sabemos, por su promesa, que cuanto pidamos en su nombre, nos será concedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Hch 4, 12)
Ningún otro nombre ha sido dado a los hombres bajo el cielo, que pueda salvarnos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Señor, venerar dignamente en estos sacramentos a Jesús, a cuyo nombre quisiste que toda rodilla se doblegara, y que por Él obtuviera todo el género humano la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.



REFLEXIÓN:
Sant. 2, 1-9. En verdad que el Señor, hecho uno de nosotros, ha bajado hasta lo más profundo de nuestra miseria para liberarnos de ella. Y el Señor no ha obrado con favoritismos, sino que lo único que a Él le interesa es que todos seamos salvados, y lleguemos al pleno conocimiento de la Verdad, pues Él nos creó porque nos ama y nos quiere con Él eternamente.
Dios a nadie creó para su perdición, pues Dios es amor; y porque nos amó aún antes de crearnos, nos llamó a la vida; y nosotros sabemos que el que ama no hace mal al ser amado.
Si queremos ser leales a nuestra fe no podemos hacer de ella una religión de castas; no podemos trabajar únicamente con determinados grupos de personas porque todo lo tienen y, porque en el fondo, queremos que nos lo den todo a nosotros.
No faltarán personas inicuas y con una aparente fe en Cristo, que se alíen con los poderosos para que les llenen las manos de bienes materiales. Comprada así la persona que es de Dios quedará, finalmente, a merced de los poderosos; tratará de justificarles sus acciones inmorales, y él mismo se convertirá en un opresor y despreciador de los que nada tienen, pues de ellos nada puede esperar conforme a sus expectativas económicas.
El Señor nos pide que amemos a todos sin distinción, pues si actuamos con favoritismos estaremos cometiendo pecado, y el mandato del Señor nos acusará como transgresores.
¿Realmente creemos y aceptamos esta Palabra de Dios en nuestra vida?

Sal. 34 (33). Dichoso aquel que confía en el Señor, pues jamás será decepcionado.
Maldito el hombre que confía en el hombre, pues en el día de la prueba se encontrará desamparado como cardo en el desierto.
Hagamos la prueba, confiemos en el Señor y saltaremos de gusto, pues el Señor jamás abandona a quienes han puesto en Él su esperanza.
Puestos en manos de Dios Él velará por nosotros; Él nos librará de nuestros enemigos y de nuestras angustias; y Él escuchará nuestros clamores y les dará respuesta pronta.
Dios es nuestro Padre y nos contempla como a sus hijos amados; por eso no vivamos en la rebeldía a la voluntad de Dios, pues si así viviéramos nosotros mismos seríamos responsables, y no el Señor, de nuestra propia perdición y de nuestra destrucción eterna.

Mc. 8, 27-33. ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Una pregunta que la historia no ha terminado de contestar. Cada uno tiene su propia experiencia de Jesús. Muchos han dejado todo por Él y se han marchado incluso lejos a anunciar su nombre. Muchos han dado su vida enamorados de Él. Muchos otros han utilizado su nombre para perseguir, asesinar, acabar con la vida y cometer las más grandes injusticias en su nombre.
¿Quién es Jesús en tu vida? La respuesta no nace de lo aprendido en el Catecismo ni de la erudición estudiada en grandes tratados teológicos. La respuesta es vital y se da con la forma, con el estilo de vida de cada uno de nosotros, que manifestamos, a través de nuestras obras, la fe que realmente anida en nuestro corazón.
Proclamar con los labios nuestra fe en Cristo y después impedir la realización de la vocación de los demás: La vocación a la vida, la vocación a una vida más digna, la vocación personal para el servicio cualificado en la sociedad, nos estaría haciendo tomar el papel de Satanás que quiere que la vida del hombre se quede en la instalación de la comodidad, de la falta de entrega generosa y que, a partir de la elevación temporal de algunos y la sumisión degradada de muchos, algunos traten de convertir en dios lo pasajero, abriendo y profundizando la brecha entre ricos y pobres.
Jesucristo ha venido a unirnos como hermanos y a hacer que teniendo todos las mismas oportunidades, tengamos no sólo una vida digna sino una vida donde todos seamos responsables de todos y, amándonos, nos manifestemos como hijos de un mismo Dios y Padre.
Quién es Jesús para ti? ¿Quién es tu prójimo en tu vida de fe?
Ante la amenaza de la guerra; ante la injusticias en la vida social; ante las divisiones familiares, quienes creemos en Cristo no podemos ser portadores de la destrucción; no podemos jugar con su Nombre poniendo nuestra mano sobre la Biblia para después asesinar, de un modo incongruente con nuestra fe, a quienes consideramos enemigos nuestros.
La capacidad de tener la mirada de Dios y el latir de su corazón ha de llevarnos a buscar la oveja descarriada para ayudarla a volver al buen camino. Dios no se complace en la muerte del pecador, sino que quiere que se convierta y viva. Ese es el camino y misión de la persona de fe. Por eso la solución para una vida más justa y más en paz no es la destrucción del pecador, sino del pecado que anida en muchos corazones.
Si en verdad Jesús significa algo en nosotros, y si ese algo es el amor, la compasión, la misericordia, la salvación de los descarriados, no nos quedemos con expresarlo con los labios sino vivámoslo de un modo concreto, inclinándonos humildemente ante la miseria de nuestro prójimo para tenderle la mano, con el mismo amor de Cristo, para levantarlo y hacerlo caminar como una persona de bien.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de sabernos amar unos a otros, a la altura de cómo nosotros hemos sido amados por su propio Hijo Amén.

Reflexión: Homilía católica.

REFLEXIÓN: LA LEY DEL REINO
St 2,1-9, Mc 8,27-33
El prójimo, es decir, la persona que habita o interactúa en nuestro espacio inmediato es merecedor de todo respeto. Si tiene otra forma de pensar o atraviesa por condiciones socioeconómicas semejantes o diversas a la nuestra, eso no lo excluye de la condición de prójimo. Y el mandato fundamental del Reino nos exige amar al prójimo, sin distingos ni exclusiones. En la sociedad multicultural en que vivimos, las diferencias realmente existentes no cancelan la común dignidad que compartimos. Desde esa perspectiva podemos entender la existencia altruista y martirial de Jesús. Él fue descubriendo paulatinamente que Israel estaba fragmentado y dividido —los fuertes contra los débiles—y que esa situación, necesitaba modificarse con la ayuda de Dios y el esfuerzo de todos. A eso se consagró y por fidelidad a ese proyecto, se dispuso a entregar como rescate su propia vida.


Santos: Eleuterio de Tournai, obispo; Beato de Liébana, presbítero. Beatos Francisco y Jacinta Marto, videntes. Feria (Verde)


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