jueves, 10 de abril de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA, JUEVES 10 DE ABRIL DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
JUEVES 10  DE ABRIL DE 2014
V SEMANA DE CUARESMA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Hb 9, 15)
Cristo es el mediador de la nueva alianza, porque mediante su muerte, aquellos que han sido llamados, reciben la herencia eterna que les había sido prometida.

ORACIÓN COLECTA
Asiste y protege siempre, Señor, a esta familia tuya, que ha puesto en ti toda su esperanza, a fin de que purificados de nuestros pecados, permanezcamos fieles a nuestro compromiso bautismal y obtengamos la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Serás padre de una multitud de pueblos.

DEL LIBRO DEL GÉNESIS: 17, 3-9

Cuando Dios se le apareció, Abram se postró con el rostro en el suelo y Dios le dijo:
"Aquí estoy. Ésta es la alianza que hago contigo: Serás padre de una multitud de pueblos. Ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te he constituido como padre de muchas naciones.
Te haré fecundo sobremanera; de ti surgirán naciones y de ti nacerán reyes. Contigo y con tus descendientes, de generación en generación, establezco una alianza perpetua para ser el Dios tuyo y de tus descendientes. A ti y a tus descendientes les daré en posesión perpetua toda la tierra de Canaán, en la que ahora vives como extranjero; y yo seré el Dios de ustedes".
Después le dijo Dios a Abraham: "Cumple, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación".

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL Del salmo 104
R/. El Señor nunca olvida sus promesas.

Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden los prodigios que Él ha hecho, sus portentos y oráculos. R/.

Descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R/.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R/.

ACLAMACIÓN (Cfr. Sal 94, 8)
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón". R/.



Su padre Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre".
Los judíos le dijeron: "Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: 'El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre'. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?"
Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello".
Los judíos le replicaron: "No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?" Les respondió Jesús: "Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy".
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, con agrado el sacrificio que vamos a ofrecerte y concédenos por él la conversión de nuestra vida y la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Rm 8, 32)
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros y con Él nos ha dado todos los bienes.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Por medio de este sacramento que ya desde ahora nos comunica tu fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

REFLEXIÓN

Gen. 17, 3-9. El pueblo elegido vive en el destierro; pero no olvida las promesas que Dios hizo a Abrahán. Dios pactó con él una alianza eterna de ser el Dios de Abrahán y de su posteridad. Por eso, en esos momentos difíciles, viviendo en Babilonia, deben recordar la Alianza pactada por Dios con Abrahán, padre de todos ellos. Dios jamás abandonará la obra de sus manos, ni dará marcha atrás en sus promesas. Tanto a Abrahán, como a sus descendientes, sólo se les pide caminar en la presencia de Dios y ser perfectos. Quien dedique su vida a la maldad se estará haciendo acreedor a perder la patria prometida, pues ha roto la Alianza con el dueño de esa tierra.
Dios nos pide que quienes somos sus hijos, caminemos en su presencia, con un amor fiel; que dejemos que Él mismo nos haga cada día más perfectos, más dignos en su presencia.
Dios no sólo es nuestro Dios y Señor; por medio de nuestra fe en Cristo, y nuestra unión a Él por medio del bautismo, se han rebasado las expectativas de todos los patriarcas y profetas, pues hemos sido elevados a la dignidad del Hijo de Dios. En verdad tenemos a Dios por Padre.
Ojalá y no vayamos a perder la posesión de la patria definitiva, de los bienes eternos, a causa de no vivir conforme a las inspiraciones y guía del Espíritu de Dios que Él infundió en nosotros. Así, no tanto tenemos una circuncisión carnal, sino la circuncisión del corazón que nos ha consagrado a Dios como hijos suyos. Caminemos en su presencia con el gozo de sabernos amados por Dios, pero también con el compromiso de amar a nuestro prójimo como nosotros hemos sido amados por el Señor.

Sal. 105 (104). Dios es siempre fiel a pesar de las infidelidades de su Pueblo. Pero aun cuando Dios siempre está dispuesto a perdonar nuestras culpas, no podemos pensar que ha quedado sin efecto lo que le corresponde al Pueblo. El Salmo concluirá diciendo que si Dios ha sido fiel, al Pueblo corresponde obedecer sus mandamientos y practicar sus leyes.
Dios siempre está a nuestro lado como Padre y como poderoso defensor. Busquémoslo sin descanso para vivir totalmente comprometidos con Él y no sólo para recibir sus beneficios. El mismo Cristo nos invita a buscar primero el Reino de Dios y su justicia, sabiendo que todo lo demás llegará a nosotros por añadidura.

Jn. 8, 51-59. Por la Palabra eterna del Padre fueron creadas todas las cosas. El que sea fiel a las palabras de Jesús, no morirá para siempre. Aquel que es antes de Abrahán y de cualquier otra criatura, se ha hecho uno de nosotros para convertirse para nosotros en fuente de vida eterna. Quien lo acepte tendrá la vida, quien lo rechace, la habrá perdido para siempre, pues no hay otro camino de salvación, sino sólo Cristo.
Así la fe de Abrahán ha quedado superada por la fe en Cristo. Por eso debemos no sólo escuchar la Palabra de Dios, sino ser fieles a ella. Entonces no sólo conoceremos a Dios, sino que en verdad lo tendremos como Padre nuestro. Y teniendo a Dios con nosotros tendremos vida, y Vida eterna; y, a pesar de que tengamos que pasar por la muerte nuestro destino final estará escondido con Cristo en Dios, con quien viviremos eternamente.
La participación en la Eucaristía nos hace entrar en intimidad con el Señor, Pan de Vida eterna. El Misterio Pascual de Cristo no nos conduce a la muerte, sino a la vida. Dios ha pactado con nosotros una Alianza nueva y eterna, en la que Él se compromete a ser nuestro Padre, y nosotros nos comprometemos a ser sus hijos.
Al paso del tiempo somos testigos de la fidelidad de Dios. Pero también somos conscientes de nuestras infidelidades a esa Alianza. Por eso, también nosotros, arrepentidos y humillados, nos presentamos ante el Señor para pedir su perdón y para prometerle que en adelante, no confiando en nuestras débiles fuerzas, sino en el poder de su Espíritu en nosotros, caminaremos en su presencia como hijos suyos. Y Dios se hace compañero de nuestro peregrinar por este mundo; más aún, nos hace uno con Él mediante la comunión de su propia vida, de la que nos hace partícipes por medio de la Eucaristía.
Si Él permanece en nosotros y nosotros en Él, si somos fieles a su Palabra, tenemos una prenda segura de que no moriremos para siempre, pues nuestro destino será llegar a la posesión de los bienes definitivos que Dios ha reservado para los que le viven fieles.
El Señor nos comunica su misma Vida para que nosotros seamos signos de vida en el mundo. A través del tiempo la Iglesia se esfuerza por hacer llegar la vida de Dios a todos los pueblos, muchas veces deteriorados a causa del pecado.
No podemos cerrar los ojos ante las injusticias, ante los crímenes que conmueven al mundo entero. ¿Cuál es la voz de la Iglesia ante estas angustias de la humanidad? Y la Iglesia no son sólo los pastores de la misma; lo somos todos los bautizados. Si no somos una luz que clarifique el camino del hombre en medio de tantas incertidumbres e interrogantes, si no somos motivo de esperanza para los decaídos ¿de qué nos sirve confesarnos como personas de fe en Cristo?
No podemos, por tanto, quedarnos sólo como aquellos que escuchan a su maestro y se olvidan de sus enseñanzas. Si hemos venido ante el Señor es porque nos queremos comprometer a trabajar para darle un nuevo rumbo a nuestra historia desde la fe que profesamos.
Que la Iglesia, nosotros todos, demos a conocer al mundo entero el amor de Dios, no sólo con palabras bellamente estructuradas, sino con una vida comprometida a profundidad para trabajar por la paz, por la unidad, por una sociedad más unida mediante un auténtico amor fraterno. A partir de ese esfuerzo, fortalecidos por el Espíritu Santo que actúa en nosotros y desde nosotros, podremos hacer que nuestro mundo sea fecundo en personas nuevos, capaces de llegar a ser todos hijos de Dios y de manifestarnos como tales por nuestras obras y no sólo por nuestras palabras.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de unir nuestra existencia a Jesucristo, con tal lealtad que en verdad podamos convertirnos en un signo de la vida nueva que Él ofrece a la humanidad, hasta lograr alcanzar la plenitud de esa vida en la eternidad. Amén. (Homilía católica).

REFLEXION: MÁS QUE ABRAHÁN
Gn 17, 3-9; Jn 8, 51-59
Abrahán se animó a empacar sus escasos bienes y se puso en marcha hacia la tierra de Harán, movido por las promesas que Dios le había anunciado: tierras anchas para sus ganados y descendencia numerosa que perpetuaría su nombre. Un anciano difícilmente se entusiasmaría con esos proyectos en plena vejez. Abrahán se alistó a seguir la promesa, sabiendo que Dios honraría su palabra. Todos esos beneficios permanecen entre los consuelos terrenales que la muerte desbarata. En ese sentido, el Señor Jesús rebasa las fronteras de las promesas hechas a Abrahán, porque propone dar crédito a su mensaje a fin de alcanzar la plenitud de la vida. Quien transite por la vida, haciendo suyo el camino de Jesús, no será encerrado para siempre por la muerte, sino que recibirá el don de la vida que no termina.(www misal com mx).


Santos
 Macario de Gante, obispo; Miguel de los Santos, presbítero.
Beato Antonio Neyrot, mártir.

Feria (Morado)

No hay comentarios:

Publicar un comentario