sábado, 8 de febrero de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO, 9 DE FEBRERO DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO, 9 DE FEBRERO DE 2014
V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. A

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 94, 6-7)
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque Él es nuestro Dios.

ORACIÓN COLECTA 
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
 Entonces surgirá tu luz como la aurora.

DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS: 58, 7-10

Esto dice el Señor: "Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano. Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha. Entonces clamarás al Señor y Él te responderá; lo llamarás y Él te dirá: 'Aquí estoy'. Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 111
R/. El justo brilla como una luz en las tinieblas.

Quien es justo, clemente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla. Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente, jamás se desviarán. R/.

El justo no vacilará; vivirá su recuerdo para siempre. No temerá malas noticias, porque en el Señor vive confiadamente. R/.

Firme está y sin temor su corazón. Al pobre da limosna, obra siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria. R/.
*****
Les he anunciado a Cristo crucificado.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 2, 1-5

Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado.
Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN (Jn 8, 12) R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R/.




Ustedes son la luz del mundo.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 5, 13-16

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo

PLEGARIA UNIVERSAL

Presentemos ahora al Padre nuestras intenciones, por nosotros y por el mundo entero.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por la Iglesia y por todos los que la formamos. Que seamos sal de la tierra y luz del mundo, dando un buen testimonio de Jesús en nuestra vida. Oremos.
Por todos los cristianos. Que nuestra fe nos lleve a trabajar solidariamente por nuestros hermanos, especialmente por los más débiles y necesitados. Oremos.
Por los legisladores de México. Que, electos para servir al pueblo, busquen el bien de la mayoría. Oremos.
Por los países pobres, por los hombres y mujeres que pasan hambre. Que los que dirigen nuestro mundo globalizado hagan lo necesario para resolver estas situaciones injustas. Oremos.
Por todos los enfermos que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Que experimenten muy cercana la fuerza de Dios, y nuestra cuidadosa atención. Oremos.
Por todos nosotros. Que la celebración de la Eucaristía nos alimente para vivir con mayor intensidad nuestro camino de seguimiento de Jesús. Oremos. Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama tu amor sobre los hombres y mujeres del mundo entero. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, Dios nuestro, tú que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 5, 5-6)
Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO
La proclama insistente del Papa Francisco es clara: es necesario salir al encuentro de las personas que viven en los márgenes de la sociedad. Hay que caminar del centro de las comunidades parroquiales a las situaciones de periferia, que no siempre se identifican con criterios geográficos. La brecha cultural y afectiva que existe entre las personas que se han distanciado de la fe cristiana está ahí: hay mucha gente que se educa en colegios de inspiración cristiana, que participa esporádicamente en celebraciones religiosas, más por convenciones sociales que por interés personal, que han experimentado cierto desaliento o hasta rechazo ante la tibieza de nuestro compromiso cristiano. Cuando vivimos lealmente nuestra fe, cumpliendo las exigencias del Evangelio en la vida cotidiana, hacemos vida la metáfora de la sal de la tierra. (www misal . com. mx ).



REFLEXIÓN

SEAMOS LUZ DE TODOS LOS DEMÁS
1.- Es incomprensible que la religión, el trato del hombre con Dios, haya dado una impresión de triste y obscura de forma que los mantos negros de las mujeres, los cipreses, los grajos de los curas hayan sido su símbolo durante mucho tiempo.
La historia escrita de la religión que comienza con el Génesis y acaba con la Apocalipsis se desarrolla entre dos haces de luz, el de la creación de la luz que saca Dios de las tinieblas en el versículo 3 del Libro del Génesis y el de la presencia de Dios entre los hombres en el cielo, un Dios que será la única luz ya necesaria porque lo iluminará todo con su divina presencia como dicen Juan en el Apocalipsis. La historia del hombre se desarrolla entre esos dos haces de luz. Luz es alegría, es vida, es energía, lo más lejano de los cipreses del cementerio en que todo es muerte.
2.- Hoy nos dice Jesús que nosotros somos la luz del mundo, pero antes nos había dicho: mientras Yo estoy en el mundo Yo soy la luz del mundo. Luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo y el que le siga tendrá la luz de la vida.
--El Señor Jesús es luz hecha vida humana, luz visible con nuestros ojos, oíble con nuestros oídos, palpable con nuestras manos.
--A Jesús le acompaña la luz desde su nacimiento en Belén donde los pastores vieron una gran luz al tiempo que escuchaban el canto de paz de los ángeles.
--En el monte de la Transfiguración es un gran resplandor el que envuelve a Jesús, luz de aliento en el camino, alegría anticipada de una victoria que seguiría a las tinieblas del Calvario.
--Toda la vida de Jesús se desarrolla en medio de la lucha de la luz y las tinieblas. Y cada uno de nosotros vivimos en la tierra de nadie, entre las trincheras de los hijos de las tinieblas y de los hijos de la luz, la civilización de la muerte y civilización de la vida.
Jesús pareció sucumbir en esa lucha al morir en la cruz mientras que toda aquella región se llenaba de tinieblas a la hora nona… al parecer la civilización de la violencia, de la muerte, venció a la civilización de la vida.
3.- Jesús, luz del mundo, al cerrar los párpados barrió la luz de este mundo y dejó todo en tinieblas. Y porque no hay vida posible sin luz es por lo que hoy nos dice a nosotros: “Vosotros sois la luz del mundo, sigo siendo para vosotros luz del mundo mientras estáis en el mundo”.
Nosotros tenemos que ser la luz de Dios en el mundo, los ojos de Jesús que iluminaron las caras de los niños con cariño.
--Ojos que buscaron a la hemorroisa entre la muchedumbre para alegrarse con su curación y su fe.
--ojos de Jesús que acarician con infinita compasión a la adultera para perdonarla
--ojos de Jesús que curaron el corazón de Pedro que le niega
--ojos que lloran con los que lloran en la muerte de Lázaro amigo.
--ojos del Señor sólo endurecidos una vez impresionados por la hipocresía de los fariseos. Como se endurecerían hoy ante una sociedad de bienestar para algunos, fundada en el hambre de los demás y cimentada con los cadáveres de niños abortados o ancianos y enfermos asesinados.
4.- Seamos luz de los demás, todos tenemos la experiencia de haber sido iluminados por la luz de otros que cruzaron nuestro camino.
** Nos han enseñado a aceptar la muerte y llevar con alegría la enfermedad.
** Nos han abierto los ojos para ver que las bienaventuranzas pueden vivirse cada día sin disquisiciones teológicas, con sencillez.
** No pocas parejas ancianas, en nuestro barrio, o en cualquier barrio o lugar, que se apoyan el uno en el otro, con peligro de caer los dos, nos muestran la maravilla de la fidelidad conyugal.
** La alegría en la pobreza nos ha enseñado la verdad de que no sólo de pan vive el hombre.
Pues como otros ha sido luz, alegría y vida para nosotros, hagamos que también nosotros seamos luz y vida para los que nos rodean.

José María Maruri, SJ
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LA SAL Y LA LUZ DE LA CARIDAD
1.- Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas. Me ha parecido interesantísimo el comentario que hace hoy el profeta Isaías a las palabras de Cristo en el evangelio. Los siglos que separan la existencia del profeta Isaías de la existencia de Cristo no impiden ver en este texto del profeta una maravillosa aplicación a lo que Cristo recomienda a sus discípulos. Cristo nos dice que seamos luz y que seamos sal para iluminar y para dar sabor cristiano a la vida de los demás. El profeta nos dice que sólo seremos luz para los demás si encendemos en nuestro corazón el fuego de la caridad. Lo dice con palabras tan bellas que es mejor repetirlas que interpretarlas. “Cuando partas tu pan con el hambriento, hospedes a los pobres sin techo, vistas al desnudo y no te cierres a tu propia carne, entonces romperá tu luz como la aurora, te abrirá camino la justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá, gritarás y te dirá ‘aquí estoy’”. Este texto del profeta, como sabemos, es un texto referido al ayuno. El ayuno que no te abre al prójimo es un ayuno estéril. El ayuno aquí no se refiere sólo a privarse de comida, sino a desterrar la opresión, la maledicencia y la violencia. Lo que nos dice hoy el profeta Isaías es tan válido para nosotros, los cristianos del siglo XXI, como lo era para los judíos de los siglos séptimo y octavo, antes de Cristo. El rostro de Dios se manifiesta más en la misericordia que en el cumplimiento de normas, leyes y ritos. Al final de nuestra vida no nos van a juzgar por las bellas palabras que hayamos dicho, ni por los muchos rosarios que hayamos rezado –es solo un ejemplo–; al final de nuestras vidas nos juzgarán por el amor, por nuestro amor a Dios manifestado en nuestro amor al prójimo. Este es el mandamiento de Jesús. Si nuestra vida está dirigida por el amor al prójimo desembocará necesariamente en Dios. Si nuestra luz ha brillado a lo largo de nuestra vida en acciones de caridad y justicia, Dios, al final, nos mirará complacido y nos dirá “aquí estoy”.
2.- Si la sal se vuelve sosa, no sirve más que para tirarla fuera. La sal física no se puede volver nunca sosa; es químicamente imposible. Pero la sal de la vida, la que debe dar sabor, y saber, y sabiduría, a nuestra vida, sí puede perder fuerza y terminar disolviéndose en la apatía y la vulgaridad. Entonces sólo vale para tirarla fuera. Eso es lo peor que puede pasarle a nuestro cristianismo personal y social: que se haga anodino, y convencional, y ropaje puramente externo. Entonces puede ser tirado fuera, porque puede ser sustituido fácilmente por otros credos y costumbres sociales igualmente convencionales. Y es que si nuestro cristianismo no tiene fuerza interior, no es una gran luz del alma, se quedará sólo en eso, en gestos externos y en costumbres sociales y convencionales. Más pronto que tarde, terminará en la insignificancia y en la nada. Igualmente, si nuestra luz sólo alumbra debajo del celemín, los demás, el mundo, no verán, ni se sentirán iluminados por nuestra luz.
3.- Mi palabra y mi predicación no fueron sino en la manifestación y el poder del Espíritu. San Pablo les dice a los primeros cristianos de Corinto que no les atrajo él a la fe en Cristo con palabras sabias y cultas, sino que el verdadero artífice de la evangelización fue el poder del Espíritu que residía en él. Por eso, les dice, debe quedaros claro que vuestra fe no debe apoyarse en la sabiduría humana, sino en la gracia y el poder de Dios que habite en vosotros. Si creemos que vamos a convertir y a evangelizar al mundo con razones científicas estamos muy equivocados. No será la luz de nuestra razón científica la que convertirá al mundo, sino la luz de nuestro amor y de nuestra caridad. Las razones cultas de nuestros teólogos influyen menos en la conversión al cristianismo, que el ejemplo de caridad y amor que nos han dado la Madre Teresa de Calcuta y el misionero Vicente Ferrer.

Gabriel González del Estal
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¿PICA? ENTONCES ES SAL
1. “Santa Agueda, Santa Aguedacha…que las fiestas despacha”. Y así es. Hasta finales de Abril, donde este año la Pascua aguarda, nos centramos en el Tiempo Ordinario en el que, la Palabra de Dios, el crecimiento personal en la fe, la oración o la tranquilidad sin más fiestas que lo más grande, EL DOMINGO, han de posibilitar que nos identifiquemos más y mejor con Cristo. Hoy, además, ante nuestros ojos se abre un drama: algo no funciona bien en el mundo cuando, el hambre, sigue siendo una lepra y lacra social que afecta a millones de personas.
- Mientras unos bailamos, otros lloran
- Mientras de las mesas de los acomodados caen no migajas, sino panes enteros, otros no conocen el aroma de un pan recién amasado
- Mientras nos miramos, excesivamente, a nosotros mismos…. millones de personas son atenazados con los grilletes de la pobreza.
Hoy, Manos Unidas, nos propone un lema: “Un nuevo mundo; proyecto común”. Ojalá que desde esta Institución Católica sintamos que, la generosidad (algo normal y nunca extraordinario) ha de ser un número en el carnet de nuestra vida cristiana. Siempre, y digo siempre, los católicos (por ser cristianos y por tener como patrón de nuestra existencia a Cristo) hemos de ver la caridad como el broche de oro de cada día, de cada semana o de nuestra vida.
2. Ser sal y luz (aunque esta frase dé para muchas composiciones musicales y poéticas) no es ni mucho menos algo agradable al paladar de la sociedad en la que nos toca vivir. La sal protege, purifica y sana. ¿Interesa la “sal cristiana” a un mundo corrupto, falseado y relativizado por todos sus costados?
- Habla la Iglesia de que la vida es vida desde su concepción y, esa sal, escuece
- Manifiesta la Iglesia de que hay que amar hasta el final perdonando, olvidando y humillándose y, esa sal, pica
- Pregona la Iglesia el respeto pero la diferencia entre diversos modelos de convivencia o de familia y, esa sal, levanta polvaredas y escándalos
- Comunica la Iglesia su derecho a ser luz en medio de la oscuridad o en la mediocridad que abunda a nuestro alrededor, y le contestan que la mejor iglesia es la que arde.
Entonces; ¿cómo ser sal y luz en medio de esta encrucijada?
3. Nunca se nos ha dicho que, el ser cristiano, fuera fácil. No hay más que abrir el álbum fotográfico de los primeros seguidores de Jesús, de los apóstoles, de los santos, santas y mártires de los primeros tiempos (o incluso de los incidentes y reacciones que causan las palabras o las posiciones por el Magisterio de algunos obispos en España o en Europa). Ese álbum nos da una imagen de que, ser sal y luz, implica ser fuertes hasta el final. Valientes con todas las consecuencias. Aguerridos en nuestros planteamientos y poco menos que equilibristas para no caer al vacío de la raya que nos marca el  mundo.

Que el Señor, en este domingo, sea esa fe que nos posibilita ser cauce de esa inmensa luminosidad que es el Evangelio. Que el Señor, hoy más que nunca, sea ese mar del cual extraemos la sal que –aunque pica– sabemos que a la larga preserva, sana, guarda y dará sabor a una sociedad totalmente insípida y carente de valores eternos.
Que como cristianos, frente a los que pretenden ser vinagre y cortocircuito, seamos antídoto que levante en la esperanza aquellos lugares donde nos desenvolvemos. ¿Fácil? ¡No! Pero con Cristo y por Cristo hemos de hacerlo. En ello va nuestra salvación.

Javier Leoz



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