lunes, 10 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA MARTES 11 DE FEBRERO DE 2014.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MARTES 11 DE  FEBRERO DE 2014.
V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A
NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Jdt 13, 23. 25)
María, el Altísimo te ha bendecido más que a todas las mujeres de la tierra, y de tal manera te ha glorificado, que los hombres no cesan de alabarte.

ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, ven en ayuda de nuestra debilidad y, por intercesión de María, Madre inmaculada de tu Hijo, haz que podamos resurgir del pecado a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Que noche y día estén abiertos tus ojos sobre este templo. Oye la súplica de tu pueblo, Israel.

DEL PRIMER LIBRO DE LOS REYES: 8, 22-23. 27-30

El día de la dedicación del templo, Salomón, de pie ante el altar del Señor y en presencia de toda la asamblea de Israel, levantó los brazos al cielo y dijo esta oración:
"Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos, ni aquí abajo en la tierra. Tú eres fiel a la alianza que hiciste con tus siervos, y les muestras tu misericordia, cuando cumplen de todo corazón tu voluntad.
Si ni el cielo infinito te puede contener, ¿cómo va a ser posible, Señor, que vivas en medio de los hombres y habites en esta casa que yo te he construido? Pero ciertamente atenderás a la oración de tu siervo y a su plegaria, Señor, Dios mío, y oirás el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti: Que noche y día estén abiertos tus ojos sobre este templo, sobre este lugar, del cual has dicho: 'Yo estaré ahí'. Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio. Oye, pues, Señor, la súplica de este siervo tuyo y de tu pueblo, Israel. Cuando oren en este lugar, escúchalos desde el cielo, en donde tienes tu morada. Escúchanos y perdónanos". 

Palabra de Dios. 
Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 83
R/. Qué agradable, Señor, es tu morada.

Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa. R/.

Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío. R/.

Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza, pues caminarán cada vez con más vigor. R/.

Pues un día en tus atrios vale más que mil fuera de ellos, y yo prefiero el umbral de la casa de mi Dios al lujoso palacio del perverso. R/.

ACLAMACIÓN (Sal 118, 36. 29)
R/. Aleluya, aleluya.
Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad. R/.



Ustedes anulan la palabra de Dios con las tradiciones de los hombres.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 7, 1-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: "¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?" (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas). Jesús les contestó: "¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres".
Después añadió: "De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: 'Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre'. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta". 

Palabra del Señor. 
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Jubilosos de poder celebrar la festividad de la Madre de tu Hijo, te presentamos, Señor, estas ofrendas de alabanza, y te pedimos que por este santo intercambio de dones, se acrecienten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Santa María Virgen.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Cfr. Lc 1, 48)
Me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque ha puesto Dios sus ojos en la humildad de su esclava.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido el sacramento celestial, te pedimos, Señor, que cuantos hemos celebrado con veneración, la memoria de la santísima Virgen María, merezcamos participar del banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN
1Re. 8, 22-23. 27-30. Nada hay imposible para Dios. A Él no lo pueden contener los cielos de los cielos; y sin embargo se ha dignado hacer su morada en nosotros. Él siempre quiere mostrarse misericordioso para con nosotros. Pero, puesto que Él no habita en un corazón manchado, debemos, con amor de hijos fieles, vivir en una continua conversión hacia Él, aprendiendo a cumplir de todo corazón su voluntad. Dios siempre está dispuesto a escuchar nuestros ruegos, pues Él está con nosotros, no como enemigo a la puerta, sino como Padre compasivo y misericordioso hacia nosotros. Por eso nuestras súplicas no pueden quedarse sólo pidiéndole que nos ayude en cosas materiales, sino que le hemos de pedir que venga a morar en nosotros, que, por medio de la fe, lo hemos aceptado como único Dios y Señor nuestro.

Sal. 84 (83). Nuestra vida se encamina continuamente al encuentro definitivo de Dios en la casa de sólidos cimientos. ¿Hasta dónde tenemos puesta nuestra fe en lograr el cumplimiento de nuestra esperanza en nuestra salvación definitiva? Pues si sólo tenemos un vago deseo de salvación difícilmente encaminaremos nuestros pasos hacia el Señor. Quien no tiene claro el término de su camino por esta vida podrá, tal vez, dar culto al Señor, pero vivirá falto de compromiso en el amor y en la manifestación de la presencia salvadora de Dios desde la propia vida. Si los Israelitas, peregrinos hacia el Templo, se alegraban cuando desde lejos lo contemplaban y entonaban cantos al Señor, nosotros, que tenemos la esperanza cierta de nuestra salvación, día a día dejémonos iluminar por el Señor que nos conduce por medio de su Espíritu y de su Palabra para que, llevando una vida recta, manifestemos que en verdad no sólo estamos cerca del Señor, sino que Él habita ya en nosotros y sólo esperamos que, si le somos fieles, disfrutaremos de Él eternamente.

Mc. 7, 1-13. No podemos honrar al Señor sólo de un modo externo; no podemos elevarle nuestros cánticos de alabanza sólo con los labios. Mientras nuestra vida y nuestras obras no se conviertan en una continua alabanza de su Santo Nombre, nuestro culto será una exterioridad inútil. Muchas veces queremos quedar satisfechos pensando que le hemos cumplido a Dios porque hemos realizado puntualmente algunos ritos para darle culto. Sin embargo después salimos de su presencia y reiniciamos una vida de maldad, de injusticia, de pecado, como si no conociéramos a Dios. Una fe así no dejará de ser sino una fe cargada de hipocresía. Dios quiere que vivamos como sus hijos fieles. Y esa fidelidad a Él nos debe llevar a amar y a respetar a todos, especialmente a nuestros padres. Efectivamente el reconocimiento de nuestros padres como el signo más cercano de Dios como Padre nuestro, nos ha de llevar a amarlos y respetarlos siempre. Quien desprecia a sus padres está manifestando que ha perdido su punto de referencia visible para llegar a madurar en todos los aspectos de su vida. Ante ellos aprendemos a enfrentar la vida, aprendemos a amar, a perdonar y a ser generadores de vida, no sólo por engendrar hijos, sino por incrementar la vida para que llegue a su plena realización. Por eso, a pesar de sus defectos los hemos de amar, sabiendo que ellos, junto con nosotros, están en una continua conversión que hará que todos lleguemos a la madurez del Hombre Perfecto, Cristo Jesús. Honrar a nuestros padres es honrar de hecho y no sólo con los labios, al mismo Dios. A partir de ese amor estaremos dispuestos a vernos todos como hermanos que jamás cierran su corazón a los demás, pues Dios no necesita de nuestro culto vacío de buenas obras; al final Él nos juzgará sobre cuánto lo amamos en nuestro prójimo y no tanto sobre cuánto cumplimos con algunos ritos meramente externos.
Reunidos para dar culto a Dios no nos limitemos a estos momentos de intimidad con el Señor en la celebración de la Eucaristía. El Señor sabe que no porque venimos, tal vez diariamente, a esta celebración ya por eso hemos de ser considerados como sus mejores amigos. Seamos prudentes para que no nos limitemos a honrar al Señor sólo con los labios, mientras nuestro corazón permanezca lejos de Él, por falta de un amor auténtico que nos ponga al servicio de nuestro prójimo. Estar cerca de Dios no es sólo ponernos de rodillas ante Él y recibirlo en la Eucaristía. Estar cerca de Dios significa que Él habita en nosotros y transforma nuestra vida para que, permaneciendo en nosotros, desde nosotros Él manifieste, con obras concretas de nuestra vida, que bajo el signo de nuestra carne mortal, Él sigue amando y salvando a todos mediante su Iglesia. Esta Iglesia, Esposa que escucha a su Señor y le vive fiel, es la que se encuentra por medio nuestro ante el Señor no sólo para decirle que le ama, sino para comprometerse a actuar conforme a la guía amorosa del Espíritu Santo que habita en ella.
Si somos realmente hombres de fe en Cristo dejemos que su Espíritu transforme nuestra vida, para que trabajemos constantemente haciendo que en nuestro mundo se viva cada vez más la justicia, la paz, la misericordia y el amor fraterno. No podemos realmente llamarnos hijos de Dios cuando, después de persignarnos y arrodillarnos ante Dios, nos levantamos en contra de nuestro hermano. Dios se ha dignado hacer su morada en nosotros. Dichoso quien contemple, quien escuche, quien viva en su Iglesia, pues desde ella Jesucristo continúa presente en el mundo. Pero no pensemos que por formar parte de la Iglesia ya somos el mejor de los signos de Cristo en el mundo. Es necesario que, aceptando esta fe, la hagamos patente ante todos los pueblos a través de nuestra vida, de nuestras obras, realizadas conforme al ejemplo que el Señor nos dio. Si llamándonos hijos de Dios llevamos una vida de maldad y de pecado, si perseguimos y asesinamos a los demás, en lugar de que el Nombre de Dios sea alabado, seremos responsables de que su Nombre sea puesto en ridículo ante aquellos que apenas a tientas le buscan tratando de encontrarlo y de experimentar su amor desde su Iglesia.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de serle fieles en todo, no sólo escuchando su Palabra y proclamándola con nuestros labios, sino con un corazón fiel que exprese, en buenas obras, que no son nuestros caprichos, sino el Espíritu Santo el que guía nuestros pasos por el camino del bien. Amén.


Reflexión de Homilía  católica.



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