LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
JUEVES
20 DE FEBRERO DE 2014
VI
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Flp 2, 10-11)
Que
al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra, en los
abismos; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre.
ORACIÓN
COLECTA
Al
venerar el santísimo nombre de Jesús, te rogamos, Señor, que, después de gustar
su dulzura en esta vida, nos concedas gozar plenamente de la eterna alegría en
el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Dios
ha elegido a los pobres del mundo. Ustedes, en cambio, han afrentado al pobre.
DE
LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 2, 1-9
Hermanos:
Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan
favoritismos. Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con
un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan
ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: "Tú,
siéntate aquí, cómodamente". En cambio le dicen al pobre: "Tú, párate
allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies". ¿No es esto tener
favoritismos y juzgar con criterios torcidos?
Queridos
hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos
ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman? Ustedes,
en cambio, han afrentado al pobre. ¿Acaso no son los ricos los que los oprimen
a ustedes, los que los arrastran a los tribunales? ¿No son ellos los que
denigran el nombre ilustre que les impusieron a ustedes? Si cumplen la ley
suprema de la Sagrada Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obran
bien; pero si tienen favoritismos, están cometiendo un pecado y esa ley los
acusa como transgresores.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 33
R/.
El Señor escucha el clamor de los pobres.
Bendeciré
al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me sien.to orgulloso
del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. R/.
Proclamemos
la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor
me hizo caso y me libró de todos mis temores. R/.
Confía
en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el
Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. Jn 6, 63. 68)
R/.
Aleluya, aleluya.
Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R/.
Dijo
Pedro: "Tú eres el Mesías". - Es necesario que el Hijo del hombre
padezca mucho.
DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN MARCOS: 8, 27-33
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de
Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que
soy yo?". Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres Juan el
Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas".
Entonces
Él les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le
respondió: "Tú eres el Mesías". Y Él les ordenó que no se lo dijeran
a nadie.
Luego
se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho,
que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que
fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.
Todo
esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba
de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro
con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según
Dios, sino según los hombres".
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Padre
todopoderoso, acepta complacido las ofrendas que te presentamos en nombre de
Cristo, pues sabemos, por su promesa, que cuanto pidamos en su nombre, nos será
concedido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Hch 4, 12)
Ningún
otro nombre ha sido dado a los hombres bajo el cielo, que pueda salvarnos.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos,
Señor, venerar dignamente en estos sacramentos a Jesús, a cuyo nombre quisiste
que toda rodilla se doblegara, y que por Él obtuviera todo el género humano la
salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
REFLEXIÓN:
Sant.
2, 1-9. En verdad que el Señor, hecho uno de nosotros, ha bajado hasta lo más
profundo de nuestra miseria para liberarnos de ella. Y el Señor no ha obrado
con favoritismos, sino que lo único que a Él le interesa es que todos seamos
salvados, y lleguemos al pleno conocimiento de la Verdad, pues Él nos creó
porque nos ama y nos quiere con Él eternamente.
Dios
a nadie creó para su perdición, pues Dios es amor; y porque nos amó aún antes
de crearnos, nos llamó a la vida; y nosotros sabemos que el que ama no hace mal
al ser amado.
Si
queremos ser leales a nuestra fe no podemos hacer de ella una religión de
castas; no podemos trabajar únicamente con determinados grupos de personas
porque todo lo tienen y, porque en el fondo, queremos que nos lo den todo a nosotros.
No
faltarán personas inicuas y con una aparente fe en Cristo, que se alíen con los
poderosos para que les llenen las manos de bienes materiales. Comprada así la
persona que es de Dios quedará, finalmente, a merced de los poderosos; tratará
de justificarles sus acciones inmorales, y él mismo se convertirá en un opresor
y despreciador de los que nada tienen, pues de ellos nada puede esperar
conforme a sus expectativas económicas.
El
Señor nos pide que amemos a todos sin distinción, pues si actuamos con
favoritismos estaremos cometiendo pecado, y el mandato del Señor nos acusará
como transgresores.
¿Realmente
creemos y aceptamos esta Palabra de Dios en nuestra vida?
Sal.
34 (33). Dichoso aquel que confía en el Señor, pues jamás será decepcionado.
Maldito
el hombre que confía en el hombre, pues en el día de la prueba se encontrará
desamparado como cardo en el desierto.
Hagamos
la prueba, confiemos en el Señor y saltaremos de gusto, pues el Señor jamás
abandona a quienes han puesto en Él su esperanza.
Puestos
en manos de Dios Él velará por nosotros; Él nos librará de nuestros enemigos y
de nuestras angustias; y Él escuchará nuestros clamores y les dará respuesta
pronta.
Dios
es nuestro Padre y nos contempla como a sus hijos amados; por eso no vivamos en
la rebeldía a la voluntad de Dios, pues si así viviéramos nosotros mismos
seríamos responsables, y no el Señor, de nuestra propia perdición y de nuestra
destrucción eterna.
Mc.
8, 27-33. ¿Quién es Jesús para cada uno de nosotros? Una pregunta que la
historia no ha terminado de contestar. Cada uno tiene su propia experiencia de
Jesús. Muchos han dejado todo por Él y se han marchado incluso lejos a anunciar
su nombre. Muchos han dado su vida enamorados de Él. Muchos otros han utilizado
su nombre para perseguir, asesinar, acabar con la vida y cometer las más
grandes injusticias en su nombre.
¿Quién
es Jesús en tu vida? La respuesta no nace de lo aprendido en el Catecismo ni de
la erudición estudiada en grandes tratados teológicos. La respuesta es vital y
se da con la forma, con el estilo de vida de cada uno de nosotros, que
manifestamos, a través de nuestras obras, la fe que realmente anida en nuestro
corazón.
Proclamar
con los labios nuestra fe en Cristo y después impedir la realización de la
vocación de los demás: La vocación a la vida, la vocación a una vida más digna,
la vocación personal para el servicio cualificado en la sociedad, nos estaría
haciendo tomar el papel de Satanás que quiere que la vida del hombre se quede
en la instalación de la comodidad, de la falta de entrega generosa y que, a
partir de la elevación temporal de algunos y la sumisión degradada de muchos,
algunos traten de convertir en dios lo pasajero, abriendo y profundizando la
brecha entre ricos y pobres.
Jesucristo
ha venido a unirnos como hermanos y a hacer que teniendo todos las mismas
oportunidades, tengamos no sólo una vida digna sino una vida donde todos seamos
responsables de todos y, amándonos, nos manifestemos como hijos de un mismo
Dios y Padre.
Quién
es Jesús para ti? ¿Quién es tu prójimo en tu vida de fe?
Ante
la amenaza de la guerra; ante la injusticias en la vida social; ante las
divisiones familiares, quienes creemos en Cristo no podemos ser portadores de
la destrucción; no podemos jugar con su Nombre poniendo nuestra mano sobre la
Biblia para después asesinar, de un modo incongruente con nuestra fe, a quienes
consideramos enemigos nuestros.
La
capacidad de tener la mirada de Dios y el latir de su corazón ha de llevarnos a
buscar la oveja descarriada para ayudarla a volver al buen camino. Dios no se
complace en la muerte del pecador, sino que quiere que se convierta y viva. Ese
es el camino y misión de la persona de fe. Por eso la solución para una vida
más justa y más en paz no es la destrucción del pecador, sino del pecado que
anida en muchos corazones.
Si
en verdad Jesús significa algo en nosotros, y si ese algo es el amor, la
compasión, la misericordia, la salvación de los descarriados, no nos quedemos
con expresarlo con los labios sino vivámoslo de un modo concreto, inclinándonos
humildemente ante la miseria de nuestro prójimo para tenderle la mano, con el
mismo amor de Cristo, para levantarlo y hacerlo caminar como una persona de
bien.
Roguémosle
a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen
María, nuestra Madre, la gracia de sabernos amar unos a otros, a la altura de
cómo nosotros hemos sido amados por su propio Hijo Amén.
Reflexión:
Homilía católica.
REFLEXIÓN:
LA LEY DEL REINO
St
2,1-9, Mc 8,27-33
El
prójimo, es decir, la persona que habita o interactúa en nuestro espacio
inmediato es merecedor de todo respeto. Si tiene otra forma de pensar o
atraviesa por condiciones socioeconómicas semejantes o diversas a la nuestra,
eso no lo excluye de la condición de prójimo. Y el mandato fundamental del
Reino nos exige amar al prójimo, sin distingos ni exclusiones. En la sociedad
multicultural en que vivimos, las diferencias realmente existentes no cancelan
la común dignidad que compartimos. Desde esa perspectiva podemos entender la
existencia altruista y martirial de Jesús. Él fue descubriendo paulatinamente
que Israel estaba fragmentado y dividido —los fuertes contra los débiles—y que
esa situación, necesitaba modificarse con la ayuda de Dios y el esfuerzo de
todos. A eso se consagró y por fidelidad a ese proyecto, se dispuso a entregar
como rescate su propia vida.
Santos:
Eleuterio de Tournai, obispo; Beato de Liébana, presbítero. Beatos Francisco y
Jacinta Marto, videntes. Feria (Verde)
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