LECTURAS
DE LA EUCARISTÍA
DOMINGO
13 DE ABRIL DE 2014
DOMINGO
DE RAMOS
"De
la pasión del Señor"
1.
En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor en Jerusalén
para consumar su misterio pascual. Por lo tanto, en todas las Misas se
conmemora esta entrada del Señor por medio de una procesión (I) o de una
entrada solemne (II), antes de la Misa principal, y por medio de una entrada
sencilla(III), antes de las demás Misas. Pero puede repetirse la entrada
solemne (no la procesión), antes de algunas otras Misas que se celebren con
gran asistencia del pueblo.
Conmemoración
de la entrada del Señor en Jerusalén
I.
Primera forma: Procesión
2.
A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro
lugar adecuado, fuera del templo hacia el cual va a dirigirse la procesión. Los
fieles llevan ramos en la mano.
3.
El sacerdote y los ministros, revestidos con los ornamentos rojos requeridos
para la Misa, se acercan al lugar donde el pueblo está congregado.
El
sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial, que dejará después
de la procesión.
4.
Entretanto se canta la siguiente antífona u otro cántico adecuado:
ANTÍFONA
(Mt 21, 9)
Hosanna
al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel.
Hosanna en el cielo.
5.
Enseguida el sacerdote saluda al pueblo de la manera acostumbrada y hace una
breve exhortación para invitar a los fieles a participar activa y
conscientemente en la celebración de este día. Puede hacerlo con estas o
semejantes palabras:
Queridos
hermanos: Después de habernos preparado desde el principio de la Cuaresma con
nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar,
unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la pasión
y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con la
entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador
en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando ahora de su
cruz, podamos participar un día, de su gloriosa resurrección y de su vida.
6.
Después de esta exhortación, el sacerdote, teniendo juntas las manos, dice una
de las dos oraciones siguientes:
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir estos ramos y concede a cuantos
acompañamos ahora jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, reunirnos con Él en
la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/.
Amén.
O
bien:
Oremos:
Aumenta, Señor, la fe de los que tenemos en ti nuestra esperanza y concede a
quienes agitamos estas palmas en honor de Cristo victorioso, permanecer unidos
a Él para dar frutos de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Y,
en silencio, rocía los ramos con agua bendita
7.
Enseguida se dice el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según san
Mateo. Lo lee el diácono o, en su defecto, el sacerdote, de la manera
acostumbrada.
Bendito
el que viene en nombre del Señor.
EN
LA PROCESIÓN DE RAMOS
¡Bendito
el que viene en nombre del Señor!
EVANGELIO DE NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO 21, 1-11
Cuando
se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús
envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e
inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y
tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: "El Señor los
necesita y los va a devolver en seguida"».
Esto
sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
«Digan
a la hija de Sión:
Mira
que tu rey viene hacia ti,
humilde
y montado sobre un asna,
sobre
la cría de un animal de carga».
Los
discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y
su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor
parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros
cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba
delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:
«¡Hosana
al Hijo de David!
¡Bendito
el que viene en nombre del Señor!
¡Hosana
en las alturas!»
Cuando
entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es
éste?»
Y
la gente respondía:
«Es
Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea».
Palabra
del Señor.
No
retiré mi rostro cuando me ultrajaban,
pero
sé muy bien que no seré defraudado
LECTURA DEL LIBRO DE
ISAÍAS 50, 4-7
El
mismo Señor me ha dado
una
lengua de discípulo,
para
que yo sepa reconfortar al fatigado
con
una palabra de aliento.
Cada
mañana, Él despierta mi oído
para
que yo escuche como un discípulo.
El
Señor abrió mi oído
y
yo no me resistí ni me volví atrás.
Ofrecí
mi espalda a los que me golpeaban
y
mis mejillas a los que me arrancaban la barba;
no
retiré mi rostro
cuando
me ultrajaban y escupían.
Pero
el Señor viene en mi ayuda:
por
eso, no quedé confundido;
por
eso, endurecí mi rostro como el pedernal,
y
sé muy bien que no quedaré defraudado.
Palabra
de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?
Los
que me ven, se burlan de mí,
hacen
una mueca y mueven la cabeza, diciendo:
«Confió
en el Señor, que Él lo libre;
que
lo salve, si lo quiere tanto». R.
Me
rodea una jauría de perros,
me
asalta una banda de malhechores;
taladran
mis manos y mis pies.
Yo
puedo contar todos mis huesos. R.
Se
reparten entre sí mis ropas
y
sortean mi túnica.
Pero
Tú, Señor, no te quedes lejos;
Tú
que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.
Yo
anunciaré tu Nombre a mis hermanos,
te
alabaré en medio de la asamblea:
“Alábenlo,
los que temen al Señor;
glorifíquenlo,
descendientes de Jacob;
témanlo,
descendientes de Israel.” R.
Se
anonadó a sí mismo. Por eso, Dios lo exaltó
LECTURA DE LA CARTA
DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CRISTIANOS DE FILIPOS 2, 6-11
Jesucristo,
que era de condición divina,
no
consideró esta igualdad con Dios
como
lago que debía guardar celosamente:
al
contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando
la condición de servidor
y
haciéndose semejante a los hombres.
Y
presentándose con aspecto humano,
se
humilló hasta aceptar por obediencia la muerte
y
muerte en cruz.
Por
eso, Dios lo exaltó
y
le dio el Nombre que está por sobre todo nombre,
para
que al nombre de Jesús,
se
doble toda rodilla
en
el cielo, en la tierra y en los abismos,
y
toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:
“Jesucristo
es el Señor”
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
PASIÓN DE NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO 26, 3-5. 14-27, 66
¿Cuánto
me darán si lo entrego?
C.
Unos días antes de la fiesta de Pascua, los Sumos Sacerdotes y los ancianos del
pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás, y se
pusieron de acuerdo para detener a Jesús con astucia y darle muerte. Pero
decían:
S.
«No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el
pueblo».
C.
Entonces, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos
sacerdotes y les dijo:
S.
«¿Cuánto me darán si se lo entrego?»
C.
Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba
una ocasión favorable para entregarlo.
¿Dónde
quieres que te preparemos la comida pascual?
C.
El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús:
S.
«¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual ?»
C.
Él respondió:
a
«Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: "El Maestro dice:
Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis
discípulos"».
C.
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Uno
de ustedes me entregará
C.
Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo:
a
«Les aseguro que uno de ustedes me entregará».
C.
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno:
S.
«¿Seré yo, Señor?» C. Él respondió:
a
«El que acaba de servirse de la misma fuente que Yo, ése me va a entregar. El
Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquél por quien el
Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»
C.
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó:
S.
«¿Seré yo, Maestro?»
a
«Tú lo has dicho».
C.
Le respondió Jesús.
Esto
es mi cuerpo. Ésta es mi sangre
C.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio
a sus discípulos, diciendo:
a
«Tomen y coman, esto es mi Cuerpo».
C.
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo:
a
«Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se
derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora
no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el
vino nuevo en el Reino de mi Padre».
C.
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Heriré
al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño
C.
Entonces Jesús les dijo:
a
«Esta misma noche, ustedes se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice la
Escritura: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del
rebaño". Pero después que Yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea».
C.
Pedro, tomando la palabra, le dijo:
S.
«Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás».
C.
Jesús le respondió:
a
«Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me habrás negado
tres veces».
C.
Pedro le dijo:
S.
«Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré».
C.
Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Comenzó
a entristecerse y a angustiarse
C.
Cuando Jesús llegó con sus discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les
dijo:
a
«Quédense aquí, mientras Yo voy allí a orar».
C.
Y llevando con Él a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse
y a angustiarse. Entonces les dijo:
a
«Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo».
C.
Y adelantándose un poco, cayó con el rostro en tierra, orando así:
a
«Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya».
C.
Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a
Pedro:
a
«¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una
hora? Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu
está dispuesto, pero la carne es débil».
C.
Se alejó por segunda vez y suplicó:
a
«Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu
voluntad».
C.
Al regresar los encontró otra vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de
sueño. Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las
mismas palabras. Luego volvió junto a sus discípulos y les dijo:
a
«Ahora pueden dormir y descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre
va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca
el que me va a entregar»
Se
abalanzaron sobre Él y lo detuvieron
C.
Jesús estaba hablando todavía, cuando llegó Judas; uno de los Doce, acompañado
de una multitud con espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los
ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta señal:
S.
«Es aquél a quien voy a besar. Deténganlo».
C.
Inmediatamente se acercó a Jesús, diciéndole:
S.
«Salud, Maestro».
C.
Y lo besó. Jesús le dijo:
a
«Amigo, ¡cumple tu cometido!»
C.
Entonces se abalanzaron sobre Él y lo detuvieron. Uno de los que estaban con
Jesús sacó su espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la
oreja. Jesús le dijo:
a
«Guarda tu espada, porque el que a hierro mata, a hierro muere. ¿O piensas que
no puedo recurrir a mi Padre? Él pondría inmediatamente a mi disposición más de
doce legiones de ángeles. Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras,
según las cuales debe suceder esto?»
C.
Y en ese momento, Jesús dijo a la multitud:
a
«¿Soy acaso un bandido, para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos
los días me sentaba a enseñar en el Templo, y ustedes no me detuvieron».
C.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas.
Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Verán
al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso
C.
Los que habían arrestado a Jesús lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote
Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo siguió de
lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; entró y sentó con los servidores
para ver cómo terminaba todo.
Los
sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús
para poder condenarlo a muerte; pero no lo encontraron, a pesar de haberse
presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron dos que
declararon:
S.
«Este hombre dijo: "Yo puedo destruir el Templo de Dios y reconstruirlo en
tres días"».
C.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie, dijo a Jesús:
S.
«¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos declaran contra ti?»
C.
Pero Jesús callaba. El Sumo Sacerdote insistió:
S.
«Te conjuro por el Dios vivo a queme digas si Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios».
C.
Jesús le respondió:
a
«Tú lo has dicho. Además, les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo
del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del
cielo».
C.
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S.
«Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la
blasfemia. ¿Qué les parece?»
C.
Ellos respondieron:
S.
«Merece la muerte».
C.
Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban,
diciéndole:
S.
«Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó».
Antes
que cante el gallo, me negarás tres veces
C.
Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se
acercó y le dijo:
S.
«Tú también estabas con Jesús, el Galileo».
C.
Pero él lo negó delante de todos, diciendo:
S.
«No sé lo que quieres decir».
C.
Al retirarse hacia la puerta, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban
allí:
S.
«Este es uno de los que acompañaban a Jesús, el Nazareno».
C.
Y nuevamente Pedro negó con juramento:
S.
«Yo no conozco a ese hombre».
C.
Un poco más tarde, los que estaban allí se acercaron a "Pedro y le
dijeron:
S.
«Seguro que tú también eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona».
C.
Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En
seguida cantó el gallo, y Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho:
«Antes que cante el gallo, me negarás tres veces». Y saliendo, lloró amargamente.
Entregaron
a Jesús a Pilato, el gobernador
C.
Cuando amaneció, todos los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron
sobre la manera de hacer ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo
llevaron ante Pilato, el gobernador, y se lo entregaron.
No
está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre
C.
Judas, el que lo entregó, viendo que Jesús había sido condenado, lleno de
remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a
los ancianos, diciendo:
S.
«He pecado, entregando sangre inocente».
C.
Ellos respondieron:
S.
«¿Qué nos importa? Es asunto tuyo».
C.
Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, salió y se ahorcó. Los sumos
sacerdotes, juntando el dinero, dijeron:
S.
«No está permitido ponerlo en el tesoro, porque es precio de sangre».
C.
Después de deliberar, compraron con él un campo, llamado «del alfarero», para
sepultar a los extranjeros. Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy
«Campo de sangre». Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: «y
ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado aquel
a quien pusieron precio los israelitas. Con el dinero se compró el "Campo
del alfarero", como el Señor me lo había ordenado».
¿Tú
eres el rey de los judíos?
C.
Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó:
S.
«¿Eres Tú el rey de los judíos?»
C.
Él respondió:
a
«Tú lo dices».
C.
Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada.
Pilato le dijo:
S.
«¿No oyes todo lo que declaran contra ti?»
C.
Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al
gobernador. En cada Fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un
preso, a elección del pueblo. Había entonces uno famoso, llamado Jesús
Barrabás. Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido:
S.
«¿A quién quieren que ponga en libertad, a Jesús Barrabás o a Jesús llamado el
Mesías?»
C.
Él sabía bien que lo habían entregado por envidia. Mientras estaba sentado en
el tribunal, su mujer le mandó decir:
S.
«No te mezcles en el asunto de ese justo porque hoy, por su causa, tuve un
sueño que me hizo sufrir mucho».
C.
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la multitud
que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de nuevo la
palabra, el gobernador les preguntó:
S.
«¿A cuál de los dos quieren que ponga en libertad?»
C.
Ellos respondieron:
S.
«A Barrabás».
C.
Pilato continuó:
S.
«¿Y qué haré con Jesús, llamado el Mesías?»
C.
Todos respondieron:
S.
«¡Que sea crucificado!»
C.
Él insistió:
S.
«¿Qué mal ha hecho?»
C.
Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S.
«¡Que sea crucificado!»
C.
Al ver que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo
traer agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo:
S.
«Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes».
C.
Y todo el pueblo respondió:
S.
«Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos».
C.
Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo
hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Salud,
rey de los judíos
C.
Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la
guardia alrededor de Él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.
Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza; pusieron
una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de Él, se burlaban,
diciendo:
S.
«Salud, rey de los judíos».
C.
Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después
de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus
vestiduras y lo llevaron a crucificar.
Fueron
crucificados con Él dos bandidos
C.
Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron
a llevar la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa
«lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no
quiso tomarlo. Después de crucificarlo, «los soldados sortearon sus vestiduras
y se las repartieron;» y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo.
Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena: «Este es
Jesús, el rey de los judíos». Al mismo tiempo, fueron crucificados con El dos
bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Si
eres Hijo de Dios, baja de la cruz
C.
Los que pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían:
S.
«Tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a
ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»
C.
De la misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los
ancianos, se burlaban, diciendo:
S.
«¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje
ahora de la cruz y creeremos en Él. "Ha confiado en Dios; que Él lo libre
ahora si lo ama", ya que Él dijo: "Yo soy Hijo de Dios"».
C.
También lo insultaban los bandidos crucificados con Él.
Elí,
Elí, ¿lemá sabactaní?
C.
Desde. el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la
región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz:
a
«Elí, lí, lemá sabactaní».
C.
Que significa:
a
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C.
Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S.
«Está llamando a Elías». En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja,
la empapó en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber.
Pero los otros le decían:
S.
«Espera, veamos si Elías viene a salvarlo».
C.
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu.
Aquí todos se
arrodillan, y se hace un breve silencio de adoración.
C.
Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la tierra
tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos cuerpos de
santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que
Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. El
centurión y los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo
que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron:
S.
«¡Verdaderamente, éste era Hijo de Dios!»
C.
Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían
seguido a Jesús desde Galilea para servirlo.
Entre
ellas estaban María Magdalena, María -la madre de Santiago y de José- y la
madre de los hijos de Zebedeo.
José
depositó el cuerpo de Jesús en un sepulcro nuevo.
C.
Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se
había hecho discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de
Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo
envolvió una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que sé había
hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del
sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente al
sepulcro.
Ahí
tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean conveniente
C.
A la mañana siguiente, es decir, después del día de la Preparación, los sumos
sacerdotes y los fariseos se reunieron y se presentaron ante Pilato,
diciéndole:
S.
«Señor, nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía,
dijo: "A los tres días resucitaré". Ordena que el sepulcro sea
custodiado hasta el tercer día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y
luego digan al pueblo: "¡Ha resucitado!" Este último engaño sería
peor que el primero».
C.
Pilato les respondió:
S.
«Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean
conveniente».
C.
Ellos fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y
dejando allí la guardia.
Palabra
del Señor.
Credo.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos
ahora con fe, y pidamos que la vida nueva que nace de la cruz de Jesús llegue
al mundo entero.
Después
de cada petición diremos: Señor, ten piedad (o bien: Krie, eléison).
Por
la Iglesia, por todos los cristianos. Que aprendamos a vivir con espíritu de
amor y de entrega, como Jesús. Oremos.
Por
los que no conocen a Jesús. Que puedan llegar a sentir el gozo y la vida que Él
nos da. Oremos.
Por
todos los que sufren. Que, identificados con la cruz de Jesús, puedan también
gozar de la alegría de la resurrección. Oremos.
Por
los que están de vacaciones en estos días santos. Que la Semana Santa nos haga
crecer en la fe, la esperanza y el amor. Oremos.
Por
todos nosotros, reunidos en este Domingo de Ramos. Que la Semana Santa que
iniciamos nos haga crecer en la fe, la esperanza y el amor. Oremos.
Escucha,
Señor Jesús, la oración confiada que te dirigimos. Tú, que vives y reinas...
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Que
la pasión de tu Hijo, actualizada en este santo sacrificio que vamos a
ofrecerte, nos alcance, Señor, de tu misericordia, el perdón que no podemos
merecer por nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre
y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo,
Señor nuestro.
El
cual siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue injustamente
condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró nuestros delitos y,
resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por
eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces de júbilo,
diciendo: Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN (Mt 26, 42)
Padre
mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Tú
que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la muerte de tu Hijo
nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete, concédenos, Señor,
llegar, por medio de su resurrección, a la meta de nuestras esperanzas. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
HOMILIA
DEL PAPA FRANCISCO EL DOMINGO DE RAMOS 13/04/2014
Texto
completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
“Esta
semana comienza con una procesión festiva con ramas de olivo: todo el pueblo
acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban a Jesús. Pero esta semana
va adelante en el misterio de la muerte de Jesús y de su resurrección.
Hemos
escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien preguntarnos ¿Quién soy yo? ¿Quién
soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo, delante de Jesús entrando en Jerusalén en
este día de fiesta? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O tomo las
distancias? ¿Quién soy yo, delante de Jesús que sufre? Hemos oído muchos
nombres: tantos nombres.
El
grupo de líderes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos
maestros de la ley que había decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad
de apresarlo ¿Soy yo como uno de ellos? Incluso hemos oído otro nombre: Judas.
30 monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos
que no entendían nada, que se quedaron dormidos mientras el Señor sufría.
¿Mi
vida está dormida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que era
traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolver todo con
la espada: soy yo como ellos? ¿Yo soy como Judas, que finge amar y besa Maestro
para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos
líderes religiosos que tienen prisa en organizar un tribunal y buscan falsos
testigos? ¿Soy yo como ellos?
Y
cuando hago estas cosas, si las hago, ¿creo que con esto salvo al pueblo? ¿Soy
yo como Pilato que cuando veo que la situación es difícil, me lavo las manos y
no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar – o condeno yo – a las
personas? ¿Soy yo como aquella muchedumbre que no sabía bien si estaba en una
reunión religiosa, en un juicio o en un circo, y elije a Barrabás?
Para
ellos es lo mismo: era más divertido, para humillar a Jesús. ¿Soy yo como los
soldados que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten con la
humillación del Señor? ¿Soy yo como el Cireneo que regresaba del trabajo,
fatigado, pero que tuvo la buena volunta de ayudar al Señor a llevar la cruz?
¿Soy yo como aquellos que pasaban delante de la Cruz y se burlaban de Jesús?:
“¡Pero... tan valeroso! ¡Que descienda de la cruz, y nosotros creeremos en
Él!”.
La
burla a Jesús… ¿Soy yo como aquellas mujeres valientes, y como la mamá de
Jesús, que estaba allí, y sufrían en silencio? ¿Soy yo como José, el discípulo
escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con amor, para darle sepultura? ¿Soy yo
como estas dos Marías, que permanecen en la puerta del Sepulcro, llorando,
rezando? ¿Soy yo como estos dirigentes que al día siguiente fueron a los de
Pilato para decir: “Pero, mira que éste decía que habría resucitado; pero que
no venga otro engaño”, y frenan la vida, bloquean el sepulcro para defender la
doctrina, para que la vida no salga afuera? ¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de
éstas personas yo me parezco?
Que
esta pregunta nos acompañe durante toda la semana.
(Traducción
de Eduardo Rubió y María Fernanda Bernasconi – RV)
Fuente:
Radio Vaticana.
REFLEXION
NUESTRO MEJOR AMIGO
ENTREGÓ LA VIDA POR MÍ, POR TI…
1.- Hoy damos
comienzo a la Semana Santa. En ella se descubre en toda su hondura el drama del
hombre ante Dios. Drama de vida y de muerte, de traición y de eterna felicidad.
San
Juan de Ávila dejó escrito que era necesario que la lanza del centurión romano
abriese el corazón de Cristo para que a través de esa herida pudiéramos los
hombres vislumbrar el amor infinito del Padre que entrega a su Hijo por
nosotros, y del Hijo, Jesucristo, que se entrega a la muerte por nosotros.
En
esta Eucaristía –como en todas– vuelve a repetirse en símbolo y en realidad
aquel acto de entrega de Jesús. Y nosotros que, como los discípulos y los
judíos, unas veces hemos aclamado a Cristo con entusiasmo como Rey y después le
hemos traicionado y abandonamos tantas veces, nos convertimos, por nuestra
debilidad y en nuestro pecado en protagonistas de la Pasión, tal como la hemos
escuchado en el Evangelio. Insisto que ante la Pasión de Jesús no podemos ser
meros espectadores o como auditorio pasivo. Cada uno de nosotros estábamos allí,
entre aquellos judíos o aquellos discípulos, porque Jesús ofrecía su vida
también por cada uno de nosotros. Y es que, para cada uno de nosotros es el
relato de cuando nuestro mejor amigo entregó y perdió la vida por todos, por
mí, por ti.
2.- La narración de
la Pasión
es de San Mateo, más cercana a la de San Marcos, y algo más alejada de la de
San Lucas que sigue una tradición más antigua. En esta no se suaviza todo lo
que sea violencia y dramatismo, como hace Lucas. Ahí están los sufrimientos,
los azotes, la coronación de espinas. Y el largo y dramático relato de la
crucifixión. Pero los tres evangelistas resaltan el señorío de Jesús, que da
permiso para su prendimiento y responde con autoridad a los sumos sacerdotes. Y
sobre todo resplandece la infinita misericordia del Señor en tales momentos,
llamando al traidor por su nombre, curando la oreja del sirvo del pontífice,
perdonando a los que le crucifican, y prometiendo el paraíso al buen ladrón.
Jesús se manifiesta así como reflejo del amor y de la misericordia del Padre
hacia nosotros.
José
María Maruri, SJ
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¿CON QUE PERSONAJE
NOS IDENTIFICAMOS?
1.- En el
"Siervo de Yahvé" los judíos veían representado al pueblo de Israel
perseguido e incomprendido por los otros pueblos. Los cristianos vemos en el
"Siervo" la prefiguración del Mesías sufriente, que en la cruz recibe
insultos y salivazos, que ofrece la espalda a los que le golpean. No es un loco
ni un necio, sino alguien que se fía de Dios y cumple su voluntad. Por eso, no
se acobarda ni se echa atrás ante el sufrimiento o la misma muerte. Sabe que el
Señor le ayuda y que no quedará avergonzado. A pesar de la sensación de
abandono y hasta desesperación que refleja el salmo 21 --¡Dios mío, Dios mío!,
¿por qué me has abandonado?-- implora la ayuda de Dios y sabe de quien se ha
fiado.
2.- El himno
cristológico
de la carta a los Filipenses refleja la entrega de Jesús, hasta vaciarse por
nosotros. Este despojo lleva un nombre técnico en teología: es la
"kenosis" de Cristo. Kenosis viene del griego "kenos", que
significa precisamente "vacío". Se concretizó en una obediencia total
a su misión, que era la voluntad del Padre. Y no sólo aceptó esta obediencia,
sino que escogió también el vivirla hasta el final, "hasta la muerte y la
muerte en la cruz", esta muerte que era reservada a los malhechores o a
los esclavos. En este sentido, Jesús dio libremente su vida.
3. - El anonadamiento
de Cristo
es la puerta que conduce la glorificación. Por la cruz se llega a la luz. El
centurión desvela todo el enigma que Marcos ha mantenido en secreto durante
todo su evangelio. Sólo en la cruz se desvela el misterio. Ese Jesús
crucificado es "verdaderamente el Hijo de Dios", es el Cristo, Mesías
Ungido y esperado por el pueblo. Este himno nos introduce en el misterio pascual
--muerte y resurrección de Cristo-- que vamos a celebrar en el Triduo Santo.
Jesús en este domingo de Ramos es aclamado por aquellos que después van a
quitarle de en medio. Todo esto ocurre porque Jesús se mete en el mundo, asume
el dolor de todos los hombres que hoy son "crucificados". Jesús se
empeña en estar en todos los líos, se sitúa en las entrañas de la vida, allí
donde se juega el futuro de la humanidad. El mundo es su sitio. No le va la
muerte ni la marginación -siempre injusta- . Lucha por acabar con todo aquello
que degrada al hombre, que le humilla y hunde en el abismo. Fue valiente, por
eso le mataron tanto el poder político como el religioso. Pero Jesús sigue
muriendo hoy día... Nosotros seguimos crucificando a muchos "cristos"
y gritando: "¡Crucifícalo!". ¿Con qué personaje de la pasión nos
identificamos: con Pedro que le negó, con Judas que le traicionó, con el pueblo
que no le acepta, o con Juan y las mujeres que le acompañaron?
José
María Martín, OSA
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ENTRA EL SEÑOR
Entra
el Señor, y entre cánticos, himnos, ramos y palmas el pueblo expresa una firme
convicción: es un punto de referencia para alfombrar el mundo desde la verdad y
con la verdad. Gran semana la que nos aguarda. Entra el Señor, en estos días, y
no precisamente para caminar sobre terciopelo sino para darse, hoy baño de
masas, y el Viernes Santo, baño de sangre. Miel y hiel, dulzura y amargura son
los acordes de este Domingo de Ramos.
1. Hoy, a Jesús, le
decimos que es nuestro Rey y, en Viernes Santo, le diremos “no tenemos más rey que
el César”. La vida es así: nos persigue la contradicción, el hoy sí pero, el
mañana no. Hoy glorias y mañana fracasos. Hoy, en Jerusalén, todo palmas y
júbilo pero a la hora de nona llanto, desnudez, soledad y tristeza. Hoy, en el
Domingo de Ramos, ramas recién cortadas y, en la hora de las tinieblas, tan
sólo un madero del que colgará Aquel que hoy vitoreamos y ensalzamos. Hoy le
cantamos y, en Viernes Santo, le gritaremos: “fuera, fuera”. Hoy le alfombramos
los caminos en su ascensión al sufrimiento y
a la muerte y, en Viernes Santo, le despojaremos de su fama, sangre y
vestimenta.
2. Bendecimos al
Señor
por lo que, El, representa. Sube hacia Jerusalén, y aunque hoy todo se tiñe de
gozo y de alegría, sabemos que en el horizonte se perfila la cruz. Que, en un
atardecer con sombra de muerte, el Señor dará su vida por nosotros: por ti y
por mí. No lo olvidemos.
El
Domingo de Ramos tiene un sabor agridulce. Por un lado manifestamos
públicamente nuestra adhesión y homenaje a Jesús pero, por otro, somos
conscientes de que por obediencia es conducido, como cordero, hacia el lugar
del sacrificio. Nadie lo hará como El, sólo lo puede hacer Él. Entra el Señor
para que, nosotros, un día salgamos con la VIDA debajo de nuestro brazo.
3. ¡HOSANNA AL HIJO
DE DIOS!
Cantamos y coreamos en este día. Pero, también es verdad, que –el corazón- nos
invita a gritar: ¡No subas, Señor! ¡No avances demasiado! Detrás de nuestro
griterío, vendrá la cobardía y el silencio. Al otro lado de la puerta,
flanqueada por músicas e himnos, te
enfrentarás con el llanto. ¿Merece la pena, Señor, que avances triunfalmente
hacia el fracaso aparente que será tu muerte?
¡HOSANNA
AL HIJO DE DIOS! Sí; Señor. ¡Adelante! No dejes asignaturas pendientes. El
hombre, el mundo, la tierra, los creyentes, la Iglesia, tus amigos y tus
enemigos, los que te conocen y los que te dan la espalda necesitan de tu
salvación y del fruto de la cruz.
HOSANNA
AL HIJO DE DIOS! Abramos, en este Domingo de Ramos, las puertas de nuestros
corazones. Que el Señor, entre también brillantemente en ellos para que, en
esta Semana Santa, podamos compartir con El su eucaristía, su sacerdocio , su
amor, su sufrimiento, su cruz, su muerte…..y sobre todo deleitarnos y festejar
lo que nada ni nadie puede quitarnos ni ocultar: SU RESURRECCION
¡ENTRA
EL SEÑOR! Que nosotros, por lo menos espiritualmente, con la vida y con el
corazón, nos atrevamos a vivir con pasión y fecundidad estos días que se
acercan.
Javier Leoz
EL
SEÑOR ME AYUDA
Is
50,4-7; Flp 2, 6-11; Mt 26, 14-27, 66
El
relato de la pasión en los Evangelios sinópticos sigue una secuencia
prácticamente similar. Los testigos de los hechos ocurridos en la pascua del
año en Jerusalén preservaron la memoria de los sucesos más significativos
sufridos por aquel a quien confesaban como Mesías Jesús. Recordaron los
ultrajes y maltratos sufridos por el Señor con la intención de extraer el
mensaje de salvación ahí contenido. En la interpretación de esos sucesos, los
primeros cristianos recurrieron a los textos proféticos que prefiguraban la
existencia de un Siervo de Dios que entregaría su existencia de manera
martirial para preservar la vida y la libertad de Israel. El que se había
abajado en obediencia al Padre, había sido elevado a su diestra, recibiendo el
honor que perdura.(www misal com mx).
Santos
Martín I, Papa;
Sabás Reyes Salazar, mártir. Beato Pedro Fabro, presbítero.
(Rojo)
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