LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
MARTES
11 DE FEBRERO DE 2014.
V
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A
NUESTRA
SEÑORA DE LOURDES
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Jdt 13, 23. 25)
María,
el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal
manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.
ORACIÓN
COLECTA
Padre
misericordioso, ven en ayuda de nuestra debilidad y, por intercesión de María,
Madre inmaculada de tu Hijo, haz que podamos resurgir del pecado a una vida
nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Que
noche y día estén abiertos tus ojos sobre este templo. Oye la súplica de tu
pueblo, Israel.
DEL
PRIMER LIBRO DE LOS REYES: 8, 22-23. 27-30
El
día de la dedicación del templo, Salomón, de pie ante el altar del Señor y en
presencia de toda la asamblea de Israel, levantó los brazos al cielo y dijo
esta oración:
"Señor,
Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos, ni aquí abajo en
la tierra. Tú eres fiel a la alianza que hiciste con tus siervos, y les
muestras tu misericordia, cuando cumplen de todo corazón tu voluntad.
Si
ni el cielo infinito te puede contener, ¿cómo va a ser posible, Señor, que
vivas en medio de los hombres y habites en esta casa que yo te he construido?
Pero ciertamente atenderás a la oración de tu siervo y a su plegaria, Señor,
Dios mío, y oirás el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti: Que
noche y día estén abiertos tus ojos sobre este templo, sobre este lugar, del
cual has dicho: 'Yo estaré ahí'. Escucha la oración que tu siervo te dirige en
este sitio. Oye, pues, Señor, la súplica de este siervo tuyo y de tu pueblo,
Israel. Cuando oren en este lugar, escúchalos desde el cielo, en donde tienes
tu morada. Escúchanos y perdónanos".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 83
R/.
Qué agradable, Señor, es tu morada.
Anhelando
los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el
Dios vivo es la causa. R/.
Hasta
el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus
altares, Señor de los ejércitos, Dios mío. R/.
Dichosos
los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran
en ti su fuerza, pues caminarán cada vez con más vigor. R/.
Pues
un día en tus atrios vale más que mil fuera de ellos, y yo prefiero el umbral
de la casa de mi Dios al lujoso palacio del perverso. R/.
ACLAMACIÓN
(Sal 118, 36. 29)
R/.
Aleluya, aleluya.
Inclina,
Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad.
R/.
Ustedes
anulan la palabra de Dios con las tradiciones de los hombres.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 7, 1-13
En
aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas, venidos de
Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos
impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le
preguntaron: "¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen
la tradición de nuestros mayores?" (Los fariseos y los judíos, en general,
no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de
sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones,
y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las
jarras y las ollas). Jesús les contestó: "¡Qué bien profetizó Isaías sobre
ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero
su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan
doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el
mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres".
Después
añadió: "De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de
Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu
madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: 'Si
uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es
corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre
o por su madre'. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han
transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta".
Palabra del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Jubilosos
de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor,
estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo intercambio de
dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
de Santa María Virgen.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lc 1, 48)
Me
llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos
en la humildad de su esclava.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo
recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos
celebrado con veneración, la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos
participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
REFLEXIÓN
1Re.
8, 22-23. 27-30. Nada hay imposible para Dios. A Él no lo pueden contener los
cielos de los cielos; y sin embargo se ha dignado hacer su morada en nosotros.
Él siempre quiere mostrarse misericordioso para con nosotros. Pero, puesto que
Él no habita en un corazón manchado, debemos, con amor de hijos fieles, vivir
en una continua conversión hacia Él, aprendiendo a cumplir de todo corazón su
voluntad. Dios siempre está dispuesto a escuchar nuestros ruegos, pues Él está
con nosotros, no como enemigo a la puerta, sino como Padre compasivo y
misericordioso hacia nosotros. Por eso nuestras súplicas no pueden quedarse
sólo pidiéndole que nos ayude en cosas materiales, sino que le hemos de pedir
que venga a morar en nosotros, que, por medio de la fe, lo hemos aceptado como
único Dios y Señor nuestro.
Sal.
84 (83). Nuestra vida se encamina continuamente al encuentro definitivo de Dios
en la casa de sólidos cimientos. ¿Hasta dónde tenemos puesta nuestra fe en
lograr el cumplimiento de nuestra esperanza en nuestra salvación definitiva?
Pues si sólo tenemos un vago deseo de salvación difícilmente encaminaremos
nuestros pasos hacia el Señor. Quien no tiene claro el término de su camino por
esta vida podrá, tal vez, dar culto al Señor, pero vivirá falto de compromiso
en el amor y en la manifestación de la presencia salvadora de Dios desde la propia
vida. Si los Israelitas, peregrinos hacia el Templo, se alegraban cuando desde
lejos lo contemplaban y entonaban cantos al Señor, nosotros, que tenemos la
esperanza cierta de nuestra salvación, día a día dejémonos iluminar por el
Señor que nos conduce por medio de su Espíritu y de su Palabra para que,
llevando una vida recta, manifestemos que en verdad no sólo estamos cerca del
Señor, sino que Él habita ya en nosotros y sólo esperamos que, si le somos
fieles, disfrutaremos de Él eternamente.
Mc.
7, 1-13. No podemos honrar al Señor sólo de un modo externo; no podemos
elevarle nuestros cánticos de alabanza sólo con los labios. Mientras nuestra
vida y nuestras obras no se conviertan en una continua alabanza de su Santo
Nombre, nuestro culto será una exterioridad inútil. Muchas veces queremos
quedar satisfechos pensando que le hemos cumplido a Dios porque hemos realizado
puntualmente algunos ritos para darle culto. Sin embargo después salimos de su
presencia y reiniciamos una vida de maldad, de injusticia, de pecado, como si
no conociéramos a Dios. Una fe así no dejará de ser sino una fe cargada de
hipocresía. Dios quiere que vivamos como sus hijos fieles. Y esa fidelidad a Él
nos debe llevar a amar y a respetar a todos, especialmente a nuestros padres.
Efectivamente el reconocimiento de nuestros padres como el signo más cercano de
Dios como Padre nuestro, nos ha de llevar a amarlos y respetarlos siempre.
Quien desprecia a sus padres está manifestando que ha perdido su punto de
referencia visible para llegar a madurar en todos los aspectos de su vida. Ante
ellos aprendemos a enfrentar la vida, aprendemos a amar, a perdonar y a ser
generadores de vida, no sólo por engendrar hijos, sino por incrementar la vida
para que llegue a su plena realización. Por eso, a pesar de sus defectos los
hemos de amar, sabiendo que ellos, junto con nosotros, están en una continua
conversión que hará que todos lleguemos a la madurez del Hombre Perfecto,
Cristo Jesús. Honrar a nuestros padres es honrar de hecho y no sólo con los
labios, al mismo Dios. A partir de ese amor estaremos dispuestos a vernos todos
como hermanos que jamás cierran su corazón a los demás, pues Dios no necesita
de nuestro culto vacío de buenas obras; al final Él nos juzgará sobre cuánto lo
amamos en nuestro prójimo y no tanto sobre cuánto cumplimos con algunos ritos
meramente externos.
Reunidos
para dar culto a Dios no nos limitemos a estos momentos de intimidad con el
Señor en la celebración de la Eucaristía. El Señor sabe que no porque venimos,
tal vez diariamente, a esta celebración ya por eso hemos de ser considerados
como sus mejores amigos. Seamos prudentes para que no nos limitemos a honrar al
Señor sólo con los labios, mientras nuestro corazón permanezca lejos de Él, por
falta de un amor auténtico que nos ponga al servicio de nuestro prójimo. Estar
cerca de Dios no es sólo ponernos de rodillas ante Él y recibirlo en la
Eucaristía. Estar cerca de Dios significa que Él habita en nosotros y
transforma nuestra vida para que, permaneciendo en nosotros, desde nosotros Él
manifieste, con obras concretas de nuestra vida, que bajo el signo de nuestra
carne mortal, Él sigue amando y salvando a todos mediante su Iglesia. Esta
Iglesia, Esposa que escucha a su Señor y le vive fiel, es la que se encuentra
por medio nuestro ante el Señor no sólo para decirle que le ama, sino para
comprometerse a actuar conforme a la guía amorosa del Espíritu Santo que habita
en ella.
Si
somos realmente hombres de fe en Cristo dejemos que su Espíritu transforme
nuestra vida, para que trabajemos constantemente haciendo que en nuestro mundo
se viva cada vez más la justicia, la paz, la misericordia y el amor fraterno.
No podemos realmente llamarnos hijos de Dios cuando, después de persignarnos y
arrodillarnos ante Dios, nos levantamos en contra de nuestro hermano. Dios se
ha dignado hacer su morada en nosotros. Dichoso quien contemple, quien escuche,
quien viva en su Iglesia, pues desde ella Jesucristo continúa presente en el
mundo. Pero no pensemos que por formar parte de la Iglesia ya somos el mejor de
los signos de Cristo en el mundo. Es necesario que, aceptando esta fe, la
hagamos patente ante todos los pueblos a través de nuestra vida, de nuestras
obras, realizadas conforme al ejemplo que el Señor nos dio. Si llamándonos
hijos de Dios llevamos una vida de maldad y de pecado, si perseguimos y
asesinamos a los demás, en lugar de que el Nombre de Dios sea alabado, seremos
responsables de que su Nombre sea puesto en ridículo ante aquellos que apenas a
tientas le buscan tratando de encontrarlo y de experimentar su amor desde su
Iglesia.
Roguémosle
al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de serle fieles en todo, no sólo escuchando su Palabra y
proclamándola con nuestros labios, sino con un corazón fiel que exprese, en
buenas obras, que no son nuestros caprichos, sino el Espíritu Santo el que guía
nuestros pasos por el camino del bien. Amén.
Reflexión
de Homilía católica.
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