LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
JUEVES
13 DE FEBRERO DE 2014
V
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Sal 77, 23-25)
Abrió
Dios las compuertas del cielo e hizo llover sobre ellos el maná para que
comiesen; les dio un trigo celeste, y el hombre comió pan de ángeles.
ORACIÓN
COLECTA
Dios
nuestro, que llevaste a cabo la obra de la redención humana por el misterio
pascual de tu Hijo, concédenos que, al anunciar llenos de fe por medio de los
signos sacramentales, su muerte y resurrección, recibamos cada vez con mayor
abundancia los frutos de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo....
LITURGIA
DE LA PALABRA
Porque
has sido infiel a mi alianza, te voy a arrebatar el reino. Pero, por
consideración a David, le dejaré a tu hijo una tribu.
DEL
PRIMER LIBRO DE LOS REYES: 11, 4-13
Cuando
el rey Salomón envejeció, sus mujeres le desviaron el corazón hacia otros
dioses; su corazón ya no perteneció por entero al Señor, como el de David, su
padre. Salomón dio culto a Astarté, diosa de los fenicios, y a Molok, el
abominable ídolo de los amonitas. Hizo lo que el Señor reprueba; no se mantuvo
plenamente fiel al Señor, como David, su padre.
Sobre
el monte que está frente a Jerusalén construyó un altar a Kemós, ídolo de Moab,
y otro a Molok, ídolo de los amonitas. Y también mandó construir altares para
que sus mujeres extranjeras pudieran quemar incienso y ofrecer sacrificios a
sus dioses.
Esto
irritó al Señor, porque Salomón había desviado su corazón del Señor, Dios de Israel,
que se le había aparecido dos veces y le había prohibido precisamente dar culto
a otros dioses. Pero Salomón no lo obedeció.
Entonces
el Señor le dijo: "Porque te has portado así conmigo y has sido infiel a
mi alianza y a los mandamientos que te di, te voy a arrebatar el reino y se lo
voy a dar a un siervo tuyo. Sin embargo, por consideración a David, tu padre,
no lo haré durante tu vida, sino en vida de tu hijo. Pero no le voy a quitar
todo el reino. Por amor a mi siervo, David, y a Jerusalén, mi ciudad
predilecta, le dejaré a tu hijo una tribu".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 105
R/.
Por tu pueblo, Señor, acuérdate de mí.
Dichosos
los que cumplen la ley y obran siempre conforme a la justicia. Por el amor que
tienes a tu pueblo, acuérdate de nosotros, Señor, y sálvanos. R/.
Nuestros
padres se unieron con paganos y aprendieron sus prácticas; dieron culto a los
ídolos y éstos fueron para ellos como una trampa. R/.
Entonces
entregaron hijos e hijas en sacrificio a los demonios, y el Señor renegó de su
pueblo y estalló su enojo. R/.
ACLAMACIÓN
(St 1, 21)
R/.
Aleluya, aleluya.
Acepten
dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos.
R/.
Los
perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 7, 24-30
En
aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra
Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba
ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por
un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.
Cuando
aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara
el demonio a su hija, él le respondió: "Deja que coman primero los hijos.
No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos".
La mujer le replicó: "Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos,
debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños". Entonces Jesús
le contestó: "Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya
de tu hija". Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en
la cama, y ya el demonio había salido de ella.
Palabra
del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
al celebrar el memorial de nuestra salvación, te pedimos humildemente nos
concedas que este sacramento de amor sea siempre para nosotros un signo de
unidad y un vínculo de amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Jn 6, 51-52)
Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de este
pan, vivirá eternamente; pues el pan que voy a dar, es mi carne, y lo doy para
vida del mundo.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
que la participación en este banquete celestial nos santifique, de modo que,
por la recepción del Cuerpo y Sangre de Cristo, se estreche entre nosotros la
unión fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
REFLEXIÓN
1Re.
11, 4-13. Desviar el corazón significó, en Salomón, dar culto a otros dioses.
Las
alianzas con otros pueblos se concretizaron por infinidad de matrimonios del
Rey con mujeres extranjeras, que exigiendo el tener lugares donde dar culto a
sus dioses, obligaron a Salomón a construir los santuarios o altozanos donde
poder continuar con sus cultos idolátricos. Y el corazón del Rey también se
desvió hacia ese culto.
No
podemos hacer alianzas con los poderosos, ni con los malvados bajo pena de
quedar atrapados en sus males y desviaciones.
Muchos
hay que, por no perder la amistad ni el apoyo de los poderosos de este mundo,
buscan razones para justificarles sus maldades. Finalmente ya no están al
servicio de Dios sino de los poderosos.
Si
somos personas consagradas al Señor debemos ser un signo profético que ayude a
que todos, dejando sus malos caminos, vivan con la dignidad que todos tenemos
de hijos de Dios, siempre dispuestos para construir un mundo más justo y más
fraterno, con la mirada siempre puesta en Aquel que nos ha amado para vivir, no
conforme a los criterios de este mundo, sino conforme a los criterios de Cristo
y de su Evangelio.
Por
eso, con humildad y sencillez de espíritu, hemos de tomar nuestra cruz de cada
día y seguir las huellas del Señor de la Iglesia.
Sal.
106 (105). Ante Dios ¿quién está libre de culpa? Tal vez no nos hemos postrado
ante ídolos, sin embargo, olvidados de Dios, hemos entregado nuestro corazón a
las cosas pasajeras, al poder o al desenfreno de las propias pasiones. Esto ha
generado grandes desequilibrios en las relaciones humanas, de tal forma que,
levantados unos contra otros, hemos generado guerras, persecuciones injustas,
muerte de inocentes, falta de respeto a los derechos fundamentales del hombre,
hambres y muerte, y desánimo por falta de oportunidades para poder llevar una
vida digna.
No
olvidemos que somos hijos de Dios y que nuestra vida debe tener como horizonte
el amor, que no sólo nos lleve a amar a Dios por encima de todo, sino también a
amar a nuestro prójimo como el Señor nos ha amado a nosotros, pues sólo amando
a nuestro prójimo estaremos haciendo realidad el amor a Dios en nuestra propia
vida.
Pidámosle
al Señor que nos ayude para no quedar atrapados por aquello que nos debe poner
al servicio de los demás (el poder), por aquello que nos debe llevar a tender
la mano a los más desprotegidos (los bienes materiales), o por aquello que nos
debe impulsar a trabajar por el bien de todos (nuestras pasiones).
Cuando
en lugar de buscar a Dios para servirlo con gran amor en los demás nos buscamos
a nosotros mismos, hacemos que, incluso, las cosas santas se conviertan en
ocasión de maldad y de pecado, de destrucción y de muerte en nosotros.
Mc.
7, 24-30. Después de condenar el legalismo de los escribas y fariseos ahora
Jesús se encuentra con la fe sencilla, pero ejemplar, de una mujer pagana sirofenicia.
Si
comer con las manos impuras era una falta legal, cuanto más sería el sentar a
la mesa de los hijos a quienes eran considerados como perros, y, por tanto,
excluidos del Reino.
Pero
son ellos, los rechazados y condenados, los enfermos, los endemoniados, los
extraños, los que son buscados por Cristo y quienes no sólo reciben las
migajas, sino la oportunidad de participar del Banquete que estaba reservado
para los hijos.
Todo
se basa en la fe que se ha depositado en Cristo. Sólo de Él y no de otra
persona, ni de otra cosa, ni de otras fidelidades vendrá la salvación y la
participación de la Vida que Dios ofrece a todos.
En
esta Eucaristía también nosotros, que no pertenecemos al Pueblo de la Primera
Alianza, hemos sido invitados a participar del Pan que da vida eterna.
Ojalá
y no vengamos a sentarnos a la mesa del Señor movidos por la costumbre que
embota e impide un compromiso a fondo con el Señor.
La
fe en Cristo debe ayudarnos a vernos liberados de todo aquello que nos ata y
esclaviza lejos del Señor y lejos de nuestro prójimo.
Nuestra
misma oración debe ayudar a que otros, sean o no de nuestra familia, se vean
liberados de su esclavitud al mal.
¿Nuestra
oración tiene sentido de liberación, de paz, de capacidad de sentarnos a la
mesa, junto a Cristo acompañados de quienes antes vivían lejos del Señor?
Por
desgracia muchas veces hemos sido testigos de personas que han sido dominadas y
esclavizadas por maldades, vicios, egoísmos, etc. Tal vez hemos pasado ante
ellos hasta con cierta repugnancia. No nos gustaría que nos dieran siquiera la
mano y su hedor nos hace alejarnos de ellos con cierta prisa. ¿Qué hacemos por
ellos?
Debemos
tener conciencia que también por ellos Cristo dio su vida amorosamente, y que
los que creemos en Él no sólo hemos sido enviados a quienes ya llevan una vida
recta y son del grupo con quien tratamos de vivir comodonamente nuestra fe. Hay
que salir al encuentro de quienes necesitan a Cristo para hacerles llegar no
sólo el mensaje de salvación, sino para bajar hasta ellos y tenderles la mano
para que, libres de todo lo que los ata al pecado, puedan vivir sin esas
miserias que han deteriorado su vida.
No
podemos dejar de volver la mirada hacia quienes gozando de mejores o muy buenas
oportunidades han cerrado su corazón al prójimo y, atrapados por el egoísmo,
por fuera son sepulcros blanqueados y hermosos, pero por dentro están llenos de
carroña y podredumbre, pues todos, también ellos, necesitan convertirse.
Todos
hemos de trabajar por dejar una humanidad más justa, más recta y más llena de
amor. Sólo así no veremos a los demás como perros, sino como carne de nuestra
carne y hueso de nuestros huesos y disfrutaremos, como hijos de un mismo Padre,
del mismo Pan que el Señor quiere compartir con todos sus hijos teniéndonos a
todos alrededor de su mesa.
Roguémosle
a Dios, nuestro Padre, que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen
María, nuestra Madre, la gracia de seguir las huellas de amor que su Hijo nos
dejó para que podamos formar parte, en la eternidad, de su Familia Santa que lo
alaba eternamente. Amén.
Reflexión
de: Homilía católica.
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