LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
LUNES
24 DE FEBRERO DE 2014
VII
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. A.
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Ap 1, 5-6)
Gloria
y poder por los siglos de los siglos a Jesucristo, que nos amó y nos purificó
de nuestros pecados por su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes
para su Dios y Padre. Amén.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
y Dios nuestro, que en cada una de las Iglesias dispersas por el mundo pones de
manifiesto que la Iglesia universal es una, santa, católica y apostólica; haz
que tu familia, reunida en torno a su pastor, crezca por la predicación del
Evangelio y por la Eucaristía, en la unidad del Espíritu Santo, para que
manifieste dignamente la universalidad de tu pueblo y sea signo e instrumento
de la presencia de Cristo en el mundo, que vive y reina contigo...
LITURGIA
DE LA PALABRA
Si
tienen el corazón amargado por rivalidades, dejen de presumir.
DE
LA CARTA DEL APÓSTOL SANTIAGO: 3, 13-18
Hermanos
míos: ¿Hay alguno entre ustedes con sabiduría y experiencia? Si es así, que lo
demuestre con su buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría.
Pero si ustedes tienen el corazón amargado por envidias y rivalidades, dejen de
presumir y engañar a costa de la verdad. Ésa no es la sabiduría que viene de lo
alto; ésa es terrenal, irracional, diabólica; pues donde hay envidias y
rivalidades, ahí hay desorden y toda clase de obras malas.
Pero
los que tienen la sabiduría que viene de Dios son puros, ante todo. Además, son
amantes de la paz, comprensivos, dóciles, están llenos de misericordia y buenos
frutos, son imparciales y sinceros. Los pacíficos siembran la paz y cosechan
frutos de justicia.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 18
R/.
Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La
ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las
palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. R/.
En
los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los
preceptos del Señor para alumbrar el camino. R/.
La
voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor
son verdaderos y enteramente justos. R/.
Que
te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor,
que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación. R/.
ACLAMACIÓN
(Cfr. 2 Tm 1, 10)
R/.
Aleluya, aleluya.
Jesucristo,
nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por
medio del Evangelio. R/.
Creo,
Señor, pero dame tú la fe que me falta.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 9, 14-29
En
aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus
discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían
con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a
saludarlo.
Él
les preguntó: "¿De qué están discutiendo?" De entre la gente, uno le
contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no
lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho
echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus
discípulos que lo expulsen, pero no han podido". Jesús les contestó:
"¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta
cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho". Y se lo trajeron.
En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó
por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al
padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó el padre:
"Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para
acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y
ayúdanos".
Jesús
le replicó: "¿Qué quiere decir eso de 'si puedes'? Todo es posible para el
que tiene fe". Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas:
"Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta". Jesús, al ver que la
gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole:
"Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en
él". Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho
se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero
Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie. Al entrar en
una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado:
"¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?" Él les respondió:
"Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno".
Palabra del Señor.
Gloria
a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Por
el memorial del amor infinito de tu Hijo que estamos celebrando, te pedimos,
Señor, que tu Iglesia haga llegar a todos los hombres los frutos de la
redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Ap 3, 20)
Mira
que estoy a la puerta tocando; si uno me oye y me abre, entraré en su casa y
cenaremos juntos.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
que en la comunidad cristiana de este lugar, se mantenga siempre la integridad
de la fe, la santidad de vida, el amor fraternal y la religión auténtica y, ya
que continuamente la alimentas con tu palabra y con el Cuerpo de tu Hijo, no
dejes de guiarla y de protegerla. Por Jesucristo, nuestro Señor.
HOMILÍA
DEL PAPA FRANCISCO. LUNES 24 DE FEBRERO DE 2014.
“SEGUIR
A CRISTO, NO ES UNA IDEA, ES UN CONTINUO QUEDARSE EN CASA”
A
continuación la publicación de Radio Vaticano sobre las palabras del Papa en la
mañana del Lunes en la Casa Santa Marta:
Seguir
a Jesús no es “una idea” sino un “continuo quedarse en casa”, la Iglesia, donde
Cristo hace regresar siempre a todos, también a quien se ha alejado de ella. Lo
afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa de esta mañana, en la capilla
de Casa de Santa Marta.
Un
muchacho que sufre convulsiones, que se revuelca por la tierra y que echa
espuma por la boca; en medio a una muchedumbre asustada e inerme. Y su padre
que por poco se abalanza a Jesús, implorándole librar a su hijo de la posesión
diabólica. Es el drama con el que se abre el Evangelio de hoy y que el Papa
analizó punto por punto: el de los presentes, que discuten sin resultado, Jesús
que llega y se informa, “la bulla que viene a menos”, el padre angustiado que
emerge de la muchedumbre y decide contra toda esperanza confiarse en Jesús. Y
Jesús, que compadecido por la fe cristalina de aquel papá, expulsa el espíritu
y luego se inclina con dulzura ante el joven, que parece muerto, ayudándolo a
volverse a levantar:
“Todo
aquel desorden, aquella discusión termina en un gesto: Jesús que se abaja, se
inclina ante el muchacho. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús cuando
cura, cuando va entre la gente y sana a una persona, jamás la deja sola. No es
un mago, un brujo, un curandero que va, cura y continúa su camino: a cada uno
lo hace regresar a su lugar, no lo deja en la calle. Son gestos bellísimos del
Señor”.
He
aquí la enseñanza, explicó el Santo Padre: “Jesús – afirmó – siempre nos hace
regresar a casa, jamás nos deja solos en la calle”. El Evangelio, recordó, está
lleno de estos gestos. La resurrección de Lázaro, la vida devuelta a la hija de
Jairo y aquella al hijo de una mamá viuda. Y también la oveja perdida vuelta a
traer al redil o la moneda perdida y vuelta a encontrar por la mujer:
“Porque
Jesús no vino solo del Cielo, es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a
un pueblo y su identidad es también pertenencia a aquel pueblo, que de Abraham
camina hacia la promesa. Y éstos gestos de Jesús nos enseñan que toda curación,
todo perdón nos hacen regresar siempre a nuestro pueblo, que es la Iglesia”.
Jesús
perdona siempre y sus gestos – prosiguió el Papa – se vuelven también
“revolucionarios”, o “inexplicables”, cuando su perdón llega a quien se ha
alejado “mucho”, como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, repitió el
Papa, Jesús “cuando perdona, hace siempre regresar a casa. Y de esta forma, sin
el pueblo de Dios, no se puede entender a Jesús”. Es absurdo “amar a Cristo,
sin la Iglesia, sentir a Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen
de la Iglesia”, recordó Francisco citando y parafraseando una vez más Pablo VI.
“Cristo y la Iglesia están unidos”, y “cada vez que Cristo llama a una persona,
la trae a la Iglesia”. Por esto, agregó, “está bien” que un niño “venga a
bautizarse en la Iglesia”, la “Iglesia madre”:
“Y
aquellos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen entender esto: que nuestra
doctrina, digamos así, o nuestro seguir a Cristo, no es una idea, es un
continuo quedarse en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la posibilidad y la
realidad de salir de casa por un pecado, un error – Dios lo sabe – la salvación
es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia. Son gestos de ternura. Uno a uno,
el Señor nos llama así, su pueblo, dentro su familia, nuestra madre, la Santa
Iglesia. Pensemos en estos gestos de Jesús”. (RC-RV)
Fuente:
Radio Vaticano.
REFLEXIÓN:
Sant.
3, 13-18. El sabio demuestra que tiene la Sabiduría que viene de Dios con su
buena conducta y con su amabilidad para con todos. Finalmente es una persona
que ha llegado a la madurez, o por lo menos se encamina presurosa hacia ella.
La Sabiduría de Dios nos hace trabajar por la paz y vivir amando, comprendiendo
y preocupándonos del bien de los demás con la misma premura con que Dios lo ha
hecho por nosotros. Quien se considera sabio conforme a los criterios de este
mundo y se ha dejado envolver por ellos vivirá de un modo altivo, esperando que
los demás se inclinen hacia él casi dándole culto como si fuera un dios. Esto,
en lugar de dar paz al corazón lo llenará de amarguras, de envidias y
rivalidades, y hará que la persona se convierta en presuntuosa y que trate de
engañar a los demás a costa de la verdad. Si somos de Dios vivamos como hijos
suyos amándonos los unos a los otros y buscando el bien de todos con sencillez
de corazón.
Sal.
19 (18). La Ley del Señor es perfecta, pues no ha sido elaborada y promulgada
por personas humanas, falibles como nosotros. Dios sabe cuáles son los caminos
que nos conducen a un encuentro personal con Él, para recibir su perdón, su
amor y su salvación. Por eso en la Ley del Señor encontramos reflejada la
Sabiduría de Dios y sus preceptos se convierten para nosotros en luz que
ilumina nuestro camino. Cumplir confiada y amorosamente la Ley del Señor nos
hace ser un signo de su Amor y de su Sabiduría para todos los pueblos. Sin
embargo, llegada la plenitud de los tiempos, Aquel que es la Sabiduría eterna,
engendrada por el Padre Dios antes de todos los tiempos, se hizo uno de
nosotros y se convirtió en el único Camino, en el único Nombre bajo el cual
podemos alcanzar la salvación, la unión plena con Dios, no como siervos sino
como hijos suyos. Reavivemos nuestra fe en Cristo para que, a través del
tiempo, nosotros seamos un signo de esa Sabiduría de Dios para cuantos nos
traten.
Mc.
9, 14-29. Conforme al camino de fe que ha seguido el Apóstol Santiago nos
invita diciéndonos: Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios
... pero que la pida con fe, sin dudar, pues el que duda se parece a una ola
del mar agitada por el viento y zarandeada con fuerza. Un hombre así no
recibirá nada del Señor. Hoy el Señor nos recuerda que todo es posible para el
que tiene fe. Una afirmación demasiado importante, que jamás hemos de perder de
vista. Cristo, bajando del monte en el que se transfiguró a algunos de sus
discípulos, se encamina hacia su Gloria, pasando, porque así lo quiso, por la
muerte en cruz, para manifestarnos el amor que nos tiene hasta el extremo. Él
nos quiere libres de todo aquello que nos ata al autor del pecado y de la
muerte. Junto con Cristo hemos de recorrer el camino que nos lleva a la Gloria
que Él posee como Hijo unigénito del Padre, sin eludir el paso por la Cruz, no
como un momento de dolor buscado de un modo enfermizo, sino como la
consecuencia de nuestro amor hacia el Padre y hacia el prójimo. Que Dios nos
conceda no ser motivo de dolor, de sufrimiento, de espanto para los demás, sino
motivo de gozo, de paz y de amor por la presencia del Señor que nos ha de guiar
por el camino del bien.
Nuestro
camino de fe culminará en la unión plena con Dios, donde lo contemplaremos cara
a cara y disfrutaremos de Él eternamente. Pero mientras llega ese momento,
pregustamos los bienes eternos en la celebración del Memorial del Señor. Aquí
culmina nuestra fe y de aquí manan, como de una fuente, las acciones con las
que continuaremos trabajando a favor del Reino de Dios hasta que éste llegue a
su Plenitud en el Reino eterno. Nuestra labor, en este aspecto, no puede
realizarse sólo con nuestros medios, por muy importantes que estos parecieran
conforme a los criterios de los hombres. Por eso es necesario encontrarnos
personalmente con el Señor, orar y no tener miedo incluso a ayunar, no como
consecuencia de una actitud enfermiza, masoquista, sino como la mejor
disposición que tenemos de encontrarnos amorosamente con el Señor, libres de
todo aquello que nos impide tenerlo sólo a Él como centro de nuestra vida.
Unidos al Señor, le hemos de pedir que nos conceda su Sabiduría y su fortaleza
para poder, así, descubrir sus caminos y seguirlos con gran amor. Sólo a partir
de entonces podremos proclamar el Nombre del Señor a los demás, pues nuestra fe
será una fe firmemente afianzada en el Señor y no tanto una consecuencia de
nuestros esfuerzos dedicados al estudio, pero no a la oración y al ayuno que
son medios eficaces para unirnos al Señor y para convertirnos en testigos
suyos.
Cuántas
veces contemplamos nuestro mundo deteriorado por el pecado; casi al borde de su
propia destrucción. No podemos dirigirnos a Dios para que Él vuelva a nosotros
y con su poder disipe las tinieblas de nuestros males. Él ha querido permanecer
entre nosotros por medio de su Iglesia. A nosotros corresponde continuar la
obra del Señor en el mundo y su historia. ¿Somos hombres de fe y trabajamos
movidos por el Espíritu de Dios, del que hemos sido hechos partícipes? ¿O, por
el contrario, somos generación incrédula e infiel, inmaduros e incapaces de
asumir el compromiso que tenemos y que dimana de la Misión que el Señor ha
confiado a su Iglesia? No podemos vivir bajo el signo de la cobardía, no
podemos quedarnos con las manos cruzadas esperando que el Señor venga a poner
orden ahí donde a nosotros corresponde darle cuerpo y voz a Cristo a favor de
los demás.
Roguémosle
al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos
conceda la gracia de dejarnos impulsar, guiar por el Espíritu Santo, de tal
forma que con toda valentía, la que nos viene de Él, continuemos la obra del
Señor, hasta que Él vuelva glorioso para encontrarse con su Iglesia, vigilante
y resplandeciente, como digna esposa de Él para llevarla a vivir con Él eternamente.
Amén.
Reflexión
de: Homilía católica
REFLEXIÓN:
EL SABER QUE BAJA DE LO ALTO
St
3,13-18; Mc 9,14-29
Con
esta expresión el autor de la Carta de Santiago está refiriéndose a la
sabiduría práctica que el creyente descubre de manera contemplativa, cuando
busca la voluntad de Dios. Desde la creencia en la paternidad universal de Dios
que acoge a todas las personas como sus hijos, no es posible justificar las
conductas discriminatorias y excluyentes. El texto de Santiago descalifica la
conducta facciosa y partidista como contraria a la voluntad de Dios. En Israel
y en concreto en las comunidades galileas, se continuaba pensando que los
pobres y los enfermos estaban en tal condición por un supuesto pecado propio o
de sus antepasados. Jesús desmonta ese prejuicio de manera sistemática,
devolviendo la salud y la movilidad a enfermos y alienados. Esa es la sabiduría
que baja de lo alto, por eso los discípulos no consiguieron aliviar al niño
epiléptico. ( www misal . con . mx)
Santos:
Lucio y Montano de Cartago, mártires; Pedro Palatino, mártir. Beata Josefa
Naval Girbés, laica. Feria (Verde)
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