martes, 8 de abril de 2014

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA. MARTES 8 DE ABRIL DE 2014


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
MARTES  8  DE ABRIL DE 2014
V SEMANA DE CUARESMA

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 26, 14)
Espera en el Señor, sé valiente; ten ánimo, espera en el Señor.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Señor, la gracia de perseverar en el fiel cumplimiento de tu voluntad, para que tu pueblo santo aumente en número y crezca en santidad. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA
Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.

DEL LIBRO DE LOS NÚMEROS: 21, 4-9

En aquellos días, los hebreos salieron del monte Hor en dirección al Mar Rojo, para rodear el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: "¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para qué muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida".
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes". Moisés rogó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: "Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá". Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL: Del salmo 101
R/. Señor, escucha mi plegaria.

Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores. El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque, escúchame y enseguida respóndeme. R/.

Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán
los poderosos. R/.

Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero. R/.

ACLAMACIÓN R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R/.



Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy.

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: 8, 21-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir". Dijeron entonces los judíos: "¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: 'A donde yo voy, ustedes no pueden venir'?" Pero Jesús añadió:
"Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "Entonces ¿quién eres tú?" Jesús les respondió:
"Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a Él es lo que digo al mundo". Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a Él le agrada". Después de decir estas palabras, muchos creyeron en Él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte, perdona nuestros pecados y orienta hacia ti nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de la Pasión del Señor

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 12, 32)
Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que la asidua participación en tus sacramentos nos acerque cada vez más a ti, que eres el único bien verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor.


HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO
Martes 08/04/2014
“NO EXISTE UN CRISTIANISMO SIN LA CRUZ”
Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que “no tenemos posibilidad de salir solos de nuestro pecado” y reafirmó que la Cruz no es ornamento para colocarlo sobre el altar, sino el misterio del amor de Dios.

El pueblo murmuraba contra Dios y contra Moisés en su camino en el desierto. Pero cuando el Señor envió a las serpientes, este pueblo admitió su pecado y pidió un signo de salvación. El Papa se inspiró en la Primera lectura, tomada del Libro de los Números, para reflexionar sobre la muerte en el pecado. Y notó que Jesús, en el Evangelio del día, advierte a los fariseos diciéndoles: “Morirán en su pecado”:

“No hay posibilidad de salir solos de nuestro pecado. No hay posibilidad. Estos doctores de la ley, estas personas que enseñaban la ley, no tenían una idea clara sobre esto. Creían, sí, en el perdón de Dios, pero se sentían fuertes, suficientes, sabían todo. Y al final habían hecho de la religión, de la adoración a Dios, una cultura con los valores, las reflexiones, ciertos mandamientos de conducta para ser educados, y pensaban, sí, que el Señor puede perdonar, lo sabían, pero estaban demasiado lejos de todo esto”.

El Papa también recordó que el Señor en el desierto ordena a Moisés que haga una serpiente y la ponga sobre un asta, y le dice que quien será mordido por las serpientes y la mirará permanecerá con vida. Pero ¿qué es la serpiente?, se preguntó el Papa. “La serpiente – dijo – es el signo del pecado”, como ya vemos en el Libro del Génesis cuando “la serpiente sedujo a Eva, proponiéndole el pecado”. Y Dios – prosiguió Francisco – manda que se eleve el “pecado como bandera de victoria”. Lo que no se comprende bien si no entendemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio”.

Jesús dice a los judíos: “Cuando habrán levantado al Hijo del hombre, sabrán que yo soy”. Por lo tanto, – dijo el Papa – en el desierto se levantó el pecado, “pero es un pecado que busca la salvación, porque cura ahí”. Y subrayó que quien es elevado es el Hijo del hombre, el verdadero Salvador, Jesucristo:

“El cristianismo no es una doctrina filosófica, no es un programa de vida para sobrevivir, para ser educados, para hacer la paz. Éstas son consecuencias. El cristianismo es una persona, una persona elevada, en la Cruz, una persona que se anonadó a sí misma para salvarnos; se ha hecho pecado. Y así como en el desierto fue elevado el pecado, aquí ha sido elevado Dios, hecho hombre y hecho pecador por nosotros. Y todos nuestros pecados estaban allí. No se comprende el cristianismo sin entender esta humillación profunda del Hijo de Dios, que se humilló a sí mismo haciéndose siervo hasta la muerte y muerte de Cruz, para servir”.

Y por esto el Apóstol Pablo – prosiguió el Papa – “cuando dice de qué cosa se gloría Él – y también podemos decir de qué cosa nos gloriamos nosotros – Francisco dijo: “De nuestros pecados”. Nosotros – observó el Santo Padre – “no tenemos otras cosas de las cuales gloriarnos, ésta es nuestra miseria”. Y añadió que “de parte de la misericordia de Dios, nosotros nos gloriamos en Cristo crucificado”. Por esta razón, reafirmó, “no existe un cristianismo sin la Cruz y no existe una Cruz sin Jesucristo”.

El corazón de la salvación de Dios, dijo también el Papa, “es su Hijo, que tomó sobre sí todos nuestros pecados, nuestras soberbias, nuestras seguridades, nuestras vanidades, nuestras ganas de llegar a ser como Dios”. Por esto, exhortó, “un cristiano que no sabe gloriarse en Cristo crucificado no ha entendido lo que significa ser cristiano”. Nuestras llagas, prosiguió Francisco, “esas que deja el pecado en nosotros, sólo se curan con las llagas del Señor, con las llagas de Dios hecho hombre, humillado, aniquilado”. “Y éste – afirmó el Papa – es el misterio de la Cruz”:

“No es un ornamento, que nosotros debemos poner siempre en las iglesias, sobre el altar, allí. No es un símbolo que nos distingue de los demás. La Cruz es el misterio, el misterio del amor de Dios, que se humilla a sí mismo, se hace ‘nada’, se hace pecado. ¿Dónde está tu pecado? ‘No lo sé, tengo tantos aquí. No, tu pecado está allí, en la Cruz. Ve a buscarlo ahí, en las llagas del Señor, y tu pecado será curado, tus llagas serán curadas, tu pecado será perdonado. El perdón que nos da Dios no es cancelar una cuenta que tenemos con Él: el perdón que nos da Dios son las llagas de su Hijo en la Cruz, elevado sobre la Cruz. Que Él nos atraiga hacia Él, y que nosotros nos dejemos curar”.

(María Fernanda Bernasconi – RV)


FUENTE: Radio Vaticana.

REFLEXIONES:
Núm. 21, 4-9. Ezequías, rey de Judá, deshizo la serpiente de bronce hecha por Moisés (pues los israelitas continuaban todavía quemándole incienso; la llamaban Nejustán) (2Re, 18, 4). En Is. 30, 6 las serpientes se comparan a animales míticos: víboras y dragones voladores. Después de la mala experiencia de la tentación puesta por Satanás, personificado en una serpiente, y en la que caen Adán y Eva, el Señor le indica a Caín: si obras mal, el pecado acecha a tu puerta y te acosa, aunque tú puedes dominarlo. Así se le indica que el pecado trata de morder y de envenenar a la persona, acechándola como lo hace una serpiente. En la primera lectura de este día se nos habla de la tentación de desesperación, en la que caen los israelitas que caminan por el desierto hacia la tierra prometida; de cómo se arrepienten y de cómo Moisés intercede por ellos, y de cómo Dios los perdona y les da un signo de salvación. El mismo signo de la serpiente encierra el simbolismo de pecado (mordeduras venenosas), arrepentimiento (volver la mirada hacia la serpiente de bronce), salvación (quedar sano). Jesús, en su diálogo con Nicodemo, se aplicará este acontecimiento como un símbolo de lo que es su obra salvadora: Ante el mundo pecador, Jesús, levantado en alto, se convierte en perdón y fuente de vida para quien, arrepentido vuelva hacia Él la mirada y lo acepte en la fe.

Sal. 102 (101). El pecador, que ha sufrido la consecuencia de su maldad cayendo en enfermedades y desgracias, acude a Dios pidiéndole que no le abandone. Al trasladar su propio pecado y sus consecuencias al pecado del Pueblo elegido y a la funesta consecuencia del destierro, el salmista pide a Dios que no se muestre sordo a las plegarias con las que pide lo libre de aquellos que lo tienen cautivo. Entonces, así como cuando el Señor sacó a su pueblo de Egipto con grandes y poderosas obras, así ahora, si lo hace, al Señor temerán todos los pueblos, y su gloria verán los poderosos. Dios, siempre misericordioso, ha contemplado la tierra para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero.
En Cristo, Dios ha mirado nuestro ser de polvo, frágil e inclinada al mal; ha escuchado el clamor de aquellos que se han visto cautivos, oprimidos y destruidos por el mal. Dios ha visitado a su pueblo para darnos la salvación. Esa salvación no es sólo liberación del mal y don de una felicidad pasajera. En Cristo, Dios ha vencido de un modo definitivo al autor del pecado, y nos ha hecho herederos de la vida y de la felicidad eternas.

Jn. 8, 21-30. Aquel que quiera servirme, que me siga. Los que se busquen a sí mismos se quedarán instalados, satisfechos con lo que tienen; cuando me busquen, habré desaparecido y morirán en su pecado. Entonces, tal vez demasiado tarde, me verán levantado en alto y reconocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta. Dios, en Cristo, se ha hecho uno de nosotros. Sólo mediante Él nos es posible el conocimiento y el acceso a Dios, nuestro Padre. Aquel que rechace a Jesús habrá rechazado el único camino y la única forma de llegar a Dios.
Nosotros somos de acá abajo, de este mundo que, entre angustias y esperanzas queremos lograr nuestra perfección. Nuestro camino se nos torna a veces demasiado difícil y tormentoso. Cristo, además de darnos su Vida y su Espíritu, se convierte para nosotros en el Modelo que imitar, y cuando tomamos nuestra cruz de cada día y lo seguimos, no lo vamos buscando, sino que, en la fe, ya lo tenemos dentro de nosotros y vamos ya con Él hacia la Gloria. Aquel que, finalmente ha quedado esclavo de lo pasajero, no puede ir a donde el Señor quiere que vayamos, pues sus ojos han quedado cegados por los bienes temporales, por el abuso del poder, por la injusticia y por el respeto humano, que le embotan la mente y le impiden rectificar sus caminos. Ojalá y que quienes creemos en Cristo hagamos en nosotros la obra de Dios, que es salvar y no condenar, construir la paz y no destruirla, reconciliar, amar y perdonar y no odiar.
Reunidos para celebrar esta Eucaristía con el único Dios a quien amamos, renovemos ante Él nuestro compromiso de amor fiel. Día a día lo conocemos más, y descubrimos en Él la forma como hemos de vivir nuestro seguimiento tras sus huellas. Aquel que venga a la Eucaristía, o eleve sus oraciones sólo para pedirle a Dios que le conceda bienes materiales, o para pedirle que se convierta en su cómplice cuando, habiendo levantado el gesto amenazador contra sus hermanos, le rogara que atara las manos de sus contrarios mientras los asesina, estará haciendo de la Eucaristía y de la oración una manipulación, que indicará que ese individuo no conoce realmente a Dios ni el amor que Él nos tiene. La Eucaristía nos une a Cristo en lo más profundo de su amor fiel hacia su Padre Dios y a nosotros, a quienes nos tiene no como siervos sino amigos y hermanos suyos. Este es el mismo compromiso de amor a Dios y al prójimo que adquirimos cuando decimos entrar en comunión de Vida con Él.
No podemos negar que muchas veces el mal ha anidado en nosotros. Jesucristo no nos ha librado de las tentaciones. A través de su muerte y resurrección nos ha hecho participar de su misma Vida y de su mismo Espíritu. Así, además de ser hechos hijos de Dios en Cristo, somos fortalecidos con su Espíritu Santo para permanecer fieles a la fe y al amor, que son los dones que, recibidos de Dios, hemos, no sólo de conservar, sino testificar con una vida recta, de tal forma que, día a día, vayan madurando hasta llegar a la madurez del Hombre perfecto: Cristo Jesús. Esa madurez se manifestará a través de nuestras buenas obras; ellas no nos perfeccionan, pero sí manifiestan que Dios nos ha santificado y perfeccionado, pues de la abundancia del corazón habla la boca.
Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de amoldar nuestra vida a su Palabra para que, unidos a Cristo, algún día también nosotros estemos, junto con Él, en la Gloria del Padre. Amén.   (Homilía católica).


REFLEXIONES:
LO DE ABAJO Y LO DE ARRIBA
Nm 21, 4-9; Jn 8,21-30
Desde estas imágenes contrastantes podemos entender las opciones opuestas que las personas asumimos. Vivir a ras de tierra, encerrándose en el nivel de las satisfacciones materiales: el pan, el vestido, la diversión, termina empobreciendo la vida. Vivir así es vivir a la manera de las gallinas; en cambio quien aspira a la consecución de valores trascendentes: el arte, la ciencia, la conciliación y la paz entre las naciones se está ocupando de "las cosas de arriba"; vive y vuela alto como las águilas. El Señor Jesús no se desentiende del cuidado de las cosas de abajo, por eso multiplica los panes y cura a los enfermos. Sabe que eso es fundamental en la vida humana y lo promueve; pero persigue también los valores definitivos: la fidelidad a la voluntad del Padre, el amor universal y la compasión. (www misal com mx)


 Santos
Agabo de Cesarea, profeta; Dionisio de Corinto, obispo.
Beato Julián de San Agustín, religioso.
Feria (Morado)


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