sábado, 19 de abril de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN 20 DE ABRIL DE 2014.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
20 DE ABRIL DE 2014.
MISA DEL DIA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Sal 138, 18. 5-6)
He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA
Hemos comido y bebido con Cristo resucitado.

DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES: 10, 34. 37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los pecados".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 117
R/. Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.

La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R/.

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.

Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.

DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS COLOSENSES: 3, 1-4

Hermanos: Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

O bien:

Tiren la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.

DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 5, 6-8

Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido in-molado.
Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SECUENCIA
(Sólo el día de hoy es obligatoria: durante la octava es opcional)

Ofrezcan los cristianos los ángeles testigos,
ofrendas de alabanza sudarios y mortaja.
a gloria de la víctima ¡Resucitó de veras
propicia de la Pascua. mi amor y mi esperanza!

Cordero sin pecado, Venid a Galilea,
que a las ovejas salva, allí el Señor aguarda;
a Dios y a los culpables allí veréis los suyos
unió con nueva alianza. la gloria de la Pascua.

Lucharon vida y muerte Primicia de los muertos,
en singular batalla, sabemos por tu gracia
y, muerto el que es la vida, que estás resucitado;
triunfante se levanta. la muerte en ti no manda.

"¿Qué has visto de camino, Rey vencedor, apiádate
María, en la mañana?". de la miseria humana
A mi Señor glorioso, y da a tus fieles parte
la tumba abandonada, en tu victoria santa

ACLAMACIÓN (Cfr. 1 Cor 5, 7-8)
R/. Aleluya, aleluya.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R/.


Él debía resucitar de entre los muertos

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 20, 1-9

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

O bien:

Ha resucitado e irá delante de ustedes a Galilea.
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 28, 1-10

Transcurrido el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el ángel del Señor bajó del cielo y acercándose al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba como el relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo verán'. Eso es todo".
Ellas se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

O bien, en las Misas vespertinas del domingo:

Quédate con nosotros, porque ya es tarde.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 24, 13-35

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se dice Credo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos a Jesús resucitado, vida y esperanza para la humanidad entera.

Después de cada petición diremos:

Jesús resucitado, escúchanos.

Por la Iglesia: por el Papa, por los obispos, sacerdotes y diáconos, por los religiosos y religiosas, por todos los fieles. Que en todos crezca la fe y la esperanza que nos trae la resurrección del Señor. Oremos.
Por nuestro país, y por todos los países del mundo. Que a todos alcance el bienestar, la paz y la libertad. Oremos.
Por los que durante este tiempo de Pascua recibirán el Bautismo, la Confirmación o la primera Eucaristía.
Que vivan llenos de la gracia del Espíritu Santo. Oremos.
Por todos nosotros. Que esta Pascua fortalezca nuestra fe en Jesús resucitado. Oremos.
Jesús resucitado, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu. Tú, que vives y reinas...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de Pascua

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que, renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Para dar la bendición al final de la Misa, es conveniente que el sacerdote utilice la fórmula de bendición solemne de la Misa de la Vigilia Pascual,
Al despedir al pueblo, se canta o se dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.

O bien:

Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
Todos responden:
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.



MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO 
EL DOMINGO 20/04/2014
¡CRISTO NUESTRA PAZ Y NUESTRA ESPERANZA HA RESUCITADO! 
¡FELIZ Y SANTA PASCUA!
Texto completo del Mensaje del Papa
«Christus surrexit, venite et videte!»

¡Queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua!
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6). ¡No tengan miedo! ¡El Señor ha resucitado!
Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.

Por esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.

Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.

Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza.

Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.

Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe.

Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.

Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.

Jesús glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.

Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.

Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna.

Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País, que ellos, como hermanos, puedan gritar: «Christus surrexit, venite et videte!»

¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.

«Christus surrexit, venite et videte!».

Queridos hermanos y hermanas ¡Feliz Pascua!


FUENTE: RADIO VATICANO

Reflexión
DIOS HA CREADO AL HOMBRE PARA LA VIDA INACABABLE
1.- Andamos a hachazos con los tabúes. Somos hombres libres, no podemos permitir tabúes que nos hagan seres reprimidos y hemos arremetido con el tabú del sexo, destrozando la dignidad humana y la familia. Y el tabú del porro y la droga. Queremos echar atrás y no podemos. Y el tabú de padres y maestros, y cada vez es más fuerte la autoridad policial.
Pero hay un tabú del que nadie se atreve hablar: la muerte. Porque sólo hablar de él nos transforma en seres reprimidos. Se habla de apresurar la muerte, mediante la eutanasia, de aquellos que son “inútiles”. Se les pone cuanto antes bajo la pesada losa del tabú de la muerte, sin librarles de él.
2.- Sólo ha habido un hombre en la Historia que se ha atrevido a hablar contra el tabú de la muerte. Es aquel que se ha llamado a sí mismo: Verdad y Vida, Resurrección y Vida. El que ha prometido Vida Eterna al que cree en Él.
Él es el único que nos puede prometer que esta vida nos conducirá, a través de la muerte, a otra Vida Inacabable. Él mismo pasó por esa experiencia.
A lo largo del Viernes Santo todo se va oscureciendo. Va perdiendo luz y vida:
—Desaparece el flash de  los milagros.
—Desaparecen los gritos  alegres de los que proclamaban Hijo de David.
—Con los tormentos, la  humanidad de Jesús va perdiendo colorido.
—Los soldados oscurecen  sus ojos vendándolos con un trapo.
—En el Calvario el sol  se oscurece.
—Y llegan las tinieblas definitivas a la oscuridad de un sepulcro abierto en piedra. Cerrado como una losa y sellado.
Jesús no escamotea. La muerte la pasa y la vence. No nos enseña a morir dignamente, sino a convertir esa misma muerte en un paso entre dos vidas. Un puente que une la orilla de la vida mortal con la vida eterna. Al transformar esa muerte en el mero traqueteo del tren cuando entra en agujas de la estación eterna y definitiva de esa tierra nueva que no acaba. Una muerte que simboliza la transformación del grano de trigo en una maravillosa cosecha. Transformación de un gusano de seda en una maravillosa mariposa llena de vida.
3.- Por eso, ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
—No es en el sepulcro.
—No es en la oscuridad.
—No es en la tristeza.
—en caras largas.
—No es todo lo que paraliza al hombre donde el Señor Dios está.
--Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
4.- A Dios se le encuentra. No en la inmovilidad del cadáver, sino en la agitación de aquellas mujeres que corren a dar la buena noticia a los Apóstoles.
**A Dios lo encuentra María no dentro del sepulcro sino en medio de una explosión de flores y plantas en el jardín.
**A Dios se lo tropiezan los caminantes de Emaús al aire libre cuando van deprisa siguiendo su camino.
**A Dios lo palpan los Apóstoles en una reunión de hermanos en el cenáculo y no en la soledad de la tumba.
Es en medio de la vida donde está Dios. Como siempre estuvo Jesús en el bullicio del templo o en banquetes de amigo, que por eso le llamaron comilón y borracho.
Dios quiere la felicidad del hombre y lo ha creado, no para la muerte, sino para la vida.
5.- Este es el mensaje de la Resurrección: en la muerte hay vida:
—Como en la muerte de la semilla está la fecundidad de una planta.
—Como la explosión de una estrella en el espacio produce luz para millones de años.
Tanto en la muerte de Jesús, como en la nuestra, hay una explosión de vitalidad que tiende al infinito.
6.- Si creemos esto, entonces ¿a qué vienen esas caras? ¿Por qué nos aburre ser cristianos? ¿Por qué quisiéramos no haber tenido Fe? ¿Por qué llevamos a rastras nuestra vida cristiana?
Vida es movimiento que nace dentro. El canto rodado de los ríos se mueve porque le empujan. Eso no es vida. Vida es la del salmón que nada contracorriente para dejar, allá en lo alto, un nuevo principio de vida.
¿Nos movemos o nos arrastran? ¿Vivimos como peces en pecera respirando con dificultad para amanecer una mañana, panza arriba, sin vida?

José María Maruri, SJ
www.betania.es

CREER EN LA RESURRECCIÓN
1.- En tiempos pasados, en España resultaba sociológicamente fácil creer en la resurrección. La mayoría de los españoles eran, de hecho, cristianos practicantes. Se trataba, sin duda, de una fe heredada, más o menos consciente y sincera, pero, en cualquier caso, real. Hoy las cosas ya no son así. La resurrección de Cristo y, consiguientemente, la fe en nuestra propia resurrección es una afirmación que les resulta a muchos difícil de entender e imposible de comprobar. La sociedad en la que hoy vivimos se parece mucho al sepulcro vacío en el que apóstoles buscaban a Cristo. Todo esto no lo decimos para animar o disculpar a los muchos agnósticos o indiferentes que andan por ahí sueltos. Todo lo contrario. Nosotros creemos que la fe y la esperanza en la resurrección son hoy tan importantes para la humanidad como lo fue en tiempos pasados. La fe en la resurrección es, de hecho, una creencia consoladora que da, al que la posee, una fuerza interior profunda para superar con éxito los muchos momentos negros de crisis y dolor que tiene la vida. Creer en la resurrección es creer en la victoria definitiva de la vida sobre la muerte, es encontrar un sentido último a muchas realidades que, sin fe en la resurrección, nos parecerían absurdas, injustas y sin sentido. Muchas personas pierden su miedo a la muerte gracias a su fe en la resurrección.
2- .Me refiero a Jesús de Nazaret que, ungido con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. San Pedro les dice a los judíos que Jesús de Nazaret pasó por la vida haciendo el bien y que lo hizo porque estaba ungido con la fuerza del Espíritu Santo. Para San Pedro la prueba más convincente de que Jesús hizo el bien fue que curó a los oprimidos por el diablo. Seguramente que San Pedro nos diría también hoy a nosotros que el mejor fruto de nuestra fe en la resurrección es que pasemos por la vida haciendo el bien. Y que hagamos el bien ungidos por la fuerza del Espíritu Santo, porque sólo así seremos capaces de hacer el bien a todos, especialmente a aquellas personas que se encuentren más agobiadas y oprimidas. A una persona que hace siempre el bien es fácil creerla, sobre todo cuando hace el bien a aquellas personas que no podrán nunca corresponderle, a los últimos y a los más despreciados de la sociedad.
3.- Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Exactamente lo contrario de lo que solemos hacer casi siempre nosotros. Nos pasamos la vida aspirando a tener un poco más de dinero, una mejor vivienda, un mejor coche... Sí, claro, también deseamos los bienes de arriba, pero no parece que tengamos mucha prisa en conseguirlos. Y, sin embargo, los bienes de arriba son los valores del espíritu, los que nos hacen verdaderamente más humanos y más cristianos. Es cierto que tenemos la obligación de ocuparnos de los bienes de la tierra, pero debemos hacerlo procurando que estos bienes de la tierra estén siempre subordinados y al servicio de los valores del espíritu. Podemos vivir humana y cristianamente bien con algunos bienes terrenos menos, pero no podemos ser buenos cristianos, buenos seguidores de Jesús de Nazaret, si no damos preferencia a los valores del espíritu, frente a los bienes de la tierra.
4.- Hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Merece la pena pensar en este dato. Los discípulos de Jesús habían vivido con él muchas horas, bastantes meses y algunos años, y, sin embargo, no habían creído que, después de muerto, fuera a resucitar. Sólo lo creyeron cuando vieron que no estaba en el sepulcro. Y, sin embargo, este dato no era tan importante; podían haber robado el cuerpo o simplemente podían haberlo hecho desaparecer antes de enterrarlo. ¿Qué fue lo que realmente les pasó a Pedro y Juan cuando vieron el sepulcro vacío? Yo creo que se les encendió de golpe la luz del espíritu, que se encontraron espiritualmente con el Cristo resucitado. Esto les produjo tal conmoción interior, tal certeza, que a partir de ese momento estuvieron dispuestos a dar la vida, si fuera necesario, para testimoniar su fe. Y es que sólo un encuentro espiritual con Dios, un encuentro vital y profundo, puede ser el fundamento de nuestra fe cristiana. La fe cristiana, antes que una doctrina o un dogma, es un encuentro con el Tú divino que nos acoge y nos transforma. Esto fue lo que les ocurrió a Juan y a Pedro; esto mismo sigue siendo necesario hoy para cada uno de nosotros.

Gabriel González del Estal
www.betania.es

ENCERRADOS?
¡DE NINGÚN MODO!
1. Hermanos, seguimos celebrando la alegría y el gozo inmenso de la Vigilia Pascual: ¡Ha resucitado el Señor! ¡Aleluya! ¡Feliz Pascua 2014! ¡El Señor ha pasado de la muerte a la vida! ¡Aleluya! ¿Acallar todo esto y dejar el protagonismo al Viernes Santo ¿ ¡De ningún modo! ¡Puede más el sepulcro abierto que cruz teñida de sangre!
Hoy, amigos, con la Resurrección de Cristo, esta mañana nos trae una gran alegría: el día eterno que estamos llamados a disfrutar todos. Estamos alegres porque, la victoria de Cristo, nos trae una forma nueva a la hora de entender y comprender el mundo, las personas, la vida, el amor, la justicia, etc.
Para vivir esta realidad, como el discípulo, hemos de aventurarnos y asomarnos al sepulcro. Es decir;  si tenemos ojos para tantas cosas del mundo, ¡cómo no los vamos a tener para asombrarnos ante el acontecimiento de la Pascua de Resurrección!
¿Qué existe el dolor? ¿Qué nos sacuden sucesos que enturbian nuestra felicidad? ¿Qué no todo marcha bien? ¡Por supuesto! Pero, la Resurrección de Cristo, nos da la fuerza necesaria para dar luz a esas situaciones. La Resurrección de Cristo no nos resuelve de un plumazo todo aquello que atenta a nuestro bienestar, pero nos sitúa por encima para que seamos capaces de enfrentarnos y darle solución.
2. En este día de Pascua damos gracias a Dios por tres cosas fundamentalmente:
Primero: porque su Resurrección es motivo de esperanza. Porque el horizonte de nuestra existencia, con la claridad de la Pascua, se hace más risueño, creativo, emprendedor y –sobre todo– invitados a disfrutar lo que Jesús para nosotros conquista: la vida de Dios.
Segundo: su Resurrección es una razón para cambiar en aquello que haga falta. La cuaresma, entre otras cosas, pretendía generar en nosotros un cambio y a mejor. ¿Lo hemos conseguido? ¿Cómo está nuestra oración? ¿Nuestra relación con los demás? ¿Nuestra vida personal? A la luz de la Pascua, queridos amigos, se ve más necesario que nunca un cambio de actitudes y de forma de ser. A Pascua reluciente, vida resplandeciente. Ojala alejemos de nosotros aquello que nos impide ser “pascuas” nuevas. Es decir; pasos convencidos, abiertos, generosos, comprensivos, perdonadores, orantes, etc.
Tercero: su Resurrección nos empuja a dar testimonio de su presencia real y misteriosa. No nos podemos quedar enganchados a la cruz, ni entre sollozos recogidos en el sepulcro. Nuestra vivencia de la Pascua nos hace saltar de alegría y, sobre todo, conscientes de una gran misión y de un gran pregón: ¡Ha resucitado! Desde luego, un cristianismo de segunda, temeroso, vergonzante y tímido no es el fruto de la Pascua.
El abrir los ojos y contemplar el sepulcro vacío implica, además, llenar el corazón de la presencia de Cristo Resucitado. ¿Seremos capaces de transmitir la gran verdad de nuestra fe en todos nuestros ambientes? Hoy, en millones de campanarios, voltearán enloquecidas las campanas que anuncian la Resurrección de Aquel que es su Señor. ¿Voltearán nuestras gargantas? ¿Sonarán nuestras voces? ¿Expresarán nuestros cantos el meollo y el núcleo de nuestra fe cristiana? Sí, amigos, es el momento de acabar de hacer preguntas. Lo que hemos visto y oído en estos días de la Semana Santa ha acabado en un final feliz (iba a decir casi en un final de película donde vence el bueno). Pero ahora falta el final. Y, en ese final, vemos que la muerte ya no es el final del camino. Y que, por lo tanto, en ese “no final” Jesús nos ha metido a todos nosotros para que tengamos vida y en abundancia. ¿La recogemos?
Quedarán guardados (en museos y estancias especiales) los conjuntos escultóricos de la Semana Santa pero lo que nunca puede quedar en el olvido es lo que Cristo nos ha conseguido: ¡VIDA PARA TODOS!
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!


Javier Leoz

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