martes, 22 de octubre de 2013

LECTURAS DE LA EUCARISTÍA del Martes 22 de Octubre de 2013



LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
Martes 22 de Octubre de 2013.
29ª semana del Tiempo Ordinario. C



LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 5,12.15

Hermanos: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues si por el delito de un solo hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios.

En efecto, si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucho mayor razón reinarán en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante que los hace justos. En resumen, así como por el pecado de un solo hombre, Adán, vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida. Y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de uno solo, todos serán hechos justos.

De modo que, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado tuvo poder para causar la muerte, así también la gracia de Dios, al justificarnos, tenga poder para conducirnos a la vida eterna por medio de Jesús, nuestro Señor.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
  


SALMO RESPONSORIAL  39, 7-10. 17

R Concédenos, Señor, hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas, Señor, tú no quisiste;
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
así que dije: “Aquí estoy” /R

En tus libros se me ordena
hacer tu voluntad; esto es, Señor,
lo que deseo: tu ley
en medio de mi corazón /R

He anunciado
tu justicia en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios,
tú lo sabes, Señor /R

Que se gocen en ti y que se alegren
todos los que te buscan.
Cuantos quieren de ti la salvación,
repiten sin cesar: “¡Qué grande es Dios!” /R




EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 12, 35-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



Reflexión

Rom. 5, 12. 15. 17-19. 20-21. El hombre, esclavizado por el pecado, ha sido liberado por Cristo. Adán, al pecar, desobedeció un mandato de Dios; por eso es considerado pecador. Quien nace y vive en la rebeldía a Dios, vive esclavo del pecado.
Creer en Cristo es hacer nuestra la Gracia que nos viene de Aquel que fue Obediente y Fiel en todo a la Voluntad Divina, convirtiéndose así, para nosotros, en fuente de salvación.
Por eso el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús. Efectivamente, la salvación no es consecuencia de nuestras obras, sino un don gratuito de Dios, ofrecido a nosotros por medio de su Hijo, hecho uno de nosotros.
Vivamos, no en la rebeldía de Adán, sino en la obediencia de Cristo. Alejémonos, así, de la muerte, y disfrutemos de la Vida que el Señor nos ha ofrecido mediante su muerte y resurrección.

Sal. 40 (39). Aquel que quiera trabajar en favor del Reino de Dios debe abrir sus oídos para escuchar al Señor, y poner todo su empeño en hacer su voluntad. Por eso Jesús nos enseña tanto a orar con los labios como con la vida diciendo: Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Jesús mismo nos dice que su alimento es hacer la voluntad de Quien lo envió.
Si queremos ser un signo de salvación y del amor de Dios para los demás; si queremos pasar haciendo el bien y no el mal, aprendamos a escuchar la Palabra de Dios y a ponerla en práctica. De esa forma procuraremos concretizar entre nosotros el Reino de Dios, que es Reino de Santidad y de Vida, de Justicia, de Amor y de Paz.

Lc. 12, 35-38. La Iglesia, Esposa de Cristo, vive preparada, con el corazón despierto para cuando vuelva el Señor. Nuestra mejor preparación es a través del servicio a los demás.
Se nos ha confiado el Evangelio y no podemos darnos descanso en anunciarlo a los demás. Nosotros mismos hacemos vida el Evangelio en nuestra existencia diaria. Así jamás se apagará la Luz que el Señor encendió en nosotros, pues la fe en Él nos conserva siempre iluminando aún en medio de los momentos más difíciles de nuestra vida.
Que cuando el Señor vuelva nos encuentre trabajando por su Reino, haciendo el bien a los demás y sirviendo con amor a todos.
El Señor se ha puesto afanoso por nosotros. Él no se durmió mientras su enemigo amenazaba nuestra vida. Él, como el dueño de la casa, veló por los suyos y venció a quien nos amenazaba de muerte.
Mediante su muerte y resurrección nos dio nueva Vida, la Vida de hijos de Dios. Así Él no sólo procura el bien de los de su casa, sino que Él mismo se convierte en alimento de salvación para nosotros.
Quienes participamos de su Eucaristía conocemos el amor de Dios y todo lo que Él ha hecho en favor nuestro. Aceptemos en nosotros ese amor y, unidos a Cristo, conservemos nuestras lámparas encendidas y trabajemos constantemente para que la Vida del Señor, que Él nos ha comunicado, llegue hasta el último rincón de la tierra..
El Señor nos pide estar al servicio de su Evangelio trabajando para que su amor llegue a todos, especialmente a quienes han sido despreciados o marginados a causa de su pobreza.
La Iglesia está al servicio de toda la humanidad. No ha sido puesta para aprovecharse de nadie. Más bien debe tener la cintura ceñida, siempre dispuesta a servir, siempre dispuesta a hacer el bien, siempre dispuesta a dar voz a los desvalidos, siempre dispuesta a defender la vida y los derechos de todas las gentes.
Así la Iglesia no sólo en su mano, sino en su corazón, conserva la luz del Amor que procede de Dios. Es a la luz del amor de Cristo que lleva a cabo toda su acción evangelizadora y de servicio a los demás, no como una filantropía, sino como una acción salvadora que procede de Dios.
Cuando la Iglesia deja de actuar bajo la luz del amor que procede de Dios corre el riesgo de convertirse en una iglesia exigente para recibir honores y servicios de los demás. Entonces, por nuestra infidelidad al Señor, en lugar de ser portadores de Vida, seríamos portadores de muerte.
Cristo nos llama a ser un signo del Evangelio de su amor; esforcémonos en hacer realidad esa vocación que hemos recibido.
Roguémosle a nuestro Dios y Padre que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la Gracia de caminar día a día hacia nuestra perfección en Cristo, su Hijo, por permitir que se haga su voluntad en nosotros. Así cada día seremos un signo más claro del amor de Dios en medio de nuestros hermanos. Amén.

Reflexión: Celebrando la vida


Santoral

San Felipe de Heraclea, Santas Elodia y Nunilón, Beato Timoteo Giaccardo



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