LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO
DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
20
DE ABRIL DE 2014.
MISA
DEL DIA
ANTÍFONA
DE ENTRADA (Cfr. Sal 138, 18. 5-6)
He
resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí, aleluya: tu
sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.
Se
dice Gloria.
ORACIÓN
COLECTA
Señor
Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos has abierto hoy
las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la solemnidad de la
resurrección del Señor, resucitar también en la luz de la vida eterna, por la
acción renovadora de tu Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
LITURGIA
DE LA PALABRA
Hemos
comido y bebido con Cristo resucitado.
DEL LIBRO DE LOS HECHOS DE
LOS APÓSTOLES: 10, 34. 37-43
En
aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido
en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado
por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y
cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con Él. Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y
en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer
día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que
Él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él
después de que resucitó de entre los muertos.
Él
nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido
juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos
creen en Él reciben, por su medio, el perdón de los pecados".
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL: Del salmo 117
R/.
Éste es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te
damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga
la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R/.
La
diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No
moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R/.
La
piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es
obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/.
Busquen
los bienes del cielo, donde está Cristo.
DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN
PABLO A LOS COLOSENSES: 3, 1-4
Hermanos:
Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está
Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del
cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con
Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también
ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con Él.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
O
bien:
Tiren
la antigua levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
DE LA PRIMERA CARTA DEL
APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS: 5, 6-8
Hermanos:
¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Tiren la
antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que son pan sin
levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido in-molado.
Celebremos,
pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es de vicio y
maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad.
Palabra
de Dios.
Te
alabamos, Señor.
SECUENCIA
(Sólo
el día de hoy es obligatoria: durante la octava es opcional)
Ofrezcan
los cristianos los ángeles testigos,
ofrendas
de alabanza sudarios y mortaja.
a
gloria de la víctima ¡Resucitó de veras
propicia
de la Pascua. mi amor y mi esperanza!
Cordero
sin pecado, Venid a Galilea,
que
a las ovejas salva, allí el Señor aguarda;
a
Dios y a los culpables allí veréis los suyos
unió
con nueva alianza. la gloria de la Pascua.
Lucharon
vida y muerte Primicia de los muertos,
en
singular batalla, sabemos por tu gracia
y,
muerto el que es la vida, que estás resucitado;
triunfante
se levanta. la muerte en ti no manda.
"¿Qué
has visto de camino, Rey vencedor, apiádate
María,
en la mañana?". de la miseria humana
A
mi Señor glorioso, y da a tus fieles parte
la
tumba abandonada, en tu victoria santa
ACLAMACIÓN
(Cfr. 1 Cor 5, 7-8)
R/.
Aleluya, aleluya.
Cristo,
nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R/.
Él debía resucitar de entre los muertos
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 20, 1-9
El
primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al
sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la
casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les
dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán
puesto".
Salieron
Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos,
pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro,
e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En
eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro.
Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre
la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en
sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado
primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido
las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
O
bien:
Ha
resucitado e irá delante de ustedes a Galilea.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: 28, 1-10
Transcurrido
el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra
María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, porque el
ángel del Señor bajó del cielo y acercándose al sepulcro, hizo rodar la piedra
que lo tapaba y se sentó encima de ella. Su rostro brillaba como el relámpago y
sus vestiduras eran blancas como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él,
se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las
mujeres y les dijo: "No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado.
No está aquí; ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde
lo habían puesto. Y ahora, vayan de prisa a decir a sus discípulos: 'Ha
resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo
verán'. Eso es todo".
Ellas
se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría,
corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al
encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo
adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis
hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán". Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
O
bien, en las Misas vespertinas del domingo:
Quédate con nosotros, porque ya es tarde.
DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 24, 13-35
El
mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo
llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo
lo que había sucedido.
Mientras
conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos;
pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él
les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de
tristeza?"
Uno
de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que
no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó:
"¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno,
que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo.
Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran
a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de
Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas
sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y
llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que
estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo
como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".
Entonces
Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para
creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías
padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y
siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura
que se referían a Él.
Ya
cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero
ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde
y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban
a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces
se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos
se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos
hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se
levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos
a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha
resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron
lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el
pan.
Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se
dice Credo.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos
a Jesús resucitado, vida y esperanza para la humanidad entera.
Después
de cada petición diremos:
Jesús
resucitado, escúchanos.
Por
la Iglesia: por el Papa, por los obispos, sacerdotes y diáconos, por los
religiosos y religiosas, por todos los fieles. Que en todos crezca la fe y la
esperanza que nos trae la resurrección del Señor. Oremos.
Por
nuestro país, y por todos los países del mundo. Que a todos alcance el
bienestar, la paz y la libertad. Oremos.
Por
los que durante este tiempo de Pascua recibirán el Bautismo, la Confirmación o
la primera Eucaristía.
Que
vivan llenos de la gracia del Espíritu Santo. Oremos.
Por
todos nosotros. Que esta Pascua fortalezca nuestra fe en Jesús resucitado.
Oremos.
Jesús
resucitado, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu. Tú, que vives y
reinas...
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos
de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrificio, mediante el
cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Prefacio
I de Pascua
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (1 Co 5, 7-8)
Cristo,
nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya. Celebremos, pues, la
Pascua, con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Aleluya.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu Iglesia, para que,
renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a la gloria de la
resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Para
dar la bendición al final de la Misa, es conveniente que el sacerdote utilice
la fórmula de bendición solemne de la Misa de la Vigilia Pascual,
Al
despedir al pueblo, se canta o se dice:
Anuncien
a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, aleluya, aleluya.
O
bien:
Pueden
ir en paz, aleluya, aleluya.
Todos
responden:
Demos
gracias a Dios, aleluya, aleluya.
MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO
EL DOMINGO 20/04/2014
¡CRISTO NUESTRA PAZ Y
NUESTRA ESPERANZA HA RESUCITADO!
¡FELIZ Y SANTA PASCUA!
Texto
completo del Mensaje del Papa
«Christus
surrexit, venite et videte!»
¡Queridos
hermanos y hermanas, Feliz Pascua!
El
anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el
mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está
aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6).
¡No tengan miedo! ¡El Señor ha resucitado!
Ésta
es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el
crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de
nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su
valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha
comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los
cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz
por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de
la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia
al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por
esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada por la
fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino
un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al
encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con
quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al
excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor
hace florecer la esperanza en el desierto.
Con
esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos
a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no
nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos
a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos
derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos
disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las
mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz
que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea
Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras
enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema
pobreza.
Consuela
a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por
haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas,
sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta
a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder
esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces,
profesar libremente su fe.
Te
rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o
grande, antigua o reciente.
Te
suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del
conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en
causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la
población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde
hace tanto tiempo.
Jesús
glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en
Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las
negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te
invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República
Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes
de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y
te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación
y la concordia fraterna.
Que
por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen
el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en
Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad
internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y
construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País, que ellos,
como hermanos, puedan gritar: «Christus surrexit, venite et videte!»
¡Te
rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la
muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.
«Christus
surrexit, venite et videte!».
Queridos
hermanos y hermanas ¡Feliz Pascua!
FUENTE:
RADIO VATICANO
Reflexión
DIOS
HA CREADO AL HOMBRE PARA LA VIDA INACABABLE
1.-
Andamos a hachazos con los tabúes. Somos hombres libres, no podemos permitir
tabúes que nos hagan seres reprimidos y hemos arremetido con el tabú del sexo,
destrozando la dignidad humana y la familia. Y el tabú del porro y la droga.
Queremos echar atrás y no podemos. Y el tabú de padres y maestros, y cada vez
es más fuerte la autoridad policial.
Pero
hay un tabú del que nadie se atreve hablar: la muerte. Porque sólo hablar de él
nos transforma en seres reprimidos. Se habla de apresurar la muerte, mediante
la eutanasia, de aquellos que son “inútiles”. Se les pone cuanto antes bajo la
pesada losa del tabú de la muerte, sin librarles de él.
2.-
Sólo ha habido un hombre en la Historia que se ha atrevido a hablar contra el
tabú de la muerte. Es aquel que se ha llamado a sí mismo: Verdad y Vida,
Resurrección y Vida. El que ha prometido Vida Eterna al que cree en Él.
Él
es el único que nos puede prometer que esta vida nos conducirá, a través de la
muerte, a otra Vida Inacabable. Él mismo pasó por esa experiencia.
A
lo largo del Viernes Santo todo se va oscureciendo. Va perdiendo luz y vida:
—Desaparece
el flash de los milagros.
—Desaparecen
los gritos alegres de los que
proclamaban Hijo de David.
—Con
los tormentos, la humanidad de Jesús va
perdiendo colorido.
—Los
soldados oscurecen sus ojos vendándolos
con un trapo.
—En
el Calvario el sol se oscurece.
—Y
llegan las tinieblas definitivas a la oscuridad de un sepulcro abierto en
piedra. Cerrado como una losa y sellado.
Jesús
no escamotea. La muerte la pasa y la vence. No nos enseña a morir dignamente,
sino a convertir esa misma muerte en un paso entre dos vidas. Un puente que une
la orilla de la vida mortal con la vida eterna. Al transformar esa muerte en el
mero traqueteo del tren cuando entra en agujas de la estación eterna y
definitiva de esa tierra nueva que no acaba. Una muerte que simboliza la
transformación del grano de trigo en una maravillosa cosecha. Transformación de
un gusano de seda en una maravillosa mariposa llena de vida.
3.-
Por eso, ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
—No
es en el sepulcro.
—No
es en la oscuridad.
—No
es en la tristeza.
—en
caras largas.
—No
es todo lo que paraliza al hombre donde el Señor Dios está.
--Dios
no es Dios de muertos, sino de vivos.
4.-
A Dios se le encuentra. No en la inmovilidad del cadáver, sino en la agitación
de aquellas mujeres que corren a dar la buena noticia a los Apóstoles.
**A
Dios lo encuentra María no dentro del sepulcro sino en medio de una explosión
de flores y plantas en el jardín.
**A
Dios se lo tropiezan los caminantes de Emaús al aire libre cuando van deprisa
siguiendo su camino.
**A
Dios lo palpan los Apóstoles en una reunión de hermanos en el cenáculo y no en
la soledad de la tumba.
Es
en medio de la vida donde está Dios. Como siempre estuvo Jesús en el bullicio
del templo o en banquetes de amigo, que por eso le llamaron comilón y borracho.
Dios
quiere la felicidad del hombre y lo ha creado, no para la muerte, sino para la
vida.
5.-
Este es el mensaje de la Resurrección: en la muerte hay vida:
—Como
en la muerte de la semilla está la fecundidad de una planta.
—Como
la explosión de una estrella en el espacio produce luz para millones de años.
Tanto
en la muerte de Jesús, como en la nuestra, hay una explosión de vitalidad que
tiende al infinito.
6.-
Si creemos esto, entonces ¿a qué vienen esas caras? ¿Por qué nos aburre ser
cristianos? ¿Por qué quisiéramos no haber tenido Fe? ¿Por qué llevamos a
rastras nuestra vida cristiana?
Vida
es movimiento que nace dentro. El canto rodado de los ríos se mueve porque le
empujan. Eso no es vida. Vida es la del salmón que nada contracorriente para
dejar, allá en lo alto, un nuevo principio de vida.
¿Nos
movemos o nos arrastran? ¿Vivimos como peces en pecera respirando con
dificultad para amanecer una mañana, panza arriba, sin vida?
José
María Maruri, SJ
www.betania.es
CREER
EN LA RESURRECCIÓN
1.-
En tiempos pasados, en España resultaba sociológicamente fácil creer en la
resurrección. La mayoría de los españoles eran, de hecho, cristianos
practicantes. Se trataba, sin duda, de una fe heredada, más o menos consciente
y sincera, pero, en cualquier caso, real. Hoy las cosas ya no son así. La
resurrección de Cristo y, consiguientemente, la fe en nuestra propia
resurrección es una afirmación que les resulta a muchos difícil de entender e
imposible de comprobar. La sociedad en la que hoy vivimos se parece mucho al
sepulcro vacío en el que apóstoles buscaban a Cristo. Todo esto no lo decimos
para animar o disculpar a los muchos agnósticos o indiferentes que andan por
ahí sueltos. Todo lo contrario. Nosotros creemos que la fe y la esperanza en la
resurrección son hoy tan importantes para la humanidad como lo fue en tiempos
pasados. La fe en la resurrección es, de hecho, una creencia consoladora que
da, al que la posee, una fuerza interior profunda para superar con éxito los
muchos momentos negros de crisis y dolor que tiene la vida. Creer en la
resurrección es creer en la victoria definitiva de la vida sobre la muerte, es
encontrar un sentido último a muchas realidades que, sin fe en la resurrección,
nos parecerían absurdas, injustas y sin sentido. Muchas personas pierden su
miedo a la muerte gracias a su fe en la resurrección.
2-
.Me refiero a Jesús de Nazaret que, ungido con la fuerza del Espíritu Santo,
pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. San Pedro les
dice a los judíos que Jesús de Nazaret pasó por la vida haciendo el bien y que
lo hizo porque estaba ungido con la fuerza del Espíritu Santo. Para San Pedro
la prueba más convincente de que Jesús hizo el bien fue que curó a los
oprimidos por el diablo. Seguramente que San Pedro nos diría también hoy a
nosotros que el mejor fruto de nuestra fe en la resurrección es que pasemos por
la vida haciendo el bien. Y que hagamos el bien ungidos por la fuerza del
Espíritu Santo, porque sólo así seremos capaces de hacer el bien a todos,
especialmente a aquellas personas que se encuentren más agobiadas y oprimidas.
A una persona que hace siempre el bien es fácil creerla, sobre todo cuando hace
el bien a aquellas personas que no podrán nunca corresponderle, a los últimos y
a los más despreciados de la sociedad.
3.-
Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Exactamente lo contrario
de lo que solemos hacer casi siempre nosotros. Nos pasamos la vida aspirando a
tener un poco más de dinero, una mejor vivienda, un mejor coche... Sí, claro,
también deseamos los bienes de arriba, pero no parece que tengamos mucha prisa
en conseguirlos. Y, sin embargo, los bienes de arriba son los valores del
espíritu, los que nos hacen verdaderamente más humanos y más cristianos. Es
cierto que tenemos la obligación de ocuparnos de los bienes de la tierra, pero
debemos hacerlo procurando que estos bienes de la tierra estén siempre
subordinados y al servicio de los valores del espíritu. Podemos vivir humana y
cristianamente bien con algunos bienes terrenos menos, pero no podemos ser
buenos cristianos, buenos seguidores de Jesús de Nazaret, si no damos preferencia
a los valores del espíritu, frente a los bienes de la tierra.
4.-
Hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de
entre los muertos. Merece la pena pensar en este dato. Los discípulos de Jesús
habían vivido con él muchas horas, bastantes meses y algunos años, y, sin
embargo, no habían creído que, después de muerto, fuera a resucitar. Sólo lo
creyeron cuando vieron que no estaba en el sepulcro. Y, sin embargo, este dato
no era tan importante; podían haber robado el cuerpo o simplemente podían
haberlo hecho desaparecer antes de enterrarlo. ¿Qué fue lo que realmente les
pasó a Pedro y Juan cuando vieron el sepulcro vacío? Yo creo que se les
encendió de golpe la luz del espíritu, que se encontraron espiritualmente con
el Cristo resucitado. Esto les produjo tal conmoción interior, tal certeza, que
a partir de ese momento estuvieron dispuestos a dar la vida, si fuera
necesario, para testimoniar su fe. Y es que sólo un encuentro espiritual con
Dios, un encuentro vital y profundo, puede ser el fundamento de nuestra fe
cristiana. La fe cristiana, antes que una doctrina o un dogma, es un encuentro
con el Tú divino que nos acoge y nos transforma. Esto fue lo que les ocurrió a
Juan y a Pedro; esto mismo sigue siendo necesario hoy para cada uno de
nosotros.
Gabriel
González del Estal
www.betania.es
ENCERRADOS?
¡DE
NINGÚN MODO!
1.
Hermanos, seguimos celebrando la alegría y el gozo inmenso de la Vigilia
Pascual: ¡Ha resucitado el Señor! ¡Aleluya! ¡Feliz Pascua 2014! ¡El Señor ha
pasado de la muerte a la vida! ¡Aleluya! ¿Acallar todo esto y dejar el
protagonismo al Viernes Santo ¿ ¡De ningún modo! ¡Puede más el sepulcro abierto
que cruz teñida de sangre!
Hoy,
amigos, con la Resurrección de Cristo, esta mañana nos trae una gran alegría:
el día eterno que estamos llamados a disfrutar todos. Estamos alegres porque,
la victoria de Cristo, nos trae una forma nueva a la hora de entender y
comprender el mundo, las personas, la vida, el amor, la justicia, etc.
Para
vivir esta realidad, como el discípulo, hemos de aventurarnos y asomarnos al
sepulcro. Es decir; si tenemos ojos para
tantas cosas del mundo, ¡cómo no los vamos a tener para asombrarnos ante el
acontecimiento de la Pascua de Resurrección!
¿Qué
existe el dolor? ¿Qué nos sacuden sucesos que enturbian nuestra felicidad? ¿Qué
no todo marcha bien? ¡Por supuesto! Pero, la Resurrección de Cristo, nos da la
fuerza necesaria para dar luz a esas situaciones. La Resurrección de Cristo no
nos resuelve de un plumazo todo aquello que atenta a nuestro bienestar, pero
nos sitúa por encima para que seamos capaces de enfrentarnos y darle solución.
2.
En este día de Pascua damos gracias a Dios por tres cosas fundamentalmente:
Primero:
porque su Resurrección es motivo de esperanza. Porque el horizonte de nuestra
existencia, con la claridad de la Pascua, se hace más risueño, creativo,
emprendedor y –sobre todo– invitados a disfrutar lo que Jesús para nosotros
conquista: la vida de Dios.
Segundo:
su Resurrección es una razón para cambiar en aquello que haga falta. La
cuaresma, entre otras cosas, pretendía generar en nosotros un cambio y a mejor.
¿Lo hemos conseguido? ¿Cómo está nuestra oración? ¿Nuestra relación con los
demás? ¿Nuestra vida personal? A la luz de la Pascua, queridos amigos, se ve
más necesario que nunca un cambio de actitudes y de forma de ser. A Pascua
reluciente, vida resplandeciente. Ojala alejemos de nosotros aquello que nos
impide ser “pascuas” nuevas. Es decir; pasos convencidos, abiertos, generosos,
comprensivos, perdonadores, orantes, etc.
Tercero:
su Resurrección nos empuja a dar testimonio de su presencia real y misteriosa.
No nos podemos quedar enganchados a la cruz, ni entre sollozos recogidos en el
sepulcro. Nuestra vivencia de la Pascua nos hace saltar de alegría y, sobre
todo, conscientes de una gran misión y de un gran pregón: ¡Ha resucitado! Desde
luego, un cristianismo de segunda, temeroso, vergonzante y tímido no es el
fruto de la Pascua.
El
abrir los ojos y contemplar el sepulcro vacío implica, además, llenar el
corazón de la presencia de Cristo Resucitado. ¿Seremos capaces de transmitir la
gran verdad de nuestra fe en todos nuestros ambientes? Hoy, en millones de
campanarios, voltearán enloquecidas las campanas que anuncian la Resurrección
de Aquel que es su Señor. ¿Voltearán nuestras gargantas? ¿Sonarán nuestras
voces? ¿Expresarán nuestros cantos el meollo y el núcleo de nuestra fe
cristiana? Sí, amigos, es el momento de acabar de hacer preguntas. Lo que hemos
visto y oído en estos días de la Semana Santa ha acabado en un final feliz (iba
a decir casi en un final de película donde vence el bueno). Pero ahora falta el
final. Y, en ese final, vemos que la muerte ya no es el final del camino. Y
que, por lo tanto, en ese “no final” Jesús nos ha metido a todos nosotros para
que tengamos vida y en abundancia. ¿La recogemos?
Quedarán
guardados (en museos y estancias especiales) los conjuntos escultóricos de la
Semana Santa pero lo que nunca puede quedar en el olvido es lo que Cristo nos
ha conseguido: ¡VIDA PARA TODOS!
¡FELIZ
PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Javier
Leoz
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