miércoles, 26 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. MIERCOLES 26 DE FEBRERO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MIERCOLES 26 DE FEBRERO DE 2014
VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 89, 17)
Señor, muéstrate bondadoso con nosotros y haz fecundo el trabajo de nuestras manos.

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, creador de todas las cosas, que impusiste a los hombres el deber del trabajo, bendice las obras que iniciamos para que contribuyan al bienestar de la sociedad y a la difusión de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
¿Qué cosa es la vida de ustedes? - Digan: "Si el Señor nos presta vida".

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 4, 13-17

Hermanos míos: Consideremos ahora a los que dicen: "Hoy o mañana saldremos para tal ciudad, ahí viviremos unos años, pondremos un negocio y nos haremos ricos". Ésos no tienen idea de lo que será el mañana. Pues ¿qué cosa es la vida de ustedes? Una nubecilla que se ve un rato y luego se desvanece.
Lo que ustedes deberían decir es esto: "Si el Señor nos presta vida, haremos esto y aquello". En lugar de eso, presumen de ser autosuficientes; y toda esa clase de presunciones es mala. En resumen, el que sabe cómo portarse bien y no lo hace, está en pecado.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 48
R/. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Escuchen, pueblos todos de la tierra, habitantes del mundo, estén atentos, los ricos y los pobres, lo mismo el hombre noble que el plebeyo. R/.

¿Por qué temer en días de desgracia, cuando nos cerca la malicia de aquellos que presumen de sus bienes y en sus riquezas confían? R/.

Nadie puede comprar su propia vida, ni por ella pagarle a Dios rescate. No hay dinero capaz de hacer que alguno de la muerte se escape. R/.

Lo mismo que los necios e ignorantes, también los sabios mueren, y a las manos de extraños van a parar sus bienes. R/.

ACLAMACIÓN (Jn 14, 6)
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es por mí, dice el Señor. R/.



El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 9, 38-40

En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: "Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos". Pero Jesús le respondió: "No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú que con este pan y este vino que te presentamos das al hombre el alimento que lo sostiene y el sacramento que lo renueva, concédenos, Señor, no carecer nunca de esta ayuda del cuerpo y del espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Col 3, 17)
Todo lo que hagan de palabra o de obra, háganlo en el nombre de Jesús, el Señor, dando gracias por su medio a Dios Padre.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que nos has alimentado con el sacramento de la unidad y del amor, concédenos desempeñar con fe el trabajo que nos has encomendado para obtener nuestro diario sustento y cooperar a la edificación de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIONES:
Sant. 4, 13-16. ¿En verdad somos personas de fe? Pues la fe se manifiesta por las obras. Y por ello no sólo hemos de decir que "Si Dios nos lo permite haremos esto o aquello" o "Haré esto o aquello, primero Dios," sino que hemos de ser conscientes de que, quienes por medio de la fe y el bautismo nos hemos unido a Cristo, haremos el bien, que sabemos hemos de hacer.
Dios va delante nuestro. En su Nombre echamos las redes; en su nombre realizamos nuestras actividades. Con Él nuestra vida cobra su auténtico significado, pues aun cuando lo que hagamos pareciese algo muy insignificante, al hacerlo como hijos de Dios estaremos colaborando para que nuestro mundo sea más justo, más humano y más fraterno. Por eso no hagamos las cosas, ni vivamos como si Dios no existiese para nosotros.

Sal 49 (48). ¿Qué hemos traído al mundo, y qué nos llevaremos de él? Cierto que Dios al principio, al poner el mundo en nuestras manos, nos dio la orden de dominar la tierra y someterla. Sin embargo no podemos dejarnos deslumbrar por lo pasajero; somos nosotros quienes lo dominamos y ponemos a nuestro servicio.
Pero más allá de lo pasajero estamos nosotros; están aquellos con quienes convivimos diariamente. Y las cosas no pertenecen a una sola persona física o moral. Todos tienen derecho a una vida digna, de tal forma que podamos decir que el pan no es mío, sino nuestro.
Por eso, de un modo especial quienes creemos en Cristo, hemos de luchar por una auténtica justicia social, nacida del amor que nos hace abrir los ojos ante nuestros hermanos en desgracia para remediar sus males.

Mc. 9, 38-40. Más que pelearnos por querer apoderarnos de Jesús como única herencia nuestra, debemos vivir la unidad en torno a Él. No sólo hay otras comunidades cristianas que trabajan por Cristo, sino también muchas instituciones que luchan por erradicar la pobreza, la injusticia, la violencia, las persecuciones causadas por el poder político o económico.
Todos, algunos sin saberlo, nos esforzamos por darle un nuevo rostro a la humanidad trabajando como Cristo que fue enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.
Aquel que pasó haciendo el bien sigue haciéndolo por medio de su Iglesia y por medio de toda persona de buena voluntad.
Si el Espíritu de Dios se posa donde quiere y suscita buenas obras por medio, incluso, de personas que pensamos están muy lejos de Él, pues se preocupan de que se viva con mayor lealtad la solidaridad entre todos, de que no nos quedemos en vana palabrería sino que llevemos adelante nuestros proyectos de darle un nuevo rumbo a nuestra sociedad, y un rostro más humano y fraterno a nuestro mundo, cuánto más, quienes creemos en Cristo y entramos en comunión con Él mediante la Eucaristía y participamos de su Espíritu Santo, hemos de comprometernos en la realización del bien y en luchar porque sean expulsados del corazón del hombre las injusticias, los egoísmos, los crímenes y tantos otros males que nos aquejan, preocupándonos de que en verdad el amor y la salvación de Dios llegue a todos como una Buena Noticia que se proclama no sólo con los labios sino con las obras.
No hemos de ser indiferentes al bien que otros hacen, sino unirnos a ellos para que juntos nos preocupemos del bien de todos, especialmente de los más desprotegidos.
¿Quién está de parte nuestra? Responder a esta pregunta, por desgracia, nos lleva a despreciar a quienes no piensan como nosotros, a quienes no trabajan como nosotros, a quienes consideramos enemigos en el trabajo, en la política, en la religión y que son satanizados, perseguidos, asesinados para que no nos causen ruido y que nos dejen llevar adelante aquello que nos hemos propuesto.
Ante esta pregunta podemos convertirnos en monopolio injusto, en la única voz válida, en quienes impiden el desarrollo de los demás, en quienes alejan de sí en el trabajo a los que consideran una amenaza para ellos, en quienes persiguen hasta desaparecer o asesinar a quienes se consideran voz de los sin voz y que pueden desestabilizar a quienes viven faltos de conciencia de los derechos que conciernen a todos los hombres.
Estar de parte de Cristo, esforzarnos porque todos disfruten de su amor, de los bienes que ha puesto en manos no de unos cuantos sino de todos, trabajar para que todos se vean libres de las esclavitudes al pecado, especialmente de las nuevas esclavitudes a la droga, al alcoholismo, a la explotación sexual que cosifica a las personas como simples objetos de placer desde su más tierna edad. Todo esto puede llevar a que muchos quieran impedir el desarrollo del Reino de Dios en el que todos recuperemos nuestra dignidad humana y de hijos de Dios y que, incluso, bajo amenazas o chantajes quieran impedir que esa voz se siga pronunciando como la voz del Señor que nos quiere libres de toda atadura al mal y con la frente levantada por sabernos que por medio de alguien, que es su Iglesia, Él nos ha manifestado su amor y está de nuestro lado como el Dios-con-nosotros.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir nuestra fe y nuestro amor con una verdadera lealtad y generosidad, a la altura y estilo en que nosotros hemos sido amados por Dios a través de su Hijo Jesús, nuestro Señor. Amén.

Reflexión de: Homilía católica


REFLEXIÓN: EL BUEN CORAZÓN
St 4,13-17; Mc 9,38-40
El cristiano que ha aprendido a hacerse solidario de las auténticas necesidades ajenas tiene un buen corazón, un espíritu compasivo. Cuando se tiene una disposición natural a la generosidad, salen sobrando los ordenamientos legales y las prohibiciones. Lo dice la Carta de Santiago: "el buen corazón se ríe del juicio"; lo afirmaba también San Agustín: "ama y haz lo que quieras". Los espíritus débiles viven en la óptica del temor y el interés, esperando el premio y rechazando el castigo; los de ánimo maduro, proceden conforme al querer compasivo de Dios. Por esa razón, los discípulos de Jesús tenían que ensanchar su perspectiva y admitir que las personas de buena voluntad, que auxiliaban a los necesitados, no necesitaban disponer de más credenciales para ser considerados como seguidores de Jesús. (De www misal . com . mx)


 Santos
 Alejandro de Alejandría, patriarca; Leandro de Sevilla, obispo; Néstor de Maqydos, obispo. Feria (Verde) 


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