jueves, 10 de octubre de 2013

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA del Jueves 10 de Octubre de 2013.


LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
Jueves 10 de Octubre de 2013.
27ª semana del Tiempo Ordinario. C



LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA MALAQUÍAS 3, 13-20.

“Ustedes me han ofendido con sus palabras, dice el Señor, y todavía preguntan: ‘¿Qué hemos dicho contra ti?’ Han dicho esto: ‘No vale la pena servir a Dios. ¿Qué hemos ganado con guardar sus mandamientos o con hacer penitencia ante el Señor de los ejércitos? Más bien tenemos que felicitar a los soberbios, pues hacen el mal y prosperan, provocan a Dios y escapan sin castigo’”.

Entonces, los que temen al Señor hablaron unos con otros. Y el Señor puso atención y escuchó lo que decían y se escribió ante él un libro en el que están registradas las obras y los nombres de los que temen al Señor y lo honran.

“El día que yo actúe, dice el Señor de los ejércitos, ellos serán mi propiedad personal y yo seré indulgente con ellos, como un padre es indulgente con el hijo que lo obedece. Entonces verán la diferencia entre los buenos y los malos, entre los que obedecen a Dios y los que no lo obedecen.

Ya viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja. El día que viene los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de justicia, que les traerá la salvación en sus rayos”.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.



SALMO RESPONSORIAL  1, 1-4. 6

R:  Dichoso el hombre que confía en el Señor.

Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios
y se goza en cumplir sus mandamientos /R

Es como un árbol plantado junto al río,
que da fruto a su tiempo
y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito /R

En cambio los malvados
serán como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo /R



Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11,5-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.

Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre, que cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?

Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión

Mal. 3, 13-20. Hemos amado a Dios: reconstruimos su templo y hemos tratado de vivirle fieles; pero ¿cómo nos ha amado Dios a nosotros? Parece que premia mejor a los que se comportan mal que a nosotros que caminamos en su presencia. Y el Señor se muestra abrumado por esos reclamos e indica a su Pueblo que jamás deben desconfiar de Él. Ante Él no cuentan las riquezas, sino la fidelidad. Efectivamente: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su vida?
Ojalá y no perdamos el rumbo cuando decimos dirigirnos a Dios. Ojalá y jamás dejemos de manifestarnos como hijos de Dios que, aún en las grandes pruebas le vivan fieles. Dios velará siempre por nosotros y siempre estará de nuestra parte.
Si vivimos entre pobrezas y persecuciones, que no sea por culpa nuestra; si abundamos en bienes que no apeguemos a ellos nuestro corazón, pues el Señor nos quiere no como quien almacena buscando su seguridad en lo pasajero, sino como administradores de sus bienes en favor de los demás.
Quien ha cambiado a Dios por lo pasajero al final, ya demasiado tarde, comprenderá que nadie puede comprar ante Dios su propio rescate, y que sólo vivirán con Él para siempre quienes le fueron fieles y no pasaron de largo ante las miserias de su prójimo.

Sal 1. Andemos conforme a la Inspiración del Espíritu de Dios en nosotros. Vayamos en el camino del Señor que nos conduce a la salvación. Sentémonos a los pies del Señor como discípulos para escuchar su Palabra y ponerla en práctica.
Entonces no habremos equivocado del Camino que lleva a la Vida. Entonces seremos como árbol plantado junto al río y no como paja que se lleva el viento. Entonces, cuanto emprendamos tendrá éxito, pues, aun cuando tengamos que padecer, llegaremos a la perfección del Hijo que aprendió a obedecer padeciendo y que llegó a su perfección dando su vida por amor a su Padre y por amor a nosotros, convirtiéndose así en causa de salvación para todos.
Por eso, apartémonos del camino que conduce a la muerte y vivamos, no como impíos, ni pecadores, ni cínicos, sino como quienes han sido reconciliados con Dios y hechos justos mediante la fe en Cristo Jesús.

Lc. 11, 5-13. No podemos extender constantemente los brazos hacia Dios esperando de Él que remedie nuestras enfermedades y pobrezas, esperando que le dé paz al mundo, esperando que Él haga desaparecer todos los males que aquejan a la humanidad. Una oración en la que esperáramos que Dios lo hiciera todo, además de ser una oración engañosa, sería alienante, de tal forma que, esquivando nuestra responsabilidad, le echaríamos a Dios la culpa de los males que no fueran resueltos conforme a nuestras peticiones hechas de modo equivocado.
Por eso el Señor nos invita a orar con insistencia al Padre Dios pidiéndole el Espíritu Santo. Entonces seremos capaces de no eludir nuestra responsabilidad en el trabajo que hemos de realizar en favor de la paz, en favor de erradicar la pobreza en el mundo, en favor de superar las enfermedades que, como pandemias, azotan a nuestra humanidad, en favor de vivir libres de la esclavitud al pecado que nos encadena a cualquiera de sus manifestaciones.
Recordemos que no hemos recibido un Espíritu de cobardía sino de fortaleza para que no dejemos de esforzarnos por construir el Reino de Dios entre nosotros.
En esta Eucaristía nos reunimos como amigos en torno al Señor. No sólo venimos de visita, sino que venimos para permanecer con Él, no tanto quedándonos en el lugar de culto, sino porque Él se convierte en huésped de nuestro corazón; así, no sólo entramos en comunión de vida con Él en esta Celebración de su Misterio Pascual, sino que permanecemos con Él y Él con nosotros, caminando con nosotros en nuestra vida ordinaria, y convirtiéndonos en un signo de su presencia salvadora ahí donde se desarrolle nuestra existencia.
Pidámosle que nos fortalezca con su Espíritu para que seamos sus testigos, sin dejarnos amedrentar por los ambientes hostiles a nuestra fe.
El pedir y el recibir el Espíritu Santo no es para deleitarnos románticamente con su presencia en nosotros, es para proclamar el amor de Dios a todos mediante nuestro compromiso de esfuerzo constante para que se viva, no sólo con mayor dignidad, sino con la dignidad de hijos de Dios que, finalmente, no se han dejado dominar por el malo, sino que procuran que el amor, la verdad, la justicia social, la paz sean bienes que todos disfruten, por participar, ya desde ahora, del Reino de Dios.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir nuestra fe manifestándola con obras y no sólo con palabras; entonces no sólo nos llamaremos, sino que en verdad seremos hijos de Dios. Amén.

Reflexión: Homilia catolica




Santoral: Santo Tomás de Villanueva y San Virgilio.

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